El año 2013 fue testigo de la reaparición más fabulosa e impactante que probablemente se haya visto en el mundo del tenis. Rafa Nadal, que se perdió media temporada en 2012 por la lesión sufrida en el tendón rotuliano, regresó como lo que es, uno de los mejores jugadores de todos los tiempos. A un campeón se le reconoce por levantarse cada vez que cae y en eso Nadal es uno de los más grandes. Despejó todas las dudas surgidas el año anterior sobre el futuro de su carrera tras una lesión tan seria como lo ha hecho siempre, con mucho tenis y una fortaleza mental inquebrantable.
Su regreso se hizo esperar. Un problema de salud frenó su preparación de inicio de temporada y decidió renunciar al Open de Australia. Su ausencia dejó el camino libre al número 1, Novak Djokovic, que sin embargo estuvo a punto de caer en octavos de final ante Wawrinka. Aquel 12-10 en el quinto set ante el suizo fortaleció a Nole que no dejó dudas de su superioridad en Melbourne. Ni Berdych, ni Ferrer (que llegó a semifinales tras cumplir su tradición de victoria en Aukland) ni Murray en la final lograron detener al serbio que repetía título por segundo año consecutivo en el primer grande del año. La reaparición de Nadal tendría que esperar al inicio de la tierra batida en Sudamérica así que no fue de la partida en los primeros torneos de pista rápida en Europa. Tampoco estuvo disponible para la primera eliminatoria de Copa Davis en Canadá, donde las renuncias y lesiones dejaron en cuadro al equipo español. Alex Corretja formó el equipo con Marcel Granollers, Marc López, Albert Ramos y Guillermo García-López. Un cuarteto poco experimentado, salvo el doble, y endeble para enfrentarse al cañonero Raonic en su terreno. El resultado fue una eliminación lógica por 3-1 dando una imagen pobre que condenaba a España a jugar la permanencia en el Grupo Mundial en septiembre. Fue la sentencia para Corretja, ya discutido tras sus decisiones en la final de Praga ante la República Checa el año anterior, pasara lo que pasara en septiembre.
Nadal anunció su regreso en Viña del Mar, un Open 250 en tierra batida con un cuadro de poco fuste. Un torneo para empezar a encontrar sensaciones y las primeras victorias. Nadal llegó hasta la final, donde le sorprendió el argentino Horacio Zeballos que hizo el partido de su vida. Parecía que iba a llevar su tiempo ver a Nadal a un nivel realmente competitivo. Sin embargo convirtió la derrota en tierras chilenas en una anécdota. Poco a poco fue encontrando un buen nivel que le sirvió para ir reencontrando su juego. Buenos Aires, Sao Paulo y Acapulco (donde destrozó a Ferrer en la final por 6-2, 6-0) pasaron a engrosar su larga lista de títulos en la ATP. Los triunfos le armaron de confianza para atreverse a disputar el primer Masters 1000 del año, Indian Wells. No estaba previsto pero quería conocer sus sensaciones sobre pista dura, superficie que no favorece a su maltrecha rodilla. Superó sin problemas a Ryan Harrison en su debut y ni siquiera tuvo que saltar a la pista ante Leonardo Mayor. El irregular y poco sacrificado Gulbis le puso contra las cuerdas en octavos en uno de los partidos sembrados que tiene el letón de vez en cuando pero remontó con sufrimiento para ganar en 3 sets. En cuartos llegaba el momento de comprobar el verdadero nivel de Nadal. La lesión le había relegado al 5º puesto de la ATP y los partidos contra los grandes llegaban ya en esta ronda. Nadal despejó las dudas de la mejor forma. Derrotó con contundencia a Federer, que pasó uno de los peores años de su carrera aquejado por sus problemas de espalda, por 6-4, 6-2. También despachó en dos sets a Berdych en semifinales y le esperaba en la final Del Potro, que había eliminado en su semifinal a Djokovic tras disputar un partidazo. Pese a ceder el primer set y perder el servicio pronto en el segundo, Nadal sacó toda su fortaleza mental para arrollar por momentos al argentino. Una gran racha de juegos consecutivos le dio la victoria por 4-6, 6-3, 6-4. Nadal volvía a saborear las mieles del triunfo en un Masters 1000 y en pista dura apenas un mes después de su regreso a las pistas. Otra gesta más del manacorí para dejar con cara de asombro al mundo del tenis. Ya no había dudas que era un tenista competitivo de nuevo donde fuera y contra quien fuera. Bien ganado tenía el descanso tras renunciar a participar en Miami, el antiguo Cayo Vizcaíno. Un torneo que rozó con la punta de los dedos David Ferrer pero que se le escapó en el tie-break del tercer set de la final ante Andy Murray y en la que dispuso de una bola de partido. Se le escapó una gran oportunidad de apuntarse una final ante uno de los grandes de la ATP, su asignatura pendiente.
