FINAL FOUR EUROLIGA 2014: SEMIFINALES. AVALANCHA BLANCA

Sergio Rodríguez bota ante Sada

No subía una montaña pero al Barça le pareció estar delante de un coloso del Himalaya. Antes que pudiera reaccionar la montaña se le vino encima entera. Se convirtió en una nueva víctima, quizá la más ilustre, de la avalancha blanca. Debía convertir el Clásico en una guerra de guerrillas, un duelo entre trincheras pero no sólo no lo logró sino que acabó despedazado por un Real Madrid desatado que disfrutaba corriendo a campo abierto mientras hacía trizas a su eterno rival, reduciéndolo a la mínima expresión. Probablemente la exhibición más rutilante del equipo blanco por el momento y el rival. Los 38 puntos de diferencia marcan una paliza histórica que despejan cualquier duda sobre el cambio de dominio en el baloncesto español, un paso más en este equipo llamado a hacer historia. Un partido llamado a ser igualado y apasionante terminó en una masacre. El Barça, que llegaba en el mejor momento de la temporada a Milán y amenazaba en estas semifinales la hegemonía madridista de toda la campaña, recibió una humillación de las que marcan a un equipo. El Madrid dio un golpe de autoridad, un grito de “aquí mando yo” que acabó con su gran rival. A los hombres de Laso se les presenta una nueva oportunidad para lograr la deseada novena Copa de Europa tras 19 años de sequía. Sólo el Maccabi se interpone en el camino hacia el éxito de la avalancha blanca.

CSKA Moscú 67 – Maccabi 68: No tardó el CSKA en dejar patente la superioridad que disfruta en el juego interior. Con Schortsanits de inicio en el banquillo, el equipo ruso no dudó un instante en meter balones dentro de la zona a Kaun (14 puntos, 5 rebotes, 3 robos, 24 de valoración). El rocoso pivot ruso aprovechaba sus kilos para sembrar el pánico bajo el aro hebreo, anotando una y otra vez hasta sumar diez puntos en un visto y no visto. David Blatt no esperó más para dar entrada a Schortsanitis (14-6, min 5). El inmenso pivot griego logró frenar la sangría producida por Kaun. El Maccabi lograba un parcial de 0-8 para igualar un partido lento y de mucha intensidad atrás. Pese a la reacción de su rival el CSKA continuaba dominando sin problemas el rebote y el juego interior. Maccabi se agarraba recurriendo al tiro exterior. Un par de triples de Blutenthal y otro de Ohayon contrarrestaban el dominio interior del equipo ruso pero poco a poco la dependencia del tiro de tres pasaría factura. La tercera falta de Schortsanitis complicó aún más las cosas. El dominio de la zona del CSKA se hacía cada vez más patente. Khryapa (9 puntos, 10 rebotes, 19 de valoración) dominaba todas las facetas del juego. Teodosic controlaba el ritmo del encuentro, maniobrando a sus anchas. Parecía que esta vez la presión de un gran partido no le asfixiaba. A Maccabi le costaba un horror jugar dentro de la zona. Muchos de los balones que buscaban a un jugador cerca del aro acababan en manos del CSKA. Cuando el tiro exterior ya no resultaba tan efectivo al Maccabi le entró la flojera ofensiva. Sólo le salvó que el CSKA tampoco estaba especialmente brillante en ataque y desperdiciaba más tiros libres de la cuenta, lo que le permitió al equipo macabeo llegar vivo al descanso (38-30, min 20). La segunda parte continuó con el poco acierto en ataque. Ninguno de los dos equipos estaba acertado, ni siquiera en posiciones cómodas. Pero al que más le pesó fue a Maccabi. La falta de acierto desde fuera no podía ser compensaba por dentro. El CSKA siempre se llevaba cada balón dividido que se escapaba por la zona. El dominio ruso en el rebote resulta abrumador. Maccabi parecía impotente y a punto de bajar los brazos cuando Blatt paró el partido (55-40, min 28).

