Las torretas de iluminación, quizás el principal elemento distintivo del estadio Reino de León, apenas tardaron unos meses en perder su brillante aspecto. Una rojiza capa de óxido cubrió rápidamente su metálica superficie en cuanto cayeron las primeras lluvias. Hoy nadie sabe si se debió a un descuido o si el efecto estaba previsto de antemano, pero su peculiar imagen podría ser una metáfora perfecta de lo que ha ocurrido con el equipo de fútbol que, de momento, disputa allí sus partidos. Porque no es difícil establecer cuándo comenzaron a ir mal las cosas en la Cultural y Deportiva Leonesa. Más o menos, fue justo cuando más lustre desprendía, cuando acababa de renovarse por completo y ofrecía su mejor cara. Precisamente cuando parecía que todo iba a volver a ir bien. Habían pasado cuarenta años desde la primera y única temporada del club en Primera División (1955 /1956) y tras varios descensos, ascensos y alguna que otra amenaza de desaparición, a mediados de los 90 la entidad leonesa se asentaba de nuevo en la Segunda B. La ciudad estaba en auge y había ilusión por devolver a la entrañable Cultural a cotas más altas, las que se entendía que legítimamente corresponden a una ciudad de la historia y relevancia de León. Ese soñado ascenso supondría la entrada de la Cultural en el fútbol profesional, y había que estar preparados. El primer paso fue acometer el inevitable cambio de estadio: el histórico Antonio Amilivia, construido expresamente para aquella lejana campaña en la élite del fútbol español, había envejecido castelo inflavel mal y se necesitaba un nuevo recinto que reflejara toda la grandeza del club y de la propia ciudad. Con los típicos “problemillas” de estas decisiones (valoración y recalificación de terrenos, permutas, cambios en el PGOU, presupuestos que se quedan muy cortos, etc.) la “operación traslado” comenzó en 1998, con el derribo del viejo campo y el comienzo de las obras del nuevo estadio. Mientras tanto, en la parcela deportiva del club se trabajaba con el complicado objetivo del ascenso a Segunda. La Cultural solía pelear con frecuencia por los play-offs, y todos confiaban en que tarde o temprano se lograría el ansiado salto de categoría.
Paralelamente al cambio de estadio se inició el proceso de transformación del club en Sociedad Anónima Deportiva. Una agrupación de empresarios locales, dedicados en su mayoría a la construcción, funda una sociedad de nombre PROFUTLE (Promociones del Fútbol Leonés) que se hará con más del 80% de las nuevas acciones, quedando el resto en manos de pequeños inversores y del propio Ayuntamiento de la ciudad. Parece que la trastienda de esta compra, que contó con el beneplácito del consistorio, ocultaba (bueno, más o menos) una serie de promesas y acuerdos que beneficiarían claramente a las empresas de muchos de los componentes de Profutle. Es decir, los constructores locales se comprometían a controlar el club, evitando que cayera en manos de inversores “forasteros”, a cambio de que se diera por fin luz verde a la venta de unos terrenos de titularidad pública muy atractivos para los empresarios del ladrillo. Además del cambio de estadio, con la edificación de varios bloques de viviendas en los terrenos del antiguo campo, no es ilógico pensar que sobre la mesa estuvo también la futura recalificación de las parcelas de La Lastra, una enorme extensión de suelo municipal que ha acabado siendo el mejor ejemplo de la explosión de la burbuja inmobiliaria en la ciudad de León: infinidad de pisos vacíos, construcciones sin terminar y faraónicos proyectos urbanísticos que jamás verán la luz. Pero no adelantemos acontecimientos.
En el año 2001 nace oficialmente la Cultural y Deportiva Leonesa S.A.D., y ese mismo año se produce también la inauguración del Nuevo Estadio Antonio Amilivia. El recinto, por entonces uno de los más modernos de Castilla y León, tiene capacidad para más de 13.000 espectadores, todos sentados, y está diseñado para ser fácilmente ampliable en caso de necesidad. Para ello ha sido necesario modificar el proyecto inicial, que contemplaba la presencia de una pista de atletismo que vendría a cubrir la necesidad de la ciudad de contar con una instalación de este tipo acorde a los nuevos tiempos. Las únicas pistas de atletismo existentes en León son las del campus universitario (sin gradas) y las del vetusto Estadio Hispánico (de seis calles), pero la supresión del tartán en el proyecto del nuevo estadio no parece un detalle muy importante si con eso se puede aumentar la capacidad del recinto en caso de ascenso. Además, en los bajos del nuevo Amilivia habrá una serie de oficinas y locales cuya explotación comercial servirá para sufragar los gastos del nuevo campo (de titularidad municipal). Está previsto que, entre otras cosas, el estadio se convierta en la sede social del resto de equipos deportivos “profesionales” de la ciudad (Baloncesto León y Ademar León), así como en el recinto que acoja la Feria de León. El flamante Nuevo Amilivia es por entonces un ejemplo de complejo deportivo y de servicios para el resto de la región, y su inauguración en mayo de 2001 no podía llegar en mejor momento: la Cultural está nuevamente en los play-offs de ascenso a Segunda.
