LA NOCHE EN QUE NACIÓ UN ESTILO

Círcol Catòlic de Badalona

Hay historias que definen a un personaje y por añadidura a su trayectoria. No son historias de palmarés engordado, vitrinas atestadas y recortes de prensa amarillos en las paredes de una sala de trofeos de diseño. Son sólo pequeñas batallas deportivas que marcan un hito para un grupo reducido de personas, olvidadas ya en el imaginario frenético de nuestra vida actual.

Aíto y Sevillano en un campeonato de Castilla juvenil
Aíto observa la lucha entre Santillana y Carmichael

“Fui mal lanzador, lento, inteligente a la hora de escoger las opciones de juego, fuerte en las penetraciones, bueno en las asistencias… una mezcla de todo eso”. Así se define Aíto García Reneses como jugador de baloncesto. Base canterano del Estudiantes durante varios años, conicidió en su fase formativa con ilustres como José Ramón y Vicente Ramos, Bergía, Alcántara, Sepúlveda, Segura, José Luis Sagi-Vela, Juan Martínez-Arroyo o José Frade, el productor cinematográfico. Tras ser campeón de España juvenil en el 64, se incorporó al primer equipo con Emilio Segura y Vicente Ramos. Después de estar cuatro años en el Estu, fichó por el FCB donde permaneció cinco temporadas, hasta el año 73. Sin embargo, Aíto siempre supo que como jugador no pasaría a la historia y desde antes de dejar las canchas con 27 años, ya se preparó para entrenar. Anduvo haciendo sus pinitos en equipos de formación como el Estudiantes de minibasket o los juveniles del FCB, así como en el Esparraguera, su primer club, en la 72/73.

Domènec Tallada, el presidente que fichó a Aíto, con Agustí Falcó

Sin embargo, el equipo donde empezó a forjar su leyenda fue el Círculo Católico de Badalona que durante varios años fue conocido con el nombre de Cotonificio, su patrocinador. Allí entrenó desde el 73 hasta el 83, colocando al humilde equipo badalonés en posiciones nunca antes alcanzadas año tras año. Quizás habría que hacer un breve resumen de la trayectoria de esta entidad. Fue fundada en el último cuarto del siglo XIX con fines religiosos, pero también recreativos y culturales. En 1941 creó la sección de baloncesto y enseguida adquirió un gran prestigio en Cataluña y en España. Fue club fundador en la primera Liga Nacional en 1957 y estuvo en la máxima categoría hasta la temporada 69/70, en la que acabó descendiendo. Tras pasar por la Tercera División, acabó ascendiendo de nuevo a la Primera en la 72/73 de la mano de Josep Xicart. En ese momento es cuando Aíto, un técnico sin experiencia, se hace cargo del equipo.

A partir de ahí diseña un plan que abarca no sólo al primer equipo sino sobre todo a la cantera, en la que hace especial hincapié, siendo ésta una de sus líneas toboggan gonflable de trabajo durante toda su carrera. Evidentemente no es un esfuerzo que dé frutos inmediatamente, pero años después los daría. Por ejemplo, en 1981, el humilde equipo badalonés dio la gran sorpresa al ser campeón de España junior, en un equipo en el que destacaba Andrés Jiménez:

Los campeones de España junior del 81

Ese sorprendente campeonato fue muy celebrado en la Badalona pobre, como así atestiguan las imágenes de prensa del momento:

Portada del Eco Badalonés

Incluso muchos años después, se conmemoró el vigésimo aniversario de esta victoria, volviendo a reunir a los protagonistas de aquella pequeña hazaña:

Los campeones junior del 81, veinte años después

En cuanto al trabajo con el primer equipo, su progresión es extraordinaria. La primera temporada tras el ascenso, décimos. Después, sextos, quintos, octavos, cuartos, quintos, cuartos, cuartos, terceros y octavos, en los años en que estuvo en el banquillo algodonero. Después de aquello, se fundó la ACB y el Coto se quedó fuera por problemas económicos que ya habían arrastrado esa última temporada y que les privó de mantener la magnífica plantilla del año anterior con la quedaron terceros, en especial al magnífico Brian Jackson que acabó en Venecia. Después regresaría a España al RM para hacer una extraordinaria pareja con Wayne Robinson. La plaza del Cotonificio se la quedan en Santa Coloma de Gramanet, además también de varios jugadores, con la ayuda del patrocinador, Licor 43.

