Durante años, al inicio de cada temporada se ha repetido el mismo vaticinio. El momento en el que los clubes ingleses dominaran sin oposición el fútbol europeo ha llegado. Ahora sí, esta vez ocurrirá. Nada podrá frenar su irresistible poderío económico que atrae a grandes jugadores y a la élite de los entrenadores. Pero cada temporada acababa con la misma decepción. Los equipos ingleses se despeñaban en la máxima competición europea, dejando un profundo aroma a decepción. Alguna vez tendría que ocurrir que asaltaran el trono en la Champions. A fuerza de repetirlo los amantes de los pronósticos y la adivinación tenían que acertar aunque tanto aviso ya sonaba a que viene el lobo pero nunca aparecía. Sin embargo ni los grandes augures podían esperar que cuando sus vaticinios se cumplieran lo hicieran de una forma tan rotunda.
Los cuatro equipos ingleses superaron la primera fase de la Champions. Nada nuevo ni destacable. Pero que los cuatro llegaran a cuartos de final ya colocaba en alerta al fútbol europeo. Se daba por descontado que Liverpool y Manchester City, que libraban una cerrada lucha por el título en la Premier League, pasaran sin apuros. Más sorprendente fue que el Tottenham superara con suficiencia a Borussia Dortmund. E impensable el desenlace de la eliminatoria entre Manchester United y PSG. La abrumadora superioridad del equipo francés en Old Trafford dejó la eliminatoria vista para sentencia en la ida (0-2). Nadie podía imaginar lo contrario. En el Parque de los Príncipes se repitió el guion en la primera mitad. Dominio aplastante del PSG sobre un mediocre Manchester United, atrincherado en su área soportando el continuo asedio rival. Sin embargo, una jugada aislada y un error de Buffon pusieron un 1-2 al descanso que sembró los nervios e inquietud en el equipo entrenado por Tuchel, poco acostumbrado a competir al más alto nivel y frágil mentalmente. Jugó con fuego y se acabó quemando. Una mano de Kimpembe en el descuento desencadenó el desastre. Rashford anotó de penalti el 1-3 que clasificaba a Los diablos rojos para asombro de todo el fútbol europeo. Otro batacazo del multimillonario PSG, al que también se espera para alcanzar a lo más alto pero que no consigue arrancar. Ya casi ni sorprenden sus tropiezos en Europa. Pero la realidad era que la mitad de los clubes que llegaban a cuartos de final disputaban la Premier League.
El camino se allanaba a los equipos ingleses con la eliminación del gran dominador en Europa en el último lustro, más por nombre que por el rendimiento, flojo, durante la temporada. El Real Madrid, que vivía en la convulsión, el desánimo y el mal juego desde la marcha de Cristiano Ronaldo, arruinó su temporada en una semana nefasta. Cayó eliminado por el Barça en semifinales de Copa en el Bernabeu en un partido de lo más engañoso. Fue muy superior en juego a su eterno rival, que realizó un mal partido. Seguramente la actuación más gris de Messi en su escenario predilecto. Pero al equipo blanco le faltó la pegada que le sobraba a los azulgranas. Tres goles en dos tiros a puerta, el colmo de la fatalidad. 0-3 que significaba otra goleada en contra en un Clásico aunque no lo mereciera. Tres días después se repitió el mismo encuentro en Madrid. Marcador más ajustado (0-1) pero en esta ocasión el Barça sí dejó una imagen de aplomo y superioridad sobre un rival impotente, lastrado por sus carencias y la falta de jugadores de verdadero impacto en el juego. Adiós a las escasas opciones al título de Liga que restaban. Pero el golpe más duro llegó en Champions, también en el Bernabeu. Defendía el 1-2 logrado en Amsterdam sobre el Ajax. Un marcador muy positivo para el juego realizado en la ida, irreal debido a que por momentos llegó a ser avasallado. No se contemplaba otro descalabro pero acabó resultando el mayor desastre de una semana triste. En poco más de un cuarto de hora estaba por detrás en la eliminatoria. Todo se conjuró en contra del Real Madrid. Dos tiros al poste, lesión de Vinicius (su irrupción fue el único motivo para la ilusión del madridismo durante meses), el vigor de un equipo joven y voraz que atacaba en oleadas. El 1-4 final reflejó a la perfección el desastre. La peor derrota en casa del Real Madrid en competición europea le dejó sin objetivos con dos meses y medio por delante hasta el final de temporada. Un serio revés que le costó el puesto a Solari y precipitó el regreso de Zidane al banquillo. Acompañaba en la desdicha a su vecino, el Atlético, fulminado por un triplete de Cristiano Ronaldo que daba la vuelta al 2-0 del Metropolitano y castigaba el planteamiento miedoso y cicatero de Simeone en Turín. El Barça, que eliminó con mucha comodidad al Olympique Lyon, fue el único equipo español que avanzó a cuartos de final.
