El Barça se encuentra a un solo triunfo de conseguir el título de Liga ACB siete años después de su último éxito en la máxima competición nacional. Asaltó el Palacio de los Deportes y el martes puede certificar la recuperación del trono del baloncesto español ante sus aficionados en el Palau Blaugrana. Un triunfo que cimentó en el tercer cuarto, una tónica que le ha acompañado en sus victorias en estos playoffs. En ese periodo destrozó a Joventut en el tercer partido de cuartos de final con una exhibición arrolladora de acierto que repitió en el siguiente encuentro en Barcelona contra CB Canarias. También fue en el tercer cuarto donde basó su pase a la final, esta vez con un trabajo defensivo que dejó seco al ataque del conjunto de Vidorreta. Y para no faltar a su costumbre, el Barça volvió a imponer su autoridad en esos diez minutos en los que los hombres de Jasikevicius marcan las diferencias. Cambió la dinámica de una primera mitad de dominio del Real Madrid con cinco minutos de acierto pleno en medio de la apoteosis anotadora de Higgins y un trabajo defensivo que cortó cualquier conexión con los pívots y forzó al equipo blanco a buscar compulsivamente un tiro exterior que no funcionó. Al Barça le están bastando diez minutos en estos playoffs para decantar sus triunfos, los que le acercan a un título que ya tiene a tiro.
Real Madrid 75 – Barça 89 (0-1): El Real Madrid aplicó de inicio la misma fórmula que le permitió dejar en la cuneta a Valencia Basket en semifinales: defensa bien pertrechada y los pívots dominando la zona con claridad. Durante los primeros minutos, los hombres altos del Madrid camparon a sus anchas dentro de la pintura, sobre todo un Tavares (16 puntos, 11 rebotes, 26 de valoración) que se imponía sobre todo el que le hiciera frente. Jasikevicius no estaba nada conforme con la puesta en escena de su equipo, que había encajado un 9-0 de inicio y tardó casi cuatro minutos en abrir el marcador con un triple de Kuric. No esperó más para pedir tiempo muerto y mover el banquillo, medidas que le dieron resultado de inmediato. Tanto Pau Gasol (8 puntos, 8 rebotes, 2 tapones, 16 de valoración) como Kuric aportaron nada más entrar en pista, pero la respuesta llegó con la aparición de Llull en el partido. Siete puntos seguidos que abortaron la reacción azulgrana, que nunca llegó a cristalizar en un cambio de dinámica en el primer tiempo. Aunque endureció la defensa al inicio del segundo cuarto, el Barça no conseguía más que hacer la goma en el marcador. Ni siquiera le sirvió que se descontrolara el juego madridista, ya sin Tavares en pista. Siempre podía recurrir el equipo blanco a un dominio inapelable en el rebote ofensivo y que le permitía mantener a raya a su eterno rival. Daba igual que Davies superara a Poirier, siempre tenía una oportunidad extra el Madrid en cada posesión y con buen aprovechamiento. Para colmo, el Barça arrastró un porcentaje muy flojo en el tiro libre. Acabó la primera mitad con 5/12 en este apartado, un porcentaje indigno del talento de su plantilla. Calathes estaba negado desde el 4’60, pero si además también fallaban Mirotic y Higgins…
Sin embargo, el primer momento de verdadero alivio para los azulgranas llegó con la tercera falta de Alocén. Laso puso de base a Abalde, una decisión de emergencia que nunca suele funcionar y que tuvo el mismo resultado negativo que de costumbre. Tres balones pérdidos de forma consecutiva que aprovechó Kuric para igualar el encuentro con dos triples consecutivos (32-32, min 18). El Madrid había desperdiciado su renta en un momento de desconcierto, pero se las apañó para llegar al descanso tres puntos arriba. A pesar de todo, había llevado el partido a un punto guerrillero que le permitía competir de tú a tu. El inicio de la segunda mitad fue calcado a los primeros minutos de encuentro. No concedía tiros sencillos y volvió a tomar una renta relativamente cómodo con un 5-0 de salida. Un comienzo prometedor que empezó a torcerse cuando Alocén cometió su cuarta personal a los dos minutos de tercer cuarto. Laso dio entrada rápidamente a Llull, pero el Madrid empezó a encontrar muchas dificultades con el de Mahón a los mandos. Por el contrario, el Barça halló en Higgins la solución a todos los problemas que aparecieron en ataque durante los primeros veinte minutos. Como hiciera en la final de Copa, él solito se encargó de amargar la existencia a una defensa que le dio muchas facilidades. Anotó los diez primeros puntos del Barça en el primer cuarto, suficientes para que su equipo se pusiera por delante en el partido por primera vez. El guion había cambiado radicalmente y para siempre. Los azulgranas sumaban de tres en cada jugada, ya fuera un triple o acción de 2+1. Durante cinco minutos no fallaron un solo lanzamiento, una apoteosis anotadora en la que Higgins (26 puntos, 2 rebotes, 26 de valoración) seguía a lo suyo. Anotó 14 puntos en el tercer cuarto, el factor desequilibrante que cambió definitivamente el encuentro.
