Terminó el Mundobasket de España y me llegan viejos aromas del pasado. Y no por la eliminación de España en cuartos de un Mundial, algo tan habitual en la historia de la selección española. Han regresado aquellos tiempos en los que se veía a la NBA como otra galaxia y a los jugadores estadounidenses de la mejor liga del mundo como extraterrestres de una civilización superior. Aquellos años en los que enfrentarse a una selección estadounidense era claudicar antes de empezar y una derrota por 20 puntos se podía considerar digna. Esos partidos en los que un entrenador decía a sus jugadores “salid y disfrutad y no miréis el marcador en ningún momento”. Esos tiempos han vuelto en el Mundobasket. Una Estados Unidos C ha pasado como el caballo de Atila por Bilbao, Barcelona y Madrid aplastando a todos sus rivales sin encontrar oposición alguna. Sólo Turquía, que resistió tres cuartos, presentó algo de batalla a un rival fuera del alcance de todos, incluidas selecciones que se pueden jactar de formar parte de la élite europea como Serbia, Lituania y Eslovenia. No hubo competición en la final, como tampoco la hubo en sus anteriores partidos. No sabemos qué hubiera pasado en esa hipotética final ante España para la que se había diseñado este Mundial pero con la marcha de la generación dorada ya no habrá nadie capaz de hacerles frente. Estados Unidos vuelve a encontrarse a una distancia sideral del resto. El viaje a las estrellas se convierte de nuevo en utopía. Puede que haya quien pida al otro lado del Atlántico el regreso de los universitarios a la selección USA para evitar a las figuras pisar el barro. Así volverían definitivamente los viejos tiempos.
LA FINAL:
Estados Unidos 129 – Serbia 92: Serbia era el invitado inesperado a la fiesta que se había preparado desde hace años para otro duelo para la historia entre Estados Unidos y España. Los anfitriones habían quedado fuera de la velada y los serbios se presentaban como la víctima propiciatoria de la trituradora yankee en la búsqueda de un oro que se desarrollaba como pura rutina. Sin embargo Serbia quiso escapar de su destino en los primeros minutos. Intensa atrás y realizando buenos ataques en un buen inicio de Teodosic la selección serbia dominaba sorprendentemente el comienzo de la final (7-15, min 4). Incluso Estados Unidos se había metido en un pequeño problema tras entrar en bonus en apenas tres minutos. Todo salía perfecto para Serbia pero no tardó en despertar la bestia. Teodosic cometía dos personales demasiado rápido, dejando huérfano de magia a su equipo. La defensa sobre Irving pasaba un costoso peaje. Kyrie Irving (26 puntos, 4 asistencias, 25 de valoración) planeaba sobre la pista, con la facilidad que ejecuta todo lo que resulta difícil a cualquier jugador terrenal. Desatado, a una velocidad de vértigo, volteaba el marcador con un 14-0 antes que pudiéramos darnos cuenta. El tiempo muerto pedido por Djordjevic no impidió lo inevitable. Los estadounidenses ya habían encontrado su velocidad de crucero, esa celeridad indetectable para sus rivales. Destrozaba al contraataque, arrasaba con sus triples. Los 6 aciertos en los 6 primeros intentos desde más allá del 6’75 ilustraban el poderío irrefrenable del perímetro americano. Estados Unidos no había dejado el trabajo para el tercer cuarto. En la final quería imponer su autoridad pronto para que no existiera duda alguna. Serbia estaba completamente desbordada. A lo más que llegó fue a intercambiar canastas durante unos instantes. Una estrategia estéril ante un ataque devastador e implacable apoyado en una defensa asfixiante hasta el extremo. Cada pérdida de balón serbia terminaba en un contraataque fulminante, otra puñalada al corazón. Serbia era un equipo destruido sin remedio (56-30, min 16), sin acierto exterior e intimidado dentro por el exuberante físico rival, pero la maquinaria estadounidense no se frenaba. Harden (23 puntos, 3 rebotes, 23 de valoración) acompañaba la exhibición de Irving pero ambos sólo eran la punta de lanza de un bloque arrollador e insaciable. Los 67 puntos anotados al descanso mareaban sólo con pensarlo. No había final. Realmente nunca la hubo.
