Dicen que cada 4 de mayo llueve en la ciudad piamontesa de Turín. El cielo llora, dirán otros, pidiendo disculpas a la ciudad por aquellos a los que se llevó ese mismo día del año 1949; privando a la ciudad y a sus niños de sus ídolos, de quienes lograban dibujar algo de alegría en la dura posguerra italiana.
La historia del club comenzó a finales del siglo XIX, cuando un grupo de disidentes de la Juventus, liderados por un financiero suizo, decidió unirse al Football Club Torinese, dando origen al Torino Football Club y a su carismático color granate como sello distintivo. No fue hasta la década de 1910 que el club no consiguió buenos resultados y algo de renombre a nivel nacional. Ello vino de la mano de Vittorio Pozzo -a la sazón entrenador campeón del mundo con Italia en 1934 y 1938- como miembro del equipo técnico. Su primer subcampeonato llegó acompañado por el infortunio; una mala suerte que no parecería abandonar ya nunca más al equipo. En la temporada 1914-15, a falta de un partido, el Torino era segundo en la liguilla final por título de liga, dos puntos por detrás del Genoa, al que venció en el partido de ida por 6-1. Faltaba el partido decisivo, precisamente, entre primero y segundo. Pero el destino se interpuso y la Primera Guerra Mundial obligó a la suspensión del torneo liguero. En 1919, la federación italiana declaró al Genoa como vencedor de aquella liga.
Hasta 1927 tuvieron que esperar su aficionados para ver a su equipo ganar su primer Scudetto. Y ni aún así. El título le fue revocado por acusaciones de amaño entre un doctor del equipo y un jugador del rival turinés, la Juventus –Luigi Allemandi, a la postre inhabilitado de por vida, aunque solo cumpliría unos meses de sanción-. Al año siguiente el equipo se propuso demostrar que no ganaron por artimañas sino por simple y pura superioridad deportiva. Y así lo hicieron. ganaron su primera liga ‘oficial’ con resultados tan altisonantes como un 11-0 al Brescia o un 14-0 a la Reggiana. Gracias principalmente a su trío de ases en la delantera: Libonatti, Balconcieri y Rosetti cuyas cuentas personales ascendieron a final de temporada a 35, 31 y 23 goles respectivamente.
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En Lisboa, Valentino Mazzola, el gran capitán y alma del equipo aceptó rendir homenaje a un compañero de profesión que se retiraba –José Ferreira, a quien conoció durante un partido internacional entre la azzurra y Portugal- con un amistoso entre el Benfica y el Torino. El partido se jugó el 3 de mayo de 1949 y el resultado fue lo de menos. Cumplido el trámite, los italianos se dispusieron a marchar en un vuelo hacia Turín con escala en Barcelona.
La niebla era espesa y las nubes bajas. No paraba de llover. El avión que volaba de Lisboa a Turín con los jugadores, el cuerpo técnico y varios periodistas pierde visibilidad. No se ve absolutamente nada a menos de 30 metros. En su celda, el capellán don Tancredi Ricca se encuentra leyendo mientras el sonido de la lluvia y de los aviones que sobrevuelan la basílica de Superga le acompañan en el silencio. De repente un estallido. Fuego y llamas medio escondidas por la niebla. Alguien no quiere que nadie vea lo que acaba de acontecer. El avión Fiat G.212 ha chocado contra la muralla que separa la basílica del terraplén colindante. No hay supervivientes.
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Los años 30 fueron difíciles para un club que vio como su vecino y cada vez más rival se convertía en un equipo temible y respetado. En 1935, no obstante, lograron la Copa. La primera en su historia. De hecho, la primera en la historia de Italia. Así, poco a poco en los años finales de la década, los de granate se iban haciendo un hueco en la élite del fútbol italiano. Pero de títulos, nada. La temporada 1939-40 fue la primera de Ferruccio Novo como presidente. Un hombre que aportó una cuidadosa administración financiera amén de varios millones de liras para fichar. En el verano de 1942 ficharon a las dos jóvenes estrellas del Venezia: Ezio Loik y Valentino Mazzola y a Giuseppe Grezar del Triestina. Mazzola y Loik se convertirían en la espina dorsal del proyecto ganador de Novo. Mazzola siendo un mediapunta que derrochaba talento y voluntad a partes iguales y Loik su compañero en banda, rápido y habilidoso; se convirtieron en la pesadilla de todos los equipos de Italia.