El sorteo evitó cualquier posibilidad para elucubrar sobre si los equipos ingleses coparían las semifinales. Manchester City y Tottenham quedaron emparejados en cuartos de final. Claro favoritismo para los primeros, sobre todo por la ausencia de Kane, pero Tottenham sorprendió en la ida con un solitario gol de Son. La vuelta en el Etihad Stadium derivó en un partido de locos. Son, que volvió loco a Laporte, anotó dos goles para contrarrestar el tempranero gol de Sterling. En diez minutos el marcador reflejaba 2-2. El Manchester City logró dar la vuelta a la eliminatoria en la segunda mitad pero Fernando Llorente marcaba el 4-3 en una jugada trabada en la que pudo existir un leve toque con la mano. El VAR no detectó nada pero sí lo haría en el descuento para anular el gol que daba el pase a los locales. Un encuentro sin control que metió en semifinales al Tottenham. Un nuevo desencanto europeo para Guardiola, que perdió el hechizo con la Champions desde que abandonó Barcelona aunque siga recolectando Ligas con facilidad. El Liverpool, que vapuleó al Oporto sin contemplaciones, sería el segundo equipo inglés en semifinales. El Manchester United no tuvo ninguna opción de repetir el milagro de la ronda anterior, apenas inquietó al Barça que se impuso con mucha solvencia tanto en Old Trafford como el Camp Nou y mantenía vivo el reto de lograr su tercer triplete. El invitado sorpresa sería el Ajax. Su juego lleno de frescura, vigor y carente de complejos se llevó por delante en Turín a la Juventus. No le impresionaban los grandes estadios a este equipo joven, dispuesto a situar al Ajax en el lugar que ocupó antaño, entre los grandes de Europa. Nadie contaba con ellos pero todos empezaron a tomarle en serio.
Barça-Liverpool y Tottenham-Ajax serían las semifinales. La final inglesa era una posibilidad pero tras los partidos de ida esa situación pasó a una utopía. El partido del Camp Nou fue un ejemplo de la mayor irrealidad del fútbol. El Liverpool fue claro dominador durante gran parte del encuentro, llegando a acorralar a un Barça sin argumentos para superar el despliegue físico y velocidad del equipo de Klopp, pero topó con la genialidad de Messi. Dos pinceladas del astro en el último cuarto de hora dejaron el marcador en 3-0. Incluso pudo llegar un cuarto si Dembelé no hubiera fallado un contragolpe a puerta vacía. Una goleada inverosímil en un partido que ni mereció ganar pero el Barça estaba casi con los dos pies en la final. Los culés ya preparaban el viaje a Madrid, sede de la final, y cómo celebrar el título en las narices de los aficionados del eterno rival. En Londres, un gol de Van de Beek firmó otra gesta más a domicilio del sorprendente Ajax. La final apuntaba a un Barça-Ajax, un duelo con encanto entre dos equipos muy relacionados históricamente. Pero el fútbol transcurre en ocasiones por caminos insospechados.
