El pasado 8 de marzo, día muy conocido popularmente por motivos completamente ajenos al baloncesto, se disputó la jornada 23 de la Liga ACB. Fue la última antes de la expansión explosiva del maldito coronavirus que ha cambiado la vida cotidiana de todos. Un largo confinamiento y una “desescalada” asimétrica y convulsa han formado parte de los medios para combatir la pandemia hasta alcanzar lo que llaman “nueva normalidad” (un término inquietante que no me gusta nada y no me da buena espina). Un prolongado parón que afectó a todos los órdenes de la vida y al que no fue ajeno el mundo del deporte, que pasó a la clandestinidad en medio del monográfico informativo que imponía la actualidad sobre la COVID-19. Tres meses después, los estragos más terribles de la enfermedad amainaron considerablemente y la actividad regresa, aunque sea de forma distinta y titubeante. El deporte de la canasta retoma el pulso en España, pero no lo hará de la misma manera. Ante la imposibilidad de completar la temporada tal como estaba planificada, la ACB tomó la decisión de resolver la temporada con una fase final entre los doce primeros clasificados que se disputará en Valencia, a puerta cerrada, del 17 al 30 de junio. Queda para el debate que no se haya formado otro grupo entre los seis equipos restantes para dilucidar el descenso y que se garantizara la permanencia a todos la próxima temporada, pero esa es otra historia.
El formato de la fase final es simple y fácil de entender. Nada de lo que pasara en la Liga Regular hasta la llegada del parón se tiene en cuenta y todos los participantes parten de cero. Borrón y cuenta nueva en la búsqueda del título de la temporada 2019-20. Los doce equipos se dividen en dos grupos de seis equipos, en cada uno de los cuales los integrantes se enfrentarán todos contra todos en formato de liguilla durante cinco jornadas. Los dos primeros de cada grupo pasarán a semifinales (el primero del grupo A contra el segundo del grupo B y el primero del grupo B contra el segundo del grupo A), disputadas a partido único, y los vencedores se enfrentará en la final del martes 30 por el título de mayor prestigio del baloncesto nacional. Un sistema muy parecido al empleado en competiciones por selecciones y al que estamos muy acostumbrados los aficionados al baloncesto. Nos esperan dos semanas vibrantes, con tres partidos cada día y un margen de error escaso para los equipos en liza. Un formato inédito e improvisado para resolver esta temporada marcada por la pandemia.
Sin más preámbulos, paso a analizar detenidamente los dos grupos y la situación actual de los doce equipos presentes en esta fase final por el título.
GRUPO A:
El Barça marchaba como líder de la Liga ACB, con una victoria de ventaja sobre el Real Madrid, en el momento que se produjo el aplazamiento de la competición. Una situación de privilegio mientras trataba de encontrar la solidez y conjunción de su rutilante plantilla antes de encarar el tramo decisivo de la temporada. Sin embargo, el prolongado parón ha cambiado todo. La cancelación de la Euroliga esta temporada ha convertido a la máxima competición nacional en la última carta para que la primera temporada de Mirotic en el equipo azulgrana no acabe en un frustrante año en blanco. Esta improvisada fase final marcará si el curso acaba con éxito o en un rotundo fracaso sin paliativos. No habrá vuelta de hoja para el conjunto de Pesic, al que la extensa interrupción de la campaña no ayuda en la resolución de los problemas estructurales del juego azulgrana. El Barça necesitaba entrenamientos y partidos para cuajar su inagotable reserva de talento individual, pero no lo consiguió llegado marzo y la inactividad le ha privado de los medios para alcanzarlo. Resultará complicado alcanzar en dos semanas esa meta y dejar atrás un juego irregular y muy enfocado en las acciones individuales (sobre todo de Mirotic, faro sobre el que giraba buena parte del ataque del Barça). Para colmo, la marcha de Delaney -importantísimo en los últimos partidos disputados en marzo- supone una sensible baja en la posición de base. La ansiada recuperación de Heurtel puede suponer un alivio, pero el jugador francés apenas jugó esta temporada y se desconoce si llegará a su mejor nivel. De Pangos, inédito este curso, se desconoce en qué estado se encuentra. Un agujero en la dirección que lo puede acusar aún más un equipo sin un patrón de juego claro y en el que escasean los jugadores de trabajo (Claver y Hanga se encuentran demasiado solos, en ocasiones, en labores de intendencia). Aunque el reposo también hay noticias positivas, como en el caso de un Higgins aquejado de unos recurrentes problemas físicos que le han impedido rendir a su mejor nivel esta temporada; o el de Brandon Davies, necesitado de un parón mental en una campaña de claro rendimiento descendente. De todas formas, le hará falta al Barça una versión notable de los demás astros para que no todo dependa de los innumerables recursos ofensivos de Mirotic. Pesic necesitará una nueva mano ganadora para salir con éxito de un envite sin segunda oportunidad.