Fuente: elnuevoherald.com
La segunda parte era una propina antes de bajar el telón. No había emoción, no existía tensión en la pista. El intercambio de canastas era constante. Bogdanovic, Kalinic (18 puntos, 3 rebotes, 16 de valoración) y Bjeliça (18 puntos) pudieron hacer sus números pero cada canasta serbia encontraba respuesta al otro lado. Estábamos ante una pachanga de All-star. Irving continuó con su bombardeo letal desde el perímetro. Seis triples sin fallo anotó el angelito. Las diferencias nunca bajaban de los 30 puntos. La cara de Djordjevic era todo un poema. 100 puntos en apenas 28 minutos hablan de destrucción total, victoria aplastante que no terminaba de saciar a los estadounidenses. Temblaban todos los records de anotación del campeonato pero Kryzewsky decidió premiar a todos sus hombres, dando entrada a los menos habituales al igual que hizo Djordjevic. Al fin, terminó el inagotable apetito estadounidense y los suplentes echaron el freno. Serbia logró evitar la diferencia más abultada y el mayor número de puntos encajados en una final de Mundobasket pero poco les importaba a los jugadores americanos esas cifras, les bastaba con la muestra de superioridad ofrecida. Tampoco al público asistente, que en los últimos minutos ya estaba para otras cosas como entonar el grito de moda. “¡Orenga dimisión!” se alternaba con los cánticos de “¡España, España!”. Los aficionados no olvidan al máximo responsable que les hurtó el sueño de esta final que vivían como observadores cuando debían ser los protagonistas del último duelo en el que se pusiera en discusión la superioridad americana. Tardarán mucho en volver aquellos momentos mágicos. Estados Unidos vuelve a alejarse hasta ser inalcanzable.
Fuente: aquimexico.com.mx
3º Y 4 PUESTO:
Lituania 93 – Francia 95: La revancha del último Eurobasket valía un bronce mundial. Francia comenzó más enchufada con un 2-7 inicial que obligó a Kazlauzkas a mover banquillo. El cambio de Motejiunas, un tocomocho de primera por muy jugador NBA que sea, por Jankunas se hizo notar en concentración y esfuerzo bajo los aros. Lituania reaccionó y se impuso un partido muy igualado. Los franceses llevaban la ventaja la mayor parte del tiempo pero siempre respondía su rival. Lituania cargaba bien el rebote ofensivo y sacaba provecho de las segundas oportunidades. Pocius disfrutaba de un buen segundo cuarto desde el perímetro. Francia se entregó otra vez más a Batum (27 puntos, 3 robos, 3 rebotes, 24 de valoración) y su muñeca. El escolta galo disfrutó de otro día dulce en el tiro como en semifinales. Casi en solitario se ocupó que los lituanos no tomaran la delantera durante la primera mitad (42-43, min 20). Sin embargo Lituania salió en la segunda parte en plan dominador. Su tiro exterior, irregular como el que más, ofreció la de cal para poner en serios apuros a su rival. Los triples, en especial los de Seibutis, comenzaban a complicar las cosas a los hombres de Collet que ya no estaban tan sueltos en ataque porque Batum no estaba ya tan fino y, salvo en ocasiones Lauvergne (13 puntos, 9 rebotes, 17 de valoración), no encontraba el equipo alguien que aportara en ataque (62-54, min 27). Para colmo, Valanciunas (25 puntos, 9 rebotes, 27 de valoración) estaba campando a sus anchas dentro de la zona amargando la existencia a los pivots franceses. Collet dispuso una zona 2-3 para paliar los estragos del pivot lituano. Se arriesgaba a que el tiro exterior lituano destrozara su defensa pero el seleccionador francés estimó que peor era no poner freno a Valanciunas.
