UN VIAJE DE CINE A LA INFANCIA (y IV)

princess and the frog screenshot

A finales de 1995 se estrenó la película que lo cambiaría todo. El uso del CGI en los años precedentes y su perfeccionamiento llevaban consigo el camino inexorable de realizar un largometraje enteramente animado por ordenador. Este sería Toy Story y Disney ejercería de productora junto con Pixar, la empresa que, irónicamente, comenzaría a vivir una historia muy parecida a la que vivió el estudio tras el estreno de Blancanieves y los siete enanitos. ¿Cuál es la verdadera influencia de Toy Story en la historia de los filmes de animación tradicional? Tardaría algún tiempo en verse, puesto que la incursión en la animación por ordenador era vista como un experimento entonces, pero a la larga se acabó imponiendo de tal manera que los grandes filmes del estudio pasaron a realizarse bajo esta técnica, relegando a la animación más clásica a un segundo plano, como herramienta para filmes menores y como una reliquia del pasado. Gloriosa, sí, pero reliquia al fin y al cabo. Y es que el auge de Pixar nos lleva al ocaso de Disney. Progresivo pero inexorable tras una segunda edad de oro vivida entre 1989 y 1994.

Antes del estreno de Toy Story, Dinsey estrenó su gran baza para ese año de 1995: Pocahontas. No fue ni mucho menos un fracaso comercial. Se invirtieron unos 55 millones de dólares y recaudó 346 millones (Toy Story recaudó prácticamente lo mismo pero costó 25 millones menos). Pero la tendencia de los filmes que vendrían a continuación quedó marcada. Perfección absoluta a nivel técnico, pero unas historias que no llegan a conectar del todo con el público. En Pocahontas es la primera vez que Disney se atreve a adaptar una historia real, con personajes que existieron de verdad. Aún así, es necesaria una reformulación extrema de la historia con tal de que esta case con el estilo de los romances del estudio. Si bien se intentó que la relación de Pocahontas con John Smith tuviese tintes que recordasen a Romeo y Julieta, esta adoleció de una frialdad extrema. De hecho, este es el mayor problema de la película. El espectador queda absorto con los paisajes de esta Norteamérica ignota para los occidentales y la belleza de canciones como “Just around the riverbend” y “Colors of the wind“, pero a la que uno intenta profundizar en los personajes o encontrar ritmo o interés en la historia, se queda con nada. Es un preciosismo tan formal que se olvida del alma.

La historia pretende mostrarse como la quintaesencia de la reconciliación entre nativos americanos y colonos ingleses (o sus descendientes) poniendo a los dos personajes estereotípicos en el centro de una historia de amor que expíe los odios entre razas. Pero Pocahontas no llega. Incluso en ocasiones parece que tampoco lo intenta. Al final no hay lucha entre ninguno de los dos bandos, cierto, pero eso no deja de esconder el hecho que los colonos llegaron para quedarse, arrebatando tierras y vidas en el proceso. Además, Pocahontas no tiene los rasgos indios propiamente dichos, es más bien una mujer del sudeste asiático de tez morena -ahondando en el ideario colonizador occidental de la belleza exótica-. El lenguaje del filme hace referencias a la misión civilizadora de los europeos y a la barbarie de aquellos pueblos no occidentales (la canción “Savages“). John Smith trae la civilización, como le dice a Pocahontas. Y no solo eso sino que, cuando llega el momento, el chamán indio reconoce que no tiene conocimientos para curar la herida de bala, siendo necesario que John Smith regrese a Londres. Y regresa con el amor de una nativa, la cual ha descubierto que el hombre blanco es el verdadero modelo, puesto que el varón indio que la pretendía yace muerto en el bosque.

El filme es denostado por las entidades de defensa de los derechos de los indios americanos y su mayor crítica es la perpetuación de un estereotipo indio completamente alejado de la realidad y que sólo refleja una culpa no aceptada por parte de los descendientes de los colonos por la destrucción de la cultura india. Quizás Pocahontas en su esencia pretendía ser más inocente, pero hay ciertos aspectos que no están bien medidos y que emborronan esa inocencia con un brochazo de racismo e ignorancia.

