Se ha repetido muchas veces desde hace años pero quizá aún no somos del todo conscientes que el Mundobasket que se disputará en las postrimerías del verano de 2014 en España puede ser el último baile para una generación de jugadores irrepetibles. El tiempo no perdona y podemos estar ante el punto y final de esta selección española que ha llenado de alegrías a los aficionados al baloncesto desde hace quince años, cuando en pleno verano una selección junior dejó pegados al televisor a muchos fanáticos de la canasta en aquella inolvidable final del Mundial junior de Lisboa. Aquella victoria ante USA era el comienzo de un equipo llamado a hacer historia. Todos nos dimos cuenta en ese momento que serían muy grandes pero no nos podíamos imaginar que pudieran serlo tanto. Han roto barreras, enterrado tabúes, cubierto de éxitos, algunos de ellos inimaginables. Incluso han mirado a los ojos y jugado de tú a tú a las grandes estrellas de la NBA. Nadie ha escatimado un solo elogio ni una pizca de valor a todo lo conseguido pero seguro que lo valoraremos aún más cuando esta generación ya no este, cuando echemos de menos su brillo y sus éxitos. Por eso conviene recordarlo ahora que se acerca el final del camino. En este serial recordaremos la trayectoria de una selección que cambió el baloncesto español para siempre, que lo llevó a una dimensión desconocida e impensable para todos. Volveremos a recordar sus numerosos e impresionantes éxitos y sus escasas decepciones. Un merecido tributo a la generación dorada del baloncesto español.
Nacen los juniors de oro.
El oro logrado en Lisboa en el Mundial junior tuvo un impacto en el baloncesto como nunca antes se había conocido en España. Los aficionados se ilusionaron como nunca ante la perspectiva de un grupo de jóvenes llamados a alcanzar grandes logros por su talento y desparpajo sobre la pista. Nadie les quitaría ya los ojos y su atención de encima. Habían nacido los niños de Lisboa, los juniors de oro. Estos apelativos les acompañarían en los primeros años de sus incipientes carreras deportivas. También se incluyó el nombre para titular una sección del programa Generación +, presentado por el desaparecido Andrés Montes y Epi en la primera temporada de baloncesto codificado que tanto daño le causó a la ACB. En ella se repasaba cada jornada las actuaciones de los integrantes de aquella selección junior. Podíamos seguir cómo Navarro iba ganando galones en el Barça; Raúl López llevaba la dirección del Joventut como base titular; Felipe Reyes se iba afianzando en el primer equipo del Estudiantes a la sombra de su hermano Alfonso; Cabezas, Berni Rodríguez y Gabriel se ganaban sus primeros minutos en Unicaja. Incluso veíamos con asombro las evoluciones de un tal Pau Gasol, jugador sin mucha repercusión en la selección junior de Lisboa pero que iba mostrando madera de jugador diferente, dotado de puro talento, en el puesto de alero en que le hacía jugar Aíto García Reneses en el Barça pese a sus 2’15 de altura. Hasta entonces el sino del jugador español joven era calentar banquillo en la ACB, sin apenas disfrutar de minutos. Estos jugadores no sólo gozaban de ellos sino que muy pronto destacaban en sus equipos aunque fuera de la enorme dimensión del Barça. Eran diferentes y todos los aficionados se dieron cuenta. Tanto ellos como los medios de comunicación no tardaron en reclamar la presencia de algunos de ellos en selección que disputaría los JJOO de Sidney. Se barajaban los nombres de Navarro o Raúl López, ya consolidados en los quintetos titulares de Barça y Joventut, repectivamente. Incluso se reclamaba a Pau Gasol, que tuvo su primera aparición estelar en una maravillosa segunda parte en los cuartos de final de Copa ante el Real Madrid. Aún era un jugador intermitente y al que Aíto no le daba especial protagonismo, obcecado en contar con él como alero para que fuera aprendiendo movimientos y fundamentos que no adquiriría en su puesto natural de ala-pivot, pero muchos aficionados y expertos veían en él un tipo de jugador que rompía con todos los moldes del baloncesto español y que debía ir curtiéndose en una gran cita internacional para coger experiencia pese a su juventud. Estamos hablando de chavales de 19 años que ya estaban llamando a la puerta de la selección absoluta.
Fuente: jotdown.es
Sidney 2000, el fin de la era Lolo Sainz.
Lolo Sainz no era ajeno a las voces que pedían una oportunidad a los juniors de oro en la selección pese a su corta edad. Sin embargo el seleccionador nunca fue un gran amante de los cambios. Con aún mayor motivo cuando dirigía a una selección española que fue, sorprendentemente y contra todo pronóstico, subcampeona en el Eurobasket disputado en Francia en 1999. No tenía pensado alterar la base de aquel equipo y no lo hizo. Ocho jugadores que lograron la plata en París fueron convocados para el regreso a unos JJOO de España, tras faltar en 1996 en Atlanta. Quedaban cuatro huecos libres. El primero fue para Jorge Garbajosa, que ya despuntaba en el Baskonia como exponente del 4 moderno y abierto y que acababa de fichar por la Benneton. Para los demás pensó en los juniors de oro. Le hizo un hueco a Navarro, consolidado en el Barça y al que ya se le apodaba La Bomba por su particular manera de lanzar tiros muy bombeados, y a Raúl López, que acababa de fichar por el Real Madrid, reciente campeón de Liga. Quedaba un puesto en el equipo pero, pese a las peticiones de público y prensa, no se atrevió a convocar a Pau Gasol. En su lugar, hizo debutar a un chaval de 38 años llamado Johnny Rogers. Y que conste que el bueno del pelirrojo Johnny no fue de lo peor de la selección español en Sidney ni mucho menos. Exceso de veteranía en detrimento de la desbordante juventud para el puesto de alero. Lolo Sainz no iba a pasar a la historia por su exceso de atrevimiento. Junto a estas incorporaciones la selección española iba a presentar un aspecto muy similar al del año anterior en tierras galas: Nacho Rodríguez, Raúl López, Alberto Angulo, Herreros, Rodrigo de la Fuente, Carlos Jiménez, Navarro, Rogers, Alfonso Reyes, De Miguel, Garbajosa y Dueñas.
