El siguiente texto contiene detalles importantes de la trama del episodio VIII de la saga Star Wars, si todavía no has visto la película, abstente de continuar leyendo.
Una vez hecha la necesaria advertencia, entremos directamente en materia. Contrariamente a la tradición que dejaba transcurrir cierto intervalo de tiempo entre una película y otra de la saga, el episodio VIII comienza donde acababa el VII, esto es, con Ben Solo lidiando con las consecuencias emocionales de haber ensartado a su padre, con Rey habiendo encontrado a Luke Skywalker en su residencia para ancianos Jedi y con la Resistencia tratando de escapar de las fauces de la Primera Orden, comandada por el Líder Supremo Snoke. Y acaba con un auto-promocionado Ben Solo asumiendo las consecuencias políticas de haber ensartado al citado Líder Supremo (me pregunto si en el doblaje alemán tendrán valor para llamarlo Fuhrer, desde luego, tanto decir que España es un país fascista y la Brunete mediática no ha sido capaz de imponer el vocablo caudillo), pero sobre todo no haber podido hacer lo propio con el cuñado de su progenitor; con Rey habiendo encontrado en Leia Organa-Skywalker una consejera más estable y con la Resistencia sumamente mermada escapando de las fauces de la Primera Orden, en la que descubrimos una potencial debilidad afín a todos los imperios, una política sucesoria indefinida y la dependencia del estado mental de su monarca absoluto (aparte del guiño evidente a los conflictos dinásticos en el bajo imperio romano, puesto que la Resistencia y la Primera Orden acaban lideradas por madre e hijo, respectivamente)
La película hace honor a su nombre y Luke Skywalker no sobrevive, tal y como estaba cantado, a sus más de dos horas de duración (aunque, al igual que muchos sexagenarios como Boyero, casi consigue llegar al final de la película despierto) y eso que el otrora poderoso Jedi no se mueve de su dorado retiro. En cualquier caso el futuro de la isla donde se hace uno con la fuerza (no daremos más importancia de la que tiene al hecho de que utilicen ‘uno’ cuando los que están en comunión con la fuerza son ya multitud) no parecía muy prometedor dado el numero de huéspedes (únicamente el propio Luke, con lo cual aquí el vocablo ‘uno’ sí que parece apropiado), lo que no puede sino retrotraernos a una seria reflexión sobre las similitudes entre los Jedi y cualquier orden religiosa en España, y sobre el futuro horizonte vital de todos los simpáticos seres que se encargan de mantener la isla impoluta frente al de los empleados de las empresas encargadas de mantener habitables los monasterios que, pese a todo, todavía abundan a lo largo de la geografía ibérica.
Aunque pese a su excesiva duración, realmente no suceda demasiado (algo atribuible al hecho de que más una hora de película se malgasta en una trama estéril para mayor gloria de las minorías étnicas estadounidenses, eso sí ¿para cuando un meritorio de ascendencia navaja o cheyenne?) , más allá del remoto sacrificio redentor de Luke, Los Ultimos Jedi es la película más instructiva acerca de la naturaleza de la fuerza desde que aprendimos que ésta obedecía a la dualidad onda-corpúsculo en el episodio I. Gracias a ella sabemos que la fuerza permite a los Jedi manipular el continuo espacio-tiempo para proyectarse en forma de holograma a años luz de distancia, a la par que moverse en el vacío sin necesidad de los accesorios habituales (traje, casco…)
Leo que los aficionados de la saga están irritados con este episodio VIII. Entre otras cosas, parece no les ha gustado que un icono legendario como Luke fallezca, no les ha gustado que Leia haga uso de sus poderes en una situación límite para su supervivencia y no les ha gustado que se despache al líder supremo Snoke cuan Dooku de bolsillo. Me parecería una reacción coherente si esos mismos entendidos hubieran denostado el infame episodio VII, pero como no fue así, sólo puedo decir “el que avisa no es traidor”. El episodio VIII es infinitamente más digerible que el VII. Primero, porque aunque sigue las líneas argumentales del episodio V: dos tramas concurrentes, la de la huida de los rebeldes y la del entrenamiento del héroe, al menos altera un poco el orden de los factores, mientras que su predecesora es un plagio vergonzante del IV. Segundo, si la muerte de Han Solo en el episodio VII era completamente absurda y eliminaba para siempre al personaje más carismático de la saga, en ésta Luke ha cumplido su cometido y su presencia en el episodio IX no es en absoluto descartable. No se trata tanto de acabar con un personaje que ya ha dado lo mejor de sí mismo, sino de darle un cierre honroso a su trayectoria y que cumpla un cometido. Luke como “fanstama Jedi” puede dar todavía mucho juego (rol que difícilmente hubiera cumplimentado empuñando un sable láser con 68 años) , igual que un envejecido Han Solo vivo hubiera sido claro protagonista en una película de estructura similar al episodio V, ahorrándonos el periplo por el cansino casino monegasco. Por mucho que su rol haya sido parcialmente sustituido por “Lando” Benicio del Toro y el otro latino que sale en la película, la ausencia de Han se nota demasiado. En cuanto a Leia, resulta irónico que sea la única protagonista de la saga original que sigue viva en la ficción, pero ha muerto en realidad. Parece que realmente tenía un rol importante en el episodio IX, pero desde luego ha sido una despedida digna, si Disney cumple su propósito de no usar el material de Carrie Fisher que ya tenía grabado. Finalmente, respecto a Snoke, a mi también me fastidia que no se explique el origen de un sujeto que parece más poderoso que Palpatine y Yoda juntos, pero es coherente con el inexplicado e inexplicable mantenimiento de la lucha Imperio-Republica en el episodio VII tras lo acontecido cuarenta años antes al final del episodio VI.
