El comienzo de 2018 suponía la cuenta atrás para la inminente cita olímpica. No, no se trataba de esperar al verano para disfrutar de dos semanas en las que los JJOO acaparan toda la atención. Estaba a la vuelta de la esquina puesto que hablamos de los Juegos Olímpicos de Invierno, los otros Juegos que pasan desapercibidos para gran parte de los españoles. Una cita cumbre para Canadá y el norte y el centro de Europa, donde Estados Unidos y Japón mantienen su posición de grandes potencias y un país como Holanda destaca en el medallero por su dominio en el patinaje de velocidad. Ese gran acontecimiento en el que España es mero comparsa y toda la cosecha se reduce a dos medallas con el apellido Férnandez-Ochoa grabado. 26 años desde el bronce de Blanca en Albertville. Todos los intentos por cerrar la cuenta habían sido en vano, incluyendo el experimento con Johann Juanito Muehlegg en Salt Lake City que acabó en bochorno y escarnio. Nadie esperaba un papel destacado ni de lejos pero la delegación española llegaba a Pyeongchang (Corea del sur) con fundadas esperanzas en acabar con el maleficio. Aunque los amantes del optimismo desaforado cifraban hasta seis opciones, las previsiones más realistas reducían la atención al snowboard cross y el patinaje artístico.

Fuente: eurosport.com

La gran esperanza en la primera especialidad recaía en Lucas Eguibar. Un gran talento desde joven, habitual en las primeras posiciones en la Copa del Mundo. Sin embargo no estuvo a su mejor nivel y cayó demasiado pronto. Aún quedaba otra baza. Regino Hernández, un segundo espada reputado pero en un escalón inferior. Habitualmente a la sombra aunque su peculiar aspecto llama la atención. Barba poblada, carácter extrovertido e indudable carisma. Tampoco le falta talento a este rider de Ceuta, origen pintoresco para dedicarse a la nieve. Superó su tradicional muro de la semifinal para plantarse entre los seis mejores. Una caída que afectó a tres finalistas dejó las medallas decididas. Uno de los que seguía en pie era Regino. Le bastaba llegar a meta para subir al podio. El gran Pierre Vaultier estaba fuera del alcance. Luchó hasta el final por la plata con el australiano Jarry Hughes. Unas centésimas le separaron del segundo puesto pero el bronce supo a gloria. 26 años después, un deportista español lograba una medalla en los Juegos Olímpicos de Invierno. La maldición estaba rota. El camino quedaba allanado a la gran baza española en Pyeongchang, el gran revolucionario del patinaje artístico en España. Javier Fernández estaba ante su última oportunidad de lograr el éxito que le faltaba: la medalla olímpica. Aunque revalidó su título de campeón de Europa no brillaba esa temporada. Todos los huevos los puso en la cesta olímpica. Lo demostró logrando el segundo puesto en el programa corto. La mala actuación de Nathan Chen, campeón del mundo, abría las puertas de par en par a las medallas. El oro se presentaba como una utopía ante el colosal nivel presentado por el japonés Hanyu. Quedaba completar el trabajo en el programa largo, la especialidad de Javier Fernández. No fue una de sus mejores actuaciones pero fue suficiente para alcanzar el tercer puesto. Pudo ser segundo pero los jueces obviaron las dos caídas de Shoma Uno. Pese a todo, el bronce suponía un gran tesoro, el colofón a una brillante carrera. Que lograra arrebatar dos títulos mundiales a Hanyu, primer patinador en repetir título olímpico y el más elegante y talentoso de la historia, es toda una hazaña. El Europeo de 2019 significará el punto y final de la carrera deportiva de Javier Fernández, el patinador que cambió el concepto de este deporte en España para siempre.

