Portada
En el mundo del pop y del rock hay espacios reservados para los más grandes, lugares asignados para las estrellas y grandes vendedores, e incluso hay sitios especiales destinados para los artistas de culto, aunque sean minoritarios. Hay otro hueco, muy disputado, que no se ocupa permanentemente. Es un espacio en el que se entra gracias a un disco afortunado, o tan solo por una canción, o por la adaptación de algún tema por una gran estrella. Este sitio suele estar ocupado por artistas de carrera dilatada, con frecuencia irregular, casi siempre en un discreto segundo plano, pero eso sí, llevado con dignidad. Bienvenidos a la ilustre cofradía de los segundones del rock.
Uno de estos secundarios de lujo es John Hiatt. Estadounidense de Indiana, creció arropado por los primeros sonidos del rock pero también de la música tradicional norteamericana. Rockero con raíces. Ya lo sé, no es el primero ni será el último, los segundones no son precisamente originales. Buen guitarrista y con esa típica voz aguardentosa y cascada que a veces tanto atrae, propia de vidas, ay, turbulentas, Hiatt fue haciéndose un pequeño espacio como compositor y músico de estudio. No os aburro con la larguísima lista de artistas que han grabado sus canciones. Sus primeros discos en solitario son interesantes pero no sorprenden ni enganchan demasiado. El siempre delicado terreno de la indefinición estilística. Asociado después con Ry Cooder llega a ser más conocido, pero tampoco mucho más. Curiosamente, el estallido de la new wave británica, con cantantes de voz rota y gustos americanos (Elvis Costello, Graham Parker…) le da una nueva oportunidad y Geffen Records invierte dinero en un despistado Hiatt, le promociona tres discos entre 1.982 y 1.985 (el último con el mismísimo Costello de invitado) y, vistos los mediocres resultados crematísticos, finalmente le deja ir. No es gonfiabili justo, desde luego. John Hiatt quizá no sea John Fogerty o Neil Young pero cualquiera de esos discos es más potente y sincero que uno de Bryan Adams o John Cougar.
Hiatt, decepcionado, empieza a deslizarse por esa peligrosa senda mil veces transitada: alcohol, problemas personales, agobios económicos, más alcohol…. Pero a veces ocurren pequeños milagros. En Gran Bretaña se acuerdan de él y allá va Hiatt en 1.987 para grabar un disco supervisado por Glyn Johns (productor de The Who, Eric Clapton, Eagles. …) junto a un reducido grupo de amigos: Jim Keltner a la batería, Nick Lowe al bajo y Ry Cooder a la guitarra. Nada más y nada menos. El resultado es Bring the family, su octavo LP y sin duda el mejor. El trabajo gusta a la crítica más exigente y encima tiene dos pequeños éxitos, “Memphis in the meantime” y, sobre todo, “Have a little faith on me”, un baladón en el que Hiatt se acompaña solo de un piano. Bring the family es un disco limpio y recogido, grabado sin prisas, propio de quien se reúne con un grupo de amigos para compartir buenos momentos. Un trabajo maduro lleno de recuerdos a lugares queridos, confesiones íntimas (“Alone the dark”, ” Lipstick sunset”…) canciones a medio tiempo,que a veces recuerdan temas fronterizos (Ry Cooder, claro), o un rock más clásico (“Paper thin” con acordes del “Bitch” de los Rolling Stones) y Hiatt cantando como nunca .
Después, regreso a la discreción. Hiatt ha seguido grabando discos (lleva ya 20 más o menos), algunos estupendos y otros menos buenos, pero siempre es agradecido escucharlo. Seguro que en cualquiera de ellos encontráis una canción que os atrape. Solo hay que tener un poco de fe en él.
Contraportada
Los Rolling Stones tienen una escudería de abogados temida en todo el universo rockero. Incansable, esta jauría de profesionales implacables se dedica día y noche a buscar posibles plagios, acordes robados, riffs copiados de sus Satánicas Majestades para interponer la pertinente demanda. Esto es algo que ha podido comprobar a su pesar gente como Richard Ashcroft, líder de los fenecidos The Verve, a quien de nada sirvió proclamar su admiración hacia los Stones para salvarse de una segura denuncia por supuesto plagio en su famosa “Bitter sweet simphony”.
Pero ¿Y si la situación se invierte? Pues podéis preguntárselo a Willie Nile. Los Rolling Stones copiaron una canción del primer disco de NIle en 1.980 para su Emotional Rescue también del mismo año (¡y encima con idéntico título, “She so cold”!). La discográfica de Nile vio entonces el momento de sacarle unos cuantos dólares al avaro Mick Jagger, pero Nile -quizás con más astucia de lo que puede parecer- intervino: “Es un honor para mí”, afirmó y zanjó la cuestión. Este es Willie Nile, un tipo honrado y sensato, Natural de Buffalo y afincado en la vecina Nueva York, familiar de músicos y amante de la música antes que músico, sus inicios en este oficio fueron los típicos: patearse todos los clubes y salas del Estado, cobrar poco, pasar hambre y esperar una oportunidad. Esta llegó con su primer disco, ya citado, de título obvio, Willie Nile. Poco tardó una prensa ávida de titulares en difundir eso tan manido de “el nuevo Dylan ha llegado” o “el sucesor de Springsteen ya esta aquí”, pero Nile, que es un hombre sensato, como dije antes, ni se inmutó:”Me encantan los dos, por eso no me lo tomo muy en serio” declaró.
Todo iba razonablemente bien. Nile había publicado ya dos discos con buenas críticas y aceptables ventas cuando las cosas se torcieron. Problemas contractuales le obligaron a posponer nuevos trabajos. Incomprensiblemente, la situación se alargó varios años.Cuando todo parecía estar solucionado, un nuevo problema y dos años más de retraso. Su tercer inflatable park disco, Places I have never been (1.991) salió 10 años después del anterior. Y entonces, por razones que desconozco, Nile decide, voluntariamente, parar. Así es muy difícil hacerse un nombre en un escenario tan cambiante como el rockero. Pero Nile no se había ido, solo hibernaba.
En 2004 regresa con Beatiful wreck of the world, sentida píldora de rock urbano, vigoroso y potente. Su carrera vuelve a coger ritmo y en 2006 edita Streets of New York, para mí su mejor disco. Nile no ha olvidado sus comienzos nuevaoleros. Ecos de los Ramones o Patti Smith están presentes y además homenajea a Joe Strummer con una versión del” Police in my back” de los Clash. Pero, sobre todo, Nile demuestra ser un excelente rockero urbano a la altura de su también admirado Tom Petty (y un músico solidario, “Cell phones (ringing in the pockets of the dead)” está dedicada a las víctimas del 11-M madrileño).
Con una carrera encauzada por fin, Nile puede seguir publicando discos excelentes (tres más, el último, American Ride, este año) y hacer extensas giras (ha estado en España varias veces) con un directo enérgico y poderoso. Cierto, no se ha convertido en el “nuevo Dylan” o en el “recambio de Springsteen”,pero es uno de esos “segundones” estupendos que rara vez te decepcionan. Algo que en tiempos como estos es bueno valorar.
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1 Comment on "PORTADA Y CONTRAPORTADA: JOHN HIATT/WILLIE NILE"
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En este caso no conocía a ninguno de los dos músicos y, quizá por ello, me ha costado más que nunca decidir. Finalmente he votado a Willie Nile (de lo cual me alegro, pues veo que iba perdiendo 3-0), pero es un empate técnico a todas luces.