Este martes, el nombre de Eric Cantona se unía oficialmente a la pléyade de astros balompédicos que configura la galaxia del mítico Cosmos de Nueva York; probablemente, y aunque hace años que no dispute un partido, el equipo de soccer más conocido tanto en USA como fuera de sus fronteras. Los Pelé, Beckenbauer, Neeskens, Carlos Alberto o Chinaglia ven ahora (algunos desde muy cerca) cómo el conjunto al que dieron fama mundial quiere renacer de sus cenizas siguiendo el mismo método que provocó su auge y también su desaparición cual supernova: la contratación de renombradas estrellas del balón capaces de hacerle ganar infinidad de partidos… y de dólares.
En su día, allá por 1975, el afán por atraer público (y por ende más ingresos) a la Liga Norteamericana de Soccer (NASL) llevó a la Warner a poner muchos millones de dólares sobre la mesa para que en su franquicia jugaran los mejores futbolistas del momento. Lo consiguió, pero a costa de comenzar una especie de carrera armamentística que condujo al cierre de la liga por los problemas financieros que sobrevinieron a esa época de derroche (nunca está de más revisar el espectacular documental “Once in a Lifetime”, que explica a la perfección todo lo que rodeó al mítico equipo neoyorquino). En cualquier caso, hay que reconocer también que esos años de esplendor contribuyeron decisivamente a que la semilla del soccer se instalara definitivamente en Norteamérica. Diez años después de la clausura de la NASL apareció la Major League Soccer y con ella el fútbol regresó a la Gran Manzana, pero el nombre y los derechos comerciales del Cosmos continuaron dormidos en un cajón. Sin embargo, su imborrable influencia se dejó notar en nombres como el de los MetroStars, la franquicia que se ubicó en Nueva York, o en los populares Galaxy de Los Angeles. Y no es un secreto que los directivos de la MLS llevan tiempo detrás de la idea de poder resucitar al desaparecido equipo para aprovecharse de su cartel internacional y,castelo inflavel de paso, crear una siempre beneficiosa rivalidad con su “heredero” local (actualmente denominado N.Y. Red Bulls). Una rivalidad que, además, se vería acrecentada por el hecho de que, en realidad, los Red Bulls residen hoy en la vecina New Jersey.
Ya en 2003 se habló de un posible interés de los propietarios de los New York Mets de la MBL por reflotar el Cosmos, pero todo quedó en nada. Peppe Pinton, antiguo General Manager de la franquicia y celoso propietario de sus derechos desde que la Warner abandonó el barco en 1983, rechazó varias ofertas por ellos ante el temor de que fueran usados únicamente con fines comerciales, y sólo los utilizó para dar continuidad a un exitoso campus para niños creado en los 70. Una de las propuestas que más trascendió fue la romántica e irrealizable idea de montar una especie de combinado internacional al estilo Barbarians (bueno, más bien Harlem GlobeTrotters) que disputara amistosos por todo el mundo, pero Pinton no dio su brazo a torcer. Como guardián del brillante pasado del Cosmos, Pinton simplemente buscaba la opción más adecuada, no la más rentable, para que el equipo regresara a los terrenos de juego. Y eso pasaba por una liga que, en sus primeros años, dio la espalda a todo lo que tuviera que ver con la NASL. Sin embargo, el tiempo fue suavizando las posturas, y hace año y medio Pinton dijo sí a la oferta del empresario inglés Paul Kemsley, teóricamente encaminada a llevar al equipo a la MLS. La maquinaria del Cosmos comenzó de nuevo a funcionar. Al campus infantil se añadió la compra de la Copa NYC, un torneo al estilo Mundialito de la Inmigración que se celebra anualmente en la ciudad de los rascacielos, pero el primer gran paso en público fue la contratación de Pelé como Presidente Honorario del club, un anuncio que este verano dio la vuelta al mundo generando el efecto deseado: el auténtico Cosmos había vuelto.
Sin embargo, pasan los meses y todavía hay nubarrones que despejar. Por ejemplo, los que envuelven la figura del nuevo propietario de la marca. Paul Kemsley hizo su fortuna mediante operaciones especulativas de compraventa de suelo (y también de acciones de empresas públicas que se privatizaban y hasta de casas de apuestas on-line), y en 2008 se le estimaba un patrimonio de 180 millones de libras. Luego la crisis (y Lehman Brothers) se llevó por delante gran parte de su emporio, pero durante los años buenos hizo amistad con Mike Ashley, el polémico dueño del Newcastle, y fue socio de Daniel Levy, propietario del Tottenham Hotspur, club en el que Kemsley llegó a ocupar algún cargo ejecutivo durante unas temporadas en las que el equipo navegaba sin rumbo por la Premier. También apareció como severo entrevistador en la versión británica de “El Aprendiz”, un programa destinado a buscar al próximo tiburón de los negocios (y que fracasó en España), aunque el descalabro de sus empresas hizo que fuera apartado del show. Entre otras cosas, Kemsley perdió la propiedad del estadio Selhurst Park, sede del Crystal Palace, así que sus anteriores relaciones con el fútbol no es que hayan sido muy satisfactorias.
