Avatar según nojavino.
¿Por qué escribir sobre Avatar si ya está todo prácticamente dicho sobre ella? Primero, porque acaba de salir en Blu-Ray, lo cual me ha permitido un segundo visionado, en HD, sin gafas, cómodamente recostado en mi sofá (tengo que decir que todo lo que pierde en espectacularidad, al prescindir de las gafas, lo gana en nitidez). Segundo, porque estoy en desacuerdo con Flagrant, que afirma sin reparos, en cuanto tiene la menor oportunidad para ello, que Avatar es una obra maestra. Para dilucidar si dicha afirmación es cierta o no es necesario definir que entendemos por obra maestra
A nuestro modesto entender, mucho menos ducho en cuestiones cinematográficas que el de algunos avezados lectores de estas impertinentes líneas, el calificativo de obra maestra es aplicable a toda película que trasciende el género al que pertenece o, siendo imposible de clasificar teniendo en hüpfburg cuenta anteriores precedentes, inventa uno nuevo, quedando establecida como una de las referencias de dicho genero. Como este escrito no pretender ser una reflexión profunda sobre la enojosa costumbre humana de recurrir a la taxonomía y con el sano fin de restringir la discusión al ámbito del séptimo arte, nos limitaremos a aceptar la realidad tal y como es: los géneros en el mundo del cine existen y la mayoría de las películas pueden asignarse a alguno de ellos.
Bajemos por un momento del cielo de los ideales platónicos a la caverna de las representaciones tangibles aristotélicas y deleitémonos con algunos ilustrativos ejemplos… si rastreamos un poco en la cueva, encontraremos comedias como “Con Faldas y a lo Loco” y “50 primeras citas”, thrillers como “Psicosis” o “Instinto Básico”, películas de terror como “La Noche de los Muertos Vivientes” o “Scream”, dramas como “Lo que el viento se llevo” o “Horizontes de Grandeza”, westerns como “La Diligencia” o “Sin Perdón” El primer elemento de cada una de las parejas que he nombrado para mi es una obra maestra de su género, la segunda es una buena película de género. La diferencia es sutil y misteriosa, como la que separa la amistad entre heterosexuales de sexo opuesto del amor, pero no por ello deja de ser apreciable a simple vista. Más científicamente hablando, cabe recurrir a otra enojosa costumbre humana, relacionada con la anteriormente mencionada manía de clasificarlo todo, que no es otra que las sempiterna búsqueda de un conjunto de pruebas (lo que en el mundo anglosajón se conoce como tests) que nos permitan dilucidar que una cosa es lo que es (esto es, mediante un recurso aristotélico asegurarse que un objeto responde a la idea platónica de lo que ese objeto debe ser). En castellano, existe una expresión popular que describe de manera magistral este concepto, la prueba del algodón. Pues bien, en mi opinión, la prueba del algodón para determinar si una película es una obra maestra es bien simple y consiste en responder de manera negativa a la pregunta, ¿sería reconocible el género al que pertenece una película si dicha película no hubiese sido jamás producida? Siguiendo con el ejemplo anterior, si eliminamos las películas que he mencionado en segundo lugar, los géneros a los que pertenecen seguirían las mismas pautas que tienen en la actualidad, pero si, hiciéramos otro tanto con las primeras, entonces dichos géneros dejarían de ser reconocibles. Es imposible entender el cine moderno sin el hito que supuso la realización de “Lo que el Viento Se Llevo” y el personaje de sufrida anti-heroína sin la referencia de Scarlett O`Hara. Sin las comedias de Billy Wilder, el género de películas que nos hacen reír no existiría tal y como lo entendemos. Sin el suspense de Hithcock, los thrillers seguirían esperando que alguien los inventase. Sin “La Diligencia”, dejaríamos de estar esperando a que llegase la caballería cuando todo parece perdido. Por eso son obras maestras, porque marcan un antes y un después, porque son creadoras de signos universales, de códigos entendibles por cualquier espectador en cualquier punto del planeta.
Una vez asentadas, aunque sea precariamente, las bases teóricas sobre las que girara la discusión, nos dedicaremos a explicar porque Avatar no lo es. No voy a criticar sus defectos, que tenerlos, como toda obra humana, los tiene, y no precisamente pocos, por lo que pasaré por alto sus ridículos diálogos (especialmente los monólogos del protagonista), sus desaprovechados personajes (¿Cómo se llama el personaje interpretado por Sirgouney Weaver?), su ramplón guion (una copia del de Final Fantasy), su falta de profundidad, su desmedida duración, su apología del cuerpo de marines, o la ausencia de un villano de referencia (porque ese coronel, marine reconvertido en mercenario, que tiene algo de T-1000 y mucho de reina madre de “Aliens”, no puede considerarse un villano de referencia) Con esta lista de defectos, cualquier película de acción o ciencia ficción (porque Avatar no es ni lo uno ni lo otro, ni se define, ni define) que se precie estaría condenada al oprobio generalizado, pero gracias a una perfección técnica que hace de su primer visionado una experiencia genuinamente excitante y al recurso eficiente a viejas técnicas ganadoras que le dotan de cierta emotividad, el resultado final no deja de ser notable.
