Los límites de edad siempre han sido origen de controversia en las competiciones de categorías inferiores. Incluso a nivel local, quien más quien menos conoce (cuando no ha protagonizado) casos de fichas falsificadas para que determinado chaval pudiera jugar en una categoría que no le correspondía; en el plano internacional, las sospechas que históricamente han levantado ciertas selecciones juveniles africanas y asiáticas son también de sobra conocidas, pero pocos casos han acabado siendo confirmados y sancionados. Entre ellos, probablemente el más famoso sea el de México, que no pudo acudir al Mundial de Italia 1990 precisamente por este motivo: cuatro jugadores aztecas superaban la edad reglamentaria para participar en los clasificatorios del Mundial sub’20 de 1989 y el llamado caso de “los cachirules” apartó a la federación mexicana de todo torneo internacional hasta 1991. No es tan conocido, sin embargo, que también en la segunda mitad de los ochenta la UEFA decidió dejar sin un título de campeón de Europa sub’16 nada menos que a Italia por culpa de una alineación indebida: aquel Europeo sub’16 de 1987 es, de hecho, el único torneo futbolístico internacional declarado desierto en el viejo continente.
Seguramente todo lo que ocurrió en la primavera de 1987 en relación con el desdichado Riccardo Secci hubiera resultado casi imposible en España, donde todos llevamos nuestro DNI a cuestas, pero el país transalpino carece de un documento similar al español y son los municipios quienes expiden certificados de residencia válidos para acreditar la identidad. Hijo de un vendedor ambulante, el más pequeño de los tres hermanos Secci había crecido muy cerca de su Florencia natal, en la localidad toscana de Campi Bisenzio. Allí había sido debidamente empadronado… o al menos eso pensaban casi todos. Lo cierto era que el funcionario del ayuntamiento de Campi Bisenzio que tramitó la inscripción cometió un pequeño desliz al anotar la fecha de nacimiento del joven Riccardo: en vez de apuntar el 28 de julio de 1970, puso el 28 de agosto, así que esa fecha era la que aparecía en el documento de identidad. La familia de Riccardo, que obviamente sí sabía cuándo había nacido el niño pero que estaba más preocupada por salir adelante que por subsanar errores burocráticos, siempre había considerado que ese pequeño detalle no tenía mayor trascendencia: el cambio no afectaba a la escolarización del crío y, cuando Riccardo fue creciendo y mostrando maneras como líbero, tampoco supuso ningún problema para los equipos en los que jugaba, porque la normativa italiana de aquel entonces usaba el 30 de junio como fecha para delimitar la categoría a la que pertenecía cada jugador.
A casi todos los efectos, que Riccardo Secci hubiese nacido en julio o en agosto resultaba, por tanto, completamente indiferente: para la Fiorentina, que lo fichó en edad infantil, era un jugador del segundo semestre de 1970, dato más que suficiente para saber en qué categoría debía disputar las competiciones nacionales. Sin embargo, la UEFA marcaba el límite del cambio de categoría el 31 de julio, y ahí surgió el problema. Cuando la selección italiana comunicó a la Fiorentina que pensaba convocar al prometedor Secci para el Europeo sub’16, el club remitió la copia del documento expedido por el ayuntamiento de Campi Bisenzio en el que figuraba como fecha de nacimiento el 28 de agosto. La Federación Italiana dio el visto bueno, pues aquel torneo era para jugadores nacidos a partir del 1 de agosto de 1970 y Riccardo, que en realidad era cuatro días más viejo de lo que permitía la UEFA, respiró aliviado. Era la oportunidad de su vida, y por eso se había mantenido en silencio cuando, tres meses antes de la disputa de la fase final, un rutinario cruce de datos entre los ayuntamientos de Florencia y Campi Bisenzio para remitir al ejército la lista de los jóvenes que deberían cumplir próximamente el servicio militar destapó el error. El padre de Secci, que por entonces solicitó la expedición de un pasaporte para su hijo, fue el primero en advertir el problema que podía venírseles encima: llegó a pedir a los funcionarios que mantuvieran la fecha errónea en los registros al menos unos pocos meses más, pero lógicamente su sugerencia no fue tenida en cuenta por los, ahora sí, eficientes empleados públicos.
