LOS MEJORES DE 2014: FÚTBOL. AIRES NUEVOS

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2014, año de Mundial. Acontecimiento que marca una temporada. Los mayores logros, las imágenes más llamativas, los premiados del año llegan siempre desde el Mundial. O casi siempre. La celebración en Brasil lo hacía aún más especial. Si bien no es el país inventor del fútbol, sí es a quien recurre la mente de muchos aficionados cuando se habla de fútbol espectacular. Leónidas, Pelé, Garrincha, Gerson, Tostao, Jairzinho, Zico, Sócrates, Romario, Rivaldo, Ronaldo,… El Brasil de Pelé de finales de los 50 y principios de los 60, el inolvidable del 70, el rey sin corona del 82,.. Tantos grandes jugadores y maravillosos equipos ha dado a la historia del fútbol. La eterna referencia hasta que llegó la España de Luis Aragonés y Vicente del Bosque. Dos razones alimentaban la motivación en tierras brasileñas de cara a este Mundial: dejar atrás para siempre la mancha del inolvidable Maracanazo de 1950 y recuperar el liderazgo que había usurpado la selección española como modelo de fútbol.

Plantilla España Mundial Brasil 2014

Fuente: periodistadigital.com

España tenía un reto mayúsculo en Brasil. Tras proclamarse campeona del mundo en Sudáfrica e imponerse en las dos últimas Eurocopas quedaba un nuevo desafío: repetir título mundial. Algo que no lograba ninguna selección desde Brasil en 1962. Vicente del Bosque recurrió al bloque de los grandes éxitos, al que situó a España a la vanguardia del fútbol mundial. Era su homenaje particular a la mejor generación de jugadores del fútbol español aunque algunos de sus integrantes ya no estaban al nivel exigido o los años dificultaban la recuperación de una temporada extenuante. Hizo caso omiso a las voces que pedían la paulatina inclusión de nombres nuevos o alternativas a un estilo de juego innegociable, con el toque como único guion. La única gran novedad fue la presencia de Diego Costa en la lista tras decantarse el delantero hispano-brasileño por defender el rojo de la selección española en detrimento de su país de nacimiento. Costa debería luchar contra la animadversión de sus compatriotas de origen que no le perdonaban su decisión. Un argumento más para la torcida brasileña, resentida y revanchista desde que España le destronó como modelo a seguir. No menos problemático era el encaje del delantero en un sistema aparentemente incompatible con su estilo de juego aunque si Del Bosque ya encontró soluciones en el pasado podía volver a hacerlo para acoplar a la nueva incorporación en un equipo construido desde hacía años. La selección viajaba a tierras brasileñas en busca de lo imposible, el cuarto título internacional consecutivo. Una hazaña sin precedentes que le reservaría el lugar más elevado en el panteón de los campeones.

El triste final de un gran equipo.

Desde el sorteo quedó claro que el camino de España estaría sembrado de espinas desde el primer momento. El grupo B en el que acabó encuadrada la selección española presentaba muchas complicaciones. Un rival con historia, Holanda; una selección muy correosa, Chile; y una perita en dulce, Australia. El cruce de octavos con el grupo A, en el que estaba presente Brasil, aumentaba la presión. España debutaba el 13 de Junio contra Holanda en Salvador de Bahía. La selección holandesa no tenía el mismo brillo que cuatro años antes en Sudáfrica. Robben y Van Persie ponían la clase en un equipo lleno de jóvenes esforzados de la liga holandesa, con poco nombre pero de confianza plena para Van Gaal, seleccionador holandés. Una selección oranje de perfil bajo para hacer frente al equipo de gala de España: Casillas, Azpilicueta, Jordi Alba, Piqué, Sergio Ramos, Xabi Alonso, Busquets, Xavi, Iniesta, Silva, Diego Costa. El guion fue el esperado desde los primeros minutos. Toque interminable de España que impedía los acercamientos del rival. El devenir era el deseado por los hombres de Vicente del Bosque. Más aún tras un penalti ligero señalado sobre Diego Costa y transformado por Xabi Alonso. Una elegante vaselina de Silva pudo dejar el choque herido de muerte si no hubiera topado con el larguero. La historia pudo ser diferente. En cambio la pesadilla comenzó en los albores del descanso. Un balón largo que sorprende a toda la defensa. Un remate de cabeza plástico y elegante de Van Persie que sobrepasa a un Casillas adelantado. Un empate inesperado que inició la descomposición de la selección española. La segunda parte fue una tragedia griega. Holanda adelantó líneas y sobrepasó el centro del campo español con insultante superioridad. Robben adelantaba a Holanda con su característico disparo cruzado y ajustado tras dejar previamente en ridículo a Piqué. España no pudo superar el mazazo, se mostraba impotente física y moralmente. Acabó por autodestruirse. De Vrij marcaba de cabeza el 1-3 en el segundo palo en un córner. Posiblemente era falta sobre Casillas pero no tenía mucha importancia. Con la desventaja llegó la antología del disparate. Un error clamoroso de Casillas le dejó en bandeja a Van Persie el 1-4. La dejadez de Ramos permitió que Robben le robara la cartera, regateara a Casillas y marcara el 1-5 a placer. La derrota se convertía en una humillación muy dolorosa, agravada por las chanzas de la afición brasileña que celebraba el desastre haciendo la conga con la holandesa. Un varapalo que levantó muchas ampollas y convertía el partido ante Chile en una final.

