David Bowie ha sido (cuesta escribir esto en pasado) una de las figuras más fascinantes de la historia de la música pop. Su constante evolución (o transformación), su obsesión por captar el espíritu de su época quizás más que ningún otro artista de su generación, y sobre todo, su apuesta por integrar al pop con todas las artes contemporáneas (imagen, diseño, publicidad…) cambió la percepción de lo que todos creían (creíamos) que era la música “moderna” ¿No es “moderna”, parece decirnos Bowie? Pues fusionémosla con otras disciplinas, saltemos la barrera de lo estrictamente musical. Si ya en los primeros 60 los Beatles se percataron de que la imagen era importante, si en esos años los cantautores del Village neoyorquino se destacaban por sus pintas anticonvencionales, pero siempre como un añadido más, Bowie inserta de modo definitivo la moda, el cine, la escenografía en el mundo del rock and roll. Es famosa la frase de Keith Richards afirmando que no podías llevar algo nuevo -unos zapatos, una chaqueta- a una fiesta londinense en la que estuviera invitado Bowie porque “al día siguiente la llevará él y todo el mundo te dirá que es un descubrimiento suyo”. Esa obsesión por la imagen, sin embargo, no le llevó a trivializar su música (quizás solo un breve periodo en los ochenta), sino por el contrario supo utilizarla de soporte y rasgo distintivo para sus constantes giros musicales: de cantante folkie a crooner, de rey del glam a ambiguo hombre de las estrellas, del duque blanco a adorador del art deco y la estética constructivista (a veces también la imaginería nazi o la futurista italiana). Todo le interesaba y todo lo utilizaba pero siempre “a su manera”. Bowie no es un mero imitador de otras corrientes, sino un artista de verdad que transforma-y mejora- todo le que toca. Artista de vanguardia (ahí está su influencia evidente en la música electrónica y de fusión de los 80 y comienzos del siglo XXI) y a la vez conectado con las corrientes más populares de la música actual (¿cuánto le deben todas la divas pop actuales de Madonna a Lady Gaga?), David Bowie lo asume todo sin contradicciones aparentes y nos hace respetarlo aún más por ello.
Y es que, contrariamente a lo que se pueda pensar la trayectoria de David Bowie no es precisamente fácil. Sí, tiene discos “accesibles”, sin duda (Ziggy Stardust, Hunky Dory, Young Americans, o, el más decididamente comercial, Let,s dance), pero buena parte de su discografía no es precisamente “fácil” para un público muy amplio (buena parte de su última etapa, indiscutiblemente la “Trilogía berlinesa”, cortes de Aladdin Sane o Scary Monsters) y eso es,creo, lo que hace que su figura sea más compleja y como decía al principio, fascinante y le definan como uno de los artistas del pop y rock -de la música contemporánea al fin y al cabo- más grandes de siempre.
La carrera musical de David Bowie tiene varias fases muy definidas por lo que sus discos dentro de cada una de esa etapas responden a una coherencia (o a veces incoherencia) evidente, para lo bueno y para lo no tan bueno, por lo que intentaré separar (a mi manera claro está) estas distintas épocas para una mayor comprensión del “mito Bowie”.
La fase de preparación o maduración (1.967-1.971)
Arranca con su primer disco (David Bowie, 1.967).y llega hasta Hunky Dory (1.971), En esta primera fase Bowie demuestra que su apodo de camaleón, con el que será conocido en los años triunfales, arranca de muy pronto: el joven Bowie toca todos los palos, desde el folk más cercano a Dylan a la psicodelia, o a un pop emparentado con el Mersey Sound, los primeros pasos de la psicodelia, el rock más duro siguiendo las enseñanzas de los Kinks, el vaudeville y la música de music hall – muy londinense por cierto-, el blues…, nada le es ajeno. Es un chaval que fagocita todo lo que escucha pero no se decanta. No ha comprendido aún que su camino estará basado precisamente en eso, el eclecticismo: ¿Qué ritmos escojo? pues la decisión final será, ahora lo sabemos, no renuncio a nada pero pasado por mi filtro personal.
David Bowie (1.967)
Efectivamente, nadie hablaría de este disco sino fuera porque viene firmado por quien sería después David Bowie. A medio camino entre un cantante folk y un crooner típico de los sesenta. y en el batiburrillo vaudevilesco, popero y folkie sin demasiada entidad, canciones tan sesenteras como esta (ay, ese estribillo y esos violines).