En cambio, en el Madrid no funcionaba nada. La defensa culé cortaba cualquier conexión con Tavares, la gran amenaza rival, pero Llull ni siquiera intentó buscarle y se dedicó a buscar un tiro exterior que no tenía acierto alguno en sus momentos. Por si fuera poco, el Barça cerró mucho mejor el rebote en el tercer cuarto y negó esos segundos lanzamientos que tanto le aportaron al Madrid en el primer tiempo. Laso pidió tiempo muerto y puso en pista a Carroll, pero en este partido no estaba para interpretar el papel de héroe. El parcial de 0-17 suponía un golpe tremendo que destrozaba todos los planes de los madridistas, obligado a una heroicidad ante un rival que no suele dejar escapar estas ventajas (44-54, min 27). Los triples puntuales de Rudy tampoco sirvieron para cambiar la dinámica, ya que ahora el Barça sí anotaba los tiros libres y mantenía la diferencia sin muchos apuros. Además, Calathes jugaba a placer y le salía todo lo que intentaba al comienzo del último cuarto. Aplicó paciencia en ataque hasta que llegaban los tiros cómodos que permitían mantener la frecuencia de anotación. Contrastaba con el juego acelerado, pero sin orden, del Real Madrid, que se acabó suicidando desde el perímetro (56-74, min 33). El partido estaba completamente roto y no lo iba a solucionar el equipo blanco con una mayor intensidad defensiva cuando Hanga ofició de base. Tras dos balones perdidos, Jasikevicius devolvió a pista a Calathes y la calma regresó al Barça, que condujo el partido a un intercambio de canastas que aseguró un final tranquilo de partido. Incluso pudo permitirse darle un par de minutos a Oriola y Westermann, postergados al fondo de la rotación. Ya estaba asegurado un triunfo que le coloca a un paso del anhelado título siete años después.
Y DIGO YO…:
- El Real Madrid consiguió 21 rebotes ofensivos, solo uno menos que los logrados en defensa. Un apartado que dominó en todos sus triunfos en estos playoffs, pero no le sirvieron de nada en el primer encuentro de la final. Necesita algo más que el poder reboteador de los pívots para hacer frente a un rival más compensado.
- La dirección sobria y brillante de Calathes en la segunda mitad contrastó con el desconcierto que aportó Llull en ese apartado tan importante en el tercer cuarto, con la mente puesta exclusivamente en un lanzamiento exterior que poco ayudó. Una disputa decisiva para el desenlace del partido y que se decantó para el base heleno de largo. Sin duda, el Madrid necesita dos bases contrastados para la próxima temporada, ya que Llull no puede dirigir al equipo blanco bajo ningún concepto.
- En las dos anteriores eliminatorias el Barça cayó en los partidos que disputó a domicilio contra Joventut y CB Canarias. Curiosamente, el partido más cómodo fuera de casa lo ha encontrado en la final contra el Real Madrid, un rival más cualificado que sus dos primeros oponentes. Quizá se explique en los 56 puntos que encajó el equipo blanco en la segunda mitad, una concesión inaceptable y que no ofrecieron ni el equipo de Carles Durán ni el de Vidorreta. Sin concentración defensiva los 40 minutos no hay futuro ante un rival más poderoso. Que se lo hagan mirar, aunque ya puede ser tarde.
- A nadie le puede sorprender que los jugadores del Barça tengan un recibimiento hostil al ser presentados en la cancha del Real Madrid. Bueno, todos no. Pau Gasol fue recibido con un caluroso aplauso por la afición madridista en el Palacio de los Deportes, una cancha desconocida para él (el Madrid jugaba en el Raimundo Saporta en su anterior etapa como azulgrana). El reconocimiento del eterno rival refleja la trascendencia del mayor de los Gasol en el baloncesto español. Se marchó a la NBA como jugador criado en el Barça, pero regresa como patrimonio de todos los aficionados de España.
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