Los aficionados más veteranos no podrán olvidar aquellas mágicas madrugadas del verano de 1984. La selección española les hizo soñar en los JJOO de Los Ángeles donde alcanzó la mayor cota conocida hasta ahora en el baloncesto nacional. Por primera vez pudimos contemplar las estrellas en la final del Forum de Inglewood, hogar del mítico showtime. Aún estaban muy lejos. Esos jovenes y talentosos universitarios, que respondían a nombres como Michael Jordan, Pat Ewing o Chris Mullin, no estaban a su alcance. La plata supo a gloria, las estrellas aún sólo se podían admirar a una distancia sideral. Pero para la generación más brillante del baloncesto español no significó un obstáculo. Probablemente sus mayores momentos de gloria ocurrieron tras dos derrotas pero que se recordarían para siempre como si fueran grandes victorias, hazañas sin igual. Dos encuentros que pasarán para la historia del baloncesto en España, que hicieron soñar a todos con el oro olímpico ante un rival de un poder incalculable y al que se le forzó al máximo en busca de una victoria épica, El Dorado de esta generación. Recordaremos en este último capítulo estos dos torneos olímpicos apasionantes que siempre quedarán en nuestra memoria por sus dos finales que han pasado a la historia como las más brillantes en el baloncesto olímpico. Dos partidos para el recuerdo, un viaje hacia las estrellas.
Pekin 2008, 24 años después.
Tras el traumático cese de Pepu Hernández, a Pepe Sáez le tocaba nombrar nuevo seleccionador a sólo dos meses de comenzar los JJOO de Pekin. No quedaba mucho tiempo para elegir un sustituto de garantías pero el máximo responsable de la FEB tenía su objetivo muy claro. Dos semanas después, tras terminar la temporada en la ACB, nombró como nuevo seleccionador a Aíto García Reneses, uno de los grandes gurús de los banquillos españoles y que afrontaba uno de los pocos retos que le faltaban en su larga y laureada carrera como entrenador. Una medalla olímpica al mando de la selección española ocuparía un lugar privilegiado en su currículum aunque Aíto ya conocía la experiencia en una cita olímpica tras ocupar el puesto de ayudante del legendario Antonio Díaz Miguel en los inolvidables JJOO de Los Ángeles 1984. Aíto contaba además con una gran ventaja ya que conocía muy bien a una buena parte de los jugadores de la selección. Él fue el mentor de Pau Gasol, Navarro o Rudy Fernández, que dieron sus primeros pasos y se consagraron bajo la dirección del mayor formador de jóvenes talentos en el baloncesto español de élite. A ellos se uniría otro descubrimiento de Aíto, un joven de 17 años al que se esperaba con los brazos abiertos. Se trataba de Ricky Rubio, la enésima perla surgida de la inagotable cantera del Joventut. Aíto no se cortó al hacerle debutar en ACB con apenas 14 años, algo que sólo podría ocurrir en un club tan especial como la Penya. Su precoz debut ya acaparó la atención de los medios pero el gran impacto se produjo tras liderar al oro a España en el Europeo cadete. No sólo logró forzar la prórroga con un tiro imposible de medio campo ante Rusia, sus números en esa final resultaron escandalosos: 51 puntos, 24 rebotes, 12 asistencias y 7 robos. A nadie se le escapaba que a Ricky le esperaba un futuro esplendoroso, inimaginable. La NBA no le perdía de vista cuando aún era un simple adolescente. Ya le esperaban con los brazos abiertos en un futuro cuando cumpliera la edad para presentarse al draft. Aún era menor de edad pero ello no le impedía formar una sociedad letal junto a Rudy Fernández en el Joventut. Sería la gran novedad en la lista para sustituir a un Sergio Rodríguez condenado al ostracismo en Portland. Se le unió el regreso de uno de los juniors de oro con más talento. Tras superar su calvario de lesiones, Raúl López había recuperado la confianza suficiente para regresar a la selección y afrontar la aventura olímpica en sustitución de Cabezas, su suplente en aquella selección junior. El equipo que viajaría a Pekin era un auténtico lujo, el mejor posible, aderezado con el brillo que le concedió a Pau Gasol el fichaje a mitad de temporada por Los Angeles Lakers, una de las franquicias históricas y mediáticas de la NBA. No podíamos concebir un equipo más brillante en la historia del baloncesto español: Calderón, Raúl López, Ricky Rubio, Navarro, Rudy Fernández, Berni Rodríguez, Carlos Jiménez, Mumbrú, Garbajosa, Felipe Reyes, Marc Gasol, Pau Gasol.
