BALONCESTO CODIFICADO (I): La venganza del genio

djordjevic levanta los brazos en el palau

La temporada 2016-17 ha significado el regreso del baloncesto a la emisión en televisión de pago. Movistar + acapara en exclusiva, en la actualidad, la emisión en directo de todo el baloncesto a nivel de clubes: ACB, Euroliga, NBA,… Para muchos aficionados el seguimiento del deporte de la canasta se ha convertido en una ardua misión que le devuelve a otra época pasada. No en vano esta experiencia ya se repitió en el pasado, cuando Canal + se hizo con los derechos televisivos para encerrar el baloncesto español en la imagen codificada. Fueron cuatro años que desviaron la atención de los aficionados hasta llegar a desconectar a muchos de ellos de la actualidad del baloncesto nacional. Un legado envenenado que arrastró durante muchos años. No pudieron presenciar en directo algunos sucesos imborrables que marcaron este deporte en España. La venganza de Djordjevic en el célebre quinto partido de la final en el Palau Blaugrana, la explosión de Pau Gasol, la aparición de Baskonia como alternativa de poder, el histórico triplete del Barça, la crisis más profunda que ha asolado al Real Madrid,…  En este serial sacaré del olvido estos hechos y mucho más en estos cuatro años, intensos y trascendentales para entender el baloncesto español actual. Otro viaje al pasado para la nostalgia de quienes pudieron vivirlo, de recuerdo a quien se perdió en el viaje o para contar a todo el que aún no estaba en este mundo o no había encontrado aún su afición a este deporte lo que supuso el baloncesto codificado.

Llega la televisión codificada al baloncesto español.

En 1999 Canal + llega a un acuerdo con la ACB para emitir en exclusiva durante las siguientes cuatro temporadas la Liga y la Copa del Rey. Aunque la televisión de pago llegó a acuerdos con algunos canales autonómicos para compartir las retransmisiones el baloncesto español abandonaba las emisiones en abierto en su mayor parte. TVE, hogar tradicional del deporte de la canasta en España, no pudo acercarse ni de lejos a la suculenta oferta económica de Canal + que convenció a Eduardo Portela y demás rectores de la ACB que vendieron el acuerdo como un paso de gigante en la evolución del baloncesto. Acabó resultando un pacto con el diablo. Canal + trajo mejores medios y unas retransmisiones inéditas en España. El programa semanal Generación +, conducido por el inolvidable Andrés Montes y Epi, resumía todos los lunes y en abierto lo mejor de la jornada con un formato muy similar al del célebre El día después. Pero los loables esfuerzos del ente resultaban infructuosos porque no eran tantos los españoles que podían permitirse una televisión de pago y el baloncesto no era un reclamo con el suficiente atractivo para afrontar el esfuerzo. Más aún a finales de unos años 90 que erosionaron seriamente la imagen de este deporte.

Andrés Montes

Fuente: ivanjordanproductions.weebly.com

La temporada 1999-2000 llegó después de un verano muy exitoso para el baloncesto nacional. La selección española subió al podio ocho años después tras alcanzar la plata en el Eurobasket disputado en Francia. Pero este éxito no se acercó apenas en trascendencia al logro conseguido por unos juniors en Lisboa. El histórico oro logrado contra Estados Unidos puso el foco en toda esta generación. Los Navarro, Raúl López, Felipe Reyes, Germán Gabriel, Antonio Bueno, Cabezas o Berni Rodríguez estaban llamados a marcar el futuro del baloncesto español. También estaba allí un tal Pau Gasol pero apenas aún llamaba la atención. No en vano era un jugador con muy poca relevancia dentro del equipo. Aún no lo sabíamos pero esta generación iba a cambiar para siempre el rumbo del baloncesto en España. Estábamos ante el homólogo de la mítica selección junior yugoslava de Bormio en 1987. Tampoco podíamos concebir, siquiera en una mínima parte, el nivel y liderazgo que alcanzaría Gasol. Lo que sí era indudable por entonces era el dominio incontestable del Barça que había conseguido cuatro de los últimos cinco títulos de Liga. Sólo el sorprendente triunfo de TDK Manresa en 1998 se había intercalado en la hegemonía azulgrana. Sin embargo Europa seguía resistiéndose al Barça. La primera Copa de Europa, ahora llamada Euroliga, seguía resistiéndose a los azulgranas que habían caído hasta en cuatro finales en la década de los 90. Aíto apostó por entregarse al patrón común que se había impuesto en Europa desde el título europeo del Limoges en 1993. El físico, el músculo y la intensidad defensiva predominaron en los fichajes aunque fuera a costa de perder talento. Culto al físico y la defensa para perseguir la obsesión de todo el barcelonismo. Las contrataciones de Digbeu y Elson son el mejor ejemplo de este nuevo planteamiento. El estadounidense Goldwire, un base anárquico más preocupado por anotar que por dirigir, llegaba como nuevo director de juego y desencadenaba una marcha traumática. Djordjevic, enfrentado con Aíto, dejaba el club por la puerta de atrás pese a su enorme rendimiento, mascullando venganza contra el técnico azulgrana, siempre discordante con las estrellas. No sabía hasta qué punto pensaba cobrársela.