Space Odditty (1.969)
Ya tenemos a un Bowie que da el salto del swinging London al folk hippy y la psicodelia. Los años con Lindsay Kemp se empiezan a notar. Primer éxito, pero poco más. Empieza a a destacar su gusto por el espacio, el transformismo y la importancia de los media (el single se editó pocos días antes de la llegada del hombre a la Luna).
The man who sold the world (1.970)
Primer gran disco. En España con la portada cambiada. Eso de que un tío se vista de mujer no cuadraba. Se abandona el folk, se asume la psicodelia y el cantante se vuelve más rockero (ese riff de la canción estrella..). Algunos consideran este disco casi dentro del rock duro; la influencia de Marc Bolan, la guitarra de Mick Ronson, y el bajo de Tony Visconti pueden ser claves en esta consideración.
La otra gran canción del disco.
Bowie está acercándose a la excelencia.
Hunky Dory (1.971)
Con Hunky Dory Bowie nos da su mejor obra hasta entonces, plagada de grandes canciones. El Glam ya está aquí y su voz, con cambios constantes (Bolan se aleja) lo demuestra, y la portada, emulando a Marlene Dietrich lo evidencia. Sus obsesiones aparecen ya plenamente integradas (“Life in Mars”), así como sus influencias (Bob Dylan, Andy Warhol, ambos con canciones dedicadas), Bowie ya es Bowie. y “Changes” un gran single.
Pero el tema estrella es sin duda “Life on Mars”.
La consagración (1.972-1.974)
La época de Ziggy Stardust. Bowie ya ha conseguido la transformación completa. Es Bowie y a la vez un ser venido de otro mundo, Marte, claro. Ziggy. Llegado a la Tierra es por fin el Rey del Glam, y todo el mundo se rinde a sus pies. Londres es suyo (mientras, Marc Bolan dimite) y el circo de la música también. Su creatividad se extiende, aporta canciones a otros, produce a Lou Reed (Transformer)….
The rise and fall of Ziggy Stardust and the Spiders of Mars (1.972)
Poco puedo decir de uno de mis discos fetiche, uno de los grandes álbumes de siempre. Desde el arrollador y melodramático comienzo de “Five years” (uno de los grandes comienzos de la historia del pop) al tremendo final de “Rock and Roll Suicide” pasando por el acierto comercial de “Starman”, la delicadeza pop de”Soul Love” o “Lady Stardust”, el ímpetu rockero de “Sufragette City”, en fin, una obra maestra absoluta y total.
Su creatividad está en un nivel tan alto que se permite el lujo de grabar singles con canciones descartadas de la calidad de “John, i’m only dancing” (en la que ya apunta a otros caminos) o regalar canciones a gente como Mott the Hopple (“All the young dudes”, el que sería el mayor éxito de la banda de Ian Hunter).
Aladdin Sane (1.973)
Si Ziggy Stardust lo eleva al olimpo musical, Aladdin Sane le confirma en el mismo y como uno de los grandes de siempre y eso que es un disco más difícil, con apuntes jazzísticos (“Aladdin Sane”) y más influencias estadounidenses (“Jean Genie”).
Tengo que reconocer que nunca fui capaz de entender completamente el disco. Me descubro ante su riesgo y falta de complacencia con el éxito anterior, su evolución incipiente hacia otros sonidos, pero…., no acaba de convencerme.
Pin Ups (1.973)
Prueba de la cima en la que se encontraba es este disco, una de las primeras compilaciones de un artista de canciones predilectas de otros y como tal, irregular. Acierta creo yo con esta versión de los primerizos Pink Floyd, de los que estaba más cercano que de los grandes de los sesenta (Yardbirds, Who, Kinks, Easybeats…).
Diamond Dogs (1.974)
Disco de transición después de despedir a las arañas de marte. Muy criticado, en parte por él mismo, que ya miraba en otra dirección. Eso sí, hay cosas salvables y es que, por ejemplo, no hay nada como un buen single, aunque sea más rollingstoniano que bowiesco.
Y es que ni la portada ayuda, a pesar de tener otras buenas canciones.
La fase se cierra con el inevitable disco en directo, David Live (1.974).
