Como hemos comentado largo y tendido en la bitácora los Mundiales de natación celebrados en Budapest han acaparado una parte de la actualidad deportiva entre los calores veraniegos y los inevitables culebrones estivales en el mundo del fútbol antes que el balón eche a rodar y no exista nada más en la parcela del monocultivo futbolero. Pero me centro de nuevo en estos campeonatos que engloban a la natación, waterpolo, natación sincronizada y los saltos. Si algo destaca sobre todo es que la vida sigue igual aunque exista alguna pequeña excepción. En este año post-olímpico la herencia de Río sigue vigente. Aunque no son pocos los deportistas que aflojan la marcha , se toman un respiro o dejan definitivamente la competición tras la cita olímpica los nombres propios siguen siendo los mismos. Poco ha cambiado en el panorama, incluido para la natación española. Pasados unos días del final de la competición y tras madurar y reflexionar sobre todo lo acontecido llega el momento del habitual análisis.
Empecemos por la natación, el eje principal de este campeonato. Los JJOO de Río disiparon cualquier duda sobre la competitividad y superioridad de la natación estadounidense. Budapest confirmó el dominio incontestable de Estados Unidos en la natación tenda gonfiabile mundial. Los datos hablan por sí solos. 18 oros, 10 platas y 10 bronces para un total de 38 medallas, quince más que en Kazan. Son diez títulos mundiales más que en la cita de 2015 y suma tantas medallas como sus cinco perseguidores en el medallero juntos. Sobran las palabras. No hay ni que recurrir al famoso sistema Perdi-Rosschak para valorarlo en su justa medida. En Kazan despertaron las sospechas sobre el futuro de la natación masculina estadounidense. Aunque disipadas en Río, la retirada definitiva de Phelps dejaba un vacío enorme. Comenzaba la lucha por la sucesión. Se debatía si el gran protagonista podía ser Yang Sun aunque el chino va perdiendo su vigor en las distancias más largas. O Adam Peaty, el gran prodigio británico de la braza que no baja el pistón ni comenzado un nuevo ciclo olímpico. Pero el sucesor del mito estaba en su propio país. Con sólo 20 años, Caeleb Dressel se ha convertido en la nueva sensación de la natación mundial. Un nuevo fenómeno que azota las pruebas de velocidad de crol y mariposa y que se marchó de la capital húngara con siete medallas de oro colgadas del cuello. Dressel es el nuevo nombre a seguir, el joven líder de la nueva ola de la natación de Estados Unidos que forma junto a los Chase Kalisz, Matt Grevers, Townley Hass o Ryan Murphy, acompañados por veteranos inagotables como Nathan Adrian o Kevin Cordes. En el equipo femenino no todo empieza y termina en Ledecky, en otro mundo aunque esté al 80% de su potencial. Lilly King, Simone Manuel o Leah Smith le acompañan para conformar un equipo envidiable que mantenga la hegemonía de la natación estadounidense a salvo de asombrosas individualidades como Sjöström o Hosszu. La prueba que define la amplitud del fondo de armario del equipo de Estados Unidos está en que se impuso en siete de los ocho relevos. Poco más que añadir para reafirmar su hegemonía en un campeonato de muy buen nivel para ser un año posterior a los JJOO.