scariolo

Fuente: eternocampeonhalamadrid.blogspot.com

El Real Madrid seguía inmerso en su dura travesía por el desierto. En las últimas cinco temporadas sólo había logrado una Recopa casi clandestina en Nicosia. La falta de proyecto sólido, la dudosa gestión de la etapa post-Sabonis, el trasiego de entrenadores y jugadores y la reducción presupuestaria había llevado al equipo blanco a uno de los puntos más bajos de su historia. El traslado al viejo pabellón de la antigua Ciudad Deportiva (rebautizado como Raimundo Saporta), una cancha pequeña que en contadas ocasiones llenaba sus 5.500 asientos, era la imagen de la decadencia. La salida de Clifford Luyk tras otra temporada decepcionante dejaba vacante el banquillo. Costó encontrar un candidato al puesto. Incluso Lorenzo Sanz jr, máximo responsable de la sección, sopesó la posibilidad de contar con un hombre de la casa, en concreto Tirso Lorente. Finalmente consiguió convencer a Sergio Scariolo, entrenador de Tau Cerámica (patrocinador histórico de Baskonia durante casi dos décadas), para que aceptara el reto. El italiano había realizado un buen trabajo en Vitoria pero se encontró con unos fichajes poco ilusionantes para una reconstrucción. Como bases llegaron Galilea, un veterano que ya había dejado atrás sus mejores días; con pasado NBA y ACB pero apañado sin más. El juego interior sufrió una remodelación completa para acompañar a Struelens pero ningún nombre creaba expectación para dominar la zona. Brent Scott había estado en Vitoria a las órdenes de Scariolo, que apreciaba su entrega y voluntariedad aunque sus limitaciones técnicas y de centímetros eran evidentes. Gnad, gigantón alemán en el ocaso de su carrera; y Larsen, con amplia experiencia en Grecia e Italia pero una borrega en toda regla, completaban un juego interior con dudas y carencias. El último fichaje llegó en el puesto de alero. Tras sopesar el mercado francés el club blanco acabó decantándose por otro antiguo discípulo de Scariolo: Lucio Angulo, que se reencontraba con su hermano Alberto en el equipo blanco. Un plantilla poco apetecible que mandaba a la afición madridista directa a la depresión. Ni soñaba con hacer frente a su eterno rival azulgrana. Más preocupación había en poder competir con Caja San Fernando, subcampeón de Liga a las órdenes de Imbroda; un Estudiantes con un bloque compacto y muy asentado, un Tau que abría una nueva etapa con Salva Maldonado en el banquillo; el experto Unicaja de Maljkovic o un Pamesa Valencia en progresión con un bloque nacional prometedor y un plantel de extranjeros interesante.

Pamesa Valencia marca el paso.

El 4 de septiembre de 1999 daba comienzo la temporada y Canal + emitía en directo su primer encuentro en la Liga ACB, retransmitido por Sixto Miguel Serrano y Epi. El partido elegido fue el Unicaja-Barça que se celebraba en el flamante Palacio de los Deportes Ciudad de Málaga, nueva cancha de Unicaja y que sería rebautizado un año después como Martín Carpena, en recuerdo del concejal malagueño asesinado a manos de ETA. El estreno acabó en una victoria convincente del Barça por 62-74. Una puesta de largo breve de la nueva cancha puesto que unos errores estructurales provocaron unas goteras que obligaron a su cierre y reforma durante unos meses. Unicaja volvió temporalmente al pequeño y vetusto Ciudad Jardín y a la ACB le tocó buscar una nueva sede para la Copa del Rey puesto que estaba adjudicada a Málaga. La elegida fue Vitoria que también contaba con otro nuevo y moderno pabellón, el Araba Arena que también sería rebautizado meses después como Buesa Arena en recuerdo de Fernando Buesa, gran impulsor de su construcción y otra víctima mortal de la violencia terrorista.

Djordjevic lanza defendido por jugador del Forum

Fuente: corazonblanco.com

El inicio de temporada fue tumultuoso para los grandes futboleros. El Barça alternaba victorias muy amplias con debacles a domicilio ante rivales inferiores. El Gijón de Lou Roe y unos jovencísimos Luis Scola (cedido por el Tau) y Pancho Jasen le dieron el primer aviso. Breogán le redujo a cenizas en Lugo, derrotándole por un sonrojante 90-66 en el mejor partido de la carrera de César Sanmartín, producto de la Penya que nunca pasó de medianía. Mientras el Real Madrid confirmaba todas las dudas que planteaba en pretemporada. A un triunfo inicial convincente en casa ante Joventut le siguieron dos derrotas seguidas. Ante Fuenlabrada le condenó un pésimo final de primera parte en el que estuvo casi diez minutos sin anotar. En Cáceres siempre fue detrás en el marcador, dominado por el conjunto extremeño. Pese a ganar con apuros a Girona en el equipo blanco se apresuraron a buscar un revulsivo, era evidente que con esta plantilla no se podía generar optimismo. Jennings era cortado y sustituido por Djordjevic, que aún no había encontrado equipo. El genial base serbio cambiaba el Barça por el Real Madrid. No había mejor manera de plantear su venganza hacia Aíto que en las filas del enemigo más enconado. Además Djordjevic ya había trabajado con Scariolo en su etapa en el Fortitudo Bolonia. Pero el debut de Sasha distó de ser el deseado. En su estreno como jugador madridista su equipo fue arrollado por Pamesa Valencia en la Fonteta. 88-65 que sembró de nubarrones el porvenir del Madrid y dejó la famosa imagen que Tanoka Beard dedicó a Scariolo para que tomase nota, como revancha a su descarte en el equipo blanco. Preguntado por ello en la rueda de prensa, Scariolo fue tajante: “¿Tomar nota de qué? ¿De sus 11 puntos y 6 rebotes? Me preocupan más los 22 balones que hemos perdido…”. Realmente fueron dieciocho pero el juego del Real Madrid dejaba que desear. Debilidad acuciante en el juego interior, juego exterior irregular, demasiadas pérdidas de balón. Los males se trasladaron a la Euroliga, donde los problemas del equipo blanco se agravaron. Tres derrotas en los primeros cuatro partidos, incluido un 96-69 humillante ante el todopoderoso Panathinaikos de Obradovic y Bodiroga, que complicaban el camino en la competición europeo. Mucho tenía que apuntar Scariolo para variar un camino que conducía hacia el desastre.