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Siguiendo la tónica de un estreno al año, en 1996 Disney se desmarcó de las historias a las que tenían al público acostumbrado llevando a los cines una de sus obras más adultas, oscuras y complejas: la adaptación de El jorobado de Notre Dame de Víctor Hugo. Era un proyecto faraónico y extremadamente ambicioso. Tan ambicioso que el equipo creativo tuvo que hacer frente a las imposiciones del estudio para desmarcarse de la crítica a la Iglesia tan potente que lleva el libro. Tuvieron que convertir al antagonista de la película, Claude Frollo, en un juez porque los ejecutivos de Disney consideraban que si eran fieles al texto y lo mantenían como el archidiácono de Notre Dame, podía causar demasiada controversia y por tanto dar mala publicidad al filme y a la compañía. Y aún así, los animadores pusieron el suficiente esmero en mostrar a Frollo como una figura eclesiástica gracias a sus diseños visuales y a la moralidad de su figura como juez mostrada en el guión.

Esta intencionalidad de la compañía por desmarcarse de la religión de forma clara data de los tiempos de Walt Disney, quien pretendía evitar la menor mención a dios, la iglesia u conceptos de tradición judeocristiana para así contentar a la mayor parte del público. Y es esto lo más interesante de El jorobado de Notre Dame, pues, mediante la ambigüedad y los juegos de palabras, logran hacer que Disney represente al poder eclesiástico y a la cristiandad en un largometraje por primera vez y de forma abierta, eso sí, sin menciones directas.

La simbología religiosa también afecta a Quasimodo a quien pretenden representar como un ángel atrapado en un cuerpo deforme e impío; sus acciones y forma de ser son de una pureza e inocencia celestial y además vive en el campanario de la catedral, cerca del cielo, donde se mueve con soltura, mientras que cuando baja a la tierra, se mueve con miedo y necesita de un disfraz.

Para adaptar la historia al estilo de Disney el destino de Esmeralda y Quasimodo es cambiado, pero aún así se intentan ceñir lo máximo posible al texto. Incluso mantienen el debate interno de Frollo por la lujuria irrefrenable que siente por Esmeralda y su obcecación por las normas de la Iglesia/ley y el uso que hace del fuego como elemento purificador de su alma y del alma de la ciudad -e irónicamente muere cayendo al fuego del averno que Quasimodo origina desde los cielos de la catedral para salvar a Esmeralda y la pureza verdadera-. Obviamente, el original es demasiado adulto y desesperanzador y las canciones, salvo algunas excepciones (“Hellfire“), no casan bien con la adaptación. Los alivios cómicos, como las gárgolas (cuyos nombres son un homenaje a Víctor Hugo) también sobran. Pero el intento de Disney de acercarse a la grandilocuencia literaria, aunque sea a base de rebajar unos cuantos puntos la carga emocional y metafísica del original, es realmente encomiable y convierte a El jorobado de Notre Dame en la verdadera película olvidada de la ‘Disney Renaissance‘ y que merece ser reconsiderada como uno de los mayores esfuerzos artísticos del estudio, aunque no llegue al nivel alcanzado por otras películas, mucho más redondas en su conjunto.

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El éxito, pese a ir decayendo poco a poco, continúa y esto empuja al estudio a proseguir con proyectos arriesgados. El siguiente es Hércules, estrenada en el verano de 1997. Fue un relativo éxito comercial si la comparamos con el resto de películas de esta etapa y, esta sí, definitivamente marca la tendencia descendente en la calidad de los filmes de animación producidos por Disney.

Hércules era un proyecto arriesgado porque trataba de acercar al público infantil la mitología griega (a pesar de usar el nombre latino para el héroe –Heracles en griego-) adornándola con un envoltorio muy similar a Aladdin, es decir, una vis cómica muy marcada y basada en chistes de la cultura popular del momento del estreno (referencias a Michael Jordan, por ejemplo) con una finalidad de entretenimiento clara. ¿Lo consigue? A medias. Es una buena película vista como simple divertimento. Los chistes no siempre funcionan y está en el aire la sensación de que es una visión extremadamente pueril de lo que sería la mitología grecorromana. Con la cual quizás Disney se enfrenta a lo mismo que en Merlín el encantador: un material de origen demasiado elevado y difícil de adaptar. Es más, como primer acercamiento funciona, pero no demasiado. Da nociones pero con imágenes totalmente equivocadas (Hades como villano es una de las más claras).