Fuente: gettyimages.com

Su equipo saldría del tiempo muerto con otra actitud. Mejoró su intensidad defensiva y logró bloquear al CSKA en ataque. El parcial de 3-11 le devolvía la vida pero al Maccabi le faltaba algo de continuidad. Demasiada precipitación, demasiado individualismo de Tyrese Rice que había sido elegido como solución de emergencia. Parecía que el CSKA podría acabar llevándose el gato al agua con un par de acciones individuales pero los triples permitían al Maccabi seguir resistiendo, agarrado al encuentro hasta llegar con vida al último minuto (64-61, min 39). El suspense aumentó aún más cuando Weems, que estuvo irreconocible por su mal partido, sólo anotaba un tiro libre y Devin Smith encestaba para poner el 65-63 a 42 segundos del final. Teodosic subió el balón en la siguiente jugada. Weems lo amasó, demasiado solo, defendido de lejos y con la mirada por Devin Smith. Un tiro cómodo de cinco metros sobre la bocina significaba el 67-63. Medio partido estaba en el zurrón moscovita pero no estaba dicha la última palabra. Blutenthal se levantó con rapidez para anotar su quinto triple y poner el partido el partido al borde del infarto. 67-66 a 13 segundos. No sería la primera vez que al CSKA le tiemblan las piernas en una situación tan complicada y tras dejar escapar una buena ventaja. Las bengalas encendidas por los seguidores del Maccabi formaban un ambiente de suspense, casi terrorífico. Los fantasmas de Estambul en aquella infausta final ante Olympiacos volvían a aparecer. Y de qué manera. Khryapa, el más fiable de los hombres de Messina, la pifió perdiendo el balón. Tyrese Rice (13 puntos, 5 rebotes, 19 de valoración) salió al contraataque a toda velocidad. No dudó en entrar hasta la cocina aunque delante estuviera Teodosic, más alto que el base americano-montenegrino. El serbio no fue oposición para que Rice anotara y adelantara al Maccabi a cinco segundos del final. Delirio en los aficionados del Maccabi. A toda prisa el CSKA encontró su última oportunidad, un triple cómodo para Weems. El alero rubricaría su nefasta actuación fallando el triple en el último segundo. La locura se apoderó de un Mediolanum Forum repleto de seguidores del Maccabi que acabaron invadiendo la pista locos de felicidad. Una remontada al borde de lo imposible metía al equipo israelí en una final que no podían ni sospechar. El CSKA volvió a repetir pifias pasadas. Otra vez el multimillonario equipo moscovita se pegaba un tiro en el pie para decir adiós a sus opciones en una final dramático y triste.

Fuente: deia.com

Barça 62 – Real Madrid 100: Este Clásico no tenía nada que ver con el de la semana pasada en el Palau Blaugrana pero el comienzo de partido resultó muy familiar. El Barça arrancó de la misma manera que en el encuentro liguero, mucho más intenso y dominando a placer. Huertas controlaba el encuentro a su antojo y encontraba en Tomic un buen aliado. Con su equipo desconcertado Laso tuvo que pedir tiempo muerto (12-4, min 4). El panorama se parecía demasiado a pocos días antes, cuando el Barça arrolló a los blancos en el Palau Blaugrana. Demasiado errático, dominado con claridad en el rebote y cargándose de faltas con facilidad. En cambio el Barça tropezó en la misma piedra que en el final de Copa del Rey. Desperdició muchísimos tiros libres. Otra vez la línea de tiro libre se convirtió en una tortura para los azulgranas. Ello evitó males mayores a su rival hasta que Laso dio entrada a su principal arma de destrucción masiva: El Chacho. Sergio Rodríguez cambió la cara a su equipo, le devolvió la alegría. El primer contagiado fue Mirotic (19 puntos, 4 rebotes, 8 faltas recibidas, 27 de valoración) que se enchufó con rapidez, volviendo locos a Lorbek, primero, y Nachbar posteriormente. Con el cambio de escenario el Real Madrid igualaba el encuentro que al Barça comenzaba a hacérsele cuesta arriba. Su inicio de segundo cuarto fue lamentable. La defensa madridista cada vez era más sólida y agresiva. La entrada de los Slaughter o Felipe Reyes aumentaron el nivel atrás. El Real Madrid podía correr y cuando eso ocurre el rival lo paga muy caro. ´Con Huertas bien frenado el Barça comenzaba a hacer aguas. Incluso a algún jugador empezó a írsele la olla como a Papanikolau tras cometer una inexplicable antideportiva sobre Sergio Rodríguez. El 0-11 de parcial encendía las alarmas en Can Barça (20-31, min 14). Estaba llegando lo que más temía Xavi Pascual: la avalancha blanca, letal para tantos rivales madridistas esta temporada. Los culés intentaron reaccionar desde el tiro exterior. El Madrid devolvió sus triples. Tampoco servía una carga con bayonetas, su rival también estaba cómodo. Rudy empezaba a aparecer y Felipe Reyes de nuevo tiraba de repertorio para complicarle la vida a todo el que se interpusiera bajo el aro. O incluso lejos de él, con triple de por medio. Salvo algunas buenas jugadas aisladas, casi siempre con Tomic de protagonista, el Barça no estaba nada lúcido en ataque (32-45, min 18). Sólo los detalles del pivot croata y Oleson permitieron mantener las esperanzas cuando llegó el descanso.

