1970s: El Padrino
Esta década marca el cambio generacional más importante en la historia de Hollywood. Directores como Scorsese, Coppola, Allen, Spielberg o Lucas comenzaron a despuntar y mostrar todo su talento con películas bastante diferentes a lo que hasta entonces se había hecho en un Hollywood que despertaba del final de sus años dorados. Su influencia fue tan grande y rompedora que incluso la Academia se rindió al talento de alguno de estos directores (a otros los marginó durante décadas hasta que no tuvo más remedio que reconocer la evidencia). Películas de género se vieron reconocidas, entre ellas, Alguien Voló Sobre el Nido del Cuco (1975, Forman), centrada en un interno de un hospital psiquiátrico (Jack Nicholson) y su enfrentamiento con la opresora enfermera Ratched (Louise Fletcher) por tratar de conservar su dignidad y su libertad mental. También se premiaron películas bélicas que ya comenzaban a retratar los horrores de la Guerra del Vietnam (1955-1975) y las secuelas que dejaron en aquellos jóvenes que volvían de la guerra, con representaciones muy alejadas del inmaculado heroismo con el que Hollywood representó a los que lucharon en la Segunda Guerra Mundial. La representante de esta tendencia en la década es la rompedora y a ratos lisérgica El Cazador (1978, Cimino). Sus escenas con Michael (Robert De Niro) y Nick (Christopher Walken) jugando a la ruleta rusa en un campamento de prisioneros primero y luego en un antro de Saigon forman ya parte de la historia del celuloide.
No obstante la película que marca la década y cuya sombra se extiende hasta nuestros días es la ganadora de la cuadragésima edición: El Padrino (1972, Coppola). La película rescató del ostracismo a Marlon Brando cuya interpretación del Don Vito Corleone le valió su segundo Oscar a Mejor Actor y definió lo que debe ser un capo de la Cosa Nostra en la gran pantalla. La trama mafiosa nos adentra en las entrañas de una de las cinco familias de Nueva York para ver las relaciones personales que se establecen entre el patriarca y sus cuatro hijos de personalidades bien diferenciadas; y como el más pequeño, Michael (Al Pacino) es el que finalmente debe hacerse cargo de una herencia familiar a la cual había renunciado. Actores, escenas, planos y diálogos míticos; prácticamente todo en ella es perfecto y representa una de esas raras culminaciones en las que la Academia premiaba a la que realmente lo merecía. Incluso logró tener una secuela, El Padrino, parte II (1974, Coppola) que ganó también el Oscar a Mejor Película. Siendo el único caso en la historia que película original y secuela lograron el doblete. Esta segunda parte incluso iguala a la original si no la supera por momentos, acentuando el dramatismo y el descenso a los infiernos de Michael Corleone (Al Pacino) combinándolo con los primeros años de su padre Vito (Robert De Niro) en América y su ascenso al poder.
Vito (Marlon Brando) no quería esto para su hijo Michael (Al Pacino).
Grandes películas de la década que se quedaron sin la estatuilla: La Guerra de las Galaxias (1977, Lucas), Apocalypse Now (1979, Coppola), La Naranja Mecánica (1971, Kubrick), Alien (1979, Scott), Taxi Driver (1976, Scorsese), El Exorcista (1977, Friedkin), Tiburón (1975, Spielberg), Chinatown (1974, Polanski), Tarde de Perros (1965, Lumet), Solaris (1972, Tarkovski).
1980s: Platoon
En los años 80, por contra, el nivel de las galardonadas baja tan alarmantemente que resulta incluso difícil rescatar algunas de las premiadas. Así que mientras que la Academia seguía buscando películas entre sus géneros fetiche, el verdadero talento se encontraba en un nuevo género conocido como blockbuster, destinado a romper la recaudación en taquilla con películas de aventuras que agradasen a toda la familia. Es precisamente en estos años cuando mayor calidad logran estas películas a las que la Academia prácticamente ignoró en favor de otras consideradas más adultas o adecuadas para la temporada de premios. De todos modos, películas aceptables como Paseando a Miss Daisy (1989, Beresford) sobre cómo superar las tensiones raciales y los prejuicios o Rain Man (1988, Levinson) , una road movie que cuenta la historia de dos hermanos, uno exitoso (Tom Cruise) y otro autista (Dustin Hoffman) y de cómo aprenden a quererse y respetarse resultaron vencedoras sin conseguir demasiado brillo. Otras cintas de tintes grandilocuentes que recuerdan a las producciones de los años 50 como El Último Emperador (1987, Bertolucci), relatando la vida del último emperador de China, Aisin-Gioro Pu Yi (John Lone) antes y durante la Revolución Cultural de Mao (1966-1976) o Amadeus (1984, Forman), que narra de forma un tanto libre la vida del compositor austríaco Wolfgang Amadeus Mozart (Tom Hulce) y su enfrentamiento con el también compositor Antonio Salieri (F. Murray Abraham) también se alzaron con el galardón a Mejor Película en sus respectivas ceremonias. No obstante la ganadora de la gala de 1987, Platoon (1986, Stone), entronca directamente con el espíritu crítico y reformista de la década anterior haciendo un retrato duro y realista del Vietnam, basado en las experiencias vitales del propio director, quien luchó en Vietnam de 1967 a 1968. Es para muchos la mejor película de su director y, quizás también la más personal. Contiene escenas que consiguen permanecer en la memoria del espectador (un Willem Dafoe alzando los brazos al cielo herido por fuego ‘amigo’ que cae finalmente abatido por el enemigo) y presenta la guerra ya no como algo heroico sino como un sufrimiento inacabable que acaba afectando a la mente del soldado.