Aunque aún estuviera en el recuerdo ningún aficionado del Barça barajaba que se pudiera repetir el desastre de Roma en Anfield. Tres goles de diferencia era una ventaja muy sustancial y el Liverpool se presentaba mermado por las bajas de Salah y Firmino, dos de los delanteros titulares. Además el Barça llegaba con el título de Liga ya en las vitrinas. Pero el partido comenzó torcido. Origi, sustituto de Firmino, adelantaba al Liverpool a los siete minutos tras un error de Jordi Alba. Leve inquietud pero tampoco el Liverpool generaba gran peligro. El Barça estaba expectante, a la búsqueda del gol que rematara la eliminatoria, pero no fue capaz de convertir en la primera mitad los zarpazos que llegaban de Messi y Luis Suárez. Al descanso, Jurgen Klopp tomó una decisión arriesgada, cambiar un lateral por el centrocampista holandés Wijnaldum. Un movimiento táctico trascendental. Jordi Alba dejó un agujero por la banda. La jugada acabó en un centro que remató Wijnaldum para poner el 2-0. El Barça ya tenía motivos para tener miedo pero ni le dio tiempo. Dos minutos después, Wijnaldum conectaba un cabezazo que batía a Ter Stegen e igualaba la eliminatoria transcurridos apenas diez minutos de la segunda mitad. Anfield estaba al borde del delirio, presto a empujar a una carga sin cuartel, pero Klopp ordenó enfriar el partido.
No había prisa, restaban 35 minutos para hacer otro gol. Decidió jugar con el estado de nervios que atenazaba al Barça, incapaz de controlar el juego, de hilvanar cuatro pases seguidos. Sabía que se presentaría la ocasión. Su rival era un manojo de nervios y Mané estaba haciendo papilla a toda la defensa del Barça. No había forma de salir de la pesadilla pero lo peor estaba por llegar. Alexander-Arnold se disponía a sacar de esquina desde la banda derecha. Ve a toda la defensa del Barça mirando al infinito y bota a toda velocidad un centro largo y raso hacia el área pequeña. Ningún jugador azulgrana se enteró del saque. Tampoco nadie se fijó en Origi, que sin nadie que le estorbara fusiló a Ter Stegen para anotar el 4-0 a once minutos del final. La jugada que permanecerá para siempre unida a este partido. Un gol proveniente de un error general. Grotesco, absurdo, infantil. Sacado de un sketch de Benny Hill. Ni hubo reacción ni se esperaba. Una eliminación que superaba con creces el desastre de Roma. El dolor y el bochorno no hubo forma de aliviarlos. Fueron inevitables las críticas furibundas al equipo por su falta de carácter y concentración. Aún mayores fueron para Valverde, señalado como el gran culpable del naufragio. Una derrota histórica con consecuencias. El equipo desconectó por completo y el Barça también cedió en la final de Copa contra el Valencia (1-2). Un triste desenlace de la temporada que difuminó la Liga obtenida con gran comodidad.
Pero si inesperada fue la resolución de esta eliminatoria no quedó atrás la otra semifinal. El Ajax volvió a ofrecer un recital de juego en la primera mitad en el Amsterdam Arena. Con 2-0 al descanso todo parecía encaminado al regreso a la final de los ajacied pero ocurrió lo imposible. Dos goles de Lucas Moura igualaron el partido a dos a media hora del final. El Ajax aún conservaba un gol de ventaja pero la eliminatoria cobró una emoción inusitada. El partido se volvió loco, completamente abierto. Se convirtió en una moneda al aire que cayó cara para el Tottenham. Un tiro desde la frontal de Lucas Moura en la última jugada completó su día de gloria y clasificó al conjunto londinense para la final. Un duro mazazo para el Ajax, quién sabe cuando se le volverá a presentar una situación así. Aunque pareciera imposible la final inglesa quedaba sellada. El dominio que tanto tiempo se aguardaba pero que no quedaba ahí puesto que la final de la Europa League la disputarían Chelsea y Arsenal. Los cuatro finalistas en competiciones europeas eran ingleses. Insólito, inédita una situación de dominio absoluto semejante. Sólo quedaba poner nombres a los campeones de una temporada inolvidable para el fútbol inglés. Hazard lideró al Chelsea al título de Europa League, el aperitivo a la gran fiesta que se celebraría en el Metropolitano. Una final que empezó a decidirse en el primer minuto. Una mano de Rose dentro del área fue señalada como penalti por Skomina. Salah adelantaba al Liverpool desde los once metros. Apenas había empezado el partido y los hombres de Klopp ya tenían la final de cara. Poco más ocurriría en la primera mitad. El Liverpool permaneció a la expectativa y al Tottenham le faltaba juego para mover el balón con velocidad y criterio. No le quedó otra al equipo de Pochettino que estirar líneas en la segunda parte. Apareció con más peligro por el área rival pero Alisson fue un muro en la portería. Sostuvo al Liverpool hasta que una contra finalizada por Origi en el minuto 87 significó el 2-0 definitivo. Sexto título para el Liverpool que confirma a Klopp como el mejor entrenador del momento. El espaldarazo que ha convertido a su equipo en referente. Campeón de la Supercopa Europea y el Mundial de clubes en la nueva temporada, con la Premier prácticamente ganada en Navidades y una sola derrota desde que arrancó la campaña. El equipo a batir en la pelea por el trono europeo.