Mate de Tanoka Beard

Fuente: levante-emv.com

De lo que sí tomaron nota los aficionados fue del fabuloso inicio de temporada de Pamesa Valencia, el gran protagonista de la primer tramo de la campaña. El equipo valenciano no se cansó de sumar un triunfo contundente tras otro. Gran parte de los ilustres de la Liga ACB no se libraron del azote del líder. Real Madrid, Tau Cerámica, Caja San Fernando, Unicaja,… Todos mordían el polvo ante un rival con juego veloz, dinámico y agresivo en defensa. Miki Vukovic, artífice en el banquillo de los títulos europeos del Dorna Godella en 1992 y 1993, había logrado que cuajara un bloque muy sólido y efectivo que estaba causando sensación. Ya había logrado la Copa del Rey en 1998 contra pronóstico pero Pamesa Valencia estaba dispuesto a dar un paso más allá, postulándose como candidato al título. Todas sus armas funcionaron a las mil maravillas en un comienzo de temporada de ensueño. Rodilla dirigía al equipo rozando la perfección. Tanoka Beard causó pesadillas a los rivales dentro de la pintura acompañado por la explosividad de Bernard Hopkins, un símbolo dentro del club. Markovic y Berni Álvarez destrozaban defensas con su efectividad en el tiro de tres. Los Maluenda, Luengo o Albert aportaban minutos de calidad desde el banquillo. Un equipo arrollador que extendió su tiranía la Copa Saporta, la antigua Recopa. Lo comprobó el Zadar de Radja y Komazec, zarandeado en Valencia durante la primera fase por el líder invicto en la Liga ACB. En el programa Generación+, Andrés Montes se preguntaba quién podría acabar con la racha victoriosa de Pamesa Valencia. No llegó la primera derrota hasta la jornada 13. Estudiantes se convirtió en su primer verdugo, derrotándole por 88-74 en el Palacio de los Deportes. Machada de los toreros que supuso un pequeño trauma para Pamesa Valencia. No asimiló bien el primer tropiezo y llegaron dos derrotas seguidas más ante rivales modestos como TDK Manresa y Forum Valladolid. Sin embargo se despertó para alcanzar el liderato al final de la primera vuelta. La victoria ante el Barça en el Palau Blaugrana por 84-89 suponía el mejor colofón para unos primeros meses esplendorosos. Nadie estaba fuera de su alcance, ni siquiera un campeón al que sus fichajes le funcionaban poco o nada y echaba de menos dosis de talento entre tantos centímetros y músculos aunque la consolidación de Navarro en el equipo era un hecho y aportaba parte de esa frescura y atrevimiento necesaria.

Pau Gasol protege el balón

Fuente: fullbasket.es

Se aproximaba el final de la primera vuelta, que marca el corte de los ocho clasificados para la Copa del Rey. Un hecho llamaba poderosamente la atención, los apuros del Real Madrid para entrar entre los elegidos. El equipo blanco había encontrado una buena dinámica tras el fichaje de Djordjevic pero topó de bruces con una desafortunada racha de lesiones. Struelens, Alberto Angulo y Herreros, piezas básicas en este Madrid, dejaron cojo en algún momento al conjunto de Scariolo que continuó moviendo la plantilla. La nula aportación de Gnad provocó su salida y sustitución por Mikhailov. El pivot ruso, nacionalizado español por matrimonio, iniciaba su segunda etapa en el club pero su aportación no sería destacable. Las derrotas ante Forum y Gran Canaria metieron en un brete al Real Madrid, que necesitaba un triunfo para lograr su plaza en la Copa pero los tres últimos partidos le deparaban encuentros ante los primeros clasificados. Compitió hasta el final en el Palau Blaugrana en un partido muy físico y trabado pero los azulgranas llevaron siempre el mando y acabaron imponiéndose por 66-61. Scariolo recuperaba a Alberto Angulo, el último lesionado, para enfrentarse al Tau Cerámica en el Raimundo Saporta pero su equipo ofreció una imagen de absoluta impotencia, a merced del equipo vitoriano en todo momento. Que lo más destacable fueran el esfuerzo voluntarioso de Brent Scott y el coraje de Iturbe no representaba buena señal. La afición madridista acabó irritada y dirigiendo sus protestas hacia el equipo y el entrenador. Scariolo comenzaba a ser cuestionado. El 70-79 ponía al Madrid a los pies de los caballos puesto que debía vencer forzosamente en el Pabellón San Pablo a Caja San Fernando, segundo clasificado y un rival que no se le daba nada bien al equipo blanco. La posibilidad de quedarse fuera de la Copa por primera vez era muy real. Para colmo Djordjevic se lesionaba en el último entrenamiento antes del partido y no viajó a Sevilla. Pánico daba entre los madridistas pensar el destrozo que podían hacer Andre Turner y sus compañeros. Efectivamente, el base estadounidense estuvo espléndido pero no le acompañaron. Iturbe realizó un partido impecable en la zona y se ganó un rol destacado en el equipo. Herreros se echó el equipo a la espalda para llevarle a la victoria. Desde el tiro libre el Real Madrid cerró un triunfo por 61-70 que hizo resoplar de alivio a todo el madridismo. No faltaría a la Copa el equipo blanco que también salvó los muebles en la Euroliga. Una victoria sobre el Tofas Bursa en el Raimundo Saporta valió para que acabara tercero la primera fase y disputara una segunda más asequible. Pese a la zozobra el Real Madrid salía con vida.

Los toreros salen a hombros en Vitoria.

La última semana de enero estaba reservada para la disputa de la Copa del Rey en Vitoria. Pronóstico muy abierto y muchos candidatos. Pamesa Valencia acaparaba la atención como líder de la Liga ACB. Ya hace tiempo que estaba señalado como uno de los grandes favoritos. El Barça caminaba firme en Europa pero no mostraba la misma autoridad en la competición liguera. El Real Madrid recobraba el pulso y se asentó entre los ocho primeros. Caja San Fernando llegaba como alternativa seria mientras en Vitoria bajaban las aguas revueltas tras el inexplicable cese de Salva Maldonado pese a la buena situación clasificatoria. Julio César Lamas, seleccionador argentino, se hacía cargo de Tau Cerámica. Pocos reparaban en Estudiantes, agazapado en la sombra y sin hacer ruido.

