La historia de los malditos jugones arranca un día en que en el blog de flagrant en una entrada suya, le hice referencia a este genio del fútbol, fiel a unos colores toda su vida. A partir de ahí comienza esta serie.
Para los que no le conozcáis, veo lógico introducir este jugador en la lista para disfrute de todos.
Nació en Guernsey, el 14 de octubre de 1968, una isla situada en el Canal de la Mancha, entre Inglaterra y Francia. Fue uno de los mejores futbolistas de Inglaterra de las últimas décadas, sin embargo, hubo un factor para que Matt no fuera tan reconocido como ellos, su amor a los colores de un equipo, el Southampton F.C., más acostumbrado a luchar por evitar el descenso que por optar a cotas más altas. Matt dedicó toda su carrera al club de sus amores. Por allí pasaron jugadores que, más tarde o más temprano, terminaban aceptando un contrato para defender a otros clubes de mayor prestigio y objetivos. Él no, él decidió ser fiel a los Saints hasta convertirse en prácticamente un Dios entre los aficionados que, semana a semana, acudían al Victorian former ground (The Dell) donde era lo recibían al grito de “He is God, Le God!”. Vistió la camiseta del Southampton en algo más de 500 partidos entre liga, Copa y Copa de la Liga, anotando más de 200 goles en quince temporadas (1986-2002).
Sus mejores años fueron, sin duda, desde la temporada 89/90 hasta la 94/95. En esos seis años, Le God anotó la nada despreciable cifra de 96 tantos.
Le fue concedido el título de “Freedom of the city” (libertad de la ciudad) por el consejo de Hampshire.
Con la selecciòn de inglaterra solo disputó 8 encuentros, si duda motivado por jugar en uno de los equipos denominados pequeños. Le Tissier pudo elegir si jugar con Francia o con Inglaterra. El propio Matthew llegó a afirmar en una ocasión que si hubiese sido italiano o francés habría disputado muchos más partidos internacionales. Aún así, nunca se arrepintió de su decisión de defender a los tres leones.
Incluso pudo elegir alguna que otra selección nacional porque los nacidos en las Channel Islands pueden ser convocados por cualquiera de las Federaciones de Fútbol del Reino Unido (Escocia, Inglaterra, Gales o Irlanda del Norte). Aunque se rumoreó que pudo jugar con Escocia, nunca ocurrió.
Lo que hace diferente a Le Tissier en na época de mercantilismo y negocio en el fútbol , és precisamente todo lo contrario , el amor a unos colores y la fidelidad a un club, rechazando llamadas y libras de clubes tan poderosos como Liverpool y Manchester United.
Su forma de jugar era carrera limpia, con el balón siempre controlado. Cabeza arriba e inteligencia. Un disparo maravilloso con ambas piernas. Y siempre algo de imaginación. Muchos de sus goles fueron con toques distintivos de su calidad. Perfecto lanzador de penaltis, sólo falló uno de cincuenta en su carrera deportiva, y temible en las faltas directas. También remataba de cabeza. Su toque era estético y siempre buscaba la innovación.
LOGROS
Un avión de la compañía Flybe con sede en Guernsey lleva su nombre y un bloque de edificios de la ciudad de Southampton, construido sobre lo que antes era el estadio del equipo (The Dell) también se llama Matthew Le Tissier.
En todos los accesos hasta la ciudad conocida como ciudad de los santos, uno puede leer un curioso cartel a la entrada de Southampton, que reza así: ‘Welcome to Southampton, you’re entering the country from Le God’. [Bienvenido a Southampton. Está usted entrando en el país del Dios]. De ese letrero podría inferirse que la comunidad de habitantes de Southampton es muy religiosa, lo cual es cierto, aunque basta un cuarto de hora en el corazón de la ciudad para descubrir que, para los doscientos mil vecinos de Southampton, el concepto de Dios tiene su raíz en el fútbol. En la ciudad desde la que zarpó el Titanic, el título honorífico de Dios de Southampton es para un futbolista. Un tal Matt Le Tissier.
Respecto a su mote , él dijo una vez “Me llamaban Le God, pero podría haber sido Matt The Fat [Matt el gordo]. Bebía tanta cerveza antes de los partidos que a veces me pesaba el culo. También me pasaba con las hamburguesas y el chili”. “Cuando me llamaban Dios, no sabía qué decir, sobre todo si me cruzaba con un cura. Yo no era Dios, claro“.