Fuente: baloncestocharro.es
La preparación volvió a resultar idílica en cuanto a resultados. España no conoció la derrota en una gira que dejó muy buenas sensaciones en cuanto a juego. Antes de embarcar a tierras chinas cayeron selecciones como Rusia, Argentina o Lituania, víctimas de un equipo que se ponía a punto para buscar el sueño olímpico, la medalla que se les resistió en Atenas. En la primera fase esperaban Grecia, China, Alemania, Estados Unidos y Angola. Habría que vérselas muy pronto con los estadounidense pero al menos la selección española se libraba de ellos de cara a un cruce de cuartos. El debut era ante Grecia. El tópico de siempre es difícil comenzar un torneo se cumplía a pies juntillas con un rival tan indigesto y complicado como los helenos. Aíto sorprendió dejando de inicio en el banquillo a Pau Gasol. Grecia aguantó el tipo mientras Spanoulis estuvo acertado. Cuando España aumentó la agresividad defensiva mediado el segundo cuarto Grecia comenzó a pasar las de Caín para anotar. En los siguientes 10 minutos sólo fue capaz de anotar cinco puntos, lo que resultaría mortal de necesidad. Con un gran trabajo de Pau Gasol, Navarro y Rudy y con un Calderón dueño absoluto del ritmo del encuentro la diferencia se fue a los 20 puntos mediado el tercer cuarto y no hubo más historia. Sólo la presión a toda la pista en los últimos minutos le permitió a los griegos minimizar daños para dejar el marcador en un 81-66 que deja clara la superioridad de la selección española. Las sensaciones era inmejorables antes de enfrentarse a China. Aunque fuera la anfitriona y contara con el enorme Yao Ming no parecía un rival del que preocuparse. Cuan equivocados estábamos. Tras un primer cuarto igualado España fue entrando poco a poco en un terreno embarrado. Cada vez más atascado, más lleno de fango. Las pérdidas se multiplicaban, la dirección era un disparate y España quedaba enredada cada vez más en la trampa china. La desventaja aumentaba poco a poco con los triples de Zhu Fangyu y Liu Wei y la versatilidad del ex-NBA Wang Zhizhi que hizo mucho daño durante el segundo y tercer cuarto. Y eso que Yao Ming apenas estaba haciendo gran cosa. Con catorce puntos abajo al final del tercer periodo parecía inevitable el desastre. La derrota era un imprevisto que podía complicar mucho las cosas en el grupo. Sin embargo España lo intentó a la heroica con una defensa asfixiante. Consiguió frenar al ataque chino y se encomendó a una remontada lenta y paciente, entregando todas sus opciones a Rudy y Pau Gasol. Cuanto más se reducía la diferencia más atascados estaban los chinos que comenzar a sentir el vértigo. La remontada dejó de ser un imposible. Marc Gasol logró empatar a 72 a 25 segundos del final en una jugada en la que bien se pudo conceder un tiro libre adicional. Para colmo una pérdida absurda china le dio la última posesión a España para ganar el partido. Ricky Rubio demostró que el descaro no le falta. Se la jugó con una penetración en el último segundo. No tuvo éxito pero Ricky no se iba a cortar ante nada pese a su juventud. El error no tendría consecuencias. China no fue rival en una prórroga que dominó la selección española de cabo a rabo. 85-75 que daba la segunda victoria pero aún estaban todos los aficionados quitándose el susto de encima.
Fuente: juegos-olimpicos.com
Alemania era el tercer rival. España salió muy floja y cedió el dominio a los germanos, liderados por Hamann que comenzó muy acertado. No espabiló la selección española hasta que Aíto comenzó a mover banquillo. La salida a pista de Calderón y Mumbrú cambió el rumbo del encuentro. La defensa hizo el resto. Nowitzki volvió a sufrir de nuevo el pegajoso marcaje de Carlos Jiménez que terminó por desesperar otra vez al genio alemán. Lo único bueno para él es que sería la última vez que le marcara ya que el capitán de la selección española ya había decidido dejar el equipo al final de los JJOO. A España le bastó con jugar al tran-tran en la segunda parte para abrir brecha lentamente. Con Nowitzki maniatado Alemania ya no resultaba un peligro. 72-59, España continuaba invicta pero no convenció. Mucho más tendría que demostrar ante un obstáculo mayúsculo como Estados Unidos. Se habían tomado realmente en serio los JJOO para evitar un nuevo bochorno tras los últimos campeonatos. Para ello Mike Kryzewsky, conocido como Coach K, pudo disponer de un equipo de auténtico lujo. Nadie quiso borrarse esta vez. Chris Paul, Deron Williams, Jason Kidd, Kobe Bryant, Michael Redd, Dwayne Wade, Tayshaun Prince, Lebron James, Carmelo Anthony, Carlos Boozer, Chris Bosh y Dwight Howard. Lo mejor de lo mejor de la NBA, una selección que asusta por nombres. Lo consiguió con la selección española. Salió demasiado respetuosa, impresionada por lo que tenía delante aunque no eran pocos los jugadores españoles que ya estaban acostumbrados a jugar contra estos monstruos en la NBA. Faltó agresividad y cabeza. Las innumerables pérdidas de balón acababan en un contraataque tras otro que aumentaban la herida a pasos agigantados. Hubo mucho miedo al impresionante despliegue físico estadounidense en defensa. Ni siquiera Pau Gasol sirvió de referente, completamente superado. Sólo Felipe Reyes mostró el carácter necesario, partiéndose la cara bajo el aro aunque tuviera a Howard delante. Nadie le acompañó y el desastre fue absoluto. 82-119, un varapalo durísimo. Los estadounidenses eran muy buenos, ya lo sabíamos, los grandes favoritos pero España no jugó nada bien y se lo puso muy fácil. Quedó la sensación que a USA no se le podía escapar el oro en esta ocasión y que España tendría que mejorar si quería colgarse una medalla. El último duelo del grupo ante Angola (98-50) sirvió para rumiar la decepción y restañar heridas. Al menos sirvió para que Pau Gasol recuperara la confianza ante un juego interior de risa.