Primer Viaje: EEUU (1.975-1.976)
Bowie se separa físicamente y espiritualmente de Gran Bretaña. No va en busca de raíces, sino de nuevos sonidos que incorporar y transformar. Lo propio de mentes inquietas. Pero, si el primer disco, Young americans, es tratado con cierta condescendencia (“David suaviza su imagen para triunfar en el mercado americano;” Hay que entenderlo”), el segundo , Station to Station, es tratado con hostilidad, incluso con ferocidad (“¿Qué se ha creído?” ¿A santo de qué esa obsesión con la música negra y sonidos bailables?”. Pocos se daban cuenta de que la cosa iba en serio y que la evolución estaba en marcha.
Young americans (1.975)
Destino: Estados Unidos y el funk y la música negra, en especial el soul más clásico, de James Brown a Smokey Robinson (no hay más que escuchar “”Can you hear me”). Un buen single, otra vez, en compañía de otro ilustre expatriado, John Lennon, “Fame”. Ziggy Stardust se ha transmutado en el Duque Blanco.
Pero a pesar de buenas canciones, como la que da titulo al disco, me parece algo irregular y, ay, impostado .
Station to Station (1976)
Segundo intento de acercarse a la música negra y más logrado, creo yo, ya que se centra en propuestas más modernas, funk, disco… pero a Bowie la asimilación de la música negra le empieza a cansar y comienza, aquí se nota, a experimentar con otros sonidos.
Un disco que será más valorado según pasen los años
Segundo Viaje:Alemania (1.977-1.979)
Regreso a Europa y encuentro con el krautrock, la música electrónica y otras vanguardias, aqui en compañía de otros geniecillos de la música británica, como Brian Eno o Robert Fripp. Las razones para este cambio son variadas. En principio, personales, por sus problemas adictivos que le empujan fuera de EEUU y por otro lado la irrupción del punk, que deja a muchos descolocados, también a él. Bowie, que llevaba un par de años atrapado por la música electrónica y una estética europeista años 20-30 opta por este giro para encontrar una nueva vía de expresión.
Low (1.977).
Quizás su disco más influyente desde Ziggy Stardust. A finales de la década numerosos grupos británicos reivindicarán este álbum como referente musical: Joy Division, New Order, Magazine,Siouxshie and the Banshees, Ultravox y los “nuevos románticos”…Para comenzar, la sorpresa es total, la mitad de los cortes son instrumentales y la mayoría muy complejos, aunque encontramos una joya accesible como esta:
Pero lo normal es encontrar piezas como esta:
“Heroes” (1.977)
Seguimos en el mismo año. Bowie entrega se segunda parte berlinesa con el disco que contiene su canción quizás más conocida, y todo hay que decirlo, una de los temas más emblemáticos, con justicia, de la música pop a pesar de su tono a medio camino entre lo épico y lo sombrío ¿Una alusión irónica a los chicos del punk? Las comillas así parecen testimoniarlo.
La experimentación continúa, aquí si cabe con más influencia aún del krautrock alemán, pero también con gotas orientales (“The Moss garden”) y sonidos aún más distorsionados (“Joe the lion”).
Antes de completar la trilogía, nuevo disco en directo, eficaz complemento del anterior (Stage, 1978) pero que ahora casi se ve como un resumen de lo realizado en 1.977.
Lodger (1.979)
La relación con Eno y Fripp se ha enfriado y eso se nota en un disco algo esquizofrénico con intentos de experimentación y aproximaciones más evidentes al pop (“Fantastic voyage”,”DJ”, que hace honor a su título). Mucha influencia de músicas extraeuropeas (incluida la africana,”African night flight” o el reggae, “Yassasin”). Más presencia que en los dos discos anteriores de Carlo Alomar y además se nota también la aportación de Adrian Belew, recién “robado” a King Crimson. Un álbum a redescubrir. La época de la experimentación se ha agotado, es el momento de dar un nuevo giro.
El éxito global (1.980-1.987)
Bowie es ya un artista reconocido, uno de los grandes, pero necesita recuperar las sensaciones de éxito masivo de la década anterior. Fija sus obsesiones hacia los nuevos medios tecnológicos, tanto en sonido como en imagen (el vídeo). Se prepara para ser una superestrella en un mundo cada vez más globalizado. Hay que regresar al pop y retomar las aportaciones aprendidas del funk y la música de baile.
Scary Monsters (1.980)
Quizás el disco que más equilibrio logra entre la experimentación y los sonidos “duros” y el pop y una música más accesible. De lo primero, “It’s no game”, de lo segundo, un exitazo como “Fashion”, aparte de momentos intensos y melodramáticos tan de su gusto (“Teenage wildlife”, “Because are young”). Siempre con la guitarra de un Robert Fripp muy presente.