El batallón es testigo de la muerte del sargento Elias (WIllem Dafoe) sin poder hacer nada por él.
Grandes películas de la década que se quedaron sin la estatuilla: Regreso al Futuro (1985, Zemeckis), El Precio del Poder (1986, De Palma), El Resplandor (1980, Kubrick), Blade Runner (1982, Scott), E.T. el Extraterrestre (1982, Spielberg), Terminator (1984, Cameron), Aliens (1986, Cameron), La Chaqueta Metálica (1987, Kubrick), Star Wars: El Imperio Contraataca (1980, Kershner), Indiana Jones y la Última Cruzada (1989, Spielberg), Érase Una Vez en América (1984, Leone), La Última Tentación de Cristo (1988, Scorsese).
1990s: La Lista de Schindler
La última década del siglo XX siguió la tónica marcada en los años ochenta, mejorando notablemente el nivel de las películas premiadas y reconociendo tanto la calidad como el beneplácito del público (habitualmente confundido con la rentabilidad en taquilla). Los noventa vieron como la Academia, por fin, reconocía uno de los géneros capitales del cine americano: el Western, mediante una película crepuscular protagonizada y dirigida por uno de los últimos mitos vivos del género, Clint Eastwood. La película, Sin Perdón (1992). En ella, Eastwood narraba con maestría y candor otoñal una historia de venganza de un hombre que reniega de su pasado violento. Probablemente el último gran western de Hollywood que sirvió para darle su merecido esplendor cuando el público ya era totalmente ajeno al western, sus historias y su mitología. Siguiendo con las películas de género, en 1992 la Academia tuvo a bien el rendirse a un thriller-policíaco sustentado en sus dos intérpretes principales y la encarnación de uno de ellos de uno de los malvados más brillantes que han pasado por el celuloide: Hannibal Lecter (Anthony Hopkins). La película, El Silencio de los Corderos (1991, Demme), basada en la novela homónima de Thomas Harris. Los dos actores principales lograron una excelente química -recompensada con un Oscar a cada uno- para mostrar la siniestra relación que establece el psicópata encarcelado Lecter con la agente Clarice Sterling (Jodie Foster) para ayudarla a resolver un caso.
En la septuagésima edición, Hollywood reconoció al género del blockbuster que tanto desatendió en los ochenta, premiando a uno de los mejores directores de películas rompe-taquillas del mundo, James Cameron y a su mastodóntica y megalómana producción Titanic (1997). La película se dedicó a romper récords de recaudación alrededor del mundo desde su estreno en diciembre del ’97, finalmente logrando el récord de película más taquillera de la historia, recaudando algo más de dos mil millones de dólares en todo el mundo (récord que el propio Cameron se encargaría de batir en 2009 con Avatar). Titanic es un buen romance de época, pero lo que la eleva por encima de todo es su increíble uso de los efectos especiales, que superan con nota el paso del tiempo y son un legado de la maestría de Cameron a la hora de innovar en este área. Es sin lugar a dudas lo más cerca que el cine ha estado jamás a la hora de recrear el hundimiento del mítico transatlántico, logrando hacer creer al espectador a lo largo de toda la segunda mitad del largometraje que es un pasajero más a bordo del buque. Además arrasó literalmente en la ceremonia de entrega, proporcionando a Cameron 11 Oscar, igualando el récord establecido por Ben Hur en el lejano 1959. Pese a que es Titanic la película que marcaría la forma de hacer cine de Hollywood en los años siguientes, la película que deja su impronta en esta década es una que pertenece a otro de los grandes directores del cine de entretenimiento, Steven Spielberg. El director de Cincinnati, cansado de que la academia le ningunease por sus películas familiares, decidió por fin llevar a la gran pantalla su proyecto más personal, basado en la novela El Arca de Schindler de Thomas Keneally, y que acabó llevando por título La Lista de Schindler (1993). En ella, Spielberg puso todo su talento a la hora de recrear la historia de un arribista alemán, Oskar Schindler (Liam Neeson) que acabó salvando la vida de más de mil judíos del gueto de Cracovia. La película resulta en uno de los retratos más crudos que se han hecho del holocausto y, pese a que se la puede criticar por representar el exterminio nazi como únicamente dirigido a acabar con los judíos -ignorando a presos políticos, gitanos y enfermos mentales-, el conjunto resulta brillantemente turbador, sobre todo cuando relata el día a día en el campo de concentración dirigido por el terrible Amon Goeth (Ralph Fiennes) gracias a la crudeza de algunas de sus imágenes y a la acertada decisión de rodar en blanco y negro. Con este filme, Spielberg finalmente logró el reconocimiento de la Academia que tanto buscaba, así como la unanimidad de público y crítica.