Una de las primeras plantillas de las que dispueso Aíto en el Coto

¿Qué aporta Aíto en aquella época? Su sello. El baloncesto de Aíto descansa en un principio básico: Ritmo. El ritmo es la base de todo, de sus alternativas defensivas, de su agresividad de manos, de sus piernas frescas, del juego libre ofensivo, del juego a toda pista y de la imaginación a la hora de la toma de decisiones. Y todo ello trufado de un concepto nuevo para todos en Europa, las rotaciones. Luego, en un segundo nivel y dependientes de aquél, están todas sus aportaciones tácticas, pero siempre subordinadas a la idea principal. En aquellos maravillosos años, Aíto empezó a usar su agresiva defensa individual, llamada por sus rivales “karate-press” que se adelantó varios años o la defensa “Run and jump”, que Aíto tomó prestada de North Carolina, y que aquí tomó el nombre de “Saltar y cambiar”.

En el club hubo gente que se desvivió por desarrollar estas ideas. Por ejemplo su presidente, Domènec Tallada, que lo contrata y le cede plenos poderes. Pero también algunos de sus ayudantes y entrenadores de cantera, como José Luis Cortés, Guifré Gol, Juanito Giménez o Manel Comas, responsable del referido magnífico equipo campeón de España junior en 1981. En Jiménez, vio Aíto otra posibilidad de evolución táctica, como ya sabemos. Aíto-Jiménez sería un binomio constante durante muchos años, primero en el Coto, luego en la Penya y después en el FCB, con esa transición de interior a alero alto, a tres moderno que el jugador de Carmona representó en el baloncesto español durante tantos años, y que posibilitó el ataque con tres postes y la eterna carga del rebote ofensivo por parte de sus equipos.

Pero si de toda esta etapa sin títulos que llevarse a la boca tengo que rescatar una pequeña batalla, una historia que como decía al principio está olvidada pero que es imborrable, es la que aconteció en la temporada 77/78. Pongámonos en antecedentes.

Zoran Slavnic con la camiseta de la Penya

Desde 1957 en que se celebra la primera Liga Nacional de baloncesto, el RM había ganado todas las ediciones salvo las de las temporadas 58/59 y 66/67 que fueron a parar al FCB y al Joventut de Badalona, respectivamente. Sin embargo, esa temporada, la Penya había fichado a un pequeño base yugoslavo que estaba dominando el baloncesto de selecciones desde que apareció en las convocatorias del nuevo seleccionador Mirko Novosel. Sí, era Zoran Slavnic, Moka para los amigos. Un tipo capaz de ganar al fin a los soviéticos en un campeonato de Europa, tras ocho títulos consecutivos de la URSS, en Barcelona’73 y que repetiría dos veces más; un tipo que fue campeón del mundo y olímpico; un tipo que fue 214 veces internacional con Yugoslavia; en resumen, un genio excéntrico donde los haya, pero que siempre hacía mejores a sus compañeros. Pues bien, Slavnic se unió al Joventut de Antonio Serra, que también había sido fichado por Jaime Serra, tras varios años en el Estrella Roja, formando un magnífico grupo de jugadores con Juan Ramón Fernández, José María Margall, Luis Miguel Santillana, Filbá, Mulá, Ferrer, Bosch, Delgado y Abadía, además del americano Ed Johnson que sólo podía jugar en la Korac. El talento diferencial de Slavnic hizo posible el milagro. Desde el principio de la pretemporada, se vio que la Penya no iba a ser ese año un rival sencillo. El presidente Antonio Mas había hecho un equipo muy competitivo:

Moka Slavnic y Juan Antonio Corbalán
Serra dando instrucciones a sus hombres en un tiempo muerto

Hizo una gira por Argentina y ganó los siete partidos que disputaron. Empezaron la liga y fueron batiendo uno tras otro a todos los rivales manteniendo un pulso con el Real Madrid. En la primera vuelta la Penya había ganado al Madrid en Badalona 86-79. Pero en marzo, el equipo de Serra tenía que visitar la pista madridista. Y ahí se produjo la primera derrota de los verdinegros por 96-86, después de 49 triunfos consecutivos, contando los de pretemporada. El conjunto entrenado por Lolo Sainz no sólo ganó el partido sino también el average, lo que lo situaba virtualmente como campeón de liga una vez más, a pesar de tener el mismo balance de victorias y derrotas que el Joventut. Sin embargo, el Real Madrid aún tenía que visitar la pista del Barcelona y acabó perdiendo 101-95. La oportunidad estaba servida para el equipo de Serra, pero se produjo la mayor sorpresa hasta la fecha en la liga, su derrota en Pineda, con lo que todo seguía igual. El Real Madrid prácticamente se sentía campeón. Pero aún quedaba un detalle. A falta de dos jornadas, el equipo de Lolo Sainz tenía que visitar la cancha del Cotonificio, el archirrival de los verdinegros. Pocas esperanzas para un decepcionado Joventut que además visitaba esa jornada la pista de Estudiantes, una salida complicada.