Y de momento, pese a todos sus anuncios, tras la deslumbrante fachada estilo vintage del Cosmos todavía no hay muchos aspectos tangibles a lo que agarrarse: hoy por hoy, el Cosmos no es más que una escuela de fútbol para jóvenes con un formidable departamento de marketing. Un departamento que, además de Pelé, ya ha ganado para la causa al citado Eric Cantona, nuevo Director Deportivo de un equipo que todavía no tiene plantilla profesional, y al conocido ex-futbolista estadounidense Cobi Jones, el hombre que más veces ha vestido la camiseta de su país y que dejó su puesto como entrenador ayudante en L.A. Galaxy para pasar a ocupar un cargo ejecutivo en la organización neoyorquina. Y es precisamente en los despachos donde se aprecia la verdadera magnitud de lo que se está cociendo.
Terry Byrne, la mano derecha de Kemsley en esta aventura y quien ocupaba el cargo de Director Deportivo hasta la llegada de Cantona (aunque sospecho que, en la sombra, seguirá siendo el encargado de la parcela) tiene una historia curiosa. Comenzó como masajista y recuperador de varios clubes ingleses, y acompañó durante años a la selección de Inglaterra. Pero fue tras el Mundial de Francia cuando comenzó su meteórico ascenso en el mundo del fútbol. Al parecer, Byrne fue la persona con la que David Beckham se encontró en el vestuario tras ser expulsado por su recordado pisotón a Simeone, y algo de lo que le dijo debió de tocar la fibra del Spice Boy, que decidió contratarlo como ayudante personal. Desde entonces ha sido su más estrecho colaborador y se le considera clave en la decisión del futbolista inglés de aterrizar en la MLS. De hecho, entró a formar parte de la directiva de Los Angeles Galaxy, y las malas lenguas dicen que fue responsable de la destitución de Ruud Gullit, el entrenador contratado para dar más brillo a la franquicia angelina pero que cometió el error de tener algún encontronazo con Beckham.
Byrne no es el único tipo con caché en el organigrama del Cosmos. Rick Parry, el director deportivo que trajo por el camino de la amargura a Rafa Benítez en el Liverpool y uno de los hombres que trabajó en la creación de la Premier League a comienzos de los 90, ocupa el cargo de consejero externo en el Consejo de Administración de la sociedad. Carl Johnson y Dan Cherry, fundadores de Anomaly, una de las agencias de marketing integral más exitosas del mundo (y que también colabora con el Cosmos), llevan la manija del departamento comercial y de comunicación. Y Giorgio Chinaglia, el delantero italiano que es el máximo artillero histórico del Cosmos y la NASL, que estuvo envuelto en varios escándalos en su breve etapa como presidente de la Lazio en los 80, que fue investigado por sus relaciones con la Camorra, y que compartía con Pinton una estrecha amistad (y una parte de los derechos del Cosmos) se encarga oficialmente de las relaciones internacionales. Sean estas cuales sean, porque las desconozco.
Está claro que el proyecto parece ambicioso, pero de momento sólo desde un punto de vista mercadotécnico. Deportivamente, aparte de los rutilantes nombramientos de Cantona y Jones, sólo hay un conjunto de equipos cadetes y juveniles coordinados por el ex–internacional venezolano Giovanni Savarese (ex–jugador de los MetroStars), pero nada más. Oficialmente, el Cosmos se está dedicando a “cultivar” los jugadores que en el futuro compondrán su primer equipo, aunque nadie es capaz de ponerle fecha a su debut sobre el césped. Al contrario que otros proyectos de franquicias futbolísticas en Estados Unidos, que empezaron compitiendo en alguna de las “ligas menores” del país, como la USL, para luego dar el salto a la MLS, el Cosmos no contempla la creación de una plantilla profesional hasta que no se asegure su entrada en la MLS. Y eso todavía llevará tiempo. En parte porque, como ya expliqué en su día, los actuales rectores de la liga tienen bien aprendida la lección del derrumbe de la NASL y se lo piensan mucho antes de aceptar la entrada de una nueva franquicia en su rebaño. Y, pese a todo el interés generado, el Cosmos no acaba de contar con todas sus bendiciones.
