El cambio de calendario en las competiciones internacionales dejó 2018 huérfano de un gran campeonato masculino. Las famosas y polémicas ventanas FIBA tomaron el protagonismo este año como fase clasificatoria para el Mundobasket que se celebrará en China en 2019. Pero la ausencia de torneo masculino no significa que no haya un gran campeonato de selecciones. El verano de 2018 reservaba atención exclusiva al baloncesto femenino, que disputaba el Mundobasket en España, concretamente en Tenerife. Santa Cruz de Tenerife albergó la primera fase y el pabellón Santiago Martín, cancha de CB Canarias, en La Laguna fue el centro neurálgico de la fase final del torneo. Un justo reconocimiento al trabajo ejemplar de la FEB desde la base que ha convertido al baloncesto femenino español en una referencia para cualquier país que no sea Estados Unidos. Una cita ilusionante con el objetivo puesto en añadir una nueva medalla a un palmarés lleno de éxitos en los últimos años. Alcanzar la final como meta. Todos son conscientes que el oro es propiedad exclusiva de las estadounidenses.
La relativa juventud de un bloque muy consolidado y el talento llegado de las categorías inferiores en los últimos años conformaban una lista de candidatas que superaba fácilmente la veintena de jugadoras con posibilidades reales de formar parte de la lista final. Lucas Mondelo optó por conservar el núcleo duro del equipo, incluyendo a Laia Palau, líder espiritual en el vestuario y que dio marcha atrás a su decisión de abandonar la selección. Volvería a ser la capitana a sus 39 años. Apenas hubo espacio para las jóvenes pese a los problemas de lesiones que azotaron a la selección. Sancho Lyttle fue la primera en caer, baja tras sufrir una grave lesión en la WNBA. Su ausencia dejaba el camino libre a Astou Ndour pero también un hueco considerable en experiencia y poderío en la zona. Otras jugadoras importantes sufrieron percances que no impidieron que el seleccionador las incluyera en la lista. Silvia Domínguez llegó muy justa al comienzo del torneo. Alba Torrens y Anna Cruz se perdieron buena parte de la preparación. Lucas Mondelo decidió esperar a todas ellas y conservar un bloque que pretende mantener hasta los JJOO de Tokio. Continuidad y experiencia por encima de todo. Por ello también convocó a jugadoras como Cristina Ouviña y Queralt Casas, que tuvieron un papel testimonial en el pasado pero que ya conocían la dinámica de la selección. Mondelo no quiso experimentos ni probaturas jugando en casa y optó por una lista conservadora.
Japón, Puerto Rico y Bélgica fueron las rivales de la primera fase. La selección nipona es un equipo en progresión, como demostró en los duros partidos disputados de preparación ante España. Una magnífica defensa en la primera parte rompió el encuentro antes del descanso. España sólo tuvo que administrar cómodamente la renta en el segundo tiempo para mantener la tranquilidad. 84-71, cómodo estreno en el que Mondelo pudo dosificar los minutos de las jugadoras que llegaban justas físicamente. El encuentro contra Puerto Rico se presentaba como una sesión de baño y masaje. Las boricuas cayeron en su debut ante Bélgica por 50 puntos dando una imagen de enorme debilidad. La dolorosa derrota debió espolearlas puesto que saltaron a la pista con agresividad, pillando desprevenidas a unas jugadoras españolas que evidenciaron un inconfundible exceso de confianza. Mondelo puso en el quinteto inicial a todas las jugadoras lesionadas en la preparación y la falta de rodaje pesó mucho. Puerto Rico llegó a ponerse diez puntos arriba en el primer cuarto y sólo uno abajo al descanso. España tuvo que poner interés en la segunda mitad para reflejar la diferencia real entre ambas selecciones. Entre una mayor seriedad defensiva y que no había ninguna jugadora portorriqueña que pudiera defender a Ndour labraron un triunfo sin más historia por 78-53. La clasificación estaba cerrada pero aún faltaba por conseguir la primera plaza del grupo. Bastaba con perder por menos de ocho puntos con Bélgica. El liderato del grupo clasificaba directamente para cuartos de final pero llevaba aparejado un posible cruce de semifinales con Estados Unidos, el coco a evitar. Cualquiera diría que las jugadoras de Mondelo pensaban en esto último.