Fuente: soloski.net

Toda la cosecha en la primera semana. A diferencia de lo que ocurre en verano, la segunda semana resultó insustancial para la delegación española. El interés quedó reservado para los más puros entusiastas del deporte invernal. El esquí alpino presenció los éxitos de las dos grandes figuras de la actualidad. Hace tiempo que el austriaco Marcel Hirscher ocupó el lugar de gran referente del esquí masculino. Los oros en gigante y combinada refrendaron su condición de gran dominador. En categoría femenina, Mikaela Shiffrin tomó el relevo de su compatriota Lindsay Vonn como figura principal y estrella carismática en el panorama internacional. No encuentra rival en las pruebas técnicas. Un error en el slalom evitó una tiranía incontestable pero se llevó de Pyeonchang el oro en gigante y la plata en combinada. Una fuera de serie que está marcando una época. El bronce de Vonn en el descenso puso la rúbrica a la carrera deportiva de una de las esquiadoras más grandes, un fenómeno de masas perseguido por el éxito y las graves lesiones. Pero, sin duda, la noticia más extraña la protagonizó la checa Ester Ledecka. Suficiente sorpresa es ganar el oro en slalom en los tiempo de Shiffrin pero más chocante resulta que lo acompañara con otro oro en gigante paralelo…¡¡en snowboard!! Dos mundos heterogéneos unidos en la figura de Ledecka, palillera y rider simultáneamente. Agua y aceite mezclados para el éxito olímpico. El esquí de fondo vivió una nueva apoteosis noruega. Klaebo, Sundby y Krüger  arrollaron en las pruebas masculinas. Los 50 kms estilo clásico fue la única prueba sin presencia noruega en el podio. En las pruebas femeninas, Marit Bjorgen aumentó su leyenda con cinco medallas más. La marca de una fondista irrepetible. El biathlon también fue escenario de proezas de los mitos actuales. Martin Fourcade, habitual en las listas de los mejores deportistas franceses cada año, se marchó con tres oros que refuerzan su hegemonía. La joven alemana Laura Dahlmeier mantuvo una grandísima rivalidad con la eslovaca Anastasia Kuzmina. Salió vencedora ligeramente la germana aunque ambas sumaron tres medallas y se repartieron éxitos. El patinaje de velocidad asistió a otra demostración de poderío de Holanda, primera potencia indiscutible de una especialidad que controla con puño de hierro. Pero la nota emotiva la puso el oro de Rusia en hockey hielo. Privada de participar con su nombre y su bandera como penitencia a los pecados del dopaje, Rusia se alzó con el triunfo en un torneo huérfano de las grandes figuras de la NHL. Un enorme éxito en el gran deporte de equipo en la época invernal.

Fuente: marathonranking.com

2018 fue año de entreguerras para el atletismo y la natación. Libre de competiciones a nivel mundial, los Europeos tomaron la iniciativa con ese proyecto de Juegos Europeos que aún está en pañales. La gran cita continental del atletismo se celebró en Berlin. Había fundadas esperanzas en una actuación histórica del atletismo español. La llegada masiva de talento joven y los buenos resultados en categorías inferiores en los últimos años inflaron el optimismo al extremo. El papel realizado fue notable (10 medallas repartidas en 2 oros, 3 platas y 5 bronces) pero no fue el mejor de la historia. Los pinchazos de algunas grandes apuestas (Hortelano, Husillos, Mechaal) dejaron un pequeño sabor amargo en una participación que tuvo su día de gloria en el histórico doblete de los 20 kms marcha. Tres fueron los grandes nombres. Jakob Ingebrigtsen, el menor de la triunfal saga noruega que impresionó a todos con los oros en 1500 y 5000 con apenas 19 años. Armand Duplantis, que rompió todos los registros conocidos en un pertiguista de 18 años. Dina Asher-Smith, la nueva reina de la velocidad europea con sus tres oros. Pero el gran personaje del año estuvo fuera de las pistas aunque en la misma ciudad. El keniata Eliud Kipchoge destrozó el récord mundial de maratón tras recorrer los 42’195 kms en 2h 1m 39s, bajando en 1:18 su propia plusmarca mundial y corriendo el segundo maratón más rápido que el primero. Una exhibición para el recuerdo que acerca a la obsesión, la barrera de las 2 horas. En cuanto a la natación, disputada en Glasgow, la ausencia de Mireia Belmonte redujo en gran medida las posibilidades de medalla. La plata de Jessica Vall en 200 braza y el bronce Joan Lluis Pons en 400 estilos fueron la magra cosecha de una natación española que evidenció todos sus problemas estructurales en ausencia de la gran figura. Para los buenos aficionados quedaron las nuevas demostraciones de poderío de Adam Peaty, Sarah Sjöstrom o Yuliya Efimova y el advenimiento de Simona Quadrarella o los jóvenes rusos. Donde sí hubo campeonato mundial fue en gimnasia artística. El regreso de Simone Biles no pudo ser más ruidoso. La superioridad de la gimnasta estadounidense fue aplastante. Subió al podio en todas las finales posibles. Sólo se le escapó el oro en asimétricas (plata) y barra de equilibrio (bronce). La huella de una deportista de época. única por sus condiciones físicas y su gracia natural. En la prueba masculina, el ruso Artur Dalaloyan rompe la hegemonía japonesa y se convierte en el nuevo dominador de la gimnasia mundial. Cinco medallas (2 oros, 2 platas y un bronce) que le aúpan al trono.