Gol Van Persie

Fuente: noticiaaldia.com

La afición pidió cambios drásticos y numerosos en la alineación tras el descalabro ante Holanda. Del Bosque rehuyó grandes dramatismos y sólo realizó un par de retoques, sustituyendo a Piqué y Xavi por Javi Martínez y Pedro. Maracaná, el mítico templo brasileño del balompié, era el escenario para la resurrección o el epitafio de este equipo. Chile esperaba atrás. Escondía su intensa presión y aguardaba. Tuvo un par de errores defensivos pero España no sacó provecho. Quien no erró fue Chile a la primera oportunidad. Un pase desde la banda derecha dejó el balón suelto dentro del área, lo recogió Vargas que marcaba el 0-1 tras recortar a Casillas y Ramos. El gol en contra fue tan devastador como el empate de Van Persie en el encuentro anterior. España se convirtió en un manojo de nervios, un conjunto impotente, atenazado por la responsabilidad, la presión y la falta de fuerzas y mentalidad. Era un cordero a las puertas del matadero, esperando al matarife. Aranguiz ejerció de verdugo. Le cae un mal despeje en un córner y su remate no es capaz de desviarlo Casillas aunque bien pudo hacerlo de estar más acertado. El 0-2 era una losa insalvable. La afición chilena, presente masivamente en las gradas, estallaba de júbilo y se ensañaba con un rival caído y arrodillado. No hubo capacidad de reacción. La segunda parte fue un ejercicio de impotencia. Aunque se mejoró algo el daño pudo ser mayor si Chile hubiera pisado el acelerador. Fueron 45 minutos de una dolorosa agonía, una larga cuenta atrás hacia lo inevitable. El pitido final sonaba a réquiem por la selección española que se convertía en el primer equipo eliminado en el Mundial. Nunca había caído antes de agotarse la primera fase. Pasaba de campeones a humillados. De la gloria a la mayor mancha del fútbol español en un Mundial.

Gol Aranguiz

Fuente: mundoasombroso.com

El final del torneo para España fue largo y duro. Aún quedaba un último partido sin interés ante Australia en Curitiba. Víspera de caras largas, desgana y pequeños actos de indisciplina. Del Bosque utilizó a los menos habituales. Quedó para el recuerdo el último gol de Villa, de taconazo de bella factura tras pase de Juanfran, la muesca final en el revólver del máximo goleador de la selección española. A Del Bosque le faltó tacto al sustituirle en su último partido. También bajó el telón para Reina, Fernando Torres y Xabi Alonso, que ya no volverán. España se marchó con una victoria amarga por 3-0 que no apagó las burlas de la afición brasileña que no paró de recordar a los jugadores españoles que estaban eliminados. Despidió con toda crueldad el dominio español en los últimos años. Se había cerrado tristemente la página más gloriosa del fútbol español. Se cuestionó todo tras el desastre, se pedían caras nuevas a todos los niveles, pero en la Federación no hubo duda alguna en mantener a Del Bosque al frente para liderar el cambio. Llegaban nuevos tiempos envueltos en dudas. Las derrotas ante Eslovaquia en la fase de clasificación para la Eurocopa 2016 y en los amistosos ante Francia y Alemania extendieron el pesimismo. Queda mucho por hacer y el sentimiento que alberga el aficionado es que los buenos tiempos se han ido y puede que tarden en volver. La transición a un nuevo equipo y, quizás, otra forma de juego se presenta ardua. La eliminación de la selección sub-21 que le deja fuera del Europeo y los JJOO de Río no mejora el panorama.

El camino hacia semifinales.

