Tras siete meses de la larguísima competición que ha traído el nuevo formato, en ocasiones pesado e incluso intrascendente, estrenado esta temporada en la Euroliga llega la fiesta final, la madre de cordero, el Santo Grial de la máxima competición europea: la Final Four. Donde se reunen los, en teoría, cuatro mejores equipos de la competición para ocupar el trono continental. Este año se disputa del 10 al 12 de mayo en el O2 de Londres, escenario de grandes recuerdos para los aficionados españoles por albergar el verano pasado la mejor final olímpica de la historia del baloncesto en la que la selección española soñó con el oro durante casi todo el encuentro.

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A esta cita llegan Olympiacos, CSKA Moscú, Barça y Real Madrid. Son los cuatro equipos que han acudido a la llamada de Londres en busca de la gloria europea. Nombres muy importantes en el concierto europeo aunque el Madrid tenga más gloria pasada que resultados recientes en la Euroliga. Como es habitual desde hace años, en la Final Four se disputan las dos semifinales el viernes y el tercer y cuarto puesto y la gran final el domingo. Sin duda lo que más llama la atención es el nuevo Clásico entre el Madrid y el Barça que se dilucirá en la segunda semifinal pero la otra semifinal no se queda sólo en un buen aperitivo antes del plato fuerte para los aficionados españoles. Sin más preámbulos paso a analizar cada una de las dos semifinales como previa a esta Final Four.

CSKA Moscú – Olympiacos:

La primera semifinal es la repetición de la final del año pasado. Empezamos fuerte, sin duda. El desenlace de aquel duelo en Estambul ha pasado a la historia como el más inesperado y rocambolesco que se ha visto en una final de Euroliga. El equipo ruso ganaba de 18 al inicio del último cuarto, los jugadores ya se abrazaban en el banquillo y Arsenio Cañada ya proclamaba campeón al CSKA en TDP. Pues bien, dilapidó su ventaja en los peores mechanical bull for sale 10 minutos que se han visto en una final de Euroliga y Printezis dio el título al Olympiacos en el último instante. Nadie podía creer que a un CSKA con la plantilla más fuerte que se había visto en mucho tiempo en Europa sufriera un colapso así ante el Olympiacos con la plantilla más floja en años pero así es la vida, vivir para ver. Seguro que los supervivientes de aquella final tienen el recuerdo aún muy presente.

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El CSKA volvió a contar desde el banquillo con el gurú que le había llevado a lo más alto de Europa varias veces durante la pasada decada. El retorno de Messina a Moscú abría su segunda etapa al frente del equipo que mayor gloria le ha dado. Ya no estaba casi nadie de su guardia pretoriana de su primer ciclo. Los Holden, Siskauskas, Langdon o Papaloukas ya no estaban en sus final al comenzar la campaña y dos de los baluartes de la temporada anterior, Shved y Kirilenko, habían cruzado el charco para enfrascarse en la NBA. El comienzo no fue fácil en Europa. Acabó 2º del grupo más sencillo y Messina tuvo que soportar una humillación más ante el Barça, como en su infausta etapa en el banquillo del Real Madrid, tras recibir un palizón del Barça en Moscú. Tampoco terminaba de afinar en la primera vuelta del Top 16. El Madrid parecía lanzado al liderato del grupo y que la lucha la tendría con el Efes Pilsen por el 2º puesto pero el engranaje se ha ido engrasando en los últimos meses y el equipo se ha mostrado como un potente rodillo en la recta final de temporada, donde se juegan las castañas. Acabó líder del grupo y superó con solvencia al Baskonia por 3-1 en cuartos de final, pasando por encima de los vitorianos en los partidos de Moscú y sentenciando en el polémico cuarto partido, quedando la paliza recibida en el tercero como un pequeño lunar que ya no tiene importancia. Llegan a Londres con el título de la Liga rusa ya en el bolsillo.