La animación es buena, como siempre en estas grandes producciones de los años noventa y el diseño de los personajes trata de imitar el estilo de la cerámica de figuras negras, lo cual es una agradable novedad. Pero el estilo de musical sacado de Las Vegas, referencias que o no funcionan, o se quedan a medio camino y un infantilismo en exceso marcado, lastran el resultado final. A pesar de que el personaje de Hades salva la función en la mayoría de sus apariciones. James Woods le puso la voz en la versión original y lo dotó de una verborrea de abogado neoyorquino que es bastante graciosa y da al personaje un toque único. Su diseño es excelente y es uno de los malos más cómicos y recordados de la época moderna de Disney. Megara, por su parte, no es la típica princesa Disney o la damisela en apuros. Es el interés romántico de Hércules, representado como un héroe de buen corazón pero bobo, y es usada como arma por Hades. Además carece totalmente de la virginalidad de otros personajes femeninos del estudio y busca su propio beneficio en la mayoría de sus acciones.

La siguiente producción es Mulan, un intento por parte de los estudios de acercarse a la cultura asiática a través del  poema tradicional chino Balada de Mulan (transcrito por primera vez en el siglo VI), en el cual se explica la historia de Hua Mulan, quien tomó el lugar de su difunto padre -simplemente lesionado en la película- en el ejército durante doce años con grand mérito pero que rechazó cualquier tipo de recompensa por ello. El hecho de que se escogiese este tema también se debe a motivos políticos y económicos de la propia empresa Disney pues esta había financiado la película Kundun (1997) de Martin Scorsese, basada en la vida del decimocuarto Dalái Lama; cosa que no sentó nada bien al gobierno chino, así que con Mulan el estudio confiaba en limar asperezas para poder seguir explotando el lucrativo mercado chino.

Fue un mayor éxito tanto de crítica como de público que Hércules. El tratamiento argumental no es, ni de lejos, tan infantil y más que buscar un entretenimiento puro, se pretende contar una historia. Si películas anteriores pretendían explorar géneros cinematográficos como la aventuras (Los recatadores) o el thriller (101 dálmatas), Mulan es una incursión exitosa en el cine de acción bélica, aunque su principal problema es que las canciones, más que añadir algo a la narrativa, lastran el desarrollo de la misma. El personaje del dragoncito Mushu es el alivio cómico y es heredero directo de Sebastián, el cangrejo de La sirenita, tanto por similitud cromática como por actitud. Pero el personaje amenaza con ser tan cargante como el actor que le pone la voz, Eddie Murphy, afortunadamente sus escenas son ligeras y la mayor carga argumental del filme recae sobre la propia Mulan.

La animación es excelente con un dibujo más sencillo inspirado en la pintura tradicional china con tinta aguada. Además, para el uso del CGI en algunas escenas (el ataque de los Hunos en el paso de montaña o la batalla en la Ciudad Prohibida de Pekín) se recurrió a la ayuda de Pixar. Argumentalmente, lo más interesante de esta cinta es la inclusión en la trama del transvestismo -si bien lo toca desde una óptica cómica- y de la transgresión de los roles de género y las identidades sociales que estos conllevan. El mensaje es bastante feminista en este sentido y quizás Mulan sea el rol más rompedor que un personaje femenino haya tenido nunca en un filme Disney.

El último largometraje de Disney para despedir el milenio se basó en una saga de novelas de aventuras escrita por el americano Edgar Rice Burroughs, Tarzán. La película conservó el mismo título y fue el filme animado más caro de la historia (hasta el año 2002) costando 130 millones de dólares. Pese al desembolso de la compañía, se recuperó la inversión con creces. Las críticas fueron muy positivas, pero sobretodo se centraron en los logros en la animación, pues crearon todo un nuevo sistema para lograr producir fondos de CGI que pareciesen pinturas llamado Deep Canvas. Así, la animación es excelente: los escenarios de selva están dotados de profundidad, los juegos con la luz y los movimientos de los animales son increíbles y Tarzán surfeando las ramas de los árboles es una imagen que impactó mucho en su día. Pero si las críticas solo alaban el apartado estilístico, quiere decir que algo falla. Y efectivamente, la película adolece de una tremenda falta de ritmo. Los conflictos entre personajes están tratados de manera superficial y el único relevante es Tarzán, el resto son meros comparsas. El villano es un simple adorno al que se recurre por necesidad, los secundarios graciosos, en especial la gorila Terk -con una lastimosa voz de Rosie O’Donnell– son anodinos y cargantes y el primer tercio de la película, con la infancia de Tarzán puede causar más de un bostezo. Y el mito del buen salvaje, elemento clave en las historias creadas por Burroughs, que hubiese ofrecido mucho más juego a nivel temático, a penas se puede ver representado en esta versión.

