El objetivo de ganar dos partidos seguidos a los actuales campeones de la NBA, parecía complicado a priori. En Houston, sin embargo, salían convencidos de sus posibilidades y, cargando el juego sobre la zona visitante, abrían un hueco que hacía reaccionar a Steve Kerr. Entre las ayudas tardías, y los problemas para atacar en estático (por los constantes cambios de emparejamiento en la defensa local no permitiendo recibir con facilidad), los Warriors veían pasar el primer cuarto con preocupación. El equipo visitante comenzaba a acelerarse y los balones perdidos eran abundantes. La desventaja de seis puntos para encarar el siguiente periodo era normal, salvo Kevin Durant, el resto de estrellas de Golden State no habían anotado en los doce minutos iniciales. Por suerte, pese a que la intensidad de los Rockets era muy superior, Stephen Curry se presentaba más entonado tras el paso por los banquillos y, junto a él, iban despertando sus compañeros. Steve Kerr buscaba más intensidad defensiva en su equipo y, pese a los numerosos errores por la precipitación de su juego y la incapacidad de Kevon Looney para frenar el uno contra uno de James Harden, se llegaba al descanso con el marcador empatado. El tercer cuarto mostraba otra cara de los de la bahía de Oakland; salían desde el principio al máximo, con su versión ofensiva menos egoísta. Houston comenzaba a pasarlo muy mal para anotar, pero el acierto exterior de Chris Paul impedía la escapada visitante. Con el paso de los minutos los jugadores visitantes perdían el ritmo de su ataque, se veían contagiados por el juego local y la agresividad de las defensas hacía que el marcador se moviese con dificultad. La ventaja de los Warriors para el acto final era mínima. Un cuarto que se abría con un intercambio de regalos entre Paul y Curry, cada canasta de uno era contestada por el otro y, como el base tejano se encontraba más inspirado, los locales tomaban el mando en el marcador. Naturalmente, el base local necesitaba un descanso para seguir acertado al final del partido y Harden regresaba desde el banquillo. Con el candidato a MVP buscando el aro o la falta personal, y el ataque visitante perdiendo el orden, los Rockets mantenían una pequeña ventaja de cuatro puntos cuando regresaba la estrella del partido. En el banquillo de Golden State también volvían todos los titulares y, como eso incluía a Looney, los bases locales disfrutaban abusando en el uno contra uno del jugador interior. Con su equipo a seis puntos, y cuatro minutos por delante, Kerr se rendía a la evidencia y quitaba al pivot para meter a Shaun Livingston. La defensa de los Warriors lograba frenar al ataque local y, pese a las dificultades para circular el balón, la desventaja era mínima entrando en los noventa segundos finales. Harden se cansaba de chocar contra la defensa y doblaba un balón que Eric Gordon convertía. Eran cuatro puntos de ventaja para Houston y Kerr sorprendía metiendo en la cancha a Quinn Cook. Sin embargo, la respuesta la daba Draymond Green con un triple, al verse demasiado solo. Harden buscaba otra vez el choque contra la defensa visitante, los árbitros pitaban pasos para luego desdecirse con una falta y Paul era el siguiente en empeñarse en buscar la canasta sin tener espacio para ello. La defensa de los Warriors, y una lesión en los isquiotibiales, le frenaban; pero en la contra, un cinco para cuatro era resuelto con un triple de Cook que no entraba. Restaban cuarenta segundos y Harden decidía gastar la posesión y buscar un triple, no entraba y el rebote acababa siendo visitante. Curry forzaba en la búsqueda del aro, fallaba contra tabla y el palmeo de Draymond Green terminaba en las manos de Trevor Ariza. El Toyota Center vibraba, el alero tejano sólo metía el primer tiro libre y el rechace del aro era para Golden State. Pese a disponer de casi siete segundos para atacar la ansiedad podía con los Warriors; un pase un poco bajo, y las ansias de Draymond Green por llegar bajo canasta, acababan en un balón perdido. Gordon sellaba, desde el tiro libre, el tres a dos en la serie para los Rockets. Invitado inesperado: PJ Tucker, Gerald Green (Rockets).
