Hay una anédota reveladora sobre la relación entre artes distintas, en este caso el cómic y el cine. Se estrenaba la primera versión en la gran pantalla de las historias de Tintín, y su creador, Hergé, prefirió, a causa de los nervios, esperar a ver las reacciones a la salida del cine. Cuando la proyección finalizó y la gente empezaba a salir, el creador belga se dirigió a un niño que parecía cariacontecido: “¿Qué tal, te ha gustado la película?” – le preguntó, a lo que el niño respondió: “Pues no mucho, la verdad”; “¿Porqué?” insistió Hergé, “Pues porque los personajes tenían una voz distinta” aclaró el niño. Ah, los misterios de la infancia…..y de la imaginación.
No os lo voy a ocultar por más tiempo: mi admiración, y devoción, por Tintín, absolutas e indesmayables, provienen de mi más tierna infancia (los libros de Editorial Juventud, con su lomo de tela de colores, que aún conservo muy estropeados) y no ha menguado casi nada con el paso de los años. Mi casa está llena de recuerdos y objetos “tintinescos” y por Tintín me adentré en los cómics, otra afición que mantengo. Mi admiración es tal que me he visto justificando decenas de veces los dos primeros álbumes (Tintín en el País de los Soviets y Tintín en El Congo), flojos además de reaccionarios: “Eran los inicios”, “Hergé aún no lo tenía muy claro”; “Después cambió”….; incluso he llegado a pasar por alto (mal hecho) su más que posible colaboracionismo con los nazis; en fin, nada que no haga un típico fan. En mis momentos más críticos y concienzados he intentado apartarme intentando revisar los libros de Tintín desde una perspectiva más racional; empeño imposible, nada más abrir los libros sé que Hergé me va a ganar una vez más.
Creo firmemente que Tintín representa una de las cumbres de la historieta, en la que, para mí, destacan tres obras maestras absolutas: Stock de coque (sobre la descolonización y la esclavitud); El asunto Tornasol (una trepidante aventura de espionaje) y, sobre todo, Las joyas de la Castafiore, inclasificable comedia en-la-que-no-pasa-nada. Tintín es chateau gonflable un clásico por muchos conceptos: dibujo, grafismo, personajes sólidos y además entrañables, argumentos creativos y apasionantes y, especialmente, un dominio absolutamente magistral del difícil arte de la narración, fluido y tranquilo.
Siendo esto importante, claro está, no es lo más trascendental para mí. Tintín, Haddock (ay, este debía haber sido mi nick), Tornasol, Hernández y Fernández y decenas de personajes más son casi como miembros de mi familia, me han acompañado desde los 7 años, he crecido con ellos, me he identificado con sus aventuras y desventuras, me he querido enfrentar a rivales como los suyos; con ellos he subido a la Luna y he bajado a las selvas de Perú, me he convertido en ciudadano adoptivo de Sildavia y he deseado ser reportero o marino mercante. En fin, una amistad que nunca se ha torcido y no he traicionado.
Comprendereis por tanto mi expectación ante el estreno de la versión realizado por Steven Spielberg y Peter Jackson (nada menos), Las aventuras de Tintín, basada en tres libros de la colección. Así que armado de esperanza y palomitas fui al cine; no esperaba encontar una obra maestra, pero sí al menos una película satisfactoria y emotiva para un tintinómano empedernido y la verdad es que….me ha decepcionado.
Entendámonos. Si no hubiera sido lector antes que espectador hubiera disfrutado con el ritmo trepidante -aunque a veces algo alborotado- del film; me hubiera encantado el opening, mitad recuerdo a James Bond y mitad a los álbumes de Tintín; me asombraría, todavía, la prodigiosa técnica de Spielberg con la cámara; asistiría maravillado a la enésima exhibición de un tipo que hace cine como nosotros respiramos; me deslumbraría en alguna escena (Tintín rodeado de coches) o alguna de sus soluciones narrativas (el descubrimiento del Unicornio)….y saldría del cine con la seguridad de haber pasado un buen rato.