Lo más llamativo de la primera fase fue el descalabro de muchas selecciones europeas. A España se le unieron otras ilustres como Italia, Portugal e Inglaterra, que dijeron adiós a las primeras de cambio. En cambio, las selecciones americanas se mostraron pujantes en cada duelo ante las europeas. Brasil, con más efectividad que juego, y Argentina, liderada por Messi que recuperaba su esplendor en los primeros partidos, se clasificaron con solvencia pero sin alardes. Se le unieron otras que dejaron mayor huella. Colombia dejaba clase y pegada en cada encuentro al ritmo que marcaba James Rodríguez. Costa Rica sorprendía en el grupo de la muerte a potencias como Italia, Uruguay e Inglaterra con las paradas de un inconmensurable Keylor Navas. Ambos jugadores recalarían en el Real Madrid pasado ya el Mundial. Uruguay dejaría en la cuneta a Italia en un partido que dejó la imagen más impactante del campeonato: el mordisco de Luis Suárez a Chiellini. Una fea acción juzgada por la FIFA con una dureza sin precedentes, convirtiendo a Luis Suárez en un apestado por el excesivo rigor de la sanción. Como en todo Mundial celebrado en el Nuevo Continente el desenlace presagiaba un nuevo naufragio del fútbol europeo en tierras americanas. Sin embargo aún sobrevivía una armada poderosa al llegar las eliminatorias: Alemania, la gran candidata a relevar al fútbol español en lo más alto, quemaba etapas con seriedad pero sin lucimiento; una rediviva Francia en los pies de Benzema; esa Holanda menor que competía con poco brillo bajo los designios de la libreta de Van Gaal; y Bélgica, una selección joven y talentosa llamada a ser una de las grandes en Europa durante los próximos años. Fueron la punta de lanza de las selecciones europeas durante el Mundial, más asentadas conforme avanzaba el campeonato.

Mordisco Luis Suarez

Fuente: nacion.com

Las semifinales depararon una doble eliminatoria Europa-América. Por el lado europeo, Alemania se plantaba entre los cuatro primeros con oficio pero pocos retazos de la calidad que se le atribuye al equipo germano tras su cambio de filosofía, inspirada en la selección española. Un poco más de puntería de Benzema en cuartos de final le pudo suponer un disgusto. Holanda le acompañó tras eliminar en cuartos por penaltis a la sorprendente Costa Rica. No bastó otra exhibición de paradas increíbles de Keylor Navas. En el bando americano alcanzaban la penúltima ronda las dos grandes. A Brasil le costó sangre, sudor y lágrimas avanzar. Tuvo que esperar a una dramática tanda de penaltis para eliminar en octavos a Chile que aún se lamenta de un larguero maldito. En cuartos se deshizo de la rutilante Colombia pero el precio a pagar resultó muy elevado. Un rodillazo en la espalda de Zúñiga le costó la fractura de una vértebra a Neymar. Quedaba fuera de combate la gran estrella brasileña, el oasis de talento en un desierto de mediocridad. Velasco Carballo ni castigó la acción aunque los mayores insultos se los llevó de un medio colombiano. Argentina pasaba rondas por la mínima, fuerte en defensa pero cada vez menos presente en ataque. Messi se fue apagando a lo largo de las eliminatorias y fueron Di María e Higuain quienes despacharon a Suiza y Bélgica, respectivamente. La final esperaba a los ganadores de los partidos Brasil-Alemania y Argentina-Holanda. El juego rácano de las eliminatorias preparaba unas semifinales ásperas y poco atractivas. Nadie podía esperar lo sucedido un 8 de julio que pasaría a la historia del fútbol.

Una goleada para la historia.