Fuente: huelvahoy.com

El deporte español también disfrutó de sonados éxitos individuales. En Nankin (China) se celebró el Mundial de badminton. Carolina Marín bajó el nivel tras alcanzar la apoteosis con el oro olímpico pero nunca había dejado de estar presente. Aplastó a sus rivales hasta llegar a las últimas rondas. Ni siquiera una de sus tradicionales rivales, la india Nehwal, le inquietó lo más mínimo en cuartos de final. Los grandes apuros aparecieron en semifinales. La china He Bingjiao contó con el favor del público y un juego muy variado. Ganó con solvencia el primer set por 21-13 pero no minó la fortaleza mental de Carolina Marín. Fue creciendo hasta superar con claridad a su rival conforme avanzaba el partido. 21-16 y 21-13 en los dos sets siguientes para acallar el pabellón y plantarse en su tercera final en un Mundial. Enfrente, la india Sindhu, su rival en la inolvidable final de Río. Un primer set muy disputado que marcó el partido. Carolina Marín se impuso 21-19 y asestó a Sindhu un mazazo del que no se recuperó. Sacó el rodillo en la segunda manga y no le dio una mínima opción. Se ha convertido en una bestia negra para la jugadora india. 21-10 que elevaba a los altares a la jugadora española por tercera vez en un Mundial. Un hito para la mujer que ha roto todos los esquemas de este deporte. Una piedra en el zapato del badminton asiático, que acaparó el resto de las medallas del campeonato. La leyenda continúa. Otra deportista que sigue rompiendo moldes es Lydia Valentín. Los problemas físicos le obligaron a cambiar de peso y competir en 81 kgs pero ello no restó su capacidad competitiva. Oro en arrancada y total olímpico y bronce en dos tiempos para mantenerla en lo más alto. Perenne sonrisa y vitola de juego limpio como nueva imagen de la halterofilia, que busca desprenderse del halo sórdido del dopaje de todas las formas posibles. Lydia Valentín está a la cabeza de la revolución que vive la halterofilia española, en pleno auge internacional. El bronce de Josué Brachi en arrancada es una prueba de ello. Los oros de Nikoloz Sherazadishvili en judo, Sandra Sánchez en karate y el triunfo en la Copa del Mundo de triatlón de Mario Mola son otros éxitos mundiales a destacar de los deportistas españoles.

