Portada
Hubo un tiempo, no muy lejano, en el que cuando alguien en nuestro país se declaraba aficionado a la música pop, era asaltado de inmediato con la odiosa pregunta “¿Beatles o Rolling?”, disyuntiva actualizada del viejo reduccionismo patrio, tan amante de las trincheras y del “¿y tú con quien vas?”: Joselito o Belmonte, Madrid o Barça, Carnaval o Semana Santa, vino o cerveza…La novedad de este debate radicaba en que se basaba, en mi opinión, en una premisa falsa o, mejor dicho, artificial. Por desgracia, en España ni Beatles ni Rolling Stones han sido nunca bandera de casi nada.
Los dos grupos británicos, en los años 60 y primeros 70, al menos, eran seguidos en nuestro país por idénticos incondicionales, ya que la opción que se abría ante estos era muy distinta: o el pop anglosajón o la música comercial española (o los cantautores). Prueba de lo que digo son los retrasos u olvidos en las publicaciones de discos esenciales del rock y del pop, cuando no sus alteraciones, las discretas ventas, exceptuando algunas recopilaciones o los escasos conciertos (con poco público además) de los grupos más importantes (incluyo a The Beatles). Por eso resultó retrospectivamente tan extraña o curiosa la disparatada feria de las vanidades -“yo los vi antes”- que se desató en nuestro país (repasad las hemerotecas) con la llegada de los Rolling Stones en 1.982.Tardía fecha que, además, lo dice todo.
Pero, en fin, si tuviera que reconocer algo, posiblemente diría que los Beatles eran más conocidos; ojo, no los escarabajos de la etapa hippy y experimental, los del álbum blanco, no, me refiero a los Beatles de las antologías roja y azúl, carne de saraos, guateques y fiestas setenteras, con su alternancia de canciones movidas (ay, ye-yes) y baladas idóneas para el “agarrao”.
Los Rolling Stones fueron siempre identificados, por otro lado, como los representantes de la facción barriobajera, provocadora y primitiva del rock; eran sus satánicas majestades y con eso estaba dicho todo. Y los grupos que en España se reclamaban “de los Rolling” respondían,lógicamente, a esa corriente más “sucia” (Los Salvajes, Los Gatos Negros…), y, entre ellos, ya en los Setenta, destacaron los madrileños Burning.
Burning eran un grupo atípico. Provenían del poco glamouroso barrio de La Elipa, rockeros de barrio auténticos sin pretensiones metálicas, tan en boga en el Madrid de entonces (Leño, Asfalto, Ñu,Topo…). En 1.979 llevaban sobre sí una carrera difícil con conciertos en lugares de lo más variopinto y solo un disco, editado en 1.978, Madrid, tras 4 años de sufridos intentos; a pesar de los muchos esfuerzos no pasaban de la marginalidad (grababan con Belter, para que os hagáis una idea). Como otros tantos, eran francotiradores. Sin embargo, su segundo disco, El fin de la década fue un éxito inesperado, gracias en parte a servir de banda sonora para la película de Fernando Colomo ¿Qué hace una chica como tú en lugar como este?. La canción que da el título al film se convirtió casi en un pequeño himno que anunciaba tiempos distintos. Pero en el disco hay bastante más: baladas intensas y sencillas (“Las chicas del drugstore”, “Lo que el tiempo no borró”…), explosiones de sensualidad barriobajera (“Mueve tus caderas”) o chispazos eléctricos (“Puedes sentirlo”). Están los Stones, claro, pero también Lou Reed y Burning se muestran con intensidad y chulería. Un gran disco en suma. No volvieron a tener un éxito semejante; era previsible diríamos ahora. Llegaron tiempos difíciles, drogas, olvidos, fallecimientos (el cantante Toño Martín en 1.991, Risi en 1.997) y al final, un tardío reconocimiento…Y ahí siguen; tocando en donde les llaman o en su barrio, Burning continúan haciendo rock and roll sencillamente porque les gusta.
Contraportada
Entre 1.976 y 1.980 una siniestra dictadura militar desmanteló a conciencia el núcleo de la cultura argentina: asesinatos, secuestros, cárcel, exilios…todo fue poco con tal de eliminar la creatividad del Cono Sur. Lógicamente, la música pop también fue objeto de la ira de los militares. La escena musical argentina destacaba por aquel entonces por su riqueza y amplitud; nombres como los de Charly Garcia, Moris, Spinetta, Lito Nebbia, Pastoral Los Beatnicks…eran muy conocidos.
Por el contrario, por aquellos años, en la España de la transición, lugar de acogida de muchos de los rockeros argentinos, seguíamos anclados en un ambiente musical que oscilaba entre los cantautores (más o menos electrificados) y una música descaradamente comercial que recogía lo más adocenado del pop americano o de la canción italiana. Subsistían, eso sí, algunas islas alternativas, el rock duro madrileño, el llamado rock andaluz o los últimos estertores del rock layetano en Barcelona.