 

El sorteo había deparado un primer plato contundente en cuartos de final, un Clásico entre Real Madrid y Barça. El equipo blanco vio una oportunidad para reivindicarse y salió con decisión. La primera parte fue suya, dominando con claridad. Muy buena defensa, dirección acertada de los bases, ataques bien planteados y efectivos. Control absoluto que se agudizó al inicio de la segunda mitad. El Real Madrid desarbolaba completamente a un rival sin ideas. A 12 minutos del final el equipo blanco ganaba por 18 puntos, tenía la clasificación en el bolsillo. Aíto recurrió a una medida desesperada, una presión a toda pista que bloqueó a su rival. En dos ocasiones ni siquiera fue capaz el Madrid de atravesar el campo rival en 10 segundos. Las pérdidas de balón y los nervios llegaron al conjunto madridista. A Scariolo no se le ocurrió sacar a los dos bases para mejor la subida del balón. La diferencia descendió a una velocidad vertiginosa para devolver a los azulgranas al encuentro. Entonces emergió la enorme figura de un chaval de 2’15 al que Aíto hacía jugar de alero. Pau Gasol impartió una lección para sembrar el pánico entre la defensa del Real Madrid. Resultó incontenible. Superaba a su defensor por envergadura, se imponía cerca del aro. Incluso anotaba de tres. Se llevó por delante a quien se pusiera en medio. Pese a su mal porcentaje en el tiro libre se convirtió en el factor desequilibrante de la final. El Real Madrid no pudo sobreponerse del golpe. El Barça vencía por 73-68 y asestaba un duro varapalo moral a su eterno rival. Arreciaron las críticas a Scariolo por desperdiciar una cuantiosa ventaja y no aportar soluciones que sacaran a su equipo del colapso. La moral de los madridistas estaba por los suelos. El Barça se enfrentaría en semifinales con Pamesa Valencia, que se deshizo con rotundidad de Unicaja, arrollado por un Tanoka Beard intratable. El dominio azulgrana en la primera mitad se diluyó cuando en la reanudación los pivots de Pamesa Valencia se adueñaron de la zona. Tanoka Beard y Hopkins hicieron fostatina al juego interior azulgrana para adelantar a su equipo. Goldwire apareció como recurso para mantener el marcador igualado pero su individualismo traía consigo una preocupante contrapartida. Cuanto más luce Goldwire peor le suele ir a su equipo. El propio base se hizo un lío en la última jugada y perdió el balón. 75-73 para Pamesa Valencia que volvió a tumbar sobre la lona al Barça. Estaba a solo un paso de reeditar el título de Copa dos años después.

Estudiantes campeón Copa del Rey 2000

Fuente: baskonistas.com

Por el otro lado del cuadro avanzaba Estudiantes con una solvencia asombrosa. En cuartos de final le esperaba el anfitrión, Tau Cerámica. Julio Lamas estaba casi recién aterrizado en Vitoria y su desconocimiento del funcionamiento del equipo fue evidente. Baskonia estuvo desorientado, dominado en todo momento por el conjunto colegial que siempre manejó diferencias por encima de los diez puntos. Lamas hizo debutar al último fichaje baskonista, un alero argentino de 20 años llamado Andrés Nocioni. Entró a pista como revulsivo pero su efecto duró muy poco. Aún estaba por hacer, no podía levantar a un equipo avasallado por los hermanos Reyes. Oberto, Garbajosa, Mills y Juanan Morales naufragaron sin paliativos ante ellos. A toda una institución en el club y el baloncesto español como Alfonso Reyes se le unía el pequeño de la saga, Felipe, uno de los juniors de oro de Lisboa que ya mostraba una facilidad pasmosa para el rebote e incordiar dentro de la zona. También que el tiro libre representaba un potro de tortura para él. No fue un impedimento para que Estudiantes venciera 65-79. También se deshizo con una facilidad asombrosa de otro gallito, el Caja San Fernando. Recital asombroso de Chandler Thompson para borrar del mapa al equipo de Imbroda que no tuvo mayor aportación más allá de su pareja de americanos. 80-65 que metía en la final al equipo del Ramiro. Ocho años después regresaba a una final copera con el ansia de repetir la proeza de 1992 ante CAI Zaragoza. El líder, Pamesa Valencia, partía como favorito. Llevó el mando durante la primera mitad pero no logró abrir brecha en el marcador. Estudiantes esperaba agazapado, siempre cerca del equipo valenciano. Esperó a la segunda parte para dar el golpe. Nacho Azofra se adueñó del ritmo de juego, superando por veteranía al otro Nacho, Rodilla. Vandiver logró parar los pies a Hopkins, principal recurso ofensivo de Pamesa. Tanoka Beard hizo lo que tantos aficionados le echan en cara en los partidos importantes, desaparecer. Alfonso Reyes le borró del mapa con sus dos metros pelados, ofreciendo un clinic de agresividad, empleo del cuerpo y trabajo cerca del aro. Fue nombrado mejor jugador de la Copa con todo merecimiento. El referente de un equipo sólido que dominó la final con autoridad cuando se presentó la ocasión. 73-63 para Estudiantes que lograba su último gran título. La fuente de los delfines se llenó para celebrar la gesta de los toreros, que salieron por la puerta grande del Araba Arena. Pamesa Valencia recibió un golpe que acusó el resto de la temporada. Se iniciaba la historia de lamentos y decepciones que acompañó durante más de quince años al equipo valenciano.

Europa vuelve a dar la espalda al Barça.

