EL REGALO

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Supongo que todos ustedes habrán recibido alguna vez un regalo pero, ¿se han fijado en el envoltorio? Es que las personas somos muy dadas a coger el paquete que nos ofrecen y rasgarlo como un trapo viejo para limpiar la plata. Sin embargo, ni todos los paquetes son iguales, ni todo el mundo los trata igual. A la hora de abrir un paquete es muy importante saber reconocer el interés puesto en cada regalo, y en eso Clara es una experta. Por eso se toma su tiempo para observarlos, apreciar la colocación de los celos, o como se han perfilado los bordes. En función de esa minuciosa revisión realiza la apertura con más o menos cuidado para no romper el papel, y lo acepta con más o menos reprobación en la mirada. Es como una advertencia de cara al futuro que acaba por obligar a su entorno, convirtiéndolos en expertos del empaquetamiento. Alguna gente tacharía ese comportamiento de obsesivo, y no les faltaría razón.

Lo más habitual es lo que Clara no soporta. Todos hemos comprado en las grandes áreas comerciales y siempre aceptamos el clásico paquete realizado por el empleado mecanizado para tal desempeño. Se le reconoce por su mirada baja, el celo a la derecha y una agresividad al cortar el papel donde parece descargar la frustración de una alienante jornada laboral. A los ojos de Clara eso convierte el arte del empaquetamiento en comida rápida, sólo que en este caso siempre puedes darle un cambio a posteriori en tu propia casa. Puede ser peor, o al menos así lo ve Clara, pueden añadir unos absurdos flecos cayendo por una esquina para convertir al paquete en un feo reclamo a miradas extrañas. Recuerden esto queridos lectores, quién racanea papel para hacer un paquete no puede enseñarte a confeccionar ribetes.

Pero existen otra clase de personas, personas como Clara. Son los escasos ciudadanos del mundo preocupados por agradar al obsequiado. Son aquellos que hacen afortunados a sus conocidos ya que, además de escoger el papel de envolver para la ocasión y la persona objeto del presente, en ocasiones incluso hacen un inflatable obstacle course bonito lazo cruzado con una cinta. Es un toque personal que recuerda a las cajas que los niños dibujan bajo el árbol de Navidad y que hace esbozar una sonrisa de complicidad a todos los que aprecian ese detalle. Es esa sonrisa por la que Clara trabaja cada regalo como si fuera para ella.

Sin embargo lo realmente importante, no me sean ustedes hipócritas, es el interior, el Obsequio. Si no aciertas con el objeto de deseo del receptor estarás perdido, es el sello de la persona que entrega el regalo y no tiene que ver con lo caro o barato que sea; simplemente marca el grado de conocimiento del agraciado. Como el envoltorio define la relación con la persona, el presente define nuestra visión del receptor. Moderno o clásico, deportista o lector compulsivo, soñador o realista; todo eso y más se debe observar en el día a día para dar con el detalle adecuado.

Clara no es una excepción. La primera vez que se pudo comprobar los efectos de no acertar con el Obsequio fue durante el cuarto cumpleaños de Clara. Llevaba pidiendo una Barbie las dos últimas semanas pero resultó que para entonces sus padres habían comprado una bici para disfrutar en verano. En cuestión de segundos unas tijeras dejaron en el muslo de su madre un pequeño recordatorio imperecedero de la importancia del Obsequio. No fue más que una reacción infantil e impulsiva propia de su edad, no era más que el berrinche de una niña acostumbrada a tener lo que deseaba. Los años pasaron sin que hubiese más conflictos, y Clara se convirtió en lo que es ahora, una joven agradable que aguarda con ansia cada nueva celebración.

Naturalmente alguien como Clara tiene múltiples ocasiones a lo largo del año para sentirse dichosa dando y recibiendo regalos. Sin embargo ahora está triste porque lo que más anhela no lo puede solicitar, ni tiene fecha marcada en el calendario por la que esperar. Ese obsequio no trae envoltorio, ni tiene precio, porque es una ofrenda que une para toda la vida. Es un presente que te permite tener futuro.

Tumbada en la cama del hospital Clara espera el regalo que nunca pensó pedir, el regalo que nunca osará rechazar. El regalo de un nuevo corazón para volver a sentir las emociones de la vida.

Dedicado a Rosschack.
La vida es una sucesión de pequeños regalos a los que llamamos momentos.

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11 Comments on "EL REGALO"

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12 years 8 months ago

Acongojante

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