La eliminatoria volvía al Oracle Arena y, para alivio de la afición local, Chris Paul no estaba disponible para los Rockets. Eric Gordon era su recambio en el quinteto titular y, tras unos minutos plagados de errores y nervios, el partido no comenzaba mal para los tejanos. Golden State necesitaba correr para anotar y Gordon encontraba la respuesta en los triples. Como sus compañeros también acertaban, Steve Kerr necesitaba parar el partido con una desventaja de siete puntos. Houston perdía algunas posesiones innecesariamente y el partido se igualaba cerca del final del cuarto. Sin embargo, cuando todo parecía tranquilo, Kevin Durant comenzaba a fallar y los balones perdidos cambiaban de bando. Por encima, los Rockets desplegaban un abanico de cinco triples (con James Harden de protagonista principal) y cerraban el cuarto con un parcial de veinticuatro a siete a su favor. La cancha se había quedado muda, pero los Warriors encajaban el golpe con normalidad. Klay Thompson comenzaba a acertar, la defensa local se mostraba más intensa, los triples visitantes no entraban y el alto ritmo implementado hacía sufrir a la defensa de Houston. La diferencia bajaba de los diez puntos rápidamente y los campeones no se frenaban. Durant se volvía a mostrar acertado, el futuro MVP demostraba sus galones para mantener una distancia cómoda parra los Rockets y un par de triples permitían, a los de Mike D´Antoni, llevar la diferencia a los dos dígitos al descanso. La situación era dramática para Golden State y, naturalmente, salían a por todas tras el paso por los vestuarios. Ambos equipo basaban sus primeros ataques en el lanzamiento exterior; Thompson acertaba y Houston no. En noventa segundos se completaba un parcial de ocho a cero y D´Antoni tomaba la pista descompuesto para solicitar un tiempo muerto. No servía para nada; los intentos visitantes de subir la presión defensiva, y buscar el aro constantemente, apenas tenían efecto en el marcador. Los Warriors completaban un trece a cero antes de la primera canasta tejana en la segunda parte, un mate de Harden por cierto, y, como la estrella acertaba con un triple, los Rockets sorprendían poníendose por delante en el marcador. El escolta se convertía en un guía para sus compañeros y obligaba a Kerr a hablar con sus jugadores. Las ayudas defensivas de Golden State volvían a aparecer; el que se acercaba al aro local, o era intimidado, o perdía el balón ante los numerosos contactos de la defensa. Houston comenzaba a desesperarse con el silencio arbitral y, como las estrellas locales acertaban, la desventaja era de siete puntos al finalizar el tercer cuarto. En el acto final se repetía la misma escena que en el inicio del partido, un par de minutos de desgaste sin influencia en el marcador. Eso era lo peor que le podía pasar a unos Rockets muy cansados, Nick Young lograba domar a Harden con su defensa y obligaba a reposar al líder visitante. Los Warriors no desaprovechaban la ocasión; pese a una canasta de Gerald Green para dar esperanzas a su equipo, Stephen Curry abría la diferencia hasta rozar los veinte puntos. Los triples visitantes no entraban y D´Antoni buscaba piernas frescas para acompañar a Harden en su regreso a pista. No funcionaba, un parcial de diecisiete a dos, en seis minutos, acababa con la resistencia tejana. Habría un séptimo partido en Houston. Invitado inesperado: Nick Young, Jordan Bell (Warriors).