La canciones de Phil Collins para la película son buenas pero parece que los directores intentaron aplicar una nueva fórmula, haciendo montajes musicales donde la letra de la canción explica lo que estamos viendo sin ser realmente los personajes los que cantan. Quizás es un énfasis exagerado que hace que nos centremos más en la canción que en la historia. Eso sí, Phil se llevó su Oscar a mejor canción por “You’ll be in my heart“, cosa que no sentó nada bien a sus rivales por la estatuilla Trey Parker y Matt Stone, creadores de South Park, que competían en la misma categoría y que no dudarían en “vengarse” del ganador en uno de los capítulos de su serie.

Tarzán puede ser considerada como la última película de la segunda edad dorada de Disney y ya marcaba un claro bajón. Los siguientes filmes son realmente menores y están muy olvidados por el público. La razón es la caída en picado de la calidad no técnica, sino argumental de las grandes producciones de Disney y, sobretodo, la sombra que Pixar y sus nuevas películas animadas por ordenador comenzaban a alargar sobre las tradicionales producciones de dibujos.

Para abrir el nuevo milenio Disney echó la vista atrás y decidió hacer una secuela -durante largo tiempo planeada- de Fantasia, el gran experimento de Walt Disney. Fantasia 2000, que así se tituló, incluyó muchas más piezas que la original -pese a que repite El aprendiz de mago-. Destaca el uso de animación por ordenador en varios de los segmentos, algunos animados enteramente en CGI y producidos antes del arrollador éxito de Toy Story.

Fantasia 2000, muy parecida a su predecesora en el concepto, se encuentra quizás algo más suelta en el uso de la música, es menos grandilocuente -o ambiciosa- y contiene algunos cortos más interesantes que la hacen más llevadera para el espectador medio. Destacan dos segmentos en particular: Rhapsody in blue (de George Gershwin) por su estética años sesenta que recuerda a 101 dálmatas en el uso de los colores y el diseño de personajes, pero mucho más liberada de ataduras formales. La segunda es The Firebird (de Igor Stravinsky) inspirada en la erupción del Monte Santa Helena del año 1980 y destaca, curiosamente, por las claras influencias del genio japonés de la animación Hayao Miyazaki a la hora de representar la naturaleza en su estado más puro y, a la vez, evocador.

Obviamente, Fantasia y Fantasia 2000 son paréntesis artísticos en la producción habitual del estudio, la cual siguió su curso y ese mismo año 2000, Dinsey estrenó su primera película enteramente animada por ordenador, Dinosaurio. Pero lo que nos ocupa son las de animación tradicional y ese mismo año, se estrenó El Emperador y sus locuras. Era un acercamiento a las culturas latinoamericanas que no se había visto desde Saludos Amigos y The Three Caballeros (ambas tituladas Los tres caballeros en España) en los ya lejanos años cuarenta y, además, las dos habían sido producidas como pagos políticos de Walt Disney al gobierno americano.

Esta podía ser una ocasión para presentar una cultura latinoamericana tan potente a nivel histórico como lo fue la cultura incaica. En sus inicios, este proyecto debía ser un musical más cercano al estilo clásico del estudio e inspirado por El príncipe y el mendigo de Mark Twain. Realmente, más que proyecto es una película perdida puesto que tenía título (Kingodm of the Sun), cásting –Owen Wilson ponía la voz al mendigo- e incluso Sting tenía canciones ya grabadas. Los ejecutivos de Disney, descontentos con el trabajo que el director Roger Allers venía realizando -un intento de drama épico en el estilo tradicional-, contrataron a Mark Dindal para que enderezase el rumbo en la dirección que ellos querían. Finalmente, tras graves discrepancias de Allers con todo el mundo; este dejó el proyecto y su película se perdió. Así, Disney estrenó lo que quería: una historia mucho más cómica, cercana a Aladdin y Hércules; puro divertimento infantil sin mayores ambiciones y que realmente no llega a funcionar.

Con El Emperador y sus locuras se marca también el inicio de un progresivo alejamiento del estilo musical característico de las mejores producciones del estudio y, por ende, de aquello que lo hizo grande.

