2020 era un año señalado en rojo por la gran mayoría de deportistas. Siempre lo es cada edición de los Juegos Olímpicos, el culmen de un periodo de cuatros años de preparación, el momento en que el punto de forma llega a su máximo nivel y donde todos van a saco. El faro y referencia cada año bisiesto, el acontecimiento que debería marcar cualquier análisis del estado actual del deporte de cada país. Una ilusión frustrada. Las cancelaciones de competiciones en los meses de febrero y marzo en China motivaron que surgieran las primeras preguntas sobre la celebración de los JJOO en Tokio. No pasaban de simples especulaciones; julio aún estaba lejos y eran muy pocos quienes esperaban que aquella extraña enfermedad procedente de China, y que ya había afectado a algunos países asiáticos, no fuera a estar bajo control con llegada del calor estival. Sin embargo, la realidad asestó a todos una dura bofetada mientras la pandemia ya era un hecho en todo el planeta. Entre la avalancha de acontecimientos aplazados o cancelados, el COI contemporizó con la decisión sobre la celebración de la cita olímpica hasta que se impuso lo inevitable. El 24 de marzo, se dictaminó el aplazamiento de los Juegos Olímpicos hasta 2021, en las mismas fechas que estaban establecidas y conservando la denominación de Tokio 2020. Sólo las dos guerras mundiales habían sido motivo de suspensión de los JJOO. 76 años después, el coronavirus se convirtió en la triste causa que paralizó el mayor acontecimiento deportivo mundial.
Iniciado 2021, las incógnitas siguen vigentes sobre el Olimpismo. La pandemia está lejos de su final, la celebración de los distintos Preolímpicos pendientes se mantiene en el aire y se desconoce cómo se afrontarán unos Juegos Olímpicos, de cuya celebración el COI no alberga la más mínima duda. Se desconoce si habrá público presente, las medidas sanitarias que deban aplicarse, un plan de contingencia en caso de brotes. La normalidad parece lejana en el mayor escaparate del deporte, que lucha por salir adelante en medio de un escepticismo cada vez más generalizado. El COI, mientras tanto, espera con incertidumbre que la enfermedad se repliegue mientras no pierde de vista el futuro. Sin competición, el organismo rector de Olimpismo fue noticia por sus discutidas decisiones sobre la modernización del programa deportivo de París 2024, entre las que destaca la sustitución del karate por el break-dance. Un criterio absurdo que raya en la desfachatez, lo que caracteriza el proyecto de actualización de los Juegos Olímpicos para acercarse a un público más joven y que amenaza con convertirlo en una especie de X-Games de saldo en un mercadillo. Arbitrariedad y renovación hortera: ese es el legado de Thomas Bach, que afronta el final de su mandato.
El aplazamiento de los Juegos Olímpicos trastocó toda la preparación de los deportistas, forzados a esperar un año más. Los pilares olímpicos, los grandes protagonistas de cada edición, se encontraron ante un vacío de difícil reemplazo. La natación apenas albergó unos cuantos mítines de andar por casa en verano para que los nadadores se reencontraran con la competición. La gimnasia artística se conformó con un Europeo descafeinado en Turquía diciembre, en el que estuvieron ausentes casi todas las potencias continentales y gran parte de los gimnastas de élite. El atletismo, cambió las multitudinarias maratones por la reducida participación de los profesionales, como si fuera una prueba de un gran campeonato. Sin embargo, sobre el tartán quedó de manifiesto el estado de forma acumulado por los atletas, como si los JJOO no se hubieran aplazado. El 17 de septiembre, Armand Duplantis acabó en Roma con el récord mundial de salto de pértiga al aire libre del mítico Sergei Bubka, el cual volvió a batir días después en Torun (Polonia) hasta establecerlo en 6’17. Por su parte, el ugandés Joshua Cheptegei aprovechó el verano para batir el récord del mundo en los 5.000 y 10.000 metros, acabando con las marcas que ostentaba otra leyenda, Kenenisa Bekele. Lo propio hizo en la primera distancia Gidey en el particular duelo que sostienen las etíopes en la primacía del fondo femenino. Otros deportes, como judo o gimnasia rítmica, pudieron completar su Europeo con muchas ausencias y en precario.