Fuente: cadenaser.com

Como es costumbre, cada año arranca con una gran competición en balonmano. 2018 fue año de Europeo, tan difícil o más que un Mundial o unos JJOO puesto que el grueso de grandes selecciones está en el Viejo Continente. Jordi Ribera, seleccionador española, apostaba por una mezcla de veteranos y la progresiva entrada de los jóvenes que se proclamaron campeones del mundo junior. El equipo no acababa de alcanzar un juego seguro y provisto de continuidad. Era capaz de arrollar rivales, como a República Checa y Macedonia, con un juego demoledor o pegar un petardazo sonoro. La derrota por 26-31 contra Eslovenia, con baño táctico de Vujovic a Ribera sembró el pesimismo pero los resultados de terceros permitieron que España se jugara el pase a semifinales contra Alemania en la última jornada. Se tomó la revancha de la final del anterior europeo. Gran segunda parte en la que se cimentó el triunfo por 31-27 que abría el camino de las medallas. En semifinales esperaba el coco, la bestia negra. Francia, el gran dominador de la última década, el causante de tantas tristezas y decepciones. En plena renovación pero imperturbable en lo más alto. Los traumas pasados, sin embargo, no afectaron a un equipo decidido a cambiar la historia. El planteamiento defensivo de Jordi Ribera fue impecable. El ataque gozó de una variedad que hizo olvidar los habituales problemas en estático. Rodrigo Corrales chafó la tarde a los jugadores franceses. Fue tal la superioridad que Francia se sintió arrollada hasta pocos minutos del final. Su carga final fue inútil. 27-23 para romper la maldición y repetir final. Suecia, el coco de los años 90, regresaba a un duelo por el oro tras batir en la prórroga a Dinamarca por 35-34 en un partido dramático.

Fuente: valencianews.es

La primera parte fue de control sueco a partir de un inmenso Apelgreen en la portería. Cada parada suya significaba un contraataque letal. Pese a la desesperación creada por el guardameta el 12-14 al descanso no suponía un gran mal. Jordi Ribera tomó dos decisiones al descanso. Ordenó un cambio a defensa 5-1 para dificultar el ataque sueco y sustituyó a Corrales, poco afortunado en la portería, por Sterbik. El manchego nacido en Serbia, como le gusta decir a Arpad Sterbik, entró en el equipo en semifinales por la lesión de Gonzalo Pérez de Vargas. El héroe de la recordaba final del Palau Sant Jordi contra Dinamarca sólo aparece en la lista cuando se lesiona uno de los dos porteros habituales. Su impacto en la segunda mitad se pareció al calvario que padecieron los daneses en 2013. Todos los lanzamientos se estrellaban en él. Destrozó la moral de los jugadores suecos. La de los españoles estaban por las nubes. Con el seguro que suponía Sterbik bajo palos la defensa apagó las luces de Suecia que sólo pudo anotar tres goles en 22 minutos. España pasaba por encima a su rival, directa a un título que no se le podía escapar. A la quinta oportunidad fue la vencida. 29-23 para conseguir el primer título europeo. El agujero creado por la ausencia en Río ya es cosa del pasado. La nueva generación está casada con el éxito, encarnada en un Ferrán Solé que ya se encuentra entre los mejores jugadores del mundo. Un panorama muy diferente al de la selección femenina, inmersa en una profunda renovación con menor material aprovechable. Los éxitos de Las Guerreras quedarán en un bonito recuerdo. El fracaso del Europeo, donde sólo se consiguió el triunfo en el primer partido, es el resultado de la inexperiencia y los malos resultados en categorías inferiores. La élite va quedando lejos en pleno relevo en la cúpula del balonmano mundial. Noruega, la gran dominadora, va perdiendo poderío y ha cedido su posición de privilegio a Francia, que tanto sufrió a las nórdicas en el pasado.

Fuente: 20minutos.es

En julio, Barcelona albergaba los Europeos de waterpolo. Una ciudad muy unida a este deporte, preparada para que la selección femenina repitiera el éxito del Mundial 2013 y el masculino buscara la redención al final del túnel. Las chicas de Miki Oca comenzaron a lo grande, apabullando a Hungría por 13-9 en un recital anotador de Bea Ortiz, a la postre máxima goleadora del torneo. Un triunfo que facilitó el trabajo de liderar el grupo y disfrutar de un cruce amable en cuartos de final. No hubo dificultades hasta alcanzar las semifinales contra Grecia. En el peor momento llegó el día tonto del Europeo. Un mal segundo cuarto hipotecó el encuentro ante un rival muy agresivo defensivamente y que supo jugar muy bien las superioridades. 9-11 que suponía un jarro de agua fría. España tiró de amor propio y fortaleza mental para olvidar el mal trago y reponerse en la lucha por el bronce contra Hungría. No dieron opciones a las magiares, arrolladas desde el inicio. 12-6 que suponía una medalla aunque sabía a poco. El mal día contra Grecia le privó de una final que no debía haberse escapado. Los chicos, en cambio, levantaban menores expectativas. David Martín estaba completando el relevo generación en la selección aunque contó con el refuerzo de un veterano. Felipe Perrone regresaba a la selección española tras un año sin disputar competiciones internacionales tras formar parte en Río de la selección de Brasil, su país de nacimiento. Cosas de las nacionalidades en el waterpolo.

