PRIMERA FASE:
GRUPO A:
Turquía 0 – Italia 3:
La colorida inauguración en Roma dio paso al estreno de esta Eurocopa un año después de lo previsto inicialmente. Lo que esperaba a Italia en su debut fue una mirada en el espejo, una mirada de su juego en tantas ocasiones del pasado. Turquía planteó un sistema defensivo a ultranza, un catenaccio de toda la vida que colocaba en el área a casi toda la selección otomana. La posesión del balón fue exclusiva de la Squadra Azzurra, aunque la ausencia por lesión de Verratti pesó en la velocidad con la que los italianos circulaban el balón. Rondaban constantemente el área turca, pero no llegaban más ocasiones que algunos lanzamientos sin mucho peligro de Immobile desde fuera del área. Tampoco tenían mayor preocupación que ocupar el campo contrario, pues Turquía no era capaz de sacar el balón salvo cuando le llegaba a Çalhanoglu. De hecho, tardó 35 minutos en tocar el balón Donnaruma, en la primera jugada que se parecía en algo a un contraataque. Lo único con algo de picante en la primera mitad fue un balón que golpeó en la mano de Çelik tras un centro de Spinazzola desde la banda izquierda al filo del descanso. El VAR no cambió la decisión arbitral, pero en España se han pitado penaltis por menos que eso, con el consiguiente follón. Europa es diferente. De todos modos, nada influiría esta jugada en el desarrollo del partido, ya que la muralla turca duró 53 minutos y se derrumbó de la forma más insospechada. Un centro de Berardi por la derecha lo desvió Demirel para introducir el balón en su portería y estrenar el cómputo de goles en esta Eurocopa. Gol en propia meta, el mayor castigo para un planteamiento cicatero. Como suele pasar en muchas ocasiones, abierta la lata todo resulta más sencillo. Berardi volvió a entrar en acción para asistir a Spinazzola, cuyo disparó sacó como pudo Çakir en primera instancia, pero nada pudo hacer cuando Immobile recogió el rechace para fusilar a placer al guardameta turco y anotar el 0-2. Una diferencia notable que sacó definitivamente del partido a Turquía, que nada pudo oponer más que algunas entradas a destiempo, fruto de la desesperación. Aún aguardaba el último golpe de los transalpinos, que llegó en el minuto 79. Una buena combinación cerca del área desembocó en un pase al hueco de Immobile hacia Insigne, que apareció por la izquierda para definir con calidad y establecer el 0-3 definitivo en el marcador. El colofón a una gran puesta en escena de Italia, que noqueó sin paliativos a un rival decepcionante que sólo ofreció un cerrojazo de lo más chusco.
Fuente: noticiasdegipuzkoa.eus
Gales 1 – Suiza 1:
Si ya suena extraño un partido entre Gales y Suiza en Bakú, el estilo de juego de ambas selecciones tampoco animaba a sentarse a la mesa con este encuentro en la tele. Gales optó por esperar atrás y darle el balón a los suizos, que no se sienten muy cómodos con el control de la posesión y pocos espacios. Curiosamente, la primera ocasión la tuvo Gales en el minuto 16 con un buen cabezazo de Moore que exigió una gran parada de Sommer. Tres minutos después, el merito fue para el meta galés, Ward, que sacó con el pie un espectacular remate de tacón del central Schär. Poco a poco, Suiza presionó más arriba y llegó con cierta comodidad al área rival, pero apenas creó peligro real y cuando se presentaba la oportunidad de crear una ocasión Seferovic la desperdiciaba de manera torpe. Sin embargo, la puntería apareció al comienzo de la segunda mitad en la figura de Embolo. Avisó nada más regresar del descanso con un disparo que despejó Ward a córner, pero en el saque de esquina posterior el guardameta ya no pudo hacer nada ante el cabezazo picado del extremo suizo. Con 0-1 en el marcador, a Gales no le quedó otra que estirar líneas y buscar la portería helvética, aunque todos sus recursos ofensivos se reducían al habitual centro al área tan típico del fútbol británico más rudimentario. La única presencia en ataque de los galeses llegaba a balón parado, sin otra arma para desmontar el entramado defensivo de una selección que trabaja bien con las líneas juntas y pertrechada en defensa. De todos modos, la insistencia tuvo premio en un córner sacado en corto que acabó en un centro desde la banda derecha que remató de cabeza Moore desde el punto de penalti fuera del alcance de Sommer. Sin nada del otro mundo, Gales había frustrado todo el planteamiento de Petkovic hasta el final del encuentro. Restaba un cuarto de hora de partido abierto y roto, con muchos espacios. El banquillo suizo tardó en reaccionar y en dar entrada a otro delantero. Apenas tuvo minutos Gavranovic, pero sí el suficiente para marcar un gol anulado por fuera de juego en el primer balón que le llegaba. Reparto de puntos para dos equipos más cómodos sin balón que con él.
Turquía 0 – Gales 2:
Comenzó el choque animado y con intercambio de ocasiones en los minutos iniciales, pero a ambos equipos les faltó contundencia para estrenar el marcador. La falta de puntería de Buruk Yilmaz se vio superada con creces por la cantidad de ocasiones que desperdició Ramsey en la primera mitad. Cuando no se ponía por medio el larguero, era el propio jugador galés quien echara por tierra un mano a mano enviando su disparo muy arriba, pero no iba a perdonar eternamente. Un gran pase de Bale en el minuto 43, al filo del descanso, superó a toda la zaga turca, controló con el pecho Ramsey, que ahora sí cruzaba el balón con acierto a Çakir para anotar el primer gol galés. Un duro golpe en un momento delicado que no encajó bien Turquía. A la contra, Gales le creó muchísimo peligro en la segunda mitad, pero volvió a desaprovechar demasiadas ocasiones clarísimas. A la hora de juego, Bale provocó un penalti que él mismo se encargaría de lanzar. Un buen disparo si se tratara de un golpe de castigo, la pega es que Gales estaba jugando al fútbol. Pudo respirar con alivio la selección otomana, que reaccionó al verse con vida tras el penalti errado, pero siempre le faltó un punto de precisión para amenazar la portería defendida por Ward. Turquía acabó frustrada y peleada con su falta de acierto y recursos técnicos. También le faltó cabeza y varios de sus jugadores se vieron involucrados en una tángana en el minuto 90 que llenó de amarillas al combinado turco. Quien no desesperó fue Gales, expectante ante la posibilidad de que apareciera un contraataque que sentenciara el partido. Llegó en el minuto 95 en una ataque conducido por Bale, que ganó la línea de fondo y sirvió el pase de la muerte a James para que anotara a placer el 0-2. Un triunfo balsámico que acerca a la selección galesa a los octavos de final y deja prácticamente fuera de combate a una Turquía desordenada y con demasiadas carencias en ataque.
Italia 3 – Suiza 0:
La buena imagen que ofreció Italia en el partido inaugural se sometía a una prueba exigente ante Suiza, un equipo correoso y disciplinado que poco tenía que ver con la endeblez de Turquía. El resultado no pudo ser más positivo. Este es otro equipo diferente al tradicional perfil de la selección transalpina, mucho más atrevido y decidido a buscar la portería contraria. Su dominio fue incontestable ante un rival que no salía de su campo, tanto por su habitual planteamiento conservador como por la insistencia italiana de buscar el balón arriba. Fruto del acoso llegó un córner botado en el minuto 18. Chiellini apareció con fuerza en el área pequeña, el balón quedó muerto y el defensa italiano remató con fuerza para anotar el primer tanto. O eso parecía hasta que en el VAR se apreció que Chiellini había parado el balón con la mano y las tablas regresaron al marcador. Un infortunio para el central, que se acrecentó cuando se retiró lesionado cinco minutos después. Sin embargo, estos reveses no afectaron a Italia, a la que le sobra talento en el centro del campo para generar peligro con facilidad. Para muestra, un botón. Locatelli abre el balón a la derecha en el minuto 26, Berardi hace la diagonal hasta la línea de fondo y saca de la nada un pase magistral que permite al propio Locatelli empujar a la red el 1-0. Calidad en estado puro.
A Suiza se le presentaba una labor que le resulta ingrata: llevar el peso del partido. Nunca está cómoda con la posesión y se apreció con nitidez tras el primer gol del partido. Cada balón perdido suponía el comienzo de un contraataque italiano, en el que siempre aparecían Insigne e Immobile para crear peligro o Spinazzola para asistirles en cada una de sus habituales subidas por la banda izquierda. La sensación era que no tardaría en llegar el segundo gol de Italia, pero hubo que esperar al minuto 52. Triangulación a 20 metros de portería, Locatelli conduce hasta el borde del área y suelta un disparo raso y seco que se cuela junto al palo izquierdo. Sommer solo pudo seguir con la mirada la trayectoria del balón. Suiza tardó prácticamente una hora en aparecer por el área rival, pero ni la llegada de Zuber a la línea de fondo ni el trabajo de orfebrería de Shaqiri para quitarse de encima a la defensa italiana se tradujeron en algo positivo. La Squadra Azzurra ya estaba más pendiente de enfriar el partido y desesperar con su solidez a un conjunto helvético. Aunque ya no salía a la contra con tanta alegría, aún guardaba una bala para el final. Immobile se resarció de dos ocasiones erradas con un disparo desde la frontal que entró ajustado al poste, demostrando nuevamente que los goles se le caen por todos lados. La rúbrica brillante a otro gran encuentro de Italia, que ya ha firmado su clasificación para octavos de final. Con un juego de este calibre va a llegar muy lejos en esta Eurocopa.
Suiza 3 – Turquía 1:
La salida en tromba de Turquía reflejaba la necesidad de triunfo de la selección otomana, que debía arreglar a última hora su flojo rendimiento en los dos primeros encuentros. Cinco minutos de presión asfixiante que impidió a Suiza salir de su propio campo, cinco minutos en los que Sommer se encargó de desbaratar la ofensiva total del combinado turco. Cinco minutos que necesitaron los suizos para crear su primera ocasión y dejar a Turquía con un palmo de narices. Al primer balón que le llegó, Seferovic soltó un latigazo desde la frontal del área que abrió el marcador y convirtió el acoso rival en un vano intento que acabó en nada. Con el viento a favor, los helvéticos aprovecharon los numerosos espacios que aparecían en el centro del campo para llegar con mucha comodidad al área rival. Sólo necesitaban pegada para sacar partido de tantas concesiones de un contrario demasiado anárquico a la hora de defender y este fue un partido donde no le faltaría puntería. Con todo el tiempo del mundo para pensar, Shaqiri se acomodó el balón, lanzó desde fuera del área y dirigió su disparo hacia la escuadra de forma inapelable. Con el 2-0 y Turquia abierta sin orden y de forma suicida, a Suiza se le presentaba una gran ocasión para enjugar la diferencia de goles respecto a Gales. Shaqiri estuvo a un tris de aumentar la renta, pero Çakir sacó con el pie el mano a mano con el jugador suizo. El conjunto turco se encontraba superado por todos lados, pero tantos espacios en el terreno de juego le dieron también la oportunidad de encontrar sus ocasiones. Y muy claras, sobre todo por parte de Muldur, que encontró un pasillo por la banda izquierda siempre que pudo cabalgar por ella.
Muldur estuvo a punto de firmar un gol antológico a los 41 minutos tras quitarse a dos rivales con sendos recortes, pero Sommer volvió a interponerse en su camino, como ocurriera veinte minutos antes con una volea envenenada. No había forma de batir al guardameta suizo, tan inevitable como las llegadas de sus compañeros, que seguían generando ocasiones con una facilidad inusitada tras el descanso. La única forma de batirle era poner el balón donde no pudiera llegar el meta y eso consiguió Buruk Yilmaz pasada la hora de juego con un disparo espectacular desde la frontal del área dirigido a la escuadra izquierda, fuera del alcance de Sommer. El gol suponía un alivio, una pequeña esperanza para Turquía, pero no se inmutó Suiza. Era consciente de que llegarían más ocasiones con todos los espacios que dejaba Turquía y que sólo necesitaba aprovechar alguna para despejar cualquier duda y eso hizo en un ataque vertiginoso en el minuto 68. Cuatro pases al primer toque en el centro del campo, balón a la izquierda para Zuber y centro a placer a Shaqiri, que fusila a Çakir llegando desde atrás. Jugada marca de la casa para frenar la reacción rival y mantener las opciones de levantar el goal average. Xhaka estrelló un balón en el palo que pudo aumentar la ventaja, pero visto que Turquía también creaba peligro, Suiza decidió amarrar lo conseguido en los minutos finales. Ahora le queda esperar a que sus cuatro puntos basten para pasar a octavos de final. Por contra, Turquía abandona el torneo sin puntuar y silbada por los aficionados que viajaron hasta Baku. No pueden estar contentos con la imagen desconcertante que dejó su selección.
Italia 1 – Gales 0:
Una vez amarrada la clasificación, Mancini decidió dar minutos a muchos jugadores inéditos o sin apenas protagonismo en esta Eurocopa. Paso para los Bernardeschi, Pessina, Chiesa o Belotti, una segunda unidad con mucho nivel y que bien podría estar en el once inicial de no ser por el nivel tan alto que han ofrecido los titulares habituales. De todos modos, Italia partió con el centro del campo de costumbre y eso se notó en el juego de los transalpinos. Aunque se lo tomaran con más calma que en los dos partidos anteriores, los azzurri dominaban sin apuros a una Gales reservona, pendiente de si su rival no apretaba demasiado teniendo en cuenta que el empate le valía a ambos. Nada quiso saber Italia de apaños, quería disfrutar del momento dulce que atraviesa en esta primera fase. Salvo un cabezazo de Gunter que se marchó rozando la escuadra italiana, toda ocasión de peligro llegaba de las botas de los jugadores de Mancini. A Chiesa le faltó un pelo para sumar pegada a su capacidad de desborde, pero oportunidades para adelantarse no le faltaban. Lo conseguiría en el minuto 39, cuando una falta botada en la banda derecha la desvía Pessina de forma poco ortodoxa, pero efectiva, para abrir el marcador. Justo premio a un equipo que no se abandonaba a la desidia aunque no hubiera nada en juego. Lo volvió a evidenciar tras el descanso con una presión hombre a hombre por todo el campo que no dejó ni respirar a los galeses.
Las dificultades para sacar el balón eran enormes y daban la oportunidad a Italia de robar el esférico cerca del área rival. En una de esas acciones llegó una falta que a punto estuvo Bernardeschi de transformar en el 2-0. El poste izquierdo evitó el gol en una jugada diseñada de forma peculiar. Si no fueran pocos los problemas, Gales sumó uno más cuando se quedó con diez jugadores tras la expulsión de Ampadu en el minuto 55. El pisotón sobre Bernardeschi no pasó desapercibido para Ovidiu Hategan, que le mostró la roja directa. Le quedaba más de media hora por delante a la selección galesa, una eternidad tal como estaba planteando Italia el partido. Tuvo suerte que no buscó hacer sangre y apenas dispuso de un par de ocasiones de Bellotti que atrapó Ward. Incluso Gales dispuso de una buena ocasión a un cuarto de hora del final, cuando Bale remató de volea una falta lanzada desde la banda izquierda. Se quedó completamente solo, pero su remate se marchó por encima de la portería italiana. No volvería a verse en una parecida el resto del partido, que transcurrió plácidamente para los transalpinos. De hecho, Mancini se permitió una excentricidad cuando cambió a Donnarumma por Sirigu en el último minuto del tiempo reglamentario. Un cambio innecesario en la meta como rúbrica al triunfo de Italia, que finaliza una primera fase inmaculada donde ha dejado una gran imagen. Pese a la derrota, Gales consigue el objetivo de alcanzar una segunda plaza que sabe a gloria tal como llegaba a la Eurocopa.
GRUPO B:
Dinamarca 0 – Finlandia 1:
Nada se puede explicar de este partido sin empezar por el minuto 42, un momento que nos heló la sangre a todos los aficionados. Otro minuto más de un encuentro que transcurría con más intensidad que peligro, con más ruido que nueces, con Finlandia encerrada en su campo por el juego directo danés, hasta que Eriksen se desplomó al césped sin motivo conocido. Rápidamente, se hizo un silencio sepulcral en el Parken de Copenhague, al mismo tiempo que los rostros de los jugadores daneses indicaban a las claras la gravedad de la situación. Pese a que todos ellos hicieron una pantalla para que no trascendiera la dramática imagen, se podía apreciar que los médicos aplicaban maniobras de RCP sobre Eriksen. En la mente de todos aparecían otros casos trágicos de los que no queríamos acordarnos durante los quince minutos que tardaron las asistencias en retirar al jugador danés en camilla del terreno de juego. El partido quedaba suspendido, a la espera de noticias sobre su estado de salud. Afortunadamente, pronto llegó la confirmación de que había sido estabilizado y se encontraba consciente. Un enorme alivio que deshacía el nudo en el estómago que embargaba a todos, tanto en las gradas del Parken como fuera de él. Aunque el partido era ya lo de menos, los jugadores daneses decidieron disputar lo que restaba del partido dos horas después. Querían jugar para dedicarle el triunfo a su compañero, pero todo les salió mal. A la hora de juego, Finlandia se adelantaba en el marcador con un cabezazo de Pohjampalo que suponía el primer tanto finés en una Eurocopa. Un mazazo para una Dinamarca que iba a menos, con la mente puesta en el estado de Eriksen y afectada por la ausencia de su mayor talento en el centro del campo. Pese a todo, dispuso de una oportunidad irrepetible para igualar el marcador cuando dispuso de un penalti en el minuto 74, pero Hojberg lanzó un disparo flojo y mal colocado que no tuvo problemas Hradecky en blocar. Definitivamente, nada le salía al combinado danés. Hasta el final, un ataque desesperado que no cristalizó en nada, ya que la defensa finlandesa estuvo segura hasta el pitido final. Un estreno a lo grande en una fase final, aunque este partido se recordará por el gran susto que estuvo cerca de paralizar el corazón del fútbol.
Bélgica 3 – Rusia 0:
Rusia llegó a cuartos de final de su Mundial con un juego ramplón, pero con la seguridad defensiva suficiente para aplacar a rivales de poco fuste o con ideas desfasadas. En el estreno de esta Eurocopa no hubo ni rastro de solidez en la defensa rusa. No tardó más de diez minutos Bélgica en aprovechar la primera jaimitada rival, un despeje horrendo de Semenov que llegó a pies de Lukaku, al que no le tembló el puso para anotar el primer gol a bocajarro. Un tanto con polémica, ya que Lukaku se encontraba en clara posición de juego cuando se inició el pase que se dirigía inconfundiblemente hacia el ariete belga, pero el VAR no corrigió a Mateu Lahoz, que interpretó que el despeje de Semenov le habilitaba. Este fallo fue la primera muestra del ataque de nervios de la defensa rusa, un flan en tembleque continuo cada vez que los atacantes belgas llegaban a su área. Ni siquiera tenían que fabricar las ocasiones de peligro, ya llegaban solas con los errores de los zagueros de Rusia. Un despeje de Shunin en medio del área lo recogió Meunier, que acababa de entrar por el lesionado Castagne para anotar el 2-0 completamente solo. No había llegado el partido a la media hora y ya se encontraba completamente encarrilado. No era necesario ni el concurso del lesionado De Bruyne ni de un Eden Hazard que ocupaba plaza en el banquillo. Rusia no daba ninguna muestra de poner en peligro el resultado, no tenía otro recurso que meter balones a Dzyuba para que el tosco delantero los bajara y se peleara con la defensa belga. Evidentemente, nunca dio resultado. Bélgica controló la segunda mitad a placer, sin pisar el acelerador. No necesitaba más que la posesión del balón y dormir el partido para someter a un rival inofensivo. Tan tranquilo trascurría el encuentro que Roberto Martínez pudo aplicar todo lo que tenía planeado. Le dio minutos a la otrora estrella, Eden Hazard, con el fin de que vaya entrando en ritmo de competición. Le hará falta más rodaje e implicación, puesto que pasó inadvertido en un partido ya decantado, pero al que le faltaba aún el toque final. Un balón largo al espacio llegó a pies de Lukaku, que empleó su poderío físico para proteger el balón en carrera y batió por el primer palo a Shunin con un disparo seco a la derecha del guardameta ruso. La guinda a un triunfo sencillo que no necesitó de una Bélgica pletórica. No fue preciso mayor esfuerzo ante un rival que no tuvo nada que ofrecer.