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Si en esa liguilla la pelotita hubiese querido entrar, probablemente todo habría cambiado (o tal vez hubiera ocurrido lo mismo pero con cantidades más grandes, no lo sé). El caso es que tras un comienzo más que esperanzador, el equipo tropieza inesperadamente en casa ante el Toledo y acaba perdiendo a manos del Xerez un ascenso que parecía tener en el bolsillo. La temporada siguiente se repite la historia, y después de una buena temporada regular la Cultural se estrella en unos play-offs que ven el regreso a Segunda del Getafe. Para entonces ya se han producido algunas situaciones que indican que algo no se está terminando de hacer del todo bien en los despachos. Al poco de desembarcar en el club, Profutle se debate en una guerra interna entre sus máximos dirigentes. Santos Llamas e Ignacio Tejera se enfrentan a Antonio García de Celis, presidente de la Cultural, provocando el primer cisma serio en Profutle. Aunque García de Celis sale reforzado, el dúo no se da por vencido y consigue poner al mando de la parcela deportiva a un hombre de su confianza, Carlos García, cuyos errores y meteduras de pata superan con creces a sus escasos aciertos. Llegan jugadores de vuelta con fichas de Segunda (o Primera), directores generales de infausto recuerdo (y no sólo para los seguidores culturalistas, pues Ramón Fernández ha dejado su huella en otros equipos) y secretarios técnicos de dudosa valía que acaban generando un importante agujero económico imposible de tapar en Segunda B. El ascenso ya no es que sea una mera cuestión de orgullo patrio, sino que se ha convertido en la única forma de supervivencia posible. En la temporada 2003-2004 el equipo se vuelve a meter en play-offs y una vez más se queda a las puertas de Segunda, superado por el Lleida. Punto final a las ilusiones de la ciudad. Desde entonces hasta hoy, sólo una vez más se ha luchado por el ascenso: fue en el año 2009, y la Cultural cayó eliminada en la primera ronda ante el Sabadell. Justo por esas fechas, el club se acogía a la Ley Concursal.
Pero en ese tiempo han pasado muchísimas cosas más. Por ejemplo, en 2005 se produjo la salida de Profutle (y de la Cultural) de Ignacio Tejera y Santos Llamas. Para entonces, la deuda del club superaba ya los 3 millones de euros, y su patrimonio neto era negativo (casi 2 millones). Casualmente, también por esas fechas, el Ayuntamiento y la Diputación acababan de aprobar la venta de sus terrenos de La Lastra: 100 hectáreas de suelo para 1.800 viviendas, hoteles y un centro comercial que acabaron debidamente parceladas y en manos de los principales constructores leoneses; entre ellos, Tejera y Llamas, que quizá por eso consideraron cumplido el trato que los había llevado al club y lo abandonaron. En realidad, poco se ha movido en León en los últimos años sin que pasara por sus manos. Tejera presidió desde su fundación en 2003 la entidad AGELCO, una agrupación de empresarios de la construcción que se repartió La Lastra y que, aprovechando la cresta de la ola del boom inmobiliario, se convirtió en una especie de mecenas de León. Reinvertir los cuantiosos beneficios del ladrillo en la ciudad es una actitud empresarial loable, pero pasado el tiempo queda la sensación de que todo era una manera de difuminar esos beneficios y aprovecharse de las ayudas públicas sin otro fin que la autopromoción y el enriquecimiento propio. Cuando LagunAir, la compañía aérea que operaba desde el aeropuerto de León, anunció en 2004 su marcha del mismo (lo que suponía que ya sólo habría media docena de vuelos semanales desde el pequeño aeródromo leonés), Agelco procedió a comprarla, con la ayuda del Ayuntamiento, la Diputación y la Junta de Castilla y León. Agelco también adquirió un hospital privado (la Clínica San Francisco), fundó el Instituto Tecnológico de León (con la idea de acoger a una empresa de software de la que nunca más se supo), creó un periódico digital (Leonoticias), apoyó