Portada
James Taylor era un adolescente de buena familia, excelente educación y con inquietudes artísticas (magnífico guitarrista) pero también un joven sensible y depresivo con problemas de adaptación -precoz paso por un psiquiátrico, prematura iniciación a las drogas…. Sus padres, comprensivos, le enviaron a Inglaterra. Arriesgada opción, más aún si pensamos que era 1.968. El joven Taylor se vio arrastrado, inevitablemente, por los peligrosos encantos del turbulento swinging London. Pero tuvo suerte. Una antigua figura del pop y ahora cazatalentos, Peter Asher, le puso en contacto con nada menos que Paul MacCartney, en busca de artistas para su nueva discográfica, Apple. Para entonces, el estilo de Taylor ya estaba definido: folk suave, con toques blues y soul, limpio sonido de guitarra, letras sinceras. Su debut, James Taylor (1.968) pasó inadvertido y el joven cantante regresó a USA, eso sí, siempre con Asher de mentor.
En 1.970 se editaba su segundo disco, Sweet Baby James. La imagen “británica” de un Taylor disfrazado de anacrónico dandy había sido sustituida por la de un joven rasurado y melena cuidada que, en un revelador primer plano, mira a la cámara con aire soñador pero seguro. Tengo cosas que contar y confidencias que compartir, parece decirnos. Y así era. Sin amargura y con convicción narra sus experiencias hospitalarias (“Fire and Rain”) o su soledad (“Sweet Baby James”). El disco fue un éxito inesperado y lanzó al joven de Boston al estrellato, portada de Time incluida. James Taylor había conectado con una generación cansada de las movilizaciones de los sesenta y todavía desconcertada ante los cambios y excesos (drogas, relaciones de pareja, independencia juvenil…) que ella misma había impulsado. Taylor, al igual que sus coetáneos, había optado por refugiarse en el mundo interior y la reflexión personal. Rápidamente se convirtió en referente generacional y punta de lanza de un grupo de cantaautores, englobados bajo el discutible sello de soft rock .
Convertido en una estrella, James preparó su siguiente disco, dando un pequeño giro temático: la recién adquirida fama -y el dinero- le alejaban de los pequeños dramas cotidianos y dilemas personales de sus primeros tiempos y optó, con coherencia, por narrar sus vicisitudes como estrella del rock y sus miserias. No creáis, venía a decir, no es fácil ser una estrella. Esta es la línea argumental que recorre Mude Slide Slim and the Blue Horizon (1.971).
Por supuesto nobleza obliga, sigue habiendo espacio para las confidencias, ¿quién no necesita un amigo? (“You,ve gota a friend”, quizás su mayor éxito de siempre y paradojicamente una canción que no es suya) ¿o disfrutar del amor ( “Love has me brought around”)?. Pero la mayoría de las canciones tienen como tema principal su estrenada vida en la carretera (“Riding on the railroad”, “Higway song”, “Let me ride”…), sin olvidar un bienintencionado tirón de orejas a su manager (“Hey Mr., thats me up on the jukebox”).
Mude Slide Slim finaliza con una canción que es a la vez una declaración de intenciones y una pequeña confesión a sus seguidores: «Isn’t it nice to be home again“. En esta brevísima canción,apenas un minuto, el artista, cansado por su nuevo trabajo sueña que regresa a casa; aquel chaval problemático ha madurado, ya es adulto. Sus muchos seguidores así lo entendieron, regresaron como él al hogar y le han seguido siendo fieles a través de los años. Para ellos, James Taylor es algo más que su cantante favorito, es, por supuesto, su amigo.
Contraportada
Desde muy pronto Jackson Browne fue considerado un niño prodigio, la gran esperanza del folk rock americano. Más eléctrico que la mayoría de sus compañeros de generación, también le distinguía un tono angustiado, menos plácido. Browne es un artista siempre en duda permanente, de ahí quizás sus altibajos, sus traspiés creativos. Con solo 18 años (1.966) entró a formar parte de The Nitty Gritty Dirt Band, grupo californiano de country-rock en la que destacó por su facilidad compositiva. Chico inquieto, Browne vio enseguida que la banda se le quedaba “pequeña” y marchó a Nueva York, convirtiéndose en un habitual de Greenwich Village. Sus versátiles composiciones fueron interpretadas por artistas de lo más dispar: Nico interpretó la extraordinaria “These days” en Chelsea girl; el primer éxito de los Eagles, “Take it easy” lleva su firma, así como canciones de Linda Ronstadt, los Byrds, Warren Zevon o Greg Allman, entre otros muchos.
Finalmente, después de muchas indecisiones lo inevitable. Jackson publica su primer LP, en 1.972, con una canción estrella, “Doctor my eyes” y resultado comercial discreto. En sus siguientes discos mejoraron las ventas y mantuvo alto el nivel compositivo (especialmente en Late for the Sky de 1.974), pero Browne seguía sin dar el salto definitivo. Y en 1.975 llega la desgracia. Su mujer se suicida y nuestro artista pasa por un comprensible bajón. Le rescata Jon Landau el exitoso productor de Bruce Springsteen, que le ayuda para su cuarto disco, The Pretender (1.976) con el que consigue una notable aceptación pero que no deja satisfecho a un músico ya de por sí inseguro con casi todo lo que hace.
Es entonces cuando un Browne desorientado se refugia en sus amigos (Danny Korchtmar, David Lindley…) y en lo que mejor sabe hacer-componer y actuar- y se embarca en una gira por todo el país. El resultado será Running on empty (1.977) disco en directo tan atípico como fascinante. Digo atípico porque no es el consabido live con canciones ya conocidas. Al contrario, todas son nuevas, y la mayoría coescritas con sus compañeros de fatigas.
Además, Running on empty se afirma como un work in progress. Las canciones se van gestando a lo largo de la gira; las hay grabadas en el autobús, en una habitación de hotel, en una sala pequeña o en una gran escenario. Los temas van desde la vida en la carretera (“Running on empty”) a la soledad del hotel (“Rosie”), o el trabajo de los “roadies” (“The load out”) y la relación con el público (“Stay”). Se trata, en fin, de una reflexión sobre el trabajo de los músicos no sobre la repercusión existencial de este trabajo en un músico concreto. Jackson Browne nos viene a decir “esta es mi vida, mi trabajo es mi justificación” y de la confesión sale fortalecido.
Running on empty se convirtió en el disco más vendido y conocido de Browne y “Stay” en su canción más famosa (sin ser suya, como le ocurrió a James Taylor). Pero Jackson Browne no intentó seguir la estela de su éxito. Ha seguido publicando discos, los últimos no demasiado brillantes, la verdad sea dicha, componiendo para amigos, dejando que su figura se utilice en causas justas (desde los derechos civiles a las campañas antinucleares) y quizás preocupado por mantener su imagen de persona integra. Puede estar tranquilo al respecto; sin duda lo es.
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13 Comments on "PORTADA Y CONTRAPORTADA: JAMES TAYLOR/JACKSON BROWNE"
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De James Taylor “Sad and Blue”, me quedaría con ‘Fire and rain’, del Sweet Baby James, bueno, y quizá el ‘Something in the way she moves’, incluso ‘Country road’ o alguna otra como ‘Devoted to you’ con Carole King, pero voy a votar por Jackson Browne, solo por esa versión del ‘Take it easy’ de los Eagles, o por ‘Stay’, ‘Running on empty’ …
rosschak, me refería al parecido físico y a su estética. Sólo hay que fijarse en la foto de cabecera.
Los Eagles tocando Take it easy en directo
http://www.youtube.com/watch?v=XByaqHhBFqE