Fuente: historiassobredeportes.blogspot.co
Con la primavera llegaba la temporada europea de tierra batida, el coto de caza preferido de Rafa Nadal. Se estrenó en Montecarlo, donde buscaba su noveno título consecutivo. Sólo pasó apuros hasta llegar a la final en cuartos ante el búlgaro Dimitrov, una de las grandes promesas del circuito que de momento es más conocido por compartir lecho con Sharapova. Ni antes Matosevic o Kohlschreibber ni en posteriormente Tsonga en semifinales le inquietaron. En la final esperaba Djokovic, primer duelo del año con el serbio. Nole fue superior claramente en el primer set y arrolló a Nadal en el tie-break del segundo. 6-2, 7-6 para Djokovic que se apuntaba la primera batalla. No desmoralizó lo más mínimo a Nadal. Se apuntó el Conde de Godó sin ceder un solo set. En el Masters 1000 de Madrid, que volvía a la tierra roja tras el polémico experimento con el color azul, lograba su tercer título pese a que Ferrer le tuvo contra las cuerdas en cuartos. Su incapacidad para rematar a los grandes de la ATP volvió a pasarle factura. Un Wawrinka que llegaba en forma no fue rival en la final. En Roma tuvo que remontarle un set a un Gulbis que le pasó por encima en el primero en octavos y librar otra dura batalla a 3 sets con Ferrer en cuartos pero los partidos finales resultaron mucho más sencillos. Berdych en semifinales y Federer en la final cayeron con autoridad ante Nadal en dos sencillos sets. El mejor jugador sobre tierra que nunca antes se haya visto estaba ya de vuelta, coleccionado títulos con la misma voracidad de antaño. Se le podía considerar de nuevo el gran favorito para Roland Garros, su torneo fetiche, aunque aún quedaba resolver cómo se desenvolvería Nadal en partidos a cinco sets.
Fuente: weeklytimesofindia.com
Nadal comenzó el torneo parisino sin brillantez, cediendo el primer set tanto ante Brands como Klizan. Ganó en 3 sets a Fognini en tercera ronda pero en un partido horrible en el que le bastó con aprovechar los múltiples errores del italiano. Mejoró ante Nishikori en octavos aunque sin desplegar un juego espectacular. Sin embargo la máquina ya estaba engrasada para funcionar al máximo rendimiento. Aplastó sin miramientos a Wawrinka en cuartos para alcanzar las semifinales donde le esperaba Djokovic. Se antojaba una final anticipada. Fue más que eso. Nadal golpeó primero pero Djokovic igualaba con un gran juego en el segundo set, que desaparecería en el tercero donde se vio la versión más indolente y pasota del serbio. Sin embargo Nole tiene la capacidad de reaparecer de la nada sin previo aviso y, tras salvar varios momentos complicados ante un Nadal lanzado, se llevó el cuarto set en el tie-break. Todo se resolvería en el quinto set, como en todo gran partido histórico que se precie. Djokovic rompió pronto el servicio de Nadal pero éste le devolvería la moneda en el séptimo juego. El nivel de ambos rozó lo sublime. La Philippe Chartrier ya había entrado en éxtasis hacía tiempo. Las más de cinco horas de encuentro resultaban insignificantes para los grandes aficionados al tenis que disfrutaban de otro momento histórico. La ausencia de tie-break añadía mayor dramatismo. Quien cometiera el primer desliz lo pagaría caro. Djokovic fue quien acabó claudicando. Nadal no desaprovechó su oportunidad de romper en el 15º juego y se acabó llevando el partido por 9-7 en el set definitivo. Volvía a imponer su inquebrantable solidez mental en otro partido que pasaría a la historia. Sólo quedaba por delante David Ferrer como obstáculo, en la tercera final española en Roland Garros. Ferrer había llegado sin ceder un set e impresionando con un juego muy sólido. Estaba ante su primera final de Grand Slam, su gran oportunidad. Sin embargo Nadal resultó inaccesible. Jugó con la misma voracidad que le ha permitido convertir el abierto francés en su cortijo particular y batió con facilidad a Ferrer por 6-3, 6-2, 6-3. Era su octavo título en Roland Garros. Pocos meses antes había dudas si podría volver a luchar por un torneo de los grandes y las había resuelto imponiéndose otra vez en su torneo predilecto. Sí, Nadal había regresado.