la implantación de Radio Marca en León, invirtió en un centro para personas con discapacidad psíquica impulsado por Antonino Fernández (propietario de la cervecera mexicana Coronita y leonés de nacimiento) e incluso llegó a crear un sello discográfico (Rebel Records) que sólo editó el primer trabajo de Manuel Quijano en solitario. Santos Llamas, propietario de Carriegos, una de las constructoras locales más importantes y elegido por la Federación de Empresarios Leoneses (que entonces presidía Tejera) como Empresario leonés del Año en 2005, simultaneó la dirección de la Clínica San Francisco y de la “nueva” LagunAir hasta que en 2006 fue nombrado nada menos que Presidente de Caja España, la principal caja de ahorros de la Comunidad y cuya división inmobiliaria (Inmocaja) era el principal socio de Agelco en su labor constructora. De hecho, Inmocaja tenía el 9% de las acciones de Agelco, y juntas fundaron Viproelco, una división encargada de la construcción, venta y financiación de viviendas de protección pública. Ninguna de las empresas mencionadas en este párrafo pasa hoy por sus mejores momentos. Por ejemplo, LagunAir acabó echando el cierre en 2008 tras un par de años malviviendo gracias a las ayudas y subvenciones públicas; Agelco presentó concurso de acreedores en 2009 cuando debía más de 32 millones de euros, y a Caja España ni siquiera su reciente fusión con Caja Duero acaba de colocarla fuera de peligro.
Claro que la situación en el Ayuntamiento leonés no es mucho mejor. La larga etapa del popular Mario Amilivia (nieto del presidente de la Cultural que daba nombre al estadio) al frente del gobierno municipal se cierra en 2003 con la caja casi vacía. Paco Fernández, del PSOE, pierde año y medio después la alcaldía a través de una turbia moción de censura que concede el bastón pula pula inflavel de mando nuevamente a Amilivia y provoca un cisma en el leonesismo (la moción sale adelante con los votos de dos tránsfugas de la Unión del Pueblo Leonés, entre ellos el de su fundador José María Rodríguez de Francisco). Es en ese nuevo periodo de Amilivia cuando se cierra la venta de La Lastra y se produce el auge de Agelco, así como la entrada del Ayuntamiento en el accionariado de Profutle, Con el pago de 600.000 euros, el consistorio acumula el 25% de las acciones de la Cultural y coloca a De Francisco como representante en el Consejo de Administración del club. Pero en 2007 Fernández vuelve a ganar las elecciones y se encuentra con un Ayuntamiento todavía más endeudado que antes (pese al balón de oxígeno que supuso la venta de esos terrenos), y entre otras medidas comienza a cortar el grifo de las subvenciones a las entidades deportivas locales. La Cultural, que debe dinero a la Seguridad Social, ve congeladas las ayudas municipales, aunque su peso (y el de sus propietarios) en la vida pública leonesa es grande y el equipo de gobierno sigue comprometiendo dinero para su supervivencia, hasta que la situación se vuelve insostenible para todos.
Volviendo a la Cultural y al tiempo en el que Llamas y Tejera abandonaron el barco, nos encontramos con la comentada deuda de más de 3 millones de euros acumulados en poco más de 4 años de gestión en Segunda B. Por si fuera poco, el patrimonio del club es prácticamente inexistente, puesto que, recordemos, el nuevo estadio es municipal. El Nuevo Antonio Amilivia (que, en una decisión más política que económica, en 2008 pasó a denominarse Estadio Reino de León) había acogido ya un partido de la Selección absoluta, pero de momento no había noticias sobre sus otros usos programados (salvo el traslado de las oficinas de Baloncesto León y Ademar, que básicamente sólo tenían que cruzar la calle desde el Palacio de Deportes). De hecho, a día de hoy el resto de locales siguen cerrados a cal y canto por problemas con el Ayuntamiento, cuyos continuos vaivenes políticos (moción de censura incluida) han roto la otrora armoniosa relación entre club y consistorio.