Mas, como diría Newton, elevémonos un momento por encima de los avatares específicos de este episodio galáctico y reflexionemos sobre el conjunto de las tres trilogías (la gran duda sobre el episodio IX es si acabará con Rey descuartizando Ben o con ambos ensartándose mutuamente y llevando al clímax su indudable tensión sexual en pantalla). La original combinó sabiamente el cine de aventuras clásico con el western y la ciencia-ficción conformando un universo donde la estética de finales de los 70 se encontró con la de principios de lo ochenta para crear un icono pop e iniciar la era del blockbuster 20 años antes de su definitiva consolidación con el advenimiento de directores de ascendencia germana como Michael Bay o Roland Emmerich. Las tres películas de Lucas de principios de este siglo fueron un fallido intento digital de escapar de los limites creativos impuestos por los medios tecnológicos disponibles cuando se realizó las trilogía original. Además, Lucas tuvo la honestidad intelectual de no plagiarse y trato de conferir cierta consistencia política e histórica al mundo que había creado. Visitó con poca fortuna un pasado donde unos Jedi en su apogeo eran victimas de su soberbia y fenecían por culpa de una traición dentro de sus propias filas. La historia de Annakin Skywalker, el futuro Darth Vader, le daban consistencia narrativa: el primer episodio narraba sus primeros pasos con la fuerza, el segundo ahondaba en sus traumas y el tercero era testigo de su paso al lado oscuro. Con todas sus fallas, las precuelas le otorgaban cierta profundidad a la trilogía original, de la misma forma que el Silmarillión sirve para situar la trilogía del Anillo e un contexto más amplio. Sí, fueron un fracaso por multitud de razones, pero se pueden extraer matices positivos.
En cambio, ¿Qué ha hecho Disney aparte de importar el modelo de Marvel y ponerle el sello Star Wars a golpe de talonario? ¿Qué ha hecho Disney aparte de “homenajear” a los protagonistas de la original dándoles sepultura? ¿Cuál es la historia que quiere contar? ¿La misma de la trilogía original con protagonistas nuevos a costa de liquidar en pantalla a los antiguos? Coincido con Flagrant, lo único que ha conseguido Disney es hacer buenos los tres primeros episodios y enturbiar nuestros recuerdos de la trilogía original, ¿Cómo vamos a ver el Imperio Contraataca de la misma forma sabiendo que a ese superviviente nato que es Han Solo su hijo lo va a desollar con una espada láser? ¿sabiendo que el hombre que fue capaz de traer a la luz al mismísimo Darth Vader es uno de los culpables de que el hijo de Han Solo se vuelva un psicópata?
Finalmente, viendo quien sobrevive y quien muere en la trilogía Disney (de matar a la madre de Bambi hemos pasado a mata a tu padre, mátalo), a uno le viene a la mente una serie tan denostada como “Águila Roja”, donde el que tenía contrato se volvía prácticamente inmortal (aunque le pegaran un tiro en la cabeza en cada episodio) hasta que se acababa el mismo y entonces moría al siguiente episodio de la manera más absurda posible. El totalmente intrascendente Finn (fijaos que si se eliminan todas las escenas en las que no aparece con Rey las dos películas son exactamente iguales) tiene más vidas que un gato. Y todos sabemos que la única que puede matar a Ben Solo es Rey. O sea, que emoción, emoción, una vez liquidados Han y Luke, queda poca.
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1 Comment on "Disney, Monaco y Star Wars"
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Creo que Star Wars ha sido víctima del monstruo al que dio origen, el monstruo de las franquicias. En un principio, como bien dices, el proyecto de Lucas era recuperar el cine de aventuras que él había disfrutado de adolescente, mezclado con las historias de comics que también había leído (Flash Gordon, Terry y los Piratas) todo ello mezclado con su aprendizaje cinematográfico (Kurosawa, Ford…). Eso le daba un carácter ingenuo y optimista a la primera parte (fíjate el título de la primera, “Una nueva esperanza”). Los personajes eran buenos y malos en el sentido más lineal, lo que cual… Read more »