Berlin albergó el Europeo de atletismo dentro de los Campeonatos de Europa, encaminados a convertirse en el germen de unos auténticos Juegos Europeos. Una sede llena de tradición e historia en el mundo del atletismo. No en vano es el lugar donde Jesse Owens logró cuatro oros olímpicos en la Alemania nazi delante las narices de Adolf Hitler. Un templo de este deporte en un país con una amplia cultura atlética. Berlin es una garantía en la organización de grandes campeonatos y no defraudó. El único incidente reseñable fue el escape de gas que retrasó la salida de la prueba femenina de los 20 kms. marcha, ajeno por completo a la organización. La realización televisiva sí pudo ser mejorable en cuanto al reparto de tiempo de las pruebas. Algunos concursos pasaron casi inéditos mientras la atención de las cámaras se cebó con otras pruebas, como el salto de altura, que no presentaron un nivel excesivamente llamativo. Un mal de la televisión que lleva demasiados años afectando a las retransmisiones de los grandes campeonatos de atletismo pero no se encuentra solución.
Fuente: deportesconcarlosareco.com
Dos fueron los nombres que pasarán a la historia de este Europeo. Dos atletas insultantemente jóvenes que han explotado en la pista de Berlin como punto de arranque a dos carreras deportivas brillantes. 2018 ha sido el año de eclosión de Jakob Ingebrigtsen, el menor de los hermanos de una saga familiar que domina el mediofondo continental en los últimos años. Con apenas 17 años sorprendió a todos corriendo en 3.30 en las pruebas de 1.500 de los grandes mítines, manteniendo arriba la cabeza en los duelos contra los keniatas. Llegaba a Berlin con claras opciones de medalla aunque liberado de presión bajo el manto protector de sus hermanos mayores, Filip y Henrik, más experimentados y con un palmarés respetable. Incluso se barajaba la presencia de los tres hermanos en el podio de los 1.500. Una hazaña sin parangón ni precedentes. La imagen de los Filip, Henrik y Jakob encabezando la final ya es historia del atletismo. Finalmente no se produjo el dominio tiránico de los hermanos Ingebrigtsen al completo pero fue inevitable el auge y entronización de Jakob. Con un final salvaje y apoteósico destrozó a todos en los 1.500 y 5.000. Un doblete para el recuerdo. La aparición de una nueva gran figura del atletismo mundial. Sin cumplir la mayoría de edad ya ha alcanzado un logro que justifica una carrera deportiva. Hay voces que sostienen que los duros entrenamientos que lleva a cabo y un calendario muy cargado a temprana edad pueden acortar prematuramente su carrera deportiva pero lo cierto es que ya ha logrado con 17 años una gesta que soñaría cualquier atleta europeo contrastado. El otro gran protagonista llegó por sorpresa desde la pértiga. Armand Duplantis, sueco nacido en Estados Unidos, llegó a Berlin como un gran proyecto de futuro pero su participación en la capital alemana sobrepasó cualquier expectativa imaginable. La facilidad y elegancia con la que sobrepasaba cualquier altura dejó atónito incluso al mismísimo Lavillenie, impotente para seguir el ritmo enfervorizado de un chaval sin miedo a nada que alcanzó los ¡¡6.05!!. Con 18 años ya se había consagrado como uno de los más grandes del salto con pértiga en la final más brillante de esta especialidad. Su entusiasmo y calidad resultaron contagiosas. El ruso Morgunov acabó entrando en el selecto club de los 6 metros pero no pudo hacer nada ante un juvenil que ha roto todos los moldes. Nadie ha saltado a su edad lo mismo que Duplantis ni de lejos. El sueco comienza su camino hacia la leyenda. En categoría femenina el éxito más sonado recayó en la británica Dina Asher-Smith, la dominadora de la velocidad con sus contundentes triunfos en los 100 y 200 metros. Otro talento joven (22 años) que se dispone a merodear la élite de la velocidad mundial. El record mundial logrado por la portuguesa Inés Henriques en los 50 kms. marcha supuso la gran marca del campeonato. No será extraño que sea rebajado con frecuencia en los próximos años dada la juventud de la prueba.