Fuente: pedrius.es
España pasaba como segunda de grupo y se cruzaba en cuartos de final con Croacia. Los croatas ya dieron un disgusto en el pasado Eurobasket a la selección española con aquella sorprendente victoria en la primera fase pero Aíto tenía bien aprendida la lección. Sabía que los croatas lo fiarían todo a su juego exterior debido a sus limitaciones por dentro y planteó una defensa muy fuerte que bloqueó el perímetro balcánico. Sin el acierto de los tiradores Croacia fue presa fácil de una selección española que volvió a liderar Pau Gasol. Los 20 puntos alcanzados al inicio del último cuarto permitieron a Aíto repartir minutos. Los croatas sólo pudieron adecentar el marcador en los últimos tres minutos, cuando entraron los triples. 72-59, 24 años después España alcanzaba de nuevo las semifinales olímpicas. La medalla estaba muy cerca pero este equipo no se conformaba sólo con eso, quería emular al legendario equipo de 1984 y alcanzar la final. Lituania le separaba de ella. El inicio fue esperanzador, con España dominando con holgura durante el primer cuarto pero el despertar del juego exterior lituano comenzó a complicar las cosas. El irregular Jasaitis amargó a la defensa española todo el segundo cuarto con su increíble acierto en el triple. Jasikevicius controlaba el ritmo del partido sin que Ricky o Raúl López lograran controlarle. Se echaba de menos a Calderón, lesionado y que ya no participaría el resto del torneo. Para colmo, por dentro el rocoso Javtokas imponía su dureza y músculo dentro de la zona. España hacía la goma pero al menos conseguia mantenerse cerca en el marcador hasta el último cuarto. Era el momento de sujetar el cuchillo entre los dientes, de lanzarse al cuerpo a cuerpo en una carga de bayonetas. Nadie mejor en ese terreno que Felipe Reyes. Nunca se acabará de valorar del todo a un jugador que adoptaba un papel secundario en la selección pero cuya aportación resultaba inestimable en el momento de la verdad. Felipe Reyes volvió locos a los pivots lituanos que comenzaron a acumular demasiadas personales. La brega en el rebote ofensivo, la lucha en cada acción bajo el aro allanaron el camino a Pau Gasol y Rudy para darle la ventaja a España en el tramo decisivo. Dos tiros libres de Carlos Jiménez sentenciaban el partido. 91-86, España estaba en la final olímpica. Esta generación igualaba la hazaña de aquellos héroes de Los Angeles, habían conseguido alcanzar la medalla deseada. Les esperaba el mismo rival que a aquel equipo de 1984, Estados Unidos. Y al igual que entonces parecía un muro inalcanzable.
Fuente: formulatv.com
No había dudas, el oro parecía adjudicado para Estados Unidos. Lebron James no lo negaba, afirmando un día antes de la final que veía imposible que se escapara el oro, que no había ningún equipo que se acercara a su altura. Pero esta vez la selección española no estaba dispuesta a salir amilanada. No iba a ser un equipo timorato como en la primera fase. Aceptó el juego agresivo y marcador alto que proponía su rival. Los estadounidenses ya mandaban desde el inicio, logrando un colchón que oscilaba en los 7 y 12 puntos pero no lograban romper el partido. España aguantaba el intercambio de golpes. Se agarraba a Pau Gasol en la zona, a las bombas de Navarro, los triples de Rudy, el trabajo incansable de Carlos Jiménez. A lo que fuera pero los estadounidenses no le iban a sacar del partido así por así. Ni siquiera la permisividad arbitral con los pasos de salida, que no se cansaba de pedir una y otra vez Arsenio Cañada en la retransmisión en TVE, minaban la moral. Posteriormente un árbitro confesó que hubo órdenes desde arriba de hacer la vista gorda con los pasos de salida estadounidenses en una entrevista. Pero ni por esas se rompía el encuentro. Ni por lo civil, con el acierto de un impresionante Wade y el enorme poderío físico americano, ni por lo criminal. Pasaba el segundo cuarto, se consumía el tercero y el partido no salía de aquel margen de 7 a 12 puntos. Hacer la goma no desesperó a España. Con el paso de los minutos le llenó de moral. Era capaz de resistir, no se doblegaba ante el rival más poderoso que ha tenido enfrente esta selección española hasta entonces. Desesperaba a un rival ansioso por romper el partido pero que sólo iba 9 puntos arriba al final del tercer cuarto. Los hombres de Aíto estaban en el partido, pensaban que era posible no sólo aguantar sino hacerles frente. Entraron en el último cuarto dispuestos a todo, por muchas figuras NBA que tuvieran enfrente lo iban a dar todo en un demoledor toque a rebato. Pillaron a sus rivales con el paso cambiado en un inicio de cuarto frenético. Un triple de Rudy a ocho minutos del final acercaba a España a sólo dos puntos. Saltaron todas las alarmas en el banquillo americano. Kryzewsky pedía tiempo muerto para que la situación no se le escapara de las manos. Un ambiente especial flotaba en aquel Pabellón Olímpico de Pekin. Todos eramos conscientes que se podía vivir algo histórico, que el oro era posible, que los estadounidenses podían recibir el golpe más duro y doloroso en su orgullo. “Si estos pierden hoy ya no vuelven más” como me dijo mi padre en aquel tiempo muerto.