Como dije anteriormente, Estados Unidos dominó con insultante solvencia el medallero (18 oros, 10 platas, 10 bronces). A una distancia sideral le siguen Gran Bretaña (4, 1, 2), China y Rusia (ambas con 3, 3, 4), Suecia (3, 1, 0) e Italia (3, 0, 3). Como es habitual aplicaremos el célebre sistema Perdi-Rosschak para evaluar mejor la clasificación. No hay discusión con la primera posición de Estados Unidos, que obtiene 319 puntos. Hay cambios de posiciones entre los perseguidos respecto al medallero. La segunda plaza es para Australia (76 puntos), la tercera la comparten Rusia y China (72 puntos), seguidas por Gran Bretaña (63 puntos), Hungría (48 puntos) e Italia (42 puntos). La liga de los terrícolas está mucho más igualada pero el balance no es el mismo para todos. Aunque Australia siga en un puesto de honor le está afectando seriamente el relevo generacional. Sólo ha conseguido una medalla de oro (el de Emily Seebohm en 200 espaldas) y se encuentra lejísimos de los estadounidenses, a los que ha dado guerra hasta hace no tanto. Gran Bretaña es la primera potencia masculina en Europa pero el equipo femenino está en plena decadencia. A China le ocurre a la inversa, buen equipo femenino pero intrascendente el masculino. En cambio emerge de nuevo Rusia tras años de travesía por el desierto gracias a la aparición de varios jóvenes que auguran la recuperación de un puesto de privilegio a nivel continental. Hungría e Italia se mantienen gracias a individualidades estelares (la fabulosa Hosszu por los magiares y Detti, Paltrinieri o los últimos coletazos de Pellegrini en el bando italiano) pero da la sensación que urge una renovación importante a corto plazo en ambos países. Otros dan inequívocos síntomas de decadencia. Japón sigue obteniendo medallas pero ya no saca campeones en una generación al borde del agotamiento. Francia está acusando el relevo de una generación triunfal para acabar reducida casi a la intrascendencia. Potencias medias como Sudáfrica, Holanda, Polonia o Dinamarca han visto tiempos mejores y caminan hacia la irrelevancia. El cambio de ciclo olímpico presagia novedades importantes en el orden mundial de la natación.
¿Y España? El oro y las dos platas conseguidas por Mireia Belmonte la situaron décima en el medallero pero los 22 puntos conseguidos con el sistema Perdi-Rosschak le hacen perder tres posiciones, detrás de Japón, Canadá y Holanda. Todo empieza y acaba en la figura de Mireia Belmonte. El esfuerzo e ilusión de Jessica Vall, un gran ejemplo de entrega y sacrificio, le valieron dos dignas finales pero le falta la inagotable clase de la nadadora de Badalona para aspirar a más en el panorama actual de la braza, donde se nada mucho más rápido que cuando logró el bronce en Kazan. Ahora mismo es lo que hay. Este año se optó por unas mínimas muy exigentes para evitar otro torrente de eliminaciones en las series matinales. Redujeron el equipo casi a la mínima expresión. Sólo tres nadadoras cumplieron con las mínimas y el comité técnico tuvo que aducir motivos de juventud y mejora personal para ampliar el equipo a ocho nadadores. De los repescados sólo África Zamorano ha justificado la decisión, batiendo ampliamente dos marcas personales. El resto dejó pasar la oportunidad. Especialmente sangrante es el caso de Hugo González, la gran promesa que ha caído en una fase de involución muy preocupante. Los males endémicos se repiten en la natación española que no consigue estabilizarse durante un periodo prolongado. Los buenos resultados que se consiguen en categorías inferiores en los últimos años se convierten en humo con el paso a la absoluta. El buen trabajo de base se desperdicia en las luchas y falta de miras en la gestión de la RFEN. Fernando Carpena tiene suficiente con estar en cada entrega de medallas a Mireia Belmonte, para qué preocuparse de una trayectoria descendente desde que está en el cargo. España sigue viviendo de la gran estrella del momento y el resto viendo la vida pasar. Este año se han endurecido al extremo las mínimas y no han servido de acicate. Entre lesiones, año sabático y relajación muchos de los integrantes habituales del equipo se quedaron en casa viendo el Mundial por la tele. Tampoco se han evitado con esta medida las actuaciones mediocres. Los tiros deben ir por otro lado aunque no hay muchas esperanzas que algo cambie a corto plazo. Al menos con estos responsables al mando. A seguir disfrutando de los éxitos de Mireia Belmonte mientras se pueda. No es poco contar con una figura de su categoría pero no es eterna.