Pero, sin duda, el tema más impactante del disco, y uno de sus grandes canciones, es “Ashes to ashes”, extraordinaria (nada fácil si se escucha bien) e hipnótica canción que además dio (aunque ahora nos parezca algo pueril y tosco) el impulso definitivo a los videoclips.
No hablo del “Under pressure” junto a Queen porque no me dice nada.
Let’s Dance (1.983)
El exito absoluto y mundial. Disco pensado directamente para vender millones de copias (fue el más vendido del año solo tras el Thriller de Michael Jackson. Hay cotas imposibles de alcanzar incluso para Bowie). De hecho, sus tres singles son los que abren el disco para que la cosa quede más clara. El resto, buenos temas, con la inclusión de una canción compuesta junto a Giorgio Moroder para la nueva y decepcionante versión fílmica de La mujer pantera (“Cat people”). Bowie, que siempre ha sido un tipo muy listo, buscó para este álbum la producción más lujosa que pudo (siempre hay que hacer las cosas a lo grande), y nadie como Nile Rodgers (una de las patas de Chic). Todo perfectamente buscado, a un tema rápido, le sucede una balada o una canción a medio tiempo. Y encima todo pensado para la MTV y el auge del videoclip. Hay que vender. No es para mí uno de sus mejores discos, pero comparado con lo que vendrá a continuación, no hay color, estupendo.
Tonight (1.984)
Intento de aprovechar el pelotazo del disco anterior. Une canciones nuevas (solo un exito claro, “Blue Jean”) con versiones (Beach Boys, Iggy Pop, Leiber-Stoller) para rellenar, se asocia con Tina Turner, en plena revitalización entonces, para reventar las listas y poco más. Es lo que pasa cuando pierdes de vista lo fundamental.
Never let me down (1.987)
Han pasado 3 años y el hombre está bastante despistado. Quiere regresar al rock pero tampoco abandonar lo que le está dando tanta pasta. Mezcla colaboradores de lo más dispar (de Iggy Pop, cuya influencia creo que empezaba a ser nefasta) a Peter Frampton (¡) o Mickey Rourke (¡¡¡¡¡). Algunas canciones suenan a Bowie, pero posiblemente aunque seguía vendiendo mucho, sus seguidores de siempre no compraban sus discos. ¡Estaba empezando a quedarse atrás!
Este “Zeroes” un si es no es a “Ziggy Stardust” y “Heroes”, lo demuestra, aunque de repente en un disco algo decepcionante pueda aparecer una gran canción como “Time will crawl”.
video
La desorientación.
Consciente del declive, Bowie se retira y regresa como miembro de una banda de rock (1.988-1.990), Tin Machine. Alguien dirá que se anticipó al grunge, más bien pienso que intenta regresar al sentido común recuperando sensaciones. Tin Machine vendió bastantes copias, no una barbaridad, pero casi nadie se acuerda de ellos. En 1.993 regresa a un disco en solitario, tras su boda con Iman, pero sigue sin aclararse. A veces el éxito despista demasiado.El problema será que toca demasiados palos y en ninguno se muestra totalmente a gusto. Exceso de mezcolanzas. Batiburrillo musical. Bowie no se aclara y salta, siempre, y eso es lo positivo, siempre fiel a sí mismo,de un disco anterior a otro para encontrar el camino, pero no lo encuentra.
Black Ties, White noise (1.993)
Pasa sin pena ni gloria pero es mejor que los discos anteriores y tiene buenos temas, aunque ciertamente no es una maravilla.
Outside (1.995)
Regreso (o intento al menos) de recuperar las esencias de la trilogía berlinesa. Quizás consciente de que ya no está para vender millones de discos se reúne con Brian Eno otra vez. El disco no está mal, pero no es “Heroes”. Le lastra además su excesiva duración. 70 minutos y 19 canciones.
Earthling (1.997)
Cada vez cuesta más escuchar un disco del Duque. Sus producciones se vuelven cada vez más farragosas, porque carecen de encanto, hay que reconocerlo, no acierta con un tono musical (algo de electrónica, algo de pop, un poco de música bailable, aquí me pongo melodramático, allí irónico) pero sin temas destacables. Tengo que reconocer que de esta etapa he escuchado poco y mal, y eso que algunos discos (como este) los tengo.