Desde luego Messina no se puede quejar de plantilla, probablemente la más compacta, completa y sólida de esta Final Four. Además el equipo llega en un gran momento de forma y acoplamiento. Teodosic va madurando su juego y ahora pone su enorme talento al servicio del equipo para dejar de ser esa cabra loca sobrevalorada de las dos últimas temporadas. Krstic se ha adueñado de la zona y se confirma como uno de los pivots más determinantes en Europa. Weems demuestra sus dotes de anotador como digno heredero de Langdon. Y el silencioso Khryapa aportando desde la sombra: anota, rebotea, defiende, sale hacia afuera, conecta con los pivots. Un jugador infravalorado para todo lo que produce para su equipo. Si todo esto fuera poco, que no lo es, están rodeados de un cartel de escuderos de nivel: el explosivo Aaron Jackson, el rocoso Kaun, el versátil Erceg, la dirección de Ponkhrasov, la muñequita de Micov y un Papaloukas que volvió a mitad de temporada, de nuevo como los ojos de Messina en la pista y para aportar experiencia en el ocaso de su brillante carrera. Desde luego el plantel produce respeto. De salida, el favorito para proclamarse campeón de Europa.

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Olympiacos también tuvo cambio de inquilino en el banquillo. Se marchó Ivkovic, un pedazo entrenador como la copa de un pino, el artífice del milagro de hacer campeón de Europa a un Olympiacos con una plantilla de perfil bajo y tomó su relevo Bartzokas. Su trayectoria en la Euroliga no ha tenido la brillantez de sus tres rivales. Aunque siempre estaba metido en la pelea por una buena posición en cada fase daba siempre la sensación de estar un paso por detrás de los grandes aspirantes. Siempre le salvó el carácter competitivo que le sirvió de acicate en los partidos decisivos. Pasó como 2º de su grupo en el Top 16 y se cruzó en cuartos castelo inflavel contra un Efes Pilsen que iba a menos. Ganó con comodidad los dos primeros partidos en casa pero el Efes logró que la serie acabara decidiéndose en el Palacio de la Paz y la Amistad tras vencer los dos siguientes choques. Una gran segunda parte le dio el billete a Londres para defender su título de campeón de Europa en la Final Four.

Resultaba irónico que el Olympiacos lograra su 2ª Euroliga con la plantilla menos talentosa en bastante tiempo tras temporadas de fichajes a golpe de talonario que formaban plantillas potentes pero que acababan convertidas en una banda. Cuando ha apostado por formar un equipo por encima de las individualidades le ha ido mucho mejor. Esta campaña ha repetido idea. Ha aumentado un poco la profundidad de banquillo pero seguramente cuenta con el plantel con menos brillo de los cuatro equipos. Aunque cuenta con gente rápida y con buena mano como Acie Law o Haynes, un rocoso y fajador pivot como Pero Antic o la versatilidad de Printezis, que ahora sí parece el 4 prometedor de su primera etapa en Olympiacos y no aquel jugador gris que pasó por Unicaja, el equipo de El Pireo vive por y para Spanoulis, su gran estrella y uno de los grandes anotadores europeos en la última decada. Él es quien hace y deshace, quien parte el bacalao y en quien recae el peso ofensivo en el conjunto heleno. Que nadie dude que en los momentos importantes él tomará la responsabilidad. Y suele hacer mucho daño en esos instantes. Es prácticamente medio equipo. Mirando al banquillo encontramos gente que puede ayudar como Perperoglou, Powell, Papanikolau o Shermadini. Echarán un cable pero ninguno suele actuar como revulsivo en caso de apuro.

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El partido se presenta como el típico duelo europeo con mucho en juego. A saber, mucha defensa y pocas alegrías en ataque. Desde luego como se desmadre un poco el CSKA lleva las de ganar por sus individualidades. Un Teodosic suelto y con espacios puede hacer un destrozo. Por dentro también parte con ventaja el equipo ruso. Krstic y Kaun representan mucha altura y peso para unos pivots batalladores y esforzados pero a los que les falta físico, en algunos casos, o talento, en otros. Olympiacos necesitará un partido trabado y que aparezca Spanoulis. Si al CSKA no se le vuelve a ir la cabeza como le pasó el año pasado en Estambul tiene muchas posibilidades de llegar a la final.

