Antes de entrar en materia, he de confesar que esta crítica va a ser difícil de escribir para mi. No por falta de práctica, es la primera que escribo en años, ni por un exceso de implicación sentimental, la saga Matrix para mi acabó con la genial frase del Arquitecto, sino porque el cuarto largometraje basado en el universo Matrix introduce tal cantidad de conceptos a revisar que resulta un magno reto organizar un comentario sobre la misma, sin incurrir en todas sus fallas. Esto es, que este texto resulte demasiado largo, demasiado caótico y que con ello cause en el lector la misma sensación de hastió que en el intrépido espectador.
Por eso, como sugiere el titulo de este articulo, en lugar de adoptar un enfoque causa-efecto, que sería mejor homenaje al personaje de Merovingio que el nada convincente cameo que protagoniza, y proceder a realizar una sinopsis comentada del largometraje, voy a realizar una reflexión global sobre las cuatro películas de la saga.
Matrix triunfó en 1999 porque fue capaz de atraer a una audiencia diversa.
En primer lugar, gustó a los aficionados de las buenas películas de acción gracias a sus excepcionales escenas de acción (la entrada en el edificio con el bullet time sigue siendo un referente). Esto, que parece una perogrullada, no lo es en absoluto. En mi opinión, que creo coincidirá con la de la mayoría, las escenas de acción de Matrix Reloaded y Matrix Resurrections son bastante peores que las de Matrix y Matrix Revolutions, igual que las escenas de acción de cualquier película de Marvel son peores que las de cualquier película de James Bond. Creo que el abuso de los gráficos generados por ordenador y las cámaras en primera persona, en detrimento de las secuencias a cámara lenta bien coreografiadas, han conseguido saturar al espectador veterano, cuyo cerebro, incapaz de seguir el devenir de los acontecimientos, procede a desconectar y se reincorpora a la trama cuando termina la, siempre larga, escena supuestamente atractiva (el espectador no veterano posiblemente entra en la sala con el cerebro ya desconectado de serie).
El primer largometraje también fue del agrado de los amantes de la películas de ciencia ficción, porque, sin ser completamente original, era capaz de fusionar de manera efectiva diversas ideas que podríamos considerar clásicas. Entre otras, un futuro donde los humanos son dominados por sujetos no alienígenas, esto es, un subproducto de nuestra civilización que acaba tomando el control ante nuestra dejación de funciones (Terminator, El planeta de los Simios) y una sociedad donde los humanos han perdido su libertad de elección, o lo que es lo mismo, una evolución de la sociedad capitalista que no acaba en un comunismo verdadero, sino en un régimen de corte fascista (La fuga de Logan, Fahrenheit 451).
No es este el lugar para profundizar en las implicaciones filosóficas del genero de la ciencia ficción. Lo que importa ahora es resaltar que en el Matrix original las piezas distópicas encajaban a la perfección con las magistrales escenas de acción para confeccionar un producto redondo capaz de generar una sensación de satisfacción unánime entre la audiencia.
Victima de su propio éxito y de las contradicciones de la sociedad capitalista que veladamente trataba de denunciar, se hizo inevitable la aparición de secuelas. Esto suponía un problema para los creadores de la original, porque obviamente resulta difícil extender una historia cerrada.
En Matrix Revolutions optaron por explorar, aprovechando el juego que daba un mundo dividido en dos realidades contrapuestas, la vertiente filosófica de unos cuantos jugosos conceptos: el mesías enfrentado al demiurgo, la libre elección frente a la predestinación y la siempre controvertida dicotomía entre sentimientos y raciocinio. Todo ello aderezado de buenas escenas de acción (la escena de la autopista no ha sido suficientemente valorada). La sensación de satisfacción entre la audiencia no fue tan unánime, lo cual era inevitable teniendo en cuenta de que no se trata de un largometraje completo, sino de una extensión que conectaba Matrix con Matrix Reloaded.
Era por tanto fundamental que la resolución de la historia en el siguiente largometraje fuera convincente. Pero tal y como mucho nos temíamos tras el final de Revolutions, Matrix Reloaded resultó un desastre de proporciones mastodónticas. Visto en retrospectiva, el exceso de CGI abrió una nueva era cuyo testigo tomaron las películas de Marvel. Digamos que con Reloaded comenzaron los largometraje-videojuego, es decir, se rompió la triada presentación-desarrollo-desenlace. Había un intento de historia detrás, pero esta quedaba oculta por la orgía de gráficos generados por ordenador con la que se bombardeaba al desprevenido espectador.
La prueba de que Matrix Reloaded es insustancial en el desarrollo de la historia la tenemos en que Matrix Resurrections, generosa a la hora de incluir secuencias de sus predecesoras, solo rememora una escena de Matrix Reloaded (para recordarnos que Neo había muerto). Y la prueba de que los promotores de la saga son conscientes del legado que dejaron a Marvel es que lo han incorporado, con todas sus consecuencias, en su ultima película.
He intentado demorar el momento, pero no queda más remedio que hablar de Resurrections. Y voy a ser breve, es una película protagonizada por Keanu Reeves y Carrie Moss (que sorprendentemente, a diferencia de otras actrices recuperadas para la causa tras una larga ausencia de las pantallas, se conserva muy bien), pero no protagonizada por Lawrence Fishburne y Hugo Weaving (aunque en una decisión cuando menos extraña, sus personajes sí intervienen en la misma), que en su primera parte, cuyo contenido no voy a desvelar por si no habéis visto todavía la película, resulta muy interesante, pero que se viene abajo cuando se transforma en un largometraje más del universo Marvel. Esto es, abandona cualquier intento de explotar los interesantes conceptos que plantea en su puesta en escena (el inexorable paso del tiempo y el hastío que conlleva, el conformismo, el amor verdadero, el ansia y la imposibilidad de la maternidad) , para devenir en un espectáculo nada espectacular de CGI, consistente en una serie inacabable de anodinas escenas de acción, que en mi caso produjeron esencialmente sopor, y abandonando cualquier consistencia narrativa que le pudiera quedar a la saga tras la ya indigerible Reloaded, incurriendo en graves fallos de guion, inexplicados e inexplicables, en los que no merece la pena entrar. Y es una lástima, porque con un poco más de atención, el potencial estaba ahí.
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