En todas las quinielas de medallistas que se elaboran antes de los Juegos Olímpicos no faltan las apuestas seguras, los deportistas que señalamos como grandes candidatos y que casi se da por descontado que volverán a España con la medalla colgada del cuello. Son los grandes nombres, los mediáticos y aquellos que apenas sonaban en una noticia breve durante cuatro años, pero que reciben toda la atención cuando los expertos los señalan como claro aspirante a subir al podio en la cita olímpica. No todos estarán en Tokio, ya que se quedaron por el camino celebridades como Rafa Nadal, que prefirió tomarse un respiro, o la lesionada Carolina Marín. Oportunidades incontestables de medalla que se esfuman con su ausencia, pero quedan muchas más como firmes apuestas a engrosar el medallero. En esta entrada vamos a repasar todas las disciplinas que pasan como valores seguros y que serán clave en el resultado que logre el equipo olímpico español.
GOLF
Quizá, el nombre más mediático que representará a España en Tokio sea Jon Rahm. Es el deportista nacional del momento, el que se ha labrado un hueco importante en la sección de deportes de todos los informativos, quien ha devuelto el golf español a la primera plana de manera habitual. No han faltado jugadores importantes desde la irrupción del inolvidable Severiano Ballesteros a finales de los años 70, que han sumado Majors o Ryder Cups como es el caso de Olazábal o Sergio García, pero el impacto y popularidad de Rahm solo se asemeja a la que disfrutó el genio de Pedreña en su época de esplendor. No es para menos; desde su época universitaria ya era señalado como uno de los jugadores del futuro, pero su eclosión ha superado todas las previsiones. Número uno de la clasificación mundial, primer golfista español que vence en el US Open, tercero en el reciente Open Británico. Un fenómeno que amenaza con trascender al deporte y que llega a los JJOO en un gran momento de forma y con el oro entre ceja y ceja como objetivo primordial. El golf ha estado siempre ajeno al movimiento olímpico hasta su inclusión en el programa en Río, pero a Rahm se le nota una ilusión inequívoca cuando repasa sus opciones en Tokio. Sin duda, será uno de los deportistas españoles que más atención atraigan en la capital japonesa. Le acompaña Adri Arnaus, un joven jugador que vivirá una experiencia única al entrar en el equipo tras las renuncias de Sergio García y Rafa Cabrera Bello. Por otra parte, en la competición femenina serán de la partida Carlota Ciganda y Azahara Muñoz, que ya estuvieron en Río. Dos buenas jugadoras, habituales en los torneos grandes y el equipo europeo de Solheim Cup, pero parten desde un segundo plano. Sería toda una sorpresa que encontraran un hueco entre las golfistas surcoreanas, que han convertido el golf femenino en su cortijo particular.
PIRAGÜISMO
Uno de los caladeros más importantes de medalla del deporte español en el siglo XXI, un deporte en el que España ocupa un lugar como importante potencia en el panorama internacional. El buen trabajo en la sombra, alejado de la atención del gran público, ha permitido que todo el talento surja y la renovación sea constante dentro del equipo, incluso para asegurar el relevo de las principales figuras. Aunque sea minoritario, el piragüismo ha forjado una gran tradición olímpica que le convierte en un seguro de vida en cada edición. Incluso alguno de los piragüistas se ha convertido en un nombre popular, aunque sea por motivos ajenos a la competición. Es el caso de Saúl Craviotto, santo y seña del piragüismo español. Doble campeón olímpico, cuatro medallas en tres JJOO diferentes. Credenciales para convertirle en un mito en países como Alemania, Hungría o Polonia, pero aquí muchos le conocerán por sus habilidades culinarias en Masterchef Celebrity. Cosas que ocurren en España. Volverá a ser el líder, el referente tanto en solitario en el K1 200 metros como en el equipo estelar formado en K4 500 metros junto a Marcus Cooper Walz, Carlos Arévalo y Rodrigo Germade. La joya de la corona, el Dream Team del piragüismo nacional construido con el objetivo de discutirle el oro a los alemanes. Pero Craviotto no está solo en la pelea por las medallas, el equipo tiene versatilidad sobrada para encontrar el éxito en otras embarcaciones. Paco Cubelos e Íñigo Peña son los actuales subcampeones mundiales en K2 1000 metros y serán uno de los favoritos a medalla en Tokio. Por su parte, en categoría femenina sigue en competición la incombustible Teresa Portela, una institución en K1 200 metros y candidata eterna a medalla, aunque siempre ha rozado el palo en cada final olímpica.
