Como sabrán los colaboradores de este blog versados en temas históricos, a los emperadores romanos solo se les elevaba a la categoría divina después de muertos. Una vez acabada, tras un periplo de seis años, una de las series de mayor impacto mediático de la historia reciente de la televisión, me ha parecido apropiado encabezar así este post. Nótese que, pese a mi renuencia a utilizar anglicismos, me ha parecido impropio traducir el titulo de la serie, ya que de haberlo hecho la hubiera situado en un plano terrenal, al que ya no pertenece, porque, sí, señores, por si no se habían enterado, Lost ha muerto… Aunque permanecerá en la memoria de muchos de nosotros y sobrevivirá en formato digital para su visionado por las futuras generaciones, el hecho es que, una vez se haya extinguido el jugoso debate sobre la verdadera valía de su episodio final, ya no generará ninguna estrambótica teoría más (al igual que el Cid, que si bien ganó su última batalla después de muerto, luego, por evidentes limitaciones prácticas, no pudo participar en contiendas ulteriores)
Una advertencia antes de continuar, el siguiente post no pretende discutir ninguno de los enigmas no explicados de la serie, ni reventar el final a todos aquellos que no lo han visto (a diferencia de los innumerables artículos aparecidos en periódicos de tirada nacional fastidiando la experiencia a todos aquellos que no madrugamos la noche del domingo), sino simplemente reflexionar sobre algunos aspectos externos de la ya fenecida serie.
La primera reflexión surge de la lectura de la categorización sobre el tipo de espectador que ve la serie realizada en este blog http://blogs.elpais.com/espoiler/2010/05/8-espectadores-en-busca-de-un-final.html. Para despejar dudas, me ubico en la última categoría, en la de aquellos que hemos disfrutado (en mi caso, desde el primer minuto de la primera temporada emitido antes de que los Red Sox ganaran la World Series en noviembre de 2004) de una historia que nos ha retrotraído a nuestra tierna infancia, a una época en que la magia convivía en armonía con la realidad y lo absurdo no carecía de sentido. No obstante, he de confesar que durante el visionado de no pocos capítulos he sido tentado con intensidad variable por el lado oscuro del racionalismo, cuya máxima sería “a estos tíos (por los guionistas) se les ha ido el invento de las manos y van a ser incapaces de desliar el ovillo que han generado” y, lo que es peor, por el todavía más tenebroso del elitismo, que se podría resumir en la frase “una vez la serie empezó a tener éxito, o sea, al final de la primera temporada, se convirtió en un producto para la masa, esto es, una puta mierda que solo veo para ver como hacen el ridículo los guionistas”. Pero incluso estas dos facetas de mi personalidad ha encontrado satisfacción debida al final de la serie (al constatar que no les faltaba parte de razón), por lo que no tengo nada que reprochar al fallecido, sino, más bien todo lo contrario, le estoy sumamente agradecido.
La segunda reflexión, tópica y obligada, es que Lost ha sido la serie de más éxito con menos audiencia de la historia. Prácticamente nadie la ha visto usando la televisión convencional, siendo la practica más habitual su descarga y posterior adición de subtítulos. En ese sentido, es innegable que Lost ha sido pionera, marcando el nacimiento de una nueva era, en la que el espectador medio por fin se ha liberado de las cadenas con las que las cadenas generalistas nos mantenían atrapados. Una era de libertad sin límites gracias a la aldea global. Viva la libertad horaria, abajo la opresión de la programación. Nada mejor para ilustrar las ventajas del futuro que la impresión causada por el tardío esfuerzo realizado por Cuatro de cara a dar satisfacción a los seguidores más acérrimos, emitiendo el último capitulo de manera casi simultánea a su difusión al otro lado del atlántico. El chapucero resultado del experimento (erráticos subtítulos que casi siempre aparecían a destiempo, culminados con 15 minutos de capitulo realmente “perdidos” en algún recóndito lugar del limbo televisivo) dejan en evidencia las limitaciones inherentes a un modelo de entender la televisión condenado irremisiblemente a desaparecer. Lost ha sido tan solo la primera grieta, pero el edificio ya no se sostendrá mucho más.
Y la tercera y última reflexión sería, ¿Por qué ha tenido tanto éxito Lost?. La respuesta es simple y compleja. Lost juega con una debilidad humana, la eterna búsqueda del porqué de las cosas. Volvamos de nuevo, a nuestra infancia, ¿cual es la pregunta más repetida por un niño de 3 años?… exacto, ¿por qué? , una sucesión inacabable de porqués que puede acabar con la paciencia del más pintado. Ese ha sido el gran merito de Lost (y el motivo por el que algunos agudos racionalistas tanto la denostan) el de generar continuamente nuevos interrogantes sin molestarse en responder a los previamente planteados (al menos, de manera concluyente y satisfactoria), como en la cruda realidad hacen muchos padres con sus hijos. A veces, surge algún niño que se da cuenta de la estafa a inflables la que le someten sus progenitores y la denuncia vehementemente (los descontentos), pero la gran mayoría acepta las reglas de juego, se limita a fruncir el ceño y se dirige tranquilamente al parque a seguir jugando con sus amigos.
Otro día, cuando Flags, converso de última hora, haya terminado de verse seis temporadas del tirón (estimo que en aproximadamente mes y medio), reflexionamos sobre la forma y el fondo de la serie (estafa u obra maestra, una dicotomía que encaja a la perfección con la sección “Los duelistas”). Hoy tan solo queda velar durante un tiempo al muerto.
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14 Comments on "DIVI LOST"
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Madre mía, vaya embolao.
Hemos acabado de ver ya la segunda temporada. ¿Los buenos? No me respondáis, pero pensaba que estaban todos muertos.
Por cierto. Shinchan2005 te va a encantar la serie. Te recomiendo que la vea con la mujer. Es un flipe constante, sin alucinógenos, inócuo total.
jajaja, flags.. no te queda nada… jajaja
[…] ADDEMDUM: DIVI LOST de Nojavino […]