Finlandia 0 – Rusia 1:
A Rusia no le quedaba otra opción que sacar los tres puntos si no quería acabar tempranamente su camino en esta Eurocopa. Y pronto se le pudo torcer el partido, puesto que no habían pasado tres minutos cuando el héroe del debut finés, Pohjanpalo, batió de cabeza a Safonov. Suerte tuvo el combinado ruso de que el delantero estaba en ligero fuera de juego y el gol no subió al marcador, pero ahí estaba un serio aviso de un equipo que necesita poco para marcar y que se atrinchera atrás con todo. Rusia no se siente cómoda con el control del balón, le faltan jugadores de talento para generar juego y encontrar ocasiones. Y uno de los pocos con una apreciable calidad individual, Mario Fernandes, se retiró del terreno de juego en el minuto 26 con un collarín tras una fuerte caída en la que salió malparado. Aunque el dominio ruso era evidente, la realidad era que le costaba un mundo crear una oportunidad de verdadero peligro ante el cerrojazo de Finlandia, pero una chispa de genialidad cambió por completo en partido en el descuento. Miranchuk encontró uno de los pocos huecos entre la defensa rival, se internó en el área y se sacó de la manga un zurdazo espectacular que se coló por la escuadra. Un auténtico golazo, tan inesperado como bello, que alteró todos los planes a Finlandia cuando el descanso estaba a la vuelta de la esquina. No le quedó otra que estirar más sus líneas, aunque tampoco se calentó mucho la cabeza: balones largos y a ver qué pasa. Pukki cazó uno de ellos a los tres minutos de la segunda mitad, pero su remate se marchó por encima de la portería rusa. Fue un oasis en el desierto porque a la selección finlandesa no le llegaba para generar peligro. Por contra, Rusia creaba peligro con más comodidad, una vez liberados de presión tras el golazo de Miranchuk. A Golovin le falló ligeramente la puntería y apenas unos centímetros evitaron que subiera el segundo tanto ruso al marcador. Más cerca aún estuvo Kuzyaev, que vio como Hradecky sacaba una mano milagrosa para desviar su disparo envenenado dentro del área. Pocas noticias en ataque de Finlandia, que en los últimos minutos buscó el empate más por obligación que por juego. Apenas inquietó a un rival que no pasó demasiados apuros para mantener una ventaja mínima, pero suficiente para sumar sus tres primeros puntos y seguir pensando en la clasificación para octavos de final.
Dinamarca 1 – Bélgica 2:
El partido se convirtió desde los preámbulos en un continuo homenaje a Eriksen, cuyo recuerdo estuvo presente antes y durante el transcurso del partido en el Parken de Copenhague. De hecho, se paró el juego en el minuto diez, dorsal del jugador danés, para que aficionados y jugadores le dedicaran un sonoro aplauso. En el césped, Dinamarca le dedicó un bello tributo con una sensacional primera mitad. Apenas habían transcurrido dos minutos cuando Denayer falló en la salida del balón, Hojberg interceptó el pase y sirvió para Poulsen, que batió a Courtois con un disparo ajustado. El gol fue el comienzo del dominio arrollador de los daneses durante los primeros 45 minutos. Su presión alta provocó que Bélgica tuviera muchas dificultades para atravesar su propio campo y las llegadas al área con peligro se sucedían con rapidez sin que su rival se explicara aún qué estaba ocurriendo. Hacía mucho tiempo que Bélgica no se veía tan superada en el terreno de juego. La potencia de Lukaku era la única vía para escapar de la presión danesa, pero el delantero partía tan lejos de portería que resultaba imposible que resolviera él solo. Un cabezazo de Mertens en posición forzada fue la única ocasión de los hombres de Roberto Martínez en la primera parte, pero la falta de acierto de Dinamarca evitó males mayores que una desventaja mínima. El juego danés fue impecable; el acoso, indiscutible, pero se echó de menos la pegada. Un defecto serio cuando enfrente está uno de los favoritos al título, que tenía guardada la baza de De Bruyne.
No salió en el once titular, pero la entrada del mediapunta belga al césped tras el descanso cambió el tonto tristón de Bélgica en el segundo tiempo. Sólo necesitó diez minutos para conectar con todo el potencial que encierra la delantera belga. Lukaku arrancó como suele, emulando una manada de búfalos en estampida, y se quitó del medio a los centrales rivales. Pase a De Bruyne, que amaga el disparo, recorta al defensor y le cede el balón a Torgan Hazard para que anote a placer el gol del empate. No hace falta más cuando se reúne tanto talento, pero no sería la única prueba de ello. Una combinación al primer toque entre Eden Hazard y De Bruyne al borde del área acaba con un remate seco de este último que hizo inútil la estirada Kasper Schmeichel. Ni siquiera necesita un partido redondo la selección belga para dar la vuelta al marcador, así las gasta. Un duro revés para Dinamarca, que tenía veinte minutos por delante para levantar un partido que pintaba muy bien tras la primera parte. Se recompuso de manera admitable, volvió a apretar a un rival más pendiente de buscar el contraataque y se plantó de nuevo con facilidad en el área de Bélgica. Braithwaite dispuso de dos grandes ocasiones en el último cuarto de hora, pero la primera la desbarató Courtois con una buena parada y en la siguiente el balón se estrelló en la escuadra izquierda. No le acompañó a Dinamarca la fortuna para redondear el homenaje a su estrella caída y se ve obligada a vencer a Rusia en la última jornada y esperar a que el triple empate le favorezca.
Rusia 1 – Dinamarca 4:
A la selección con la suerte más adversa de toda la Eurocopa aún le quedaba ánimo y motivos para jugarse su última carta en la primera fase. Dinamarca iba a disponer de todo el balón que quisiera, puesto que Rusia no quería saber nada más de encerrarse en su área y buscar el empate, la estrategia que lleva aplicando desde el pasado Mundial contra cualquier rival notable técnicamente. Y pese a ello, cerca estuvo de adelantarse en un mano a mano de Golovin con Kasper Schmeichel que evitó providencial el portero danés. A partir de ahí, la nada en una selección rusa que cedió todo el control a su rival. A los daneses les costó media hora crear algo de peligro sobre la meta de Rusia, pero era cuestión de tiempo que su movilidad abriera grietas en la muralla plantada por Cherchesov. Un pase de Hojbjerg en el minuto 38 llegó a Damsgaard, aún fuera del área, pero que no fue obstáculo para que soltara un disparo que se coló por la escuadra derecha de Safonov. Nada tenía que ver el juego de Dinamarca con la elaboración estática que deriva en un ataque anodino e intrascendente. Movimientos sin balón y pases al primer toque como argumentos para un juego brillante y que desarmaba la defensa de Rusia con mayor facilidad con el paso de los minutos. También puso de su parte la propia zaga rival con un error garrafal de Zobnin, que cedió un balón a ningún lugar concreto y Poulsen solo tuvo que aprovechar que pasaba por allí cerca para anotar el 0-2 a puerta vacía. Rusia estaba fuera de combate, condenada a la última plaza, pero no daba síntomas de reacción. La única esperanza llegó por casualidad, en un penalti dudoso señalado en un forcejeo y que anotó Dzyuba para reducir diferencias, pero este pequeño contratiempo no alteró los nervios de Dinamarca. Hasta en tres ocasiones Safonov salvó a Rusia de encajar un nuevo tanto, pero no pudo hacer nada con el trallazo de Christensen desde el borde del área que prácticamente sentenció el partido en el minuto 79. Los jugadores rusos bajaron los brazos, conscientes de que ya podían hacer las maletas para marcharse a casa, y dejaron espacio de sobra para el disfrute de los daneses. Maehle puso la rúbrica en un contraataque, un acto de justicia para un equipo que desarrolló mejor juego que resultados. La segunda plaza supone un premio merecido, un buen tributo que dedicar a Eriksen.
Finlandia 0 – Bélgica 2:
Con la clasificación amarrada, Roberto Martínez vio en el partido contra Finlandia la oportunidad para meter en dinámica a Eden Hazard, de darle minutos con vistas a recuperarle para el equipo titular. Sin embargo, tampoco lució ante el muro defensivo plantado por los fineses, el recurso en el que ha basado su juego durante toda la primera fase. El objetivo era el empate, resultado suficiente para lograr un histórico pase a octavos de final, y la única forma que entiende Finlandia para buscarlo está en plantar una trinchera infinita en su área y confiar en que su rival se desespere. No sabemos si la paciencia belga flaqueó, pero su juego tuvo muy poca movilidad durante toda la primera parte. Las acciones eléctricas de Doku fueron lo único diferente para desbordar la defensa a ultranza en el área contraria y que no sufrió apenas durante los primeros 45 minutos. Finlandia había llegado a la mitad del camino, pero se antojaba complicado que aguantara todo el partido sin salir de su propio campo por mucho que Bélgica jugara al ralentí. Se rompió la igualdad en un primer momento con un gran pase de De Bruyne a Lukaku, que definió como suele para adelantar a su equipo durante unos instantes, los que necesitó el VAR para corroborar que estaba en fuera de juego por muy poco. Finlandia se había salvado por el momento, pero el asedio se mantuvo inalterable en un ejercicio de paciencia imperturbable. La terca resistencia duró hasta el último cuarto de hora, cuando un cabezazo de Vermaelen en un córner pegó en el larguero y el rechace golpeó en Hradecky para introducirse en la portería. Gol en propia meta, el castigo más irónico para un equipo atrincherado sin más intención que aguantar el empate. Abierta la lata, Bélgica encontró el camino expédito hacia el triunfo. Lo certificó cinco minutos después Lukaku en una acción de delantero centro puro. Balón de espaldas, pisa el esférico, se da la vuelta y bate a Hradecky con un disparo raso y colocado junto al palo. Directamente sacado del manual del ariete clásico. Hasta aquí llegó el sueño de los finlandeses, a un cuarto de hora de un pase a octavos que le arrebató una de las grandes favoritas a levantar la Eurocopa. Bélgica no entiende de sentimentalismos en el terreno de juego.
GRUPO C:
Austria 3 – Macedonia del Norte 1:
Macedonia del Norte debutaba en una gran competición y la ilusión por el estreno provocó que saliera sin complejos, proponiendo un partido abierto pese a que se notaba que buena parte iba muy justa de talento. Tantos espacios fueron una bendición para la juventud de la selección austriaca, que golpeó a la primera ocasión que se le presentó, un centro al área de Sabitzer que Lainer cruzó ante Dimitrievski para abrir el marcador en el minuto 18. Se le aclaraba el panorama a Austria ante un rival novato en estas lides y que dejaba muchos espacios, un escenario perfecto para un equipo joven y perfectamente adaptado al fútbol moderno que se ha impuesto desde Alemania. Sin embargo, no contaba con el error de su meta, Bachmann, que despejó de la mala manera un centro raso al área y dejó el balón muerto. Pandev, que pasaba por allí, marcó a placer el tanto del empate antes de la media hora de juego. Pasan los años, pero el delantero macedonio no pierde un ápice de instinto goleador. Equilibrio de nuevo en el marcador y el partido envuelto en la misma dinámica que en los primeros minutos. Encuentro roto, muchos espacios, sin control en el centro del campo. El intercambio de ocasiones en ambas porterías fue la tónica durante muchos minutos del segundo tiempo. Entre Trajkovski y Pandev no fueron capaces de rematar con acierto un fantástico pase de Bardhi un minuto antes de que Arnautovic le pusiera un magnífico centro a Gregoritsch, cuyo cabezazo fue desviado por Dimitrievski con una sensacional parada. Un escenario muy abierto que dejó el partido sin resolver a falta de un cuarto de hora. Ante la premura del paso de los minutos, Alaba, que comenzó el choque como central, tiró de galones para jugar de lo que le diera la gana durante el tramo final del encuentro. En el minuto 77, entró por la banda izquierda, su lado natural, puso el balón entre el área pequeña y el punto de penalti (donde más daño hace siempre a la defensa) y Gregoritsch se adelanta a todos para poner el pie y colocar el 2-1 en el marcador. Ahora sí que nadie pudo impedir el tanto del delantero austriaco y que obligaba a Macedonia del Norte a volcarse sobre la portería rival a la desesperada. Campo abierto para los contraataques de Austria, que puso la puntilla en el último minuto del tiempo reglamentario. Balón largo a Arnautovic, que deja por los suelos a Dimitrievski tras un hábil regate que le permitió anotar el tercer gol austriaco a puerta vacía. Una maniobra de talento de un jugador con tanta calidad como cables sueltos tiene en la cabeza. La sentencia de un triunfo histórico para Austria, puesto que supone el primero en una Eurocopa en su tercera participación.
Países Bajos 3 – Ucrania 2:
Ucrania comenzó dispuesta a presionar arriba e incomodar la salida del balón de Países Bajos, pero cuando los neerlandeses superaban la línea de presión encontraron grandes espacios para salir en velocidad. Depay dio el primer aviso a los dos minutos, con una larga conducción hasta el área finalizada con un disparo que desvió Buschan. Poco después, el propio guardameta se echó a los pies de Dumfries para sacarle un mano a mano. Desde luego, el encuentro era agradable para pasar la noche. Muchos espacios, velocidad, juego vertiginoso. Ucrania tocaba con rapidez en tres cuartos de campo, pero siempre le faltó el último pase para crear verdadero peligro. En cambio, Países Bajos llegaba con mayor decisión a la meta ucraniana, pero le faltó contundencia de cara a puerta. Pudo ponerse con ventaja en la recta final de la primera parte, pero Buschan sacó a mano cambiada un trallazo de Wijnaldum y Dumfries falló, completamente solo en el segundo palo, un remate de cabeza que parecía un gol hecho. Solo le faltaba la pegada a la selección neerlandesa, pero la fortuna cambió tras el descanso. Buschan despejó de mala manera un balón en el minuto 52 y Wijnaldum, que llegaba desde atrás como una locomotora, envió el rechace a la escuadra. El guardameta ucraniano parece más solvente que el fallón Pyatov, pero alterna buenas intervenciones con acciones francamente mejorables. El tanto dio alas a los de Frank de Boer, que se lanzaron decididamente hacía la portería de Ucrania. Shevchenko acabaría frustrado por la candidez de algunos jugadores. Sobre todo cuando Mykolenko cayó como un saco ante la presión de Dumfries y Zabarnyi trató de despejar con demasiada ternura, tanto que Weghorst aprovechó para meter el pie y anotar el 2-0.
Diez minutos habían bastado para dejar el encuentro encarrilado, sobre todo porque Ucrania daba una sensación de decaímiento muy marcada. Un equipo con mucha calidad técnica y que mueve bien el balón con velocidad, pero demasiado tibio en muchas ocasiones. Frank de Boer lo vio hecho y empezó a modificar su defensa pensando en partidos posteriores. No se esperaba ningún cambio en el desarrollo de un partido bien controlado, pero a quince minutos del final a Yarmolenko le dio por armarla parda. Recibió el balón en la esquina derecha del área, condujo hasta la frontal y lanzó un misil con efecto que se alojó en la escuadra. Una obra de arte para un estadio que lleva el nombre de Johan Cruyff. Sin duda, será uno de los mejores goles de esta Eurocopa. Aún le quedaba un cuarto de hora a Ucrania para levantar el partido, pero no esperó tanto. Transcurría el minuto 79 cuando una falta botada por Malinovskyi fue cabeceada de manera impecable por Yaremchuk mientras Stekelenburg asistía atónito e inmóvil al tanto del empate. En apenas cinco minutos se la había caído encima el chiringuito a Países Bajos, obligada a arreglar un partido que tenía controlado a toda prisa. La solución llegó de un centro de Aké desde la izquierda a cinco minutos del final. Dumfries le gana la posición a Zinchenko, remata de cabeza y el balón picado bota delante de Buschan antes de entrar en la portería ucraniana. Ahora sí acertaba en el segundo palo el lateral diestro para solucionar la papeleta a Países Bajos, que supo enfriar los minutos finales para cerrar un partido muy atractivo que tuvo que ganar dos veces.
Ucrania 2 – Macedonia del Norte 1:
Si Macedonia del Norte salió con atrevimiento y sin complejos en el debut, su segundo partido comenzó de una forma muy diferente. Metida atrás, sin salir de su propio campo, se vio avasallada durante todo la primera mitad por una Ucrania que lució todo su talento ofensivo ante un rival que no le exigía. No le faltó trabajo a Dimitrievski, que tuvo que esforzarse a fondo para despejar dos disparos muy peligrosos de Malinovskyi, el cerebro del juego ucraniano. Sin embargo, era cuestión de tiempo que tanto dominio se reflejara en el marcador, algo que ocurrió cuando Yarmolenko frotó la lámpara mágica. Intermitente, pero que es una delicia cuando abre el frasco de las esencias. También aparece en el momento preciso en el sitio adecuado, como ocurrió en el minuto 28 cuando remató en el área pequeña un balón peinado en un saque de esquina para abrir el marcador. Seis minutos después, se inventó un pase que dejó a Yaremchuk mano a mano contra el portero macedonio. No perdonó el delantero ucraniano, que colocó un 2-0 más que merecido. Le costó reaccionar a Macedonia del Norte, que estuvo cerca de recortar en el minuto 38 cuando se juntaron la visión de juego de Bardhi y la capacidad goleadora de Pandev, pero el delantero estaba adelantado y su tanto no subió al marcador.
Le esperaba una dura tarea a Macedonia del Norte en la segunda mitad, pero salió de vestuarios con una actitud muy diferente a la timorata del primer tiempo. Nada más comenzar, un remate raso de Ademi obligó a Buschan a realizar su primera intervención de mérito en el encuentro. Ucrania no se inquietó y continuó amenazando la meta de Dimitrievski, que mantenía con vida a su equipo acumulando buenas paradas, pero todo cambió con el penalti cometido sobre Pandev en el minuto 55. Aloski lanzó la pena máxima al centro y Buschan desvió el lanzamiento, pero el balón llegó a pies del propio Aloski que no perdonó el rechace. El gol espoleó a Macedonia del Norte, que buscó decididamente la portería contraria. Ucrania se vio encerrada dentro de su área, ya que le costaba mucho encontrar a Malinovskyi para sacar el balón. Pese a todo, pudo sentenciar a diez minutos del final con un penalti señalado por el VAR, fruto de una mano en la barrera macedonia, pero Dimitrievski desvió el lanzamiento a media altura de Marinovskyi. Perdonaba Ucrania, que pasó una recta final angustiosa ante el asedio rival sobre la portería. Sólo le faltó la puntería a Macedonia del Sur en pleno acoso, no llegó ese gol que la mantuviera con opciones la última jornada. Su estreno en la Eurocopa termina con una eliminación por la vía rápida, aunque no le extrañará a nadie.
Países Bajos 2 – Austria 0:
No encontró mucha oposición Países Bajos en un rival timorato y del que apenas hubo noticias en el área neerlandesa. Tampoco necesitó un juego brillante para imponer su ley, solo había que esperar los errores de la zaga austriaca para encontrar ocasiones muy claras. Especialmente errático estuvo Alaba, que coleccionó fallos impropios de un defensor reputado durante la primera parte. Más de un seguidor del Real Madrid estará con la mosca detrás de la oreja si vio el partido. La pifia más grave fue un mal control dentro del área al que siguió una entrada tardía dentro del área a Dumfries, que le robó la cartera al central austriaco y provocó un penalti claro. Depay anotaba la pena máxima en el minuto 26 que ponía fin a todos sus fallos en el remate. Cuando no se interponía un defensa para desviar, estrellaba el balón en el lateral de la red o lo mandaba a las nubes en posición inmejorable. Una falta de acierto que se trasladó a sus compañeros, que tampoco estuvieron certeros de cara a portería. Wijnaldum tuvo una ocasión clarísima a los 38 minutos llegando con potencia desde atrás; su jugada típica, pero el remate se marchó desviado. De todos modos, Países Bajos no se veía exigido ni aunque Austria adelantara tímidamente sus líneas tras el descanso. Frank de Boer podía confiar en la solidez de sus tres centrales, más que suficiente para espantar a un contrincante sin filo y esperar a que llegara alguna contra. La ocasión se presentó en el minuto 67, cuando Depay se inventó un pase en la divisoria para Malen, que gana la espalda a la defensa, se planta solo ante Bachmann y le sirve un gol en bandeja a Dumfries. Otro tanto de una de las revelaciones de la Eurocopa, el nuevo exponente de la tradición de laterales largos del fútbol neerlandés. No le hizo falta la brillantez a Países Bajos, siempre dominadora desde la seriedad y solidez. Austria atacaba sin convicción, rendida ante una defensa insuperable y liderada por De Ligt, que acabó con calambres el partido. La victoria asegura la primera posición a los neerlandeses, que ya pueden pensar tranquilamente en los octavos de final. Seguramente se hayan terminado las pancartas pidiendo un cambio de esquema a Frank de Boer.