El señor Secci dejó los trámites administrativos abandonados para no levantar la liebre: mientras no se expidiera un nuevo documento oficial (que tendría ya la fecha corregida), el que contenía la fecha errónea podría seguir cumpliendo su función como si nada hubiera ocurrido. Además, aunque en 1987 todavía no estaba en vigor el Acuerdo de Schengen para eliminar los controles en las fronteras interiores de la UE, por fortuna para Riccardo Secci no hacía falta pasaporte para pasar de Italia a Francia. Con su inexacta tarjeta de identidad todavía en vigor pudo disputar el Europeo sub’16 sin mayor sobresalto que el sorteo, moneda al aire, que decidió que Italia pasara a semifinales en detrimento de Alemania Federal (verdugo por cierto de España en la eliminatoria de acceso), con quien los jóvenes azzurri habían empatado a todo en la primera fase. Los italianos derrotaron luego a Turquía y finalmente a la URSS en el Parque de los Príncipes, conquistando el 3 de junio de 1987 el que entonces era el segundo título de la categoría para su país (Italia ya había ganado la primera edición, celebrada en 1982). Un gran logro que traía como premio extra la participación en el Mundial sub’16 que daría comienzo en Canadá el mes siguiente.
Y eso fue lo que desencadenó la tragedia, porque para ir a Canadá sí hacía falta pasaporte. Orgullosa de su nuevo campeón europeo, la propia Fiorentina inició los trámites para solicitar el de su joven jugador, y entonces la comisaría de policía de Florencia comunicó que la fecha real de nacimiento de Riccardo Secci era el 28 de julio de 1970. El ayuntamiento de Campi Bisenzio confirmó que aquella era también la fecha que constaba en su registro oficial y que no sabía por qué el documento de identidad de Secci decía otra cosa (más tarde admitiría que se había corregido un error previo). El club viola puso el caso en manos de la Federación Italiana, que rápidamente se autodenunció ante la UEFA por haber seleccionado a un jugador que incumplía las reglas de edad del Europeo sub’16 por tan solo 4 días. El jugador, entre lágrimas, confesó su culpabilidad y reconoció que había sido consciente de la infracción un par de meses antes, pero que había preferido guardar silencio para tener la oportunidad de disputar ese Campeonato de Europa con la selección nacional. No había mucho más que discutir, así que el 19 de junio de 1987 el Comité de Disciplina de la UEFA resolvía darle por perdidos a la selección italiana todos sus partidos en la fase final del Campeonato de Europa sub’16, dejar el título desierto (para pasmo de la URSS, derrotada en la final) y prohibir la participación de Italia en el Mundial de Canadá. Seis días después, ante la confesión del futbolista y la insignificancia de un error que además se consideró involuntario y del que la federación italiana era inocente, la FIFA decidió permitir la presencia de Italia en el inminente Campeonato del Mundo. Los jóvenes transalpinos, desposeídos de un campeonato de Europa que sólo habían disfrutado durante diecisiete días y ya sin el líbero Secci en el equipo, acabarían cuartos en la cita canadiense que, esta vez sí, ganó la URSS con todas las de la ley.