La irrupción de Tequila en nuestro mediocre panorama musical sorprendió,por tanto, a casi todos e incluso en la actualidad se puede contemplar como una especie de anomalía que ni entonces ni ahora se ha sabido calibrar en su justa medida, huyendo, creo yo, de su necesaria contextualización.
Liderados por dos adolescentes argentinos (Alejo Stivel y Ariel Roth) recién instalados en nuestro país, con el rock argentino resonando aún en sus cabezas, la pretensión inicial de Tequila, jugar a ser los Rolling Stones, chocó con la triste realidad. La discográfica –Zafiro– no supo qué hacer con ellos: “¿Les dejamos crecer?” “¿Les convertimos en la alternativa rockera a Los Pecos?”. Mientras, los componentes del grupo, en su ingenuidad adolescente se dejaban querer, Quizás en las mentes de Roth y Stivel bullían los momentos gloriosos y felices (las luces, no las sombras, claro está) del swinging London de los 60. Los Tequila se mostraban desinhibidos, revoltosos, inconscientes. Incluso nuestra crítica moderna oficial (Vibraciones, Disco Exprés), no supo cómo valorarlos, mientras que unos desconfiaban (“estos chiquillos que se creen los Stones”) otros (como Oriol Llopis) los saludaban como aire fresco necesario. No había, pues, término medio, o niñatos o prometedores.
Escuchar ahora su álbum de début, Matrícula de honor (1.978, ambición se ve que no les faltaba) exige, pues, situarse en aquel momento. Ojo, no quiero que esto suene a justificación, por eso me adelanto a decir que el disco pasa la prueba del tiempo sin problemas.Las canciones se siguen manteniendo frescas, directas, a veces rotundas. Pequeños himnos juveniles para un tiempo de cambio (“Rock and Roll en la plaza del pueblo”, “Necesito un trago”, “Buscando problemas”…). Es cierto que el disco peca de falta de consistencia, se notan las prisas en su concepción: instrumentales de relleno y canciones de rockeros argentinos (Makarof, Napolitano) para completar la falta de temas, pero hay ambición ( “Abre el día”) y buenas maneras rockeras (“Mala leche”). Posiblemente su siguiente disco, Rock and Roll (de 1.979 y con una portada que refleja sus problemas de identidad) sea más compacto, más maduro, al igual que los dos últimos, pero para entonces las cosas eran distintas y la irrupción de la movida los relegó, quizás injustamente. Tequila desapareció silenciosamente en 1.982 y en 1.991 ya sin Stivel (dedicado a labores de producción), dos de sus miembros, Ariel Roth y Julián Infante llamaron a otro amigo argentino, Andrés Calamaro. Era el inicio de Los Rodríguez, pero esa es ya otra historia.
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6 Comments on "PORTADA Y CONTRAPORTADA: BURNING / TEQUILA"
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Como ciudadano patriótico que soy, elijo producto nacional. Mira que Tequila tiene algún instrumental que me sulibella, pero aunque sólo sea por ese mítico ‘qué hace una chica como tú en un sitio como éste’…
Joder, ¿y yo como voto aquí? Siempre me ha costado, pero nunca tanto. Por música, por trayectoria, Burning… pero el rock en español (no solo en España) no se entendería sin Tequila.Al final voto por Burning por que su música me gusta mucho más, aunque creo que el impacto de Tequila es mayor, pero en serio, me ha costado muchísimo.
Cada vez resulta esto más difícil, buenos contrincantes a cada lado del cuadrilátero. Ambos son historia de lo más interesante dentro de la música española. Difícil, muy difícil tomar partido por unos u otros. Me decanto por Tequila porque tuvieron mayor impacto en uno en los años de adolescencia pero igual podría votar por Burning. Lo dejaría en un 50%-50% pero como hay que votar por uno…
Cuando los grupos me tocan la fibra, como en este caso, y los conozco lo suficiente, como es tambien este caso, me gusta poner un tema (no puesto en el artículo) por grupo, mis preferidos de ellos.
De Burning quizás mi tema preferido es este temón lento de su albúm Noches de Rockn’roll de 1984, Una noche si ti.
http://www.youtube.com/watch?v=iS9e6eAtLm4
De Tequila siempre me gustó este pedazo de Rockn’roll. Nunca tuve la suerte de verlo tocado en directo por Tequila, pero si por suerte un par de veces por medio Tequila (o sea, Los Rodriguez).
http://www.youtube.com/watch?v=M3zaeCLT6vE
Rock del Ascensor, de su albúm rockn’roll, de 1979.
Mi voto en esta ocasión va para Tequila,rock&roll en estado puro,(todavia conservo el vinilo de matricula de honor)con un sonido,para mi,más salvaje,más primario.El sonido de Burning quizás,musicalmente,sea más elaborado que el de Tequila,pero la fuerza que transmite el grupo argentino,acaba decantando la balanza en su favor.
pues yo tequeila, en aquella epoca era un crio y apenas veia lo que salia en la tele y el tal alejo salia hasta en la sopa ahora que lo pienso, por tanto voto por ellos.
eso si a la larga burning acago gustandome casi mas