Wimbledon se convertiría en el lunar de la temporada. Nadal no lo preparó jugando previamente algún torneo en hierba, como era habitual, para preservar su rodilla y cayó a las primeras de cambio ante el belga Darcis en tres sets. Esta derrota tan prematura y acompañada de un juego muy flojo despertó de nuevo las dudas sobre su rendimiento en las superficies más rápidas. Quizá debería centrarse más en la tierra batida, la superficie que mejor domina y menos lesiva para sus rodillas. El torneo inglés, el de mayor tradición y rancio abolengo en el mundo del tenis, vivió el momento que tantos años llevaba esperando el aficionado británico. Llegó el sucesor de Fred Perry, último vencedor de las Islas, que se aguardaba en Gran Bretaña desde hacía 77 años. Andy Murray se coronaba como vencedor en el All England Tennis Club. Un año antes había logrado en estas pistas el oro olímpico. Ahora conseguía el oscuro objeto de deseo del tenis británico, Wimbledon. Bien pudo truncarse el sueño en cuartos cuando Fernando Verdasco se adelantó dos sets a cero pero el escocés había adquirido una madurez mental que le aportaba la solidez necesaria en la hierba de Wimbledon. Convertido en un auténtico muro, levantó el partido para júbilo del público británico y desolación del tenista madrileño que vio pasar una gran oportunidad. Murray ya era imparable. Ni siquiera Djokovic fue capaz de frenarle en una final que pasó a los anales de la historia del deporte en Gran Bretaña.
Tras el chasco en Wimbledon los torneos europeos de tierra que se disputaban antes de la gira americana de agosto-septiembre tentaron a Nadal con suculentos fijos. Un buen dinero y una perspectiva más amable en una superficie que controla al dedillo para aumentar el número de títulos en el zurrón eran buenos argumentos. Sin embargo las miras de Nadal apuntaban hacia otra parte. Ni Hamburgo, ni Gstaad, ni Bastad, ni Kitbuehel, ni Umag, ni Palermo pudieron disfrutar sobre su arcilla del genio de Manacor. Tras un periodo de reposo Nadal preparó con tranquilidad la gira americana sobre pista dura, como cuando estaba enfrascado en la lucha por el número 1. Una apuesta muy arriesgada pero nunca se amedrentó ante los retos y esta vez no iba a ser una excepción. Volvió a las pistas en el Masters 1000 de Montreal. Jugó con mucha más comodidad de lo esperado, avanzando con facilidad hasta las semifinales donde volvía a encontrarse con Djokovic. Otra final anticipada. Otro partido para el recuerdo. Nadal se imponía en otro vibrante duelo en el tie-break del tercer set y le mojaba de nuevo la oreja al número 1. La final ante el local Raonic fue un paseo. Doble 6-2 que le otorgaba su segundo Masters 1000 en pista dura de 2013. Cincinnati era la siguiente parada. Volvió a tenerlas tiesas con Dimitrov en tercera ronda pero de nuevo salió airoso en tres sets. En cuartos revivió los míticos duelos con Roger Federer. El suizo desplegó un juego perfecto, el mejor de la temporada, para llevarse la primera manga pero Nadal se sacudió el dominio de Federer para llevarse el triunfo en un partido de muchos kilates. Berdych volvió a evidenciar que tiene la moral comida ante Nadal en semifinales y en la final esperaba un cañonero, Isner. Dos tie-breaks le dieron el tercer Master 1000 a Rafa Nadal que llegaba invicto en pista dura al US Open. Ya a nadie le extrañaba que pudiera acabar en sus manos. Ni siquiera parecía descabellado pensar en el número 1 a final de año.