Todo lo anterior convierte al piragüismo en aguas tranquilas en una baza importante para sumar en el medallero, pero las posibilidades en la modalidad de eslalon, lo que se conocía en sus comienzos como aguas bravas, también son considerables. Como figura más destacada encontramos a Maialen Chorraut, el gran exponente de la especialidad en España en la última década. Bronce en Londres, actual campeona olímpica tras su triunfo en Río, se ha ganado por méritos propios un lugar de referencia en el deporte español. Ha pasado a un plano más discreto en los últimos años, pero ni los últimos resultados ni sus 38 años son un obstáculo para que vuelva a brillar en Tokio. De hecho, es habitual que piragüistas que han pasado sobradamente los 40 consigan éxitos destacables. No será la única baza, ni mucho menos. Nuria Vilarubla y Ander Elosegi también son competidores curtidos con una carrera llena de medallas europeas y mundiales. Para este último es otra oportunidad más de conseguir el metal olímpico que ha rozado en varias ocasiones. La participación española la cierra David Llorente, un joven de 23 años y que representa el futuro en la modalidad de eslalon. El subcampeonato mundial logrado en 2019 es buen argumento para erigirse en líder del relevo a una generación plagada de triunfos.
VELA
Es la disciplina más laureada del deporte español en los Juegos Olímpicos, el gran argumento esgrimido para alcanzar el éxito en los tiempos en los que las medallas que conseguía España se contaban con los dedos de una mano. Estos marinos de élite han representado el mejor termómetro de la actuación española en una cita olímpica; si la vela rendía, el balance acababa siendo bueno. Desde Montreal 1976, solo en dos ediciones se volvió de vacío en unos JJOO. En Sidney fue una pieza más en la actuación decepcionante del equipo español, pero la sequía en Río no afectó negativamente al resultado final. Aquel vacío hace cinco años llegó como producto de la mala gestión de una directiva derribada meses antes de los Juegos, sin tiempo material para enderezar la planificación. Pese a ello, hubo un par de opciones de medalla hasta el final porque talento no faltaba, pero la suerte no suele acompañar cuando las cosas no se hacen como es debido. Afortunadamente, superado el penoso episodio y recuperadas las buenas líneas de trabajo, la vela vuelve a situarse como una de las grandes esperanzas de medalla. España tiene participación en las diez categorías y en la mitad parte con opciones fundadas de subir al podio. Actualmente, la flota cuenta con dos parejas campeonas del mundo: Tamara Echegoyen y Paula Barceló en 49er FX, los bólidos de la vela, y Silvia Mas y Patricia Cantero en 470, la especialidad con más solera en los Juegos Olímpicos. Sobra decir que parten como las principales favoritas al oro en Tokio, en un campo de regatas del gusto de ambas parejas. También aparecen en los pronósticos Diego Botín e Iago López en 49er, Jordi Xammar y Nicolás Rodríguez en 470 y Jordi Cardoner en finn. Juventud, pero con una experiencia jalonada en éxitos de relieve, ya que todos ellos son subcampeones mundiales en sus categorías. Un buen ramillete de candidaturas, pero también queda espacio para la sorpresa. Tara Pacheco tiene una larga y brillante trayectoria en Nacra 17, debutante en los JJOO, pero es una incógnita su compenetración con Florian Trittel en aguas japonesas. Por su parte, Blanca Manchón, la gran rival de Marina Alabau en RS:X por la plaza olímpica en disputa durante la pasada década, regresa 17 años después a unos Juegos, aunque sus mejores años parecen ya cosa del pasado. De todos modos, son posibilidades más remotas y que adornan un poco más el potencial que presentará la vela española, de nuevo dispuesta a actuar como punta de lanza del equipo en los JJOO.
KARATE
Tras muchos intentos y años de espera, el Karate se estrena como deporte olímpico en Tokio, aunque su aparición resultará efímera. La decisión del COI de sacarle del programa de Paris 2024 y sustituirle por el breakdance como parte de su absurdo proyecto de modernización produjo perplejidad y llenó de indignación a todo este deporte, que tanto había luchado por alcanzar el estatus olímpico y apenas disfrutará de él. Por tanto, los karatekas que consigan medalla serán los únicos que lo logren en unos JJOO, salvo que el COI recobre la sensatez y lo reconsidere en un futuro cercano. Será el caso de dos españoles, Sandra Sánchez y Damián Quintero. No es que tengan posibilidades, es que su medalla es segura. Ambos lideran la clasificación mundial de kata, una especialidad diferente al combate (kumite), estética y artística, y donde apenas hay margen para la sorpresa. Sandra Sánchez, la gran dominadora de kata en categoría femenina, tiene el oro prácticamente garantizado, mientras que las opciones de Damián Quintero oscilan entre el oro y la plata. Dos medallas garantizadas y con las que se cuenta en el balance final de estos Juegos Olímpicos.