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Estados Unidos volvió a la carga con fuerza del tiempo muerto pero jugaba contra un rival que ya se le había subido a las barbas y se atrevía con todo. El estratosférico mate de Rudy en la cara de Howard, una de las imágenes del torneo olímpico, era la estampa de un equipo que se creía capaz de todo, que miraba de tú a tú a las estrellas más rutilantes del mundo del baloncesto. Jiménez, en su último encuentro como internacional, tiró del carro mostrándose más activo de lo normal en ataque. A falta de dos minutos España sólo perdía de cuatro. La gran hazaña aún era posible pero el sueño se esfumó con la aparición de Kobe Bryant. No estaba teniendo una actuación brillante en Pekin pero sacó a pasear su letal muñeca de seda en el momento de la verdad, como uno de los grandes de todos los tiempos que se le considera. Su acierto en la recta final bajó a España de la nube. Dos técnicas en el último minuto por las protestas de unos jugadores españoles hartos de pedir pasos a cada instante sin éxito pusieron la puntilla e inflaron la diferencia. La victoria por 118-107 devolvía la medalla de oro olímpica a USA pero España había caído con todos los honores. Había sido un rival a la altura de una selección mítica en una final olímpica que ya se consideraba la mejor de todos los tiempos. Kobe no dudó en buscar a Pau Gasol, su compañero en los Lakers, para fundirse en un abrazo mientras se citaban para Londres, sede de los siguientes JJOO. Ambos sabían que llegaría la revancha cuatro años después. Pero en ese momento era tiempo de disfrutar de una medalla de plata que sabía a oro. Como les supo a los Fernando Martín, Epi, Corbalán, Solozábal, Margall y compañía pero ellos no tuvieron ninguna opción. Este equipo sí podía mirarle a los estadounidense a los ojos en el podio, donde también les acompañaría Argentina que se llevó el bronce. Todos sabían que no era la última batalla.
Fuente: poesiamas.net
Londres 2012, de la angustia a rozar la gloria.
Tras asentarse como la indiscutible dominadora del baloncesto europeo, las miradas de la selección española ya se fijaban con ilusión y esperanza en los JJOO de Londres. Había razones sobradas para confiar en la revancha de Pekin, de volver a poner en peligro la hegemonía mundial de los estadounidenses que anunciaban que volverían a acudir con toda o casi toda la artillería pesada a la cita olímpica. Una selección plagada de jugadores NBA con mando en plaza en sus equipos y capaz de disputar un encuentro a la misma velocidad e intensidad que un equipo de la mejor liga del mundo era argumento más que suficiente para soñar. España podía presumir del mejor juego interior del baloncesto mundial, superior incluso al de Estados Unidos donde cada vez cuesta más encontrar pívots dominantes. Si nos llegan a decir esto a todos en aquellos años que los aficionados españoles suspirábamos por un solo pívot alto y fuerte que controlara la zona como si fuera el patio de su casa nos hubiéramos partido de risa pero en 2012 era real. Ahora casi sobraban. Se esperaba otra mítica batalla contra USA con el mismo bloque que en 2011 lograra brillantemente el segundo Europeo consecutivo. Sin embargo Scariolo se vio obligado a realizar un cambio muy a su pesar. Ricky Rubio, que estaba cosechando un gran éxito de público y crítica en su primera temporada en Minnesota Timberwolves, se destrozaba la rodilla en una jugada tonta al final de un partido sentenciado contra los Lakers en el mes de marzo. Le esperaban de 6 a 9 meses de baja y se quedaba fuera de los JJOO. Una baja muy sensible que abría el casting de bases para ocupar un puesto en el equipo olímpico. Scariolo se decidió por recuperar a Sergio Rodríguez. En apenas mes y medio a El Chacho le cambió la vida deportiva. Llevaba casi dos temporadas en el Real Madrid sin pena ni gloria tras su fallida experiencia en la NBA. El club ya había contratado a un sustituto para la siguiente temporada, Dontaye Draper, y se devanaba los sesos para encontrar la manera de rescindir su contrato sin que le costara demasiado. Sin embargo, unos playoffs magníficos en los que estuvo a punto de llevar al Real Madrid al título de la ACB, que acabaría logrando el Barça en el quinto partido, cambió radicalmente su situación. Pasó de desahuciado a renovado por el Madrid y seleccionado por Scariolo para disputar los JJOO de Londres. Las vueltas que da la vida. Encontrado el sustituto para Ricky no hubo más cambios en un equipo que todos los aficionados se sabían de carrerilla: Calderón, Sada, Sergio Rodríguez, Navarro, Llull, Rudy Fernández, San Emeterio, Claver, Felipe Reyes, Ibaka, Marc Gasol, Pau Gasol.