Nadal pasó por las primeras rondas con una autoridad incontestable. Ryan Harrison, Dutra da Silva y Dodig no ofrecieron resistencia. Kohlschreiber logró arrebatarle el primer set en octavos pero se vino abajo conforme avanzaba el partido. Robredo en cuartos y Gasquet en semifinales también fueron arrollados por el huracán Nadal. Sólo restaba la final y, otra vez, enfrente estaba el inevitable Djokovic que volvió a pasarlas canutas con Wawrinka en semifinales, donde tuvo que remontar un 2-1 en contra. Nadal comenzó la final como un vendaval, barriendo de la pista a Nole y llevándose la primera manga por 6-2. El serbio reaccionó a mitad del segundo set que se llevó mostrando su mejor juego que continuó en el tercero. Nadal capeó el temporal, salvando numerosas bolas de break a un Djokovic desatado. Las oportunidades perdidas acabaron haciendo mella en el serbio que cedió la tercera manga y dobló la rodilla en la cuarta, por la que pasó como alma en pena, desmoralizado, mientras Nadal no frenaba la marcha hasta lograr su segundo US Open. El mundo del tenis no podía hacer otra cosa que rendirse a la evidencia. El mejor Nadal había resurgido y era indestructible. El camino hacia el número 1 de la ATP se despejaba. Ya sólo restaba saber cuando Nadal volveria a convertirse en el líder de la clasficación mundial. Era cuestión de tiempo.
La semana siguiente Nadal acudía a la llamada del equipo de Copa Davis para disputar la eliminatoria por la permanencia. En la Caja Mágica España no encontró rival en Ucrania, de la que se deshizo por la vía rápida. Fue la última eliminatoria con Alex Corretja como capitán, sustituido para 2014 por Carlos Moyá. Nadal puso su granito de arena con su aplastante victoria sobre Stakhovsky. Ahora ya podía pensar tranquilamente en el asalto al número 1. El Open 500 de Pekin era la cita elegida. Si llegaba a la final en el torneo de la capital china recuperaría el liderato que perdió en junio de 2011. Berdych fue el invitado a la fiesta. La retirada del tenista checo en el primer set de la semifinal convertía a Nadal de nuevo en número 1 de la ATP. Lo había conseguido, volvía a ser el dominador del circuito. Había resurgido de las cenizas para dominar de nuevo el tenis mundial. Casi ni importaba que Djokovic, el líder destronado, se impusiera en la final con rotundidad. Las victorias del serbio serían una constante en el final de temporada. Se impuso en el Masters 1000 de Shanghai a Del Potro, que había barrido a Nadal en semifinales con un tenis espectacular, en una final igualadísima y vibrante resuelta en el tie-break del tercer set. Repetiría en el último Masters 1000 del año, Paris-Bercy. Remontó un set a Federer en semifinales y se las vio en la final con Ferrer, que al fin logró imponerse a Nadal en semifinales. Ferrer puso en muchos apuros al serbio y tuvo el servicio para llevarse ambos sets pero volvió a flaquear cuando mejor lo tenía y Djokovic no desperdició el regalo, imponiéndose por un doble 7-5. La temporada se cerraba con el Masters, celebrado un año más en el O2 de Londres. Otra vez Nadal y Djokovic se citaban en la final. Ambos llegaron con pleno de victorias en la fase de grupos y se deshicieron en semifinales de Federer y Wawrinka, respectivamente Podía ser la guinda perfecta, despedir 2013 logrando un título que le falta pero Nole no le dio ninguna opción. Mucho más sólido y cómodo sobra la pista, venció por un incontestable 6-3, 6-4.