Fuente: lne.es

El Real Madrid no se enfrió con el paso por los vestuarios. Su puesta en escena volvió a ser admirable. Los tiradores blancos tenían preparados los fusiles para descargar sobre el aro rival. El 2-8 de inicio complicaba aún más las cosas a los azulgranas, demasiado dependientes de Tomic (16 puntos, 8 rebotes, 21 de valoración). Resultaba un querer y no poder. No había manera de reducir las diferencias. El juego exterior madridista estaba en estado de gracia. Daba igual Llull, Rudy que Mirotic. Incluso Bouroussis, inoperante en el primer cuarto, se unía a la fiesta. En Barça ya caminaba demasiado sobre el alambre cuando entró de nuevo Sergio Rodríguez (21 puntos, 6 asistencias, 25 de valoración). Su aparición volvió a resultar demoledora. Llegaban las pérdidas de balón, los contraataques madridistas. El Barça iba camino del desastre y ni el tiempo muerto de Xavi Pascual lo podía evitar. Sergio Rodríguez destrozó a los azulgranas con todo su repertorio. Milán comenzaba a rendirse a su magia, a la velocidad que imprimía a su equipo, a su letal tiro de tres. A los pies del talento de un genio. El Barça estaba completamente superado, frustrado por la imposibilidad de frenar a Sergio Rodríguez y abrumado por la intensidad defensiva madridista. Había caído fulminado en la lona (48-73, min 30). La diferencia resultaba insuperable pero aún más grave era la sensación de impotencia. Huertas había sido barrido por los Sergios. Los tiradores estaban negados. Los fichajes, completamente desaparecidos. Y Navarro…, qué triste resulta verlo tan mermado físicamente, tan intrascendente a su pesar. Con todo perdido el Barça se dejó ir de mala manera. Dorsey acabó llevándose una técnica tras lanzarle el balón a un árbitro. Tomic hacía el ganso con pases inapropiados que acababan fuera de la pista. Estaba el equipo azulgrana completamente destruido pero el Madrid no quería dejar pasar la ocasión de hacer sangre. Siguió ensañándose con un brutal acierto de tres. Entraba absolutamente todo. Atrás trataba como a un guiñapo a un equipo sin espíritu. La tortura no tenía fin. El Madrid pasaba de los 30 puntos pero quería aún más. Los suplentes aprovecharon para lucirse. Carroll afinaba su muñeca para duelos posteriores. Felipe Reyes dejaba en paños menores a rivales sin alma. Sergio Rodríguez completaba su recital, aclamado al ser sustituido por un público entregado. Realmente el poco que quedaba, la mayoría ya se habían levantado con todo el pescado vendido. Un contraataque finalizado por Carroll llevaba la anotación blanca a la centena. La humillación se había completado. El Real Madrid hundía en la miseria a su eterno rival mientras gritaba a los cuatro vientos que había llegado para apoderarse del cetro europeo.