Fuente: womenshehealthmag.co.uk
El medallero acabó liderado por Gran Bretaña con 7 oros, 5 platas y 6 bronces tras una dura y cerrada pugna con Polonia (7 oros, 4 platas, 1 bronce) y Alemania (6 oros, 7 platas, 6 bronces). A notable distancia quedaron Francia (3 oros, 4 platas, 3 bronces) y Bélgica (3 oros, 2 platas, 1 bronce). Como hacemos habitualmente echamos mano al sistema Perdi-Rosschak para evaluar con mayor precisión el papel de cada país en el Europeo. En esta ocasión encontramos cambios sustanciales respecto al medallero. Gran Bretaña continúa al mando con 142 puntos pero el segundo puesto pasa a manos de Alemania (130 puntos) en detrimento de Polonia (103 puntos). En la cuarta plaza hay un empate con 70 puntos entre Francia y España. Ya nos detendremos con detalle en la participación española más adelante. La caída en desgracia del atletismo ruso por temas de dopaje ha dejado en poder de Gran Bretaña el trono continental pero el dominio no es ni mucho menos hegemónico. O al menos como la tiranía implacable que imponen sus velocistas en el Viejo Continente. Las pruebas de velocidad, los relevos y el talento de las mediofondistas le permiten liderar la clasificación pero el duelo con Alemania por la supremacía continental se presente interesante de cara a próximas ediciones. Saltos, lanzamientos y el talento de Felicitas Krause en 3.000 obstáculos y las velocistas para revitalizar el atletismo germano. Mención aparte merece Polonia, un país con medios y características muy similares a España que representa todo un ejemplo de buen trabajo y competitividad. Un espejo en el que mirarse. Una fórmula que lleva dos décadas funcionando. El potencial de sus lanzadores convierte a Polonia en el gran referente de los lanzamientos. Su escuela de mediofondo sigue produciendo atletas (Kszczot, Lewandowski, Ennaoui,…) de enorme talento y con una capacidad competitiva admirable. Su productividad en los 400 metros sigue siendo ejemplar en Europa. Esta vez fueron las mujeres quienes exhibieron poderío en la prueba más dura de la velocidad. Un atletismo versátil y equilibrado que nunca falla a la hora de competir y puede competir de igual a igual con cualquiera en Europa. El mejor referente para convertirse en gran potencia. Ausencias y pifias inesperadas han restado vigor a Francia, a caballo entre los grandes triunfadores y una nutrida clase media que forman Bielorrusia, Holanda, Bélgica, Grecia, Ucrania, Noruega, Italia y Turquía. Un conglomerado que agrupa bloques solventes (Bielorrusia, Holanda, Grecia, Ucrania), el gran efecto de figuras rutilantes (Thiam, los hermanos Borlee e Ingebrigtsen) o una potencia en declive como en el caso de la selección italiana.
Fuente: elpotosi.net
Llega el momento de analizar el papel de España. Las expectativas generadas este año con un equipo joven y prometedor, lleno de talento en pruebas donde se rayaba la intrascendencia hace bien poco, despertaron un elevado optimismo. Incluso se barajó la posibilidad de lograr los mejores resultados en un Europeo. El balance final fue de 10 medallas, repartidas en 2 oros, 3 platas y 5 bronces. Novena en el medallero, cuarta en el sistema Perdi-Rosschak. Es un buen palmarés pero no excepcional. La inclusión por primera vez de la Copa de Europa por equipos de maratón en el medallero engordó un resultado que está en la línea del conseguido en los Europeos de los años 90. Gran parte del mérito recae en el gran caladero tradicional del atletismo español, la marcha. Cuatro de ellas recayeron en marchadores, incluidas las dos medallas de oro logradas en el inolvidable día grande de los 20 kms marcha, que escribió una de las páginas más brillantes del atletismo español. Nada nuevo bajo el sol. El cambio de paradigma que se avecinaba, con la irrupción de jóvenes rutilantes en las pruebas de velocidad, no trajo más que el bronce en el talento relevo 4 x 400. Las ilusiones depositadas en Hortelano y Husillos acabaron en desencanto aunque es evidente el enorme progreso en la velocidad. Ahora se compite por podios cuando hace pocos años los atletas españoles eran irrelevantes en esta especialidad. Peor le va a otros apartados. Especialmente dolorosa es la decadencia del mediofondo. De primera potencia europea se ha pasado a un papel menor. Algo parecido ocurre con el fondo. Las medallas por equipos en maratón no pueden tapar la innegable pérdida de protagonismo en las distancias más largas. En otros ámbitos no se abandona la oscuridad. Los lanzamientos son un solar. Los saltos verticales viven en el drama de la intrascendencia desde hace muchos años. En los horizontales se escaparon buenas oportunidades en concursos discretos. Sólo Ana Peleteiro estuvo en su lugar, logrando su primera medalla en una gran competición al aire libre en categoría absoluta. Una de las estrellas destinadas a liderar el atletismo español los próximos años. Hay talento que confirma la progresión, al menos a nivel europeo, pero siguen quedando sombras innegables. La sospecha de la falta de competitividad al máximo nivel todavía sigue presente en demasiados atletas. A otros, en cambio, Berlin les llegó pronto. Tendrán más oportunidades mientras siguen madurando. En especial María Vicente, una joya que dispone de todo para romper todos los moldes conocidos en el atletismo español.
Fuente: elperiodicomediterraneo.com