Sin embargo el final de temporada no fue redondo para Djokovic. Tras la Copa Masters quedaba la final de la siempre especial Copa Davis, que disputaba Serbia ante la República Checa en Belgrado. Las ausencia de Tipsarevic, por lesión de última hora, y Troicki, sancionado por dar positivo, dejaron al equipo serbio sin un número dos de garantías. Djokovic no podía ganar solo, más aún cuando Nole no es un jugador que se prodigue en el doble. Stepanek, como en 2012 ante España, volvió a ser el héroe tras ganar el punto definitivo en el quinto partido al inexperto Lajovic. Y aunque no hubo triunfo en la Copa Masters de Nadal sí hubo triunfo español en la modalidad de dobles. Si en 2012 fueron Marcel Granollers y Marc López quienes lograron el triunfo, en 2013 le sucedieron Verdasco y David Marrero tras vencer a los míticos hermanos Bryan en la final. Puede que ya tengamos nueva pareja para el equipo de Copa Davis tras este triunfo y que Verdasco haya podido encontrar su sitio en la modalidad de dobles.
En el circuito femenino, la WTA, continúa el dominio indiscutible de Serena Williams, que sigue a una distancia sideral de las demás cuando el estado físico le acompaña. Falta competencia entre la aristocracia del tenis femenino, con tenistas demasiado irregulares que no terminan de convertirse en una alternativa real a Serena. Acabó como número 1 tras imponerse en Roland Garros y US Open, además de otros torneos importantes como Miami, Madrid, Roma o el Masters femenino. “Yo soy la mejor y después de mi, nadie” bien podría decir Serena viendo el panorama. Prácticamente sólo se le escapó Indian Wells, en el que se impuso Sharapova, y los otros dos grandes. En Australia se vio sorprendida por Sloane Stephens, una de las jovenes perlas del tenis estadounidense y destinado a ocupar el erial que existía en USA detrás de las Williams. Ya no hablemos del tenis masculino donde sorprende que sean incapaces de sacar a un solo tenista capaz de estar en el Top 10. La victoria acabó siendo para Victoria Azarenka, que lograba su primer triunfo en un torneo del Grand Slam. En Wimbledon Serena fue una víctima más de un torneo loco en el que las principales favoritas sufrieron una escabechina tremenda en las primeras rondas. También fue conocido por el extraño caso de Marion Bartoli. La francesa había caído en un agujero muy profundo tras serios problemas personales pero regresó en 2013 convertida en una bestia pero por su brutal cambio físico, con un sobrepeso tremendo que parece inimaginable ni hinchándose a bollos. Eso no evitó que sorprendiera a todos consiguiendo el triunfo en Wimbledon ante la alemana Lisicki, un enorme talento castigado por las lesiones. Pocas semanas después la tenista francesa anunciaba su retirada. Todo muy extraño. La Copa Federación, el equivalente femenino de la Copa Davis, acabó en manos de Italia que se impuso contundentemente a una Rusia disminuida por las numerosas renuncias que provocaban la lucha de egos en el equipo ruso. España logró regresar a la máxima categoría que perdió en 2012 tras superar a Japón en la eliminatoria de ascenso. La llegada de Conchita Martínez a la capitanía devolvió el buen juicio a un equipo convulsionado por las decisiones personales y estrambóticas de Arantxa que le perjudicaron claramente. Aunque el tenis femenino español sigue lejos de los tiempos gloriosos parece que va sacando la cabeza tras la digna campaña de Carla Suárez, que compitió bien en los torneos de Grand Slam, y la evolución de algunas jóvenes como Garbiñe Muguruza, llamada a dar el salto de calidad este año si le respetan las lesiones. Ya ha dado el primer aviso llevándose ayer el torneo de Hobart.
Mejor tenista masculino 2013
- Rafa Nadal (100%, 10 Votes)
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Total Voters: 10
Mejor tenista femenina 2013
- Serena Williams (78%, 7 Votes)
- Maria Sharapova (22%, 2 Votes)
- Victoria Azarenka (0%, 0 Votes)
- Marion Bartoli (0%, 0 Votes)
Total Voters: 9
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