Fuente: diariodeavisos.com
La preparación volvió a desarrollarse con comodidad y éxito. Salvo algún rival fuerte, Argentina, y otro mediano, Australia, los rivales fueron muy inferiores y no representaron un gran obstáculo. El plato fuerte de la gira llegó en el último encuentro, un auténtico lujo. En el Palau Sant Jordi se enfrentaba a Estados Unidos como aperitivo al que podía ser el duelo por la medalla de oro. Coach K volvía a contar con un plantel de ensueño: Chris Paul, Deron Williams, Westbrook, Kobe Bryant, Iguodala, Harden, Lebron James, Carmelo Anthony, Kevin Durant, Kevin Love, Anthony Davis y Tyson Chandler. Talento puro y gran despliegue físico para un equipo muy heterodoxo, plagado de aleros y con Chandler como único pivot puro. España comenzó con fuerza en un Palau Sant Jordi abarrotado, dominando incluso por 10 puntos en los primeros minutos pero el efecto se fue diluyendo como la gaseosa poco a poco. En cuanto los estadounidenses fueron ajustando la defensa costaba cada vez más atacar su aro pese al poderoso juego interior español. Tampoco el juego exterior ayudó, ni la defensa. España se vio completamente desbordada por la velocidad de un equipo que se dedicaba a correr y tirar a la primera oportunidad. El acierto en el triple del extraordinario perímetro americano era altísimo, defenderlo suponía una tortura. Además del bajo nivel defensivo contribuyó la extraña estrategia de Kryzewski. Si en esos momentos en el fútbol se ponía de moda el falso 9, el seleccionador estadounidense inventó el falso 5 para el baloncesto. La gran cantidad de aleros de la que disponía le llevó a poner en cancha a Carmelo de falso pivot y a Lebron como ala-pivot. Aleros pero con una altura y un poderío físico que les podían permitir jugar como pivots en Europa perfectamente. Pau Gasol lo pasó fatal para defender a jugadores mucho más rápidos que le sacaban al poste alto, donde no se encuentra cómodo en defensa. Carmelo y Lebron no dudaron en hacer sangre. Lebron le puso la cara colorada al de Sant Boi con sus fintas para anotar de tres en su cara. El 78-100 final significó un jarro de agua fría para los aficionados españoles. USA parecía más lejos de lo que parecía aunque el partido de la selección española no fue bueno, por debajo de lo que podía ofrecer. Había que ofrecer otra cara en defensa para competir contra los estadounidenses en los JJOO.
