Me propongo en los siguientes párrafos la tarea de resumir lo que el rugby nos deparó en los últimos 365 días. Antes de nada, una aclaración. En el rugby union, el que me interesa, el XV, lo más importante es el nivel internacional, el rugby entre selecciones. Sí, hay ligas y competiciones de clubes, provincias o franquicias aquí y allá, nacionales e internacionales, muy importantes, pero a menudo su función sigue siendo poco más que poner en forma a los jugadores que tendrán el honor de vestir las camisetas de la rosa, el springbok o el helecho plateado en los test matches. Por esta razón, el presente resumen se centrará en el nivel internacional, dejando el club level de lado aunque no se descarte de plano dedicarle un post aparte. Ya veremos. Tampoco hablaré de nuestra selección por dos motivos: hace mucho que creo que el rugby español no tiene remedio y lo dejé por imposible y en segundo lugar por que es una historia de autodestrucción en forma de melodrama cutre que, francamente, no me apetece nada. Al tema.

FEBRERO: 6 Naciones

El Torneo norteño por excelencia comenzaba con altas expectativas. A pesar de que Gales se presentaba con una racha nefasta en cuanto a resultados (había perdido todos sus partidos en noviembre), Inglaterra había logrado vencer a los All Blacks en Twickenham el primero de diciembre en un choque espectacular, se esperaba mucho otra vez de Francia (una esperanza que pronto comprobaríamos infundada), Escocia volvía a parecer un equipo e Italia debía dar un paso adelante definitivo. En Irlanda eran todo dudas (y lesiones) pero es un equipo con tanta calidad que todo era posible.

Sin embargo fue un Torneo duro para el espectador. El buen rugby apareció con cuentagotas y algunos partidos fueron un suplicio incluso para el aficionado más incondicional. Tras una buena primera jornada con un notable Gales-Irlanda en el Millenium y un buen partido en la Calcutta que ganó bien Inglaterra, el resto de la competición se fue apagando entre golpes de castigo, melés derrumbadas y muchos más errores que aciertos por parte jugadores que uno supone de talla mundial. ¿Síntoma o consecuencia? ¿Es lo que suele pasar cuando son la fuerza y la defensa las cualidades en las que se fundamenta la elección de jugadores y los planes de juego? Son dos buenas preguntas que no sé si tienen buenas respuestas.

En fin, el Torneo no se redimió pero sí que nos dejó un último partido entre galeses e ingleses en Cardiff en el que los de la rosa podían hacerse con el Grand Slam, el primero desde el mágico 2003 ya lejano. Escribí que después de poner una pica en Dublín (la primera, también, desde 2003) era el partido en el que Inglaterra debía mostrar de qué pasta estaba hecha. El 30-3 final tras una horrorosa segunda parte inglesa, demostró que era todavía un equipo por hacerse, inmaduro. El resultado, al fin, le daba el Torneo a Gales por segundo año consecutivo aunque esta vez sin Triple Corona ni Grand Slam. Un equipo el galés que se guardó para el último día lo mejor de su conocido repertorio: fiereza en la disputa, velocidad y fuerza bruta para romper por el medio y tres tipos atrás descomunales.

Del resto de selecciones, uno se quedaría con Escocia que ganó dos partidos seguidos otra vez desde, creo, 2001, ambos en su feudo de Murrayfield. Es verdad que la victoria ante Irlanda fue bastante increíble y la de Italia menos contundente de lo que señaló el marcador (34-10), pero los escoceses se sacaron de la manga un muy meritorio torneo y un ramillete de jugadores muy interesante como Greig Laidlaw, para mí el mejor 9, el holandés volador Tim Visser o el posteriormente ascendido a Lion Stuart Hogg. Muy cerca Italia, siempre competitiva y con posibilidades de juego desconocidas hasta ahora. Dejaron de ser sólo una melé amenazadora para añadir variantes en el juego abierto que la llevaron a derrotar otra vez a Francia y a Irlanda, y a poner en jaque a la reina en un partido en Londres que no merecieron perder.

La plaga de lesiones e incomprensibles bajones físicos en las segundas partes llevaron a Irlanda a su peor clasificación desde que juegan 6 equipos. Una sola victoria (conseguida en el lugar a priori menos propicio, Cardiff) les llevó a disputarse la cuchara de madera con Francia, una lastimosa Francia que finalmente se llevó el dudoso honor por peor diferencia de puntos.