Tras un nuevo conflicto en el seno de Profutle, el Día de los Inocentes de 2006 se forma un nuevo Consejo de Administración, presidido ahora por Domingo Cueto, que releva así a García de Celis, aunque este permanece como consejero. La situación de la Cultural es caótica (luego sabremos que de quiebra técnica), pero el nuevo Consejo decide tirar hacia adelante y que sea lo que Dios quiera. Pero nada sale bien. La afición comienza a dar la espalda al club, desencantada ante los continuos fracasos deportivos y cada vez más distanciada de una directiva que parece ir dando tumbos día tras día. Ver que la Ponferradina sí logra ascender a Segunda, y nada menos que dos veces en los últimos cuatro años, tampoco ayuda a que los ánimos mejoren en la capital de la provincia. El baile de secretarios técnicos, entrenadores y jugadores es interminable (más o menos como en muchos otros equipos de Segunda B, todo hay que decirlo), pero con todos esos cambios la Cultural no solo no saca rendimiento deportivo, sino que se va enfangando con denuncias por impagos, amenazas de huelga de jugadores y, en resumen, más y más problemas. En todos esos movimientos juega un papel fundamental Dionisio Elías, mano derecha de Cueto y, para muchos, principal responsable de la situación actual del club. Elías, uno de los miembros de Profutle no ligados a la construcción, tampoco presenta un bagaje empresarial muy limpio. De hecho, había dimitido en mayo de 2006 como consejero culturalista al destaparse un presunto delito de estafa y fraude fiscal en una cooperativa ganadera que dirigía y que acabó quebrando por el caso de la “leche negra”, pero volvió en diciembre de ese mismo año acaparando no sólo el control económico del club, sino también el deportivo. Un caso paradigmático de su gestión en la Cultural es el de los 33.500 euros pagados a un agente balcánico por la contratación del delantero croata Ivan Roskam, una joven (y desconocida) promesa que sin embargo tenía ficha en el filial (de Tercera División) y que en sus apariciones con el primer equipo no justificó en el campo su condición de fichaje más caro de la historia culturalista.
Al final, los años en Segunda B y el recorte de las subvenciones convierten la pésima gestión del club en una losa imposible de levantar. Los tres años del último Consejo de Administración han doblado la deuda previamente existente, a pesar de que Domingo Cueto sigue diciendo que bajo su mandato no ha habido pérdidas y que en realidad no ha hecho más que poner dinero. Luego sabremos que en parte tenía razón. Tras perder la opción de ascenso ante el Sabadell, la Cultural se declara en concurso de acreedores en junio de 2009, y el Juzgado comienza a gestionar el club. Durante la siguiente temporada se produce una de las pocas alegrías de los últimos años, cuando el azar empareja a la Cultural con el Barcelona en la Copa del Rey. Una taquilla que salva económicamente la temporada pero que trae más problemas al presidente por las primas prometidas a la plantilla (imposibles de pagar en situación de concurso) y por serias irregularidades detectadas con las entradas. En septiembre de 2009, un mes antes del duelo copero ante el Barça, el administrador judicial había presentado su demoledor informe. Efectivamente, tal y como decía Cueto, en esos tres últimos años no se han registrado pérdidas, pero tampoco ingresos ni gastos ni cualquier otro apunte contable. La Cultural lleva sin presentar las cuentas en el Registro Mercantil desde el año 2005, y ni siquiera la contabilidad interna refleja la imagen fiel de la entidad. Según esos datos el patrimonio neto es negativo (4 millones de euros), pero la situación real es aún peor. La deuda total asciende a más de 6’5 millones de euros (casi la mitad corresponden a créditos con Caja España y la propia Profutle), y a juicio del administrador la Cultural debería haber entrado en concurso de acreedores ya en 2004. El origen de esa pésima situación está en la propia conversión del club en S.A.D., que se produjo con una capitalización insuficiente, pero la gestión de los últimos años ha sido sencillamente desastrosa. Por ello, en mayo de 2010 el administrador Emilio Guereñu solicita al Juzgado Mercantil del que depende una condena de culpabilidad para quienes han sido los gestores del club desde el Día de los Inocentes de 2006, los que, conociendo la gravedad de la situación, tardaron tres años en tomar las medidas previstas en la Ley.