De su amor a los colores esta frase “Es fácil jugar en el Manchester United o en el Liverpool. Yo prefiero jugar al borde del abismo, con presión, sacando a un equipo de bajar a Segunda. Jugar en los mejores clubes es un reto bonito, pero hay un reto mucho más difícil. Jugar contra los grandes y ganarles. Yo me dedico a eso“.
Según cuenta, su mejor compañero fue Ronnie Ekelund, jugador del Barsa B (imaginad el nivel del equipo) , y comenta a raiz de la llamada de los grandes: “Antes de un partido en casa, Matt me comentó que el Chelsea le había hecho una oferta de tanto, tanto dinero, que la vida de los hijos de sus hijos estaría resuelta. Luego se calzó las botas, se puso la camiseta con el siete a la espalda y me dijo que él no valía todo ese dinero. Aquel día ganamos, Matt marcó un golazo, se duchó y se fue a casa. Nunca devolvió la llamada al Chelsea“.
La única prueba existente de que Le Bouncy Castle For Sale Tissier era humano, y que estaba hecho de carne y hueso, había llegado un año antes, un 24 de marzo de 1993, en un partido de la First Division. Hasta entonces, ‘Le God’ había anotado todos los penaltis que había chutado. Aquella tarde, Matt había marcado un golazo, y tenía en sus botas la oportunidad de empatar la contienda ante el Nottingham Forrest de Roy Keane y Nigel Clough, el vástago del mítico Brian Clough. Le Tissier cogió la pelota, la colocó en el punto fatídico, cogió carrerilla y pateó, para sorpresa de todos, de modo defectuoso. La pelota salió mordida y Mark Crossley, el meta visitante, alargó la mano para despejar la pelota y conjurar el peligro. Crossley, siempre recuerda aquella parada como un fenómeno extraño.
– “Él era un seguro de vida, pero la pegó mal y lo paré. Ganamos 1-2 y, después del partido, Matt se me acercó y me dijo que algún día tenía que fallar, y que esperaba que mi parada me diera buena suerte para jugar algún día con mi selección“.
Aquella tarde no lo sabía, pero años después, Mark Crossley, que llegaría a ser el portero titular con la selección de Gales, pasaría a la historia como el único portero que fue capaz de detener un penalti a Matt Le Tissier. Después de casi 16 años en el Southampton, ‘Le God’ anotó todos y cada uno de los que lanzó. Ejecutó 50 penaltis y anotó 49. Después de fallar ante Crossley, nadie volvió a detenerle una pena máxima.
Esta frase pronunciada por le God resume su filosofía:
“No estamos aquí por mucho tiempo, pero si para pasar un buen rato bueno”.
Y ahora pasemos a su video, hay multitud si buscais por la red, aquí salen sus 10 mejores goles, son para flipar.
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16 Comments on "MATTHEW “LE GOD” LE TISSIER"
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Os dejo un link con un reportaje de Fiebre Maldini sobre Le Tissier.
http://www.plus.es/videos/Futbol/Fiebre-Maldini-Le-Tissier-II/20080304pluutmftb_1/Ves/
Perdón, esa era la segunda parte. Esta es la primera.
http://www.plus.es/videos/Futbol/Fiebre-Maldini-25-Le-Tissier/20080226pluutmftb_1/Ves/
Le Tissier forma parte de mis mejores recuerdos en esos primeros años noventa sobre la liga inglesa. Aparte de ese fiel compromiso con The Saints hay que recordar que fue un extraordinario jugador, al nivel de lo mejor que pudo haber salido de las islas en esos terribles años oscuros de la sanción tras la tragedia de Heysel. Fue continuador de una excepcional generación de futbolistas ingleses como Hoddle, Waddle, Barnes, Beardsley, Gascoigne, Robson o Lineker, en esa transición de finales de los ochenta a principios de los noventa. A partir de ahí, la Premier volvió al primer plano continental… Read more »
muy romantico , y muy buena historia , si , de acuerdo….pero…maadrecita del alma ¿habeis visto que golazos?
Pues sí, peazo goles. Menudo disparo lejano que tenía el tío, cómo las enganchaba. Aunque me quedo con el de vaselina.
Yo vi jugar a Le Tissier cuando vivía allí. Es uno de los últimos ejemplos de un modo de entender el juego del fútbol típicamente inglés. La Premier ha cambiado tantas cosas que no sé si volveremos a ver otro igual.