Partido horrendo, con tres primeros cuartos para el olvido. Las jugadoras belgas destrozaron a triples el aro español. Meesseman, la gran figura belga, fue una extraterrestre imposible de frenar. España acabó frustrada ante la agresiva defensa rival que contó con la permisividad arbitral. Llegaron las técnicas fruto de la impotencia. No hubo reacción hasta el último cuarto, cuando la desventaja alcanzó los 18 puntos. Una presión asfixiante anuló a las belgas y permitió recortar diferencias pese al exceso de precipitación en algunos momentos. Dos tiros libres anotados por Xargay colocaron la desventaja en siete puntos, suficientes para lograr el primer puesto. Sin embargo Laura Nicholls se despistó en la última jugada y Meesseman anotó completamente sola la canasta que ponía el 63-72. Un desliz poco frecuente en una jugadora caracterizada por su garra y concentración en defensa. Bélgica se llevaba el primer puesto en el último segundo y pasaba directamente a cuartos de final. España tendría que jugar el encuentro de octavos aunque evitaba a Estados Unidos hasta la final. Si es que llegaba, claro.
Senegal planteó más problemas de los previstos a una España alicaída y poco productiva en ataque. El poderío físico y el acierto exterior de las senegalesas dieron mucha guerra en la primera mitad. Sólo Astou Ndour, que se enfrentaba a su país de nacimiento, representó una amenaza fiable. Mucho tuvo que batallar la selección española para llegar con empate a 34 al descanso. Como el ataque no funcionaba, Mondelo fió todo a la defensa. El sacrificio atrás marcó la diferencia a falta de brillantez. Un buen comienzo de tercer cuarto bastó para alcanzar un dominio que ya no abandonó durante el encuentro. 63-48, pase a cuartos aunque el juego dejaba dudas. La rotación era corta. Silvia Domínguez no estaba para jugar. Queralt Casas no disfrutaba de muchos minutos y Bea Sánchez y Belén Arrojo tenían un papel testimonial. Laia Palau, que vino para hacer grupo, debía afrontar muchos más minutos de lo aconsejable. Alba Torrens, la figura estelar, notaba la falta de preparación. Muchos aspectos para la duda en el cruce de cuartos contra Canadá, una de las selecciones emergentes del baloncesto mundial. Planteó un partido perro, con mucho desgaste. A España le volvió a faltar fluidez ofensiva y sólo conseguía puntos con relativa comodidad cuando le llegaba el balón a Ndour. Las chicas de Mondelo hicieron la goma durante tres cuartos. Canadá era superior en el rebote y sacaba fruto de cada captura en ataque. Los robos de balón le permitieron anotar al contraataque con frecuencia en el tercer cuarto. A España le esperaba un considerable sufrimientos para alcanzar la lucha por las medallas pero en el último cuarto mostró su mejor versión. Una asfixiante defensa borró del mapa a Canadá. Sólo logró tres puntos en los últimos diez minutos. Acabaron desesperadas las canadienses. Dos suplentes, Casas y Ouviña, destrozaron el partido. A falta de brillantez, esfuerzo y sacrificio. La defensa como clave para alcanzar las semifinales. 68-53 y otro año más las medallas al alcance de la mano.
Australia, otrora gran potencia en busca de reverdecer laureles, era el escollo que separaba de la final. Un equipo forjado por y para la gigante Liz Cambage, la gran sensación de la WNBA. Una pivot de dimensiones colosales que condiciona todo el juego rival. Mondelo dispuso una zona 2-3 para frenar sus efectos. No resultó productiva. Australia se puso pronto quince puntos arriba y el desastre de una derrota aplastante sobrevoló el Santiago Martín. Mondelo movió banquillo. Las suplentes tenían la misión de defender con el cuchillo entre los dientes. Mayor intensidad que cambió las tornas. Ndour se fajó en la zona para rebajar la diferencia de los diez puntos y levantar al pabellón. Una racha anotadora de Torrens igualó el partido. Incluso España se marchó al descanso por delante con una canasta de Anna Cruz sobre la bocina. La intensidad atrás se mantuvo en la segunda parte pero la defensa sobre Cambage cargó de personales a las pivots. Ndour y Nicholls cometieron pronto la cuarta. Bea Sánchez dispuso de más minutos de lo habitual y no estuvo nada mal. Cuando Cambage descansaba Australia era otro equipo. España aprovechaba esos momentos para dominar. El tercer cuarto acabó con un triple de Laia Palau que ponía ocho arriba a la selección española. La proeza era posible pero Cambage volvió inmediatamente a pista para no marcharse. Sandy Brondello no podía permitirse prescindir un segundo de su gran estrella. Cambage fue el factor desequilibrante. Las pivots que le defendían fueron cayendo una tras otra. Ndour y Nicholls quedaron eliminadas demasiado pronto. Laura Gil y Bea Sánchez alcanzaron las cuatro faltas y tampoco tenían físico para defender a la gigante australiana. Imposible hacer frente a Cambage que no escatimó en gestos desafiantes. Le granjearon la animadversión de la afición española. Pero nada que hacer ante sus 33 puntos y el efecto devastador que provoca. España claudicaba por 66-72 y quedaba fuera de la final. Quedaba el consuelo de conseguir el bronce y volver a subir al podio.