El Barça es el indudable favorito en este grupo, pero no se puede permitir relajaciones en un grupo muy exigente. Comparte trayecto en la primera fase con tres equipos de indudable peligro, en especial a partido único. Unicaja alcanzó la final de Copa tres semanas antes del parón y se encontraba en camino de enderezar el rumbo de una temporada irregular pese a las numerosas lesiones que le perseguían. Los tres meses de interrupción le han servido para recuperar efectivos aunque seguirá sin contar con Jaime Fernández (baja muy importante para el equipo malagueño) y Toupane y decidió prescindir de un intermitente e individualista Josh Adams. De todas formas, los refuerzos que acometió Unicaja para paliar las numerosas lesiones le dan un plus de calidad y competitividad que se echaba de menos en Málaga. La capacidad anotadora de Brizuela y Bouteille (una de las sensaciones de la temporada), fundamental para paliar la falta de acierto en el perímetro, y la apreciable experiencia de jugadores fiables como Mekel y Simonovic añaden mucho nivel a una plantilla reforzada para la resolución del campeonato. En cuanto a Baskonia, esta fase final supone una segunda oportunidad en una temporada difícil y llena de sobresaltos. La ausencia en la Copa y las penurias en Liga ACB y Euroliga son historia. También quedan en el olvido las lesiones que se cebaron con la plantilla, sobre todo entre los bases. Sólo Garino se quedará fuera por este motivo. Dusko Ivanovic podrá contar con Vildoza y Granger, piezas muy importantes en una dirección mermada por los problemas físicos. El equipo vitoriano se rearma y Shengelia ya no se sentirá tan solo en una temporada donde ha llegado a disputar los cuarenta minutos en algunos partidos. Suben enteros las opciones de un equipo con orgullo pese a los sobresaltos, como pudieron comprobar Real Madrid y Barça. Por último, la tercera amenaza llega desde la isla de Tenerife. CB Canarias marchaba cuarto cuando se interrumpió la competición gracias a un equipo veterano y solvente en el que destaca, por encima de todo, la sociedad creada entre Marcelinho Huertas y Shermadini. Sus espectaculares actuaciones esta temporada fueron claves en el gran rendimiento del equipo lagunero y serán fundamentales para la suerte del conjunto de Vidorreta en Valencia. Está ante una bonita oportunidad de alcanzar un hito en la historia del club, pero en la Copa quedó claro que no digiere bien el favoritismo.
Los otros dos integrantes del grupo, salvo sorpresa, cuentan con pocas opciones de pasar a semifinales. Bilbao Basket es la gran revelación de la temporada en la Liga ACB. Un ascendido convertido en un matagigantes, lleno de ambición y atrevimiento, que sumaba victorias sobre rivales ilustres de forma asombrosa. Sin embargo, el traspaso de Bouteille a Unicaja, la lesión de Jaylon Brown y la marcha de Tyler Haws (sustituto del anterior) reducen de forma considerable sus opciones en la fase final aunque llegar aquí ya es un premio a la destacable temporada de los hombres entrenados por Mumbrú. En cuanto a Joventut, un equipo consagrado a la brillantez individual de Prepelic, le falta variedad de argumentos como para aspirar a una de las dos primeras plazas en un grupo tan duro. La salida de Harangody y Wroten reduce la rotación de un equipo verdinegro mermado de efectivos. Ni siquiera un Prepelic estelar o un Omic consistente en la zona parecen capaces de cambiar el papel de la Penya en esta fase final.