Serra y sus jugadores animando

El Coto había hecho una buena temporada. De hecho acabaría cuarto en la Liga, su mejor resultado en la historia, que mejoraría en la 81/82 quedando terceros. La plantilla estaba formada por Dave Angstadt, Joaquín Costa, Ametller, Adolfo Sada (padre de Víctor), Pascual, Javi Mendiburu, Cairó, Pera-Vila, Viñas, Héctor Perotas, Agustí Cuesta y Rafols. El Cotonificio buscaba alguna motivación, aunque conociendo a Aíto cualquier partido es importante para motivar a sus hombres. En este caso tiró de un hecho incontestable. En una entrevista con José Manuel Fernández un día antes del partido, Aíto declaraba:

El Cotonificio de esa temporada

“Ganar al Real Madrid es una meta que queremos alcanzar porque la cuarta plaza ya es un hecho aunque perdamos los tres partidos que nos quedan”. Realmente, la única motivación era ganar al  Real Madrid que era al único equipo al que no había vencido el Cotonificio en los cinco años en que se había asentado en la máxima categoría. Además el equipo blanco se había proclamado recientemente campeón de Europa otra vez venciendo en Munich al Varese con un imparable Szczerbiak, que no jugaba sin embargo en Liga a favor de Coughran. Preguntado por algún aspecto táctico, Aíto responde:

“Depende mucho de cómo jueguen ellos y de lo acertados que estén. Por nuestra parte, debemos imprimirle mucha rapidez al juego y mantener ese ritmo durante los cuarenta minutos, pues si renunciamos a esa táctica veo imposible alcanzar la victoria”. Y añadió: “Quizás sus reservas han flojeado un poco y no son los que en otras temporadas salían a la pista y resolvían el partido. No obstante, Lolo Sainz aún dispone de siete hombres muy importantes”.

Para el técnico madrileño, los objetivos del equipo badalonés en los siguientes años eran:

“Queremos estabilizarnos en este nivel y esperamos conseguirlo, aunque esto encierra muchas dificultades. Ésta será la base para trabajar aspectos nuevos que hasta ahora nos están vedados. Un objetivo a medio plazo es que algún jugador de nuestro equipo forme parte de la selección nacional absoluta. También dedicaremos atención a nuestra pequeña cantera con vistas a enrolar a gente joven al primer equipo”.

Y añadió una respuesta muy de Aíto al respecto de si el Cotonificio pensaría en la Penya ante el partido contra el Real Madrid:

“Por lo que a mí respecta en absoluto, ya que de no poder ser nosotros los campeones, el título debe buscárselo cada uno”.

Angstadt y Rullán luchan por un rebote bajo la atenta mirada de Prada

La cosa es que se llegó al partido con todos estos antecedentes. El Pabellón de Sant Josep estaba abarrotado y en un gran estado de excitación. No parecía que al Real Madrid le fuese a pesar el ambiente badalonés acostumbrado como estaba a visitar pistas europeas de mayor fuste. Hablarle de miedo escénico a estos jugadores era una broma. Atentos a los nombres: Brabender, Ramos, Rodríguez, Cabrera, Prada, Romay, Corbalán, Rullán, Lyuk, Iturriaga y Coughran. Para echarse a temblar. Sin embargo, el partido empezó con un fuerte empujón del Coto que consiguió pequeñas ventajas iniciales merced al fuerte ritmo ofensivo implantado por Costa. Sus parejas, Cabrera y Corbalán, no podían con él y sufrían una y otra vez su magnífica defensa y sobre todo jeux gonflables sus veloces contraataques. Apoyados en Angstadt y en su dominio ante Coughran, los badaloneses abrieron hueco en el marcador a los diez minutos de partido con un 26-16 que Lolo no acertaba a detener. De hecho, a partir de las rotaciones de Aíto y del ordenamiento de su defensa presionante a toda pista, los robos de balón se sucedían y las canastas fáciles también. El vendaval del Coto era imparable y al descanso se llegó con un marcador que posiblemente el Real Madrid hacía décadas que no sufría en sus propias carnes, 62-43. La gente se volvía loca.