Sólo se libra de la petición de Guereñu el anteriormente citado Rodríguez De Francisco, al que creíamos representante del Ayuntamiento en el Consejo, pero en cuyo nombramiento oficial no consta que ocupara ese cargo más que a título personal. Además, es público y notorio que De Francisco dejó el club (y la política activa) tras las elecciones de 2007. Sin embargo, ni su marcha ni la llegada al Consejo de los políticos Javier Chamorro y Natalia Rodríguez (estos sí representantes del Ayuntamiento) fueron debidamente registradas por la entidad, por lo que el Administrador Judicial debe justificar mediante numerosos recortes de prensa y declaraciones públicas que efectivamente estas dos personas forman parte del Consejo en lugar de De Francisco. Las irregularidades son interminables: sobra con decir que en estos últimos cuatro años apenas hay un documento oficial firmado por el presidente Cueto. La conclusión del proceso concursal supone un pequeño balón de oxígeno, al reducir la deuda exigible a la Cultural a la mitad (entre otras cosas, eliminando las partidas a favor de los miembros de Profutle), pero eso siguen siendo más de 2’5 millones de euros. A la desesperada, Profutle propone en septiembre un aumento de capital de 1’2 millones que evite la disolución de la Cultural, pero ya sólo Cueto y Elías parecen por la labor de seguir en el club. La mayoría de los accionistas de Profutle han visto cómo la crisis se llevaba por delante gran parte de su dinero y entre eso y los enfrentamientos internos nadie parece interesado ya en la Cultural. O, al menos, no a través de Profutle: a la última Junta de Accionistas de la agrupación sólo habían acudido 6 de sus 40 socios, y cuatro eran miembros del Consejo de Administración del club.
El golpe de gracia llega un par de meses después. En noviembre de 2010 el juez dicta sentencia de culpabilidad por el concurso de acreedores: tal y como afirmaba el administrador Guereñu, la Cultural estaba en situación de insolvencia desde 2005, pese a lo cual los nuevos gestores no declararon el concurso hasta 2009, agravando aún más la situación económica de la entidad. Por ello condena a dos años de inhabilitación a 5 de los 7 imputados (el presidente Cueto y los consejeros Dionisio Elías, Carlos Emperador, Alfredo Martínez y Antonio García de Celis), aunque absuelve al Ayuntamiento y a sus dos representantes. La sentencia descabeza Profutle y revienta los planes de Cueto y Elías, que confiaban en tener tiempo suficiente para realizar la ampliación de capital y atraer a nuevos inversores a León. Ahora todo corre más prisa, y los rumores sobre posibles interesados no acaban de concretarse. Quizás para acelerar la decisión de los hipotéticos compradores, el Consejo de Administración (que ha recurrido la sentencia de inhabilitación y que, pese a haber dimitido, permanece al mando del club de forma interina) ha aprobado estas navidades solicitar al juzgado la disolución de la Cultural, mientras se mantiene abierto el proceso de ampliación de capital de Profutle. El primer equipo deambula por la parte baja de la tabla (el filial fue desmantelado en agosto), los jugadores llevan 3 meses sin cobrar y el Ayuntamiento espera a que el club le presente la certificación de encontrarse al día con Hacienda y la Seguridad Social para liberar las subvenciones pendientes, que según sean los medios más o menos afines a los actuales propietarios de la Cultural podrían ser de 120.000 o de más de 500.000 euros (la última cantidad sería suficiente para afrontar los pagos más urgentes). Una notable diferencia de cifras que nadie aclara y que evidencia una vez más la impenetrable nube de intereses creados en torno al club desde hace casi quince años.
Con los directivos cesantes asegurando disponer ya de esos certificados (al menos en sus medios “amigos”), la pelota está en el tejado del Ayuntamiento, pero la concejala de Deportes Natalia Rodríguez (la misma que salió absuelta del concurso de acreedores de la Cultural) ya ha declarado que, aunque confía en que aparezca alguien que se haga cargo de la entidad, la desaparición del club “no sería el fin del mundo”. Y puede que tenga razón. A la última Junta Extraordinaria del club (la de la solicitud de disolución), celebrada el pasado 29 de Diciembre de 2010, acudieron unas 50 personas a manifestarse en contra de los gestores. Y no es mal número, teniendo en cuenta que la media de espectadores que acuden a los partidos ligueros apenas roza las mil personas (a modo de apunte, a los partidos del Ademar acuden siempre entre 3.000 y 6.000 personas, dependiendo del rival, y el Baloncesto León cuenta con otros tantos fieles). Se ha convocado otra manifestación para el próximo partido del equipo en casa, este próximo domingo, y tengo franca curiosidad por ver cuánta gente acude a la llamada. Porque en la calle nadie habla ya de que la ciudad se merezca un equipo de fútbol en Segunda División, y la deriva de la Cultural se contempla con distancia y un punto de sarcasmo. Si deportivamente el equipo responde (como en la temporada 2008-2009) la gente se vuelca, pero si las cosas no funcionan en el césped parece que a nadie le preocupa demasiado lo que ocurra con el club, a diferencia del sentimiento de apoyo popular que existe hacia otros equipos en situación similar como el Oviedo. Mi sensación hinchables es que para muchos leoneses, e incluso para sus propios dueños, la Cultural hace tiempo que murió.