Oskar Schindler (Liam Neeson) es testigo del desalojo del gueto de Cracovia, centrando su mirada en una pequeña niña de vestido rojo.
Grandes películas de la década que se quedaron sin la estatuilla: Pulp Fiction (1994, Tarantino), El Club de la Lucha (Fincher, 1999), Seven (1997, Fincher), Matrix (1999, hnos. Wachowski), Malcom X (1992, Lee), Fargo (1996, Coen), Salvar al Soldado Ryan (1996, Spielberg), Uno de los Nuestros (1990, Scorsese), American History X (1998, Kaye), La Bella y la Bestia (1991, Trousdale y Wise), L.A. Confidential (1997, Hanson), Toy Story (1995, Lasseter), Jackie Brown (1997, Tarantino).
2000s: El Señor de los Anillos
La primera década del siglo XXI es un calco de las anteriores, se premian blockbusters que marcan una forma de hacer cine, se cobran deudas pasadas y se premian algunas películas que, si bien son buenas, no llegan al nivel de otras premiadas y parece un tanto extraño que se alzasen con la estatuilla. Así, tenemos filmes como Una Mente Maravillosa (2001, Howard) que es un buen relato biográfico del matemático John Nash (Russell Crowe) y, a su vez, una de las mejores representaciones fílmicas de la esquizofrenia, haciendo que el espectador se identifique con la mente de Nash y llegue a dudar de la realidad igual que el protagonista; y Million Dollar Baby (2004) que le granjeó de nuevo el reconocimiento unánime de la crítica a su director, Clint Eastwood por representar el auge deportivo de una boxeadora (Hilary Swank) y tocar un tema tan espinoso y de actualidad como es el de la eutanasia; y una victoria un tanto discutida como Crash (2004, Haggis), una sucesión de vidas cruzadas en Los Ángeles, que retratan la sociedad angelina y sus problemas contemporáneos.
Tras mas de treinta años, finalmente la Academia decidió saldar la deuda que contrajo de forma inexplicable con Martin Scorsese. Ninguneando todas y cada una de sus anteriores películas, al final decidieron premiarle por Infiltrados (2006), un remake de una trilogía policial proveniente del cine coreano (Infernal Affairs, 2002-2003). Es un muy buen thriller policial, con grandes interpretaciones y buenos giros de guión pero que no llega al nivel de las obras de mayor calado de Scorsese. Y al final, ese el gran problema de la Academia: no reconocer el talento cuando se lo merece, generando deudas históricas que muchas veces no se saben saldar de la mejor forma. Y eso que Infiltrados fue de lo mejor de la septuagésimo novena edición. Pero la década de los 2000 está marcada por una trilogía que redefinió el significado de blockbuster, el de cine de fantasía épica y el de aventuras para los años venideros, convirtiéndose en una obra clave para toda una generación y la culminación del sueño de muchos de ver una de las más grandes obras de la literatura fantástica en la pantalla grande.