Finalizada la Copa del Rey llegaba el momento de apretar los dientes para afrontar el tramo decisivo en las competiciones europeas. Barça y Real Madrid se clasificaron para octavos de final de la Euroliga. No fue mucho más largo el camino del equipo blanco, superado por la vía rápida y de forma contundente por el Villerbaunne. Los de Scariolo sumaban otra frustración más tras dejar una imagen de impotencia e inferioridad en los dos partidos ante el equipo galo. El Barça había llegado a las eliminatorias como líder de grupo con rotundidad. El camino se presentaba más despejado en apariencia pero lo encontró lleno de espinas. El Ulker turco logró forzar el tercer partido tras un hecho insólito y bochornoso en Estambul. Con 60-60 en el marcador en los últimos segundos los árbitros señalaron salto entre dos. Un periodista turco, ataviado con una gorra del pato Donald, se acercó a la mesa reclamando final de posesión, gritando y aporreando todo lo que encontraba. De forma insólita los árbitros se acercaron a la mesa y, tras una pequeña reunión, cambiaron su decisión para asombro de los jugadores azulgranas. Un triple del equipo otomano en el último segundo forzó el tercer partido. El Barça firmó el acta bajo protesta y vetó en su cancha al periodista turco. Ismet Badem era el nombre de este personaje que se une a la lista de protagonistas siniestros en el baloncesto de los últimos años. La terrible influencia de los años 90 aún era acusada. Sin embargo la infamia espoleó al Barça, que no dio opción al Ulker en el Palau Blaugrana en una segunda parte colosal. 86-65 y pase a cuartos de final, donde esperaba Olimpia Ljubljana. Pese a la lesión de su pivot titular, Kovacic, tipo duro y feroz bajo tableros, el conjunto esloveno había sorprendido a todos para convertirse en una de las revelaciones de la Euroliga. El veterano y excelso Jure Zdovc apuraba su carrera apadrinando a una prometedora hornada del baloncesto esloveno. Milic, Brezec, Golemac, Becirovic… Nombres importantes en un país emergente en el baloncesto continental. Junto a ellos estaba un joven base lituano. Descarado, de carácter indomable y talento infinito. Un diablo sobre la pista. Ni más ni menos que Sarunas Jasikevicius. El prodigio báltico volvió loco a todo el equipo azulgrana. Él solito se encargo de poner contra las cuerdas al Barça en el tercer partido en el Palau Blaugrana. A los azulgranas les salvó que Goldwire aceptó el reto y se enfrascó en un duelo anotador prodigioso con Jasikevicius. Finalmente sería Gurovic el factor determinante desde el banquillo. Irregular hasta rozar la inconsistencia que tapaba su indiscutible calidad, se le recuerdan muchos más partidos nefastos que destacables pero en esta ocasión resultó definitivo para lograr la victoria. Victoria culé por 71-66 que llevaba  a la Final Four a los de Aíto, que tendría grabado a fuego en su cabeza el nombre de Sarunas Jasikevicius.

Nate Huffman

Fuente: jpost.com

En Salónica le esperaban Panathinaikos, Efes Pilsen y Maccabi. Este último sería el rival de los azulgranas en semifinales, el primer paso en un nuevo asalto al trono europeo. El equipo hebreo no presentaba una plantilla intimidante. Todo su juego estaba basado en Nate Huffman, pivot rubicundo con un manual de juego en la zona grabado en la cabeza. Tras su explosión en Fuenlabrada la temporada anterior llegaba a un histórico del baloncesto continental para devolverle la gloria perdida. Le acompañaban un base experto y sabio, Sharp; dos buenos tiradores, McDonald y Brisker; y un grupo de veteranos (Shelef, Sheffer, Jamchy,..) encargados de trabajar para mayor lustre que Huffman hiciera el trabajo en ataque. Completamente al alcance del Barça, sólo hacía falta frenar al pivot estadounidense para imponer una plantilla muy superior en el aspecto físico. Pero no consiguió ninguno de los objetivos. El Barça no funcionó en ninguna faceta. Huffman hizo picadillo a todo el juego interior azulgrana. En ataque las cosas no fueron mejor. Sin ideas, sin acierto, sin alternativas para superar una defensa esforzada. El Barça cayó en la más absoluta vulgaridad en un primer tiempo detestable en el que sólo anotó 22 puntos. Siempre a remolque, no era capaz de bajar la desventaja de los diez puntos. La segunda mitad fue un ejercicio de falta de recursos y talento. Goldwire volvió a ponerse el mundo por montera y a hacer la guerra por su cuenta pero su individualismo era ineficaz e insuficiente ante un rival más sólido y con las ideas claras que barrió al Barça con una facilidad pasmosa. Derrota sonrojante por 51-65 que significaba un nuevo fracaso más en la máxima competición europea. La Euroliga, la vieja Copa de Europa, seguía siendo territorio maldito, fuera del control de Don Alejandro. Fue la última oportunidad de Aíto de conseguir el trono continental. La gloria sería para Obradovic y su Panathinaikos. El equipo ateniense lograba su segunda Euroliga, la primera lograda con todas las de la ley obviando aquel título forjado en el bochornoso tapón ilegal de Vrankovic a Montero. Siempre tuvo la final en sus manos, Maccabi sólo pudo hacer la goma ante el poderío de los Bodiroga, Gentile, Rebraca, Alvertis, Rogers, Fotsis, Kattash, Koch,… Un equipo construido a golpe de dracma para dominar Europa. La exhibición de Huffman, que fallecería víctima de un cáncer a los 40 años, resultó del todo inútil para frenar a las huestes de Obradovic que conseguía su cuarto título de Euroliga con cuatro equipos diferentes en sólo ocho años. Así se escribe la leyenda del cazador.

Panathinaikos campeón Euroliga 2000

Fuente: sillonbol.com

Tampoco hubo fortuna para los equipos españoles en las demás competiciones europeas. Un Pamesa Valencia en evidente cuesta abajo topó con la poderosísima Virtus Bolonia en cuartos de final. Bajo la denominación de Kinder, patrocinador de la Virtus, el conjunto italiano había armado un plantel repleto de figuras a las órdenes de Ettore Messina. Danilovic, Rigaudeau, Sconochini, Ekonomou, Stombergas, Abbio, David Andersen,… Una pléyade de jugadores de alto nivel que barrió en Bolonia a Pamesa para sentenciar la eliminatoria aunque el equipo valenciano quedó cerca de la remontada en la Fonteta con un gran partido de Rodilla y los jugadores exteriores. Sin embargo la Virtus se quedó con la miel en los labios al caer en la final con el AEK Atenas de Koronios, Anthony Bowie, Kakiouzis, Müürsepp y un prometedor Dikoudis. Por entonces había vida en Atenas más allá de Olympiakos y Panathinaikos. También pintaron bastos en la Copa Korac. Un equipo francés, el Limoges, obró como verdugo de Girona y Unicaja en las dos últimas rondas. Dusko Ivanovic se convirtió en uno de los entrenadores más codiciados de Europa al lograr Liga, Copa y Copa Korac con un equipo en bancarrota aunque con una plantilla muy apreciable (Marcus Brown, Harper Williams, Bonato, Weiss, Dumas,…). Muchos jugadores que acabarían recalando en la Liga ACB posteriormente, al igual que su entrenador. Definitivamente la suerte fue esquiva en Europa con los equipos españoles.