En 2001 y 2002 se estrenaron dos películas de temática diferente pero de estética y animación muy similares: Atlantis el imperio perdido y El planeta del tesoro. La primera es una aproximación al mito de la Atlántida mezclado con cierta estética steampunklo cual está bastante alejado de lo que ha sido siempre la imagen Disney. Argumentalmente se parece mucho a Stargate de Roland Emmerich (1994), tanto en personajes como en desarrollo de la trama -encuentro con una civilización perdida con una tecnología muy superior- y, en su primera mitad, también a 20.000 leguas de viaje submarino de Julio Verne. La película funciona por momentos pero no tiene mayor interés que el de ser un filme de aventuras algo extraño que simplemente entretiene. El segundo largometraje es una revisión del libro La isla del tesoro de Robert Louis Stevenson, esta vez situándolo en el espacio. Un intento que se pierde en intentar mezclar CGI y animación tradicional. la fijación en la tecnología hace que se abandone la historia, la cual se hace demasiado rara por la estética novecentista mezclada con características propias de la ciencia ficción -algo así como La isla del tesoro se cruza con Star Trek– que te distraen demasiado de la trama.

El mismo 2002 Disney estrenó también Lilo & Stitch, la cual fue producida para ser una película intermedia entre las dos grandes producciones anteriormente mencionadas y resultó siendo el mayor éxito de las tres. La historia es sencilla: una especie de E.T. el extraterrestre pero ambientada en el Hawaii de hoy día. Lo que realmente la hace interesante es el personaje de Lilo, pues parece que los directores trataron de experimentar con algo de realismo social en la relación familiar de Lilo y su hermana mayor. Y además lo hacen de forma magnífica, consiguiendo grandes dosis de empatía con Lilo y Nani, la hermana, y el humor seco o deadpan del agente de los serivicios sociales al que da su voz Ving Rhames (más conocido por ser Marsellus Wallace en Pulp Fiction).

Tuvieron que pasar ocho años tras Pocahontas para que Disney volviese a acercarse a una cultura nativa de América del norte, en este caso los inuit, con la película Hermano Oso. La película tiene una finalidad muy clara de enseñar las consecuencias nefastas que la venganza puede causar y, a su vez, mostrar un aprendizaje de madurez en el personaje principal sacándolo de su entorno y poniéndolo en otro con otra apariencia. El principal y gran problema del filme es que la parte central del mismo está torpemente desarrollada, con un exceso de comicidad infantiloide y unos personajes algo irritantes como son el osezno Koda y el resto de animales parlantes.  Pero es un buen intento de mostrar ciertos aspectos del pueblo inuit y está hecha con respeto y sentimiento, cosa que en otras películas más grandes y mejores, brillaba por su ausencia.

El siguiente largometraje sería el penúltimo de animación tradicional del estudio hasta la fecha y… ¿qué decir? Un fallo mayúsculo. Un error que solo satisface a los espectadores más pequeños. O ni eso, porque producirlo costó 110 millones de dólares y, a nivel mundial solo recaudó algo menos de 104. Fracaso sería el adjetivo más adecuado para Zafarrancho en el rancho. De hecho, el título español ya hace ver que la película va a ser una comedia torpona e infantil. No desengaña. Se ambienta la época de la expansión americana hacia el oeste, el archiconocido Far West, uno de los géneros más míticos de Hollywood y, si Disney pretendía aproximarse al western, podía haberlo hecho de otra forma. Aquí escoge a unas vacas que deben atrapar a un forajido para conseguir la recompensa y así poder salvar su rancho. Suena tonto y… bueno, lo es. La animación es muy angulosa, colorida y con poca profundidad en los escenarios. Quizás sea este el único punto positivo de la película porque los animales protagonistas están desarrollados de mala manera y son en exceso cargantes. Además, las referencias a la cultura popular actual no encajan en ningún momento. Como filme, no funciona en ningún momento y, con toda probabilidad, sea el peor que haya hecho la compañía en su dilatada historia.

