LOS ÚLTMOS 10.000 METROS

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31 de julio de 1932. En el Los Angeles Memorial Coliseum ha dado comienzo la carrera masculina de 10.000 metros. A los pocos metros, los fineses Vollmari Isso-Hollo y Lauri ‘Lasse’ Virtanen han tomado la delantera. Junto a ellos, el polaco Janusz Kusociński.

La disciplina de los 10.000 metros sustituyó a las 5 millas en las olimpiadas por primera vez en Estocolmo 1912. Y, desde entonces, estaba siendo dominada con puño de hierro por los atletas fineses. Fue su primer campeón, Hannes Kolehmainen quien se ganó el famoso apelativo de ‘finlandés volador’, aunque luego fue pasando de campeón en campeón según se sucedían, pues la cantera de grandiosos atletas de larga distancia en la Finlandia de principios del siglo XX era inagotable.

Paavo Nurmi durante los JJOO de  París1924
Paavo Nurmi durante los JJOO de París1924

Tras Kolehmainen vinieron Ville Ritola, el citado Isso-Hollo y, sobretodo, Paavo Nurmi, tal vez uno de los atletas más grandes de todos los tiempos. Todos ellos campeones olímpicos (1). Ritola ganó los 10,000 metros en París 1924 y Nurmi, en Amberes 1920 y en Amsterdam 1928; precisamente en esa olimpiada, el propio Ritola le secundó en el podio con una plata.

Así, la carrera de 10.000 metros de Los Angeles parecía que podía coronar a un nuevo finlandés como campeón de la categoría. Pero Janusz Kusociński no era un convidado de piedra. Entrenado por el ex-decatleta estonio Aleksander Klumberg, bronce en París 1924, comenzó a cosechar éxitos en su Polonia natal. Aprovechando los recién creados campeonatos nacionales en 1928, ganó los 5000 metros y la carrera campo a través, en 1930 repitió título nacional en 5000 metros y en campo a través y añadió a su repertorio, con igual éxito, la distancia de 1500 metros. En 1931 revalidó su título en la carrera campo a través, en los 5000 metros y en los 1500 metros. Y en 1932, a las puertas de las olimpiadas, se tomó un respiro de las las largas distancias y ganó los 800 metros.

Kusociński y su entrenador, el estonio Klumberg, en una escena durante los JJOO de 1932
Kusociński y su entrenador, el estonio Klumberg, en una escena durante los JJOO de 1932

Pero eso sería solo un paréntesis. Siguiendo con su preparación a conciencia, un mes antes de la carrera en Los Angeles, Kusociński instauró en Amberes un nuevo récord mundial en los 3,000 metros: 8:18.8, arrebatándole el honor al mismísimo Paavo Nurmi, quien ostentaba el récord desde 1926 con 8:20.4.

Ese era el hombre que, cuatro años antes, no había conseguido la mínima olímpica para competir en Amsterdam. El mismo que, de niño, soñaba con ser futbolista y que llegó al atletismo casi de rebote. Ya en 1932 era uno de los atletas más populares de Polonia junto a Stanisława Walasiewicz (2), quien a la postre sería campeona olímpica de los 100 metros en Los Angeles y subcampeona de la distancia en Berlín 1936.

Se han corrido ya 8.000 metros. La final alcanza uno de sus momentos decisivos cuando Virtanen comienza a ceder terreno en cabeza. Isso-Hollo y Kusociński se entregan a un duelo solitario bajo el duro sol californiano en busca del oro.

Se van sucediendo los metros. Se añaden vueltas al contador y tanto Kusociński como Isso-Hollo siguen sudando cada centímetro de la pista, codo a codo. Y así llegan a la última vuelta. Y a la última curva. Pero es justo en ese momento cuando Kusociński lanza su ataque. Isso-Hollo no le puede seguir. El atleta polaco corre con zancada segura hacia la meta. Se va relajando, celebrando el éxito. El finlandés ya no le puede alcanzar. Kusociński cruza la línea como campeón. El oro es suyo. Y con él, el récord olímpico: 30.11.4. A algo más de un segundo llega Isso-Hollo. 24 segundos después, cruza Virtanen, completando el podio.

Kusociński cruza la línea de meta como nuevo campeón olímpico de los 10.000m
Kusociński cruza la línea de meta como nuevo campeón olímpico de los 10.000m

Pero Kusociński no deja de correr.

Mientras avanza por la pista del Memorial Coliseum el público se torna borroso. Ya no le siguen ni Isso-Hollo ni Lasse’ Virtanen. Le acompañan Tomasz Stankiewicz (3) y Feliks Żuber (4). Ellos también son atletas olímpicos. Stakiewicz, a su izquierda, corre con su bicileta a cuestas y con la plata conseguida en París 1924 colgada al cuello. Żuber le alcanza por su derecha, su zancada no es la misma que cuandó participó en los 400 metros en Amsterdam 1928, pero aún se le nota su clase al correr.