Ucrania 0 – Austria 1:
Ni Ucrania ni Austria tenían motivos para especular, ya que la victoria significaba el pase como segunda de grupo. A la única que le podía convenir un empate era a la selección austriaca, pero fue ella quien llevó el peso del partido durante toda la primera parte. Un claro dominio de la posesión, aunque todo su juego ofensivo se basaba en explotar las jugadas a balón parado. Precisamente, con este recurso llegó el único gol del partido. Saque de esquina botado por Alaba desde la izquierda y Baumgartner pica el balón de cabeza para adelantar a Austria en el marcador. Fue su gran servicio en el encuentro, ya que minutos después tuvo que abandonar el terreno de juego debido a un mareo. El tanto llenó de confianza y tranquilidad al conjunto austriaco, que amplió su dominio ante un rival que no daba señales de vida en el área contraria. Buschan sacó un duro disparo de Laimer desde la esquina del área que estuvo cerca de ampliar diferencias, aunque tuvo ocasiones para ello fue Arnautovic. El punta volvía al equipo tras el partido de sanción que recibió tras celebrar su gol contra Macedonia del Norte con un gesto de tintes políticos, pero el parón obligado no le debió refrescar la mente, puesto que siempre eligió la peor opción. Todas las ocasiones de las que dispuso, casi siempre mano a mano con el meta ucraniano, las remató de forma lamentable en los minutos finales del primer tiempo. Austria podía haber sentenciado al descanso, pero tampoco echaría en falta las ocasiones falladas por Arnautovic. Shevchenko introdujo cambios ofensivos al descanso para aportar algo más de picante a un ataque inexistente, pero lo cierto es que Ucrania tampoco creó excesivo peligro en la segunda parte. De hecho, la ocasión más clara en su cuenta llegó de un mal rebote que Lainer casi introduce en su propia porteria. Austria se acercó mucho menos al área rival durante el segundo tiempo, pero nunca vivió agobiada por una ventaja tan corta. Sólo un disparo demasiado cruzado de Yaremchuk, tras jugada individual por la derecha al filo del final del tiempo reglamentario, alteró por un instante un partido muy plácido. Austria certifica la segunda plaza con mucha comodidad y deja a los ucranianos con pocas opciones para clasificarse como uno de los mejores terceros de la primera fase.
Macedonia del Norte 0 – Países Bajos 3:
Pese a que el liderato estaba garantizado y no había nada en juego, Frank de Boer apenas reservó a titulares habituales contra Macedonia del Norte. De todos modos, la falta de tensión se hizo patente en los primeros minutos, ya que a los macedonios les faltó un pelo para adelantarse en el marcador. Batir la portería neerlandesa lo consiguió Trickovski, pero en ligero fuera de juego. Poco después, Trajkovski mandó al palo la segunda gran ocasión de Macedonia del Norte, pero hasta aquí llegaría su inicio efervescente. Países Bajos dispuso que la broma ya había durado suficiente y aprovechó los espacios que dejaba su rival para contragolpear con muchísimo peligro. De Boer había dado la oportunidad a Malen de acompañar a Depay en ataque y entre ambos volvieron loca a la defensa macedonia con su velocidad y desmarques al espacio. Ni se enteró de la película la zaga cuando estos dos combinaban. Una pared entre ambos en el minuto 24 la aprovechó Depay para marcharse solo contra la portería rival y anotar el primer gol del partido. A partir de aquí el dominio de Países Bajos sería inapelable, basado en la velocidad y la búsqueda de los espacios por encima de todo. Fútbol moderno para demoler a los macedonios en apenas un cuarto de hora. Avisó De Ligt nada más comenzar la segunda parte con un remate de cabeza que sacó Trajkovski sobre la línea de gol, pero nada podría hacer el combinado macedonio cuando Wijnaldum explotó su llegada al área en todo su esplendor. En el minuto 51, llegó en el momento oportuno a un centro de Depay desde la izquierda para anotar el segundo tanto a placer. Siete minutos después, entró en el área como un mercancías para recoger un rechace y remachar el 3-0 con un potente disparo. Potencia y velocidad para hacer trizas a un rival que no encontraba la forma de frenar el vendaval que se la había venido encima. Tuvo suerte que Países Bajos decidió que ya era suficiente y levantó el pie del acelerador en la última media hora. De Boer ya estaba pensando en el cruce de octavos y repartió minutos entre los menos habituales en una fase de juego mucho más anodina y donde sólo destacó la despedida de Pandev. El pasillo formado por sus compañeros significó el adiós entre honores al mejor jugador de la historia de Macedonia del Norte y un nombre destacado en el fútbol italiano en los últimos quince años. El punto emotivo en la rúbrica del paseo que se ha dado la selección neerlandesa en la primera fase.
GRUPO D:
Inglaterra 1 – Croacia 0:
Wembley, Inglaterra en el césped. Aunque no fuera el ambiente propio de este templo deportivo a reventar, todo aficionado tenía claro que el partido iba a empezar con un arranque frenético de los pross con el juego más directo posible. Así fue, inicio repleto de intensidad que embotelló de inmediato a los croatas. No tardó ni cinco minutos el combinado inglés en generar auténtico peligro con un disparo desde la frontal de Foden, que llegó como una exhalación desde atrás para enviar el balón al poste. Tres minutos después, un potente disparo de Phillips lo desvía como puede Livakovic pese a que se encontraba muy tapado por sus defensores. La presión alta, de una actitividad frenética, le complicaba la salida del balón a Croacia, incapaz de encontrar a Modric para alejar el peligro de su área de forma aseada. Le duraba muy poco el control de la pelota y a los delanteros prácticamente había que presentársela porque ni la olían. Los croatas no pisaron el área hasta el minuto 26, con una jugada que terminó en un remate que se marchó alto. Sin embargo, como suele ocurrir en el fútbol, el despliegue físico inglés amainó transcurridos 25 minutos y Croacia pudo sacar el balón con más tranquilidad. Había pasado buena parte del primer tiempo achicando agua, pero consiguió llegar al descanso indemne y con mayor control del juego. La segunda mitad comenzó de forma diferente, con un ritmo más pausado que permitió a Croacia llevar el peso del encuentro a través de un juego elaborado. No le gusta nada este tipo de partido al aficionado inglés, más entusiasmado con el vértigo y que esperaba cambios que añadieran más picante al juego de su selección, pero la pólvora con la que cuenta Inglaterra arriba reventó la telaraña tendida por los croatas en el centro del campo en el minuto 57. No necesitó más que un buen pase en profundidad de Phillips para que Sterling le ganara la espalda a la defensa, se plantara mano a mano frente a Livakovic y anotara el gol del triunfo antes de que llegara Vrsaljko a impedir su remate. Faltaba más de media hora, pero el juego croata no pasó de una posesión estéril que apenas inquietó la meta de Pickford. De hecho, las ocasiones recayeron del lado inglés, pero el marcador no se movió debido a que Kane desperdició lo que no suele fallar. Tampoco hizo falta su puntería en esta ocasión para sumar los tres primeros puntos y aclarar el camino hacia el primer puesto del grupo.
Fuente: noticiasdegipuzkoa.eus
Escocia 0 – República Checa 2:
El partido apuntaba a hacer bulto a la hora de comer, como decoración en la pantalla de la tele, y la primera mitad no cambió esa percepción. Juego espeso y sin apenas ocasiones, algo de esperar en dos equipos más pensados alrededor de la fortaleza física y con evidentes carencias técnicas. No se animó algo el choque hasta la media hora de juego cuando las internadas por la izquierda de Robertson dieron mayor amplitud al juego de Escocia, reducido a la habitual aparición por banda e inevitable centro al área. Un disparo potente del lateral lo despejó Vaclik en la que suponía la primera oportunidad destacable del partido, pero quien se mostró más efectivo en sus escasas ocasiones fue el conjunto checo. Schick, su delantero centro, le ganó la partida a los centrales escoceses e inauguró el marcador con un cabezazo que entró ajustado al palo derecho de Marshall. Un gol en juego aéreo, toda una afrenta para un equipo que vive instalado en este estilo de juego desde tiempos inmemoriales. A Escocia no le quedaba otra que apretar con más insistencia arriba y no con apariciones en el área como hacía McTominay en plan locomotoro derribando rivales. Por ello, salió decidido sobre la meta checa tras el descanso y gozó de dos clarísimas ocasiones nada más comenzar la segunda mitad, pero Hendry se topó con el larguero y Vaclik emendó la plana a su compañero Kalas tras un despeje nefasto que se dirigió hacia su propia portería con mucho peligro. Escocia amenazaba, pero la República Checa era quien golpeaba, incluso de forma insospechada y espectacular. Así ocurrió en el minuto 52. Le llegó el balón a Schick en el centro del campo, a 50 metros de portería, y no se le pasó otra cosa por la cabeza que rematar desde allí. Una locura absoluta que tornó en genialidad cuando el esférico se dirigió con la potencia y precisión necesaria hacia portería. Pese a que Marshall trato de recuperar la posición a toda velocidad, no llegó a tiempo para evitar el que puede ser el gol de la Eurocopa. Una maravilla que ponía el delicado toque de distinción a un partido áspero. Un revés de bella factura que acababa con la moral de los escoceses, que lo intentaron más por necesidad que por convicción y de la única manera que sabe. Sucesión sin fin de centros al área que sólo cristalizaron en un par de ocasiones que desbarató Vaclik. No pasó por excesivos apuros la República Checa, que pudo marcar el tercero en los minutos finales, en un mano a mano de Holes que el meta escocés en última instancia. Un triunfo fundamental para aspirar a pasar ronda, aderezado por la fantasía nacida en las botas de Schick y que acabó con la resistencia de una Escocia anclada en el pasado más rudimentario.
Croacia 1 – República Checa 1:
Necesitada de una victoria, Croacia presentó un once muy ofensivo contra la República Checa, pero la acumulación de jugadores con gol y llegada no significó que atacara mejor. De hecho, durante la primera parte creó poco peligro sobre la meta de Vaclik y fue, curiosamente, la selección checa quien llegara con más decisión, aunque apareciera en menor medida por el área croata. Pasada la media hora de juego, Schick se va al suelo tras recibir un codazo de Lovren en la nariz en plena disputa por un balón aéreo. El VAR avisa a Del Cerro Grande, que decreta penalti tras ver repetida la jugada en el monitor. Aunque aún sangraba por la nariz, el propio Schick se encargó de convertir el penalti en el primer gol del partido tras engañar a Livakovic. Es el tercer tanto del delantero checo, que se está destapando en el torneo como un goleador muy solvente. Está tan crecido que incluso lanza las faltas en el conjunto entrenado por Jaroslav Silhavy. Aunque Croacia trató de reaccionar con balones a Rebic, el delantero no estuvo nada afortunado a la hora de rematar. El 0-1 al descanso dejaba en una situación delicada al combinado croata, ya que estaría casi fuera del torneo a las primeras de cambio. Dalic hizo dos sustituciones en el intermedio, consciente de que no podía dejar pasar más tiempo. Apenas necesitaría Croacia un par de minutos para revolucionar el encuentro. Kramaric saca rápido una falta en el centro del campo hacia Perisic, solo en la banda izquierda ante el despiste de todos los jugadores checos. El extremo entró en el área, recortó a Coufal y selló el empate con un trallazo completamente fuera del alcance de Vaclik. Otra jugada brillante en el haber de un jugador tan intermitente como talentoso. La igualdad en el marcador supuso un suspiro de alivio para Croacia, aunque no tendría tranquilidad en un partido que se abrió en la segunda mitad. No hubo especulaciones y los dos equipos buscaron la portería contraria. Como siempre, la República Checa buscó a Schick con balones largos, pero el ariete no estuvo tan certero como en el debut contra Escocia. Al otro lado, Perisic continuó creando problemas a la defensa rival cuando conducía el balón en tres cuartos del campo, pero a la hora de rematar faltó acierto. O se interponía un defensor o el balón no encontraba portería, pero Croacia no encontró la puntería que le diera los tres puntos. Al menos, consiguió sacar uno que le mantiene con vida, aunque no le queda otra salida que derrotar a Escocia para conseguir la clasificación a octavos de final.
Inglaterra 0 – Escocia 0:
Wembley, lluvia, la ancestral rivalidad entre Inglaterra y Escocia. Pura esencia a fútbol de las Islas Británicas que conducía indefectiblemente a un encuentro de juego directo y vertiginoso. Como ocurriera ante Croacia, el conjunto de Southgate amenazó rápidamente con adelantarse en el marcador. A los once minutos, un cabezazo de Stones en un saque de esquina se estrelló en el poste. Poco después, Foden puso a prueba a Marshall con un duro disparo en la frontal, pero la acción fue anulada por fuera de juego. Sin embargo, este comienzo prometedor se diluyó pronto y el juego ofensivo inglés perdió vigor y se convirtió en demasiado previsible. Para asombro de los aficionados, Escocia se encontraba muy cómoda en el césped e incluso combinaba con acierto en el centro del campo. Nada que ver con el equipo tosco que naufragó ante República Checa. Las ocasiones tardaron más tiempo en llegar, pero al filo de la media hora Pickford tuvo que intervenir por primera vez para sacar un duro disparo de O’Donnell tras un centro desde la parte izquierda del área. Sorprendentemente, había mayor sensación de peligro en las llegadas escocesas. Apenas había noticias en ataque de Inglaterra, sumida en un juego lento y en el que Kane aparecía completamente desconectado.
Hasta pasado el descanso no se activó la selección inglesa, que comenzó la segunda mitad con un par de marchas más para encarar el área rival. Los laterales, James y Shaw, se incorporaron con peligro al ataque y añadieron una baza más como medio para desequilibrar a la defensa escocesa, Mount, en el minuto 55, encontró terreno para una de sus poderosas conducciones y exigió una gran intervención de Marshall. Pero la efervescencia de Inglaterra llegó hasta ahí, pues su juego sufrió otro bajón que le condujo a la intrascendencia. Escocia, en cambio, no iba a levantar el pie del acelerador y volvió a meter en problemas a su rival más encarnizado. Un disparo de Dykes en el minuto 62, tras un centro desde la izquierda, llevaba marchamo de gol hasta que James sacó bajo palos el remate del jugador escocés. Por su parte, Ché Adams siempre creaba peligro cuando recibía el balón dentro del área. El partido se había convertido en una china en el zapato para Inglaterra, que mostraba una falta de energía desconocida para un equipo que se caracteriza por un despligue físico sin límites. Aunque Escocia replegó líneas en los últimos minutos, Inglaterra apenas inquietó la meta rival, ni siquiera colgando balones y cargando por las bravas a la espera de un balón suelto dentro del área. Un planteamiento primitivo que no dio resultado y consumó un encuentro decepcionante para una de las favoritas al título.
República Checa 0 – Inglaterra 1:
El empate clasificaba a ambos y el segundo puesto deparaba un camino más asequible que la primera plaza, por lo que alguna mente malpensante imaginaba que a Inglaterra podía no importarle pactar la igualada y acabar segunda. El plan maquiavélico quedó desmontado a los dos minutos, cuando Sterling tira un desmarque por la izquierda, recibe un pase en largo de Shaw y estrella el balón en la madera tras levantarlo por encima de Vaclik. Actitud no le iba a faltar a los jugadores ingleses, aunque su ritmo de juego no fuera elevado ni mucho menos. Tampoco fue necesario para que generara peligro de forma puntual, pero eficaz. A los doce minutos, Saka se deshace de sus defensores por velocidad en la banda derecha, el balón acaba en la izquierda para que centre Grealish y Sterling, completamente solo en el segundo palo, cabecea a placer el gol que adelanta a Inglaterra. Los jóvenes se bastaron para desarmar por completo a la defensa checa, que estuvo a punto de recibir otra bofetada cuando Maguire rompió todas las líneas con un pase preciso a Kane. Esta vez, Vaclik salvó el uno contra uno con una mano espectacular que frustró un gol cantado del ariete inglés. Le costó a la República Checa más de la mitad del primer tiempo para amenazar de alguna manera el área rival. Hasta el minuto 27, con un disparo potente de Holes que desvió Pickford, no creó una ocasión de peligro. Fue la mejor oportunidad que tuvo en todo el partido porque apenas inquietó la meta inglesa en toda la segunda mitad. El partido se hizo bola después del descanso, puesto que Inglaterra jugó con el freno de mano echado y los checos no fueron capaces de desbordar la zaga rival en ningún momento. Su goleador, Schick, ni olió el balón y acabó sustituido tras pasar de puntillas por el encuentro. El gol anulado a Henderson por fuera de juego significó el único punto de interés en una segunda mitad monótona y que no aportó nada. Inglaterra sólo tuvo que tirar de oficio para amarrar la primera plaza, aunque le depare un cruce terrible contra el segundo clasificado del grupo de la muerte. Aunque sea como tercera, la República Checa pasa a octavos de final, que no es poco para las expectativas que traía.
Croacia 3 – Escocia 1:
En Hampden Park no había vuelta de hoja. Sólo el vencedor tendría sitio en los octavos de final; no había posibilidad de buscar un empate, ya que este resultado eliminaba a los dos equipos. Escocia aprovechó el apoyo de sus aficionados en Glasgow para salir en tromba por empuje y ganas, pero el fútbol siempre lo puso Croacia. Talento le sobra en el centro del campo y no va falta de peligro cuando se acerca a la portería rival. Un centro al área escocesa en el minuto 17 lo bajó de cabeza Perisic hacia el punto de penalti, Vlasic lo controla con el pecho y remata ajustado al palo para estrenar el marcador. Así de sencillo resulta cuando abunda la clase. No encontraba oposición la selección croata para controlar a placer el ritmo de juego, dormido bajo el hechizo de Modric. Croacia solo tenía que tocar con calma para mantener alejados a los escoceses, pero con un marcador tan ajustado nunca conviene perder de vista la portería. Se lo recordó Escocia al borde del descanso, cuando una serie de rechaces en el área croata fue aprovechada por McGregor para engatillar desde la frontal y poner las tablas en el encuentro. Un golpe inesperado en un momento psicológico, un soplo de aire que llenó de moral a Escocia al llegar el descanso. A Croacia le tocaba levantarse de un tropiezo con el que no contaba, pero todo resulta más fácil cuando aparece la inspiración de Modric. Avisó con un pase exquisito que dejó a Perisic mano a mano con Marshall, pero el guardameta escocés desbarató una ocasión clarísima que inflamó aún más las gradas. Poco después, McGinn estuvo muy cerca de llevar a su afición a la euforia más absoluta, pero esta oportunidad marrada significó el inicio del fin para Escocia. Modric no estaba dispuesto a marcharse tan temprano de la Eurocopa y lo dejó bien claro pasada la hora de juego. Una combinación en la frontal del área llegó a pies del genio, que se inventó un disparo con el exterior marca de la casa con un efecto endiablado. Un gol delicioso, convertido en obra de arte por la inspiración de un jugador maravilloso. Ante eso nada pudo oponer el conjunto escocés, derribado por el control absoluto impuesto por la medular croata, pero el recital de Modric no se detuvo ahí. A trece minutos del final, botó un córner desde la izquierda al que llegó Perisic en el primer palo para cabecear y poner el balón junto al otro poste. La rúbrica a una actuación sensacional que vale una segunda plaza. El intento a la desesperada de buscar el balón parado no cambió en absoluto el rumbo de un partido decantado. Al menos, el esfuerzo no se le puede negar a un equipo limitado que se llevó el aplauso de una afición incondicional.