La selección española consiguió sin apenas sobresaltos la clasificación para la Eurocopa del próximo año. Cierto que las carencias de los últimos años volvieron a emerger en las salidas más complicadas, en Noruega y Suecia, pero los empates cosechados en ambos partidos bastaron para salir airosos. El gol de Rodrigo en el descuento en tierras suecas selló definitivamente el billete a la Eurocopa con dos partidos por disputarse. Sin embargo, la convulsión que acompaña a la selección en los últimos tiempos salió de nuevo a la palestra tras el 6-0 a Rumanía en el Metropolitano que cerró la fase clasificatoria. Fue el último partido de Robert Moreno como seleccionador. El deseo de Luis Enrique de regresar al banquillo, meses después del desenlace fatídico de la grave enfermedad de su hija, desencadenó que Luis Rubiales no dudara en relevar a Robert Moreno sin medir si el momento y las formas eran adecuadas. Se desató una tormenta inesperada, con cruces de acusaciones y declaraciones entre los dos últimos seleccionadores. Comienzan de manera accidentada los meses de preparación de una Eurocopa en la que España disputará los partidos de la primera fase en casa, en San Mamés, contra Polonia, Suecia y un rival procedente de la repesca. Rivales asequibles para pelear por la primera plaza del grupo.
En Sudamérica y África se disputaron torneo continentales. La Copa América se celebró en Brasil, el escenario idóneo para romper la sequía de títulos de la canarinha en los últimos años. Sin sorpresas en la primera fase aunque Argentina pasó las de Caín para pasar a cuartos de final. La derrota sin paliativos contra Colombia (0-2) aumentó la desconfianza en la etapa de Scaloni en el banquillo. Contra Paraguay bordeó el desastre. Un penalti anotado por Messi y otro parado por Armani a Derlis González salvaron un empate a uno. La victoria por 2-0 sobre Qatar, invitado junto a Japón, evitó el sonrojo de caer a las primeras de cambio. Las eliminatorias dieron paso al temor a la derrota y el conservadurismo. Tres de los partidos de cuartos de final acabaron con 0-0 y penaltis. Brasil pasó por este trance contra Paraguay. Un penalti fallado por Derlis González esfumó los fantasmas de los últimos campeonatos. Ya no habría freno para los brasileños. En el gran Clásico sudamericano de semifinales, batiría a Argentina por 2-0 en un duelo muy polémico. El arbitraje del ecuatoriano Roddy Zambrano despertó las iras de los argentinos. Incluso Messi cargó contra el arbitraje tras el partido y acusó de corrupción a la CONMEBOL. La rajada le costó tres partidos de sanción. De nuevo acabó con frustración el intento del astro de liderar a Argentina hacia un título. Con Argentina, Messi es humano. En Maracaná, como no, se celebró la final entre Brasil y la sorprendente Perú. Los brasileños golpeó en momentos psicológicos. Gabriel Jesús anotó el 2-1 en el descuento de la primera mitad, neutralizando el empate de penalti de Paulo Guerrero al filo del descanso. Un penalti de Richarlison a dos minutos del final puso el 3-1 definitivo. Brasil se desprendía definitivamente del trauma en el que le sumió el desastre contra Alemania en este mismo escenario. Con un juego basado en el trabajo, la seriedad y el pragmatismo por encima de la belleza volvió a probar las mieles del éxito. En África, el título volvió a manos de los equipos del Magreb. La Argelia de Mahrez y Feghouli se proclamó campeona tras vencer 1-0 a la Senegal de Mané. La alternancia continúa en una Copa África que escenifica la falta de un dominador claro en el continente y convierte al torneo en una moneda al aire.