Real Madrid – Barça:

Tendremos que esperar a la segunda semifinal, a eso de las 9 de la noche, para que llegue el Clásico del baloncesto español. Madrid-Barça, no hace falta decir más. Este duelo a partido único depara emociones muy fuertes y alto voltaje. Si tuvimos de todo eso, además de un gran baloncesto, en los cuartos de Copa del Rey en unas semifinales europeas se multiplica el efecto. Pero este enfrentamiento no es inédito en la Final Four. Ya se vieron las caras en las semifinales de 1996 en París, con Obradovic y Aíto en los banquillos. Curiosamente Laso estaba presente como base del equipo blanco. La victoria fue para los azulgrana pese a que el equipo blanco se puso 16 puntos arriba en la primera parte y que acabó agotado ya que Obradovic explotó casi hasta el final el quinteto inicial debido a las carencias de su banquillo respecto al potentísimo del que disponía el Barça. El desenlace de esa Final Four ya es conocido por todos. Atraco arbitral en toda regla ante Panathinaikos, representado en el tapón ilegal de Vrankovic a Montero en la última jugada en un final de partido lleno de irregularidades.

Fuente: lainformacion.com

El Real Madrid ha lucido su juego rápido, alegre y eléctrico durante toda la competición, una propuesta completamente opuesta al baloncesto de posesiones largas y defensas fuertes que se ha instaurado desde hace tiempo en los grandes equipos europeos. Al juego vistoso le han acompañado los resultados con todo merecimiento. Pasó como primero de un grupo nada sencillo con todos los honores. En el Top 16 le costó más, sólo jumpers for sale recuerdo un par de victorias fácil de los madridistas en esta fase. Pero ello le sirvió para demostrar su madurez y que es capaz de ganar hasta en los partidos más perros y enfangados, todo lo contrario a su estilo. Salvo un mes tonto que le costó 3 derrotas seguidas en Euroliga y el liderato del grupo, el equipo estuvo a la altura. Además el 2º puesto no le vino nada mal porque se paseó ante el Maccabi más flojo que recuerdo en más de una década. 3-0 y primer clasificado para la Final Four. Le permitió le respiro necesario para poder preocuparse en asegurar el liderato de la Liga Regular en la ACB.

Llega la gran oportunidad para el equipo más atrevido que se ha visto en los últimos años en las canchas europeas. Le sobra juventud, descaro, velocidad, competitividad y talento. Le falta un 5 de garantías al máximo nivel europeo y la rotación es más corta que hace un par de meses tras la caída en desgracia de Draper y Hettsheimeir, sin minutos cuando se juegan los partidos importantes, pero en cambio dispone del juego exterior más potente de Europa. Como se les deje correr son incontenibles. Si te refugias en una zona contemplativa la muñeca de los Llull, Rudy, Carroll o Mirotic te puede hacer un destrozo. Si Sergio Rodríguez sale desde el banquillo y le dejas maniobrar la cancha se llena de magia para cambiar un partido por completo. A este Madrid le bastan cinco minutos de inspiración para llevarse por delante a cualquier rival que se vea arrastrado por la marea blanca, que va recuperando su mejor nivel de principio de temporada. La sensación que da este equipo es completamente opuesta del que llegó hace dos años a la Final Four de Barcelona. Entonces hizo el ridículo en los dos partidos y muchos madridistas se arrepintieron de llegar. Esta vez es capaz de todo, incluso de lograr esa novena Copa de Europa, obsesión de una sección que no ha estado ni cerca de lograrla desde que logró su último cetro europeo en 1995 en Zaragoza. Desde entonces sólo había llegado a la Final Four en 1996 y 2011. Ahora tiene su mejor oportunidad con una generación llena de futuro pero con un presente ya brillante.