A nivel de equipos, la competición sólo se desarrolló con normalidad hasta marzo. Así ocurrió en enero con el Europeo de balonmano, el primer gran torneo del año y que entregaba una plaza olímpica al campeón. A ello aspiraba España, vigente campeona de Europa, pero que aún no tenía asegurado su pasaporte para Tokio. Los de Jordi Ribera pasaron el rodillo en la primera fase, aplastando a Letonia, Alemania y Países Bajos sin miramientos. La sorprendente eliminación de Francia y Dinamarca a las primeras de cambio allanó el camino a la selección española hacia el ansiado título. En la segunda fase, en un grupo de seis equipos, España superó a Austria y República Checa en dos partidos ásperos, poco brillantes, pero resueltos con una buena defensa y el acierto de Jorge Maqueda, que regresaba a la selección y acabó como uno de los mejores jugadores del torneo. Bielorrusia aguantó hasta el descanso, pero la defensa española y la gran actuación de Gonzalo Pérez de Vargas certificaron el pase a semifinales. El empate a 22 contra Croacia en la última jornada clasificó a Los Hispanos como primeros de grupos, emparejado con Eslovenia. Un rival que traía malos recuerdos, ya que dejó fuera a la selección española de los Juegos Olímpicos de Río. Siempre le pone las cosas difíciles, pero España le borró del mapa en una primera parte espectacular, en la que arrolló con una férrea defensa que le permitió abrir diferencias al contragolpe. Durante muchos minutos le valió vivir de las rentas pese al bajón defensivo, aunque estuvo a punto de meterse en un lío con una defensa abierta a la desesperada que le despistó en los minutos finales. Un gol de Alex Dushebaiev puso el 34-32 que daba el pase a la final. De nuevo, Croacia en el camino. Llegaba cansada, tras derrotar en la prórroga a Noruega y acusando la escasez de efectivos de garantías en el banquillo, pero su experiencia y carácter competitivo le convertían en un contrincante del que nadie se puede fiar. Y con razón. Planteó un partido duro y perro, de remangarse contra un equipo que jamás perdía la cara al partido. Una emboscada de final incierto, de un desenlace abierto hasta el último instante. Esta vez, la moneda salió cara. España templó el ánimo en los minutos finales, a los que llegó con una ventaja mínima que fue oro puro. Un gol, otra vez, de Alex Dushebaiev colocaba el 22-20 definitivo. España defendía con éxito su corona europea y lograba la clasificación para los Juegos Olímpicos. El desquite en un ciclo exitoso a nivel continental.
En las mismas fechas, se disputaron los europeos de waterpolo. Tanto el equipo masculino como el femenino ya tenían asegurada la plaza olímpica, pero nadie quiere despreciar un caramelo en forma de título. Miki Oca contaba de nuevo con Roser Tarragó, un activo valioso en defensa y en el aspecto goleador que regresaba cuatro años después a la selección. La primera fase resultó plácida hasta que un mal partido contra Países Bajos en la última jornada relegó a España a la segunda posición, que le enviaba a un camino más arduo hacia las medallas. Para empezar, esperaba en cuartos de final Grecia, que apeó a la selección española en las semifinales del Europeo anterior. Esta vez, las jugadoras de Miki Oca no quedaron enredadas en la telaraña defensiva helena y vencieron por solvencia por 12-9. En semifinales, la anfitriona Hungría. Siempre depara partidos duros, igualados y que caen del lado español. La historia volvió a repetirse. Los goles de Tarragó y Anni Espar proporcionaron una diferencia holgada que cerca estuvo de irse al garete en una pájara en los minutos finales. Una parada de Laura Ester salvó el triunfo (11-10) y clasificaba a España para la final. El rival, Rusia; un equipo impredecible, pero cuyo poderío físico siempre crea muchos apuros a las españolas. Durante tres cuartos impuso el ritmo veloz que le interesaba, amenazando con tomar un margen que pudiera desatar los nervios, pero las jugadoras de la selección española supieron resistir hasta encontrar su juego en el último periodo. La defensa y las paradas de Laura Ester, por un lado, y la efectividad de las boyas, por el otro, abrieron una ventaja de tres goles que resultó definitiva por mucho que las rusas maquillaran el marcador (13-12). Seis años después, la selección femenina recuperaba el cetro europeo, un nuevo éxito para una de las joyas del deporte español.