Fuente: muchodeportivo.wordpress.com
La primera fase deparó un grupo en el que a España le acompañaban China, Australia, Gran Bretaña, Rusia y Brasil. Un grupo, a priori, más sencillo que el A donde Estados Unidos comenzaría a sembrar el pánico. Tras el desfile en la ceremonia inaugural donde Pau Gasol pudo disfrutar como abanderado del equipo olímpico español llegaba el debut. China no debía presentar problemas en plena etapa post-Yao Ming, retirado tras sus problemas de rodilla. España controló el partido pero le costó muchísimo romperlo por las lagunas defensivas. No defendió bien el perímetro y aún menos a Jianlian Li que hizo lo que quiso y volvió a poner sobre la mesa la falta de un alero alto en la selección española. Pero Jianlian Li estaba demasiado solo y la defensa china era un chiste así que a los chinos les dio para llegar vivos hasta el tercer cuarto. En el último periodo Pau Gasol e Ibaka impusieron su ley en la zona y asunto resuelto. 97-81, cómodo pero sin grandes alardes. Australia era el siguiente paso. España salió fría, a medio gas. Australia defendió con mucha dureza y ello le permitió dominar durante todo el primer cuarto. Los Gasol despertaron para dar la vuelta al marcador pero los aussies aguantaron cerca en el marcador hasta el descanso. Hubo que esperar a la segunda parte para dar el golpe en la mesa. El pajarón ofensivo de los australianos, la constante labor de los hermanos Gasol por dentro y los triples de Rudy rompieron el choque en el tercer cuarto. La selección española se iba por 20 y Scariolo se dedicó a repartir minutos entre los suplentes. Australia aprovechó la relajación de los últimos minutos para maquillar el marcador en dejarlo en 82-70. Gran Bretaña parecía el último rival cómodo antes que llegaran los escollos más duros del grupo. La selección española controlaba el marcador pero de nuevo volvió a tener problemas para romper el encuentro por falta de constancia. Los hermanos Gasol se bastaban para mantener la diferencia entre 8 y 13 puntos durante los tres primeros cuartos. Freeland era el único jugador que incordiaba, pero no era suficiente pese a que la selección española no lograba frenarle. Sin embargo la situación se complicaría en el último cuarto. Luol Deng aprovechó las facilidades de una defensa demasiado relajada para sacar a relucir sus galones de all-star. Los anfitriones comenzaron a acercarse de forma peligrosa y el O2 Arena comenzó a soñar con la machada. España estaba muy atascada y sólo los tiros libres anotados por Calderón servían de respiro pero no impidieron que los británicos llegaran con opciones reales al último minuto. Dos robos de balón de Calderón en el último medio minuto resultaron vitales para que Luol Deng no completara la remontada. 79-78 tras un último cuarto nefasto en el que encajó 30 puntos. España seguía invicta pero el juego no convencía. Las dudas no sólo no se despejaban sino que aumentaban en torno a la selección.
Fuente: elsecretodemordecaideportes.blogspot.com
Rusia llegaba también imbatida a la cuarta jornada. El partido se convertía en un duelo por la primera plaza del grupo. España no pudo salir mejor. En un primer cuarto sensacional hundió en la miseria a Rusia, a la que redujo a la mínima expresión. 20-2 de salida, 28-11 al final de un primer cuarto perfecto. El trabajo parecía hecho pero David Blatt preparó otra de sus trampas aprovechando el exceso de confianza rival. Ralentizó el ritmo de juego y su equipo se movió con mayor comodidad. Ponkhrasov, el base suplente ruso, durmió el partido para dejarlo al gusto de su entrenador. Lo que parecía un partido sencillo se fue complicando con los triples de Fridzon y Khryappa que volvieron a castigar los problemas en la defensa exterior de la selección española. Los rusos se pusieron por delante al final del tercer cuarto pero España despertó a tiempo con un gran inicio de último cuarto que ponía de nuevo las cosas en su sitio. Sin embargo volvió a escaparse de las manos una situación controlada. Pese a llevar 9 puntos de ventaja a falta de cinco minutos le faltó tranquilidad a los hombres de Scariolo. Volvió a defender mal por fuera y los triples rusos llevaron el final de partido a un cara o cruz. Un error en el marcaje a Mozgov selló el destino del partido. La derrota por 74-77 deparaba muy malas consecuencias. No sólo se había perdido un partido que tuvieron en su mano sino que España se despedía de la primera plaza de grupo. El segundo puesto le emparejaba con Estados Unidos en unas posibles semifinales. Se complicaba mucho el panorama. Sólo había una manera de evitar a los estadounidenses, que estaban arrasando a todos sus rivales con anotaciones de escándalo: caer contra Brasil y terminar tercera. Algunos medios animaban al cambalache aduciendo que había que ser listo para buscar un mejor camino pero costaba pensar que este equipo se prestara a un apaño semejante. No parecía haberlo en un encuentro con ritmo mortecino pero que España dominaba con sus pivots. Pau Gasol e Ibaka proporcionaban una ventaja cómoda aunque nunca definitiva. 9 puntos al final del tercer cuarto parecían una buena renta pero la selección española volvió a hundirse en el último cuarto. Malos ataques, otra vez una defensa timorata al perímetro rival que permitió a Barbosa ponerse las botas y una acumulación preocupante de pérdidas de balón. Brasil remató a los de Scariolo al contraataque en los últimos minutos mientras el técnico italiano ponía en pista un quinteto atípico. La derrota por 82-88 dejaba a España tercera de grupo. Se evitaba a Estados Unidos hasta la final pero jugando así quién podía pensar en la final. Si no fuera por lo habitual que se había convertido un mal último cuarto de la selección en Londres el tufo a pasteleo hubiera sido insoportable. Sin embargo hubo a quien no le hizo ninguna gracia el resultado y vio gato encerrado. En especial los jugadores franceses que se las verían con los de Scariolo en cuartos. Aún escocían las críticas a su paripé en el último encuentro de la segunda fase del Eurobasket 2011.