2019 significó un paso importante en la evolución del fútbol femenino. Año de Mundial, que tuvo una difusión sin precedentes en España. El torneo en su totalidad fue televisado en abierto y gozó de un tratamiento informativo sin precedentes. España tomaba parte por segunda ocasión consecutiva en un Mundial, disputado en esta ocasión en la vecina Francia. El primer objetivo radicaba en superar la fase inicial por primera vez. Sudáfrica, Alemania y China compartieron grupo con las jugadoras dirigidas por Ángel Vilda. El debut contra las sudafricanas rozó el bochorno por momentos. Pasó por enormes apuros ante un rival modesto que basaba su juego en balones largos para la veloz Kgatlana, autora del primer gol del partido. España no era capaz de amenazar pese a que las sudafricanas se encerraron en el área sin demasiado rigor. Le salvó la bisoñez e inocencia de Sudáfrica. Dos penaltis absurdos convertidos por Jennifer Hermoso salvaron una situación peliaguda. Un gol de Lucía García en el último minuto puso el 3-1 definitivo. España evitó el sonrojo y consiguió su primera victoria en un Mundial. Alemania, una de las grandes potencias, esperaba en el segundo partido. La selección española estuvo a la altura, compitió a buen nivel, pero le penalizó la falta de filo de cara a portería y un error infantil de Sandra Paños que permitió a Däbritz el solitario gol del triunfo para las alemanas. La clasificación quedaba pendiente del último partido contra China, un rival al que también le valía el empate y que no tuvo interés alguno en salir de su área. Puso una muralla durante los noventa minutos, proponiendo un partido desesperante y monótono. A España le faltó verticalidad y presencia en el área para derribar el muro chino. 0-0 en un encuentro anodino pero con resultado dulce. España cumplía su primer objetivo, ya estaba en octavos de final. El rival no podía ser más ilustre: Estados Unidos. La gran potencia, el referente máximo del fútbol femenino.
La seguridad en sus posibilidades de las jugadores estadounidenses resulta abrumadora. Una de sus jugadoras no se cortó en afirmar en la previa de octavos de final que el mejor equipo era Estados Unidos y el segundo sería el segundo equipo de Estados Unidos. Autoestima no falta. Pero España no se arredró para competir aunque la suerte le diera la espalda muy pronto. Un penalti infantil en el minuto 7 permitió a Megan Rapinoe adelantar a Estados Unidos. Sin embargo la respuesta fue ejemplar. Dos minutos después, Jennifer Hermoso cazó un balón que botaba en el área para anotar el empate por la escuadra. Una inyección de moral. España le planteó un partido incómodo a un rival que parecía inaccesible. Muy seria atrás, apenas permitió ocasiones de gol aunque es cierto que las jugadoras españolas no aparecían ni de lejos por el área estadounidenses. Pero otro golpe de mala suerte golpeó a la selección española. Tras consultar el VAR, la colegiado húngara Katalin Kulcsar señaló un penalti muy dudoso a quince minutos del final. Rapinoe no perdonó y selló la clasificación de Estados Unidos. España no tuvo capacidad de reacción pero se pudo marchar del torneo con la cabeza alta. Caer así ante la máxima favorita no era ninguna deshonra. De hecho la polémica acompañó a las estadounidenses con otras decisiones dudosas para deshacerse de la anfitriona Francia e Inglaterra. Aparte de su talento, físico y pegada le acompañaba un enorme respeto arbitral. Pero donde no quedó ninguna duda de su potencial fue en la final. Holanda, un equipo imaginativo y de juego alegre, sólo pudo resistir la primera mitad. En la segunda parte la superioridad estadounidense fue evidente. Más físico, más velocidad, más empaque. Y más contundencia. Megan Rapinoe abrió el marcador a la hora de juego, de nuevo desde el punto de penalti. No hubo dudas, fue claro. Nueve minutos después Lavelle dio la puntilla con un duro disparo. El 2-0 no dejó dudas sobre la primacía de Estados Unidos, que retenía el título. Nada podía detener el influjo de Alex Morgan y la capitana, Megan Rapinoe. Esta última fue la mejor jugadora del torneo y se convirtió en un icono social que trascendió el fútbol. Mujer de marcada personalidad, lesbiana y con una mentalidad en las antípodas de Donald Trump. Todos los ingredientes que le convertían en una apestada para el presidente estadounidense y un símbolo para sus detractores y diferentes colectivos. Dijo que le importaba poco si le invitaban a la Casa Blanca, que seguro que no ocurriría. Efectivamente, la invitación como homenaje al título para la selección femenina de Estados Unidos nunca llegó.
