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El cuarto partido se había convertido en casi definitivo para Miami que, en caso de derrota, se vería ante el abismo de tener que ganar tres partidos seguidos en la eliminatoria. Era normal, por tanto, que ambos equipos mostrasen su mejor versión defensiva desde el inicio y, pese a que Nikola Jokic y Bam Adebayo se convertían en el centro de los ataques en ambos equipos, nadie lograba despegarse en el marcador porque no había continuidad en los ataques. Sólo el descanso de Jimmy Butler era aprovechado por los Nuggets para tomar siete puntos de ventaja y obligaba a Erik Spoelstra a solicitar un tiempo muerto. El regreso a la pista de su estrella, y el acierto exterior local, permitían a los Heat cerrar el primer cuarto con una mínima ventaja a su favor.

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El reposo en los banquillos dejaba todo el interés sobre la pista en ver como Jokic se iba a los vestuarios para comprobar que un mal apoyo no había tenido consecuencias en su tobillo y ajustar sus vendajes. Durante su retirada Aaron Gordon se crecía en ataque, metiendo también algún triple que desesperaba a Miami porque no podía aprovechar el descanso del pivot serbio para irse en el marcador. Así las cosas, sólo un par de jugadas sin la tensión defensiva necesaria obligaban al técnico visitante a solicitar una charla con sus jugadores y poner sobre la pista a su jugador franquicia. Esto hacía crecer el dominio bajo los aros de la franquicia de Colorado. Así los intentos de los Heat no eran suficientes para que los visitantes se fuesen a los vestuarios con una corta renta, de cuatro puntos, a su favor.

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El tiempo de reflexión aclaraba más las ideas del ataque visitante, Mike Malone recordaba a sus jugadores las ventajas de moverse sin balón y Michael Porter Jr por fin se encontraba cómodo en el partido gracias a la distribución de Jokic. Miami, mientras tanto, no encontraba soluciones ofensivas; los balones perdidos eran constantes y los tiros, forzados, no entraban. La diferencia de los Nuggets alcanzaba los diez puntos y Spoelstra saltaba al campo para frenar la mala racha. Kevin Love salía inspirado con el tiro exterior y Jokic le devolvía el desafío pero, como el pivot local se encontraba demasiado solo en el ataque, a Malone le bastaba un tiempo muerto, y un parón para arreglar el aro que había descoyuntado Adebayo al fallar un mate, para recomponer a su equipo. Bruce Brown salía con descaro del banquillo y Gordon se hacía enorme bajo canasta para poner a Denver con trece puntos de ventaja para encarar el último acto del partido.

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Miami regresaba a la pista con su mejor actitud defensiva y Jokic se cargaba con su quinta falta personal tontamente. El Kaseya Center despertaba a la ciudad con sus rugidos y Mike Malone paraba el partido al ver que su ventaja se había quedado en cinco puntos. Jamal Murray se hacía responsable de dar soluciones al ataque visitante, que contaba con acierto exterior ante la desesperación local que no encontraba más solución que chocar contra la defensa de los Nuggets. Así los visitantes contaban con nueve puntos de ventaja cuando su pivot estrella regresaba a la pista faltando cuatro minutos de partido. Sin embargo el protagonismos del ataque de Denver volvía a ser para un Brown desatado y, ante la única oposición de Duncan Robinson, dos triples visitantes, uno de Kentavious Caldwell-Pope y otro de Brown, ponían a los Nuggets a una victoria de cerrar la serie y convertirse en campeones de la NBA por primera vez en su historia. Invitado inesperado: Bruce Brown (Nuggets)