Fuente: elnortedecastilla.es
Francia esperaba en el cruce de cuartos. La espina clavada de los últimos campeonatos, en los que siempre caía apeado por la selección española, dolía mucho a los galos. Vincent Collet propuso un partido al más puro baloncesto control, lento y duro defensivamente. En ese escenario se comprobó que España no se encontraba en un buen momento de juego y confianza. Su primera parte fue horrorosa. Atenazada, nerviosa, lenta, errática. La selección española se ahogaba en malas selecciones de tiro, era casi incapaz de mirar el aro. Era presa del ritmo cansino que imponía Tony Parker, dueño y señor de la situación. En un partido tan enfangado los franceses podían sacar todo el partido a su capacidad física. España aguantó haciendo la goma los tres primeros cuartos pero estaba al borde de despeñarse. Cada acercamiento acababa neutralizado por Parker o la versatilidad de Diaw que devolvía la diferencia a los 7-9 puntos. Pintaba muy mal la situación. Scariolo se jugó su última bala con una decisión arriesgada. Encargó el marcaje de Parker a Sergio Llull en el último cuarto. Resultó una jugada maestra. Llull ahogó a Parker con una defensa asfixiante que le impidió pensar. Con Parker anulado Francia se quedaba sin referente. Sus compañeros no supieron qué hacer sin el jugador que marca las diferencias, el alma de un equipo lleno de músculo pero falto de fundamentos. No conseguían ni lanzar, maniatados por una defensa brutal que obró el milagro. España no mejoró mucho en ataque pero tuvo la suficiente sangre fría para no perdonar cuando se puso a tiro de su rival. Navarro ponía por delante a España con un triple y Marc Gasol se encargó de abrir hueco cada vez que le llegaba un balón al poste bajo. Francia se sentía importente. Sólo consiguió anotar seis puntos en el último cuarto. Se les escapaba el partido, otra vez España se interponía en su camino. Alguno no pudo asimilar tanta frustración. Batum acabó agrediendo a Navarro con un alevoso e infame puñetazo en el estómago en los últimos segundos, propio de un macarra sin escrúpulos. Pese a los malos modos del rival la victoria ya no se le escapaba a España. 66-59; se había sufrido, no se jugó bien pero la selección española estaba de nuevo en unas semifinales olímpicas. El sueño seguía vivo.
En semifinales esperaba el primer causante del bajón de juego español: Rusia. El primer cuarto sería muy diferente al del partido de la primera fase. En cambio resultó clavado al de cuartos de final. España volvió a jugar muy atenazada, sin alegría, demasiado nerviosa. Otra vez costaba un mundo anotar. Los rusos infligieron un daño mayor que los franceses durante la primera parte. Ponhkrasov, ya asentado como base titular tras realizar un gran torneo, controlaba el partido a placer como hiciera Parker en el anterior hasta el último cuarto. Como en la primera fase, Rusia volvió a destacar por sus porcentajes en el tiro de tres y martirizó constantemente a un rival que veía impotente como los hombres de David Blatt se marchaban en el marcador, alcanzando incluso los 13 puntos de ventaja. Ni siquiera les hacía falta un buen partido de Kirilenko y Shved para dominar con comodidad. Los 20 puntos que anotó España al descanso no dejaban dudas sobre el pésimo encuentro que estaba disputando. Pero todo cambió tras el descanso. Como por arte de magia la selección española encontró de nuevo el acierto al volver de vestuarios. Apareció el acierto exterior que había abandonado al equipo durante todo el torneo. Calderón y Rudy metieron el miedo en el cuerpo a los rusos con un triple tras otro. Rusia aguantó el primer envite pero España ya estaba lanzada. Sólo faltaba apretar atrás y ese plus defensivo lo dieron los jugadores de banquillo. Llull y Felipe Reyes ofrecieron un trabajo impagable, dotaron al equipo de un mordiente que provocó la zozobra en la nave rusa. España podía correr tras la fuerte defensa, ya se reconocía a si misma. También Pau Gasol que apareció cuando se le pide a un líder, en los minutos en los que se decide un partido. Se impuso a los pivots rusos dentro de la zona y elevó la diferencia a los diez puntos. El golpe resultó muy duro para Rusia que ya fue incapaz de recuperarse. Si había alguna opción quedaba enterrada en cada tiro libre que erraba Kirilenko. El final de partido resultó mucho más cómodo y holgado de lo que pudiéramos imaginar vista la horrenda primera parte. La victoria por 67-59 llevaba a España a su segunda final olímpica consecutiva. La medalla estaba asegurada y también la revancha ante Estados Unidos. Con el nivel mostrado hasta ahora no había nada que hacer ante una selección estadounidense que hacía picadillo a todos sus rivales. La comparación con aquel mítico equipo de Barcelona 92, el legendario Dream Team, estaba en el aire. Sólo restaba confiar en que, liberados de la presión, sacaran su mejor juego y rindieran al máximo nivel ante el rival más poderoso con el que nunca antes se habían enfrentado.
