Si alguna vez tenéis tiempo y ganas, os recomiendo que os déis un paseo por el Báltico. Desde luego hacedlo en verano por cuestiones climatológicas. Quizás en este momento estéis pensando que os voy a hablar de Lituania, porque baloncesto y repúblicas bálticas remiten ineludiblemente a ellos. Pero no, hoy quiero hacer un pequeño homenaje al baloncesto letón.
Letonia, al igual que sus hermanas Estonia y Lituania, es una joven república con un fuerte sentimiento nacional reforzado por la dureza con la que la Historia le ha golpeado. Tras muchas vicisitudes con sus vecinos escandinavos del norte, con los hanseáticos (sobre todo desde Bremen) y con los del este, su creación como Estado independiente se produjo tras la Primera Guerra Mundial, viviendo una etapa de independencia de unos 22 años. Posteriormente la invasión de la URSS en el 40, la posterior alemana hasta el 44 y de nuevo su anexión a la Unión Soviética dejaron a este bello territorio desolado. Si os pasáis por el Museo de la Ocupación de Riga veréis los horrores que nazis y soviéticos perpetraron contra ellos. En el 91 lograron su independencia y hoy es una joven república. Pasear por las calles y plazas de Riga, la capital báltica más grande y cosmopolita cruzada por el impresionante Daugava, con sus bellos parques, su magnífica colección de arquitectura Art Nouveau única en Europa, su aire hanseático representado magníficamente por la Casa de la Hermandad de los Cabezas Negras y su cuidada gastronomía, merecen la pena. Podréis disfrutar de las excelentes cervezas letonas, de unos blinis con caviar exquisitos a un mechanical bull for sale precio razonable y rematar la faena con una copa de Black Balsam, licor duro donde los haya. Eso sí, si alguna vez os decidís a visitar Riga y sóis amantes del buen comer, mi recomendación es que vayáis a cenar a Vincent’s, el restaurante de Martins Rinis.
Pero volviendo al baloncesto, Letonia es considerada como la hermana menor de Lituania. No les falta razón, si nos atenemos a un pasado reciente. Pero hubo un tiempo en que fueron tan punteros en este juego como sus hermanos del sur. En el primer Campeonato de Europa de baloncesto celebrado en Ginebra en 1935, Letonia fue medalla de oro ante por cierto España. Los dos siguientes campeonatos en el 37 en Riga y en el 39 en Kaunas fueron para los lituanos, venciendo en la final del 39 a Letonia. Entre ambos países dominaron por completo el baloncesto en Europa.
Pero las sucesivas invasiones alemana y soviética rompieron esta racha. Tras la Segunda Guerra Mundial, quedaron anexionadas junto con su hermana del norte, Estonia, y del sur, Lituania, a la URSS. El equipo entrenado por Valdemars Baumanis y liderado sobre la pista por Janis Lidmanis y Martin Grundmanis quedó deshecho.
Sin embargo, pasados los años, apareció otro brote de la tradición baloncestística letona, el ASK Riga, abreviatura de Armijas Sporta Klubs de Riga. El ASK Riga se fundó en los años veinte y, tras pasar por algunas dificultades deportivas, se asentó como el principal equipo letón en los años treinta, siendo la base de la exitosa selección que obtuvo el oro y la plata europeos reseñados antes. Después de unos duros años cuarenta, el equipo de la capital se convirtió en el equipo referente en los cincuenta tanto en la URSS como en Europa. Es el único club, junto con el KK Split, que ha sido capaz de ganar la Copa de Europa de clubes en tres ocasiones consecutivas. El forjador de esta dinastía fue Aleksander Gomelsky.