Y así llegamos al último gran largometraje que Disney ha hecho en animación tradicional hasta el día de hoy. Y ostentará este título por largo tiempo porque todas las películas que actualmente se encuentran en producción o preproducción son ya animadas por ordenador. Es el cierre a toda una época. Y se escoge una de las historias más conocidas de príncipes y princesas de la vieja Europa: El príncipe rana en la versión recopilada por los hermanos Grimm. El título es Tiana y el sapo y el cuento se adapta de forma más libre que en otras ocasiones, situándolo en la Nueva Orleans de la década de 1920. La película costó 105 millones de dólares y pretendía ser un retorno a los orígenes, como lo fue La sirenita en su día. El estudio puso muchísimo énfasis en promocionarla comercialmente, sobre todo por el hecho de introducir, por fin, una princesa de raza negra. No obstante, el filme no fue todo lo rentable que Disney esperaba (a pesar de recaudar 267 millones de dólares). Algunos lo acusaron de racismo, pero fue más por sumarse al carro de críticas para obtener notoriedad que otra cosa, puesto que en la película este no se encuentra. Es más, si se decide representar a Tiana como una camarera es porque se consideró que la idea original de que fuese una ayudante de cámara o sirvienta del hogar era demasiado derogatorio y, probablemente, excesivo para un filme destinado a niños y familias que pretende ser alegre.

La animación pretende recuperar el estilo más redondeado y clásico de las producciones del estudio durante los años cuarenta y cincuenta, combinado con los toques de modernidad necesarios. La introducción del vudú en la trama da una libertad impresionante a los animadores para experimentar, creando las secuencias más espectaculares usando a un villano realmente bueno con el Doctor Facilier, cuya voz en la versión española fue puesta por Javier Gurruchaga. Los dos personajes principales están bien desarrollados y su historia de amor es creíble. Además, Tiana tiene aspiraciones de ser independiente y de poseer su propio restaurante y además de tener un fuerte carácter, lo que la hace bastante única entre las demás princesas -como a Bella-. Los secundarios cumplen excelentemente, sobretodo Charlotte, la amiga histérica de Tiana, Louis el caimán que quiere ser trompetista en una banda de jazz y el ya mencionado Doctor Facilier, que es temible y da miedo cuando debe pero también se achanta cuando se enfrenta a poderes superiores a al suyo.

Sin embargo, la historia está alargada algo más de la cuenta y podía haber sido más simplificada como se hizo con producciones muy anteriores de las que bebe directamente como Blancanieves y los siete enanitos o Cenicienta. Además, la muerte de uno de los secundarios, la luciérnaga palurda pero entrañable y enamorada de una estrella, es demasiado triste y se encuentra un tanto fuera de lugar. Pero en general es una buena película y, sin contar con la enésima aventura de Winnie the Pooh, estrenada en el 2011, es un buen punto y final a toda una trayectoria realmente memorable.

El fracaso en taquilla de Tiana y el sapo viene dado posiblemente por el gran ascenso de los filmes animados por ordenador y que fue paralelo al de los años que hemos venido comentando en esta última entrega. Es más, el ascenso de Pixar al trono de la animación se hace a costa de Disney. El público acepta y prefiere el ordenador al dibujo a mano y, como ya se sabe, las productoras de Hollywood van a donde hay dinero y, hoy por hoy, nadie quiere ver animación tradicional en una sala de cine. Esta ha quedado para la televisión en series tanto infantiles como adultas y para Japón, donde este tipo de animación goza de una salud excelente.

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Pese a todo, Disney no debería olvidar sus orígenes y aquello que siempre le ha reportado la fama y el reconocimiento: la animación más tradicional destinada a versionar cuentos populares de todas las tradiciones en forma de musical. Es un esquema fácil pero a su vez verdaderamente difícil de realizar en plenitud. Ahora con John Lasseter de Pixar controlando Walt Disney Animation Studios parece que se quiere recuperar el viejo espíritu -eso sí, sin abandonar el estilo que le ha llevado a él persoanlemte a donde está ahora: la animación por ordenador-. Siempre hay esperanza.

Y con esto ponemos punto y final a un extenso repaso a todas aquellas películas que han marcado la infancia de millones de niños alrededor del mundo y han logrado revivir durante décadas tan separadas entre sí en el tiempo como los años cincuenta y los noventa el espíritu de los cuentos tradicionales con una aproximación a través de un medio como el cine, lo cual demuestra que la tradición oral siempre puede perdurar, aunque sea de múltiples y variadas formas.