Fuente: juegosyolimpicos.com
12 de agosto, última jornada de los JJOO. Un O2 repleto apuraba los últimos sorbos olímpicos. Estados Unidos buscó el K.O. por la vía rápida, no quería saber nada de apreturas ni que se pusiera en discusión su supremacía. Comenzó bombardeando desde la línea de tres, de nuevo con un acierto altísimo. La receta con la que aplastaba a sus rivales en Londres pero esta vez se encontró con un rival que salió respondón. A los triples estadounidenses respondió Navarro en los minutos más brillantes que disputó La Bomba durante el torneo. Navarro siempre apareció para atajar cualquier intento de escapada del rival, que no pudo disfrutar de una ventaja superior a los ochos puntos. USA probó a dejar de rueda a la selección española con un ritmo veloz y frenético. Scariolo respondió dando entrada a Sergio Rodríguez. Si querían velocidad en la pista tomarían dos tazas. Con El Chacho en la dirección España adquirió una velocidad de juego vertiginosa, a la altura del que desplegaba el equipo americano. No sólo no lograba abrir brecha USA sino que la selección española incluso llegó a ponerse por delante avanzado el segundo cuarto. Sin la presión de partidos anteriores los hombres de Scariolo jugaban a su mejor nivel, disfrutando sobre la pista, sin miedo a jugar a un marcador alto y forzando al límite a las estrellas estadounidenses que ya no anotaban de tres con tanta facilidad. Suficiente tuvo Estados Unidos con marcharse al descanso con una ventaja mínima, 58-59. Tampoco cundía el pánico en las filas de Mike Kryzewski. Argentina también apretó las clavijas en semifinales y acabó triturada por la maquinaria estadounidense. Pero no sería el caso, España tenía muchos argumentos de peso para presentar batalla y uno era demoledor por su falta de pivots: Pau Gasol. Scariolo sabía por donde hacer daño y planteó jugar para Pau cerca del aro una y otra vez. Tyson Chandler, el único pivot puro de USA, sólo pudo frenarle con personales y acabó en el banquillo. El siguiente en marcarle sería Kevin Love, el ala-pivot de los Timberwolves. Vivió una auténtica pesadilla, en cada jugada Pau lograba canasta, personal o ambas cosas a la vez. Estaba completamente superado. España estaba por delante, aunque con diferencias muy cortas, pero el daño que estaba haciendo Pau Gasol amenazaba con acabar desangrando a Estados Unidos. Kryzewski optó por una decisión heterodoxa, un doble marcaje con Carmelo Anthony y Lebron James. El celo por frenar a Pau dejó espacio libre a Ibaka para continuar el trabajo. Las tardías ayudas terminaban en estacazos que aprovechaba Air Congo desde el tiro libre. Sólo la manita de seda de Durant evitaba el peligro de descalabro y mantenía a su equipo un punto por delante al final del tercer cuarto pero la situación ya era más que peligrosa.
Fuente: ecodiario.eleconomista.es
Las caras de los jugadores estadounidenses en el descanso entre el tercer y el último cuarto eran un poema. Reflejaban preocupación, seriedad, incluso miedo. Estaban jugando a su máximo nivel y España seguía pisándole los talones y haciéndoles un destrozo por dentro. Eran conscientes que se enfrentaban a su igual, a un equipo tan cargado de talento como ellos. Podían perder y lo sabían. Tenían que poner toda la carne en el asador y salir a cancha con el cuchillo entre los dientes para mantener todas sus opciones. Su despliegue físico aumentó la intensidad defensiva. Navarro ya no podía recibir y Pau Gasol fue acusando poco a poco la dureza del encuentro. Terminó los últimos minutos en el banquillo, completamente extenuado. Tampoco ayudó a España la decisión de Scariolo de colocar a Llull como base. Se perdió la frescura en ataque y se esfumaba el sueño lentamente. Durant se encargó de acabar con toda esperanza con su aparición de siempre en el momento justo. El oro se escapaba pero la selección española se negó a acabar con la cabeza gacha. Luchó hasta el final, había que caer con la frente bien alta para honrar un partido tan brillante. Estados Unidos lograba el oro por 107-100 pero esta selección española alcanzaba la inmortalidad. Pese a la derrota española, a los jugadores estadounidenses no les era ajeno que tuvieron que darlo todo para derrotar a un rival digno de su grandeza. Terminado el encuentro Kobe Bryant se dirigió hacia el banquillo español. Todos sus compañeros, a excepción de Lebron James, le siguieron. Uno por uno fueron dando la mano a Pau Gasol, el estandarte de la selección española. Era el reconocimiento a la grandeza de este equipo, incluso en la derrota. Fue un gesto de “eres uno de los nuestros, tú podrías jugar aquí”. No se logró el oro, era otra plata olímpica, pero esta final le otorgó a este equipo mayor grandeza que cualquiera de sus triunfos. Habían mirado a los ojos a las figuras más rutilantes del firmamento NBA y nunca esquivaron la mirada. La selección española había completado su viaje a las estrellas.
Fuente: lacajatonta.es
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