El joven Gomelsky se interesó por esto del baloncesto desde adolescente, pero se dio cuenta que no servía para jugar. Pronto se dedicó a descubrir las claves del juego, iniciando su carrera como entrenador con 20 años en el Spartak de Leningrado. Fue el trampolín para dar el salto al ASK Riga en 1953. A partir de ahí, cuatro títulos consecutivos de la liga soviética, entre el 55 y el 58 y tres títulos encadenados en Copa de Europa del 58 al 60. La base de este equipo fue la formada por Magionis Valdmanis, Olgerts Hehts, Alvis Gulbis (por cierto, abuelo del tenista Ernest Gulbis), pero sobre todo por Valdis Muznieks y el gigante Janis Krumins.
Muznieks fue un líder sobre la pista, capaz de asumir responsabilidades en los momentos calientes de un partido. Aún se recuerda su actuación en los momentos decisivos de la final del 59 en Sofía con varias canastas cruciales para conseguir la victoria por 67-69.
En Janis Krumins quiero detenerme. Para el que no lo conozca fue el primer gigante dominante en Europa. Digamos que esa tradición que continuaron, con más o menos calidad, Tkachenko o Sabonis, se inició con este letón. Krumins era un chico tímido y de familia muy humilde, huérfano de padre desde niño, que se vio obligado a trabajar en carpintería y el negocio de la resina desde los trece años. Ya había sido tentado por otros captadores de deportistas para que se dedicara al boxeo, a la lucha o a atletismo como lanzador, pero nunca demostró demasiado interés. Un día, Gomelsky lo descubrió y quedó impresionado por su altura y tamaño. Unos dicen que medía 2.18, aunque hay otros datos que lo colocan en 2.20 y hasta en 2.23. Con 20 años se lo llevó a Riga y lo mimó para ser su jugador referente.
En Gomelsky encontró un mentor, un motivador y un formador que lo hizo conocer y progresar en este deporte. Para un tipo tan especial, fue un descanso y una suerte encontrar al entonces joven y enérgico entrenador ruso. Krumins fue decisivo en los tres títulos de campeón de Europa conseguidos por el ASK. En el 58 y 59 vencieron al Academic de Sofía y en el 60 al Dynamo Tblisi, campeón soviético del año anterior. En aquellas finales a doble partido se vieron cosas sorprendentes para lo que hoy es el baloncesto. Por ejemplo, el partido de vuelta de la final del 58 en Riga se jugó al aire libre ante más de 16000 espectadores, tras los más de 17000 que hubo en Sofía en la ida. Claro que se quedó corto para lo que fue el de vuelta en Sofía en el 59, también al aire libre ante más de 20000. Eran otros tiempos como podéis ver en este vídeo:
Volviendo a Krumins, fue un jugador que ocupaba un enorme espacio en la zona y que era decisivo en las dos canastas. Sin embargo, su carácter no le hacía ser un líder espiritual en la pista, aunque sí deportivo. En palabras de su compañero y mejor amigo Muznieks, siempre fue un hombre jumpers for sale honesto y verdadero, que no guardaba rencor a nadie. Incluso cuando le defendían durísimo, él se sentía incapaz de devolver un golpe por poder causar daño a otro compañero ante su fuerza. Aunque era lento de movimientos, los que lo vieron jugar han dicho que era bastante inteligente y que tenía muy buena visión colectiva del juego. Fue absolutamente decisivo en los éxitos de su equipo y de la selección de la URSS. Como ejemplo, en la final del 60, anotando 26 puntos en Tblisi y 28 en Riga para darle a su equipo el título.
Y con la selección soviética fue tres veces oro en Campeonatos de Europa y tres veces consecutivas plata olímpica, ante los inalcanzables estadounidenses.
Su vida personal fue fiel reflejo de lo que fue su carácter modesto e introspectivo. No aceptaba bien la fama cuando era reconocido por la calle por sus admiradores y le costaba entablar amistades y relaciones. Hasta conoció a su mujer de una forma casual. Ella era escultora y fue designada para hacerle un busto en 1960 para conmemorar la anexión soviética de Letonia. Cuando se retiró, se dedicó a hacer esculturas y trabajos artísticos en metal en compañía de su esposa. Murió en 1994. Como reflejo de lo que representó para el baloncesto, en 2006 una encuesta lo colocó como el tercer jugador de baloncesto más popular de la URSS tras Sabonis y Tkachenko.