JUNIO: British and Irish Lions y otras hierbas

Para el mundo anglosajón, las giras de los British and Irish Lions son el mayor acontecimiento entre mundiales e incluso, para algunos, supera a la cita mundialista. Todo lo que de manera idealista representa el rugby union en lo que se refiere a tradición, honor y orgullo se condensa en la figura de ese equipo de turistas, esa selección que siempre juega fuera de casa tratando de imponerse en una serie de tres partidos a las todopoderosas potencias sureñas en su terreno. Como en casi todo, la realidad es mucho más prosaica y tiene mucho más que ver con el negocio. La franquicia Lions es una máquina de hacer dinero para patrocinadores, federaciones y televisiones y no hay que ser adivino para aventurar que las giras continuarán existiendo básicamente en la medida de que eso siga siendo así.

La gira de 2013 ha sido la más mediática y seguida de la historia y sin duda ha supuesto un espaldarazo al alicaído rugby union australiano, que no pasa por su mejor momento ni deportivo ni económico, derrotado hace tiempo en la batalla de la popularidad por el rugby league y no digamos ya si lo comparamos con el inalcanzable football australiano.

En el plano deportivo, podría hacerse buena la muy taurina frase corrida de expectación, corrida de decepción. Warren Gatland, neozelandés que dejó en excedencia el cargo de seleccionador galés para ser entrenador jefe de los turistas siempre lo tuvo muy claro. Los Lions habían ido a Australia a ganar, el que quiera espectáculo que vaya a ver al Circo del Sol. El razonamiento es muy sencillo: la última expedición británico-irlandesa exitosa había sido hace 16 años en Sudáfrica. Nadie se acuerda, ni pregunta ni le importa si aquella selección jugó bien, mal o regular. El caso es que el equipo de los Wood, Johnson, Guscott o Jenkins es histórico y eso es lo que pretendía este de 2013. El precedente de 2009, también en Sudáfrica, de un equipo que jugó un rugby excelente por momentos pero que se fue a casa derrotado debió pesar y mucho.

La gira, que duró más de un mes, desde el simulacro de partido en Hong Kong ante unos lamentables Barbarians (otro hecho diferencial del rugby en claro peligro de extinción) hasta el primer test en Brisbane produjo más ruido y quejas por el escaso interés de las franquicias australianas del Super 15 por ser una verdadera piedra de toque para los turistas que otra cosa. El meollo del asunto, las series ante una Australia deprimida, diezmada por las lesiones, lejos de su mejor nivel y con mal ambiente entre técnico y jugadores, depararon escasos oasis de inmensa calidad en medio de fases de juego más bien tediosas. Algún ensayo de una ex-estrella del league como Israel Folau (una de las mejores apariciones del año), la imagen de North cargando al propio Folau o la demolición absoluta de los Lions en la segunda mitad del tercer y definitivo test ante una Australia que había bajado los brazos lastimosamente fue lo más destacado de unos partidos que estuvieron lejos del dramatismo y la épica de 2009. Así y todo, Australia tuvo una patada desde casi el medio del campo que marró Kurtley Beale tras resbalarse que pudo haber cambiado el destino de la serie.

Mientras todo esto ocurría en la isla-continente, el resto de potencias sureñas se ponían a tono para el inminente Rugby Championship (una manera pomposa de llamar al antiguo TriNations tras la inclusión de Argentina) a la manera tradicional, es decir, con enfrentamientos ante los equipos del Hemisferio Norte. Las enormes distancias kilométricas hacen inviable unos test matches como los de noviembre (un fin de semana en cada país) así que en el otoño austral lo que se lleva son las series de partidos entre los mismos rivales. Así, Francia visitaba Nueva Zelanda para ser despedida con un esperado pero no por ello menos humillante 3-0, no tanto por el resultado de la serie si no por que nunca estuvieron en condiciones de ser un rival de verdad para los de negro, que empezaban su temporada internacional de manera inmejorable.

Argentina, que sigue envuelta en un complicado relevo generacional, recibía a una Inglaterra que se presentaba sin sus 10 Lions, lo que no fue óbice para asestar dos palizas a los pumas que hacían vislumbrar muchas dificultades para los albicelestes cuando tuvieran que enfrentarse a springboks o all blacks. Una victoria sin brillo ante Georgia fue todo lo que sacaron los argentinos.