Pero mi obcecada tintimanía no puede dejar las cosas así, y no, no son esta vez las voces: me disgusta que la narración de Spielberg esté más próxima a Indiana Jones que a Hergé (mucho más clásica, sin prisas pero sin pausas); que Haddock acabe travestido (además de literalmente) de una especie de padre de Indiana. No, Haddock no es Henry Jones, es Archibald Haddock , rayos y truenos; me chirría mucho la tan cacareada técnica de animación, ni carne ni pescado y chongqichengbao sobre todo, creo que Spielberg se ha acercado a Tintín no desde la infancia y la experiencia (como ha reconocido) sino desde Indiana Jones, por eso, creo yo, hay tantos autohomenajes, molestos para mí, en la película. En fin, el director norteamericano se ha quedado con la cáscara…..muchas aventuras, poca emoción; mucho espectáculo, ligero, fresco y divertido, sí, pero que no deja huella. Lástima.
Acabada la proyección, vuelvo a casa y, refugiado en la confortable seguridad de mi habitación, me rodeo de recuerdos y fetiches tintinescos. De repente, la magia vuelve sin proponérmelo: las paredes se desvanecen; estoy paseando por los jardines del castillo, me acerco al pabellón de Tornasol; comparto una botella de Loch Lomond con el capitán Haddock, y reconozco, aliviado, esta vez sí, que he vuelto al hogar; por fin estoy en Moulinsart.
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72 Comments on "03-09-2011: NOSTALGIAS DE MOULINSART"
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La parte del modelo de “ama de casa” del artículo de Rafael Folch es preciosa. Como antropólogo me ha gustado. En definitiva, las hordas bárbaras genánicas siguen arrasando Europa, incluso tras la caida del imperio romano.
http://blogs.lavanguardia.com/berlin/alemania-la-crisis-de-los-otros/#more-191
Por cierto, ayer en El País, retomaban unas declaraciones del ex-Presidente de la CE, Romano Prodi, donde decía, ya en 2001, que no había instrumentos para estabilizar. Que ya los encontraríamos cuando hubiera una crisis.
Cuando menos, curioso que lo tuviera tan claro.
“signore Prodi, volamos a 12.000 pies y no tenemos paracaídas!”
“Non ti preocupare! ya los encontraremos cuando caigamos en picado…”
Me produce verdadera excitación la nueva teoria del “euro duro y el euro blando”. Si lo cambias por huevos y pollas… Definitivamente estos economistas son unos cachondos.
El nombre de la nueva modeda podría ser UEvo. Tendría la version hard y la soft. Obviamente la mediterránea sería la soft y la norteña la hard, mucho más degenerada.
Y dale con meterse con los economistas! Tengamos en cuenta que el 90% de los tomadores de decisiones son abogados, no economistas. Y por supuesto, los economistas, dan recomendaciones mejores o peores, pero luego les hace caso …o no. Trichet por ejemplo es ingeniero, aunque luego se sacara Economía.
Lo del Euro duro-blando yo, sinceramente, lo veo todavía peor que todas las cafradas que están haciendo ahora mismo.
Si os interesa comentarlo en directo, estoy siguiendo el debate en la Taberna mediante el reproductor de Tv que tenemos.
Pues yo lo decía como un halago. De perdidos al río, pero al menos con humor. Son unos cachondos. Las decisiones las redactan abogados, pero tras estos estan las hojas de cálculo de los contables.
El combate ha sido divertido. Rubalcaba ha acorralado contra la cuerda a Rajoy, que al principio se ha escapado con agilidad, pero los golpes han sido tan incesantes que en el último round lo ha noqueado de un “estacazo”. El término entreomillado curiosamente lo ha acuñado el propio Rajoy cuando ha sentido el golpe.
No ha servido para nada, como se esperaba y no ha sido divertido, en mi opinión. En un debate se discute sobre unos temas y sobre lo que afirma el oponente. Aquí, el tema era el mismo, pero no lo parecía y daba igual que estuviera el oponente porque no se respondía a lo que el otro decía sino a lo que piensa. El moderador, igual confunden moderar imparcialmente un debate con ser cronómetros. El periodista debe intervenir algunas veces para decir aunque sea para decir:”conteste a la pregunta de su adversario”, “no se estaba hablando de eso, céntrese” o… Read more »