Las fechas en las que se disputaba el torneo olímpico en Sidney, en la segunda quincena de septiembre, eran aún extrañas para un baloncesto que disputaba todavía las competiciones internacionales en pleno julio o agosto. La preparación fue muy parecida a la de toda la etapa de Lolo Sainz en la selección: irregular, alternando buenos resultados con encuentros flojos. Incluyó un amistoso en Japón ante USA, la enésima versión del invicto Dream Team que cada vez resultaba más descafeinado pero que no tuvo problemas para derrotar por 30 puntos a los chicos de Lolo Sainz. Pero la irregular preparación no impidió que se contara con la selección española como candidata a medalla. Pesaba la condición de subcampeona de Europa en el ánimo del aficionado. Además el grupo invitaba al optimismo. El sorteo había emparejado a España en el grupo más sencillo, evitando a USA y otros morlacos como Italia, Lituania o Francia. España quedaba encuadrada en el grupo B junto a Angola, Rusia, Canadá, Yugoslavia y Australia. Un grupo muy factible para el pase a cuartos. Salvo Yugoslavia, ningún rival parecía fuera del alcance de la selección española. NI siquiera Rusia, a la que se había batido en el pasado Eurobasket. Se trataba de buscar la mejor posición de cara al cruce de cuartos y entonces ya veríamos. El cara o cruz en el fatídico cruce que tanto había perseguido a la selección española con Lolo Sainz al frente.
Fuente: marca.com
El debut se produjo ante el rival más cómodo: Angola. El angolazo ya había quedado atrás y este equipo ya no se parecía en nada al de aquella nefasta mañana de 1992 en Badalona. España no jugó nada bien. Ataques muy espesos, demasiados errores en el juego exterior y momentos de lapsus ofensivos, sobre todo en la segunda mitad, pero la debilidad de Angola impidió siquiera un mínimo sobresalto. Bastó meter balones dentro a Reyes y Dueñas en los escasos momentos de lucidez para desarbolar al flojo juego interior angoleño y vencer por un pírrico marcador de 64-45. La imagen no fue buena pero se podía achacar a los habituales nervios del debut y la poca motivación ante un rival de escasa entidad. Contra Rusia llegaba una prueba muy fiable. No pudo ser más desalentadora. La primera parte fue otro desastre ofensivo. Ni siquiera Herreros disfrutaba del acierto que le convirtió desde hace años en la referencia de esta selección. En defensa España era incapaz de encontrar un antídoto a Chikalkin que se puso morado a anotar en la primera parte. Los 10 puntos de desventaja al descanso eran una mala señal. Lolo Sainz sacó en la segunda parte a Navarro y Raúl López. España jugó con otro aire, con mayor alegría y desparpajo. Entre los dos remontaron el encuentro mediada la segunda mitad para gozo de un Pedro Barthe que estaba al borde del éxtasis en sus comentarios con el juego de los los juniors de oro. Sin embargo Rusia reaccionó. El cansancio de los dos jóvenes, una defensa rusa más dura, el regreso de la inspiración del calvo Chikalkin y la aparición del joven, pero sobrado de talento, Kirilenko dentro de la zona para destrozar a los pivots españoles decantaron el partido del lado ruso. 63-71 en la primera derrota de la selección española. Seguía sin jugarse bien y el equipo se mostraba errático e intermitente pero una derrota ante Rusia tampoco estaba fuera del guion. Nada que no se pudiera arreglar en el siguiente encuentro ante Canadá. Los canadienses contaban con algunos jugadores NBA, como Steve Nash o McCulloch, pero no se trataban de figuras. Al menos, Nash aún no lo era. Tampoco era un equipo alto, ni especialmente rocoso físicamente ni con una amplia plantilla. Perfectamente batible aunque Canadá llevara ya dos victorias convincentes en el zurrón pero España ofreció una imagen nefasta en su peor partido del torneo. Fue la viva imagen de la impotencia. Los pivots se acobardaron ante los jugadores interiores canadienses y resultaron completamente inoperantes dentro de la zona. La defensa fue sencillamente inexistente. Cada error era castigado con un ataque veloz lanzado por un estelar Nash. Meeks anotaba con facilidad insultante desde la línea de tres. Todo el juego exterior canadiense rozaba la perfección desde el perímetro, en situaciones muy cómodas de tiro. Ni Raúl López, premiado con la titularidad tras su buena actuación ante Rusia, ni el veterano Nacho Rodríguez pudieron hacer nada ante Steve Nash que dio un recital de dirección, repartiendo 15 asistencias. Un preludio de lo que mostraría tantos y tantos años en la NBA para convertirse en uno de los grandes bases de siempre. La desventaja llegó a 23 puntos aún en la primera parte. España no tuvo capacidad de reacción alguna, hundida ante un rival lanzado al ritmo que marcaba Nash. El naufragio alcanzó incluso los 30 puntos en la segunda parte. Desastre que sólo pudieron maquillar Rogers y De la Fuente en los últimos minutos para dejar el marcador final en un 77-91 que no ocultaba todas las miserias de un equipo que no lograba arrancar.
Fuente: diariodeunjugadordebaloncesto.blogspot.com
Las dos derrotas dejaban a España en una situación complicada. Para colmo, el siguiente encuentro era ante la temible Yugoslavia. España aguantó bien el tipo durante 30 minutos. Mejoró mucho en defensa para contener a una Yugoslavia que jugaba a medio gas. Herreros encontró el acierto perdido y Alfonso Reyes bregó con acierto ante las torres balcánicas. Sin embargo una jugada cambió el partido. Un claro 2+1 de Navarro lo convirtió el árbitro japonés Ishida en unos pasos que sólo vio él. La incredulidad del escolta fue aún mayor cuando Brazauskas zanjó sus protestas con una técnica. Una jugada de tres puntos a favor se convirtió en otra de cinco en contra. España se hundió con el golpe, no fue capaz de reaccionar. Yugoslavia tiró de sus innumerables individualidades para liquidar sin problemas a un rival muy tocado anímicamente y justo de recursos. Con esta derrota por 65-78 se esfumaban todas las opciones de medalla. Sólo se podía alcanzar el cuarto puesto que le llevaría a un cruce imposible ante USA y para ello debía vencer a Australia, la anfitriona, en la última jornada. Se empezó muy bien el partido decisivo. Herreros anotaba con facilidad desde fuera y Johnny Rogers ayudaba mucho en el puesto de ala-pivot para conseguir ventajas cómodas que se irían disipando al final de la primera parte con el despertar del juego exterior australiano. Comenzaban los gritos de “aussie, aussie” desde la grada que tanto temía Pedro Barthe como mala señal. La situación se convirtió ya en terrible en la segunda mitad. Australia se adelantaba en los primeros minutos y destrozó a triples la defensa española. El base Heal resultó incontenible. El daño fue aún mayor con la aparición de Andrew Gaze, la gran leyenda del baloncesto australiano, que continuó con el recital del rubio base aussie desde la línea de tres. Ya fue verdugo de España en Seul en 1988 y doce años después volvía a serlo. España habia perdido el norte, se ahogaba en una defensa de cristal. Cuando no era el perímetro, sería el veterano Luc Longley quien se deshiciera bajo el aro de un juego interior español que volvía a naufragar. El desastre era inevitable por mucho que Pedro Barthe gritara desesperado “¡No podemos volver a las cavernas! Ya hemos salido de allí”. 80-91. España volvía a caer en la primera fase como hiciera en Barcelona. Efectivamente, se había vuelto a las cavernas.