Leer la serie completa de UN VIAJE DE CINE A LA INFANCIA

¿Cuál es la mejor película de Disney? (escoge tres)

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10 Comments on "UN VIAJE DE CINE A LA INFANCIA (y IV)"

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10 years 11 months ago

Te resuelvo algo que te comenté justo al empezar la serie: mi peli favorita de Disney es ‘Lilo y Stitch’. ¿Sorprendido, verdad? Lo cierto es que no he visto muchas (ni de éste ni de otros géneros), pero la mencionada la vi con Pepe en el cine, y conservo grandes recuerdos de ese día, y de todo lo que nos evocó la película. Para mí, fue la primera vez que vi modernidad real en sus argumentos… Eso de adaptar a Pamela Anderson pudo conmigo, jojojojojojo. Dos hemos votado, y ‘El libro de la selva’ ya está líder en solitario. ¿Casualidad?… Read more »

Pollosaurio
10 years 11 months ago

Votado. Libro de la selva, bella durmiente y Aladdin. No soy muy de disney (la muerte de la madre de bambi me marcó en la infancia, la única película que de verdad me gustó de pequeño fue el libro de la selva) y a los crios siempre les ha
gustado más pixar y Mizayaki que no las películas de disney (demasiadas princesas), pero las risas de ellos con el Genio de Aladdin son inovidables.
Uno por mi infancia, otro por mis hijos, el tercero realmente es el que voto como mejor por su calidad en si misma.

10 years 11 months ago

Magnífica toda la serie de post sobre disney.
Ahí va mi votación:
1º- La bella durmiente (para mí es la mejor)
2º- Tiana y el sapo (la primera peli que vi en el cine con mi hija)
3º- El libro de la selva (porque los dos críos se lo pasaron bomba viéndola).

10 years 11 months ago

Primero la votación. Ahí va: 1) El Libro de la selva 2) 101 Dálmatas 3) El Rey León Respecto a las últimas películas de la Factoría. Pienso que el olvido de “El Jorobado de Notre Dame” proviene de varias cosas: a) Formalmente es un musical no la típica película Disney con canciones y eso lastra la duración (excesiva) y el posible enganche del público, sobre todo el europeo b) Uno de los temas principales de la película, los celos y el deseo de Frollo complican mucho el film para un publico infantil. Recuerdo perfectamente cómo salió mi hijo mayor de… Read more »

10 years 11 months ago

Placa placa plas plas plas. Pero no te lo creas mucho :mrgreen: … esto hay que confirmarlo con uno de Pixar como bien apunta Rosschak :mrgreen: Ahora en serio, brutal Shaka. Mis votaciones: 1. Rey León … la que más me gustó en el cine 2. Bella y Bestia … maravillosa 3. Aladdin … sólo la sensualidad de Yasmin ya lo vale y el personaje del Genio ya lo valen. 4. Pinocho … por ser de las primeras que vi con mi hija y por el atemporal Pepito Grillo. Le falla el final, a mí si se me aparece el… Read more »

Guest
carlos
10 years 10 months ago

1. La bella y la bestia. Simplemente es la mejor, es más, podría fácilmente competir por ser una de las mejores películas del cine en los últimos 25 años. 2. Pinochio. Es verla y volver a la infancia, y porque la música de la película es excelente, posiblemente la mejor de todas las películas Disney en el apartado musical de la mano de Harlin y Washington. Una delicia 3. Blancanieves, por dos motivos fundamentales, el primero porque es la primera película “largometraje” animada de Disney y que con su éxito inició la leyenda. Y segundo, porque 80 años después, los… Read more »

Guest
Marc
10 years 10 months ago

Bueno bueno, otro gran articulo! Sin mas demora, aqui mi top 5 particular, sin ningun orden en concreto: 1) La bella y la bestia: Nada mas que añadir. Revoluciona el concepto de heroína y villano, las canciones son geniales y es un gustazo verla en blu ray! 2) El rey Leon: Nada mas que añadir a los leones con shakespeare. Viva el enfoque artúrico del rey y la tierra!!! 3) Aladdin: De pequeño me encantó ( aprovecho para reivindicar de nuevo su videojuego) y el genio es uno de los personajes mas carismaticos de todo Disney. 4) Mulan: Solo por… Read more »

10 years 10 months ago

Me ha sorprendido positivamente que a vosotros también os guste “La Bella Durmiente”, porque siempre pensé que era un bicho raro por ello. Solo la he visto una vez, cuando era un nano en el cine y para mi es una película mítica, Malefica (junto con Cruela) es mi villana favorita de siempre, y el hecho de que Angelina Jolie (tal y como vi ayer en el trailer pre-Hobbit) vaya a interpretarla me parece una gran noticia, puesto que contribuirá a la reivindicación del personaje. A pesar de haberla visto una sola vez, la imagen de los setos elevándose y… Read more »

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