El castillo real de Varsovia en llamas durante el asedio de las tropas alemanas a la ciudad en 1939
El castillo real de Varsovia en llamas durante el asedio de las tropas alemanas a la ciudad en 1939

Cuando el 1 de septiembre de 1939 se escucharon los primeros disparos en Westerplatte, todos los polacos fueron llamados a las armas. Con las tropas alemanas acerándose a Varsovia, Kusociński se unió al ejéricto para defender su querida ciudad. La ciudad en la que comenzó a correr. En la calle Powsińska fue herido y por sus acciones le condecoraron con la  Krzyż Walecznnych o Cruz del Valor. Pero Varsovia cayó. Polonia cayó.

Las lágrimas de Kusociński comienzan a caer por sus mejillas. En el Los Angeles Memorial Coliseum, en lugar del pebetero ve la puerta de la taberna “Pod Kogutem”, donde trabajó tras la ocupación alemana. El público americano, en lugar de sujetar el programa deportivo del día 31 de julio, lee las octavillas que reparte de forma clandestina junto a otros miembros de la resistencia polaca.

Ya no puede ver más. Sus ojos están completamente cubiertos de lágrimas. Sus piernas siguen avanzando. Corriendo o andando. No lo sabe ya. Tampoco sus oídos distinguen el fervor del público que celebra a su campeón. Sus gritos de júbilo se tornan  extrañas palabras. Parece que le acusen de algo.

Tras esos 30 minutos y 11.4 segundos corriendo, su cuerpo está destrozado. Pero le duele más de la cuenta. El estadio se torna interminable, el día, en noche y los vítores en sollozos.  Stankiewicz hace rato que ha perdido su bicicleta pero sigue a su lado. Żuber, también. No está solo. Ellos también están doloridos. Les ve sangre y magulladuras por todas partes. Se imagina a sí mismo con ellas.

Se giran los tres. Una pancarta en el estadio reza: Mokotów (5). Pero siguen corriendo, no se creen que estén en la cárcel. Si van rápido, volverán a la línea de meta de París, Amsterdam o Los Angeles. Allí les esperan sus medallas.

Soldados alemanes conducen a los prisioneros hacia su destino final en Palmiry
Soldados alemanes conducen a los prisioneros hacia su destino final en Palmiry

Corren, corren y corren. Ya están fuera del estadio. El miedo en sus cuerpos se torna en tranquilidad al sentir el entorno del Rose Garden. Ese olor a hierba fresca y flores en esplendor les devuelve la esperanza. Debe ser verano de nuevo.

Kusociński abre los ojos. Está en un bosque. Parece ser un bosque de su Polonia natal, al oeste de Varsovia, cerca de un pueblo llamado Palmiry. Tomasz y Feliks yacen a su lado, inertes. Él es el siguiente. Un disparo lo silencia todo. Ya hace horas que no se oye nada más que disparos entre los árboles de Palmiry.

Janusz Kusociński fue arrestado por la Gestapo en marzo de 1940. Se le recluyó y torturó en la prisión de Mokotów, en Varsovia. Él, Tomasz Stankiewicz y Feliks Żuber fueron fusilados el 21 de junio de 1940. Formaban parte de los 358 polacos a los que las SS asesinaron en Palmiry entre los días 20 y 21 de junio como parte de la denominada AB-Aktion, con el objetivo de eliminar a la élite política, social y cultural de Polonia, así como a cualquier foco de resistencia al poder nazi.

Tumba de Kusociński en Palmiry
Tumba de Kusociński en Palmiry
Janusz Kusociński en Los Angeles, vestido con el uniforme de la delegación polaca
Janusz Kusociński en Los Angeles, vestido con el uniforme de la delegación polaca
1- Isso-Hollo ganaría el oro en los 3000 metros con obstáculos dos días después de la final de 10.000 metros en Los Angeles 1932.
2- Stanisława Walasiewicz fue la gran campeona del atletismo polaco en la década de los años 30, aunque creció y se educó en Estados Unidos, país del que más tarde adoptaría la nacionalidad. Tras su fallecimiento en 1980 se reveló que era hermafrodita. Durante su carrera ostentó 18 récords mundiales.
3- Tomasz Stankiewicz formó parte del equipo que ganó la plata en la prueba de persecución por equipos de cilcismo en pista en París 1924.
4- Feliks Żuber fue campeón de Polonia del relevo 4×100 masculino y representó a su país en los JJOO de Amsterdam 1928 en la prueba de los 400 metros, donde no pasó de la ronda preliminar. Desde 1930 fue gerente del club deportivo Warszawianka.
5- La prisión de Mokotów, en Varsovia, fue construída por los rusos a inicios del siglo XX, antes de que Polonia se instaurase como país independiente. Durante la II Guerra Mundial, los nazis la usaron como centro de detención y de ejecución de opositores y guerrilleros de la resistencia. Años después, bajo influencia soviética, se usó con el mismo fin para controlar y eliminar a la disidencia política.

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1 Comment on "LOS ÚLTMOS 10.000 METROS"

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7 years 4 months ago

Sencillamente brutal. Un relato impresionante y estremecedor. De la gloria olímpica a la muerte producto de la sinrazón más fanática de la guerra más cruenta que haya conocido la humanidad. No conocía la historia de Kusocinski pero ya no podré olvidarla.

Un placer leer estos pasajes que compartes con todos nosotros.

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