Fuente: espana.oonot.com
La decisión fue muy acertada. Valanciunas no desapareció pero ya no creaba tantos problemas. Los triples lituanos ya no entraban y Francia ajustó el marcador de cara a los últimos minutos. El partido buscaba un protagonista que decidiera la medalla de bronce. Ese papel lo ocupó Diaw (15 puntos), inadvertido los tres primeros cuartos pero que apareció cuando deben hacerlo jugadores de su categoría. Sus diez puntos en el último cuarto le permitieron adelantar a su equipo en los compases finales. A su acierto se sumaron un par de errores de Valanciunas que falló cuando no debía. Lituania. Heurtel también puso de su parte con alguna canasta casi inverosímil. Entre Diaw y Heurtel, Francia llegaba por delante al último minuto. A Lituania no le quedaba otra que recurrir a las personales y esperar que los galos erraran desde la línea de tiro libre. No lo hicieron, ni tampoco Seibutis con sus intentos. El carrusel de tiros libres prolongó el partido hasta convertir el último minuto en casi interminable. Dos tiros libres anotados por Batum ponían el 92-95. Collet no quiso arriesgarse a recibir un triple y ordenó cometer falta. Maciulis debía anotar el primero y fallar el segundo, esperando que un rebote salvador forzara la prórroga. El alero cumplió con su cometido pero el rebote quedó en manos francesas, al igual que la medalla de bronce. Francia volvió a dejar con un palmo de narices a Lituania y logra una medalla de bronce muy trabajada y merecida. Supo sobreponerse a las numerosas e importantes bajas para lograr un bronce que es todo un éxito. Algo ha cambiado en la mentalidad de la selección francesa, los éxitos le han hecho más fuerte.
Fuente: eljuegodenaismith.com
Y DIGO YO…:
- El quinteto ideal lo formaron Teodosic, Irving, Batum, Faried y Pau Gasol. Sólo Teodosic no juega en la NBA. Pau Gasol ve reconocida su gran actuación (fue máximo anotador) pese al patinazo de España en cuartos de final. Que siempre esté ahí, incluso tan mermado como ante Francia, no se le escapa a nadie que sepa de baloncesto.
- Kyrie Irving fue nombrado mejor jugador. El Mundial de 2010 descubrió a todos los aficionados que no estén tan pendientes de la NBA a Kevin Durant, uno de los más grandes del baloncesto mundial en la actualidad. 2014 corona al base dominador en la NBA para la próxima decada. La conexión que puede crear con Lebron James resultará explosiva.
- Una de las notas más destacadas fue el éxito de público del torneo. Habitualmente estos torneos presentan llenos con el anfitrión y aspecto desolador en la mayoría de los demás encuentros. Las aficiones de Bilbao, Granada, Sevilla o Las Palmas demostraron en la primera fase que en España no falta afición al baloncesto. El colorido de aficiones como la de Lituania o más exóticas como las de Finlandia (invasión finesa en Miribilla) o Filipinas dio mucha vida en las gradas. Un gran ambiente, sin duda.
- No existe un premio para el mejor entrenador del Mundobasket pero bien que se lo podíamos entregar aquí de forma honorífica. El poderío estadounidense camufla la gran labor de Coach K, un magnífico entrenador que ha logrado devolver la motivación, el trabajo y la disciplina a la selección americana, una banda incalificable en los primeros años del siglo XXI. Si hubiera que decantarse, en cambio, por un seleccionador que haya logrado que su equipo rindiera por encima de sus posibilidades los candidatos bien podrían ser Collet, que llevó al bronce a una Francia llena de bajas, o Djordjevic que consiguió sacar lo mejor de Teodosic. Del peor entrenador no diremos nada porque ya sabemos quién es.
- Los cánticos de “¡Orenga dimisión!” y los pitos a Pepe Sáez en la entrega de medallas dejan claro que los aficionados españoles tienen muy claro quiénes han sido los responsables del fracaso de la selección española en el Mundial y que no van a olvidarlo. Podrían tomar nota y actuar en consecuencia pero ya ha quedado claro que aquí no se va por su propia voluntad nadie. Es evidente por donde se va a romper la cuerda finalmente.
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