Una bandeja que pudo cambiar la historia.

La Liga Regular quemaba sus últimas etapas, ordenando la clasificación con los playoffs a la vista. La temporada se le hizo eterna a Pamesa Valencia que entró en picado y evidente descomposición. El derrumbe y desidia de Tanoka Beard arrastró al equipo que acabó fatal la Liga Regular, fuera de los cuatro primeros. No le costó al Barça recoger el testigo del equipo de Miki Vukovic para acabar con solvencia en el liderato. El Real Madrid, sin embargo, representó la cara opuesta a la de Pamesa. Fue a más hasta enganchar una racha de juego y resultados convincente aunque las lesiones seguían acompañando al equipo blanco. Mikhailov dejó temporalmente su lugar al británico Andrew Betts, que no tardó en mostrar buenas maneras. Tres semanas estuvo también parado Herreros pero el Madrid supo apañárselas sin su referente ofensivo. Incluso plantó cara sin él al Barça en el Raimundo Saporta aunque el triunfo volvió a sonreír al conjunto azulgrana (63-72) que aseguraba la primera plaza en cancha de su eterno rival. Las valiosas victorias en Vitoria ante Tau Cerámica y en casa contra Caja San Fernando le auparon a la segunda plaza, algo impensable un par de meses antes, por delante de Estudiantes que seguía subido a la ola victoriosa creada por su título de Copa. Los emparejamientos de playoffs quedarían así: Barça-Unicaja, Real Madrid-Gran Canaria, Estudiantes-Pamesa Valencia y Caja San Fernando-Tau Cerámica.

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Fuente: diariosur.es

Los dos equipos madrileños solventaron sus eliminatorias por la vía rápida. Estudiantes superó sin apuros a un Pamesa fuera de onda que acabó la temporada la peor manera posible y con varios incendios dentro del vestuario. El Real Madrid sufrió en cada partido con un peleón Gran Canaria pero siempre salió triunfador en el cara o cruz. En cambio el Barça pasó las de Caín ante Unicaja, un equipo en progresión con el transcurso de la temporada. Maljkovic tendió una emboscada de viejo zorro, planteando encuentros muy lentos y espesos, de marcadores muy bajos. No en vano fue el creador del baloncesto control. El ritmo cansino de Jaumin atrapó al Barça que no podía frenar el buen momento de Mrsic ni el poderío en la zona de Petruska. Unicaja se puso 2-1 arriba y tenía la oportunidad de sentenciar en casa. El mismo escenario que la recordada final de 1995. El Barça necesitaba otro tipo de partido para no despeñarse, un juego más dinámico y abierto. Consiguió su objetivo a tiempo. Arrebató el tempo del partido a Unicaja para no dar ni una sola opción al equipo malagueño en los dos últimos partidos. Velocidad y acierto en el tiro exterior para arrollar y pasar a semifinales. Donde sí hubo sorpresa fue en la última eliminatoria. Un extraordinario Garbajosa, que empezaba a despuntar como jugador de futuro, y la sabia dirección de Bennett permitieron a Tau Cerámica arrebatar la ventaja campo a Caja San Fernando e imponerse por 3-1. La eliminación significaría el final de la etapa más brillante del equipo sevillano que ya no volvería a acercarse a las cotas alcanzadas a finales de los años 90.

El Barça se enfrentó a Tau Cerámica en semifinales. Una eliminatoria más cómoda para los azulgranas que disfrutaron de más espacios y un ritmo más alegre. El tiro exterior demolió completamente la defensa vitoriana. Rodrigo de la Fuente actuó de inesperado puñal desde el perímetro, añadiendo efectividad desde fuera a su habitual repertorio de excelente defensor y buen reboteador. Sherron Mills estuvo demasiado solo en el Palau Blaugrana, donde Baskonia no tuvo ninguna opción. Suficiente tuvo con arrebatarle el triunfo a los azulgranas en el primer partido disputado en el Araba Arena. El cuarto partido fue una lección magistral de juego colectivo del Barça, que aplastó por 74-98 a un rival abrumado por la enorme superioridad visitante. Seis jugadores por encima de los diez puntos, 61% en triples, arrolladora diferencia en el rebote. La triste imagen dada fue la sentencia para Julio César Lamas pero el Barça daba la impresión de llegar al tramo final de Liga en su mejor momento. Nadie dudaba de su indiscutible favoritismo, más aún con el desgaste y la dureza del derbi madrileño en la otra semifinal. Herreros se ocupó que la serie saliera del Raimundo Saporta con un 2-0 favorable al club blanco, una garantía de éxito puesto que nadie lo había remontada en un playoff por el título. El de Fuencarral mantuvo con vida al Madrid en un tercer partido dominado por los del Ramiro. Djordjevic apareció en los últimos minutos para dejar lo mejor de su repertorio. Un triple forzadísimo y con un defensor encima del base serbio igualó a 74 a pocos segundos del final pero cuando la prórroga parecía inevitable Alfonso Reyes alargó la serie con una canasta de cuatro metros sobre la bocina. Le costó asimilar el golpe al equipo blanco que apareció en el siguiente encuentro tristón, con el paso cambiado. Los males se agravaron cuando Herreros abandonó la pista en el segundo cuarto retorciéndose de dolor. La lesión no parecía una nimiedad, como se confirmaría más tarde. La ausencia de Herreros supuso una mazazo para sus compañeros que no se recuperaron en todo el choque. Los pivots locales se bastaron para que Estudiantes venciera 74-67 y forzara el quinto partido. La baja del gran anotador del Madrid, casi medio equipo en la faceta ofensiva, llenó de pesimismo a muchos aficionados madridistas. Estudiantes llegaba al encuentro decisivo lleno de moral y consciente que remontar un 2-0 por primera vez estaba a su alcance. El Madrid hizo de tripas corazón para superar la ausencia de Herreros. Superó con claridad durante muchos momentos a Estudiantes. Incluso disfrutó de una ventaja de quince puntos pero no se rindió el conjunto colegial que se levantó tirando de garra y cargando con fiereza el rebote ofensivo. A falta de cinco minutos una canasta de Aísa, tras rebote ofensivo, igualaba a 59. Se había evaporado y la ventaja y reaparecían los nubarrones en el bando madridista. Lucio Angulo apareció al rescate para mantener a los de Scariolo por delante pero Estudiantes ya no se descolgaría. Gonzalo Martínez empataba el partido a 69 a falta de 27 segundos. La última posesión estaba en manos del Madrid. El propio base estudiantil cometía personal sobre Djordjevic a 5.9 segundos del final cuando el base serbio penetraba hacia canasta. Mal negocio, dos tiros libres para un excelso lanzador. Pero Sasha sólo anotó el segundo tiro libre, dejando una última opción a los colegiales. Aísa atraviesa la pista a toda prisa, intentado zafarse de la presión rival. Atrajo a la defensa para dejar solo a Chandler Thompson debajo del aro. Aísa encontró al alero estadounidense que sólo tenía que levantar el balón para anotar una canasta cómoda, casi una bandeja. Un tiro sencillo para Thompson, el que le convertiría en héroe. Pero fue un tiro que le marcaría de por vida. Para asombro de todos estampó el balón en el aro. De manera increíble se esfumaron los sueños del Estu. La afición madridista resoplaba de alivio. Aquella bandeja errada significaba el pase a la final del Real Madrid y un cambio total en el rumbo de los acontecimientos.