GRUPO E:
Polonia 1 – Eslovaquia 2:
A un rival con el delantero más poderoso del fútbol mundial en la actualidad, Eslovaquia le opuso un esquema sin un ariete al uso. Un recurso pasado de moda, pero Hamsik conoce bien el papel de su etapa en Nápoles. Curiosamente, sin una referencia clara en punta creó un serio desconcierto a la zaga de Polonia, que se despistó más de la cuenta. No pudo frenar en el minuto 18 a Mak, que tiró una diagonal desde la izquierda, se quitó del medio a Bereeszynski con un caño y remató a puerta. Su disparo se estrelló en el poste, pero el balón pegó en la espalda de Szczesny y se introdujo en la portería. De forma inesperada, Polonia se veía detrás en el marcador y descubrió todas sus carencias para armar juego. No es un equipo bien dotado para elaborar y apenas creó peligro durante toda la primera mitad. Lewandowski prácticamente pasó inadvertido y seguramente echaba de menos en ataque a Milik, su habitual escudero en la delantera. Sin embargo, apenas había transcurrido medio minuto de la segunda mitad cuando Rybus entra a toda velocidad en el área, ejecuta el pase de la muerte y Linetty pone el empate pese a rematar con un tobillazo infame. Apenas treinta segundos para arreglar el desaguisado de la primera mitad y cambiar el guion del partido. Linetty tuvo otra oportunidad cinco minutos después, pero esta vez no sorprendió con otro disparo defectuoso. Eslovaquia había acusado el golpe, pero Krychowiak le echó una mano con un pisotón a Hromada en una entrada a destiempo que supuso su segunda amarilla y la primera expulsión de la Eurocopa. Polonia perdía a su mejor jugador en el centro del campo, aunque ya no sea el que fue, y los eslovacos se creyeron que podían sacar los tres puntos en superioridad numérica. Así fue. Internada por la derecha, balón hacia el borde del área y el central Skriniar llega desde atrás para poner un disparo seco junto al palo derecho de Szczesny. Un duro golpe que obligó a Polonia a buscar el empate a la desesperada, con prisas y más empuje que otra cosa. Buscó por encima de todo a su referente, Lewandowski, que entró más en juego, pero se dedicó a bajar el balón para los compañeros que llegaban de segunda línea. La gran ocasión llegó en la última jugada, en un balón que cedió el ariete polaco a Swiderski, pero Dubravka salvó los tres puntos para Eslovaquia sacando su remate con una parada de mucho mérito. Un triunfo inesperado que cambia la dinámica prevista en el grupo.
Fuente: momentodeportivord.com
España 0 – Suecia 0:
Luis Enrique añadió más leña al fuego de la polémica del delantero centro colocando al discutido Morata en punta. Falta hacía puntería ante una Suecia que no tenía otro plan que un cerrojazo infame, frenar el ritmo con faltas frecuentes y perder tiempo desde el minuto ocho. España capitalizaba todo la posesión, visto que su rival se deshacía del balón de mala manera y no superaba su propio campo. Hubo que esperar un cuarto de hora para que llegara la primera gran ocasión en un centro de Koke desde la derecha que cabeceó Dani Olmo. Una buena parada a una mano de Olsen evitó que se convirtiera en el tanto que abriera el marcador. Minutos después, Koke recogió un mal despeje en el área, remató con el exterior, pero el balón se marchó rozando el palo. España presionaba bien, movía el balón con velocidad y entraba con insistencia por banda, pero faltaba filo para generar ocasiones con frecuencia. Pese a que Suecia acumulaba muchos hombres atrás no faltaban los errores atrás, aunque las ocasiones se resistían hasta que un mal pase hacia atrás de Danielson le llegó a Morata para encarar completamente solo a Olsen. Uno contra uno, oportunidad inmejorable, pero el disparo se marchó excesivamente cruzado. Otro error que alimenta aún más el desencuentro de buena parte de la afición con Morata. Un ataque tan romo supone un problema, incluso contra un rival que ni se acercaba al área. Bastó con un solo balón que le llegó en condiciones a Isak. Entre Llorente y el poste evitaron que Suecia se adelantara en su primera llegada, una burla cruel que quedó en un susto. Dani Olmo tuvo una ocasión más en el último minuto desde el borde del área, pero Olsen despejó en duro disparo con seguridad. No había goles, pero la imagen era más que aceptable después de todo.
La historia sería muy diferente tras el descanso, puesto que desapareció la velocidad en la circulación del balón y el juego de España se convirtió en un toque excesivo y plano. Suecia vivió más tranquila y con menos agobios, incluso se permitió aparecer alguna vez cerca del área rival. Isak estuvo a punto de armarla al segundo balón que le llegó. Se deshizo de tres rivales sólo con su presencia física y le puso el balón en el segundo palo a Berg, que remató de mala manera pese a encontrarse sin marcaje. Hacía falta un cambio de piezas y Luis Enrique hizo sus primeros cambios en el minuto 66, pero no fueron los que esperaban los aficionados. Quitó a Morata, pero no le sustituyó por Gerard Moreno, el otro delantero centro de la plantilla. Afrontaba la necesidad del gol con el falso 9 contra una muralla y sin disparo desde fuera del área. Torpeza táctica de calado que aumentó la falta de profundidad, aunque Andersson echó una mano sustituyendo a Isak de forma inexplicable. Suecia ni volvería a asomarse cerca de la portería española sin su jugador más peligroso. Luis Enrique no tardó en volver al plan inicial y puso en el césped al deseado Gerard Moreno. Tenía un cuarto de hora para arreglar un partido sin ritmo, marcado por las continuas pérdidas de balón de los jugadores suecos. Tiempo suficiente para aparecer con auténtico peligro. Un centro por la derecha de Sarabia lo cabeceó el punta a bocajarro en el minuto 90, pero Olsen sacó milagrosamente el pie para evitar un gol que parecía cantado. El propio Sarabia recibió en el descuento un buen balón de Jordi Alba tras ganar la línea de fondo, pero se quedó a medias entre el control y el disparo y el balón llegó manso a las manos del cancerbero. La falta de puntería, otra vez la puntería, condujo a España a un empate frustrante que genera aún más dudas que al comienzo.
Suecia 1 – Eslovaquia 0:
Se esperaba un partido bastante espeso teniendo en cuenta que tanto Suecia y Eslovaquia son dos equipos pétreos y rocosos que no dan mucho margen para alegrías. Un argumento que se clavó al dedillo en San Petersburgo, puesto que la primera parte tuvo pocas ocasiones y escaso atractivo. Más allá de los detalles que deja Isak, cuyo talento es muy superior a un partido de esta factura, nada escapaba al sopor de una primera mitad aburrida. Suecia volvió a mostrar sus carencias para generar juego y Eslovaquia fue un quiero y no puedo, no le quedaban luces para crear verdadero peligro cuando se acercaba al área rival. Sin embargo, la segunda parte comenzó de una manera bien diferente, mucho más animada. Suecia se decidió por fin a buscar la portería eslovaca y exigió varias buenas intervenciones a Dubravka, que sacó en primer lugar un cabezazo a bocajarro de Augustinsson y, posteriormente, evitó que Isak pusiera la rúbrica a una maravillosa jugada personal en el minuto 70. Cuando el balón llegaba a los pies del delantero sueco el partido cambiaba. Como ocurriera ante España, es un dolor de muelas para las defensas rivales, que acababan burlados por la potencia y habilidad de Isak. Era el gran argumento de Suecia, sin lugar a dudas, pero no sería el quien decidiera el partido pese a que intervino en la jugada más importante. Un pase del delantero dejó solo en el área a Quaison, que se adelanta a Dubravka y toca primero el balón antes de ser derribado por el guardameta. Penalti que transformaría Rosberg con un disparo ajustado al palo derecho. Suecia ya podía dedicarse durante el último cuarto de hora a lo que más le gusta: limitarse a defender, sin más pretensiones. No tuvo muchos problemas para aguantar el resultado, no le hicieron daño los innumerables centros al área con los que Eslovaquia buscó el empate. De nada sirvieron contra un rival bien pertrechado y poderoso en el juego aéreo que suma su primer triunfo en esta Eurocopa. Suecia no necesita demasiado en ataque para sumar resultados positivos.
España 1 – Polonia 1:
Luis Enrique sólo introdujo un cambio en el equipo respecto al once que jugó contra Suecia. Gerard Moreno entraba como titular, por lo que España contaría de inicio con dos delanteros, aunque el punta del Villarreal jugara escorado a la derecha para que el seleccionador mantuviera intacto el 4-3-3. Polonia, por su parte, aprovechó el saque inicial para presionar arriba y plantear un duelo muy físico durante los primeros diez minutos. Se habían cumplido cinco de ellos cuando un remate de Klich desde fuera del área se marchó cerca del travesaño. No estaba cómoda España con una presión que llegaba incluso a su propio área, pero se recompuso cuando se hizo con el control de la posesión y devolvió a Polonia a su plan primigenio de esperar atrás, sin importarle el empate. Le sirvió para calmar el partido, aunque fuera con un juego un tanto plano y falto de velocidad en la circulación. Solo aparecía un cambio de ritmo cuando el balón llegaba a los pies de Gerard Moreno, el único capaz de abrir huecos en la defensa polaca con sus desmarques y visión de juego. Suyo fue el pase que burló todo el sistema defensivo a los 25 minutos y dejó en bandeja el balón a Morata en el área pequeña para que remachara el 1-0. Aunque fue anulado en un principio por fuera de juego, el VAR indicó a Orsato que la posición era correcta y corrigió su decisión. El tanto suponía un respiro, un alivio que permitiera acrecentar el claro dominio sobre un rival con pocos argumentos para crear juego, pero poco necesitaba Polonia para dejar al descubierto la endeblez de los centrales españoles. En primer lugar, Swiderski estuvo cerca de enbocar un centro de Lewandowski tras ganar la partida a Unai Simón y Pau Torres. Poco después, aprovechó una mala salida del balón de Jordi Alba para rematar desde la frontal del área. Su disparo fue desviado por el poste y el rechace llegó a pies de Lewandowski, que raramente perdona una ocasión tan clara, pero Unai Simón evitó un gol cantado con una mano milagrosa que sacó el remate a bocajarro de la gran estrella de Polonia. Jordi Alba estuvo cerca de resarcirse del error anterior con un buen pase desde la banda a Gerard Moreno, pero éste no fue capaz de rematar en el área chica hacia la portería defendida por Szczesny. El juego no pasaba de correcto, aunque sin brillantez, pero el resultado sí favorecía a España en esta ocasión.
No le quedaba otra al combinado polaco que buscar la igualada, ya que el 1-0 en contra le dejaba sin opción alguna de clasificarse para octavos de final. Buscó de nuevo la presión en campo contrario, con menor intensidad que al comienzo del encuentro, pero con mejor resultado. Antes de cumplirse los diez minutos del segundo tiempo, un centro de Jozwiak desde la derecha llegó a los dominios de Lewandowski, que ganó con claridad el cuerpo a cuerpo a Laporte y definió con un cabezazo espectacular ante el que nada pudo hacer Unai Simón. El sello del mejor delantero del fútbol mundial en la actualidad. Un mazazo que pudo tener rápida solución cuando el VAR llamó la atención al colegiado sobre un posible penalti sobre Gerard Moreno. La imagen no dejaba dudas, ya que Moder llegaba tarde y pisaba al delantero español dentro del área. Pena máxima que suponía una oportunidad inmejorable para responder cuatro minutos después, pero el lanzamiento de Gerard Moreno se estrelló en el palo y el posterior rechace lo envió fuera Morata pese a que tenía toda la portería libre para él. Un golpe severo que hundió moralmente a la selección española, que no se recuperaría en todo el partido. Acusó el error, el resultado y un bajón físico que acrecentó la sensación de juego plano y sin ideas. Tampoco ayudaron los cambios de Luis Enrique. Se dedicó a quitar delanteros, una fórmula extraña para asaltar la defensa rocosa de una Polonia que daba por bueno el empate y sólo salía de su propio campo cuando le llegaba el balón a Lewandowski. Eso sí, las escasas oportunidades que el delantero entraba en contacto con el esférico significaron una película de terror para la defensa española, agarrotada por la inseguridad que transmite. Un remate de Morata en un barullo dentro del área pequeña fue la única oportunidad de España en medio de la intrascendencia de su juego. España acabó con falso ‘9’ y poniendo centros en el área sin nadie que pudiera rematarlos. Un regalo para Polonia, que no pasó apuros para defender un punto que le permite depender de sí misma. Si en el debut lo que no convencía era la falta de gol y el resultado, el mal juego se une a la lista de quejas de una afición presa del desanimo. La victoria contra Eslovaquia es obligada si España no quiere protagonizar un prematuro y triste adiós a la Eurocopa en el grupo más cómodo de todo el torneo. Así se han puesto las cosas.
Suecia 3 – Polonia 2:
Solo un minuto necesitó Suecia para marcar territorio en San Petersburgo, no hizo falta más para que Forsberg hiciera una pared con Isak, se internara en el área y batiera a Szczesny con un disparo cruzado. Apenas había rodado el balón y los suecos ya tenían el encuentro de cara. Pintaban bastos, pero a Polonia no le faltaron arrestos para mantenerse en pie y lanzarse hacia la portería rival. Contar con Lewandowski supone una garantía de peligro permanente y volvió a quedar de manifiesto al cuarto de hora. Saque de esquina, el astro polaco supera a toda la zaga de Suecia y su cabezazo se estrella en el larguero. Acudió raudo al rechace, pero su segundo remate de cabeza topó de nuevo con el travesaño. Doble dosis de infortunio en la mejor ocasión en la primera mitad de Polonia, a la que la necesidad le condujo a dominar, aunque sin excesivo peligro. Suecia es un equipo que disfruta pertrechado atrás y no concedió más ocasión que un disparo lejano de Zielinski al que respondió con acierto Olsen. El asedio polaco se intensificó tras el descanso y al guardameta nórdico no le faltó trabajo en plena carga ofensiva rival. Tuvo que emplearse a fondo para desbaratar las ocasiones de Zielinski y Krychowiak en los cinco primeros minutos de la segunda mitad y mantuvo la mínima ventaja en el marcador. Polonia atesoraba todos los merecimientos para igualar el encuentro, pero Suecia volvió a golpear a la siguiente ocasión. De nuevo Forsberg apareció en otra ocasión aislada para poner un 2-0 que se antojaba definitivo para la suerte del partido.
Dos goles son una gran renta para un equipo bien armado atrás, pero jamás se puede bajar la guardia ante Lewandowski. Bastó un pase en largo para que bajara el balón e iniciara el contragolpe en solitario. No fue un ataque veloz y dos defensas se le echaron encima cuando se adentró en el área, pero qué más da. Apenas necesitó un resquicio para poner el esférico fuera del alcance de Olsen. Por algo es el mejor jugador del fútbol mundial los dos últimos años. El 2-1 insufló nuevos ánimos en Polonia, que se lanzó con todo hacia la portería sueca. Pudo marcar el empate poco después, pero Swierczock se encontraba ligeramente adelantado en el área pequeña cuando recibió el pase de Lewandowski. Suecia no dudó en atrincherarse, más pendiente de defender su renta, y su racanería le pasó factura en el minuto 83. La acumulación de defensores no evitó un despiste en el centro de la zaga que dejó completamente solo a, quien si no, Lewandowski. El enemigo menos indicado para recibir en esa situación y que no perdonó para fusilar sin piedad a Olsen. Polonia estaba a un solo tanto de conseguir una clasificación que siempre tuvo lejos, un premio que bien merecía un acoso sin reservas. Una valentía que no sólo no tuvo premio, sino que encontró un triste final en el descuento. Kulusevski aprovechó los espacios para maniobrar en campo contrario y ponerle un pase magistral a Claesson, que no perdonó ante Szczesny. Suecia alcanzaba el liderato in extremis y dejó con un palmo de narices a una Polonia que mereció mucho más.
Eslovaquia 0 – España 5:
Luis Enrique introdujo cuatro cambios en el primer partido a vida o muerte que afrontaba la selección española. Azpilicueta, Eric García, Busquets y Sarabia entraron en el once titular en el primer giro radical que dio el seleccionador en la alineación. Las novedades no iban a alterar el guion habitual, pues nadie dudaba que España tendría el control del balón ante un rival encerrado y al que le valía el empate. Tampoco varió el ritmo pausado de toque y elaboración durante los primeros minutos, pero no tardó en llegar la primera oportunidad. Una gran oportunidad. Koke protestó vehementemente tras caer en el área en una jugada sin trascedencia aparente, pero en las repeticiones se apreció con claridad que Hromada, en su intento de despeje, en lugar de golpear el balón se lleva puesta la pierna derecha del jugador español. Avisado por el VAR, Kuipers no dudó en señalar penalti tras revisar la jugada. Luis Enrique no tardó un instante en señalar a Morata como lanzador. Un voto de confianza a un jugador necesitado de ella, pero el delantero continuó con bache particular y lanzó la pena máxima al centro y a media altura. Un caramelo que despejó Dubravka sin dificultad y alargaba el maleficio de la falta de puntería. Otro golpe moral, pero España no acusó la pena máxima errada. No faltaron los ocasiones. Sarabia apenas rozó el balón tras un pase de Pedri que le dejó solo. El propio jugador canario estuvo a punto de llegar a un centro que solo tenía que empujar a la red. Morata quiso resarcirse de su error con una disparo desde la frontal que no supuso un peligro para el portero eslovaco. El dominio era innegable, pero no llegaba el gol. Se podía decir que sería más sencillo que Eslovaquia se metiera el gol sola a que marcaran los jugadores españoles. Así fue, de forma literal, a la media hora de juego. Sarabia interceptó el balón en una mala salida de la zaga rival, pero su disparo lo repelió el larguero. Morata se colocó bajo la portería, por si había suerte cuando bajara el balón. Más fe que otra cosa, pero Dubravka se lió con un despeje de puños hacia su propia puerta.
Una pifia que pasa a los anales de los errores mayúsculos. Un gol absurdo, pero que supuso un gran alivio para España, siempre dominadora y que solo tenía que esperar a que Eslovaquia volviera a perpetrar una charlotada. Una defensa blanda en el descuento permitió a Gerard Moreno poner el balón al área pequeña a Laporte, que saltó hacia atrás y colocó el balón junto al palo derecho de Dubravka. El segundo tanto se antojaba el punto y final, la sentencia, pues los eslovacos pasaban por graves problemas para atravesar el centro del campo. Tras el descanso no les quedaba otro remedio que mostrarse más incisivo, pero no pasó de un intento en los primeros minutos del segundo tiempo. Con el viento a favor, España se lo tomó calma. No le hacía falta apretar para que aparecieran ocasiones puntuales, pero resueltas con la efectividad que no tuvo antes en esta Eurocopa. Un centro de Jordi Alba en el minuto 56 fue rematado a placer por Sarabia para marcar el 3-0. Ferrán Torres, nada más salir al césped, anotaba de tacón tras un saque de esquina botado en corto. España disfrutaba después de tantos sinsabores, jugueteando con un rival convertido en un guiñapo. Otro recién ingresado al partido, Pau Torres, incordió tanto en el área contraria a Kucka que el jugador eslovaco introdujo el balón en su portería tratando de despejar. La angustia de un duelo a vida o muerte se transformó en un festival, en una reconciliación con la grada. Luis Enrique se permitió el lujo de dar minutos a jugadores con escaso o nulo protagonismo, como un Adama Traoré aclamado por La Cartuja. La mente ya estaba en San Petersburgo, en el empate que allí reflejaba el marcador y le daba a España el liderato y un cruce amable en octavos. El gol sueco en el descuento le privó del lugar de privilegio y le empareja con Croacia, peligroso rival en la primera eliminatoria. Al menos, la afrontará con el ánimo alto tras arrollar a una Eslovaquia convertida en caricatura.