Fuente: diariolanube.com

LA FINAL:

No puede haber algo más clásico en la Euroliga que un Real Madrid-Maccabi, el partido que se ha disputado más veces en la historia de la máxima competición europea. Ambos ya se enfrentaron en una final de la antigua Copa de Europa, en 1980. Partido de grato recuerdo para los madridistas ya que significó el séptimo entorchado en el día que Rafa Rullán hizo el partido de su vida. Entonces el Maccabi era un incipiente equipo que ya empezaba a asomarse entre los grandes europeos. 34 años después es uno de los históricos del baloncesto continental. Cierto que ha dispuesto de equipos mucho más potentes y brillantes que el que presenta en Milán. El actual parece claramente inferior al Real Madrid por profundidad de banquillo, talento y juego. Sin embargo tampoco hay que subestimar al Maccabi. Ambos equipos se enfrentaron en el Top 16 y el equipo de Laso no lo pasó nada bien. Ganó los dos encuentros pero sufriendo muchísimo. En el Palacio de los Deportes salvó la papeleta un Llull colosal en los últimos dos minutos y en La Mano de Elías evitó la prórroga un tiro libre fallado por Tyus en el último segundo. Los precedentes no invitan a confiarse ni mucho menos, más aún con el subidón moral que significó para el Maccabi la increíble remontada ante el CSKA y la presencia masiva en las gradas de sus aficionados. Con todo parece que el encuentro está en manos del Real Madrid. Si vuelve a imponer el ritmo de juego empleado ante el Barça es muy difícil que se le escape la final por mucho que el Maccabi también se encuentre cómodo en un encuentro veloz. Los tiradores madridistas son más regulares y fiables y la diferencia en el puesto de base es abismal. Sergio Rodríguez y Llull son claramente superiores a Ohayon. Pese a su final de partido en semifinales, Rice es más un recurso de emergencia, demasiado individualista para hacer jugar a un equipo grande. El mayor peligro macabeo estará en la pintura. Schortsianitis siempre crea muchos problemas a los pivots madridistas y para el Madrid resulta un quebradero de cabeza plantear su marcaje, casi siempre con ayudas a los pivots. Alex Tyus también creó muchas dificultades en los dos encuentros anteriores por su facilidad para cargar el rebote ofensivo. Si logra minimizar el peso del juego interior ya sólo quedaría ocuparse que los Hickman, Devin Smith, Pnini o Blutenthal no tengan el día lúcido desde fuera. La falta de un 4 puro en el Maccabi también es un punto a considerar. Mirotic tiene una ocasión de oro para demostrar que su futuro cercano está al otro lado del Atlántico. En principio sus defensores no deberían ser tan molestos como lo eran en teoría los del Barça. Blatt tendrá que volver a tirar de su colección de trampas y emboscadas para evitar que el Madrid imponga su juego en el Mediolanum Forum y vuelva a saltar la sorpresa.

Y DIGO YO…:

  • Resulta difícil imaginar que el MVP de la Euroliga pueda comenzar cada partido desde el banquillo como le ocurre a Sergio Rodríguez. Un caso curioso aunque todos recordamos que Messina hacía lo mismo con un tal Papaloukas y no le fue nada mal.
  • La victoria del Real Madrid por 38 puntos significa la mayor en unas semifinales de Euroliga. Otro record más del equipo de Laso. Por el contrario, para el Barça es una derrota de las que dejan una huella muy profunda. Son de las marcan el final de una etapa. Puede ser el final del camino azulgrana de más de uno y no sólo a jugadores me refiero.
  • Nuevo fracaso del CSKA en una Final Four. El error más recordado será la pérdida de balón de Khryapa pero otra vez hay que hacer hincapié en otro horrible encuentro de Krstic en un partido decisivo y otra desaparición de Teodosic cuando se juegan las castañas. Incluso Weems, con la vitola de mejor alero del baloncesto europeo, parecía otro. El dinero puede comprar jugadores pero no saber competir. ¿O no, Messina?
  • 6000 seguidores del Maccabi estaban presentes en el Mediolanum Forum. Y los que estarán por llegar, se desplazan en masa a la Final Four. A los seguidores del Barça les aconsejo que si acaban rodeados por personajes vestidos de amarillo no duden en sacar tajada, les sobran los billetes de 500 euros. Mi tío y mis primas pueden dar fe de ello hace tres años en Barcelona.
  • Hace dos años Olympiacos llegaba a Londres casi como comparsa y se proclamó campeón contra todo pronóstico. El año pasado repitió en Londres cuando nadie pensaba que pudieran repetir la sorpresa. Este año Maccabi se presentaba con menos opciones que nadie y ya está en la final. Cenicienta vuelve a prepararse para otro baile con el príncipe azul.

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