Djordjevic consuma su venganza.

Tres años después regresaba el Clásico futbolero a la final de la Liga ACB. Pocas veces los pronósticos coincidían con tanta nitidez. Nadie ponía en cuestión la superioridad del Barça. El título se antojaba casi un hecho consumado, máxime con la baja de Herreros que no estaba disponible para el inicio de la final. Popes como Miguel Ángel Paniagua, admirador del baloncesto control y el juego físico, no tenía duda alguna que el título acabaría en manos de los kilos y el músculo del equipo azulgrana. No concedía una sola opción a un conjunto más técnico pero con menor poderío físico y profundidad de banquillo. El optimismo y exceso de confianza del barcelonismo acabó trasladándose a la plantilla. El equipo azulgrana apareció por el primer partido demasiado relajado, a medio gas. No le importó dejar el ritmo del partido al Madrid, permitir a Djordjevic manejarlo a sus anchas. Extrañamente el Real Madrid jugaba demasiado cómodo en el Palau Blaugrana. Todos esperaban que en cualquier momento llegara un cambio de ritmo, un aumento de intensidad del Barça para imponer su autoridad, la presión del Palau para meter el miedo en el cuerpo al eterno rival. Nunca llegaron. Sólo Goldwire significó un incordio y, como suele ocurrir, cuanto mejor le va a Goldwire peor le va a su equipo. El Real Madrid acabó venciendo por 64-72 sin sufrir apenas. Para asombro de todos el equipo de Scariolo daba el primer golpe en la final. Aunque el Barça reaccionó en el segundo encuentro y arrolló sin contemplaciones en una segunda parte espléndida y llena de intensidad para vencer por un humillante 83-55 el equipo blanco había conseguido lo que quería. El factor campo estaba en su poder aunque el favoritismo de todos los expertos seguía recayendo en el bando azulgrana. Pero Scariolo tenía escondida una carta bajo la manga.

Struelens defendido por Alston

Fuente: eternocampeonhalamadrid.blogspot.com

En la rueda de prensa previa al tercer partido, el técnico italiano apareció con un monitor y un vídeo. En las imágenes apareció el corro previo al partido de los jugadores del Barça con las arengas finales que terminaron con un “¡A repartir hostias!”. Scariolo no reparó en palabras para señalar este comportamiento, que según el entrenador sobrepasaba los límites, y poner sobre aviso a los árbitros. En el Barça se recibió la escenografía con asombro e incredulidad. Aíto se defendió argumentando que se habían tomado literalmente las palabras y sacado de contexto. Incluso añadió que tenían una jugada llamada Capullo y que no estaba puesto el nombre para ofender. De nada le sirvió la defensa a Don Alejandro. Los árbitros habían tomado nota y no le pasaron una a los jugadores azulgranas durante el tercer partido. El Barça bajó inconscientemente el nivel defensivo y le allanó el camino a un rival infalible, que pasaba un buen número de minutos sin errar un tiro. Al descanso el Madrid ganaba con solvencia pero no se paró ahí. Quería sangre para desquitarse de la paliza recibida en el anterior encuentro. Pasó por encima de un rival sin intensidad, sin alma, entregado ante un Madrid que sí lo daba todo atrás. El 87-61 disparó la euforia en el madridismo. El Real Madrid estaba a un paso de lograr el título de Liga seis años después y la oportunidad se le presentaba en casa. Sin embargo el cuarto partido comenzó de forma muy diferente al anterior. Digbeu, que estaba firmando una temporada mediocre, apareció por el partido de forma asombrosa, anotando todo lo que tiraba. El alero francés labró una renta interesante en la primera mitad que supo manejar bien el equipo azulgrana que mantenía a raya a un Madrid que no conseguía entrar en el partido. Su juego interior apenas aportaba. Cada vez que intentaba acercarse topaba con un triple rival. El criterio arbitral había cambiado de nuevo y ahora era el equipo blanco quien se cargaba de personales. La diferencia de 20-52 en tiros libres lanzados provocó las quejas y lamentos de Scariolo y Lorenzo Sanz jr tras el partido. El Madrid no conseguía bajar la desventaja de los diez puntos y Scariolo echó mano de Herreros, por primera vez en la final, a diez minutos de la resolución del encuentro como revulsivo desesperado. Aunque entró con la muñeca caliente no tardó en comprobar la afición madridista que sólo estaba para jugar unos pocos minutos. La recta final resultó plácida para el Barça que venció 71-80. Al Real Madrid se le había escapado su oportunidad sin apenas posibilidad de disputarla. El Barça no acostumbra a fallar en el Palau Blaugrana en un quinto partido. Nunca lo había hecho.

