En el ámbito del deporte se produce un evidente choque de intereses patrióticos que me amina a iniciar un debate con vosotros. En el Blog de Trecet se abrió un hilo al respecto, pero se ha abandonado al cambiar de post y este debate debería ser más profundo.
Engancho dónde lo deje:
Eastwood acaba de rodar Invictus. Una película donde el deporte sirve de vehículo simbólico para la pacificación de dos comunidades antagónicas. Y en el mismo momento que se anuncia el estreno de esta película el parlamento de Euskadi, con los votos de los nacionalistas españoles solicitan que se celebren partidos de la Roja en territorio vasco.
La coincidencia cronológica de ambos hechos no lo es simbólicamente. Son historias paralelas con desarrollo desigual. De hecho en el caso vasco-español la declaración parlamentaria es otro paso más en el frentismo político y simbólico de una comunidad frente a la otra. Las declaraciones recogidas en los periódicos así lo atestiguan. Los vascos tienen el derecho a ver a la selección de España. Un derecho nuevo, pero que no fue recogido en la constitución, seguramente porque no se lo consideraba ni fundamental ni parte de consenso social. Pero ahora vivimos nuevas glorias. Una selección campeona de Europa firme candidata a convertirse en hegemónica del mundo en el deporte rey. ¿Y los vascos sin poder ir a la catedral a comulgar con el tiqui taca de una manchego universal?
Ahora, tomando el ejemplo sudafricano, resulta que el deporte es transversal, es decir común denominador de los diferentes. Y leo con escándalo a diestra y siniestra que la selección es de todos.
Pero resulta que en esta selección lo héroes no son la minoria de la raza de Arzallus. Ni el presidente de la mayoría ha sido condenado por terrorismo pudriéndose en una cárcel. Resulta que aquí el presidente se niega a dialogar con esos asesinos. Aquí no hay transversalidad. Aquí sólo existe un camino y una dramático cruce que seguirá enfrentando a dos comunidades que podrían vivir en hermandad si compartieran sus símbolos. Pero la mayoría no comparte ni respeta los símbolos de la minoría. Sin perdón sólo hay venganza.
El deporte se da de bruces con la política -dice el zorro blanco Inda. Le faltó añadir con la política de los que no sienten mis colores. “Señor Jose Luís”. “Perdone, me llamo Josep Lluís, aquí y en la China Popular”. Pues eso, José Luís. Y luego presumen de transversales. A eso se le llama exclusión. Te llamas Tobi, no Kunta Quinte.
Y que bien pronunciamos Eastwood a pesar de no tener nivel de inglés. Hola everyone. Madrid 2000 y pico. Pero a eurovisión sigue sin ir nadie cantando en galego, euskera o valenciano.
Recuerda que esto sólo es una opinión más, la contraria es bienvenida. Debatámosla.
Serrat cantando el La la la en catalán.
Ayer no estuve en casa y me perdí la sesión de ‘trip hop’ que inició Respect (cosa que me molesta bastante, por cierto). Hoy he leído los comentarios que dejaste ayer y ahora veo que los has convertido en entrada en tu blog. No podría estar más de acuerdo con lo que dices. Con los nacionalismos pasa lo mismo que con los culos: todo el mundo es capaz de ver el de los demás, pero es extraordinariamente difícil ver el propio.
Para compensar lo de ayer:
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Te respondo con Veles e vents un poema de un escritor sin patria cantado por otro valenciano universal. Ideal para el rumbo de la Golden Caster.
[youtube=http://www.youtube.com/watch?v=7EQa4Wv_shI]
¿Recuerdas el revuelo cuando Indurain declaró en l’Equipe que no se sentia español? Curioso símbolo. Un campeón que se identificaba con la aldea pero que soñaba con ser ídolo del mundo. Los fanáticos de los pasaportes no lo entendían, como tampoco entendían los otros fanáticos del carnet no-oficial que Loquillo no cantase en catalán.
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Tus canciones me han recordado esta.
[YOUTUBE=http://www.youtube.com/watch?v=LZD2RENvOXI]
Debo reconocer que también tengo culo, pero suelo mirar el mío antes de fijarme en el de los demás.
Preciosa. Yo tengo varios culos. Por un lado sangre gallega y por otro espíritu valenciano. Esa nacionalidad no única tal vez sea la que me haga ser tan comprensivo con las diferentes culturas. Pensándolo bien esos orígenes influyeron a que estudiase antropología.