Fuente: noticiasdenavarra.com

Un sufrido empate a siete contra Montenegro le dio a España el liderato del grupo y el pase directo a cuartos de final. Grecia, el rival en el cruce, es un equipo muy indigesto para los españoles, muy incómodos con el ritmo lento y la defensa agresiva que proponen los helenos. Precedentes que se borraron de un plumazo. Partido muy serio en el que los jugadores españoles demostraron un carácter competitivo que no se veía desde hace años. 10-6 y camino de las semifinales. Esperaba Italia, que contaba en sus filas con Guillermo Molina y Chalo Echenique, compañeros en la selección hasta los JJOO de Río. Enfrentarse a España en casa, una sensación extraña que les pesó. Sus antiguos compañeros salieron a cuchillo a la piscina, empujados por el enfervorizado ambiente en las gradas de las Picornell. España comenzó fuerte, aguantó la reacción transalpina y se desenvolvió mejor en un final tenso y polémico, en el que no se concedió un gol a Italia en el último segundo que pudo haber superado la línea de gol. 8-7 que aseguraba la medalla. 26 años después, la venganza de la final de los JJOO. Muy fría se sirvió pero se degustó igualmente. Del oro le separaba el ogro, Serbia. La selección con mayor concentración de talento de largo. Una máquina de elaborar el mejor waterpolo. España no se contentó con llegar y jugó de tú a tú a los serbios. Les puso contra las cuerdas, gozando de dos goles de ventaja avanzado el tercer cuarto. Supo sufrir con la reacción rival y tuvo incluso el último ataque para llevarse el triunfo. En los penaltis, un error de Fran Fernández truncó el sueño. A los serbios no les tembló el pulso y se llevaron el oro. Como en los JJOO, las piscinas Picornell vieron cómo se esfumaba el éxito pero la selección española había crecido muchísimo. Los malos tiempos quedaban atrás.

Fuente: revistalideras.com

La disciplina más laureada del deporte español, el hockey patines, dio otra alegría más. La selección española se proclamó campeona de Europa tras realizar un torneo impecable. Ni siquiera la gran rival continental, Portugal, puso en apuros a un equipo que ha completado con éxito el relevo generacional. El trabajo del hispano-argentino Alejandro Domínguez en el banquillo no encuentra tacha. El triunfo llegó por partida doble puesto que el equipo femenino también logró el oro en el Europeo disputado en Portugal aunque fuera conocido por el gran público debido al apagón provocado por el huracán Leslie que aplazó los últimos dos minutos de la final. Otro éxito llegó en Londres en el Mundial de hockey hierba femenino. No había muchas esperanzas en un papel destacado, más si cabe tras una discreta primera fase en la que fue arrollada por Argentina (2-6) y batida por Alemania (1-3) tras recibir dos goles en una inferioridad. El cruce de octavos con Bélgica se antojaba el final del camino. Sin embargo en los partidos a vida o muerte apareció la versión más competitiva del equipo de Adrian Lock. España batió a las belgas por penaltis y se citó con Alemania en cuartos. Ahí llegó la revancha. Férrea defensa y un gol de Carmen Cano en los últimos minutos obraron la gesta. El cielo se abría ante las jugadoras españolas. Irlanda, un rival de su nivel, era un obstáculo asumible en semifinales. Un partido perro y tosco que llegó a los penaltis. La moneda salió cruz en esta ocasión y España quedaba relegada a luchar por el bronce con Australia, un equipo más potente sobre el papel que las irlandesas, barridas en la final por Holanda (6-0), pero la selección estaba llamada a dar su mejor nivel ante las grandes. Una gran primera mitad abrió el camino a un triunfo por 3-1 que suponía la primera medalla del hockey femenino español en un Mundial. La mayor hazaña desde el sorprendente oro olímpico en Barcelona.