El Señor de los Anillos (2001, 2002 y 2003, Jackson) elevó a los altares a su director y sentó las bases de cómo hacer cine épico para ser completamente rentable en taquilla. Premiada solo en su tercera parte, El Retorno del Rey (2003), sirvió como reconocimiento a la trilogía completa. Recogió 11 Oscar, igualando el récord de Ben Hur y Titanic y, en total, los tres filmes sumaron 17 estatuillas. La trilogía no necesita presentación alguna, relatando la aventura de un grupo de héroes para vencer a las fuerzas del mal y destruir el anillo que es la fuente de poder de Sauron, para así acabar con él. Presenta la clásica dicotomía entre el bien y el mal enfrentados en una lucha sin cuartel por el control del mundo, con ecos de la camaradería que el autor de la saga original vivió con sus compañeors en las trincheras de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Si bien el resultado final adoloece de ciertos bajones de ritmo, un CGI que no aguanta todo lo bien que debería el paso del tiempo o el poco tino de Peter Jackson dirigiendo escenas de acción, sus aciertos son tantos y tan buenos (cásting, guión, decorados, planificación de escenas…) que sobrepasan claramente todos sus puntos débiles. Con esta trilogía se logró aunar la forma de hacer cine iniciada en los años ochenta buscando gustar al máximo público posible y romper taquillas con una calidad y un mimo al material original poco comunes, y una visión del cine como expresión y, a su vez, como negocio pocas veces visto con anterioridad (tal vez sólo Lucas, Spielberg y Cameron lo vieron venir antes que Jackson), consiguiendo que todo el mundo respetase el género fantástico y escribiendo el nombre de la trilogía con letras de oro en la historia del cine.
Trailer que compila las tres películas de la Trilogía del Anillo.
Grandes películas de la década que se quedaron sin la estatuilla: El Caballero Oscuro (2008, Nolan), Malditos Bastardos (2009, Tarantino), Zodiac (2007, Fincher), Expiación (Wright, 2007), Pozos de Ambición (2007, Anderson), El Curioso Caso de Benjamin Button (2008, Fincher), La Carretera (2009, Hillcoat), El Pianista (2002, Polanski), El Laberinto del Fauno (2006), Gangs of New York (2002, Scorsese), Moon (2009), Hijos de los Hombres (2006, Cuarón), Wall-E (2008, Stanton).
Si bien muchísimas de las ganadoras a Mejor Película son criticables por existir títulos de mayor aceptación por parte del público y la crítica, también es cierto que los gustos de la Academia se han mantenido más o menos inalterables a lo largo de las décadas y muchas de las películas eran ganadoras previsibles si prestamos atención a los tipos de películas que se suelen llevar el codiciado galardón. Eso sí, son los propios académicos los que se generan deudas históricas por su falta de visión más allá de sus géneros preferidos o designados de antemano como “premiables” y, al intentar saldarlas, muchas veces niegan el premio a películas, actores o directores que, en aquel preciso momento, lo merecían más; creando de este modo nuevas deudas o injusticias.
Este ha sido un intento de mostrar como las películas premiadas han mantenido más o menos un paradigma seguro a lo largo de los años según géneros y estilos, pero también cómo se han adaptado a los gustos del momento y a los cambios de los realizadores a la hora de hacer cine y a las tendencias de los productores que buscan hacer la película lo más rentable posible. Aunque es innegable que hay décadas con muchísimo más nivel que otras y que muchas de las películas a las que se les negó el reconocimiento de Mejor Película han pasado a la historia del cine por delante de muchas de las ganadoras. Lo cual demuestra que el ganar o no un determinado premio no asegura nada más que un reconocimiento momentáneo a la labor, pero que el verdadero logro es superar el paso del tiempo y llegar a las generaciones contemporáneas y futuras manteniendo la frescura y relevancia. Y en este grupo, son muy pocos los largometrajes que logran entrar. Y si entran habiendo ganado el Oscar, es un punto a favor de la Academia por haber acertado en ese momento, en lugar de ser un requisito indispensable. Como demuestran la consideración de clásicos atemporales de la que gozan filmes que en su día no ganaron el premio a Mejor Película como 2001, Una Odisea del Espacio (1968), Los Siete Samuráis (1954), Tiempos Modernos (1936), Uno de Los Nuestros (1990) o Ciudadano Kane (1941).
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3 Comments on "¡SOY EL REY DEL MUNDO! LOS OSCAR A MEJOR PELÍCULA MÁS DESTACADOS (y II)"
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¿Dónde está ‘Mejor…Imposible”? Una de las mejores comedias románticas de la historia, con los problemas mentales como fondo, Óscars a mejor actor y mejor actriz principal… Te lo habría pasado, pero ha sido ver que está Toy Story y…
Por lo demás, una de mis series favoritas. Congratulations.
Yo no pienso comentar nada hasta que no haya acabado de comentar el anterior post 😉
El Padrino es una de mis películas fetiche. Impresionante, tanto la primera como la segunda parte. Vito Corleone ya no es sólo un personaje de película, está en el acerbo popular. El retrato de Michael Corleone, al que su padre quiso alejar del oscuro mundo de la mafia y terminó siendo mucho más siniestro que él, pone la piel de gallina. No podía haber mejor representante de los 70. Eso sí, que no hubiera un reconocimiento a La Guerra de las galaxias, Taxi driver o La naranja mecánica (aunque aquí lo entiendo un poco por lo cañera que es) me… Read more »