Pero una cosa es salvarla de la quema y otra considerar a Avatar una obra maestra, no, nunca, no lo es, definitivamente no, porque no inventa nada, porque no será referencia de nada y porque es un refrito de tópicos y convencionalismos que caerá en el olvido una vez pasado el impacto provocado por la novedad tecnológica que supuso el acertado uso de las 3D. Porque las pautas que han marcado desde tiempo inmemorial los géneros de acción y de ciencia ficción (en los que cabría clasificarla, porque como película poco comprometida, ni siquiera se postula claramente en este aspecto) seguirán siendo exactamente las mismas que antes de su realización.
En definitiva, Avatar está más cerca de “Piratas del Caribe” o “La Túnica Sagrada” que de “Ciudadano Kane”
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La réplica de flagrant.
Tras cinco meses en las salas de cine arrasando en taquilla llega la primera versión en DVD de Avatar. Rápidamente ripeada se multiplican las copias de un pc a otro través de descargas. Pero Avatar sigue en nuestras salas. Avatar como cine puro, como experiencia colectiva, sigue batiendo récords. Por ejemplo, aquí en Valencia sigue proyectándose en la Sala Lys, el más céntrico y posiblemente el mejor multicine de la ciudad, y en los cines Kinépolis que son las mejores multisalas de los centros comerciales del extra-radio. Una película con estos registros en la era del pirateo masivo y, en una época donde el cine se consume con una rapidez asombrosa donde lo nuevo se convierte en obsoleto a las pocas semanas de su estreno, demuestra la magnitud de la propuesta.
Avatar 3D vs Avatar 2D. Avatar compite contra si misma. En diferentes formatos. Es tan avanzada la propuesta que Cameron deja su versión original en los cines mientras los piratas y los acomodados pueden disfrutar de su obra en el sofá en versión 2D. La apuesta Avatar es tan elevada que reproduce un círculo repetido contantemente en el cine. Apareció la TV en blanco y negro y en el cine se podía ver el color. Surgio la TV brincolin en color y en el cine el color era en cinemascope. Avatar no puede emitirse en 3d en nuestros televisores de plasma o LCD. El cine es su lugar. Sólo por eso Avatar está en el Olimpo de la historia del cine. Es un hito. Y el desarrollo de su propuesta la encumbrará como tal. Atentos al desarrolo técnico de la TV. De momento para paladear Avatar hay que ir religiosamente al cine. Lo otro es el pasado. Algunos tardaran en reconocerle ese lugar, como en su momento tardaron en reconocérselo a obras modernas, como Blade Runner o Matrix, pero es una batalla perdida constantemente a lo largo de los años por los conservadores de las esencias. La esencia es la misma pero se ve diferente. Poco a poco abriran los ojos, como siempre ha sucedido ante este tipo de propuestas. Avatar no compite con el blanco y negro, ni contra los géneros, ni contra el panavisión, ni contra la historia del cine. Y ahi, es la primigenia que inagura una nueva era.
Ver Avatar con mayor nitidez en 2d con una televisión de plasma que proyectada en el cine en 3d, su formato original, es perder el sentido de su propia esencia. Avatar es un paso de gigante. No ha sido la primera que se ha visto con gafitas, pero evidentemente supone lo mismo que en su momento Lo que el viento se llevó con el cine color. Ver Lo que el Viento se Llevó en la TV en blanco y negro de la época estaba bien, pero no. No es eso Avatar.
Nojavino nos plantea una curiosa lista de obras maestras contra obras notables dentro de los géneros. Curiosamente siempre considera obra maestra a la más antigua dentro del género. Nojavino es un romántico post-moderno. Su propio currículu lo demuestra. Empezó como informático, pero acabó estudiando historia. Siempre se vuelve a las esencias. Pero no voy a discutir ni la lista ni los géneros como categoría, aunque no lo comparta, no es ese el debate. Pero siguiendo su ejemplo Avatar, como he demostrado no compite con el cine anterior. Avatar supone una evolución que nos retrotae a las esencias propias del cine, de los propios hermanos Lumière. Una experiencia colectiva donde el espectador siente que lo que ve es sorprendentemente real. Uno en la butaca de la sala no puede reprimir el gesto reflejo de alargar la mano para tocar la flores de ese universo. Del mismo modo los espectadores de la época de L’Arrivée d’un Train a La Ciotat (1985) de los Lumière corrían hacia la salida temiendo ser arrollados. Ahora vemos esa película comodamente en el sofá y nos levantamos, la disfrutamos inmunes.
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Podemos disfrutarla en 2d. Pero Avatar es algo más. La belleza de su propuesta es visionaria.
Y sólo digo esto de momento. Es el turno del comediante JBallard para que te arrolle con argumentos que demuestran la profundidad de la propuesta Avatar porque su contenido es coherentemente acorde con su continente. El universo Avatar ha sido descubierto ante nuestro ojos.
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21 Comments on "AVATAR EN EL SOFÁ"
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[…] Para captar la transcendencia de esta película hemos de recordar que ha sido la única en lograr un hito que no ha sido valorado en su magnitud al no existir precedentes. Avatar es la única película que ha sido comercializada en DVD mientras era proyectada en las salas de cine. Algo realmente inaudito y de lo que ya hablé en mi réplica a Nojavino en el primer artículo que publicamos sobre la cinta de James Cameron. […]