TAEKWONDO
Este arte marcial de origen coreano es otro caladero importante de medallas en España, que lleva décadas ocupando un lugar importante en este deporte. En los últimos diez años ha aportado un buen número de metales olímpicos y nombres de relevancia (Joel González, Briguitte Yagüe, Eva Calvo, Nicolás García…), aunque solo estuvieran en el candelero durante esos días en los que los deportes minoritarios encuentran su momento de gloria. Adriana Cerezo puede ser la siguiente figura rutilante del taekwondo español, la siguiente deportista que salga del anonimato. Aún no ha cumplido la mayoría de edad, pero está quemando etapas a una velocidad vertiginosa, hasta el punto de proclamarse campeona de Europa de -49 kg en su primera gran cita internacional a nivel absoluto. Bien podría ser la primera medallista española en Tokio, pues compite en la primera jornada. No hay que quitarle el ojo, pues lo tiene todo para convertirse en un referente deportivo en España. Estará bien acompañada por otros flamantes medallistas en el Europeo: Adrián Vicente (subcampeón y que ocupa la plaza de Jesús Tortosa, descartado tras una polémica decisión de los federativos), Raúl Martínez y Javier Pérez Polo. Cualquiera está capacitado para subir al podio, aunque tener el día bueno en el momento justo es fundamental en un deporte como este.
JUDO
En Tokio se presenta una ocasión de oro para romper un maleficio que dura más de veinte años. El título de Isabel Fernández en Sidney 2000 fue el último éxito en unos Juegos Olímpicos del judo español, que sufre desde entonces una sequía atroz provocada por una mezcla de fragilidad mental, mala suerte y un progresivo declive que ha alejado a este deporte de las cotas alcanzadas durante los años 90, la época de gloria del juego en España. Una larga espera que puede tener su final en tierras japonesas, la cuna del judo, en la figura del hombre que vino desde Georgia para levantar el ánimo de un deporte alicaído. Nikoloz Sherazadishvili, rebautizado como Niko Shera ante la dificultad para pronunciar su nombre, llegó a Madrid con catorce años junto a toda su familia y no tardó en despuntar en los tatamis. Un auténtico diamante que no tardó en recibir la nacionalidad y en sumar éxitos para el deporte español. Doble campeón del mundo, se presenta como la gran esperanza de acabar con la maldición que asola al judo nacional desde que comenzó el nuevo siglo. Llegará pletórico a estos JJOO, como demuestra que revalidara su título hace apenas un mes. Es la baza principal para subir al podio, ya que es el único judoka español con la etiqueta de gran estrella. Otros compañeros, como Julia Figueroa, Fran Garrigós, Ana Pérez Box o Alberto Gaitero subieron al podio en pasado Europeo, pero eso no es garantía de nada en un torneo olímpico.
TRIATLÓN
La combinación de nado, ciclismo y carrera a pie no solo ha ganado en aficionados y practicantes en los últimos veinte años, desde su debut olímpico en Sidney 2000, sino que ha deparado algunos de los deportistas españoles más destacados a nivel internacional, como fueron el caso de Ivan Raña o Javier Gómez Noya. Este último, medallista de plata en Londres, aún continúa en activo y regresa a los Juegos Olímpicos tras la infortunada lesión que le dejó fuera de Río 2016, ya como un veterano enfocado a la disputa del ironman, pero que vuelve a sus orígenes para afrontar un último reto olímpico. Su lugar de privilegio en el triatlón mundial lo ocupó Mario Mola, el señalado como sucesor y que comparte con el triatleta gallego su fortísimo ritmo en el tramo de carrera. Dos balas poderosas para afrontar la lucha por el podio, aunque el tercer componente del equipo no es ningún comparsa, ni mucho menos. Fernando Alarza no es un deportista tan llamativo y, probablemente, le tocará trabajar en beneficio de sus dos compañeros, pero es un buen competidor al que no le faltan resultados de relumbrón. Los tres mosqueteros en busca de la medalla y que tendrán una segunda oportunidad en el novedoso relevo mixto, aunque el nivel del equipo femenino se encuentre un par de escalones por debajo de sus compañeros.
HALTEROFILIA
No se puede entender la halterofilia en España sin mencionar a Lydia Valentín. Sin duda alguna, la figura más destacada de este deporte por estos lares y que terminó por convertirse en un rostro popular, un hecho inédito en una especialidad con poca historia y tradición en España. Tres medallas olímpicas y varios títulos mundiales y europeos dan brillo a un palmarés extraordinario, aunque solo la medalla de bronce en Río la pudo saborear desde el podio. Tanto la plata de Pekin como el oro en Londres los disfrutó en diferido, una vez que fueron pitando todas las rivales que le precedieron en la clasificación. El gran mal de un deporte manchado sistemáticamente por el dopaje y siempre bajo sospecha. Lydia Valentín vuelve a presentarse en una cita olímpica como líder del equipo de halterofilia y uno de los nombres más mediáticos del deporte nacional, pero su estado de forma es una incógnita tras una lesión que le dejó fuera del Europeo y cortó su preparación al que será el broche a su laureada trayectoria olímpica. Su influencia ha repercutido en una evolución positiva que se ha reflejado en categoría masculina. Tanto Andrés Mata como David Sánchez han logrado medallas en Europeos, mientras que Marcos Ruiz atesoró éxitos en categorías inferiores y se presenta como una apuesta de futuro a nivel continental. Todos ellos se presentan con opciones de alcanzar el diploma, el objetivo con el que llegarán a Tokio.
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