España terminó 9ª tras una triste victoria por 84-64 ante la China de un jovencísimo Yao Ming, que ya apuntaba al gran objeto de deseo de las franquicias NBA. Una actuación a tono con el decepcionante papel del deporte español en Sidney. Un torneo para olvidar y que pudo pasar a la historia por la primera derrota de una selección estadounidense compuesta por jugadores NBA de haber entrado en el último segundo de semifinales aquel triple sobre la bocina de Jasikevicius. USA volvía a llevarse el oro pero sin brillar y lleno de soberbia y malos modos hacia los rivales. Se empezaban a apreciar los síntomas de banda y desdén que costarían caros en los siguientes campeonatos. Francia sería plata y Lituania, bronce tras vencer a los anfitriones. Este duro golpe de la selección española conllevaría un cambio radical. Lolo Sainz abandonó la selección como responsable máximo del fracaso. El jugador clave, Herreros, abandonaba el equipo. Se pedían cambios urgentes para revitalizar el equipo. Desde muchos medios de comunicación se reclamó jugársela con los juniors de oro aunque fuera a costa de varios años sin actuaciones destacables. Comenzaba un nuevo tiempo para el baloncesto español.
Estambul 2001, estreno exitoso.
Ernesto Segura de Luna, presidente de la FEB, nombró como sustituto de Lolo Sainz a Javier Imbroda, técnico reputado que había desarrollado una gran labor en equipos como Unicaja y Caja San Fernando, a los que había llevado a la final de la ACB. El entrenador melillense era el encargado de llevar a cabo la inevitable renovación de la selección española de cara al Eurobasket de Estambul. Los juniors de oro ya pedían a gritos su presencia con sus actuaciones en la ACB e Imbroda no hizo oídos sordos. Ya era imposible no escuchar el ruido que generaba tanto talento. Navarro y Raúl López repetirían presencia en la lista de convocados. Felipe Reyes se estrenaría tras consolidarse como importante jugador de rotación en Estudiantes y compartiría vestuario en la selección con su hermano Alfonso. Pero el nombre que causó mayor impacto fue el de Pau Gasol. Su actuación esa temporada no sólo le puso al más alto nivel del baloncesto nacional sino como uno de los grandes referentes del deporte español. Ofreció la mayor muestra de superioridad de un jugador sobre los demás que se haya visto en la ACB. Parecía un extraterrestre sobre las canchas europeas. No sólo fue vital para la Liga y Copa que conquistara el Barça esa campaña. Sus exhibiciones en la pista eran habituales, dominando todos los aspectos del juego y hundiendo en la miseria e impotencia a sus defensores. Parecía un jugador completamente hecho con sólo 21 años. Un ala-pivot que anotaba, reboteaba, tenía movimientos de bailarín dentro de la zona y hasta era capaz de subir el balón como cualquier base. Su impacto no se redujo a la ACB. Atravesó el Atlántico para llamar la atención de numerosos equipos de la NBA. Era seguro que Gasol alcanzaría un lugar privilegiado en el draft de 2001 pero no nos imaginábamos que con un número tan bajo como el puesto tres en el que le eligió Atlanta Hakws para traspasarlo inmediatamente a Memphis Grizzlies a cambio de Abdul-Rahim en una de las operaciones más desastrosas de la historia de la NBA. Pau Gasol se convertiría en el segundo español en disputar la mejor liga del mundo. Sobra decir que inmediatamente pasaba a ser el jugador de referencia en España.
Fuente: lainformacion.com
Imbroda renovó completamente el equipo. Sólo seis jugadores, incluyendo a Navarro y Raúl López, presentes en Sidney repetirían presencia en la selección. Además de los dos nuevos juniors de oro, Imbroda convocó a Paraíso, que ya debutó con Lolo Sainz, dos bregadores con buena mano como Lucio Angulo y Paco Vázquez y el músculo y físico explosivo del nacionalizado Chuck Kornegay. El equipo que viajaría a Estambul lo formarían: Nacho Rodríguez, Raúl López, Navarro, Paco Vázquez, Lucio Angulo, Carlos Jiménez, Paraíso, Alfonso Reyes, Felipe Reyes, Garbajosa, Kornegay y Pau Gasol. Un equipo que arropaba a los juniors de oro que iban a gozar de un gran protagonismo. Mezcla de veteranía y juventud. Durante la preparación ya se veía que este equipo tenía algo diferente, más veloz y descarado, aunque sufrió un par de tropezones como un meneo en toda regla de Rusia y una derrota por un punto ante Croacia en un encuentro en el que España estuvo a punto de levantar 18 puntos de desventaja en el último cuarto. No era un equipo entre los grandes candidatos a las medallas pero se podían esperar cosas buenas de él en Turquía. Para comenzar el grupo de la primera fase no era sencillo: Eslovenia, Letonia y Turquía. El torneo estrenaba formato. Los primeros de grupo pasaban directamente a cuartos de final mientras los segundos y terceros se tendrían que ganar el puesto en octavos de final. Un Europeo que no permitía un día de respiro. También era el primer campeonato internacional por selecciones que adoptaba el formato de cuatro cuartos y los 24 segundos de posesión.