GRUPO F:
Hungría 0 – Portugal 3:
Jugar en Budapest fue como viajar en el DeLorean de Regreso al futuro. Estadio repleto, ni rastro de restricciones y mascarillas, aspecto de la normalidad de toda la vida. El fútbol anterior a la llegada de la pandemia. Lo que también correspondió a lo habitual de costumbre fue el dominio incontestable de Portugal, que no tardó más de cinco minutos en crear su primera ocasión con un disparo de Diogo Jota que sacó Gulacsi. Hungría salió demasiado acelerada y concedió demasiado a un rival que se mueve como pez en el agua con espacios, pero se recompuso con el paso de los minutos y consiguió enfangar el partido. El dominio territorial de los lusos era absoluto ante la falta de peligro de la selección magiar, que no amenazaba ni de lejos, pero les costaba una barbaridad generar ocasiones ante el entramado defensivo y la falta de ritmo. Sólo aparecía riesgo para la meta húngara cuando le llegaba el balón dentro del área a Jota, el único que hacía trabajar a Gulacsi, pero la mejor ocasión en la primera mitad llegó al filo del descanso. Cristiano Ronaldo sólo tenía que empujar a la red el gran centro de Bruno Fernandes desde la derecha, pero incomprensiblemente falló lo que nunca perdona. Portugal controlaba el partido, pero se le resistía el gol. Una tónica que continuó repitiéndose tras el descanso. No abundaban las ocasiones, pero cuando llegaban aparecía Gulacsi para evitar el tanto portugués.
Por otro lado, Hungría no aparecía demasiado, pero intentó estirar líneas con más empuje que otra cosa. Siempre buscando a Szalai, el eterno referente magiar en punta, aunque no tuvo oportunidad de probar puntería. Los minutos pasaban y Portugal era incapaz de abrir la lata. Aparte de las prisas, se llevó un disgusto momentáneo cuando Schön recibió un pase de Nego, recortó al defensor y batió a Rui Patricio. Lo evitó que el jugador húngaro estaba en fuera de juego y el gol fue anulado. Por mucho que berreó la afición local, la posición adelantada era muy clara. Sin acierto, un equipo está expuesto a un aviso semejante, pero los hombres de Fernando Santos solventaron la papeleta en el tramo final. Un balón procedente de un rebote en el minuto 83 le llegó en el área a Guerreiro, fuera de su posición natural. Su remate lo desvió Orban y, con toda la fortuna del mundo, quedó fuera del alcance de Gulacsi. De rebote, de forma rocambolesca, pero Portugal abría la lata. Dos minutos después, Rafa Silva se interna en el área, Orban le agarra del brazo y comete penalti. El central húngaro se había cubierto de gloria en apenas un par de minutos. Cristiano Ronaldo engañó al meta y puso la sentencia, aunque aún quedaba tiempo para el toque final. Ya en el descuento, recibió un pase filtrado de Rafa Silva, se libró de Gulacsi con un hábil regate y anotó el 0-3 a puerta vacía. Un destello muy brillante para cerrar un marcador abultado y que nadie podía imaginar cuando el partido marchaba 0-0 a siete minutos del final.
Francia 1 – Alemania 0 (por diegol2):
La primera jornada de la Eurocopa se cerraba en Munich con un partido que bien podría ser una final. Se enfrentaban dos de las tres mejores selecciones de la historia del fútbol europeo y grandes favoritas para alzarse con el título dentro de tres semanas.
Los duelos entre Alemania y Francia siempre son especiales y encierran algo más que fútbol; una rivalidad histórica que nos evoca a partidos míticos como aquella semifinal del mundial 82.
A nadie escapa que el grupo F es el más duro por los equipos en liza y, sabedores de ello, ambas selecciones se jugaban anoche algo más que tres puntos.
Joaquim Low dispuso para Alemania un sistema 5-3-2 tan de moda últimamente en el fútbol europeo. Tres centrales para darle mucho empaque al centro de la defensa y dos carrileros con bastante recorrido.
Por su parte la Francia de Didier Deschamps salía con un 4-3-3 sistema que tan buen resultado le ha dado a Francia estos últimos años. Aprovechando la velocidad arriba de Mbappé y la movilidad de Benzema y Griezzman.
El partido no defraudó y, a pesar de la escasez de goles, se puede considerar el mejor de lo que va de campeonato, teniendo en cuenta el potencial de ambas selecciones. El nivel de intensidad, velocidad y calidad técnica mostrado por ambos equipos, comparado con otros partidos de lo que va de campeonato, es cuanto menos esclarecedor.
Alemania salió bien, muy seria, y dio un par de avisos a la portería de Hugo Lloris, pero una vez llegado el primer cuarto de hora empezó el dominio francés. Primero Pogba en el minuto 16′, con un remate de cabeza, e inmediatamente después Mbappé en el 17′, con un disparo tras una buena cabalgada, dieron el aviso. El poderío del centro del campo francés se acentuaba y, aparte de estar cómodos, empezaban a decantar el choque hacia sus intereses, entre otras cosas por un extraordinario Pogba que, con un maravilloso pase al hueco con el exterior, vio una subida de Lucas por el costado zurdo que le valió al jugador galo para centrar y que Hummels introdujera el esférico en su propio marco. Gündoğan pudo igualar en el minuto 39, pero no remató bien. Francia se mostraba cómoda. En el inicio de la segunda parte, Rabiot recibió en la izquierda un servicio delicioso de Mbappé y el de la Juventus estrelló la pelota en el poste.
La respuesta inmediata llegó en las botas de un Serge Gnabry que remató un buen centro, aunque el balón tras bote se fue por encima de Hugo Lloris. El partido por momentos se crecía en intensidad con una Francia que causaba miedo con los espacios y una Alemania que no le perdía la cara.
Y llegó la polémica. En uno de los peligrosos ataques franceses, Mbappé con varios jugadores alemanes cerca, supo hacerse un hueco con la derecha y con un disparo ajustadísimo al palo logró batir a Neuer. El colegiado señaló fuera de juego y anuló el golazo del astro galo.
No quedó ahí la cosa, también se quejó Mbappé de un penalti cuando Hummels le rebañó la pelota al encarar al portero alemán.
Y otro gol anulado, otro fuera de juego en una vertiginosa contra francesa que condujeron Pogba, que asistió a Benzema para que rematara a placer.
En todos esos casos el VAR advirtió al colegiado.
Ciñéndonos al mero aspecto futbolístico, hay que resaltar el hombre más decisivo del partido, Paul Pogba hizo un auténtico partidazo acaparando mucho campo, muchos metros, multiplicándose en todas las facetas del juego, ayudando en defensa y proyectándose en ataque con mucho peligro. El centrocampista total que eclipsó (y ya es decir) al omnipresente Kanté y que con Rabiot, forman posiblemente el mejor centro del campo de toda la Eurocopa.
Digno el papel de Alemania que se esforzó hasta el final, poniendo ganas e intensidad ante una Francia superior.
Al final, el resultado se antoja justo aunque corto, 1-0, pues bien pudo obtener algún gol más cada selección.
Hungría 1 – Francia 1:
Tanto Hungría como Francia plantearon de inicio una estrategia de presión que convirtió los minutos iniciales en una continua emboscada. Las acciones de dos contra uno al poseedor del balón transformó el terreno de juego en un escenario de guerra de guerrillas que impedía cualquier acercamiento a portería, pero a Francia le bastaba que combinaran sus tres delanteros para escapar de cualquier encerrona. Rondaba el cuarto de hora cuando Benzema encontró al borde del área a Mbappe, su disparo los desvió Gulacsi y Griezmann, completamente solo, falla estrepitosamente al estrellar el balón en el portero húngaro, aún en el suelo. Puede dar gracias a que su posición de fuera de juego evitó un bochorno aún mayor, pero esta ocasión significó el comienzo del acoso francés. Las llegadas se multiplicaron sobre el área magiar: un cabezazo de Pogba que se marchó fuera, un remate de Benzema en buena posición que no encontró puerta, una arrancada de Mbappe que terminó en un disparo que rozó el palo. A Hungría apenas le daba para achicar agua, más si cabe cuando Adam Szalai se retiró mareado tras recibir un golpe en la cabeza. El dominio francés era incontestable, pero a los hombres de Deschamps les faltó la puntería que hacen gala por costumbre. Incluso un equipo tan poderoso acaba pagando tras perdonar tantas ocasiones. No había dado ninguna señal de peligro, pero Hungría no desaprovechó la única llegada en la primera mitad.
Ya en el descuento, Fiola finalizó el único contraataque húngaro bien armado para adelantar a su equipo. Se volvió loco en la celebración y no es para menos, ya que nadie podía imaginar que la selección magiar pudiera marcharse con ventaja al descanso tras pasar gran parte de la primera mitad encerrada en el área. Deschamps diseñó un once ultraofensivo en el segundo tiempo, sustituyendo a Rabiot por Dembele. Sacrificó el centro del campo para jugar con tres delanteros y un extremo; más juego directo en busca de voltear un marcador tan desfavorable como inesperado. La escasez de efectivos en la zona de medios generó más espacios para la salida del balón de Hungría, que no se veía tan abrumada como en los primeros 45 minutos, pero la entrada de Dembele añadió una verticalidad aún más acusada en el juego francés. A la primera ocasión que dispuso, el extremo estrelló el balón en la madera. Otra ocasión más, pero el gol se resistía. No sería para siempre, pero la espera duró hasta el minuto 66. Centro de Mbappe dentro del área, balón que queda muerto y Griezmann que aparece para, esta vez sí, anotar el tanto del empate. Francia salía de un situación comprometida y contaba con tiempo suficiente para buscar la victoria, más si cabe cuando Hungría ya pagaba el desgaste físico y se limitaba a una resistencia tenaz dentro de su área. Sin embargo, a Francia le faltó gas y profundidas en los últimos minutos, circunstancia que se agravó cuando Dembele se retiró tras sufrir un golpe en el tendón. Había salvado los muebles, pero este empate no entraba dentro de los cálculos. Hungría había conseguido resistir y llegar a la última jornada con opciones de clasificación, que no es poco en el grupo de la muerte.
Portugal 2 – Alemania 4:
La derrota en el estreno contra Francia dejaba sin apenas margen de error a Alemania, por lo que se esperaba un arranque fulgurante de la selección germana. Tal cual ocurrió en el Allianz Arena, pues los hombres de Löw salieron en tromba desde el saque inicial. A los cuatro minutos, Ginter centra desde la derecha, Gnabry no llega a rematar de cabeza, pero Gosens aparece en el segundo palo para marcar de forma acrobática. Un gol espectacular, pero anulado debido a que Gnabry se encontraba ligeramente adelantado. Un pequeño revés que no frenó el empuje alemán. Portugal no era capaz de salir del área, se encontraba encerrada por la presión y los ataques fulgurantes de los germanos, pero tampoco necesitaba demasiado para lucir toda la pólvora de sus delanteros. Convirtió el despeje de un córner en contra en una maravilla. Bernardo Silva dio un preciso pase en largo desde su propio campo a Diogo Jota, que orientó con el pecho, encaró a Neuer y le dejó el balón franco a Cristiano Ronaldo para que marcara a placer el primer tanto luso. Y esto, niños y niñas, se llama contraataque. Mejor definición, imposible. Le costó unos minutos a Alemania recomponerse de un golpe inesperado, incluso se llevó un susto cuando, en un córner, Rubén Días bajo de cabeza el balón y éste se paseó por el área pequeña. Sin embargo, el infortunio se presentó por partida doble a la selección lusa en los últimos diez minutos. Centro de Gosens desde la izquierda, Havertz que entra como un tráiler en el área pequeña y Rubén Días introduce el balón en su portería ante la presión del mediapunta alemán. Un gol en propia meta siempre resulta duro digerirlo, pero dos resulta insoportable. Así ocurrió cuando en el minuto 39 Guerrero despejó defectuosamente un centro de Gnabry y completó un momento fatídico lleno de mala suerte.
Portugal se había pegado dos tiros en el pie, quedó noqueada por el impacto de los dos autogoles tan repentinos. Alemania pudo ampliar su ventaja antes del descanso, casi siempre con Havertz por medio en cada jugada, pero llevaba una dinámica tan positiva que no importaba esperar a la segunda mitad. Había recuperado la circulación veloz del balón de sus mejores tiempos y creaba un peligro constante cada vez que llegaba a las bandas. En un cuarto de hora dejó fuera de combate a un rival que no tuvo nada que hacer para frenar la avalancha. Primero, Gosens puso un nuevo centro preciso desde la izquierda que, ahora sí, remató a la red Havertz en el área pequeña. Posteriormente, a la hora de juego, Gosens cambió su papel de asistente por el de goleador al rematar de cabeza en el segundo palo un centro de Kimmich. 1-4 con baile de gala y chaqué. Pura elegancia y belleza que permitió a Löw reservar jugadores y proporcionarle a Gosens la merecida ovación de los aficionados alemanes. Portugal estaba en la lona, pero tuvo orgullo para levantarse y seguir peleando. Joao Moutinho sacó una falta al borde del área a los 67 minutos. Un centro pasado, pero Cristiano tuvo la habilidad de mantenerlo en el campo y poner el balón en el área pequeña para que Jota remachara en línea de gol. Aún seguía lejos, pero Portugal encontró el camino para buscar la remontada. Se quedó cerca de amenazar la plácida victoria alemana. Renato Sanches estrelló en la madera un duro disparo desde 25 metros y los centrales lusos no estuvieron lejos de exigir a Neuer a balón parado en los minutos finales, pero Alemania no estuvo dispuesta a conceder un solo instante al sufrimiento que oscureciera su gran obra. Un triunfo rotundo y abrumador que devuelve la mejor cara a la selección germana.
Portugal 2 – Francia 2:
En Budapest, donde el público local estaba más pendiente de lo que hacía su selección en Munich que lo que acontecía sobre el césped, Francia comenzó con un patente dominio territorial, aunque sin inquietar en exceso a una defensa lusa bien armada. Un remate de Mbappe, tras pase en profundidad de Pogba, desbaratado por Rui Patricio fue la única ocasión destacable de la selección gala en el primer cuarto de hora. A partir de entonces, el control aparente de los hombres de Deschamps se fue difuminando cuando Portugal fue abriendo líneas con el paso de los minutos y empezó a acercarse al área francesa. Cristiano avisó en primera instancia con un remate de cabeza, pero el primer apuro considerable llegó cuando Lloris falló en una salida y golpeó con el codo a Danilo en el intento de despeje de un balón aéreo. Penalti clamoroso que dejó maltrecho al jugador portugués durante unos minutos y que convirtió Cristiano Ronaldo engañando por completo al guardameta. Ahora el control del encuentro estaba en manos de Portugal, que superaba con sorprendente solvencia a un centro del campo que no mostraba el vigor de costumbre. Lo más preocupante para Francia es que ni siquiera creaba peligro, ni se veía venir una sola oportunidad clara de batir a Rui Patricio, pero la fortuna se le presentó sin esperarlo en forma de regalo. Mbappe cayó al suelo en un ligero forcejeo, una jugada que no tenía trascendencia alguna, pero Mateu Lahoz la convirtió en penalti para indignación de los jugadores lusos.
Una extraña decisión de un árbitro que se caracteriza por su permisividad con los contactos, pero no había vuelta atrás. Benzema arreglaba al filo del descanso y de forma inesperada el problema en el que se había metido Francia. Un gol que suponía una buena dosis de tranquilidad, aumentada si cabe cuando al inicio de la segunda parte recibió Benzema dentro del área y su disparo cruzado pegó en el palo y entró dentro de la portería. Ahora Portugal era quien se encontraba en un buen apuro, ya que la derrota le dejaba fuera de la competición en la primera fase. Momento de tensión, de angustia, pero la suerte le devolvió lo que le había arrebatado en la primera parte con una mano clarísima de Kounde dentro del área. Otro regalo, otro caramelo para Cristiano Ronaldo que volvió a burlar a Lloris lanzando a su izquierda. Un tanto que le convertía en el máximo goleador a nivel de selecciones, superando al iraní Ali Daei. De todos modos, a Portugal aún le quedaba por sufrir porque Francia ya no era el equipo alicaído de la primera mitad. Rui Patricio apareció providencial para desbaratar todas las ocasiones francesas hasta que se firmó una especie de pacto de no agresión durante los minutos finales. La revisión de un posible penalti sobre Coman puso la nota de incertidumbre en los últimos instantes, pero el marcador ya no se movería. Los dos pasaban a octavos de final, aunque la dificultad de los cruces no será la misma para ambos.
Alemania 2 – Hungría 2:
Sin lugar a dudas, este partido se recordará como La batalla del arco iris por la polémica generada por la prohibición de la UEFA a iluminar el Allianz Arena con los colores de la bandera arco iris y las reacciones a las leyes de tintes homófobos del gobierno húngaro. Un marco extradeportivo que influía en gran manera en la víspera de un partido que se presentaba como un trayecto asequible para Alemania hacia octavos de final. Quien lo pensaba, se equivocó por completo. Pasados los primeros diez minutos, de claro control de la Mannschaft, a Hungría le bastó con aparecer una vez por el área germana para sembrar el pánico en las gradas. Centro de Sallai, Adam Szalai le gana la partida a los centrales y cabecea de forma magistral para adelantar a los magiares en el marcador. Un golpe sorprendente que alteró el guion establecido. Evidentemente, Alemania conservó el dominio del balón, aunque le faltó chispa a su juego. Hummels estuvo a punto de empatar poco después del gol húngaro, pero el larguero impidió la igualada. Las ocasiones llegaban a cuentagotas, pero Hungría no se sentía desbordada. Le faltaba velocidad a la selección alemana al mover el balón, no descolocaba a una defensa muy poblada y que no encontraba problemas para replegarse ante el toque insustancial que ofrecía el conjunto de Löw. Además, la fuerte lluvia que descargaba sobre Munich agudizaba un escenario gris y desagradable. El descanso no sirvió para que Alemania planteara el encuentro de otra manera. Continuaba el ataque lento, desesperante, intrascendente. No había prisas ni se alteraba la monotonía, por mucho que Alemania estuviera eliminada con la derrota momentánea.
Löw empezó a mover el banquillo antes de que el agobio y la ansiedad se apoderara de sus jugadores y los aficionados, pero la mayor aportación para sus intereses lo encontró en la mano que echó el portero húngaro mediado el segundo tiempo. Gulacsi sale a por uvas en una falta botada hacia el área, Hummels cabecea y Havertz toca bajo palos para anotar el empate. Un craso error que suponía un respiro, pero apenas duró dos minutos la tranquilidad. Mientras Alemania aún se reponía del sofocón, Adam Szalai lanza un pase largo a Schäfer, que le gana la espalda a la defensa y pilla en un renuncio a Neuer, que había salido de la portería de forma inexplicable. Muchas facilidades que ayudaron al 1-2 y al regreso de la desazón al Allianz Arena. Ahora, Alemania sí se encontraba en un buen lío. Aún tenía veinte minutos para salir del atolladero, aunque ahora las prisas sí se notaban en el juego germano. El asedio a la portería magiar era indiscutible, pero el tiempo se consumía y la sombra de una eliminación temprana y deshorosa sobrevolaba sobre Munich. Sin embargo, la suerte no le dio la espalda a Alemania. Goretzka se apoderó del esférico tras una serie de rechaces en el área húngara y su disparo raso y colocado fue directo a la red a seis minutos del final. Un profundo suspiro de alivio después de un gol que salvaba a la selección alemana. Hungría ya no tenía fuerzas para responder ni los de Löw se dejaron sorprender de nuevo. Sufrió mucho más de lo imaginado, pero Alemania pasaba como segunda clasificada en un duelo que se recordará por muchos motivos.