Por su parte, la selección masculina también peleó hasta el último momento por el título. La diferencia de goles desfavorable con Hungría le llevó a la segunda plaza y a disputar los octavos de final, un trámite ante Alemania que resolvió sin apuros (12-6), pero con el cruce envenenado contra Serbia en cuartos de final. El coco con toda su artillería disponible, pero los hombres de David Martín se fajaron hasta forzar la tanda de penaltis gracias al partidazo de Dani López Pinedo en la portería. La misma situación ante el mismo rival que le arrebató el oro europeo en Barcelona, pero el resultado fue muy distinto. España se tomaba la revancha y se metía en semifinales, donde esperaba Croacia. Otro rival de enorme dureza, otra prueba de alta exigencia, otra demostración de madurez. Las paradas de López Pinedo mantuvieron igualado un partido que decidieron los goles de Alberto Munárriz, ya instalado en el estatus de estrella mundial al que tardó en acceder por las lesiones. A la final contra los anfitriones, Hungría. Por tercer año consecutivo, España peleaba por el oro en un gran campeonato. Por tercera vez, la miel en los labios. Todo el partido a remolque, siempre persiguiendo a un rival que disfrutaba de una mínima ventaja hasta los minutos finales. España tuvo dos ataques para lograr el título, pero le tocó jugarse el oro en los penaltis, los fatídicos penaltis. Un error de Álvaro Granados en el último lanzamiento privó a la selección española del Europeo, el único campeonato que le falta en las vitrinas. Tercer año seguido que da en el palo, le falta rematar la faena al conjunto entrenado por David Martín, aunque es indudable que ha vuelto a la élite del waterpolo mundial como candidato a todo.
La rápida expansión de la pandemia paralizó toda actividad a partir de marzo. Los Preolímpicos y muchos campeonatos internacionales quedaron aplazados hasta 2021, salvo alguna excepción como el VI Naciones de rugby, que finalizó en octubre con triunfo de Inglaterra. A nivel nacional, supuso el final definitivo de la temporada en deportes como balonmano, hockey patines o voleibol. Por contra, el fútbol sala capeó el temporal como pudo y logró replanificar el desenlace del curso con una improvisada final a ocho en la que el empate beneficiaba al equipo mejor clasificado. El prolongado parón y la incertidumbre de un partido a vida a muerte pilló por sorpresa a algunos de los favoritos. Barça y El Pozo Murcia, campeón y subcampeón de Europa, cayeron a las primeras de cambio, allanando el camino al Inter Movistar pese a las ausencias y sus problemas internos. El empate a 3 en la final contra Valdepeñas le permitió recuperar el título de Liga y poner un exitoso broche a la etapa de Ricardinho, que fue apartado por sus problemas con el club y no disputó ni un minuto en la fase por el título. Un triste final para el jugador con más talento y magia que ha pisado una cancha de fútbol sala en España. Volviendo a las competiciones por selecciones, el Europeo femenino de balonmano fue el único campeonato de relevancia que pudo disputarse. España, subcampeona mundial, acusó la inactividad, la baja de Sandy Barbosa y el mal momento de forma de Nerea Pena. El equipo de Carlos Viver alternó en cada partido un tiempo de agresiva defensa y contraataque con otro de tibieza atrás y una sucesión inacabable de balones perdidos. Esta irregularidad se paga ante rivales del calado de Rusia o Francia, contra los que nos sirve disputar veinte minutos buenos. La victoria contra República Checa, tras una remontada al límite de lo impensable, y los empates ante Suecia y Montenegro fueron el único bagaje en un torneo gris que dominó la de siempre. Tras unos años de dominio franco-ruso, Noruega recupera el trono continental tras batir a Francia en una fabulosa primera mitad y aguantar la reacción gala en el segundo tiempo. Octavo título de los doce disputados para el gran dominador histórico del balonmano femenino.