GRUPO B:
El Real Madrid llega a Valencia como el principal favorito al título. No ha ganado aún tres Ligas seguidas en la fructífera etapa de Laso en el banquillo, pero en este atípico final de temporada se le presenta una nueva oportunidad de superar este hito y que afrontará con la tranquilidad que dan los títulos. La abrumadora superioridad que mostró en la Copa del Rey en febrero fue la demostración de todo el potencial que puede desarrollar un equipo mayúsculo que seguirá conservando el bloque ocurra lo que ocurra en la Fonteta. El equipo blanco, pese a la pandemia, no perdió el tiempo; amarró la continuidad de Rudy, Randolph y Thompkins durante el parón y amplió un año la vinculación de Carroll y Felipe Reyes para ofrecerles la oportunidad de despedirse como merecen sus trayectorias deportivas. Con el futuro cercano aclarado, busca la consecución de un pleno en las competiciones nacionales. La pandemia cortó el mejor momento de la temporada del equipo blanco, lanzado tras pasar por encima de sus rivales en la Copa, pese a las lesiones que trajo como factura el éxito en Málaga. Ahora, vuelve a contar con todos los efectivos, incluso un Thompkins que superó el temido coronavirus (quien sabe si lo contrajo en aquel innecesario partido en Milán). Bueno, no estará disponible Mejri, pero creo que a nadie le importa su ausencia debido a su papel residual y pobre rendimiento. Esta fase final le supone comenzar de cero la competición, sin bagaje previo ni planificación física para alcanzar el mejor pico de forma en el momento clave, pero el Madrid de Laso ya ha dado muestras sobradas de que no necesita mucho tiempo para desplegar ese juego veloz y espectacular que es seña de identidad del equipo blanco. No hay duda que el Madrid volverá a ser el rival a batir, incluso en un formato tan especial. Si Campazzo y Tavares regresan a un nivel alto, si la defensa alcanza la agresividad de la Copa y no se abandona a fases de despiste, será complicado para los rivales que el equipo blanco no marque diferencias.
El Real Madrid estará acompañado por rivales que, en su mayor parte, afrontarán esta fase final en condiciones peores que antes del parón. Muchos de ellos arrastran bajas importantes en esta cita. Basket Zaragoza, el acompañante de los grandes futboleros en lo más alto de la clasificación durante buena parte de la temporada, acude seriamente mermado. La marcha de Seeley y Jason Thompson y la retirada de Fran Vázquez, que renunció a poner fin a su trayectoria profesional en este tramo final de Liga ACB, reducen el potencial de un equipo maño que impresionó esta campaña con su juego atractivo y sin complejos. También queda la duda de cómo afectará la reanudación a jugadores como Radovic o Brussino, que atravesaban el mejor momento de sus carreras. La interrupción no le ha venido nada bien, desde luego, aunque vuelva a contar con Justiz y Seibutis. Los contratiempos de Basket Zaragoza convierten a Valencia Basket en el rival más cualificado para el actual campeón. El anfitrión, aunque poco importa este factor en una competición a puerta cerrada, fue creciendo tras un comienzo dubitativo hasta que llegó la maldita pandemia. Una plantilla larga y compensada, un juego interior con facilidad para lanzar desde fuera (lo que peor le viene a Tavares) y la recuperación de Loyd le convierten en un rival a tener en cuenta. Sin embargo, la estrepitosa derrota sufrida en Copa contra los de Laso es de las que hace mucho daño moralmente. Además, la lesión de Vives reduce la rotación de bases; un serio inconveniente en un formato tan exigente y explosivo. Pese a todo, el principal candidato a acompañar en semifinales al Real Madrid aunque no perdería de vista a Gran Canaria. Su temporada no ha estado a la altura de las expectativas, pero esta segunda oportunidad le viene que ni pintada a una plantilla veterana y contrastada y un entrenador, Katsikaris, de plenas garantías. Careció de consistencia hasta el aplazamiento, pero no conviene fiarse de un plantel que cuenta con piezas de la experiencia de Bourousis, Beirán, Shurna, Cook, Rabaseda o Burjanadze y jugadores como Demonte Harper o Costello, que firmaron muy buenas actuaciones. Podría ser el tapado.
Los otros dos equipos que completan el grupo parten con menos opciones. La baja por lesión de Diagne priva a Andorra de su gran referente en el juego interior. Aquejado de molestias, su equipo decidió no forzarle y evitar el riesgo de una posible fractura. Una declaración de intenciones, un pensamiento más enfocado a la próxima temporada que la presente. Con su ausencia, el juego del equipo de Ibon Navarro girará sobre el tiro exterior y las acciones individuales de los jugadores de perímetro, con el consiguiente riesgo de caer en un juego muy previsible. Por último, la buena temporada de Burgos trae como premio su presencia en esta fase final. Así se lo debe tomar el equipo de Peñarroya porque sus posibilidades son muy escasas. La marcha de Earl Clark y la ausencia en las gradas de su incansable afición restan peligrosidad a Burgos. Ni siquiera el reciente fichaje de Pablo Aguilar, que regresa al baloncesto español, parece garantía para pensar en algo más que disfrutar de la experiencia.
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