El waterpolo vive los mismos contrastes que en el anterior ciclo olímpico. El equipo masculino continúa su imparable alejamiento de la élite de este deporte. La llegada de Dani Martín al banquillo y el rejuvenecimiento del equipo no ha cambiado la tónica. 3 derrotas en 4 encuentros que dejaron a España fuera de los cuartos de final tras caer con Rusia, otro equipo venido a menos desde hace años. La novena plaza lleva a la selección masculina a las catacumbas, al nivel de equipos como Japón o Kazajstan que no pintan absolutamente nada en el panorama internacional. Ni el banquillo ni la nueva generación ilusiona en un proyecto en ruinas. Para colmo la pérdida de competitividad ha convertido a España en exportador para otros países. Felipe Perrone ya hace años que volvió a jugar con Brasil, su país de nacimiento. Xavi García se ha proclamado campeón del mundo con Croacia, machada por medio contra la intocable Serbia en semifinales y la anfitriona Hungría en la final. Marcó dos goles en la lucha por el oro. Gabi Hernández no contaba con él en el anterior ciclo olímpico y ahora Xavi García se cuelga medallas con el gorro arlequinado. Un figura. Como colofón, en Barcelona el año que viene volveremos a ver en un campeonato internacional a Guillermo Molina y Chalo Echenique … jugando con Italia. Para irse al bosque a pegar gritos. Caso opuesto al equipo femenino que ha recuperado todas sus señas de identidad, las que le llevaron a convertirse en una de las joyas del deporte español. Necesitaba un revulsivo tras la imagen apagada y temerosa de los dos últimos años. Las retiradas o renuncias por descanso de una parte importante del bloque campeón de 2013 y 2014 le dieron la oportunidad a Miki Oca de mover el equipo. Revolucionó un equipo joven con más juventud aún. La apuesta fue ganadora. Regresó el carácter, el descaro, la defensa agresiva, la fe en sus posibilidades. El dramático partido de cuartos ante Grecia demostró que había recuperado su buena estrella. Una plata de ley para impulsar a otra nueva generación que da sus primeros pasos entre éxitos y que exigirá a las ausentes que regresarán. Bea Ortiz (apunta a toda una estrella), Paula Leitón, Anna Gual, Helena Lloret o Paula Crespí forman parte de la nueva camada que alimenta el milagro del waterpolo femenino español, escaso de licencias pero abundante en talento. Llegó a lo más alto posible. Estados Unidos está en otro mundo. Su diferencia física, técnica y de concepto del juego es abismal con todas sus rivales. Un equipo adelantado a su tiempo que está fuera del alcance de los demás. Su dominio está destinado a perdurar un tiempo muy prolongado.
También la vida continúa igual en los demás deportes del campeonato. La natación sincronizada sigue siendo un coto para las rusas que apenas dejan las migajas. Los únicos oros que no lograron fueron en el combo porque no participaron y porque aún les queda tomar el aire a la modalidad mixta. Todos los demás son de su propiedad. Las rusas siguen observando todo desde su atalaya aunque las chinas continúen su avance. A tres años vista de sus JJOO a las japonesas les queda trabajo por delante, aún no son capaces de batir a las ucranianas que se resisten a bajarse del podio. España se mantiene en el segundo plano al que quedó relegada tras la marcha de Anna Tarrés, que ha vuelto a conseguir un éxito con el dúo chino. Ona Carbonell es el oasis de ambición y talento que le resta a la sincronizada española, el vestigio de un pasado exitoso. Sus dos platas es a lo único que puede agarrarse. Ni siquiera vale ya el argumento del relevo generacional y la juventud de las nuevas integrantes del equipo. Hay más cuando se tomó la decisión de cambiar el rumbo y nombrar seleccionadora a Mayuku Fujiko, antigua ayudante de Tarrés. Las aguas abiertas se convirtieron en la tabla de salvación de la natación francesa en Budapest. España presentó un equipo muy joven que llegó a la capital húngara para aprender pero dejó algunas sensaciones prometedoras más allá de los resultados. Donde ni está ni se le espera es en los saltos, un rincon marginal en nuestro deporte y donde los chinos siguen regentando el chiringuito casi en exclusiva.
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2 Comments on "MUNDIALES NATACIÓN BUDAPEST 2017: Resumen y análisis. La vida sigue igual"
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Estupendo resumen, como siempre, Perdi. Si te parece voy a hablar un poco de la natación española. El mejor ejemplo de cómo está nuestra natación lo podemos ver esa semana en los Campeonatos de España de verano que se disputan en Terrasa, la segunda cita en importancia de la temporada. Pues bien, de la impresión de clandestinidad en que se están celebrando es buena muestra el recinto, con piscina adecuada pero con gradas en las que no caben ni los familiares y en que no se televisan y ni siquiera la Federación se ha molestado en retransmitirlo en streaming. Las… Read more »
Más que un desahogo es una aportación de valor incalculable. Nunca se atragantan comentarios así, se leen con gusto por muy tochos que sean. Todo un placer.