Soy del Barça y me encanta ver a Casillas alzando la Copa. Lo ha conseguido. Ya es suya. Junto con Xavi, Puyol e Iniesta constituye un formidable póker de jugadores españoles que lo han ganado todo. A Casillas hasta el partido de ayer le faltaba el título de la Copa del Rey. Conociendo ese dato uno entiende perfectamente la arrolladora euforía que desprende su gesto, su grito. España ha sido cuna de porteros míticos. Ramallets, Zamora, Iribar, Arconada, Zubizarreta, pero Casillas juega en otra liga. Gracias a pertenecer a una generación de futbolistas que los han ganado, absoluamente todo a nivel de clubs y selección, ha saltado de la cuna y se ha convertido en un referente mundial. Ayer estuvo providencial, como siempre. Cuando se equipo estaba hundido físicamente y el Barça empezaba a trenzar jugadas de escuadra y cartabón sobre el césped de Mestalla aparecieron sus milagrosas manos, como siempre.  Los apodos y los motes sociales simbolizan perfactamente el sentir popular.  Me parece  innecesario tener que explicar porqué se le conoce por El Santo. San Iker obra milagros  con los guantes.  Lo saben en Móstoles, en Madrid, en Leverkusen, en Barcelona,bounce house for sale en Italia entera y hasta en el Paraguay . Pero para ser santo no basta con obrar milagros. Iker  suma a sus innumerables prodigios  las virtudes morales de la humildad, el respeto y la sencillez. Dificil papeleta la del  procurador fiscal que deba ejercer de abogado del diablo  en su proceso de canonización.  Nadie en su sano juicio  se creería su alegato en contra. Aunque siempre hay locos que se ofrecen gustosos a hacer el ridículo, y más en esto del fútbol. Basta con echar una ojeada a los miles de comentarios y noticias de estos últimos días.

Esta copa nos ha ofrecido otros sorbos deliciosos. La exhibicion fisica de Cristiano Ronaldo durante los 120 minutos del partido ha sido realmente de escándalo. Más escandalosa, y ya es decir,  que  las declaraciones de Florentino. “Hemos podido transmitir que lideramos el fútbol en el mundo”. A tipos como éste les das la mano y te cogen el brazo. Si la humildad en exceso  puede pecar de fingida,  como en el caso de Guardiola , la desmesurada prepotencia del sujeto cada vez que abre la boca raya la soberbia y el desprecio a nuestra inteligencia y buen gusto.  Guardiola no es que sea humilde, simplemente aplica la prudencia y el respeto  hacia sus rivales. En cambio Florentino es un simulador , un embustero del respeto. Un puritano al que le saltan las costuras en los momentos cruciales, tanto en las derrotas como en las victorias. Si se fue lo hizo por el bien común y si volvió fue por el mismo motivo. Eso de cara al público, en el palco se cuecen otras historias. Anda que ha tardado en auto-proclamarse líder mundial del asunto. Se considera a si mismo tan majestuoso, tan elevado, tan  divino, que cualquier éxito de su proyecto deportivo, por mediano que sea, le sirve de pretexto para lanzar el discurso de su superioridad. Porque en realidad Florentino con este discurso grandilocuente no está alabando a sus extraordinarios jugadores que se han dejado la piel en el campo, que han luchado hasta el último aliento contra un Barça que los tenía groguis contra las cuerdas. Monseñor Pérez lo que pregona son las bondades de su sabiduria directiva con esos aires de grandeza propios de un acaudalado beato que se ha comprado la bula de su pontificado. El Real Madrid empieza a creer  de verdad en si mismo, y esa es una buena noticia, pero en el campo simbólico, que analicé en el Cuaderno de bitácora del 17 de abril , en esta guerra de héroes y villanos que se ha establecido entre Barça y Madrid no todas las batallas las ganan los héroes. Los héroes necesitan las derrotas para demostrar que son humanos. Necesitan las heridas, incluso las sangrantes, las que te golpean el higado. Este Barça herido, con su capitán en la enfermería y sin el galo Abidal defendiendo el juego aéreo, con un Xavi al que se le puede parar 45 minutos, pero que todavía no existe fórmula humana para un partido entero, pudo ganar la Copa. Pero esa copa estaba reservada para un héroe que viste de blanco. Que lo entrene o presida un villano es circunstancial.  Tarde o temprano caerán en el olvido y en bandeja de plata como otros tantos profetas del clavo ardiendo y la pureza del adn champions. El tiempo  y la memoria borrará la antipatía de uno y la coronilla de otro eclipsadas por la deslumbrante luz de la sonrisa de Casillas. Un ídolo verdadero.

“La imagen a cámara lenta me pareció épica, casi de otro tiempo. La luz tan extraña, centrada en él y difuminando el fondo, la bandera anudada a su cintura como un faldón, el brazo en alto blandiendo la copa, las cintas blancas bailando al viento… no sé, pensé en un caballero medieval atravesando un bosque fantasmagórico espada en ristre, después de acabar con los enemigos del reino. El héroe” (snedecor)

Esta liga de hombres extraordinarios aún nos reserva un par de capítulos en Champions apasionantes. Se estrechan los círculos.