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56 Comments on "FUTBOL Y NEGOCIO (IV): ¿ADIÓS A LA CULTURAL?"
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Sabias palabras:
Josep Vives, presidente del Ricoh Manresa de basket: “El sector del deporte profesional es el único de la economía productiva (al fin y al cabo, nosotros fabricamos un espectáculo, un producto que genera pasiones), en el que los trabajadores ganan cada día más dinero y las empresas están cada día más endeudadas”.
Eso debía ser antes del rescate de los bancos, supongo. 😉
Al final los jugadores desconvocaron la huelga y jugaron en Zamora por respeto “al escudo y a los aficionados”. Perdieron 3-0 pero al menos no habrá sanción por incomparecencia. La semana que viene habrá un nuevo capítulo, ya que se han sabido las razones por las que el Consejo de Administración no firmó el acuerdo que les presentó el Ayuntamiento: el alcalde solicitaba un compromiso de venta de todas las acciones de Profutle, algo que los administradores no podían asegurar ya que no ellos representaban la mayoría de capital suficiente para tomar esa decisión, así que se ha convocado una… Read more »
¿Adios al Oviedo? No se muy bien como va el tema, pero por lo que he podido entender se ha frustrado su venta a unos inversores mexicanos y el equipo necesita 800.000 que no tiene para acabar la temporada. Al menos eso es lo que he creido entender. La situación amenaza desaparición o descenso a tercera (con identico resultado)
Hola Fierro, por lo visto los mexicanos se han echado atrás al ver que además del dinero para comprar las acciones también tenían que poner esos 800.000 euros para cubrir el presupuesto de esta temporada. En principio la desaparición todavía está lejos porque el club sigue pagando (creo), aunque si la venta de las acciones sigue empantanada todo podría pasar. Y recordemos que el día que entre alguien nuevo y tenga que poner en orden las cuentas puede encontrarse más de una sorpresa desagradable. Mientras, lo de la Cultural sigue parado. Profutle acepta vender pero ahora, cosas de la vida,… Read more »
Después de varias ofertas fantasma, la solución para la Cultural tiene un nombre: Jose Luis Tamargo, representante de futbolistas. Qué miedito…
Despues de leer el post, solo puedo aportar un tema técnico.
Las torres de iluminación del estadio son de acero corten. Es un acero autooxidante. El óxido lo protege de la corrosión.
Aupa deportiva!!! Este año volveremos a bajar a segunda b, pero el campo es un ejemplo todos los domingos. 6000-7000 espectadores, a pesar de ser colistas.
Jaja, gracias Bolzan por el apunte. Tenía la idea de que sí estaba previsto que se oxidaran, pero no estaba seguro y, qué narices, quedaba bien como “licencia literaria” para reflejar la decadencia del club.
Y suerte a la Ponferradina, que la va a necesitar.
Pues Ali Syed parece que siembra azufre por donde pasa.
Ayer salía una noticia sobre un impago de 72 millones y hoy que no hay fondos para el finiquito de Portugal…http://www.elconfidencial.com/deportes/2011/ali-syed-racing-impagos-finiquito-entrenador-portugal-20110309-75835.html
De locos, el fútbol se va a la quiebra, por fin.
Pues sí Free, de todas formas ya viste lo que enlacé sobre él. No me pilla de sorpresa. Aprovecho para decir que Tamargo sigue a vueltas con la compra de la Cultural, por lo visto todo depende de que Hacienda y la Seguridad Social concedan el aplazamiento de las deudas que el club tiene contraidas con ellos, de algo más de medio millón de euros. Si lo conceden, podrían liberarse las subvenciones pendientes, que parece que es el punto clave que Tamargo quiere que se cumpla. O sea que lo de siempre, mucho prometer pero a la hora de la… Read more »