Maracaná era el escenario del Brasil-Alemania. El mítico estadio tenía otra cita con la historia para ocupar un capítulo inolvidable. Los brasileños recordaban al ausente Neymar en el mensaje de ánimo de sus camisetas. La sensación de orfandad sin su estrella saltaba a la vista. Alemania partía como favorita ante tamaña ausencia pero nadie esperaba lo que estaba por llegar. Brasil era un equipo nervioso y asustado desde el comienzo. Alemania no tardó en darse cuenta. No ofrecería cuartel. Muller adelantaba a los teutones a los diez minutos, agravando el nerviosismo y ansiedad de los anfitriones. La fragilidad brasileña anunciaba el desastre. Alemania llegaba con una facilidad pasmosa al área rival, desarbolaba a los de Scolari con unos pocos toques. Alemania olió sangre y no iba a dejar escapar la ocasión. El hundimiento fue tan súbito que pilló a todo el mundo de improviso. El castigo no tuvo precedentes. En apenas siete minutos llegaban cuatro goles. La exhibición de juego elaborado a una velocidad frenética de balón y movimientos, la mezcla de verticalidad y belleza dejaron atónito a todo el mundo. A la media hora Brasil caía por 0-5 en Maracaná. Un cataclismo jamás conocido antes en el fútbol mundial. Una humillación de época. Las lágrimas de desesperación e impotencia llenaban las gradas. Pero el castigo no había terminado. Sin el desenfreno de la primer parte, Alemania continuaba siendo insultantemente superior. Dos grandes goles de Schurrle elevaban la cuenta a siete goles. Ningún aficionado podía salir de su incredulidad. El gol de Óscar en el último minuto no merece ser digno de honor alguno. Sólo fue un adorno más en el marcador final: 1-7. Una goleada que ya forma parte con mayúsculas de la historia del fútbol. Maracaná entraba de nuevo en la historia negra del fútbol brasileño. Sin embargo fue mucho peor que el Maracanazo de 1950. Aquello fue un accidente de un equipo de ensueño, una derrota en el peor momento. El 1-7 era un juicio sumarísimo a la mediocridad de los que fueran padres del jogo bonito, un castigo ejemplar a la cicatería y vulgaridad propuestas por Scolari, señalado como culpable por la torcida tras aquel desastre cuyos ecos tardarán décadas en apagarse.

Lahm consuela a Oscar

Fuente: mibundesliga.com

La otra semifinal, en cambio, no es digna de recordarse ni un minuto después de terminar. Un nefasto partido condenado a los penaltis desde el primer momento. Romero se convirtió en el héroe que devolvía a la selección argentina a una final mundialista 24 años después, la misma que disputó por entonces en el Olímpico de Roma. Messi estaba ante la oportunidad de lograr el objeto de deseo que le separaba de la proclamación definitiva como el más grande. Alemania contaba con el aval de la inolvidable exhibición ante Brasil para presentarse como favorita. Sin embargo la albiceleste le presentó un partido muy incómodo. La fuerte presión complicaba la existencia al centro del campo germano, desprovisto de Khedira tras una lesión en el calentamiento. Messi y Lavezzi amenazaban con su movilidad. Un desafortunado pase de Kroos hacia atrás dejaba solo a Higuain ante Neuer. Le pudieron los nervios al Pipita. Otro error clamoroso en una ocasión de oro. Demasiado familiar en la carrera del delantero argentino. Fue la mejor ocasión que tuvieron los de Sabella. Alemania fue creciendo poco a poco, imponiéndose cuando el cansancio se apoderaba de su rival, pero el dominio fue más posicional que efectivo. Poca chicha en un recital de errores de Rizzoli, desafortunado árbitro de la final. Se llegaba a la prórroga, tan recurrente en este Mundial. La final estaba a la espera de un detalle que la decidiera. Llegaría en el minuto 113. Un centro desde la derecha de Schurrle encontró el desmarque de Göetze. El joven prodigio alemán, el falso 9 que fuera tan célebre ocupado por Cesc, controló con el pecho y batió a Romero. No hacía falta más. La cuarta estrella ocuparía la camiseta germana. Alemania llegaba al altar en el que se le esperaba desde hacía años, confirmando el cambio de orden en el fútbol mundial. Messi, beneficiario de una molesta propina recibida con el premio a mejor jugador que no mereció, deberá esperar a su entronización definitiva en el trono más alto del Olimpo futbolístico.

El éxito del cholismo.