Carmelo Cabrera dirigiendo el ataque madridista

Sin embargo, un equipo de leyenda como el blanco no se rinde nunca. No se ganan casi veinte ligas seguidas y se es seis veces campeón de Europa como si nada. Ahí había orgullo y aquélla era una final indirecta. Si había que defender en toda la pista se defendía. El pressing en toda la cancha ordenado por Sainz, así como las rotaciones de Aíto, dieron con una parcial de 6-19 en cinco minutos de juego y el Madrid se puso a seis 68-62. Brabender estaba viendo el aro como una piscina, y Coughran y Corbalán le secundaban. Aíto empezó a meter otra vez a sus mejores hombres, mientras que Lolo mantenía a los suyos en pista, cargándose de faltas y cansándose ante el ritmo impuesto por ellos mismos. El Coto pegó otro pequeño estirón de la mano de Costa, aunque el partido parecía volverse loco por momentos. A falta de cuatro minutos y medio para el final y después de haber ido otra vez hasta trece arriba, el Coto vio como el gigante blanco le empataba el partido a 87. Eso sí, Rullán estaba eliminado, y Corbalán, Brabender, Coughran, Prada e Iturriaga estaban con cuatro faltas. Aíto pidió tiempo y serenó a sus jugadores. Sus relevos de jugadores, los mantuvieron más frescos en los momentos finales, volviendo a despegarse diez arriba 101-91. El partido entró en los últimos minutos en un carrusel de errores por ambos bandos, pero finalmente, el Coto se llevó el partido por 101-97. El pabellón se desbordó de alegría y la pista fue invadida como se hacía habitualmente en aquellos años. El magnífico partido de los de Aíto estuvo representado por los números de Costa y Angstadt, con 24 y 26 puntos respectivamente, bien ayudados por Mendiburu con 19. De nada sirvieron los 37 de Wayne Brabender, que tuvo en Coughran y Corbalán a sus mejores escuderos con 17 y 15, respectivamente.

El acta del partido

Hay que añadir que el Joventut ganaba el mismo día en Madrid al Estudiantes, 78-92, basados en un quinteto que jugó prácticamente todo el partido salvo algunos minutos de refresco de Mulá, el formado por Slavnic, Margall, Fernández, Filbá y Santillana. Muy de Serra esa distribución de minutos. Realmente, Antonio Serra representaba un baloncesto que el innovador Aíto se estaba encargando de enterrar. Eso sí, las dos badalonas baloncestísticas celebraron aquella victoria del Coto que les servía en bandeja el título de liga. Sólo les quedaba ganar en casa al Hospitalet y fuera al Baskonia. Y vaya si lo hicieron. En casa ganó de 35 y fuera de 47. El título era verdinegro, como lo había sido en la temporada 66/67. Para el Cotonificio fue un bonito broche final a una magnífica temporada.

La plantilla del Joventut campeón

Aquella noche del 15 de abril de 1978 nació ese nuevo estilo de baloncesto que impregnaría años más tarde a todos los demás entrenadores. Al Joventut le sirvió para ganar la liga once años después, aunque su reinado fuese efímero, pues a pesar de mantener el bloque en la pista, el presidente que impulsó al equipo campeón, Antonio Mas, dejó su puesto a Joan Rosas y Josep Lleal. No repitió en liga al año siguiente y en Copa de Europa acabó cuarto. Por su parte, el Real Madrid aún mantendría su hegemonía algunos años más, con otra Copa de Europa incluida, aunque a su granítico reinado se le empezaron a ver las costuras en finales de copa y también en un par de ligas que se fueron al Palau antes de empezar a funcionar la ACB. Digamos que aquella noche empezaron a cambiar algunas cosas en nuestro baloncesto.

El Cotonificio con Jack Schraeder y Andrés Jiménez en sus filas
El año que Brian Jackson vino a España

En cuanto al Círculo Católico, el futuro institucional sin embargo no fue el esperado. El equipo siguió creciendo deportivamente con otros americanos como Jack Schraeder y Brian Jackson. Además la incorporación del junior Andrés Jiménez les dio un salto de calidad importante. La fama como buen modelador de talentos jóvenes de Aíto le llevó al prometedor alero Jordi Freixenet a elegir al Coto por delante del Joventut y del Barcelona como equipo. Completaban el equipo en aquellas fechas, César Galcerán, Toni Tramullas y el veterano Miguel Ángel Estrada. Pero tanta presencia de un modesto no podía imaginarse sin injerencias de los grandes. Empezaron las ofertas a los jugadores clave, como Brian Jackson, Andrés Jiménez o Joaquín Costa, además de los rumores que situaban a Aíto en otros clubes. Él siempre ha dicho que en todos los clubes fue discutido excepto en el Coto, donde quizás se sintió más cómodo que en ningún otro club.