Este tema, escrito a medias con Brian Eno, es potente, eso sí.
Reinicio frustrado
5 años de parón y vuelta a empezar en 2.002. Bowie recapacita (joder, soy Bowie) y vuelve un tanto a su época clásica. Tiene a su lado otra vez a Tony Visconti. No abandona la electrónica ni otras músicas actuales, ya sabemos que está siempre a la última pero es un Bowie más Bowie que el de los los 15 años pasados. No, no esperemos una obra maestra, el se conforma, y quizás nosotros también, con que sea digna y esté a su altura
Heathen (2.002)
Hasta la portada nos lo dice, fuera máscaras, solo un ajustado diseño para un artista “serio”. Aparte de aceptables versiones de Neil Young o los Pixies (para que se os quiten los prejuicios), cuenta con buenas canciones propias
Heathen es un disco claramente recomendable, lo cual daban ganas ya de decirlo. Otra muestra:
Reality (2.003)
Continúa en la línea anterior. Aquí revisa algunas cosas de Hunky Dory, Heroes o Scary Monsters. Ahora hace canciones estupendas como esta:
… que lamentablemente son poco escuchadas.
Incluso se atreve con canciones de corte springstiniano como esta, y sale airoso.Y cuando parece que al fin ha encontrado su camino hacia una vejez digna musicalmente hablando, primer palo, un ataque al corazón. Inevitable parón. Se editan discos en directo y poco más (dos). Bowie desaparece.
Segundo reinicio o el canto del cisne (blanco por supuesto)
Después de 10 años de silencio, con poquísimas apariciones (ni siquiera en la gran exposición sobre su vida, obra y estilo en un gran museo londinense, reaparece en 2013, cuando todos pensábamos que estaba retirado. Ahora ya lo sabemos, necesitaba terminar asuntos pendientes.
The Next Day (2.013)
Con una portada extraña, quizás por ser algo “autofustigadora”, por decirlo de alguna manera (la carátula de “Heroes” cubierta por un recuadro en blanco), Bowie suena aquí más actual que nunca y fieramente moderno. ¡Si incluso fue nominado al Mercury prize!
¿Cuántas canciones de Bowie llevan la palabra Star incorporadas al titulo? Pues aún falta una, la última, pero no esta, una preciosidad de canción.
Blackstar (2.015)
Ahora todo el mundo dirá que es una maravilla y llorará sobre su portada, seguramente estará entre los mejores discos del año, y quizás lo merezca, no lo sé, pero resulta difícil analizar este disco a la luz (y la oscuridad) de lo que sabemos ahora. Posiblemente, la canción que mejor cerraría esta revisión sea la anterior. ¿Dónde estaremos ahora y después? Pero tratándose de Bowie, él mismo nos dijo en este su último disco, que es lo que espera.
Se baja el telón, fundido a negro.
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3 Comments on "DAVID BOWIE (1947-2016). DISCOGRAFÍA APRESURADA"
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Ha sido el mas influyente, el Pop de calidad ha caminado junto a él durante mas de 20 años, Coincido con que nunca volvió a ser tan innovador. Aún así ha sido el último rey. Gracias por este rato, Rosschak
Muy buen repaso. Yo lo descubrí, como toda mi generación, con el Let’s Dance, y la verdad, no me parecio nada del otro jueves. Demasiado comercial, sobre todo con su disco siguiente. Luego, los temas típicos del pasado, muchos de ellos temazos, pero yo estaba en otra orbita, cosas de la edad. Pero Tin Machine, banda de la que si me acuerdo perfectamente, el vinilo de su primer lp debe estar aun en casa de mis padres,me hizo verle con otros ojos, y, conforme el eclecticismo se fue apoderando de mí, redescubrí muchos temas. Grande entre los grandes, y siempre… Read more »
Es curioso, cuando suceden hechos como este tengo la sensación de que me he perdido algo. Porque no hay más de una docena de temas que me llamen la atención de Bowie. Eso sí, siempre reconocí que era un tipo de una intensidad brutal; y es una cualidad que valoro mucho en el ser humano. El éxito no es un acicate para mí (o no siempre), por lo que se desprende que es una cuestión de química. Y es imposible tenerla siempre en la mejor disposición. A nivel creativo no me ha llegado nunca, pero sí que me identifico con… Read more »