El cambio de ciclo ya se vislumbraba antes del Mundial. El dominio del fútbol estético y de toque extendido por el Barça perdía terreno ante un fútbol mas físico, veloz. Intenso y vigoroso. Una filosofía que se resume en un nombre, el cholismo. Diego Pablo Simeone se convirtió en el gurú que despertó las ansias de triunfo en el Atlético. El “partido a partido” llegó a nivel de mantra, repetido hasta la saciedad como máximo exponente del pensamiento de Simeone. La intensidad, el colectivo y el sacrificio formaban su ideario. La lucha, solidez defensiva y el balón parado, sus armas. Mientras muchos pensaban que acabaría cayendo el Atleti avanzaba firme, con determinación. Ni un pequeño bajón tras ser eliminado por el Real Madrid en semifinales de Copa, sorprendido y derrotado con sus mismas armas, detuvo sus ansias de éxito aunque no las admitieran en público. El mantra del cholismo era innegociable. Siempre partido a partido. Aprovechó las derrotas del Real Madrid y la displicencia del Barça para asaltar de nuevo el liderato, mantenido siempre con sufrimiento y los goles de los centrales a balón parado. La gloria liguera estaba en sus manos pero el tembleque llegó en el final de Liga, una carrera de cojos entre los tres aspirantes. El Levante, un equipo del corte de los colchoneros, le sorprendió en el Ciudad de Valencia para derrotarle por 2-0. Las pifias de Real Madrid y Barça le dieron la oportunidad de sentenciar ante el Málaga en el Vicente Calderón. El ambiente festivo, ávido de triunfo, presionó más que motivó a un Atlético muy nervioso y tenso. El 0-1 anotado por el equipo malagueño en la segunda mitad alimentó el drama, aliviado con otro gol en un córner, anotado por Alderweireld. Adrián tuvo el título en sus botas en el descuento pero Caballero aplazó el desenlace a la última jornada con una gran parada. Una auténtica final porque le enfrentaba en el Camp Nou al Barça, el otro aspirante con opciones al título y que había sido incapaz de imponerse al Atleti en los cinco partidos anteriores disputados. El inicio fue desafortunado para los atléticos, que perdían por lesión a Diego Costa y Arda. Un golazo de Alexis por la escuadra adelantaba al Barça y le daba momentáneamente el título a los azulgranas. Sin embargo al Atleti no le hacía falta mucho para sacar petróleo, le bastaba un simple córner. Un saque de esquina al inicio de la segunda mitad fue cabeceado a gol por Godín para empatar a uno. Otra vez el balón parado, arma letal del Atlético y gran punto flaco del Barça. Pese a que restaba mucho tiempo por delante el Barça no fue capaz de volver a adelantarse. La posesión resultó estéril ante el orden defensivo rojiblanco. La única gran ocasión fue un remate de Messi que acabó en gol pero fue anulado por un controvertido fuera de juego. No hubo más amenazas y el título liguero voló hacia el Manzanares. Diez años después el campeón no era ni Barça ni Real Madrid. El Atlético ganaba una Liga que llevaba 18 años sin visitar sus vitrinas. Éxito de otra manera de entender el fútbol, ovacionado incluso por el mismo Camp Nou, hogar de un estilo de juego situado en las antípodas del practicado por el Atleti.

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Fuente: noticierodigital.com

El esplendor del cholismo tuvo continuidad en la Champions. El Atlético se deshizo en octavos de un Milan decadente que fue arrollado en la vuelta en el Vicente Calderón. Los cuartos de final depararon un choque de alto voltaje y desgaste contra el Barça. A los azulgranas se les volvió a atragantar en la ida, disputada en el Camp Nou, el entramado defensivo rojiblanco. Pese a la lesión de Diego Costa y dos ocasiones malogradas por Villa en la primera mitad los de Simeone se adelantaron en la única oportunidad de la que dispusieron en la segunda parte, un duro disparo de Diego desde 30 metros que entró por la escuadra. Neymar igualó a uno a falta de 15 minutos pero las ocasiones del último cuarto de hora se estrellaron en Courtois. El Atleti llegaba con ventaja al Calderón sin necesidad de cambiar de guion. Un trepidante inicio de partido, donde marcó un gol y pudo anotar dos más, selló la eliminatoria ante la impotencia del Barça para desarbolar la defensa granítica del Atlético. Simeone se las vería en semifinales con un clon en su forma de ver el fútbol: Mourinho y su Chelsea. La ida, con un Chelsea ultradefensivo y un Atlético incapaz de elaborar a partir del balón, acabó en un insulso 0-0. Todo se resolvería en Stamford Bridge. El niño criado a orillas del Manzanares, Fernando Torres, adelantaba al Chelsea casi a su pesar. No perdió el norte el Atlético pese al golpe. Un centro de Juanfran y rematado por Adrián ponía las tablas al borde del descanso y daba ventaja a los colchoneros. La segunda parte fue una lección de control del partido por parte atlética. Diego Costa anotaba el 1-2 de penalti y el Atlético se adueñó del ritmo del partido ante un Chelsea inoperante con el balón. Una bonita jugada finalizada con un disparo letal de Arda ponía el 1-3 definitivo que llevaba al Atleti a una final de Copa de Europa 40 años después de aquella que se escapó por un suspiro ante el Bayern. Esperaba en Lisboa una final histórica ante su rival más encarnizado.

Los vaivenes de Ancelotti.