Eslovenia era un rival complicado para debutar. Dos años antes le dio un buen disgusto a la selección en la primera fase del anterior Eurobasket. Contaba con una plantilla muy interesante: Nesterovic, ya asentado en la NBA; jugadores importantes en Europa como Milic o el nacionalizado Arriel McDonald y jóvenes promesas de la talla de Lakovic, Beno Udrih, Smodis o Becirovic. Una selección muy peligrosa que fue arrasada sin contemplaciones desde el inicio. Una intensísima defensa y un ataque variado y alegre, en el que destacó un Paraíso que jugó su mejor partido en la selección, convirtieron a la talentosa Eslovenia en un equipo vulgar. 85-61 que acrecentaba el optimismo y la ilusión que generaba esta selección. Letonia, donde destacaba un armario con pinta de matón de discoteca (y con las mismas malas pulgas) que respondía al nombre de Kambala, lo dispararía aún más. Sus individualidades sólo le sirvieron para aguantar como pudo hasta el descanso. Sin actitud defensiva fue presa fácil de la pareja interior Pau Gasol-Alfonso Reyes, de la aparición como sexto hombre de Navarro y los puntos de Paraíso en la segunda mitad. Triunfo fácil por 106-77 que certificaba la clasificación de España para la siguiente fase. Otra victoria más le mandaba automáticamente a cuartos de final. Debía vencer a la anfitriona, Turquía. Nunca era sencillo vencer a los turcos en su propio terreno pero la situación se complicaba aún más tras su derrota en la segunda jornada ante Eslovenia. La victoria le daba a Turquía el primer puesto pero una derrota le eliminaba a las primeras de cambio. Costaba imaginar que eso pudiera pasar. A todos nos entraron sospechas de repente, los oscuros años 90 estaban muy cercanos. Tristemente, los presagios se cumplieron. Desde el inicio el partido se convirtió en una cacería arbitral. Bastaron tres minutos para que el baloncesto español añadiera otro nombre en su lista negra: Colucci. Le bastó poco tiempo al árbitro italiano para descubrir sus intenciones con varios errores groseros que culminaron en una descalificante a Imbroda tras sus enérgicas protestas a una falta en ataque de chiste señalada a Lucio Angulo. Nunca antes había repetido tantas veces y en menos tiempo la palabra hijo de p… en mi casa. España pasó por muchos apuros, desconcertada por el disparatado arbitraje y la actitud chulesca de Colucci. Sobrevivió como pudo para llegar vivita y coleando al descanso aunque la encerrona continuaba. El descanso duró una media hora, amenizada por un grupo rapero con estética militar que mantenía el ambiente del enfervorizado pabellón bien caliente. A punto estuvo España de naufragar en el tercer cuarto con los triples de un enchufadísimo Kutluay para el que no se encontraba remedio. Los 17 puntos de desventaja parecían sentenciar el encuentro pero en los peores momentos apareció la pareja mágica que durante tantos años elevaría al baloncesto español a una altura que jamás hubiera imaginado. Entre Pau Gasol y Navarro emprendieron una remontada vertiginosa y espectacular que hizo temblar a los turcos. Pese a todas las tropelías, España se ponía 1 arriba a falta de tres minutos. A Turquía no le bastaba con las ayudas prestadas. Necesitó de una nueva condescendencia arbitral con su defensa en los últimos dos minutos y un par de decisiones extrañas más para acabar el trabajo. El 79-84 salvaba los muebles a la organización. Turquía entraba en cuartos de final pero a costa de otro episodio nauseabundo. El mítico Joe Dumars, presente en el partido, afirmó que jamás vio algo semejante en todos sus años en el baloncesto. Otra tropelía que dejaba a todos los miembros de la selección española con cara de tontos.
Fuente: baket-and-roll.com
Tratando de asimilar aún el golpe, España encaraba los octavos de final ante Israel. No parecía un rival demasiado complicado, fácil presa en apariencia del juego interior español. Sin embargo supo buscarle las cosquillas al juego de la selección española. Pese a dominar el marcador no se sentía nada cómoda. El partido era muy lento, farragoso. Israel defendía en una eterna zona que se acrecentaba con los errores en el tiro exterior de España. No se rompía el encuentro e Israel incomodaba cada vez más. El escolta Tapiro, que generó muchos problemas cuando estuvo en pista, adelantaba a Israel a un minuto del final. Pintaban bastos de manera inesperada para un equipo tan joven pero acto seguido llegó una jugada que reflejaba el carácter y la competitividad de estos jugadores. Navarro, que estuvo muy fallón hasta ese momento, no se escondió y se la jugó con una entrada veloz y casi suicida a canasta sin apenas dejar transcurrir tiempo. ¿Resultado? 2+1. Ni se cortaban ni conocían el miedo. Israel ya no se repuso del golpe. Se sufrió pero el 71-67 clasificaba a España para el hasta entonces temido y fatídico cruce de cuartos de final. Esperaba Rusia que ya le había endosado un buen meneo en la preparación y que partía como favorita. No pasaría a la historia el encuentro por su calidad. Imbroda preparó un partido muy lento, cuartelero. Aceptó el duelo físico con los rusos. El marcador era ridículo, como reflejaba el 23-28 al descanso. Las duras defensas permitían pocas alegrías. No era el mejor escenario para un equipo joven y talentoso pero, sorprendentemente, España se veía más cómoda que su rival con el paso de los minutos hasta lograr adelantarse por primera vez en los últimos minutos. Un robo y contraataque de Lucio Angulo a dos minutos del final puso 5 arriba a los de Imbroda. Rusia no logró salir de la telaraña en la que había quedado atrapada. En un duelo de puro basket-control, España espantaba al fantasma de cuartos. 62-55 que llevaba a la lucha por las medallas, al camino del primer logro de esta generación. En semifinales esperaba Yugoslavia, temible rival que llegaba invicta y arrasando. Bodiroga, Stojakovic, Jaric, Gurovic, Tomasevic, Drobnjak, Tarlac, Sasha Obradovic,.. Una gran colección de talento en el mejor momento de sus carreras. A esta selección le llegaba demasiado pronto este morlaco. Compitió muy bien en la primera parte. Incluso se marchó al descanso por delante, agarrada a un Pau Gasol que ya era el indiscutible líder. No pudo hacer nada en la segunda parte. Vio como se escapaban lentamente los yugoslavos, a golpe de canasta del genial Stojakovic que resultó imparable. 65-78, esta Yugoslavia aún quedaba fuera del alcance.