OCTAVOS DE FINAL:
Gales 0 – Dinamarca 4:
Gales trató de sorprender en Amsterdam con una puesta en escena al más puro estilo británico. Empuje y fútbol directo que propició que los galeses se sintieran cómodos durante lo primeros minutos, aprovechando los espacios que aparecían en el centro del campo. Un disparo de Bale que se marchó rozando el palo fue la mejor oportunidad en este arranque prometedor, que se fue disipando con el paso de los minutos y el mayor control que fue ejerciendo Dinamarca sobre el juego. Con el dominio del balón en su poder, los daneses han demostrado en la primera fase que saben moverlo con velocidad y que no les cuesta crear ocasiones. La puntería fue su principal defecto, pero lo subsanó en los dos últimos partidos. Su dominio se reflejó en el marcador en el minuto 27. Dolberg recibe el balón fuera del área, se lo prepara y suelta un potente disparo que se cuela junto al palo izquierdo de Ward. Ventaja muy merecida para una selección danesa que amplió su hegemonía en el cesped con este primer tanto. Ni siquiera notaba la ausencia por problemas físicos de Wass y Poulsen, dos piezas importantes en un centro del campo que funcionó de maravilla también sin ellos. Las llegadas de Dinamarca se sucedieron hasta el descanso y la mínima ventaja se antojaba incluso corta para sus merecimientos. Ward salvó el segundo gol rival con sendas paradas a un remate de tacón de Dolberg y otro disparo de Maehle, pero no pudo apagar todos los fuegos que se presentaba en su área. Sobre todo si el mayor peligro lo provocan sus propios compañeros.
Un despeje defectuoso de Neco Williams al centro del área, justo lo contrario de lo que debe hacer un defensa para atajar una ocasión de peligro, llegó manso a los pies de Dolberg, que fusiló a placer el tanto que suponía el 0-2 en el minuto 48. Bale protestó una falta al inicio de la jugada, quizá con razón, pero el colegiado no iba a cambiar su parecer. Con todo el segundo tiempo por delante y el control absoluto que ejercía Dinamarca, a Gales le esperaba una pesadilla hasta el final. Logró sacudirse un tanto ese dominio, buscando los espacios tras robar el balón en el centro del campo, pero todos sus intentos se reducían a centros al área que sacaron sin problemas los centrales daneses. Más le preocupaban a Hjulmand, seleccionador de Dinamarca, los problemas físicos de jugadores como Delaney, Kjaer o Damsgaard, sustituidos por precaución, pero ni esta circunstancia inquietó a un equipo que hundió a Gales en la frustración en los últimos diez minutos. Cornelius sacó de sus casillas a la defensa galesa, incapaz de frenar a un delantero limitado, pero que se deshacía de tres rivales si hacía falta en plena fase de euforia. Fue un factor importante para crear espacios cerca del área en unos minutos finales que supieron a gloria al cojunto nórdico. Pudieron marcar Braithwaite y Maehle el tercero, pero el disparo del primero se estrelló en el poste y el segundo no consiguió batir a un Ward tumbado en el suelo. Ambos se resarcirían a la siguiente ocasión. Maehle recibió el balón en la parte derecha del área, se libró de Davies con un recorte y batió a Ward con un potente zurdazo. Ya en el descuento, Braithwaite completó la cuenta con un gol que fue anulado inicialmente por fuera de juego, pero al que el VAR le dio validez. La guinda al pastel, el dulce final para un equipo que está desarrollando un fútbol de mucho nivel. Si es por juego, Dinamarca merece llegar muy lejos en esta Eurocopa, tanto como la distancia sobre una Gales corta de recursos. Quien sabe si esta derrota supone el triste final a la carrera deportiva de Gareth Bale.
Italia 2 – Austria 1 (tras prórroga):
Sorprendió el comienzo de Austria, que lejos de cerrarse en su área buscó la presión en campo contrario como propuesta de un partido abierto y con espacios. No le importó acudir a un choque de ida y vuelta, aunque diera la sensación de que sus llegadas no llevaran excesivo peligro y dispusiera de menos pólvora que Italia. De hecho, cuando los azzurri se plantaban en tres cuartos de campo se convirtieron en una seria amenaza para la meta austriaca. Al cuarto de hora, un centro de Spinazzola, un tormento constante con los espacios que encontró en la banda izquierda, llegó a pies de Barella y su remate lo desvió Bachmann con el pie derecho. El siguiente aviso fue aún más amenazador. Immobile recibió a 25 metros de la portería rival, pero ni se lo pensó para sacarse de la manga un extraordinario disparo que se estrelló en la escuadra. Bachmann solo pudo mirar la trayectoria y respirar aliviado cuando la madera repelió el gran lanzamiento del delantero italiano. Sin embargo, las ocasiones de los hombres de Mancini se contaban con cuentagotas. Peligrosas, pero escasas. Al juego de Italia le faltaba la velocidad y el vigor de los partidos anteriores, se encontraba enfangado por la buena disposición austriaca en el terreno de juego y que no le dejaba maniobrar con comodidad en campo contrario. Las dudas de los transalpinos se acrecentaron tras el descanso porque no encontraban la forma de desactivar el entramado de Austria, que, para colmo, empezaba a avisar con mayor peligro que en la primera mitad. Una falta botada por Alaba se marchó muy cerca de la portería rival, pero más trascendencia tuvo un cabezazo de la estrella austriaca que cabeceó a la red Arnautovic, solo en el segundo palo. Un gol que rompía cualquier pronóstico, pero que fue anulado por el VAR debido a que el delantero se encontraba en posición adelantada.
Vistos los apuros, Mancini realizó cambios en el centro del campo para acabar con el ritmo mortecino en el que había entrada la selección italiana. Recuperó el control sobre el terreno de juego, pero costaba la vida encontrar un resquicio en la defensa austriaca. Tanto, que fue le imposible evitar la prórroga y tuvo que esperar al tiempo extra para abrir el marcador con un jugador que entró al encuentro en los últimos minutos del tiempo reglamentario. Otro centro de Spinazzola desde la izquierda llegó a pies de Chiesa, que se quitó de encima a Lainer con un recorte magistral y anotó el 1-0 con un disparo cruzado con la pierna izquierda. A Italia le había costado 95 minutos superar la resistencia austriaca, pero el camino hacia cuartos de final se despejaba y se abrió definitivamente cuando la primera mitad de la prórroga llegaba a su fin. Un balón bajado dentro del área por Acerbi, como si fuera un delantero centro, lo tocó Pessina en posición acrobática para marcar un segundo gol que se antojaba definitivo. No fue así, ya que Austria devolvió la emoción al encuentro a seis minutos del final con un cabezazo en plancha de Kalajdzic en un saque de esquina. No iba a tener un final tranquilo Italia, que estuvo cerca de llevarse otro sofoco en el último minuto cuando una salida a la desesperada de Donnarumma dejó la portería al descubierto. La defensa tuvo que aparecer oportuna para evitar un disgusto de último hora y sellar una clasificación para cuartos mucho más sufrida de lo esperado. La primera eliminatoria deja las primeras dudas sobre las posibilidades de Italia en esta Eurocopa.
Países Bajos 0 – República Checa 2:
Como era de imaginar, Países Bajos llevó el control del balón desde el principio en un partido que se planteaba cómodo para la selección neerlandesa. No parecía probable que los checos opusieran gran resistencia a un rival que pasó la primera fase con solvencia y, aunque no llegaba con especial relevancia, cuando se acercaba dio sensación de mayor peligro. A los veinte minutos, pudo adelantarse cuando Dumfries, que apareció fuera de su posición habitual, salvó una mala salida de Vaclik, pero no encontró la portería checa. Sin embargo, el aparente control de Países Bajos fue disminuyendo ante la bajada de intensidad en su juego. La selección checa se encontraba bien pertrechada en su propio campo y dejó sin espacios a los hombres de Frank de Boer, maniatados sin la posibilidad de contragolear o buscar el balón al espacio. Tan cómodo se puso el partido que los jugadores checos no se quedaron encerrados atrás y estiraron líneas con algo más de alegría. Las internadas por la banda derecha finalizadas con centros al área, siempre rematados por la República Checa, aparecieron con relativa frecuencia. Aunque no inquietaron en exceso a la portería defendida por Stekelenburg, dejaron a las claras que Países Bajos debía imprimir mayor velocidad a su juego si quiería romper una defensa rocosa y disciplinada. Lo consiguió a los cinco minutos de la segunda mitad una acción personal de Malen, que se deshizo de dos defensores para encarar a Vaclik. Una jugada brillante que no supo rematar, ya que el intento de regate no despistó al meta checo, que le arrebató el balón con la mano con toda limpieza. Quizá se vino demasiado arriba tratando de elugir al guardameta en lugar de buscar el remate, una oportunidad perdida de la que se acordaría dos minutos después el conjunto neerlandés.
De Ligt se resbaló de manera inoportuna cerca del área, con Schick pegado a su espalda. Al central no se le ocurrió otra cosa que desviar el balón con la mano para que el delantero no tuviera la oportunidad de controlar y quedarse mano a mano contra el portero, con el agravante de que era el último jugador de Países Bajos. La amarilla inicial se convirtió en tarjeta roja tras la revisión en el monitor del VAR y comenzó el imparable descalabro de los neerlandeses, que no pudieron superar el golpe de afrontar casi toda la segunda mitad con un jugador menos. La República Checa se dio cuenta de que su rival estaba paralizado, aún sumido en la conmoción, y no dudó en asediar el área neerlandesa de inmediato. Sucesión de balones aéreos que siempre remataban los jugadores checos, una circunstancia que terminó por darle frutos ante la fragilidad que encontraba en Países Bajos. Una falta lanzada desde la banda derecha es cabeceada por Kalas, que previamente ganó la partida a la defensa y un Stekelenburg que se quedó a media salida, y el balón llegó al segundo palo para que Holes rematara a placer de cabeza el primer gol checo. Ahora la Oranje estaba forzada a buscar la portería rival como fuera, pero trató de llegar más por obligación que por juego o convencimiento. Apenas inquietó a Chequia, que no necesitó demasiada elaboración para meter a Países Bajos en un brete. Un preciso pase en largo en el minuto 79 permitió a Holes entrar sin oposición por la banda derecha y poner un centro raso que Schick, que apareció por el primer palo, envió a la red. El golpe de gracia que consumaba la primera gran sorpresa de la Eurocopa, pues los neerlandeses no tuvieron capacidad de reacción alguna. La fragilidad mental de Países Bajos allanó el triunfo de una República Checa que ni en sueños imaginaba presentarse en cuartos de final.
Bélgica 1 – Portugal 0:
Quedar emparejado con uno de los integrantes del trío de la fama del grupo de la muerte no suponía ningún premio para un líder de grupo, ni tan siquiera para un equipo como Bélgica, uno de los grandes aspirantes al título desde el comienzo de la Eurocopa. Portugal repitió el guion de su duelo contra Francia, cediendo el balón a un rival igual de habilidoso con velocidad y espacios que la selección gala. No conceder un metro para correr, esa era la consigna. Sin terreno para explotar su juego vigoroso, Bélgica se sintió maniatada, enredada en el juego enfangado que propuso la selección lusa. Se parecía mucho el partido al que disputó contra Francia y, al igual que entonces, fue ganando terreno con el paso de los minutos mientras su rival quedaba atrapado en su tela de araña. Cristiano Ronaldo avisó a los 25 minutos con un lanzamiento de falta que obligó a Courtois a realizar una gran estirada. Portugal se aventuraba con más frecuencia por los alrededores del área belga, a la vez que los de Roberto Martínez no salían del ritmo cansino que le sumía en la nada. Ni siquiera Lukaku sirvió como recurso para buscar la jugada afortunada. Palhinha tenía la única misión de cortar el paso al ariete y para ello no dudó en pegarle más palos que a una estera. Se consumía la primera parte sin que Bélgica hiciera nada relevante, pero tiene tanta calidad que necesita poco para hacer daño. Thorgan Hazard se encontró solo a 25 metros del área, sin la presión de unos defensas que recularon y no les preocupó dejarle espacio. No se lo pensó el hermano de Eden en disparar desde allí, un tiro potente que hizo inútil la estirada de Rui Patricio. Los belgas parecieron un conjunto insulso durante 42 minutos, pero solo necesitan un instante para golpear.
El tanto por sorpresa obligó a Portugal a cambiar el guion, a buscar con más descaro la portería contraria. Como siempre, Cristiano fue la referencia de los balones que llegaban al área, pero Courtois siempre ofreció seguridad bajo palos. Lo que no cambió fue el jarabe de palo suministrado por Palhinha. Una dura entrada al inicio del segundo tiempo dejó fuera de combate a De Bruyne, una baja sensible que afectó a la salida del balón de Bélgica. De hecho, pocas noticias hubo de su ataque durante la segunda mitad y suficiente tuvo con aguantar el tipo en un partido cada vez más tenso y bronco. A Pepe se le volvieron a caer todos los tornillos y derribó aparatosamente a Thorgan Hazard cuando hizo oídos sordos al silbato del árbitro y continuó jugando para perder tiempo. Quedó en nada, pero volvió a reaccionar mal el central en un momento de tensión. Los diez minutos finales se le harían interminables a los belgas. Courtois sacó una parada de reflejos a un cabezazo de Rubén Días a bocajarro solo un minuto antes de que Guerreiro estrellara en el palo un remate desde el pico del área. No les daba para más que achicar agua mientras seguía perdiendo efectivos por el camino. Eden Hazard se retiró con una lesión muscular en el minuto 87, el posible punto y final a su participación en esta Eurocopa. Otra piedra en el camino, pero Bélgica resistió el acoso rival para alcanzar los cuartos de final y dejar en la cuneta al último campeón. Aunque el coste fuera muy elevado.
Croacia 3 – España 5 (tras prórroga):
Ferrán Torres por Gerard Moreno y Gayá por Jordi Alba fueron los cambios que introdujo Luis Enrique respecto el once titular que barrió del mapa a Eslovaquia para afrontar un primer cruce que resulta esquivo desde el final de la mejor generación del fútbol español. Se esperaba un duelo entre dos centros del campo técnicos y con buen gusto por el balón, pero Croacia ofreció un tono reservón de salida y no dudó en cederle el balón a España. Quizá la baja de Perisic, positivo por coronavirus, influyera en el ánimo de Dalic, pero lo cierto es que los hombres de Luis Enrique controlaron el juego con solvencia, con buena movilidad del balón. No les costó crear buenas ocasiones, encontrar a jugadores solos en el corazón del área, pero ni Koke ni Morata supieron definir con todo a favor. La falta de puntería de nuevo como enemiga, pero los errores de cara a la portería contraria se redujeron a contratiempos sin importancia en comparación con la pifia cometida a los veinte minutos. Pedri cedió un balón con demasiada fuerza, sin nadie presionando de cerca y prácticamente sin mirar. Una imprudencia, aunque quedó corta con el exceso de confianza de Unai Simón, que trató de controlar el balón contemplando el infinito y éste se le coló por debajo del pie hasta entrar mansamente en la portería española. Un error garrafal que entra con fuerza en la lista de meteduras de pata históricas de la selección española. Una charlotada que provocó que la afición croata se partiera de risa y la selección española se fuera del partido, completamente sonada por tamaño error. Croacia aprovechó la crisis anímica de un rival conmocionado para achuchar por primera vez, aprovechando la fragilidad aparente de su rival. Rebic pidió penalti en una caída en el área, pero Çakir no le dio trascendencia a la jugada. Poco después, Vlasic le ganaba la partida a los centrales españoles, pero estrelló el esférico en el lateral de la red. No se apreciaba un solo atisbo de reacción, pasaban casi veinte minutos del gol absurdo, pero el desquite llegó a la primera ocasión que volvió a pisar el área de Croacia. Toques y más toques, nadie que se atreve a lanzar, una mano de Modric de por medio y el balón que le llega a Sarabia para batir por arriba a Livakovic.
Gol celebrado con rabia entre el lanzamiento de vasos de cerveza desde la afición croata, una fea costumbre que se repetiría demasiado durante el partido. España salvaba los muebles al descanso, aunque por dominio debía ganar con solvencia. Sin embargo, el respiro que suponía deshacer el entuerto influyó positivamente en el ánimo de la selección española. El dominio se acrecentó, mientras Croacia se limitaba a buscar algún balón largo al espacio por si sonaba la flauta, pero no estaba Perisic en el terreno de juego para buscar esas jugadas. Aunque Sarabia no estuvo fino en sus dos primeros centros, España no desperdiciaría los balones al área eternamente. Pedri pone un centro medido desde la banda izquierda, Azpilicueta aparece por sorpresa en el área pequeña y cabecea a placer el 1-2 que solucionaba definitivamente el error de Unai Simón. El partido ahora exigía control, lo que mejor se adapta a un estilo de juego elaborado, pero con Luis Enrique los partidos se transforman en un continuo ida y vuelta sin pausa alguna. Croacia se fue hacia arriba por obligación, pero con poco consiguió amenazar la meta española. Simón sacó una mano a tiempo para detener un disparo de Gvardiol, que había subido menos de lo acostumbrado por la izquierda. Faltaba algo de pausa, pero España encontró el alivio en un renuncio de la defensa rival. Gayá saca en largo una falta que pilla despistada a toda la zaga croata, Ferrán Torres recibe solo en la banda derecha, se adentra en el área y bate a Livakovic con la tranquilidad de un goleador consumado. El 1-3 se antojaba definitivo, el momento para disfrutar y pensar en los cuartos de final. Croacia era un equipo abatido, resignado, pero los cambios en la selección española no aliviaron el cansancio que ya se apreciaba en el centro del campo y aumentaron las dudas en la defensa. Dalic había introducido cambios ofensivos, no le quedaba otro, pero le funcionaron mucho mejor que a Luis Enrique. Sobre todo Orsic, un tormento para la zaga desde que ingresó en el césped. A cinco minutos del final, aprovechó un barullo en el área pequeña tras una internada en el área de Modric para reducir diferencias y añadir un sufrimiento alimentado por la falta de control del juego y una defensa que temblaba como un flan.
Restaba poco tiempo, se trataba de aguantar unos minutos más, pero bastó un buen centro desde la izquierda para que Pasalic, otro relevo, cabeceara con fuerza en el área pequeña e igualara el marcador en el descuento. A España se le había escapado una ventaja sustanciosa en menos de diez minutos, un nuevo mazazo que no podía creer una afición española presa de la incredulidad. El golpe moral se unía al cansancio, una mezcla terrible que alimentaba el pesimismo. Croacia pareció una apisonadora en los primeros minutos de la prórroga, dominados por completo por un once más fresco y netamente ofensivo. Un remate de Kramaric a bocajarro tras una nueva internada por la izquierda de Orsic desató el pánico en los aficionados españoles, pero Unai Simón se redimió con una parada de reflejos que evitó que los croatas se pusieran por delante. España parecía destinada a sufrir, pero una ocasión de Dani Olmo sacó a relucir los huecos que dejaban jugadores que no estaban acostumbrados a defender. Un nuevo centro desde la derecha fue controlado con el pecho con Morata, que se tomó la pausa necesaria para armar la pierna y poner el balón fuera del alcance del portero croata. Otro gol con tintes reivindativos, la redención después de tantas críticas por su falta de pegada que celebraba con rabia, sin importarle los vasos de cerveza que volvían a caer al césped. España había encontrado de nuevo el camino y no estaba dispuesta a perdonar a Croacia, que aún asimilaba el tanto encajado. Dani Olmo aprovechó otro pasillo por la derecha, cedió a Oyarzábal y el extremo batió a Livakovic para poner el 3-5 en el minuto 103. Ya no escaparía el encuentro del control de la selección española, que ahora sí maniató a un rival agotado y que arrió la bandera con la sustitución de Modric. La despedida, con ovación unánime del Parken, supone su previsible epílogo en el conjunto arlequinado. La señal de rendición, aunque Dani Olmo y Morata pudieron ampliar la renta en los minutos finales. España escribió un episodio de superación al infortunio para certificar el regreso a los cuartos de final.
Francia 3 – Suiza 3 (4-5 por penaltis) (por diegol2):
A priori, nada hacía presagiar que el partido que iban a disputar en Bucarest Francia y Suiza iba a ser recordado como uno de los más bonitos y atractivos de toda la historia de las Eurocopas recientes. Pero los torneos de este tipo nos dejan de vez en cuando, por desgracia cada vez menos frecuentes, partidos que son recordados a lo largo de los años venideros por su emoción, su sorpresa y su calidad futbolística.