La revancha contra Bélgica valía una nueva medalla. La intensidad de las jugadoras españolas fue muy diferente a la mostrada en el partido de la primera fase aunque el inicio volvió a ser malo. Esta vez no tardó en reaccionar cuando las belgas alcanzaron pronto los diez puntos. No estuvo fino el ataque pero el buen nivel defensivo bastó para poner en jaque a un rival que vivía de todo lo conseguido por Meesseman, que no era poco. Lentamente fue tomando distancia la selección española en el tercer cuarto. El acierto de Xargay lanzaba a España hacia la medalla. Un triple de Torrens en las postrimerías del tercer cuarto elevaba la diferencia a doce puntos. El bronce estaba al alcance de la mano pero un nefasto inicio del último periodo complicó todo. 0-11 de parcial y los nervios y sufrimiento instalados en las jugadoras y la grada. España supo sufrir. Una canasta de Laura Gil y un triple de Torrens devolvieron la calma. La defensa maniató al ataque belga en los últimos minutos. Un triple de Xargay a medio minuto del final sentenció el partido. 67-60 que valía una medalla de bronce. Tercer Mundobasket consecutivo en el que la selección española sube al podio. Sin un juego brillante pero con sobrado carácter competitivo. Otro éxito fruto del trabajo intachable. Los logros en las categorías inferiores aseguran la duración del ciclo triunfador. El oro, como no podía ser de otra forma, recayó en Estados Unidos. Ganaron cuando quisieron y como quisieron, sin necesidad de apretar a fondo el acelerador. Liz Cambage, pitada durante todo el partido por la grada, estuvo impotente ante el inagotable arsenal estadounidense. Australia tendrá a Cambage pero Estados Unidos cuenta con 5 o 6 jugadoras de un nivel similar. No hay comparación posible. El baloncesto femenino estadounidense está dos décadas por delante de las demás en físico y talento. El viaje a las estrellas es, hoy por hoy, una utopía.
La selección masculina afrontó en las ventanas FIBA la clasificación para el Mundial del próximo año. En la primera fase la había encarrilado, dejando en evidencia la paranoia mediática y federativa que amedrentaba con una posible ausencia en los próximos Mundiales y Juegos Olímpicos. A todos les afecta la baja de jugadores NBA y de clubes que disputan la Euroliga y la clase media del baloncesto español dispone de un nivel muy apreciable. Acabó la primera fase con seis victorias, pleno. Situó en la cuerda floja a Eslovenia, campeona de Europa y gran damnificada de las ventanas FIBA. No veremos a Doncic y compañía ni en el Mundial ni en los JJOO. La segunda fase trajo mayores complicaciones. La selección cayó en sus visitas a Ucrania y Turquía. Acusó la falta de efectivos de garantías en el juego interior ante rivales rocosos por dentro pero bastaba con vencer dos partidos en casa para sellar la clasificación. En septiembre, en el Palacio de los Deportes, estuvo cerca de tirar por la borda un partido controlado ante Letonia. Un último cuarto desastroso permitió a Letonia remontar una desventaja de 18 puntos. Colom evitó el tropiezo con un espectacular 2+1 en los últimos segundos. En el Santiago Martín se disputó el duelo decisivo contra Ucrania. Partido áspero, dominado por España en todo momento pero la dureza en el juego interior de los ucranianos evitó cualquier despegue. Jugadores como Kravtsov, Bobrov o Gerun son titulares en equipos ACB y crearon problemas a un juego interior con efectivos limitados. Una antideportiva de Sebas Sáiz en los últimos segundos estuvo a punto de crear un serio problema pero Bobrov falló el triple en la última jugada de Ucrania y Llovet certificó desde el tiro libre la clasificación. España sellaba el pasaporte a China el próximo verano con dos partidos de antelación. Los jóvenes tuvieron su oportunidad de foguearse y los veteranos de clase media de cumplir el sueño de sus carreras deportivas. Algunos, como Quino Colom o Jaime Fernández, incluso cuentan con opciones de entrar en la lista definitiva de Scariolo.