Pero lo mejor de este mes de junio iba a tener lugar en Sudáfrica. Allí montaron un torneo cuadrangular con Escocia, Italia y los siempre peligrosos samoanos que iba a deparar algunos partidos formidables. Ganaron como se esperaba los sudafricanos, eso sí, pasándolas canutas contra los escotos en uno de los mejores partidos del año.

Highlights giras de junio

SEPTIEMBRE: Choque de trenes, Romain Poite y Ellis Park

Desde mediados del mes de agosto se disputaba el gran torneo sureño de selecciones, con milimétrico cumplimiento del plan que se adivinaba el mes de junio: Argentina y Australia parecían meras comparsas; es verdad que Australia se fue entonando y acabó siendo un fuerte rival para NZ en el cuarto partido de la Bledisloe ya con el torneo concluido, pero todo el mundo presenciaba esas primeras jornadas como un simple aperitivo o una manera de pasar el rato hasta el momento en que los gigantes colisionaran.

Hubo que esperar hasta la cuarta jornada, al 14 de septiembre y en el estadio fetiche para los neozelandeses: Eden Park, Auckland, lugar en el que nadie les ha derrotado desde que Francia lo hiciera en 1994 con el célebre “ensayo del fin del mundo”. Pero eso es otra historia.

La expectación era máxima pero el resultado fue un tanto decepcionante no por el partido en sí, si no porque acabó siendo protagonista quien nunca debe serlo: el árbitro. Romain Poite, quien fue objeto de una agria polémica al expulsar al inicio de la segunda parte a Bismarck du Plessis, el magnífico talonador de los springboks y de Natal, tras haberle amonestado en la primera parte por un placaje peligroso sobre Dan Carter, a resultas del cual el 10 all black tuvo que abandonar el encuentro lesionado. Antes había concedido una marca controvertida a Nueva Zelanda y tuvo errores gruesos durante todo el partido. Hagamos un alto para dejar algo claro: como el resto de los actores del juego, el árbitro tiene el derecho (no la obligación) a equivocarse. Insinuar, deslizar o pretender que esos errores son dirigidos o tienen oscuras intenciones es cruzar una linea peligrosa que ya sabemos dónde acaba.

El partido fue realmente digno de los mejores equipos del mundo, al menos mientras hubo igualdad numérica en el campo. Nueva Zelanda se apoyaba en su inmensa capacidad para abrir espacios con su habitual precisión y velocidad mientras los sudafricanos a su ancestral rocosidad añadían buenas dosis de velocidad en el juego para convertirlos en un equipo temible. La fogosidad, cuando no la pura violencia, en las disputas es a la vez virtud y condena en Sudáfrica: siempre en el borde de lo reglamentario, su facilidad para la gresca y los placajes intimidatorios son un imán para las tarjetas y eso se paga en partidos que se deciden por detalles. La segunda parte, ya 14 contra 15, no tuvo demasiada historia, como si ambos conjuntos prefiriesen dejar pasar los minutos sin hacerse más daño y afilar los cuchillos para una última jornada que, después de vencer los de negro a Argentina y los verde y oro a los wallabies, lo decidiría todo. Ambos cumplieron, aunque Sudáfrica se quedó a medias: ganó pero no consiguió el cuarto ensayo (tuvo casi toda la segunda parte para lograrlo) que les hubiera dado el punto bonus y una verdadera posibilidad de ganar el torneo.

Si el choque de Eden Park era esperado, el cierre en Ellis Park superó los límites de lo razonable. Por suerte no ha llegado al rugby la sinrazón del partido del siglo de todos los años que tanto afecta a otros tipos de fútbol, pero todo hacía presagiar una tarde extraordinaria y a fe que no decepcionaron. El bonus defensivo (perder por siete puntos o menos) bastaba a NZ para revalidar el título hiciese lo que hiciese Sudáfrica, pero poco les conoceríamos si creyéramos que iban a conformarse con algo así. Y no lo hiceron. Su misión era demostrar en la casa favorita de su mayor rival que todavía tienen algo más. Que basta de escudarse en supuestos arbitrajes favorables. Que no importa lo mucho que hubiera crecido Sudáfrica bajo la dirección de Heineke Meyer, ellos siguen siendo los mejores y lo iban a demostrar. Por suerte para todos, Sudáfrica también salió dispuesta a demostrar que tienen armas para enfrentarse, que aceptan el desafío y que no temen encontrarse a campo abierto con un equipo lleno de asesinos en serie. La mezcla de todo esto ofreció un cóctel inolvidable, sublime, del que vale la pena recuperar al menos los highlights. Al final de un partido en el que acabó con calambres de todo lo que le hicieron correr, el árbitro, Nigel Owens, señaló “this match shows what rugby union is all about”. Uno no puede menos que darle la razón.