De entrada, el seleccionador galo había traicionado a sus principios y había apostado por meter tres centrales y dos laterales, introduciendo en el once inicial a un Lenglet que estuvo fatal en los 45 minutos que estuvo en el campo, regalando prácticamente el remate a placer que supuso el 1 a 0 para Suiza. No parece lógico tampoco disponer 5 defensas cuando el equipo oponente te va a esperar atrás. Quizá por el cambio de dibujo táctico, quizá por la relajación francesa o autosuficiencia; o más bien por el buen hacer de los suizos, la primera parte fue, digamos que cuando menos sorprendente, porque salvo algunas aproximaciones esporádicas de los delanteros galos, fue una puesta en escena de una Suiza muy seria, que no solo aguantaba bien las pocas acometidas francesas sino que además contragolpeaba muy bien y entrando por las bandas conseguía poner en ciertos aprietos a Hugo Lloris con centros laterales en busca de rematador. Fruto de estas llegadas por banda, Suiza se adelantaba en el minuto 15 rematando muy cómodamente de cabeza un centro desde la banda izquierda del ataque helvético. Lenglet, que ha tenido una temporada horrible con su club, se mostraba muy blando en la marca y permite el remate del delantero suizo sin oposición. Eso espoleó incluso más a Suiza, que no solo se veía por delante en el marcador, sino que además se gustaba sobre el césped, bien plantada y creando cierto peligro a la portería gala.
Tras el descanso vino la locura en forma de goles y buen juego. De entrada, rectificación de Deschamps quitando a Lenglet y metiendo a Coman que fue un peligro constante para Suiza son sus llegadas por banda. El partido ganaba en intensidad, Francia se estaba creciendo, pero Suiza no se arrugaba, y hacía daño a la contra, pues fruto de una de ellas Pavard cometía un derribo a Zuber que el VAR castigaba como penalti. Hugo Lloris ejercía de héroe para mantener a Francia viva atajando el disparo de Rodríguez y el subidón de moral francés fue sublime. En seguida, el empate, obra de Benzema; un control maravilloso en el área que luego le permite batir a Sommer. Y sin solución de continuidad, otro de Benzema que culminaba con mucho oportunismo de cabeza la remontada de Francia. El golpe para Suiza fue duro, más si cabe porque Francia estaba auténticamente desatada, encontrando espacios por todos sitios con ataques muy rápidos y precisos. Sin duda, Francia mostró el mejor juego de todos los equipos de la Eurocopa en esa media hora. Para poner la guinda, el tercero de Francia, un golazo por la escuadra desde fuera de área obra de Pogba.
Parecía finiquitado, pero no. Suiza sacó su orgullo, se negó a doblegarse y con mucho oficio y mucho fondo físico conseguía de nuevo batir a LLoris con otro gol de Seferevic a otro centro lateral en este caso de Mbabu. Quedaban 9 minutos, Francia no conseguía cerrar el partido en los múltiples ataques y ocasiones y el partido estaba vivo. Y en la penúltima jugada, robo en el centro del campo al caer Pobga al suelo, contragolpe mortal de Suiza por el centro y tiro perfecto de Gavranovic ajustadísimo al palo y empate a tres. Ver para creer, minuto 90 y no crean que esto ha acabado. Minuto 94 y Coman, (de lo mejor de Francia anoche) remató con tremenda potencia y habilidad al larguero de un gran Sommer que con sus buenas paradas había mantenido a Suiza a flote. Partido abocado a la prórroga y las lesiones se ceban con Francia, Benzemá y Coman que había estado fantásticos, debieron dejar su sitio a Giroud y Sissoko.
Y la prórroga tampoco defraudó. Ambos equipos siguieron derrochando empuje y derroche físico, con Francia teniendo más ocasiones, pero sin marcar ninguna (muy desacertado Mbapé de cara a puerta) y con Sommer sacando los buenos remates de Giroud. Acabado el partido, la tanda de penaltis que va a entrar en la historia de Suiza porque desde su mundial del año 1954, no conseguían pasar de octavos de final en ningún torneo. Todos los lanzadores suizos marcaron, y el quinto francés, Mbapé fallaba y consumaba su decepcionante Eurocopa donde no ha conseguido marcar ni un solo gol.
Suiza y España se medirán en San Petesburgo por una plaza en semifinales, ¡¡quién lo iba a decir!!
Inglaterra 2 – Alemania 0:
Inglaterra y Alemania en Wembley, pura historia con aroma al recuerdo del Mundial de 1966. El único pasaje grato en una historia llena de sinsabores para los inventores del fútbol, que tienen en los germanos a su eterna pesadilla. Southgate regresó al planteamiento del pasado Mundial, con una defensa de tres centrales que le funcionó muy bien en tierras rusas. Sin embargo, Inglaterra estuvo cerca de meterse un lío a los ocho minutos cuando Rice derribó al borde del área a Havertz, que ya se lanzaba mano a mano contra Pickford. Pese a las protestas de Kroos, la acción quedó en tarjeta amarilla para el centrocampista inglés. Fue prácticamente la jugada de más relevancia de Alemania durante la primera media hora, ya que apenas creó peligro sobre la meta contraria. Tampoco Inglaterra deslumbraba con su juego, pero sí se acercaba con mayor frecuencia, sobre todo recurriendo a los habituales centros al área. Un disparo desde la frontal de Sterling al cuarto de hora y que exigió una gran parada a Neuer fue la gran ocasión durante buena parte de la primera mitad, hasta que llegó el momento de que Werner evidenciara de nuevo sus problemas con el gol esta temporada. No fue capaz de aprovechar un gran pase de Havertz, ya que estrelló en el cuerpo de Pickford una ocasión inmejorable en el área pequeña. Se esfumó una gran oportunidad de abrir el marcador, como le ocurriría a Inglaterra justo antes del descanso cuando Hummels le arrebató de la bota a Kane un balón que era prácticamente gol cantado tras una serie de rechaces afortunados en el área. No había sido una primera parte brillante, pero la segunda carecería aún más de ritmo.
Una buena parada de Pickford a un disparo de Havertz justo después del descanso fue lo único reseñable en un juego monótono, anodino, sin sobresaltos. Faltaba la chispa que le dio Grealish cuando entró al terreno de juego a veinte minutos del final. El joven prodigio revolucionó el fútbol de Inglaterra, le dio la vitalidad que necesitaba y tanto adora el aficionado británico. Apareció la movilidad en la circulación de balón que permitió encontrar los resquicios en la defensa alemana. Una veloz combinación de pases cerca del área terminó con un centro raso desde la izquierda que Sterling remató a placer para poner el 1-0 en el marcador. Euforia en Wembley con un tanto que llegó cuando solo restaba un cuarto de hora, pero la algarabía estuvo a punto de convertirse en desazón cuando Havertz inventó otro pase milimétrico al espacio que dejó a Müller solo contra Pickford. Un mano a mano para poner las tablas en el marcador, pero el delantero alemán no fue capaz de convertir una ocasión inmejorable. Todas las opciones de Alemania se disiparían con ese balón que se marchó rozando el palo. Inglaterra no permitiría ni una sola concesión más y sentenció el partido cuando entró de nuevo en juego su chico maravilla. Otra aparición fulgurante de Grealish, otro centro por la izquierda que sirvió a Kane para romper su sequía goleadora y poner el estadio patas arriba. Inglaterra lo había logrado, se resarcía de tantas frustraciones ante su bestia negra y afronta un camino despejado hacia la final. Triste y amarga despedida para Löw, que pone punto y final a su etapa en Alemania con un juego alicaído que poco tiene que ver con el sello que ha imprimido el estilo germano al fútbol moderno.
Suecia 1 – Ucrania 2 (tras prórroga):
Para el final quedaba la eliminatoria de octavos con menor atractivo en aparencia. No nos engañemos, un encuentro entre Suecia y Ucrania no supone de gran interés para la mayoría de los aficionados y tampoco la puesta en escena ayudaba a cambiar de opinión. Los suecos controlaban el balón porque no les quedó otro remedio, ya que la selección ucraniana les cedió gustosa la posesión, pero llevar el peso del partido nunca es un plato de buen gusto para un equipo que se encuentra más cómodo cuando espera atrás. Evidenció sus carencias para generar juego e incluso vio cómo un rival conservador generaba más peligro cuando el balón llegaba a botas de Yarmolenko, el motor que movía el ataque de Ucrania. Un pase genial de su propia cosecha le llegó a Zinchenko en el minuto 25 para anotar el primer gol con un remate duro y cruzado que batió a Olsen. Nadie esperaba que tomara ventaja ni tampoco que pasara pocos apuros hasta las postrimerías de la primera mitad, cuando Forsberg optó por un disparo desde fuera del área visto que no aparecía un hueco en la zaga rival. No era la mejor alternativa, pero el balón se envenenó tras tocar en Zabarnyi y acabó en el fondo de la red. La igualada al filo del descanso supuso un respiro para Suecia, que encaró de mejor manera un segundo tiempo muy abierto y convertido en un intercambio de ocasiones mientras duraron las fuerzas.
Lució por encima de todo Forsberg, que continuaba en estado de gracia y generó casi todo el peligro del conjunto sueco. Una amenaza constante que estuvo a punto de desequilibrar el encuentro con una brillante acción individual que finalizó con un disparo que se estrelló en el larguero. La mejor ocasión de los segundos 45 minutos, sin lugar a dudas. Cuando las fuerzas menguaron, apareció el lado conservador de ambos equipos, que no vieron con malos ojos llegar a la prórroga. Treinta minutos más que comenzaron con un juego muy brusco por parte de Suecia y que tuvo su punto culminante con una entrada durísima de Danielson que le costó la expulsión. Con uno menos, no le quedó otra al conjunto escandinavo que aguantar el acoso rival y llegar como fuera a los penaltis. No le sobraban energías a Ucrania, que ya no contaba con un Yarmolenko que no podía más, pero cuando ya parecía inevitable la fatídica tanda apareció un cabezazo de Dobvik, a centro de Zinchenko, en el descuento que hizo historia. Por primera vez, la selección ucraniana alcanzaba los cuartos de final de la Eurocopa. Un logro enorme para el conjunto de Shevchenko, que supera cualquier expectativa.
CUARTOS DE FINAL:
Suiza 1 – España 1 (1-3 por penaltis):
El guion previsto en San Petersburgo se cumplió al milímetro. Se esperaba un calco de los partidos contra Suecia y Polonia en la primera fase, un cerrojo que enfangara el juego de España, y eso fue lo que encontró. Suiza, un equipo fabricado desde el orden y la fortaleza defensiva, siempre concentrado atrás hasta que se presenta la oportunidad, es el tipo de rival que tanto está incomodando a la selección española en esta Eurocopa, pero sus planes se torcieron a los siete minutos. Un córner botado desde la derecha llegó en la banda contraria a Jordi Alba, que se decidió a chutar desde fuera del área. No presentaba el disparo excesivo peligro, pero Zakaria puso la pierna de mala manera y desvió el balón lo suficiente para dejar pasmado a Sommer mientras el primer tanto subía al marcador. La lata quedaba abierta sin apenas buscarlo, por accidente, pero la pesada tarea de encontrar el gol finalizó mucho antes de lo esperado. España podía dedicarse a controlar la posesión con calma, pero su juego derivó en una sucesión interminable de pases sin ninguna pretensión más que marear la perdiz. No ofreció más ambición ante un rival que no salía de su propio campo, que añoraba al ausente Xhaka y que perdió por lesión a Embolo a los veinte minutos. Un falta de Koke que se marchó por encima del marco suizo y un cabezazo de Azpilicueta que atrapó Sommer fueron las únicas ocasiones de España hasta el descanso. Escaso bagaje para tanta posesión, convertida en un insulso trote cochinero que no amenazaba el orden defensivo suizo. Probablemente, en ningún otro partido España perdió tantos balones en tres cuartos de campo tras pases defectuosos. Pese a la desventaja, Suiza no alteró el plan previsto. Se encontraba cómoda en el letargo, a la espera de que llegaran esas dos o tres ocasiones que siempre concede la selección española. Apenas se acercó en los saques de esquina durante la primera mitad, pero le sobra paciencia para esperar.
Luis Enrique dio entrada a Dani Olmo por Sarabia tras el descanso, pero el extremo ni aportó más desborde (nunca se marchó en el uno contra uno) ni tampoco añadió velocidad a un juego con demasiada pausa, sin profundidad. Suiza aparenta una condición inofensiva que no es tal, ya que siempre aparece cuando nadie lo imagina. Seguía acercándose casi siempre a balón parado y en un saque de esquina llegó el primer aviso en un cabezazo de Zakaria que se marchó rozando el palo mientras Unai Simón seguía el esférico con la mirada. El segundo llegó en una internada por la izquierda de Zuber que el guardameta envió a córner. España había salido indemne de las dos primeras ocasiones, pero no ocurriría lo mismo en la siguiente. Laporte y Pau Torres no se entienden en un despeje, el balón rebota en el segundo y le llega franco a Shaqiri, que con toda comodidad bate a Unai Simon y coloca el empate en el marcador. Otra jugada desgraciada que termina en un tanto grotesco, como ya ocurriera ante Croacia. Un golpe al conformismo de la selección española, descentrada hasta que. a quince minutos del final, Freuler ve la roja directa tras una dura entrada sobre Gerard Moreno. Aparatosa, aunque la decisión de Michael Oliver resultó exagerada. Con diez jugadores, Petkovic no dudó en introducir cambios defensivos y atrincherar a su equipo. Tampoco sufrió hasta el final del tiempo reglamentario, ya que España no pisó el acelerador pese a encontrarse en superioridad numérica. La realidad es que Suiza marcó el tipo de juego que le interesaba durante los 90 minutos y no varió el planteamiento hasta el comienzo de la prórroga. Apareció al fin la velocidad y las ocasiones que tanto se echaron de menos. Jordi Alba actuó como factor desequilibrante; primero con una internada por la izquierda y centro medido que desaprovechó Gerard Moreno, solo en el área pequeña y cuyo disparo a bocajarro no encontró portería, y después con un tiro desde la frontal que sacó Sommer a mano cambiada.
Se sucedían las oportunidades de peligro, pero entre la falta de puntería de Gerard Moreno y la actuación sobresaliente del portero suizo fue imposible tomar ventaja. Suiza era un equipo atrincherado que solo aspiraba a alcanzar la tanda de penaltis, pero encontró el sorprendente apoyo de la afición rusa desde las gradas. Quien sabe si fue por apoyar al más débil o por complicidad hacia un equipo que practica el mismo fútbol cicatero que Rusia en la actualidad. Lo cierto es que los ánimos también colaboraron en que el conjunto suizo alcanzara el ansiado objetivo y llegara al mismo punto donde dejó en la cuneta a la todopoderosa Francia. Los penaltis, los fatídicos penaltis en tantas ocasiones, suponían la prueba más dura para la selección española en esta Eurocopa. El primer lanzador, Busquets. Una decisión sorprendente, pues ni siquiera se prodiga en lanzar a puerta. Una elección inesperada que muchos temían que saliera como acabó, con un tiro blando rechazado por el poste izquierdo. Un elegido incomprensible que ponía cuesta arriba la clasificación nada más empezar, pero otro compañero escogió el mejor momento para su redención. Unai Simón le detuvo sus lanzamientos a Schar y Akanji, compensando el error de Busquets y el posterior de Rodri, que lanzó un penalti al centro y media altura que fue un caramelo para Sommer. Luis Enrique había dejado para el final a los dos mejores lanzadores, a los únicos especialistas en la pena máxima en sus equipos. Gerard Moreno se desquitó de sus errores en la prórroga con un impecable lanzamiento a la escuadra que trasladaba la presión a los suizos. La acusó Rubén Vargas, que mandó a las nubes el cuarto penalti de Suiza. Definitivamente, los helvéticos agotaron su acierto el lunes contra Francia. En los pies de Oyarzábal estaba el pase de España a semifinales. Un lanzador fiable, seguro y que no decepcionó. Engañó a Sommer para desatar la euforia en los jugadores españoles, que alcanzaban un hito con el que nadie contaba antes de comenzar la Eurocopa.
Bélgica 1 – Italia 2:
En Munich se celebraría el partido más atractivo sobre el papel de estos cuartos de final. Dos aspirantes de tronío con gusto por los partidos abiertos y el juego veloz a los espacios. Dos fieles exponentes del fútbol moderno, aunque se lo tomaron con calma durante los primeros minutos. Aún le faltaba chispa al inicio del partido, sobre todo a una Bélgica algo estatica en su puesta en escena. No tardó en advertirle Italia sobre lo poco que necesita para generar verdadero peligro. Chiellini lo plasmó a los doce minutos al convertir un centro de una falta lateral en un remate que acababa en la red belga, pero un doble fuera de juego en la jugada evitó que el tanto subiera al marcador. A los de Roberto Martínez les costó veinte minutos encontrar los espacios necesarios para llegar con velocidad al área italiana y obligar a intervenir a Donnarumma, que sacó una buena mano a un duro lanzamiento de De Bruyne desde la frontal y, posteriormente, desvió un tiro ajustado al palo de Lukaku. Sin embargo, estas ocasiones no intimidaron a Italia, encantada en aceptar un duelo trepidante de ida y vuelta. No le importó intercambiar golpes, pues demostró que pegada le sobra. Pasada la media hora, Vertonghen falla en un despeje, Verratti mete el balón en el área a Barella y éste, tras un recorte, bate a Courtois de disparo cruzado. Ahora sí subía el tanto al marcador y afectaba seriamente a Bélgica, descolocada en el césped una vez se vio por debajo en el marcador y dominada por un rival que presionaba arriba y atacaba los espacios con decisión, sin ofrecer un respiro. Los belgas no pudieron resistir el acoso italiano, que tuvo su fruto en una acción genial de Insigne, muy propia del talento del mediapunta. Recibió al borde del área, se quitó de encima a Tielemans y dirigió una rosca maravillosa que se alojó en la escuadra. Una jugada con el sello único y original de Insigne.
Con 0-2 en el marcador se antojaba muy complicado que el partido se le escapara de las manos a un equipo que maneja las ventajas con maestría, lo lleva en las venas, pero volvió a la vida en el descuento con un penalti absurdo e inexistente señalado a Di Lorenzo por un leve empujón sobre Doku. Lukaku engañó a Donnarumma y redujo diferencias justo antes del descanso, un soplo de vida que permitía a Bélgica afrontar de otra manera la segunda mitad. La dinámica de partido abierto y con espacios continuaba, pero ahora le vino mejor a los belgas. Buscaron en todo momento a Doku, un factor constante de desequilibrio con su desborde por la banda izquierda. De su habilidad partieron las mejores ocasiones del equipo de Roberto Martínez en la segunda mitad. Italia llegaba menos y recurrió a la fortuna, un tradicional aliado, para salir indemne de las llegadas rivales. Spinazzola sacó en el último momento un remate a placer de Lukaku tras un preciso pase de De Bruyne. Diez minutos después, ni el propio Lukaku ni Thorgan Hazard acertaron a rematar un balón que se paseó por el área pequeña italiana. No les llegaba el resuello a los italianos, que perdieron a Spinazzola por lesión en el minuto 79. Parecía una lesión muscular, pero en realidad al lateral izquierdo le había fallado el tendón de Aquiles. Una gravísima lesión que supone el triste final de Eurocopa para uno de los jugadores que había causado sensación en el torneo. Vistos el agobio y las dificultades, Italia tiró de su ancestral oficio en los finales de partido. No se iba a jugar a nada en una continua pérdida de tiempo durante los últimos minutos. El otro fútbol que manejan como nadie y desespera a los rivales. Bélgica no tuvo ni siquiera una última oportunidad para esquivar otra eliminación, el sino del equipo aspirante a todo y ganador de nada, víctima de una Italia que regresa definitivamente a la élite.