A nivel de clubes, la temporada acabó como una de las mayores exaltaciones de éxito del Real Madrid en la etapa de Pablo Laso. Una lección de supervivencia y competitividad al extremo. Aquejado por graves lesiones de numerosos jugadores importantes, cediendo en la final de Copa ante el Barça de Pesic (pese a remontar 18 puntos en los últimos cinco minutos y tras un final polémico por una falta de Claver a Taylor no señalada), el equipo blanco capeó las dificultades para dominar con autoridad la Liga Regular en la ACB y entrar con solvencia en los cuartos de final de Euroliga. Una carambola de los equipos griegos en la última jornada le envió al quinto puesto y a disputar la eliminatoria contra Panathinaikos con factor campo en contra. El primer partido de la serie envió al madridismo al diván. El Real Madrid perdía 20-0 a los cinco minutos y acabó cayendo por 27 puntos en el OAKA tras un partido lamentable, superado por el físico y la intensidad de Panathinaikos desde el salto inicial. Olía a un desastre aún mayor que el 3-0 recibido de Fenerbahçe dos temporadas antes. Laso confió todo en el segundo partido de Atenas a sus veteranos, la vieja guardia que le acompaña desde que llegó al banquillo. Felipe Reyes ofreció uno de sus últimos grandes recitales. Clínic de juego en la zona y dos triples incluidos. Carroll desatascó desde la línea de tres los problemas ofensivos. Rudy ofreció trabajo y visión de juego. Los viejos rockeros igualaron la eliminatoria. El Madrid tenía la posibilidad de conseguir en casa el billete para la Final Four. Laso añadió otro factor emocional con el regreso de Llull tras nueve meses de baja. Un punto de emotividad más para alimentar la hoguera formada en el Palacio de los Deportes. Dos partidos de alta tensión y emoción desbordante. Dureza e igualdad al nivel más alto. El Real Madrid exhibió un grado de competitividad intachable que le llevó a la victoria en ambos duelos. Ante tanta dificultad, la disputa de la Final Four era todo un éxito para el equipo de Laso. Nadie les exigía alcanzar el triunfo en Belgrado. Llegaban sin presión pero nadie exige tanto al Real Madrid como el propio club. No se iba a presentar para oficiar de comparsa.
El Real Madrid se enfrentaba en la segunda semifinal a CSKA Moscú, el gran potentado continental que partía nuevamente como favorito por su poderosa plantilla formada a golpe de rublo. El primer cuarto resultó un tanto descorazonador para el aficionado madridista. Sin que diera impresión de hacer algo extraordinario, CSKA acababa el primer cuarto diez puntos arriba tras conseguir 30 puntos. Sensación de facilidad pasmosa del conjunto ruso, se les caían los puntos de las manos. El Madrid combatió el fuego con fuego. Si CSKA traía un lanzallamas el equipo blanco arrojaría napalm sobre la cancha. Cinco triples seguidos volvieron loco el partido. No iban a sacar a los de Laso de la pista así por así. La vena competitiva del Real Madrid afloró la fragilidad mental que asola a CSKA en los partidos trascendentales. Su defensa llenó de trampas la ofensiva de CSKA. Sergio Rodríguez acabó anulado por Taylor. Los pivots perdieron la batalla con el juego interior madridista. El bajo porcentaje en los tiros libres evitó que el Real Madrid alcanzara una diferencia muy sustanciosa pero el partido estuvo bajo su control. Los fogonazos de Llull en el último cuarto y el rebote ofensivo completaron la gesta. 92-83 que clasificaba al Madrid para una nueva final. Fenerbahçe, rival por el título, partía como favorito pero ya nadie se atrevía a descartar a los de Laso. Ni con diez mil turcos en las gradas. Obradovic planteó un partido a su gusto, muy físico y duro defensivamente. Nada de permitir correr a su rival. Pero encontró que el Madrid aceptó encantado el envite. Si había que defender, lo haría mejor que nadie. La igualdad en el primer tiempo aventuraba un desenlace de brazo fuerte y alta intensidad. Pero nadie esperaba que los secundarios tomaran el control. Causeur disputó su mejor partido como madridista. Muy acertado en el tiro, se alternó con Rudy para secar por completo a Sloukas. Tavares empequeñeció a Vesely, abrumado por el gigante de Cabo Verde. A Obradovic le ganaban en su propio terreno. Los triples de Melli sostuvieron a Fenerbahçe durante muchos minutos pero nada frenaba la fe ilimitada del Real Madrid. El triunfo era suyo a un minuto del final aunque dos errores añadieron una emoción inesperada. Un triple de Bobby Dixon obligaba al Madrid a no cometer un desliz más. A Causeur le tembló la mano y falló sus dos tiros libres. Una escena más al drama. Pero Thompkins apareció donde no se le esperaba. Aprovechó un hueco que dejó Melli para colarse y palmear. Dos puntos que valían un título europeo. El vuelo de Doncic con los brazos extendidos desde el banquillo quedó como imagen de la décima conquista. Un título que pone en justo valor la trascendencia real de un equipo de época y elevaba a Laso a la categoría de los grandes entrenadores del baloncesto europeo.