A pesar de estar en plena Segunda Guerra Mundial, Mussolini había ordenado a los futbolistas quedarse en casa y jugar, puesto que la guerra sería breve y su presencia ayudaba más en el terreno de juego que en el campo de batalla. Los años iban pasando y no se veía final a aquel infierno. Los futbolistas cobraban poco, pero se ahorraban ir al frente. Novo jugó con la escasez económica y se dedicó a contratar a los mejores jugadores que podía permitirse. Así, en la temporada1942-43, el Torino contaba con una de las mejores plantillas del calcio, entrenada por el húngaro András Kuttik y basada en táctica denominada ‘el sistema’ que abogaba por un férreo control del mediocampo como base para ganar partidos con dos centrocampistas y dos mediapuntas siendo los ejes de la táctica WM. Tras un arranque dubitativo con sonadas derrotas contra el Ambrosiana y el Livorno, en la tercera jornada se ganó el derbi turinés por un contundente 5-2 y a partir de ahí fue seguir una escalera hacia la gloria que concluyó con la victoria sobre el Bari que, 15 años después, permitía al Torino volver a alzar el Scudetto.
Esa misma temporada, el equipo hizo doblete -el primer equipo italiano en lograrlo-. Ganó la Copa de Italia por segunda vez con un pleno de victorias, marcando veinte goles sin encajar ni uno solo. Los libros de récords esperaban a un equipo de leyenda en ciernes.
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A las 17:03, la aeronave manda el que sería su último mensaje al aeropuerto en respuesta al parte meteorológico: “recibido, está bien. Muchas gracias“. Después, el silencio. Vittorio Pozzo, el antiguo entrenador del equipo y de la selección italiana fue llamado para identificar los restos mortales. Los 21 miembros del equipo, varios periodistas deportivos de renombre y los cuatro miembros de la tripulación. Ni los jugadores Sauro Tomà y Renato Gandolfi, lesionados, ni el presidente Ferruccio Novo, aquejado de una neumonía, formaron parte de la expedición. Del mismo modo, un joven jugador húngaro que se encontraba a prueba en la escuadra granate declinó participar del viaje a Lisboa para así reunirse con su mujer y su hijo que acababan de escapar de Hungría. Su nombre, Laszlo Kubala, iría estrechamente ligado a la historia de otro club.
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La temporada de 1944 quedó interrumpida por la guerra. Mientras, los clubes idearon astutas formas de evitar que sus jugadores fueran reclutados para el servicio militar. Así, el Torino consiguió mantener su equipo campeón gracias a la familia Agnelli y la FIAT, que contrató a los jugadores como empleados. Pero el equipo perdió ese año la extraña liga que jugaron los clubes del norte del país bajo bombardeos continuos que interrumpían comunicaciones o amenazaban con destruir las fábricas que ahora les daban cobijo. Tras la guerra, una Italia rota y desangrada buscaba resarcirse mediante el fútbol. La liga volvió pero dividida aún en liguillas regionales. Aún así, el Torino seguía conservando su magia de dos años atrás y se coronó campeón en verano de 1946. Para la temporada siguiente, ganar no era suficiente. Si se quiere pasar a la historia, hay que hacerlo con estilo. Y repetir título liguero manteniéndose invictos durante 16 partidos consecutivos (14 de ellos, victorias) era llamar a las puertas de la gloria. Pero es que la temporada 1947-48 fue todavía mejor. Se la sigue considerando como la mejor temporada que jamás haya hecho un equipo en la historia de la Serie A: 29 victorias en 40 partidos con solo 4 derrotas; 16 puntos de ventaja sobre el Milán, segundo clasificado; 21 partidos seguidos sin conocer la derrota; 39 puntos de 40 posibles en casa con tan solo una derrota como local; 125 goles a favor y 33 en contra. Unos números escandalosamente impresionantes.
Para la temporada 1948-49, a un año vista de la gran cita futbolística tras la guerra: El Mundial de Brasil, el Torino se presentaba igual de dominante que siempre. Ya eran cuatro Scudettos seguidos. Y el quinto se encarriló pronto a pesar del cambio de entrenador. El 30 de abril en San Siro empataron a cero contra el Inter justo antes de un amistoso en Lisboa. La liga estaba encarrilada con cuatro puntos de ventaja sobre el segundo clasificado.