Fuente: elpais.com
Escapaba el premio gordo pero el bronce también era un premio suculento para este equipo que empezaba. Le separaba de él Alemania, la gran sorpresa del torneo. Contaba con nombres conocidos en Europa, como Okulaja y Femerling, pero sin comparación posible con un rubio espigado que ya se había hecho un nombre en la NBA: Dirk Nowitzki. Era el santo y seña de una selección alemana que empezaba y terminaba en su Robin Hood. Su influencia era tal que llegó a convencer a su compañero en los Mavericks, Shawn Bradley, para que adoptara la nacionalidad alemana aprovechando su casual nacimiento en Alemania y le acompañara en el Eurobasket. Sin embargo poco pudo hacer en el recital que ofreció España en la primera parte donde desarboló completamente a su rival. Pau Gasol y Navarro realizaron un completo destrozo en un segundo cuarto mágico que finalizó con una canasta casi inverosímil de Felipe Reyes desde 6 metros cuando él no se prodigaba aún por esa distancia. La ventaja de 17 puntos permitía pensar ya en la medalla de bronce pero tras el descanso surgió Nowitzki en todo su esplendor. No había remedio contra él. A los ala-pivots los volvía locos por velocidad y sacándolos al poste alto. A los aleros los desbordaba por físico y altura. Era una pesadilla sin fin. Sus 43 puntos casi le permiten remontar el partido por si solo. Pero la diferencia no llegó a bajar de los tres puntos, hasta ahí llego el temporal generado por Nowitzki. España logró aguantar en los malos momentos agarrada a Gasol que presentaba sus credenciales a su futuro rival en la NBA. Junto a su socio Navarro mantuvo a España por delante hasta el final. 99-90 que significaba una medalla de bronce, el primer éxito de los juniors de oro con la absoluta y en su primer campeonato. Esta generación llamada al éxito no esperaba para conseguir su primer éxito aunque la gran triunfadora fuera Yugoslavia. Su triunfo ante Turquía, que llegó hasta la final a base de prórrogas, finales igualados y condescendencia arbitral, le suponía su tercer oro en los últimos 4 Europeos.
Indianapolis 2002, camino lleno de dificultades.
El bronce europeo de 2001 confirmó el optimismo y la ilusión que generaban los juniors de oro. La primera temporada de Pau Gasol en la NBA acrecentó las expectativas depositadas. No tardó en hacerse con un puesto privilegiado en los Memphis Grizzlies, un equipo perdedor pero ideal para que destacara un jugador tan joven y con tanto talento. Su brillante campaña le hizo merecedor sin discusión del premio de Rookie del año. Gasol estaba llegando a una dimensión desconocida e inconcebible en el baloncesto español hasta entonces y aún no se adivinaba donde se encontraba su techo. No había dudas en que lideraría a la selección española en el Mundial de Indianapolis en busca de la primera medalla de España en un Mundobasket. Sin embargo las dificultades se presentaron desde el comienzo de la preparación. Las lesiones no tardaron en asolar el equipo. Mumbrú, que firmó una temporada excelente con el Joventut y acababa de fichar por el Real Madrid, sufría una fractura de escafoides que le dejaba fuera de combate. Raúl López recayó de su rotura de ligamentos en la rodilla en una desgraciada jugada en un amistoso y truncó su participación en el Mundial y el que debía ser su debut en la NBA con los Utah Jazz. Incluso Pau Gasol se vio afectado por los problemas musculares. No jugó un solo partido de preparación. La versión oficial fue que se le reservaba para los partidos oficiales por precaución pero al final del torneo se supo que la lesión fue más seria de lo que se apuntaba y obligó a Pau a jugar mermado el Mundobasket. Los problemas no acabarían ahí. Imbroda también sería el centro de atención involuntario de la polémica. Su fichaje por el Real Madrid originó la norma más absurda que se conoce en la ACB. El miedo a que pudiera aprovechar su cargo de seleccionador para favorecer el fichaje de jugadores de la selección a su nuevo club disparó el miedo entre varios equipos. Con el Barça y Joventut a la cabeza, lograron que la ACB aprobara una norma de incompatibilidad de cargos por la cual todo seleccionador que fichara por un club ACB debía dejar el banquillo de su selección. Imbroda anunciaría, en virtud de la nueva norma, que dejaba el cargo al final del Mundobasket, prometiendo además no negociar con ningún jugador convocado, lastrando la planificación del Real Madrid que firmaría a las órdenes de Imbroda la peor temporada de su historia, quedando incluso fuera de los playoffs por primera vez. Indirectamente el Barça también se vería afectado porque su nuevo entrenador, Svetislav Pesic, tuvo que dejar el banquillo de la selección yugoslava al terminar el torneo. Lo más absurdo es que esta norma aún sigue vigente en la ACB, condicionando la contratación de futuros seleccionador.
Fuente: dueronline.com
Imbroda tuvo que tirar de ingenio para suplir las bajas. Convocó a dos jugadores apañados como Junyent y Carles Marco que habían disputado una muy buena temporada en CB Granada y Forum, respectivamente, y llamó por primera vez a Calderón, miembro honorario de los juniors de oro que se perdió aquel Mundial de Lisboa por lesión aunque ya había formado parte de aquella selección junior en anteriores campeonatos. Pero la base era muy parecida a la del Eurobasket del año anterior, con 9 jugadores que repetían convocatoria. La selección definitiva fue la siguiente: Nacho Rodríguez, Marco, Calderón, Navarro, Lucio Angulo, Carlos Jiménez, Paraíso, Alfonso Reyes, Felipe Reyes, Garbajosa, Junyent y Pau Gasol. Los elegidos para buscar la primera medalla en un Mundial que comenzaba con la primera fase en la que se enfrentarían a Canadá, Yugoslavia y Angola. Además de los campeones de Europa, los yugoslavos, la presencia de Canadá podía resultar incómoda hasta que Steve Nash, atendiendo a la “recomendación” de Mark Cuban, renunció a disputar el torneo. Tampoco acudió ningún otro jugador canadiense presente en la NBA así que el camino quedaba despejado. Además pasaban tres equipos por grupo a la segunda ronda pero convenía clasificarse con el mejor balance posible ya que se arrastraban los resultados que involucraban a las tres selecciones que pasaban ronda.
