LA REFORMA (i)
para dondelaebriedad
para Slawomir Mrozek
para Mercedes Sosa
El Flagrant’s tuvo que cerrar. Lo que no habían conseguido las denuncias de los bares y vecinos del lugar lo consiguió una reforma. La culpa, si es que podemos considerarlo así, como mínimo el responsable sí que cabría llamarlo, fue la vanguardía de un habitual que frecuentaba la barra del Flagrant’s a la hora que sobre el Ganges se reflejaban los primeros rayos del Sol. El loco irlandés, que se habia jurado jamás cerrar el bar, se dijo: Que coño, no hay nada inquebrantable. A veces para cumplir un sueño tenemos que romper una promesa. ¿O no? La cuestión es que se pusieron manos a la obra. Si siempre que pretendemos hacer algo empezaramos con las dudas no avanzaríamos. ¿No?
Pusieron la barra allá. No, mejor aquí.insuflaveis No, allá que aquí tapa la entrada, es demasiado larga en este lado. ¿Y si? No sé. Pues la cortamos y hacemos dos barras. Una para este lado y otra para el de enfrente. Además podemos levantar aquí una pared y hacer dos compartimentos, así mientras unos ven un partido, aquellos pueden ver otro. ¿Qué te parece? Pues me parece que sí, ¿porqué no?
Pasaron las brochas y los días hasta que la reforma quedó tal y como la habían planeado en sus cabezas.
– Bueno, pues ya está. Brindemos por la reforma. ¿Qué te pongo?
– Ya sabes, ponme una copa de Burdeos.
– No puede ser -dijo mientras la risa entrecortaba sus palabras- has levantado un muro sobre la puerta de la bodega que había en el suelo.
– Y, ¿porqué no me lo has advertido?
– Para que te des cuenta que lo importante no era donde pusieramos las mesas, sino saber donde guardamos el vino.
– Entonces, tendremos que tirar el muro – exclamó mientras se fundió en una risa cómplice.
Cuando se acabaron las risas cogieron la maza y derribaron el muro. Llenos de polvo uno le dijo al otro, y da lo mismo recordar, señalar, quien fue el habló primero, lo importante es que ambos querían romper aquel absurdo silencio.
– Lo dejamos como antes.
– Paso de reformas, voy a por el vino.
Mientras uno liberó la puerta de la bodega el otro se dirigió, no a por las copas, sino a por el cincel con el que había herido las paredes del Flagrant’s, pero ahora lo hizo para curar sus heridas grabando en la viga maestra del local como si fuera el mástil de un barco pirata los versos de un bohemio revolucionario del 48: “Preguntad al viento, a las olas, a las estrellas, a los pájaros, al reloj, a todo lo que huye, a todo lo que gime, a todo lo que gira, a todo lo que canta, a todo lo que habla, preguntadle qué hora es; y el viento, las olas, las estrellas, los pájaros, el reloj, os contestarán: “¡Es la hora de embriagarse!”
P.D.
El enlace es la canción de Mercedes Sosa del mismo título.
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