El Real Madrid de Carlo Ancelotti no terminaba de resultar completamente fiable. Ante contrincantes menores vencía con solvencia y buen juego pero no daba la talla ante sus más directos rivales. Perdió los dos partidos contra el Barça y fue incapaz de vencer al Atlético. Una derrota en el Sánchez Pizjuán ante el Sevilla por 2-1 significó la cesión del liderato al Atleti para no recuperarlo más y el enfado monumental de la afición madridista por la falta de resultados ante equipos de fuste, materializado en una seria bronca al equipo en el siguiente partido ante el Rayo. En Champions, comenzaba la encarnizada lucha contra los equipos alemanes. En octavos destrozó al Schalke 04 en Gelserkichen por un rotundo 1-6 en una demostración de velocidad y potencia de la BBC (Benzema, Bale, Cristiano). Un territorio comanche para el madridismo, Alemania, presenció una demostración de fuerza del equipo blanco. El único borrón de la eliminatoria fue la grave lesión de rodilla de Jesé en el intrascendente partido de vuelta. En cuartos el sorteo le emparejaba con el Borussia Dortmund, verdugo en las semifinales de la temporada anterior. El 3-0 de la ida en el Bernabeu dejaba la eliminatoria casi sentenciada pese a que la victoria se basó en más pegada que juego y el equipo alemán echó de menos al sancionado Lewandowski en las tres claras ocasiones de las que dispuso. Cristiano empezaría en ese partido su particular rosario de problemas musculares de final de temporada. El luso no fue de la partida en la vuelta en Dortmund. No parecía importar cuando Di María dispuso de un penalti al inicio del encuentro. Weidenfeller detuvo su lanzamiento y comenzó la crisis nerviosa del Real Madrid. Dos errores garrafales pusieron en jaque al equipo blanco. Una mala cesión de Pepe y una pérdida absurda de Illarramendi, que disputó una horrible primera parte que le marcaría a partir de entonces, las aprovechó Reus para poner un 2-0 que despertaba los fantasmas del madridismo en tierras alemanas. La segunda parte los madridistas vivieron en una situación de pánico constante ante el empuje irrefrenable de los hombres de Jurgen Klopp. Las paradas de Casillas y los ocasiones clarísimas desperdiciadas por el armenio Mkhitaryan evitaron un descalabro monumental. El Real Madrid pasaba a semifinales pero dejando una imagen deplorable que ponía en cuestión de nuevo las decisiones de Ancelotti en un partido vital. El sorteo le emparejaba con otro equipo alemán, el temido Bayern de Pep Guardiola, dominador insultante del fútbol alemán y actual campeón de Europa. El gran favorito. Pero antes, en Semana Santa, esperaba la final de Copa del Rey en Valencia ante el Barça.

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Fuente: futbolprimera.es

La ausencia de Cristiano Ronaldo en la final de Mestalla concedía muy pocas opciones a los madridistas que, sin embargo, se adelantaron muy pronto tras una veloz combinación entre Benzema y Di María en la que el argentino partió en línea con la defensa para batir en el mano a mano a Pinto que pecó de manos blandas. El Barça, como de costumbre, acaparaba la posesión pero incapaz de crear una sola ocasión de peligro. En cambio los contraataques del Madrid siempre llevaban peligro en la velocidad de sus jugadores de ataque. No obstante el Barça igualó de una forma insospechada, en un córner. El cabezazo de Bartra empataba a uno y templaba el ánimo culé. El escenario permaneció invariable. Balón en circulación lenta para el Barça, el Real Madrid a la espera sin muchos agobios. Típica situación que resuelve un simple detalle, el de una carrera para el recuerdo. Bale exhibió toda su velocidad por la banda izquierda para superar a un mermado Bartra que fue incapaz de frenar su carrera ni sacándole del campo. El galés se plantó delante de Pinto para superarle por debajo de las piernas en el minuto 86. Bale, el jugador de los 100 millones, alcanzaba su primer momento de gloria. La suerte estaba echada, ya había abandonado a los azulgranas. La buena estrella de Casillas apareció cuando el poste desviaba un remate a bocajarro de Neymar en los postrimerías de la final. El 2-1 seria inamovible. El Real Madrid lograba su primer título de la temporada. Momento para tomar impulso mientras el Barça iniciaba la cuesta abajo, simbolizada en el mal momento de Messi. Moral de cara a enfrentarse al ogro de Baviera. El primer cuarto de hora en el Bernabeu pareció un calco a los partidos del Barça de Guardiola contra el Real Madrid de Mourinho. Los blancos no salían de la trinchera mientras el Bayern tocaba y tocaba a placer. Sin embargo en la primera ocasión que el Madrid subió líneas cazó a su rival. Jugada de tres toques y Benzema marcaba el 1-0 a placer. Cambiaron todos los esquemas. Los madridistas jugaron más cómodos mientras el Bayern se gustaba a pasarse el balón sin crear peligro alguno. Sólo Göetze creó una ocasión clara en los últimos minutos que exigió una buena intervención de Casillas. El juego tan horizontal del equipo de Guardiola recibió los reproches de Beckenbauer que afirmó aburrirse con este planteamiento. Sin embargo el 1-0 no era una diferencia tranquilizadora para viajar a Munich, uno de los lugares malditos del madridismo. Se esperaba mucho sufrimiento. No se podía imaginar que llegaría uno de los partidos más rutilantes del Real Madrid, en general, y de un jugador en particular: Sergio Ramos. Dos goles de cabeza en sendos saques de esquina en el primer cuarto de hora partieron por la mitad al coloso muniqués que volvió a pecar de un amaneramiento excesivo, inofensivo ante el buen orden de su rival. Una contra lanzada por Bale y Cristiano y finalizada por el jugador portugués colocó un 0-3 irremontable. Ni en sus mejores sueños un madridista podía concebir que eliminaría al temido Bayern con una hora de sobra. Los once atletas, como dijo Guardiola en rueda de prensa, daban un golpe de efecto de largo alcance. Cristiano redondeaba el festín con un gol de falta que significaba el 0-4 final, uno de los triunfos más sonados del Real Madrid en Europa por la entidad del rival. El equipo blanco volvía a la final de Champions con honores. Sólo la absurda tarjeta recibida por Xabi Alonso que le impedía disputar la final ensombreció un poco el gran logro.