Huérfanos de referentes sin Nash, Canadá no ofreció ninguna resistencia a España (85-54) que se vengó sobradamente de la humillación recibida dos años antes en Sidney. Un aperitivo antes del duelo que adjudicaría la primera plaza del grupo ante Yugoslavia. Un soberbio conjunto lleno de individualidades pero que ya comenzaba a presentar divisiones internas entre dos grandes clanes: los NBA (Stojakovic, Divac, Radmanovic, Drobnjak) y los que jugaban en Europa, liderados por Bodiroga y Gurovic. Sin embargo era un equipo temible y aspirante a todo. Incluso, aprovechando la disputa del torneo en territorio estadounidense, pudo contar con Vlade Divac para reforzar aún más un bloque muy completo. “España necesitará 12 Gasoles para ganarnos” fue la andanada de un Divac excesivamente confiado en la víspera del encuentro. No le hicieron falta a España en la primera mitad. Los hombres de Imbroda borraron del mapa a los yugoslavos en un primer cuarto primoroso. Liderados por Gasol, sí, pero con una actuación coral maravillosa que elevó pronto la diferencia a los 18 puntos. Estuvo a punto de producirse el momento mágico de aquella frase de la canción El Imperio contraataca de Los Nikis (“España va ganando a Yugoslavia por 20 puntos arriba”) que se cantaba con frecuencia durante los años 80 en los partidos de la selección española. A la selección plavi le costó toda la primera parte entender donde se había metido. Salió con otra mentalidad en la segunda parte, más agresiva atrás y España se atascó en ataque. Comenzó a sufrir. Entre Bodiroga y Stojakovic lograron dar la vuelta al partido al principio del último cuarto pero cuando peor se pusieron las cosas salió a relucir el carácter de este equipo. Volvió a morder en defensa para frenar a los yugoslavos. De mirar al aro ya se encargó Pau Gasol que pasó por encima de Divac. Lucha sin cuartel para vencer por 71-69. Otro muro derribado. No son muchas las victorias de España ante Yugoslavia y esta generación lo consiguió al segundo encuentro. No necesitaron doce gasoles, bastó con uno solo. La heroicidad llevaba aparejada el primer puesto del grupo. Angola (88-55) no era rival. Esta selección no sabe nada de angolazos.
Fuente: historiaseleccionespanolabaloncesto.blogspot.com
Con pleno de victorias llegaba la segunda fase que comenzaba para España ante Turquía. Aún estaba fresco el recuerdo de aquella aberración arbitral sufrida un año antes. Fuera de su ambiente y sin ayuda arbitral no fueron nadie. Por mucho que contaron con nombres con pasado o futuro NBA (Turckan, Turkoglu, Okur) poco pudieron hacer ante los que les le vino encima. Extramotivados, los hombres de Imbroda se las hicieron pagar en Indianapolis con otra exhibición en todos los aspectos del juego. 87-64, paliza sin paliativos. El nivel del equipo estaba siendo tan alto que cualquier cosa era posible. Ya no importaba quien estuviera enfrente sino que fuera pasando. El próximo en hacerlo era Puerto Rico. El inicio de encuentro ante los boricuas hacía presagiar otra victoria triunfal con la facilidad que se iba la selección española por encima de los diez puntos para deleite de Pedro Barthe que no se cansaba de afirmar “Parece que no hace nada pero este equipo se pone diez arriba sin darte cuenta”. Sin embargo en esta ocasión el rival no se vendría abajo. Puerto Rico logró frenar el ritmo alegre de España en ataque y enfangó el partido. Carlos Arroyo salió del banquillo para superar con claridad a los bases españoles, Pau Gasol acusaba el desgaste de atacar la defensa del rocoso Santiago y un invitado inesperado, Latimer, habitual en firmar roscos en anotación se destapa con 18 puntos. Le fue imposible romper el partido a España que acabó fundida. Arroyo puso la puntilla a un rival que llegó apajarado al final del partido. El 65-73 significaba la primera derrota española en este Mundial y le otorgaba el primer puesto de grupo a Puerto Rico que no se imaginaba en una de estas. La fácil victoria ante Brasil (84-67), en una nueva exhibición de Pau Gasol a la vez que iban ganando en importancia hombres clave en el futuro como Carlos Jiménez y Garbajosa, quedó como un aperitivo del cruce de cuartos. El primer puesto hubiera sido un gran premio ya que emparejaba contra Nueva Zelanda que no contaba con su gran figura, Sean Marks, por lesión. Se cerraba una segunda fase que presenció un momento histórico: la primera derrota de una selección estadounidense compuesta en su totalidad por jugadores de la NBA. Argentina ofició de verdugo en un encuentro que presenciaron en televisión unos pocos locos del baloncesto, entre los que se incluyen mi hermano pequeño y yo, que aguantaron despierto hasta las cinco de la madrugada.
Fuente: elmundo.es
Alemania era la rival que separaba a España del camino de las medallas. Se repetía el mismo encuentro que valía una presea de bronce en el anterior Europeo pero el inicio no fue tan alentador como en Estambul. Estuvo toda la primera parte a merced de los germanos, con el agravante que Nowitzki tampoco hizo nada del otro mundo. Fueron los secundarios quienes hicieron el daño. Demirel se imponía Nacho Rodríguez y Marco. Por entonces se consideraba que a España le faltaba un base de primer nivel. Un suplente como Marko Pesic, hijo de Svetislav Pesic, apareció por sorpresa desde el banquillo para sembrar la inquietud con sus triples. Nueve abajo al descanso, panorama preocupante que cambió en el tercer cuarto. España ató de pies y mano a los alemanes con una defensa espectacular que dejó en seis miserables puntos a su rival durante todo el periodo. Navarro ofreció un recital ofensivo que cambió completamente las tornas. Con seis arriba al final del tercer cuarto parecía que las aguas volvían a su cauce pero se vivió el mismo mal final que ante Puerto Rico. España se atascó y permitió que Alemania volviera a igualar. En la recta final los de Imbroda fueron víctimas de Nowitzki que hizo acto de presencia cuando hacía falta. Pau Gasol se vio impotente a la hora de defenderle. Sus problemas físicos y la mayor movilidad de un jugador diferente a él y que contaba con mayor nivel de juego y experiencia en esos momentos le impidieron hacerle frente. El sueño de la medalla se esfumaba con el 62-70. Habría que seguir esperando cuatro años más para aspirar a esa ansiada primera medalla enun Mundial que tanto se resistía. Otra vez se había de buscar el amargo consuelo de la quinta plaza. Otra victoria ante Brasil (105-89) precedió a una pequeña satisfacción ante un rival insospechado: USA. No sólo los NBA estadounidenses mordieron el polvo por primera vez en un partido en Indianapolis. Un triple en el último segundo de Gurovic les eliminó en cuartos de final ante Yugoslavia y les dejó sin medalla en casa a una selección con nombres tan reputados como los de Paul Pierce, Jermaine O’Neal, Reggie Miller, Andre Miller o Michael Finley, entre otros, pero que se comportó como una banda a la que George Karl no pudo poner orden. España aguantó como pudo durante los tres primeros cuartos el poderío interior de USA con Ben Wallace y Lafrentz para acabar dando el golpe de efecto en un último cuarto maravilloso de Pau Gasol y de Navarro jugando como base. La pareja mostró sus poderes ante un combinado NBA que de equipo no tuvo nada y terminó mostrando malos modos y peor imagen. 81-75 que servía de pequeño desquite en la segunda victoria de España ante USA tras aquella de 1982 en Cali. La gloria aún era para los habituales del éxito por entonces. Yugoslavia revalidaba el oro del Mundobasket tras vencer en la prórroga a Argentina en un final de partido, casi siempre dominado por los argentinos, lleno de polémica arbitral. La mano de Stankovic aún se hacía notar. Stojakovic y Bodiroga, los dos cabecillas de cada uno de los bloques de la selección yugoslava, hicieron el resto para darle su último gran título a Yugoslavia. Alemania lograría el bronce tras imponerse a la sorprendente Nueva Zelanda.