Esta temporada 2011 se incorporan dos nuevas franquicias a la liga (Portland Timbers y Vancouver Whitecaps), lo que eleva a 18 el número de equipos, y parece claro que Montreal será la próxima ciudad que acoja a un equipo de la MLS. La subsiguiente franquicia número 20 es una pieza muy codiciada, puesto que nadie tiene del todo claro cuánto más se atreverá a expandirse la liga antes de verse obligada a crear una segunda división (aunque también podría ser que se decidiera a adoptar un modelo tipo NBA, con más de treinta equipos compitiendo por el título). En todo caso no hay nada decidido y parece lógico pensar que el campeonato se estabilice durante unos años sin nuevas incorporaciones. Importantes ciudades como Miami, St. Louis o Las Vegas también están en la carrera, y recientemente el Boca Juniors ha reactivado su interés por establecer una sucursal en la MLS, algo parecido a lo que en su día intentó el Barça de Laporta y a lo que ya tiene el Chivas de Guadalajara. Los criterios de selección de las nuevas franquicias están bien definidos y pasan por tener un importante mercado de aficionados potenciales, un proyecto financiero sólido y con compromiso de futuro y un estadio propio ya disponible o en fase muy avanzada de proyecto.
De esos criterios, el nuevo Cosmos cumpliría con creces el primero, mientras que en el seno de la MLS parece haber serias dudas sobre los otros dos. Por un lado, es muy probable que el Cosmos se tope con importantes dificultades como las que se encontraron recientemente los N.Y. Red Bulls para construir su flamante estadio: en Nueva York no sobran los terrenos y las autoridades ponen más trabas a estas operaciones de las que estamos acostumbrados a ver por estos lares. Y sobre el proyecto económico, el pasado como voraz especulador del propietario Paul Kemsley juega en su contra. Su historial hace pensar a muchos que podría limitarse a relanzar la imagen de marca del equipo para después venderlo, una venta que siempre se produciría antes de tener que hacer frente a la fuerte inversión necesaria para empezar a competir (se estima que el precio de una plaza en la liga es de unos 40 millones de dólares). En definitiva, se sospecha que este renacimiento del Cosmos podría ser sólo puro marketing, y que los directivos de la MLS estarían buscando más garantías.
Y de hecho los últimos movimientos del Cosmos parecen más orientados a obtener un importante impacto mediático que a establecer un verdadero proyecto a largo plazo: no parece que ni Cantona ni Jones tengan experiencia suficiente en los despachos como para confiarles la difícil tarea de crear un equipo de la nada, pero sí atraen sobremanera la atención de los medios de comunicación de dentro y fuera del país. Un último dato: para aceptar el cargo de Presidente Honorario, Pelé (convertido últimamente en caja registradora) pidió de entrada tener una parte de la nueva sociedad. Además, de su mano llegó la firma deportiva Umbro, patrocinadora de O Rei y que ahora viste a los equipos del Cosmos, lo que complica un poco más la relación con la MLS (territorio exclusivo de Adidas). Y dado que tal y como está montado hoy el negocio del fútbol parece imposible conseguir que los mejores jugadores del mundo vayan a Estados Unidos para algo más que para buscarse un retiro dorado, lanzo una pregunta más al aire: la hipotética entrada del Cosmos en la MLS ¿aumentaría realmente el valor y tobogã inflavel reconocimiento internacional de la Liga, o lastraría la brillante imagen de marca del equipo que el tiempo ha formado en los aficionados al fútbol? ¿Quién gana más con el regreso efectivo del Cosmos, y cuánto estaría dispuesto a arriesgar? Como veis, demasiadas incógnitas. El miércoles, los famosos (y caros) espacios publicitarios de Times Square anunciaban la vuelta del Cosmos con la foto de Cantona y un escueto e ilusionante “We’re back”. El tiempo dirá si estamos ante el verdadero resurgimiento de un equipo de fútbol legendario o si se trata sólo de una mera campaña comercial.
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11 Comments on "FUTBOL Y NEGOCIO (V): NY COSMOS. WE’RE BACK"
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Novedades en este asunto. Esta semana se ha confirmado que el Cosmos empezará a competir en NASL en 2013. El club ya no pertenece a Paul Kemsley sino a unos empesarios saudíes, y como unos días antes se había aprobado el plan para construir un nuevo estadio en NY, en Flushing Meadows, y se había relanzado la carrera por saber cuál sería esa vigésima franquicia de la liga, más o menos todos pensamos que el regreso del Cosmos a la competición iba encaminado a demostrar a la MLS que su plan sí era convertirse en un verdadero equipo de fútbol.… Read more »