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Fuente: madridadas.com

La rotunda victoria sobre el Bayern elevó el optimismo a las cotas más altas entre el madridismo pero también despistó al equipo en plena lucha por la Liga. Un empate agónico ante el Valencia en el Bernabeu trastocó las cuentas del equipo blanco. El empate en Valladolid ante un rival en descenso por simple dejadez le alejó definitivamente del título, del que se quedó sin opciones matemáticas tras una vergonzosa derrota por 2-0 en Vigo debido a errores grotescos de Sergio Ramos y Xabi Alonso por falta de concentración. Entre los madridistas quedó la sensación que el equipo había tirado el título y que Ancelotti no supo motivar a sus jugadores tras eliminar al Bayern para luchar por la Liga. El Madrid se jugaba el éxito de la temporada en la final de Copa de Europa en Lisboa ante el Atlético. Todo dependía de lograr la ansiada Décima.

La maldición atlética se repite.

Lisboa se convirtió en la sede del derbi madrileño más internacional, seguramente el más importante de la historia con el trofeo más prestigioso a nivel de clubes en juego. La incertidumbre no estaba sólo en el resultado sino en los problemas físicos en ambas plantillas tras una temporada agotadora. Pese a estar prácticamente descartado tras la lesión sufrida ante el Barça, Diego Costa salió como titular. A Simeone el farol le duró ocho minutos, los que aguantó en el césped el delantero. Cambio tirado a la basura. Sin embargo el partido resultaba cómodo para el Atleti, con poco ritmo y apenas ocasiones, lo que le permitía esperar su momento. Siempre llegaba. Casillas salía a por uvas en un córner y Godín sólo tuvo que picar de cabeza por encima del cancerbero madridista para adelantar al Atlético. El uruguayo de nuevo se podía convertir en héroe de todos los atléticos. Al Madrid le tocó enfrentarse a la insufrible lucha contra el crono y la solidez de la defensa colchonera. La segunda parte fue una guerra de nervios. El Madrid dominaba el balón, llevaba el peso del juego pero las ocasiones no eran numerosas. No había manera de encontrar fisuras en la defensa rival pese a que la intensidad atlética había llevado a los jugadores al agotamiento. Los cambios de Simeone tampoco fueron acertados. La entrada de Sosa, inoperante, fue equivalente a jugar con uno menos. El último cambio, Alderweireld, sirvió para atrincherar al equipo en una defensa numantina. Los cambios madridistas, Marcelo, Isco y Morata, aportaron mayor frescor y profundidad pero el gol no llegaba ni estaba cerca. Los atléticos veían cerca su primer título de campeón de Europa. Sólo debían transcurrir los cinco minutos de descuento pese a que los jugadores no podían ni con las botas. Neptuno se preparaba para la mayor fiesta que los atléticos pudieran vivir jamás. Pero todo cambió en un instante.