Es difícil saber cuánto afectó esta historia a la trayectoria posterior de Riccardo Secci: al fin y al cabo, en la Italia que acudió al Mundial sub’16 y que lógicamente era casi la misma que disputó el Europeo apenas reconocemos hoy los nombres de Gianluca Pessotto, el exdefensa de la Juve que intentó suicidarse en 2006, y Lorenzo Amoruso, que hizo carrera en la Fiorentina y el Glasgow Rangers, amén de algún otro que, como Fabio Gallo (autor del gol a la URSS en la final de París), tuvo un largo pero no muy descollante periplo por la Serie A. Es decir, lo normal en cualquier selección cadete. Concretamente, parece que Secci ni siquiera consiguió debutar con el primer equipo de la Fiorentina en encuentro oficial, aunque sí fue convocado para un par de partidos de liga de la temporada 89/90, campaña en la que suponemos que compartiría entrenamientos con jugadores de la talla de Dunga, Roberto Baggio u Óscar Dertycia, que por entonces estaban en esa primera plantilla de la Fiore.
Luego su rastro se difumina en varios equipos de la Serie C2 hasta su presunta retirada en 1995, con apenas 25 años. Y nada más. Desde esa fecha ninguno de los “Riccardo Secci” que aparecen en una búsqueda rápida en Google parecen encajar en la historia de nuestro protagonista (hubiera sido tremendo que el arrestado el año pasado en Cerdeña en una redada contra el tráfico de drogas en una casa de apuestas fuera el mismo Riccardo Secci, pero el detenido sólo tenía 25 años). Y su huella se hace difícil de seguir no sólo por su nula aportación al fútbol italiano más allá de este título fantasma de 1987, sino también porque, en una de esas irónicas jugarretas del destino, el historial de equívocos con su identidad no se limita a que un día un funcionario de un pequeño ayuntamiento italiano le cambiara la fecha de nacimiento: en la página que la web oficial de la UEFA dedica a aquel Europeo sub’16 que quedó sin ganador, el “culpable” Riccardo Secci aparece con el nombre (equivocado, claro está) de Roberto Secci, y así figura también en todas las bases de datos que la usan como referencia (Wikipedia y RSSSF*, por citar las más consultadas). En esta ocasión, si se ha enterado, Riccardo Secci tampoco ha dicho nada. Y tampoco hay constancia de que, tras la decisión de la UEFA de dejar el título desierto, el propio Secci (o algún soviético cabreado) lanzara una maldición a lo Bela Guttmann, pero lo cierto es que Italia no ha vuelto a ganar ningún Europeo sub’16 (ahora sub’17) desde ese fatídico año 1987. Misterios de los torneos juveniles.
* No se descarta que en realidad el error original sea de RSSSF y que haya sido la UEFA quien lo haya perpetuado al incluirlo en su apartado histórico: en contra de lo que sería lógico e incluso recomendable en un organismo así, los artículos de esa sección no siempre se elaboran atendiendo a los documentos oficiales en poder de la propia UEFA. Lo único seguro es que el jugador se llamaba Riccardo Secci, como se puede comprobar en las hemerotecas.
Leave a Reply
3 Comments on "FÚTBOL Y MENORES: EL CASO SECCI"
You must be logged in to post a comment.
You must be logged in to post a comment.
Pues resulta realmente curioso que la página de la UEFA a la selección italiana se la reconoce como campeona sub16 de 1987 todavía:
“Campeonato de Europa Sub-17 de la UEFA
Títulos totales: 2
Temporada (1982, 1987)”
http://es.uefa.com/memberassociations/association=ita/honours/index.html
Pues sí, una muestra más de que subcontratar ciertas cosas no siempre es la mejor opción. No es el único error fácilmente contrastable que aparece en la web de la UEFA, que por lo visto tiene una división de las áreas de trabajo bastante estanca. Tengo cierta relación tuitera con uno de los redactores de UEFA.com y me comenta que la información no fluye, no tienen acceso a archivos históricos o actas propiedad de UEFA salvo que la UEFA quiera que ciertos datos se cuelguen en la web. A ver si a raíz de este artículo conseguimos que alguien revise… Read more »
[…] de más de treinta años en el pequeño de los torneos de formación de UEFA, una sequía que dura desde que ganó un Europeo sub-16 que a la postre se declaró desierto por un error administrativo e… Su rival tampoco puede presumir de éxitos recientes, aunque sus últimos triunfos no son tan […]