Los deportes de invierno, pese a que se iniciaron cuando aún no se conocía la amenaza del coronavirus, también acabaron afectados por la pandemia y tuvieron que cerrar su temporada de forma abrupta en marzo. En la Copa del Mundo de esquí alpino, el noruego Henrik Kristoffersen dominó con claridad las pruebas técnicas, aunque el Globo de Cristal acabó en manos de su compatriota Aleksander Aamodt Kilde. En categoría femenina, continuaba el implacable dominio de Mikaela Shiffrin hasta que, a comienzos de febrero, la repentina muerte de su padre en un accidente le llevó a tomar la decisión de abandonar la competición temporalmente. Este suceso luctuoso evitó su cuarto Global de Cristal consecutivo, que acabaría en manos de la italiana Federica Brignone. En la Copa del Mundo de esquí de fondo, el ruso Alexander Bolshunov rompió la hegemonía noruega y se convierte en el nuevo referente de la especialidad, sobre todo en distancias largas. No ocurrió lo mismo en categoría femenina, dominada con puño de hierro un año más por la gran Therese Johaug. El Torneo de los Cuatro Trampolines presentó una dura pugna que se resolvió en la última prueba, en Bischofshofen. El triunfo del saltador polaco Dawid Kubacki le permitió adelantar al noruego Lindvik en el último momento para imponerse en este prestigioso y tradicional torneo. En el Mundial de biatlon, la rivalidad entre franceses y noruegos cayó del lado galo en categoría masculina. Por otro lado, nadie fue capaz de interponerse en el dominio abrumador en categoría femeninade la noruega Marte Olsbu Roiseland, ganadora de 5 medallas de oro y gran estrella de la competición. Por último, el coronavirus suspendió el Mundial de patinaje artístico, pero sí se pudo celebrar la final del Grand Prix, que cayó con autoridad en manos del estadounidense Nathan Chen. Parece que la hegemonía del mítico Hanyu va llegando a su fin.
Mejor deportista polideportivo masculino 2020
- Armand Duplantis (atletismo) (40%, 4 Votes)
- Dawid Kubacki (saltos esquí) (20%, 2 Votes)
- Nathan Chen (patinaje artístico) (20%, 2 Votes)
- Joshua Cheptegei (atletismo) (10%, 1 Votes)
- Alexander Bolshunov (esquí de fondo) (10%, 1 Votes)
Total Voters: 10
Mejor deportista polideportivo femenina 2020
- Clarisse Agbegnenou (judo) (40%, 4 Votes)
- Larisa Iordache (gimnasia artística) (20%, 2 Votes)
- Therese Johaug (esquí de fondo) (20%, 2 Votes)
- Letensebet Gidey (atletismo) (10%, 1 Votes)
- Marte Olsbu Roiseland (biatlon) (10%, 1 Votes)
Total Voters: 10
Mejor equipo polideportivo masculino 2020
- Inglaterra rugby (ganador VI Naciones) (60%, 6 Votes)
- España balonmano (campeón de Europa) (20%, 2 Votes)
- Ucrania gimnasia artística (campeón de Europa) (10%, 1 Votes)
- Francia relevos biatlón (campeón del Mundo) (10%, 1 Votes)
- Hungría waterpolo (campéon de Europa) (0%, 0 Votes)
Total Voters: 10
Mejor equipo polideportivo femenino 2020
- España waterpolo (campeón de Europa) (60%, 6 Votes)
- Noruega balonmano (campeón de Europa) (30%, 3 Votes)
- Inglaterra rugby (ganador VI Naciones) (10%, 1 Votes)
- Israel gimnasia rítmica (campeón de Europa) (0%, 0 Votes)
- Noruega relevos biatlón (campeón del Mundo) (0%, 0 Votes)
Total Voters: 10
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