Minuto 92:40. Modric saca de esquina desde la banda derecha. Sergio Ramos encuentra un hueco dentro del área y cabecea hacia el palo derecho de Courtois. El portero belga no puede hacer nada ante el remate ajustado del central madridista. El delirio se desata en la grada blanca, el Madrid había igualado una final que ya se escapaba. La desolación era absoluta entre los atléticos. 40 años después se repetía el gol a última hora que destrozaba de un plumazo el sueño. El fantasma de Schwarzenbeck aparecía de nuevo pero con acento andaluz. La parroquia colchonera era consciente que era imposible aguantar media hora más al Real Madrid en el estado de agotamiento en el que se encontraba el equipo rojiblanco. Era cuestión de tiempo esperar al golpe de gracia. Llegó en el minuto 111. Di María, un prodigio de resistencia, pasaba entre defensores rivales como si estuvieran parados. Su remate lo despeja Courtois pero nadie defiende la llegada de Bale desde atrás. El galés cabecea en el segundo palo para marcar el 2-1 que desata la locura. La carrera de Xabi Alonso trajeado por la línea de banda tras saltar desde la grada queda como una de las imágenes de la Champions en los últimos años. Los madridistas ya jugaban contra zombis agotados. Marcelo, en un disparo desde la frontal que se come Courtois, y Cristiano, anotando un penalti celebrado entre excesos, completaban el 4-1 que devolvía al Real Madrid a lo más alto del fútbol europeo. Ya tenía la deseada Décima. Aunque no fuera el gol de la victoria, Ramos había cambiado el destino de la temporada. De una gran decepción y el posible cese de Ancelotti se pasó al éxito absoluto y el Himno de la Décima. El Atlético volvió a tropezar con sus fantasmas. Le pudo su mal fario y la mística del equipo más laureado en la vieja Copa de Europa.

Real Madrid campeon Champions 2014

Fuente: sopitas.com

Irresistible Madrid de récord.

No acabaron los éxitos del Real Madrid con la Décima. El 12 de agosto disputó en Cardiff una Supercopa de Europa de claro color español ya que le enfrentaba al Sevilla, que logró su tercera UEFA Europa League. Dos goles de Cristiano Ronaldo y una exhibición de Kroos, arrebatado al Bayern, en el centro del campo le dieron el tercer título del año a los madridistas. No tuvo tanta fortuna en el Supercopa de España ante el Atlético de Madrid. Los atléticos sacaron un valioso 1-1 del Santiago Bernabeu con un gol de cabeza en un, como no, córner de Raúl García en el minuto 88. Un tempranero gol de Mandzukic, sustituto de Diego Costa que fichó por el Chelsea, en el Calderón bastó para darle la Supercopa al Atleti. Los colchoneros superaron por juego en la vuelta a un Madrid que evidenció problemas sobre el césped que aumentaron con la marcha de Di María y Xabi Alonso. Dos derrotas tempranas en Liga ante Real Sociedad y Atlético encendieron todas las alarmas pero desde entonces Ancelotti dio con el equipo ideal y el equipo blanco sólo conoce la victoria. 22 triunfos consecutivos que le otorgaron el liderato en la Liga, con rotundo triunfo sobre el Barça incluido, en su grupo de Champions y un cuarto título, el Mundial de clubes. Triunfos inapelables antes los inferiores Cruz Azul (4-0) y San Lorenzo de Almagro (2-0) con un denominador común. La cabeza de Sergio Ramos volvió a ser providencial para abrir la lata en ambos partidos. No podía ser de otra forma. Ramos llevó al Madrid al Mundial de clubes y él fue quien le dio el título. Parecía predestinado.

Gol de Ramos a San Lorenzo

Fuente: cubadebate.cu

Las chicas al Mundial.

No puedo terminar sin hacer referencia al fútbol femenino. La selección española se ha subido a la ola que ha llevado al deporte femenino en España a lo más alto. Por primera vez, España disputará un Mundial femenino tras clasificarse con total brillantez. Canadá espera del 6 de junio al 5 de julio de 2015 el estreno de las chicas de Ignacio Quereda. Brasil, Corea del Sur y Costa Rica aguardan en la primera fase un debut deseado y muy merecido que premia el buen trabajo en las categorías inferiores desde hace años. En cuanto a los clubes, el Barça sigue dominando claramente el fútbol español tras conseguir un nuevo doblete, Liga y Copa. En competiciones europeas una española se quedó a un paso de levantar la Champions femenina. El Tyreso sueco de Vero Boquete, autora de un gol y ya consolidada como una de las grandes figuras del fútbol femenino, cayó 3-4 ante el intratable Wolfsburgo, doble campeón de Europa y que eliminó sin paliativos al Barça en cuartos de final.

Mejor equipo Fútbol 2014

  • Alemania (67%, 6 Votes)
  • Atlético Madrid (22%, 2 Votes)
  • Real Madrid (11%, 1 Votes)
  • Wolfsburgo femenino (0%, 0 Votes)

Total Voters: 9

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