La Décima convertía la temporada en un absoluto éxito pero el Real Madrid se presentaba en los playoffs de la Liga ACB como el gran favorito. Había recuperado a sus lesionados y llegaba fresco a la fase final de la temporada. Dejó en la cuneta a CB Canarias en cuartos de final por la vía rápida. Gran Canaria, que dejó en la cuneta a Valencia Basket en una eliminatoria agónica, fue el siguiente rival. Eliminatoria muy ofensiva y espectacular. Gran Canaria rindió a muy buen nivel pero el Real Madrid siempre tuvo una marcha más. 3-0 que no reflejaba los méritos de Gran Canaria pero así las gastaba el campeón de Europa. El último obstáculo al título era Baskonia, que dejó fuera de combate a un Barça lastrado por las lesiones y un juego gris. Se presentaba como un duelo entre los dos mejores entrenadores españoles, Laso y Pedro Martínez. Combate de pizarra con el título de la Liga ACB en juego. El primer asalto cayó del lado de Baskonia. Pedro Martínez se anticipó a cada movimiento de Laso para robar el factor campo a las primeras de cambio. Se le complicaba el doblete al equipo blanco, que pasó por un momento de verdadero apuro en el primer cuarto del siguiente encuentro. El Palacio de los Deportes acabó al borde de la histeria con un concierto de pito que llenó de personales al equipo blanco en apenas diez minutos. Sin embargo superó esta circunstancia para llevarse por delante a Baskonia e igualar la eliminatoria. Pedro Martínez reservó jugadores con mucha premura. Ya tenía lo que quería y confiaba en el ambiente del Buesa Arena para decidir la final. Así fue pero no como pensaba el técnico de Baskonia. La competitividad extrema del Real Madrid afloró en territorio hostil. En el tercer partido resistió cada arreón local y un arbitraje casero hasta la nausea. La magia de Doncic pudo con todo en la recta final. El cuarto y definitivo lo controló por completo. Laso devolvió el triunfo táctico del primer partido a Pedro Martínez. Un ejemplar trabajo colectivo bajo el liderazgo de un magistral Rudy Fernández, MVP de la final. La rúbrica de un doblete que sabía incluso mejor que el pleno del año 2015. La dosis de épica convierte en inolvidable la temporada de un equipo de leyenda, capaz de seguir funcionando a pleno rendimiento pese a la inevitable marcha de Doncic rumbo a la NBA. Sólo un proyecto bien armado puede resistir la ausencia del jugador con mayor proyección de la historia del baloncesto europeo.
En los clubes femeninos, el Ekaterimburgo logró su cuarto título de Euroliga tras arrollar en la final al Sopron húngaro por 72-53. Un nuevo éxito de uno de los grandes dominadores del Viejo Continente en los últimos años. El abrumador potencial económico le permite disponer de grandes figuras mundiales como Brittney Griner, Maya Moore, Kristi Tolliver, Emma Meesseman y Alba Torrens. Una selección mundial al servicio el español Miguel Méndez. En España continúa el dominio del Perfumerías Avenida. Nuevo doblete de Liga y Copa del equipo salmantino que superó a su gran rival en los últimos años, el Spar Citylift Girona.
Mejor equipo baloncesto FIBA 2018
- Real Madrid (88%, 7 Votes)
- Selección USA femenina (13%, 1 Votes)
- UMMC Ekaterimburgo (0%, 0 Votes)
Total Voters: 8
Leave a Reply
Be the First to Comment!
You must be logged in to post a comment.
You must be logged in to post a comment.