Siempre hubo buen ambiente en el modesto Coto fuera de la pista
El celebrado campeonato de invierno

Pero veía que el trabajo que llevaba una década desarrollando se le escapaba como el agua entre las manos. El ansiado pabellón no llegaba. El ayuntamiento le daba largas al proyecto e incluso el Barcelona, por medio de Núñez, le llegó a ofrecer al equipo badalonés la posibilidad de construirle uno en pago por el inflatable slide fichaje de Jiménez en 1982, como publicaba Miguel Ángel Calleja en El País en abril del 82. También el Real Madrid quería hacerse con los servicios del jugador de Carmona, como ya había hecho el año anterior con Fernando Martín. Aíto pedía dos condiciones para quedarse, tener el ansiado pabellón propio y mantener al menos Costa y Jiménez, ya que lo de Brian Jackson estaba imposible. Estaba en su derecho a exigir, pues habían sido invictos campeones de invierno en la temporada 81/82 tras vencer al rival vecino en el Ausías March. Aíto siempre advirtió que su equipo era demasiado joven para pensar en el título y así fue. En la segunda vuelta no pudieron mantener el ritmo y acabaron en una magnífica tercera posición. Pero su situación estructural estaba marchitándose.

La bonita camiseta del Coto no sería sudada en ACB

En la 82/83, el equipo era de inferior calidad y la inestabilidad llegó al equipo que se mostró tremendamente irregular. Sin Costa, que había firmado por el Barcelona, sólo pudieron ser octavos en liga, pero alcanzaron las semifinales de copa. Esto les daba la posibilidad de jugar la Recopa al año siguiente, lo que les podía salvar económicamente porque recibirían un patrocinio doble por liga y competición europea, además de ingresos extra por derechos de televisión. En total unos diez millones de pesetas. Pero no pudo ser. Realmente, la historia fue rocambolesca, pues la final de copa la jugaron  en Palencia el Barcelona y el Inmobanco de Madrid, ganando el Barça, que además también había sido campeón de liga. El equipo madrileño no pudo mantener su estructura y desapareció, con lo que había decidir si era el Real Madrid o el Cotonificio, los otros semifinalistas, el que jugaría la Recopa al año siguiente. Es curioso, porque en semis, el Inmobanco ganó al Coto y el Barcelona gana al Real Madrid por incomparecencia de los blancos. En principio, parecía razonable que la tercera plaza y el derecho a jugar Recopa fuera para los de Badalona, pero Segura de Luna decide que no, que se hiciera un sorteo, que acabó cayendo del lado madridista, bajo protesta del entonces presidente algodonero Pere Antoja, que pidió la dimisión del presidente de la federación. La consecuencia es que el Coto se queda sin patrocinio y está abocado a la desaparición. Sin pabellón, sin dinero, sin jugadores, pues Jiménez había fichado por el Joventut y para Costa (que venía de regreso del Barça) no quedaba pasta, y sobre todo sin Aíto, que había cruzado de acera con Jiménez, el Coto queda descabezado. Como decía antes, vende su plaza ACB al Licor 43, del que toma las riendas Manel Comas y que se nutre de una buena parte de la plantilla del Círculo Católico  entre ellos Costa, además de los extranjeros Craig Dykema y Mike Phillips. En una noche en Santa Coloma, el Licor 43 destrozaría al Barcelona y precipitaría el fin de Antonio Serra como entrenador del equipo azulgrana. Pero ésa es otra historia.

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22 Comments on "LA NOCHE EN QUE NACIÓ UN ESTILO"

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Guest
vialegre
13 years 3 months ago

Vaya, qué cosas. Los tentáculos del Flagrant’s crecen…

Por cierto, esta imagen la descubrí hace poco:

El segundo por la izquierda es Adolfo Sada, padre de Víctor, y el cuarto (número ocho) Manolo Flores muy joven. Naturalmente el siete es el maestro. Qué pantaloncitos blancos…

Guest
13 years 3 months ago

¿Rafa Orenga e Iturriaga no son hijos ilegítimos del Padre Sada?

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