Estocolmo 2003, a un paso de la gloria.
Tras su marcha al Real Madrid, Javier Imbroda fue sustituido como seleccionador por Moncho López, un técnico joven que había realizado un buen trabajo en Gijón donde había dado a conocer a jugadores como Lou Roe o los jovencísimos Luis Scola y Pancho Jasen. Se le encargaba completar definitivamente la renovación de la selección española pero una de sus primeras decisiones fue un guiño a la veteranía. Ante la falta de tiradores pidió a Herreros, ya retirado de la selección, que volviera al equipo para el Eurobasket 2003 que se celebraba en Suecia. El otrora referencia de la selección española atendió a la petición de Moncho López para ocupar el papel de revulsivo especialista en el triple. No fueron los únicos cambios. Premió la buena temporadas de Roge Grimau, jugador revelación de la ACB en el Caprabo Lleida y que acababa de fichar por el Barça que había logrado el recordado triplete. Su capitán, Rodrigo de la Fuente, retornaba a la selección. Por último, Moncho López hizo debutar a otro de los juniors de oro, Antonio Bueno, cedido por el Real Madrid en el Joventut. El resto del equipo lo formaría gran parte del bloque presente en el Mundobasket de Indianapolis. Moncho López tenía muy clara la idea de equipo. Pau Gasol, libre de problemas físicos y ya asentado definitivamente como gran referencia de los Memphis Grizzlies en otra temporada en la que se hinchó a perder partidos, era el centro de aquella selección, el buque insignia. Con Raúl López aún convaleciente y la falta de relevos de garantías, sólo llevó a dos bases a Suecia. En caso de urgencia le daría la dirección a Navarro. Aún se confiaba en la reconversión de La Bomba en base de cara a su posible futuro en la NBA. Finalmente, los elegidos para revalidar por tercera vez consecutiva una medalla en un Europeo fueron: Calderón, Marco, Navarro, Herreros, De la Fuente, Grimau, Carlos Jiménez, Bueno, Alfonso Reyes, Felipe Reyes, Garbajosa y Pau Gasol.
Fuente: juegalaroja.com
El grupo de la primera fase tenía sus complicaciones: la anfitriona Suecia, Rusia y Serbia-Montenegro, la nueva denominación de Yugoslavia. Tras el aperitivo ante la débil Suecia (99-52) llegaban los partidos que importaban de cara a la segunda parte del torneo, las eliminatorias. Rusia estaba construida en torno a Kirilenko, el equivalente ruso de Pau Gasol. De la misma generación y el mismo puesto en la pista que Pau, ya se estaba labrando una larga carrera en la NBA en Utah Jazz. El encuentro se presentaba como un duelo entre los dos fenómenos. Gasol salió vencedor en un partido que dominó España de cabo a rabo. Rusia siempre fue a remolque, incapaz de bajar de los diez puntos, impotente para frenar a Gasol y Navarro. Rotunda y convicente victoria por 89-77. Bastaba una derrota por menos de 10 puntos ante Serbia-Montenegro para lograr el primer puesto del grupo. Como el título en el Mundobasket de 2002 le aseguraba una plaza olímpica y no tenía que luchar por las tres restantes que tenía Europa, el nuevo seleccionador, Dusko Vujosevic, renovó el equipo. A habituales como Stojakovic, Jaric, Drobnjak o Gurovic convocó a jóvenes promesas como Vujanic, Avdalovic o Perovic. La mezcla no resultó demasiado afortunada. El partido que disputó España ante Serbia-Montenegro fue tosco, bronco, muy duro. Los roces se sucedían ante un rival pasado de revoluciones. Cuando España tomó el mando en el último cuarto cundieron aún más los nervios entre los balcánicos, castigados por Gasol y Navarro. Con todo perdido reaccionador de la peor manera posible. Una dura falta de Jaric, que sostuvo a Serbia-Montenegro junto a Stojakovic, sobre Gasol derivó en una bochornosa tangana que provocó en plena retransmisión la explosiva frase de Pedro Barthe, a voz en grito, “¡Hay que echar a los yugoslavos del mundo! ¡Por un baloncesto más limpio y ecológico!”. La bronca acabó en seis descalificantes, tres para cada bando, pero la victoria ya no se le escapaba a España. 75-67 que significaba la primera posición del grupo y el pase directo a cuartos de final.