Un séptimo partido suele ser una fiesta y, sin embargo, en Houston, algo flotaba en el ambiente; hasta la interpretación del himno, por Adrian Michael, sonaba tristona. Debía ser por la preocupación al ver que Chris Paul no podría jugar el partido, y, desde luego, no les compensaba observar que los Warriors tenían la baja de Andre Iguodala. Sin embargo, la agresividad de sus jugadores en el inicio, levantaba el ánimo de la grada. Entre la pegajosa defensa, y la constante búsqueda del aro, los réditos era inmediatos; Klay Thompson cometía su segunda falta personal en el primer minuto de juego. Draymond Green despertaba a Kevin Durant tras la segunda pérdida de balón en tres ataques y Golden State llegaba al partido. La defensa se cerraba mejor y Durant se soltaba. Con el marcador bajo control, James Harden sacaba un tres más uno a Thompson. El escolta se iba al banquillo con su tercera falta, en cuatro minutos, y Shaun Livingston ocupaba su lugar. El equipo notaba su ausencia, cuatro minutos sin anotación parecían demasiados en un partido definitivo, pero los Rockets no sacaban todo el jugo a la situación; su desacierto con los triples y la orden de Steve Kerr de mandar a los tiros libres a Clint Capela para romper el ritmo ofensivo tejano daban fruto. La buena actividad defensiva sobre el balón, y la mala transición defensiva local, permitía a los Warriors cerrar el primer acto a cinco puntos. El segundo cuarto mostraba algunos cambios inesperados; Mike D´Antoni daba minutos a jugadores apenas usados en la serie, como Ryan Anderson o Joe Johnson, y Thompson regresaba para dar descanso a las estrellas visitantes. Los puntos del escolta eran muy apreciados por Golden State, porque los tejanos se hacían dueños de las zonas jugando con gran intensidad. La diferencia superaba la decena de puntos y Kerr solicitaba un parón. No funcionaba nada; ni los tiros entraban, ni la defensa se cerraba para evitar los puntos sencillos de Capela. Un parcial de doce a cuatro levantaba la fé del Toyota Center, Gerald Green y Eric Gordon hacían más grande la herida con sus triples y los Warriors contestaban con bandejas a toda velocidad. El rebote ofensivo tejano se convertía en otro problema, el pivot suizo se hacía grande y hasta se veía fallar dos tiros libres a Klay Thompson; la ventaja local alcanzaba los quince puntos cuando Harden perdía sus lentillas. El parón permitía recomponer las filas visitantes, las estrellas despertaban en ataque y una bandeja de Gordon, sobre la bocina, dejaba el partido a once puntos para la segunda mitad. Una distancia que, pese a ser amplia, no parecía definitiva; sobre todo si se tenía en cuenta los parciales de Golden State en los terceros cuartos. Un periodo que se abría con numerosos errores, el más importante, el cometido por Thompson al cargarse con cuatro faltas, tras dos minutos de juego, en lo que debía haber sido otro tres más uno (aunque los árbitros no lo vieron así). Una jugada, a priori poco trascendente, pero que tocó el ánimo local. El rebote ofensivo era visitante y los triples tejanos, la única opción que el equipo manejaba, no entraban por puro cansancio. D´Antoni daba orden de buscar la canasta, pero Draymond Green y Jordan Bell cerraban toda opción de canasta; con la complacencia arbitral. Las mejores versiones de Curry (con once puntos en esos minutos) y Durant, ponían con una cómoda ventaja a los Warriors. En seis minutos, Houston apenas realizaba dos canastas en juego y, cuando quería despertar, se encontraba con que la diferencia era de siete puntos para el cuarto final. El desenlace se jugaría en doce minutos de pasión y Harden salía dispuesto inmolarse por la remontada. Sin embargo, Kerr contaba con un Curry que disfrutaba sobre la cancha y un Thompson descansado, entre ambos la diferencias se mantenían sin agobios. Gordon intentaba devolver al ánimo a su afición con su constante actividad ofensiva, y PJ Tucker hacía el primer triple local, tras veintisiete intentos, para llenar de esperanza al Toyota Center al ver a su equipo a seis puntos. Era insuficiente, Kerr frenaba el acercamiento con faltas para llevar a Capela a la línea. Y, en ataque, cuando no aparecía Curry, era Thompson o Durant. La carga final de Harden era un monumento a la épica, pero totalmente inútil, Golden State podía celebrar su cuarta final consecutiva. Invitado inesperado: Jordan Bell (Warriors).
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