Fuente: madrid-barcelona.com

El Barça ha atravesado una Liga Regular en la ACB un tanto tortuosa. Tiene el 3º puesto casi en el bote pero su primera vuelta fue un auténtico desastre. En cambio en la Euroliga su trayectoria ha sido muy brillante. Pasó sobrado como primero de un grupo muy sencillo pero en el que barrió en Moscú al mismísimo CSKA cuando peor iban las cosas en la ACB. En el Top 16, en un grupo ya mucho más complejo, el paseo militar fue aun más abrumador. Sólo 1 derrota en 14 partidos, caminar casi inmaculado. Obviamente pasó como 1º de grupo, dando buenas sensaciones y con el mejor balance de la competición. La Copa del Rey lograda en febrero no hacía más que aumentar la moral de los de Xavi Pascual. Sin embargo ese liderato no le supuso una ventaja en el cruce. La eliminatoria ante el Panathinaikos puso a prueba el sistema nervioso de cualquier culé. Fue una eliminatoria perra, tensa, intensa. Excesivamente lenta y física, de tanteos bajos e igualados. El Barça llegó a ir 1-2 abajo en la eliminatoria y con la obligación de vencer el cuarto partido en un OAKA con exceso de aforo y preparado para toda clase de emboscadas. Pero en el momento más delicado el Barça sacó todo su oficio, cabeza fría, dirección desde el banquillo y la mejor esencia de Navarro para salvar la trampa de Atenas y ganarse el pase ante su público en el Palau tras unos magníficos primeros 15 minutos y sobreviviendo a una mala segunda parte. Salió de la eliminatoria hecho unos zorros pero llegaba a una nueva Final Four, en la que es un habitual el equipo azulgrana.

Esa es la mejor definición del equipo azulgrana en estos momentos. Físicamente está hecho unos zorros, parece el ala de Urgencias de un hospital. A saber: Mickael, fuera de combate por la misma dolencia de las dos últimas temporada y con su carrera deportiva en suspenso; Jawai, casi descartado tras lesionarse en el derbi ante el Joventut; Wallace,recién salido de una lesión de codo; Sada, Todorovic e Ingles con distintas molestias; y, por supuesto, la inseparable y molesta fascitis plantar de Navarro que, sin embargo, afirma que llega mejor que el año pasado. Para colmo, Oleson tampoco puede jugar la Euroliga por haber disputado el Top 16 con el Baskonia. Para temblar. No es el mejor escenario soñado para Xavi Pascual, sin duda, pero el Barça ya ha salido de situaciones muy complicadas como la final de la ACB de la temporada pasada en la que se sobrepuso a un palizón madridista en el 3º partido y a muchos problemas físicos. Experiencia en duelos de alto nivel y buenos jugadores le sobran. Si salen el Marcelinho de la Copa, el Lorbek de la temporada pasada, el Tomic de los mejores días, el Jasikevicius de los partidos decisivos, la defensa marca de la casa de Xavi Pascual y, por supuesto, el mejor Navarro son capaces de batir a cualquiera en Europa.

Fuente: enbasket.com

La clave puede estar en el ritmo que se imponga en el partido. Si se juega un choque de alto ritmo, de intercambio de canastas y a la carrera el partido se puede convertir en una pesadilla para el Barça, le será muy difícil aguantar 40 minutos a un ritmo frenético con tantos problemas físicos. Si, en cambio, el ritmo es pausado, con ataques largos y con gran importancia de la defensa los azulgranas estarán dentro del partido hasta el final y ahí sí se convierten en muy peligrosos. La ausencia de Mickael, factor desequilibrante en muchos Clásicos, pesará mucho porque el Barça pierde una baza con la que ha sacado mucha ventaja en los últimos años. Tomic deberá llevar el peso del juego interior con Jawai K.O. Tendrá que ser el de la Copa porque en los otros 3 partidos de esta temporada ante los blancos pasó casi desapercibido. Lorbek, sacar partido de su mano ante la dificultad de los pivots blancos para defender en el poste alto. Y Marcelinho hacerse con el control del partido. Dejarle el ritmo a Llull o Sergio Rodríguez será fatal para los azulgranas. Como digo, será cuestión del tipo de partido que se imponga. Si el Madrid es él mismo y juega a lo que quiere no tengo dudas que volverá a la final de la Euroliga 18 años después. Es el momento para que superclases como Rudy o Mirotic demuestren su condición. Lo necesitan ellos y el Madrid.

Esto es todo, ahora es el momento que hable el balón en la fiesta del baloncesto europeo. Qué empiece el espectáculo. London calling !