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El 6 de mayo se ofició el funeral para las víctimas de la tragedia aérea de Superga y toda Italia presentó sus respetos. Medio millón de personas salieron a las calles de Turín para despedir a unos jugadores que eran reverenciados como héroes en la ciudad. Ese día se apagó el símbolo de una era. Il Grande Torino, como se conoció a esa constelación de jugadores, había logrado representar lo mejor que Italia podía ofrecer en los peores momentos. Estaban, como colectivo, a la altura de Coppi y Bartali. Ese mismo día el Torino fue declarado campeón de liga y los últimos partidos los jugó el filial. Como acto de respeto, todos sus rivales hicieron lo propio.
La tragedia permeó en todas las esferas del fútbol italiano. El Torino era la base de la selección italiana que se preparaba para el Mundial; torneo al que, debido al pánico aéreo que Superga instauró, la azzurra viajó en barco. Pero el estilo de juego que podía haber cambiado a Italia para siempre no fue tal. El fútbol de control del medio campo y vocación ofensiva que profesaba el Torino quedó para la leyenda. La selección perdió su base por completo -llegó a jugar con los 10 jugadores de campo del Torino-. El gran capitán, Valentino Mazzola, quedó como la figura mítica. Cuando él se arremangaba, es que el Torino iba a ganar ese partido. Daba igual lo que el rival hiciese. Su impronta la continuó su hijo Sandro en el Inter, a quien Puskas, tras la final de Liga de Campeones que los interistas ganaron al Madrid en 1964, dijo: “Enhorabuena, yo jugué contra tu padre. Eres digno de ser su hijo.” Tal era la leyenda de un equipo que jamás pudo probarse en competición europea, pues la Liga de Campeones no fue creada hasta 1955. Pero su recuerdo como uno de los más grandes equipos que jamás jugaron en Italia todavía perdura. Y aunque el Torino nunca llegó a recuperarse del todo de tal tragedia, su nombre quedó escrito con letras de oro en la historia del calcio.
Fuentes:
http://elpais.com/diario/2010/04/19/deportes/1271628017_850215.html
http://torinofc.it/en/storia
http://www.ilgrandetorino.net/strage.htm
http://es.fifa.com/classicfootball/history/news/newsid=2332742/
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4 Comments on "LA TRAGEDIA TRAS LA GLORIA, LA HISTORIA DEL GRANDE TORINO"
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Grande Shaka. Me ha llamado la atención la anécdota de Kubala. Sabía lo del presidente y los jugadores lesionados, pero no sabía que el gran Laszlo se “escapó” del accidente.
ES ESTO, Shaka. Vivimos obnubilados por los Madrid y Barna de hoy, por los messis y cristianos, y muchos desconocemos que el fútbol lleva más de un siglo funcionando; que está lleno de historias, mitos, leyendas auténticas en las que el dinero era un factor secundario.
Blogger polifacético… No está mal, para ser de las más jóvenes hornadas del Flagrant’s. 😉 ESA JUVENTUUUUUUUUUD…!!!
Tampoco sabía lo de Kubala. Aunque conocía la historia, el post me ha encantado. A diferencia del Manchester, al que el Madrid de Di Stefano se pulio igualmente antes del tragico accidente de Munich, siempre quedará la duda de si este Torino hubiera sido rival de los blancos (aunque quedaban seis años para el 55 y posiblemente sus mejores jugadores hubieran llegado demasiado veternaos). Pero eso es un poco ciencia ficcion, pero no lo es preguntarse cual hubiera sido el desempeño de Italia (que era doble campeona del Mundo) en el Mundial de Brasil, con Mazzola en el terreno de… Read more »
Por fin he tenido el tiempo necesario para leerlo tranquilamente. Enorme entrada, Shaka. La inmortal historia de aquel legendario Torino que tuvo tan trágico final. Escuché esta historia muchas veces pero nunca cansa y menos tan bien contada. Uno de los grandes olvidados como grandes equipos de la historia del fútbol. De haber existido la Copa de Europa por entonces tendría unas cuantas en el zurrón. Apareció demasiado temprano para el rumbo de la historia, no sabemos qué hubiera pasado si no hubiera sucedido la tragedia de Superga y continuara el bloque al crearse la máxima competición europea. Quizá le… Read more »