Fuente: eluniverso.com

Ahora son las chicas la cara exitosa del hockey hierba en España. El equipo masculino, por contra, tocó fondo tras acabar apeada en la primera fase en el Mundial celebrado en Bhubaneswar (India). Hizo el canelo desperdiciando partidos controlados contra Francia y Nueva Zelanda y la derrota de Argentina, que ya era líder de grupo, ante los franceses en el último partido le dejó fuera. El deporte del milagro en España agota sus conejos de la chistera. También se disputaron en 2018 Mundiales en voleibol. En el masculino, Polonia demostró que la gesta conseguida en la anterior ocasión no fue casualidad. Repitió título tras mojar la oreja a todos los grandes del voleibol mundial. Dejó fuera de combate a la anfitriona Italia en la tercera fase de un sistema de competición demencial. Le arrebató el primer puesto a Serbia tras destrozarla por 3-0. Consiguió levantar un 1-2 a Estados Unidos en semifinales y no tuvo piedad de la gran favorita, Brasil, a la que derrotó por la vía rápida en la final. Toda una proeza. En categoría femenina, Serbia no dejó pasar la ocasión perdida en Río dos años antes tras batir a Italia, la gran potentada del voleibol continental, en la final por 3-2. La selección española ni estaba ni se la esperaba en ninguno de los dos torneos. Al menos los dos equipos estarán presentes en el Europeo de 2019. Lentamente se está encontrando la salida del pozo.

Fuente: gingersports.net

Por último, uno de los grandes acontecimientos marcados en rojo en 2018 es la disputa de la Ryder Cup. Por segunda vez salía de las Islas Británicas una edición disputada en Europa. Le Golf National en Guyancourt, a las afueras de París, albergaba el duelo bianual entre Europa y Estados Unidos. Una cita complicada para los europeos, inferiores indivualmente a la nueva generación del golf estadounidense. Koepka había ganado en 2018 el US Open y el PGA. Patrick Reed, el chico malo del golf, consiguió su primera chaqueta verde en Augusta. El italiano Francesco Molinari fue el único europeo que se coló entre en el dominio estadounidense en los majors con su triunfo en el Open Británico. Seis de los diez primeros jugadores del mundo son estadounidenses e incluso Tiger Woods acudía redivivo a su torneo maldito tras su triunfo en The Championship, el extraoficial quinto grande. El 3-1 en la primera tanda de fourballs predecía un fin de semana duro para los jugadores europeos pero por la tarde entró en juego el as escondido de Thomas Bjorn: el propio campo. Los jugadores estadounidenses que lo inspeccionaron acudieron en verano, con un tiempo benigno. Nada que ver con lo que encontraron iniciado otoño. Los europeos se adaptaron mucho mejor y la emboscada tendida hizo estragos en los estadounidenses. Siete victorias consecutivas de los europeos cambiaron por completo el torneo. Bjorn inventó la pareja Molinari-Fletwood, un dúo que se ganó al público por talento y carisma. Una mezcla exitosa que apunta a pareja de leyenda en la Ryder Cup. El italiano consiguió contra Phil Mickelson el triunfo que devolvía el trofeo a Europa. Cinco de cinco puntos, un pleno para el recuerdo. Sergio García realizó una buena Ryder y se convirtió en el jugador con más puntos de la historia de la competición. Una leyenda que no falta a la cita desde 1999. Puro jugador Ryder. Jon Rahm, el hombre llamado a dominar el golf mundial en unos años, debutó en la Ryder Cup. De menos a más, tuvo su día de gloria derrotando en los individuales a Tiger Woods, que vivió otra edición de pesadilla en un torneo maldito para él. 17’5-10’5 para un triunfo rotundo de los europeos. Un equipo con mayúsculas.

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