ESPAÑA, AHORA O NUNCA por nojavino

Dos horas antes de la gloriosa semifinal en la que España se clasificó para la final del Mundial de Sudafrica (el hito más importante de nuestra historia desde la Batalla de Bailen), me dirigía con mi progenitor a hacer una gestión en el centro de Madrid, cuando este, impresionado por la gran cantidad de banderas rojigualdas presentes en balcones, vehículos y contenedores varios, me comento “la derecha estará contenta de que haya tantas banderas…”

No sabemos si la derecha está contenta (aunque sospechamos que lo está y mucho), pero sabemos que a Carod (porque lo ha dicho él) no le ha sentado bien que en Barcelona jumpers for sale se reproduzca el fenómeno acaecido en la capital del reino, esto es, la proliferación de banderas nacionales en los balcones, lo cual no es sorprendente, dada su condición de republicano e independentista, y, por tanto, doblemente contrario a la bandera bicolor.

El hecho es que la selección de futbol se ha convertido en una amenaza conjunta, tanto para los nacionalismos periféricos, al provocar una eclosión de sentimientos centrípetos que amenazan con desmontar, en un solo mes, casi una centuria de arduo trabajo de construcción identitaria, lo cual no deja de ser irónico, dada la procedencia de la mayoría de los seleccionados,  como para los “separatistas centralistas”, que, precisamente porque muchos seleccionados nacieron donde nacieron, han tenido que rendirse a la evidencia, Cataluña es una tierra de donde salen grandes futbolistas, o sea, una tierra de donde salen cosas buenas (esa contradicción inherente en el discurso del bunker nacionalista español ha generado una reacción en cadena que amenaza con destruirlo hasta la raíz)

Total, que, ambos bandos, normalmente irreconciliables, ante la amenaza de quedar completamente inutilizados, han llegado a un sibilino pacto y chantajeado al Tribunal Constitucional para que completase la sentencia un día antes de una multitudinaria manifestación callejera y dos días antes de una todavía más multitudinaria (la semifinal tuvo un 81% de audiencia ) manifestación televisiva.

Mientras los sectores marginales defienden con saña su modo de vida (¿Quién puede reprochárselo?), la mayoría del pueblo español sigue apoyando a la selección, la de todos, un grupo de chavales que demuestra que la unión (que no homogenización) hace la fuerza y que, juntos, somos prácticamente imparables.

Y esto me sirve para enlazar con el debate pseudo darwinista que han ido dibujando Rechicero y Flagrant en el 13t para desesperación del dueño del cotarro (y alegría de su mujer, a la que, desesperado, ha accedido a acompañar al cine). Rechicero defiende que la suma de las partes ayudan a la confección de un todo más perfecto y por ello subraya que ese es la rama “correcta” del árbol evolutivo, mientras Flags, tan humilde como siempre, alega que no tenemos autoridad suficiente para determinar si un camino es correcto o no, y que, por tanto, la separación de las partes de un organismo complejo (que sospechamos piensa funciona deficientemente) no tiene porque ser necesariamente “incorrecto”

Como comprenderéis, a mi todo esto me da igual, yo quiero ganar la final del domingo para poder gritar, al mundo entero si hace falta, lo siguiente:

VIVA EL BARRIO DEL PILAR, VISCA CATALUNYA, VIVA ESPAÑA, PLANETA TIERRA, LOS HISPANOS SOMOS LOS MEJORES, VIA LACTEA, ¿HAY ALGUIEN HAY FUERA QUE SE ATREVA A GANARNOS?

ESPAÑA, NI SIQUIERA AHORA por flagrant

La foto de encabezamiento es la selección catalana de fútbol. Valdes, Capdevila, Piqué, Puyol, Busquets, Xavi, Sergio García, Bojan, Moisés… Una selección considerada como unos como propia y por otros como un ejemplo floclórico regional. Son posturas irreconciliables que ni siquiera ahora con los éxitos de la Roja son capaces de entenderse. Hagámos un apunte. La Roja. Esta curiosa etiqueta está revistiendo a la selección española. Todos somos de la Roja, pero no todos somos de España. El calificativo que se usa para nombrar a la selección española es en parte una muestra evidente de la renuncia al concepto español como unidad indivisible. La Roja se impone a España. Curioso. Pero más sorprendente es todavía que sea ese color. En el plano simbólico español el color rojo representa a la otra España, a la que asocia muchos de sus símbolos como impuestos. Esa otra España que renunció mechanical bull for sale a su bandera tricolor y a su República, esa españa que tuvo que asumir la sucesión de Franco en la cabeza del Estado de Juan Carlos I. Un rey coronado durante el franquismo. Esa España se identifica con la Roja. Pero la otra se emociona cuando ondean las banderas. Y aquí vuelve a surgir el problema. La bandera no unifica nuestro territorio en el plano simbólico. Todavía es una cuestión a resolver.

Un estado que ante uno de los acontecimientos deportivos de mayor magnitud continua en el eterno debate de su identidad es un estado frágil en su unión. Quizá ahora sería un buen momento para replantearse aquellos pactos que supusieron la transición para dar un paso adelante. Pero no veo que se quiera construir ese camino. Parece que se está más interesado en envolvernos a todos en una misma bandera que no ilusiona a todos por igual porque supone en el fondo una frustación a su propia identidad. Y eso es así de evidente porque mientras Puyol y otros tantos integrantes de la selección catalana nos conducen a la final del Mundial en nuestro Estado el Tribunal Constitucional declara ilegal que Cataluña se defina como nación en un Estatut aprobado democráticamente en su parlamento. Ese camino político conduce irremisiblemente a la escisión o a la imposición. Y eso mismo esta sucediendo en Sudáfrica. Puyol no beso el escudo de la camiseta en ese gol como si lo hizo con el de la señera en el Bernabeu en un gol calcado. El gol parece el mismo, pero el amor es bien distinto.