Real Madrid campeón Liga ACB 2000

Fuente: basketvintage.blogspot.com

La cancha azulgrana estaba a reventar la noche del 5 de junio de 2000. 8.000 espectadores abarrotaban el Palau Blaugrana para intimidar al eterno rival y lograr el quinto título de Liga en los últimos seis años. El arranque del Barça fue demoledor. Digbeu y Nacho Rodríguez estaban pletóricos en la línea de tres durante los primeros minutos y marcaron las primeras diferencias. El tiro exterior local funcionó de manera admirable toda la primera mitad. El dominio del Barça en el rebote aumentaba los problemas del Madrid que resistía a duras penas aferrado al tiro libre. El Barça no escatimó esfuerzos atrás aunque fuera a costa de cometer muchas personales. Hasta dieciséis le fueron señaladas en el primer tiempo. El gran porcentaje en el tiro libre actuó de salvavidas del mismo modo que Alberto Angulo. El escolta maño estuvo espléndido, anotando 15 puntos en los primeros veinte minutos. Ocupó el lugar de su tocayo de Fuencarral para mantener con vida al equipo blanco en pleno bombardeo local. Un triple de Goldwire sobre la bocina puso ocho arriba al descanso a los de Aíto. Parecía cuestión de tiempo que el Barça rompiera el partido aunque fuera por inercia. Al comienzo de la segunda parte la ventaja llegaba a los once puntos. La ruptura del encuentro parecía inminente pero un incidente en pista cambió la dinámica. Brent Scott se enzarzó en un amago de tangana con Dueñas y recibió una técnica que suponía su cuarta falta. Una decisión contraria a los intereses del Madrid pero que envalentonó a los de Scariolo. Entendieron que si querían tener opciones debían sacar la bayoneta y cargar a pecho descubierto. Struelens y Betts se hicieron con el control de la zona. El equipo blanco empezaba a cerrar el rebote. En apenas unos minutos la diferencia baja a un escaso punto. La aportación de Dueñas cerca del aro mantenía a su equipo por delante pero al Madrid no le faltaba confianza ni padecía complejo de inferioridad. Dos triples de Goldwire y dos bombas de Navarro dieron aire a los azulgranas en un breve espacio de bajón madridista (64-57, min 33). Scariolo notó que faltaba chispa, magia. Volvió a poner en pista a Djordjevic, que no había hecho nada hasta entonces. Sixto Miguel Serrano lo repitió hasta el hartazgo durante minutos. Si no fuera imposible diría que Sasha lo escuchó. Su primera acción, un triple que levantó a sus compañeros. El serbio ya estaba allí para adueñarse del partido.

El Madrid tocó a rebato. El Barça se bloqueó, no encontraba tiros cómodos. Los triples ya no entraban. La nueva remontada blanca infundía temor en las filas azulgranas. El Madrid amenazaba con dar la vuelta al marcador y lo consiguió con un 2+1 de Scott a cinco minutos del final. Djordjevic añadía más leña al fuego con un triple más personal. El parcial de 2-13 paralizó a un Barça que entró en barrena. Regalaba los tiros libres, cayó en la precipitación ofensiva. Muchos jugadores desaparecían. No aparecieron ni carácter ni liderazgo. Goldwire empujaba a su equipo al suicidio, en contraste con unos bases rivales llenos de calma y con muchas tablas. Alston desapareció en combate, fulminado por el voluntarioso Scott. Gurovic se borró en los momentos difíciles, superado por el vigor y fe de Lucio Angulo. Aíto no se atrevió a recurrir a Pau Gasol como en la Copa. No era su momento. El acierto en el tiro libre de Brent Scott le quitaba la vida al Barça que iba directo hacia el desastre. Desde el 4’60 el Madrid superaba la barrera de los diez puntos. Un Palau Blaugrana incrédulo presenciaba la hecatombe. El Real Madrid incluso podía disfrutar de un final tranquilo para degustar la gesta. La afición culé se lo tomó fatal, convirtiendo el último minuto en una lluvia constante de objetos. Los jugadores blancos presentes en el banquillo tenían que protegerse la cabeza con las toallas ante todo lo que caía a la pista. Los últimos segundos se disputaron con numerosas bolas de papel y otros objetos arrojadizos sobre la cancha. Se repetían las bochornosas imágenes del Palacio de los Deportes en 1997. Sonó la bocina. 73-82 final y los jugadores del equipo blanco corrieron al túnel de vestuarios para celebrar el título a salvo de los objetos procedentes desde la grada. Todos menos uno. Djordjevic se quedó en la pista con rictus desafiante, levantando los brazos, con los dedos índices apuntando hacia el techo del Palau Blaugrana. Su venganza estaba consumada. Nacho Rodríguez se contagió de la crispación de la grada e intentó sacar a empujones de la cancha a su antiguo compañero. Histeria que tuvo como triste colofón la entrega del trofeo en vestuarios, a escondidas. Un punto de inmadurez que impidió al Real Madrid celebrar sobre la pista una hazaña para recordar.

Próximo capítulo: E.T. aterriza en España.

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2 Comments on "BALONCESTO CODIFICADO (I): La venganza del genio"

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7 years 4 months ago

Impresionante repaso a la temporada 99-00, @Perdi. Tengo vagos recuerdos de estas temporadas de la ACB y la Euroliga, pero algo llegué a ver gracias a lo que comentas del acuerdo entre Canal Plus y las autonómicas. Curiosamente, del Barça de esos años recuerdo mucho más la aparición de Pau Gasol que la de Navarro, quien me parece ya tenía un rol algo más asentado en la rotación, ¿no? En cuanto a lo de Djordjevic en el Palau, se recuerda casi cada año desde que pasó. No lo vi, pero lo han repetido tantas veces en la prensa deportiva catalana… Read more »

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