República Checa 1 – Dinamarca 2:
Si el favoritismo danés ya era indiscutible antes de comenzar el partido en Baku, se acrecentó aun más a los cinco minutos de encuentro. Un córner desde la derecha lo cabeceó completamente solo Delaney para adelantar a Dinamarca en el marcador. Solo cinco minutos y se le ponía el choque de cara, preparado para el claro dominio de un equipo que está fascinando con su juego rápido y dinámico, una evolución a la modernidad del juego elaborado. No tiene los nombres ilustres de la época de La Dinamita roja, pero la brillantez de su juego se acerca al de la época más exitosa del fútbol danés. No le faltaron ocasiones, sobre todo una clarísima de Damsgaard en el minuto trece que salvó Vaclik en el último momento. Le costó a los checos meterse en el partido. Lo intentaron, sin mucho éxito, por empuje y buscando los centros al área. Ni hicieron una mala primera parte, pero no encontraron a Coufal en la banda derecha y les costaba generar peligro sobre la meta defendida por Kasper Schmeichel. En cambio, cada llegada de Dinamarca suponía una ocasión muy clara. Con tantos espacios, apenas necesitaban un pase en largo para crear un mano a mano contra Vaclik. Un pase en largo sobre Damsgaard, el sustituto de Eriksen, le dejó solo ante el meta checo, pero éste volvió a ganar la partida al centrocampista danés. Sin embargo, no pudo hacer lo mismo en el minuto 42 cuando Maehle, que apenas había entrado en juego, sacó un centro maravilloso, un caramelo que Dolberg no desaprovechó. El 0-2 ponía justicia en el marcador y reflejaba la superioridad en el césped de la selección danesa.
A la República Checa no le quedaba otra que arriesgar y Silhavy introdujo dos cambios para darle mayor movilidad al juego ofensivo de los centroeuropeos. Supusieron un revulsivo para un equipo que afrontó la segunda mitad con otra actitud. Seguía recurriendo al empuje y el balón colgado, pero en apenas tres minutos obligó a intervenir a Schmeichel en el mismo número de oportunidades. La insistencia tuvo premio a la siguiente ocasión. Coufal recibió con comodidad en la banda derecha, centró al área y apareció oportuno Schick para rematar y reducir diferencias. Quinto gol del delantero, el gran artillero de esta Eurocopa, que iguala los conseguidos por Baros en 2004. El partido había cambiado, pero esta reacción se diluyo con el tanto del ariete checo. Dinamarca no se dejó llevar por el pánico y frenó el ímpetu rival juntando líneas y saliendo al contraataque con mucho peligro. La República Checa estaba volcada y dejó muchos espacios, un regalo para una selección danesa que desarrolla su mejor juego cuando encuentra enormes espacios para explotar su juego veloz. Tuvo ocasiones de sobra para sentenciar el partido, pero se topó con un Vaclik que mantuvo con vida a los checos hasta el final. Poulsen acabó amargado por las grandes intervenciones del guardameta, que ha encontrado un buen escaparate para encontrar nuevo equipo tras su salida de Sevilla. Dinamarca perdonó y concedió una última esperanza a la República Checa, pero los continuos centros al área fueron despejados en cada ocasión por una defensa muy segura en el balón aéreo. Con firmeza atrás le bastó al conjunto nórdico para asegurar el pase a semifinales, un logro que no consigue desde la recordada Eurocopa de 1992 que acabó en sus vitrinas.
Ucrania 0 – Inglaterra 4:
Inglaterra disputaba en Roma el único partido que tendría que afrontar fuera de Wembley, su templo sagrado. En la Eurocopa de las once sedes queda a las claras que, en la práctica, es la anfitriona extraoficial de esta edición. Seguramente, cualquier aficionado inglés hubiera firmado jugar este partido lejos de su territorio contra un rival inesperado y asequible como Ucrania. También, sin lugar a duda, no hubiera soñado un inicio de encuentro mejor, pues ni cuatro minutos duró la resistencia ucraniana. Un buen pase en profundidad de Sterling lo remató Kane con la puntera para inaugurar el marcador y poner una alfombra roja en el camino inglés hacia semifinales. Parece que el gran goleador ha despertado tras el gol anotado ante Alemania en octavos de final. Tan fácil lo veía Inglaterra que decidió tomarse con calma toda la primera mitad, en la que poco más ocurrió. Ucrania no suponía una amenaza, no inquietaba a una defensa que continúa imbatida con ataques demasiado tímidos y sin filo. Una bicoca para los de Southgate, que dominaban desde la seriedad en la zaga un partido de ritmo mortecino, que podían controlar jugando al ralentí. Sólo iba a ocurrir lo que ellos dispusieran, como se vería en la segunda mitad. Apenas necesitó un cuarto de hora de juego efervescente para marcar la diferencia real sobre Ucrania. El primer golpe lo dio nada más iniciarse el segundo tiempo con la jugada más clásica del fútbol británico: a balón parado. Falta que centra al área Shaw y Maguire cabecea a la red el 2-0. Distancia definitiva, aunque Inglaterra no tenía ganas de frenar la marcha tan pronto en esta ocasión. Otro centro de Shaw encontró ahora como rematador a Kane, que ponía el tercer tanto en el marcador con un certero cabezazo. De la misma factura llegaría el cuarto, con un testarazo de Henderson en un saque de esquina. Más inglés, imposible. Puro aroma de las Islas Británicas para arrollar a un rival que suficiente tuvo con aparecer por cuartos de final y que nunca escondió su inferioridad. Ucrania fue el plato del festín que llenó los estómagos de los aficiones ingleses de placer y euforia. Lanzada y sin encajar un solo gol, Inglaterra regresará a Wembley para buscar el título en la particular Final Four que se celebrará en casa y con unas gradas repletas de sus aficionados. Todos los astros se alinean a su favor en esta Eurocopa.
SEMIFINALES:
Italia 1 – España 1 (4-2 por penaltis):
Luis Enrique volvió a sorprender con un nuevo retoque táctico inesperado con la alineación de Dani Olmo, Ferrán Torres y Oyarzábal en los puestos de ataque. Volvía el falso ‘9’ al once titular con la ausencia de un delantero centro al uso; una de las señas de la selección española que venció la Eurocopa de 2012, aunque se trate de una estrategia superada y sin capacidad de sorpresa. Italia buscó la presión alta, como lleva ocurriendo durante todo el torneo, pero el planteamiento ambicioso apenas duró unos pocos minutos, los que tardó España en imponer un toque rápido y una buena colocación en el centro del campo que impedía cualquier salida de los italianos. Ante las dificultades, la Squadra Azzurra volvió a sus orígenes tradicionales, al repliegue defensivo y la cesión voluntaria del control del balón. España llevaba todo el peso del partido, brillante en el aspecto formal, pero carente del filo que aporta un delantero. Ese detalle evitó que se plasmara en el marcador la perfecta colocación de Busquets, los pases brillantes de Pedri o la capacidad de Dani Olmo para ser indetectable entre la zaga rival. El dominio no se transformó en ocasiones, ya que ni Oyarzábal ni Ferrán Torres estuvieron lúcidos cuando pisaron el área. Un disparo de Dani Olmo en segunda instancia, tras rechace de Bonucci, fue la única oportunidad en la que Donnarumma fue exigido hasta el descanso. De hecho, Italia dispuso de la mejor oportunidad de la primera parte en una combinación en la banda izquierda entre Insigne y Emerson que éste envió al larguero en el minuto 44. El planteamiento funcionaba a la perfección, pero faltaba la contundencia, uno de los males que persiguen a la selección española. Quedó patente al comienzo de la segunda parte en el intercambio de ocasiones que se produjo en una fase de juego abierto y muchos espacios. Ni Busquets ni Oyarzábal fueron capaces de dirigir a portería lanzamientos en buena posición, algo que sí haría Chiesa a la hora de juego cuando aprovechó un balón suelto para entrar en el área y colocar una bella rosca junto al palo izquierdo de Unai Simón. Mientras unos disparan con balas de fogueo, a otros les sobra la pólvora.
Era momento de replantear el partido, ya no servía la idea ante un rival que se encontraba a sus anchas sin la necesidad de tomar responsabilidad alguna y que ya manejaba la idea del contragolpe como único recurso ofensivo. Luis Enrique dio entrada de inmediato a Morata y, en el minuto 70, dobló la apuesta ofensiva con Gerard Moreno. España había comenzado el partido sin delantero centro y acabaría con dos en el terreno de juego. Para entonces, el cansancio empezaba a aparecer e Italia se encontraba cómoda buscando los espacios, aprovechando el daño causado en tres cuartos de campo por Chiesa, un tormento con el balón y que finalizó agotado el encuentro. Unai Simón evitó males mayores interponiéndose a un tiro de Berardi, pero la rapidez con la que se agotaban los minutos aumentaba las urgencias. Era necesario un gol sin más dilación o la recta final podía esfumarse sin que pasara nada, como le ocurrió a Bélgica contra los transalpinos. Ante la muralla plantada se reclamaba un poco de magia. Aún había tiempo para sacar la varita, como hizo Dani Olmo con un pase preciso que dejó solo a Morata ante el meta italiano. No le tembló el pulso al delantero, que batió a Donnarumma con frialdad para poner el empate a diez minutos del final. Un poco de justicia para el juego brillante de España, al menos para forzar la prórroga, la tercera consecutiva. El dominio era incontestable y no varió pese a que Mancini volviera a contar con un delantero centro con la aparición de Belotti. El mediocampo italiano estaba fundido y no tuvo capacidad para frenar el caudal de juego que manaba de las botas españolas. Por su parte, Dani Olmo continuaba como una amenaza sin identificar para la defensa de Italia. Combinación, desborde, aparición con peligro en el área, pero le faltó el remate. Todo lo bueno que aportaba no se transformaba en gol, quedaba en un intento cuando miraba hacia la portería rival.
España amagaba, pero no golpeaba. La tónica hasta el intermedio de la prórroga, cuando un mal cambio acabó con las ocasiones. Probablemente, la entrada de Thiago por Busquets fue la peor sustitución de toda la Eurocopa, pues el hispano-brasileño no dio una a derechas en los últimos quince minutos y el dominio se diluyo en un juego anodino e impreciso. Fue el respiro que necesitó Italia para llegar indemne a los penaltis. El drama en los once metros como medio para alcanzar la final, la quinta en una Eurocopa. Las imágenes de la inolvidable tanda de 2008 volvieron a la mente de los aficionados, sobre todo cuando Unai Simón detuvo el primer penalti, lanzado por Locatelli. Una ilusión rota por el error de Dani Olmo en el siguiente lanzamiento, dirigido hacia el cielo de Londres. Un broche amargo para un partido excelente del extremo. El fallo dio alas a los lanzadores italianos, que no le dieron una sola opción al guardameta de España. Gerard Moreno y Thiago mantuvieron la igualdad en el marcador hasta que llegó el turno a Morata. El autor del empate, el salvador en el tiempo reglamentario, fue superado por la presión y Donnarumma estuvo atento para adivinar la dirección y detener su disparo. Se esfumaban las esperanzas de repetir la histórica noche en Viena, truncadas definitivamente al tiempo que Jorginho engañaba con total tranquilidad a Unai Simón y clasificaba a Italia para la final. “Jugamos como nunca, perdimos como siempre”. La eterna frase que acompañó durante muchos años a España en los temidos cruces de cuartos y que reflejó el pesar por una derrota triste, pero que no resta un ápice de orgullo sobre un equipo del que poco se esperaba, pero que finalizó su camino con esperanza hacia el futuro.
Inglaterra 2 – Dinamarca 1 (tras prórroga):
Un Wembley repleto recibía a Inglaterra en el primer paso de su camino en la particular Final Four que se ha convertido el desenlace de la Eurocopa multisede y cuya sede es su templo futbolístico más sagrado. Pero si esperaba una alfombra roja hacia el triunfo no podía estar más equivocada. Dinamarca, el invitado inesperado en estas semifinales, se había plantado entre los cuatro mejores equipos del torneo con un juego dinámico y de buen gusto por el balón y no abandonó sus señas de identidad, sin quedar impresionado por la fastuosidad del escenario. Bien colocado sobre el césped, no solo evitó que Inglaterra creara peligro, sino que llegaba con cierta comodidad a la portería rival. Sin complejos, mostró el desparpajo que le llevó a la semifinal, pero la sorpresa no acabó ahí. A la media hora de juego, Damsgaard botó una falta cerca del área con potencia, salvando la barrera y sorprendiendo a Pickford. Quizá el guardameta pudo hacer algo más, pero el centrocampista danés encontró justo premio a su magnífica primera parte. El tanto obligó a la selección inglesa a despertar con premura, lo que consiguió cuando supo leer los desmarques de Sterling. Dio un primer aviso con un mano a mano que estrelló en el cuerpo de Kasper Schmeichel, pero resultó providencial en el gol del empate. Kane abrió hacia la derecha, Saka puso el pase de la muerte en el área pequeña y, en el intento de evitar que Sterling llegara como un mísil para rematar a puerta vacía, Kjaer introdujo el balón en su propia portería. Inglaterra había reaccionado rápido y consiguió igualar antes del descanso, un golpe de moral que le permitió tomar el mando en el segundo tiempo pese a que Dolberg exigiera una gran intervención de Pickford en la primera ocasión tras el descanso. Realmente, quien brilló bajo palos fue el portero danés, el hijo del mítico Peter Schmeichel. Kasper inició el recital en la portería con una soberbia estirada para despejar un formidable cabezazo de Maguire que iba camino de la red. Cada vez se acentuaba aún más la hegemonía de Inglaterra sobre el césped, pero siempre topó con un Schemeichel inmenso que sacó prácticamente todo durante la segunda mitad.
El portero danés fue el sustento para una Dinamarca que ya no conseguía acercarse con peligro, el argumento para la resistencia mientras sus compañeros iban acusando el cansancio y los problemas físicos. Omnipresente, resultó fundamental para detener la ofensiva inglesa y llevar el partido a la prórroga. El dominio de los de Southgate se acentuó aún más en el tiempo extra, hasta el punto de convertirse en un auténtico acoso y derribo sobre el área danesa. Un asedio sin fruto, puesto que Kasper Schmeichel continuaba imperturbable, desviando todo lo que llegaba. No había forma de derribar la muralla por mucho que lo intentara con todos los medios, pero la ayuda principal llegó fuera de los recursos que dispone la selección inglesa. Sterling entró en el area en acción individual, buscando la gloria en solitario hasta que fue al suelo cuando pasaba junto a Damsgaard. Aparentemente no había nada, costaba apreciar un leve toque sin consecuencias, pero Makkelie señaló penalti para incredulidad de los jugadores daneses. Una pena máxima inexistente, una concesión al anfitrión de facto para tomar ventaja en un momento psicológico. Kane, que había dado una mala noche a la defensa rival partiendo más atrás de lo acostumbrado, era el encargado de lanzar. Lanzó a la derecha, hacia donde se estiró Kasper Schmeichel para desviar el balón una vez más. Otra heroicidad del meta, pero el despeje cayó nuevamente a los pies de Kane, que remachó el 2-1 con toda la portería para él. Un golpe definitivo para Dinamarca, agotada y sin más ideas que centrar balones al área y buscar a Braithwaite. No sufrió Inglaterra, que se permitió manejar posesiones interminables durante los cinco últimos minutos entre olés de la afición inglesa. ¿Habrá calado la idea de Guardiola de rematar los partidos con un control absoluto del balón? Incluso pudo aumentar la renta en el último suspiro, con un remate a bocajarro de Sterling que sacó, cómo no, Schmeichel. Otra intervención maravillosa que remató una exhibición estéril. Con la polémica por compañía, Inglaterra alcanza su primera final de Eurocopa. Como ocurriera en 1966, la gloria le espera en su propio templo.
FINAL:
Italia 1 – Inglaterra 1 (3-2 por penaltis):
Dos minutos. Nada más que dos minutos tardó Inglaterra en desatar el delirio en las gradas de un repleto Wembley. No fue necesario más tiempo para armar un veloz ataque tras un córner en contra, para abrir el balón a la derecha a Trippier y que el lateral diestro enviara un centro que sobrevoló todo el área antes de que Shaw, solo en el segundo palo, rematara a bote pronto el tanto que inauguraba el marcador. Apenas dos minutos hicieron falta para que los aficionados ingleses gritaran henchidos de júbilo bajo la pertinaz lluvia que caía sobre Londres. Un golpe súbito sin reacción por parte italiana, cuyo centro del campo se mostraba timorato e intrascendente, sin velocidad ni sorpresa para asaltar la defensa de cinco que había plantado Southgate sobre el césped. La primera mitad transcurría con mucha calma para la selección inglesa, con tanta tranquilidad que se podía permitir mover el balón con parsimonia hasta convertir el partido en un trance anodino. No surgía ninguna amenaza desde la Squadra Azzurra, demasiado estática hasta que una jugada individual de Chiesa rompió las líneas rivales y su disparo en la frontal se marchó cerca del palo. 35 minutos había tardado Italia en dar señales de peligro, pero esa acción en solitario despertó una ligera mejoría en el juego transalpino. No se tradujo en ocasiones hasta el descanso más allá de un disparo blando de Verratti a las manos de Pickford, pero señaló el camino por el que debía transitar la selección italiana. Su ritmo de juego sería muy diferente en la segunda mitad, más vivo y dinámico, recordando al equipo que impresionó durante buena parte del campeonato por su fútbol moderno y vertical.
La actividad de Insigne entre líneas generó los espacios necesarios para que llegaran las ocasiones que brillaron por su ausencia en los primeros 45 minutos. A Pickford se le acumulaba el trabajo, primero con un disparo de Insigne que desvió cubriendo con acierto su palo y, posteriormente, con una buena mano que desvió un potente disparo de Verratti desde el punto de penalti. También intervino oportuno en el minuto 66, en un saque de esquina peinado en el primer palo que dejó el balón franco a Verratti para rematar en el área pequeña. Junto al poste, desvió el escorzo del centrocampista italiano, pero Bonucci estaba situado oportuno para recibir el despeje y empujar el balón a la red. Un empate de justicia que premiaba el arrojo de Italia ante un rival tacaño, conforme con la ventaja conseguida apenas comenzado el partido. Southgate cambió el esquema y pasó a defensa de cuatro, pero ni arrebató el control de balón a los italianos ni sus delanteros entraban en juego. El peligro llegaba teñido de azul, en los ataques vertiginosos lanzados entre los enormes espacios que dejaba la distancia entre líneas. A Berardi le faltó una pizca de suavidad para salvar la salida de Pickford en un pase largo y frontal hacia el área inglesa, pero si el gol tenía que llegar solo podía ser de Italia. Sin embargo, la lesión en el tobillo de Chiesa a diez minutos del final frenó el ímpetu de los hombres de Mancini, que ya no veían con malos ojos llegar a la prórroga. Ya hacía tiempo que Inglaterra había convertido este objetivo en su apuesta. La bajada del ritmo le permitió llegar al tiempo extra y manejarse con más calma en la media hora suplementaria. Incluso dispuso de una buena ocasión en un disparo ajustado de Phillips que se marchó rozando el poste, pero, aunque más discreto, el control continuaba en manos de Italia.
Bernardeschi, sustituto de Chiesa, dispuso de dos buenas oportunidades para evitar el drama de una nueva tanda de penaltis, pero el meta inglés estuvo más vivo para ganarle la partida en ambas ocasiones. Nada evitó que la Eurocopa se decidiera desde el punto fatídico, como ocurriera en 1976. Pickford acercaba la gloria a Inglaterra al detener a Belotti el segundo penalti italiano, pero Rashford envió el siguiente lanzamiento al poste tras un paripé innecesario antes de lanzar de paradiña. Southgate había reservado los últimos disparos a jugadores muy jóvenes, dos de ellos que entraron al partido exclusivamente para lanzarlos. Una decisión muy arriesgada que se convirtió en suicidio. Sancho lanzó su penalti sin demasiada convicción, sin posibilidad de engañar a un Donnarumma que atrapó el esférico. Como ocurriera ante España, Jorginho tenía en sus botas la posibilidad de sellar el triunfo, de atrapar el ansiado título. Entre Pickford y el poste le arrebataron el papel de héroe, devolvieron el aliento a una afición inglesa que ponía sus ojos en Saka. Un chaval de apenas 19 años con toda la presión histórica de su selección en sus hombros. Abrumado, dirigió el mismo disparo sin colocación ni potencia excesiva de Sancho en el lanzamiento anterior, un caramelo para que Donnarumma se deleitara con una nueva parada que le convertía en imagen del éxito. En apenas tres años, Italia pasaba de ver un Mundial por la tele a levantar la Eurocopa al cielo de Londres. Nadie esperaba el resurgimiento inmediato de un fútbol que aparcó sus tradicionales señas de juego defensivo para abrazar el fútbol moderno. Una evolución que le condujo de nuevo a los altares de Europa.
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