Se esperaba un enfrentamiento ante Eslovenia, compuesta por un buen número de jugadores NBA o determinantes en Europa, pero el rival terminaría siendo Israel que le sorprendió en octavos. Como dos años antes, España volvía a verse las caras con el combinado hebreo, frágil en apariencia pero un incordio en la pista. Israel volvió a repetir la fórmula que tantos problemas crearon en el anterior Europeo: zona eterna y ritmo lento. España se encontró de nuevo con el mismo escenario que en Turquía. Los triples no entraban y la defensa en zona israelí se reforzaba. Los de Moncho López dominaban pero no eran capaz de quitarse a los hebreos de encima. Israel hacía la goma continuamente pero jamás se descolgaba. Aparecía el veterano Derrick Sharp, el rudimentario pivot Kozikaro o el molesto Tapiro pero siempre acudía alguien para cortar la escapada. Israel era un rival muy pesado, una mosca cojonera, pero esta vez España no se vio abocada al agónico final de dos años antes. Rompió la barrera de los diez puntos en el último cuarto e Israel se deshizo. España pudo correr y Pau Gasol jugó por fin cómodo para destrozar la resistencia israelí. 78-64, el antes temido cruce de cuartos ya no era obstáculo para esta generación. Una victoria de Grecia, ya clasificada para los JJOO como anfitriona, en la siguiente eliminatoria de cuartos de final metía a España en la cita olímpica pero Italia sorprendió a los helenos que partían como favoritos. Aún habría que superar un partido más para llegar a Atenas. La primera ocasión se presentaba precisamente ante Italia. Un clásico del baloncesto europeo en plena renovación. Ya no estaban los Fucka, Myers o Andrea Meneghin. Seguía manteniendo su férrea defensa de siempre pero sus baluartes en ataque eran dos: Bulleri, un joven base que disputó en Estocolmo el torneo de su vida, y Basile, tirador compulsivo como demostraría durante varias temporadas en el Barça. No le fue muy bien a España durante la primera parte. No era capaz de frenar a Bulleri y Basile y en ataque costaba encontrar a Pau Gasol. La dura defensa de Marconato y Chiacig impedían que le llegaran balones claros a Pau y el ataque español se resintió. El buen trabajo le permitió llegar a Italia por delante al descanso (38-44). España necesitaba una alternativa para acabar con el problema. La encontró con el otro miembro de la pareja de oro, Navarro. La Bomba, casi desaparecido en la primera mitad, ofreció una exhibición de acierto en el segundo tiempo. Se convirtió en una pesadilla para la defensa italiana y el referente para buscar la final. Su acierto dio la vuelta al encuentro pero no evitó agobios. Bulleri apretó las clavijas hasta el final pero cada vez que llegaba una situación angustiosa ahí estaba Navarro. Ni los errores en el tiro libre evitaron la victoria por 81-79. La generación de los juniors de oro llegaba a su primera final. La clasificación olímpica ya era un hecho pero la vista estaba puesta en la medalla de oro, en el primer título de la selección española en un gran campeonato.
Fuente: 15min.lt
Lituania separaba a la selección española de su primera medalla de oro. En la preparación los de Moncho López ya pudieron medir sus fuerzas con los lituanos que habían ido a más en el Eurobasket. La igualdad sólo duró durante el primer cuarto. A partir de entonces Lituania se hizo con el control de la situación. Jasikevicius, en el mejor momento de su carrera, manejó el partido a su antojo. Macijauskas, la gran revelación del campeonato y ya fichado por el Baskonia, destrozaba con su muñeca de seda. El rocoso pivot Eureljus Zukauskas le complicaba la vida a Pau Gasol con su corpulencia e intimidación. Suplentes tan valiosos como Songaila, Siskauskas o Ksystof Lavrinovic continuaban la labor del quinteto titular. A España se le escapaba el partido entre las manos con el paso de las minutos. Faltaban recursos. Gasol hacía lo que podía con Zukauskas pero no era suficiente. Garbajosa, que alcanzó definitivamente los galones de jugador importante en la cita sueca, le ayudaba pero faltó auxilio del tiro exterior y un banquillo que no aportaba ante una defensa intensa que no permitía alegrías. Con 18 puntos de desventaja a mitad del último cuarto el oro se escapaba definitivamente. España tuvo arrestos para no dejarse ir y luchar hasta el final. Navarro despertó y Pau Gasol, con Eureljus Zukauskas cargado de personales, no encontró rival. Lideraron un intento de remontada heroica. Llegaron a ponerse a siete puntos en el último minuto pero a los lituanos no les entró el tembleque. 84-93 que le daba el primer título a Lituania tras la desintegración de la URSS. España se tenía que conformar con una plata que era un paso más hacia el camino a la gloria para el que estaba destinada esta generación. Pau Gasol, máximo anotador del Europeo, se consolidaba como uno de los grandes jugadores europeos. La gloria y el triunfo aún tendrían que esperar un tiempo.
Fuente: historiaseleccionespanolabaloncesto.blogspot.com
Próximo capítulo: Un paso atrás.
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6 Comments on "LA GENERACIÓN DORADA DEL BALONCESTO ESPAÑOL (I): LOS PRIMEROS ÉXITOS"
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Genial, Perdi! Es como volver a ver todos aquellos partidos, uno a uno, que jugaron en aquellos torneos. Con ganas ya de leer la siguiente parte, aunque tenga que comenzar con Atenas 2004 😉 Mis primeros recuerdos de ver baloncesto en televisión van unidos a esta generación y al mundial de Indianápolis -me aficioné algo tarde al baloncesto-, donde recuerdo la victoria contra USA, por lo extraordinario de la misma. Por mucho que aquella selección americana no fuese la mejor que podían haber mandado, no siempre se les gana; y menos en su casa. Es necesario, antes de la que… Read more »
Extraordinario @Perdi, a falta de una lectura más reposada ya tienes un incondicional para tu serie veraniega, que prometo seguir de pe a pa como se merece. Reitero de momento el símil con P. Galdós
Nada que añadir a lo ya dicho por shaka y batua. Magnífico trabajo y magnífica ocasión para recordar los éxitos de esta generación.
Cuanto vamos a echar de menos al 4 y al 7.
Gracias maestro, por hacernos recordar los increíbles momentos que toda una generación nos hizo pasar.
Esperando ansioso el siguiente.
Yo (que, tras el gran retraso, por fin he podido leerme este primer capítulo) voy a ir un poco más allá: ¿alguien se atrevería a hacer esto mismo, pero de los años anteriores a esta generación (manque no sea tan glorioso)? Soy consciente que sería un titánico trabajo de documentación, al no contar con tantos años como para poder haberlo seguido más en directo, pero mirad lo que hace (hacía) Eddie con lo del motor…
Ahí lo dejo. 😉
Atreverme claro que me atrevo, Living. Requiere bastante trabajo (de hecho para este serial y el del año pasado ya hay que tirar lo suyo de documentación para resultados exactos y estadísticas pero descubrí una página, http://www.linguasport.com, que es un filón para esto) pero con tiempo es algo asumible y con lo que disfrutaría seguro. De todas formas la otra etapa de la selección que da para un serial más o menos extenso sería la generación de los años 80, la de la plata de Los Angeles. Antes de ella lo único que se rascó fue una plata en el… Read more »