La difusión del Mundial fue la continuación del avance en el tratamiento informativo y mediático del fútbol femenino en España. Se ha hecho un hueco dentro de las secciones de deportes y empiezan a proliferar las campañas para batir records de asistencia en partidos puntuales en el Metropolitano, San Mamés o Cornellá. La reciente huelga de jugadoras que obligó a la suspensión de una jornada completa de Liga derivó en un acuerdo para firmar el primer convenio colectivo del fútbol femenino. Avances importantes aunque falte mucho camino. Queda pendiente reforzar un apoyo sólido más allá de campañas puntuales que disipe la sospecha de artificialidad. La nula repercusión de la primera colección de cromos del fútbol femenino es un dato para tener en cuenta que el crecimiento aún tiene pies de barro. El avance se tradujo en grandes resultados en el terreno de juego. Por primera vez un equipo español se clasificó para la final de la Champions. El Barça disfrutó de una temporada histórica en la máxima competición europea. Se llevó un pequeño sofoco en la primera ronda tras caer por 3-1 en Kazajstan con el modesto BIIK Kazygurt pero el 3-0 en Barcelona evitó el desastre. Tras barrer al Glagow City y el LSK Kvinner noruego en las siguientes eliminatorias se plantó en semifinales contra el Bayern. Las azulgranas demostraron madurez, solvencia y puntería para derrotar por 1-0 en ambos partidos al conjunto alemán. La final suponía un hito histórico pero la gloria quedaba muy lejana. El Olympique Lyon, el gran dominador del fútbol femenino en el último lustro, era un rival inaccesible. En Budapest le pasó la factura de la novatada al Barça. En veinte minutos ya vencía 3-0. A la media hora la gran Ada Hegerberg marcaba el 4-0 y su tercer gol de la final. Un duro despertar del sueño. El Barça no tuvo ni oportunidad de competir, sólo de marcar el gol del honor en el último minuto cuando ya hacía mucho que el campeón francés celebraba un nuevo título. El sabor agridulce de la final fue el único momento para recordar del Barça. Pese a ganar al Atleti los dos partidos de Liga su irregularidad provocó que las colchoneras retuvieran el título liguero aunque no consiguieron firmar el doblete tras caer ante la Real Sociedad en la final de la Copa de la Reina. Sin embargo la temporada 2019-20 parece destinada a que el trono del fútbol nacional se tiña de azulgrana. No encuentra obstáculo en una campaña que también significa la esperada entrada del Real Madrid en el fútbol femenino aunque hasta el próximo año no se complete la absorción del CD Tacón por parte del equipo blanco. Muchos años y trabajo tiene por delante para recorrer el camino que ya superó su eterno rival.
Mejor equipo Fútbol 2019
- Liverpool (60%, 6 Votes)
- Olympique Lyon femenino (30%, 3 Votes)
- Selección Estados Unidos femenina (10%, 1 Votes)
- Manchester City (0%, 0 Votes)
- Selección Brasil masculina (0%, 0 Votes)
Total Voters: 10
Leave a Reply
Be the First to Comment!
You must be logged in to post a comment.
You must be logged in to post a comment.