NOVIEMBRE NEGRO

Noviembre es un mes en el que los primeros fríos realmente serios, la insultante escasez de luz solar y que por no haber no hay ni carreras de bicis hace que más que vivir, uno lo que hace es sobrevivir. Por suerte es un mes en el que vuelve a abrirse la ventana al rugby internacional para que el sur visite al norte.

Tengo que confesar que tengo debilidad por los Internacionales de Otoño. En tiempos, antes de que internet y los streams piratas nos trajeran el rugby non stop doce meses al año, noviembre era la única ocasión para ver por estas latitudes a las potencias del sur, para que uno lograra constatar de que estaban formados por seres humanos luego de que si por suerte le llegaba alguna crónica del down under creyera poco menos que se trataba de equipos de ciencia ficción.

En esta ocasión Nueva Zelanda se presentaba con un casillero inmaculado de derrotas y la cuestión era comprobar si había en el norte quien fuera capaz de hacerles hincar la rodilla. Ni el Stade de France ni la Catedral londinense vieron la proeza, aunque en partidos por lo demás muy disputados. Quedaba Dublín, en ese estadio postmoderno levantado sobre los cascotes del viejo Lansdowne Road y que lleva nombre de aseguradora donde aguardaba el equipo irlandés que había sufrido una abultada derrota a manos de unos wallabies que tras caer en Londres ante Inglaterra estaban acabando el año acercándose a su mejor nivel.

Pocos, por no decir nadie, creía en los verdes. Quizá salvo ellos mismos. Salieron al campo como si no hubiera mañana, y ante la sorpresa general y la incredulidad de propios y extraños les calzaron a los de negro tres ensayos que ponían el 19-0 en el marcador antes del minuto 20. Irlanda era un ciclón, parecía que jugaba con tres tíos de más. Savea lograba recortar distancias después de una patada a la esquina de Cruden mientras Sexton convertía en puntos el buen hacer de los suyos en las abiertas para llegar al descanso con 22-7. Nueva Zelanda estaba tocada pero no hundida y la segunda parte fue un toque a rebato constante de los all blacks mientras los del trébol tenían que multiplicarse en defensa para parar las acometidas rivales. El pilar neozelandés Ben Franks conseguía rebasar la resistencia para poner el 22-15 a falta de un cuarto de hora. El epílogo fue fascinante. Sexton tuvo en sus pies la patada que hubiera puesto a Irlanda fuera del alcance de un ensayo transformado. Una patada ligeramente escorada a la derecha y relativamente cercana, que falló. El estadio aguantaba la respiración en esos instantes finales dramáticos, pero Irlanda no pudo resistir el último ataque: una ruptura por aquí, una pase prodigioso por allá e Irlanda despertó del sueño.

IRLvsNZ highlights

Sudáfrica volvió a irse a casa de vacaciones con pleno de victorias en el periplo otoñal, primero ganando a Gales son suficiencia, aplastando a los escoceses en Murrayfield (un equipo el escocés del que lo mejor que puedo decir es que por fin tienen una ropa que mola) por un 0-28 que lo dice todo y finalmente a Francia con el esfuerzo justo. Para casa y temporada notable para los springboks. Australia ha ido creciendo a medida que Quade Cooper se fue haciendo gigante, llegando a desbloquear el modo Dios el último día contra Gales. Perdió ante Inglaterra en un partido cerrado de esos en que los ingleses disfrutan como marranos en el barro, por cierto el resultado que impidió que los equipos del norte perdieran todos los partidos ante las potencias sureñas lo que demuestra varias cosas: la primera es que en el Sur todavía se juega a otra cosa, y la segunda es que Inglaterra, con todas las pestes que se puedan echar de su juego, con todos los problemas que se quieran, y más, para crear cuando el balón va más allá de los medios, sigue siendo la más dotada para dar guerra a esa gente. Llamadlo mentalidad, llamadlo orgullo.

Highlights ventana de otoño

VOTACIÓN PARA LA ELECCIÓN DEL MEJOR JUGADOR DEL AÑO

Vamos con la encuesta. Vaya por delante que no creo en las individualidades por que no destacan normalmente en equipos que no funcionen, Pero esta es obligada. ¿quién creéis que ha sido el jugador más destacado de 2013?

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