La potente liga soviética experimentó un cambio sustancial en los años siguientes. El CSKA de Moscú se convirtió en el nuevo rey indiscutible del baloncesto en su país de la mano de Volnov, Zubkov o Alachachan, desbancando al ASK Riga y al Dynamo Tblisi georgiano. Precisamente el CSKA fue el equipo que venció al ASK en su cuarta final consecutiva de Copa de Europa en el 61. A partir de ahí, mantuvieron el tipo varios años, siendo segundos en la liga soviética en el 62 y el 64 y terceros en el 63. Pero poco a poco el equipo se fue desmembrando y cayó en un profundo olvido. Alternó en los setenta la segunda división y la primera, hasta que acabó desapareciendo.
En aquellos años oscuros para el baloncesto letón, siguieron apareciendo talentos inolvidables como Valdis Valters, del que no hay que decir nada para el buen aficionado al baloncesto, pieza fundamental de la selección soviética durante años desde su posición de base. Desde 1975 estuvo ligado al VEF Riga, al que consiguió poner en un lugar preferente en la liga soviética, como en la última edición en el 91 en la que fueron terceros. Realmente este club, el VEF Riga, se fundó en el 58 al rebufo del éxito del ASK. De la mano de Cesars Ozere en la pista y Alfreds Krauklis en el banco, consiguieron hacerse con la hegemonía del baloncesto letón y luchar de tú a tú con los mejores equipos soviéticos. Ozere, en Roma, y posteriormente Kalnins, en Tokyo, fueron integrantes de las selecciones soviéticas que consiguieron platas olímpicas. El recordado Krumins fichó por el VEF en 1964 y ayudó a que el equipo acabara en cuarta posición de la liga doméstica. Sin embargo, tras los exitosos primeros 60’s, los años siguientes fueron un desastre del que sólo Valters pudo sacarlos, desde la segunda divisón hasta poder luchar con los grandes equipos de la época, como CSKA Moscú, Stroytel Kiev, Zalgiris Kaunas o Dynamo Moscú. Con Valters en la cancha, acompañado posteriormente por Igor Miglieniks o Gundars Vetra, consiguieron estar siempre entre los primeros puestos de la liga nacional. Estos dos últimos, internacionales con la URSS, fueron los últimos productos letones de calidad de la etapa soviética. De hecho Vetra fue el primer letón en jugar en la NBA, en los Timberwolves.
Tampoco quiero olvidarme de la imparable Uljana Semjonova, absoluta dominadora del baloncesto femenino desde su aparición en Montreal’76. Pero esta mujer merece un post para ella sola.
A partir de la independencia de Letonia, el baloncesto doméstico fue dominado por el Broceni Riga, con ocho títulos consecutivos. El testigo lo recogió el Ventspils que encadenó otros ocho campeonatos. Hoy día está en segunda división, a pesar de que volvieron a ganar la liga en 2009. El Broceni, por su parte, se dividió en dos equipos, el Barons LMT y el refundado ASK Riga. Precisamente en 2007 el ASK volvió a ganar el título, mientras que el Barons ha sido el campeón en 2008 y 2010. Eso sí, ninguno de estos equipos tiene el nivel que un día tuvieron aquellos legendarios clubes ni han dado jugadores de un nivel parecido. De vez en cuando surgen algunos, como Stelmahers, Kambala o Biedrins, que nos recuerdan que el baloncesto en Letonia, tiene peso. El peso que le otorga su historia.
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15 Comments on "LA OTRA JOYA DEL BÁLTICO"
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-Bydder y anónimo:
Celebro que os guste. Gracias por pasar por aquí.
-Nojavino y Slumdar:
No os cortéis. Siempre queda algo que decir. Siempre. Eso sí, gracias por vuestras palabras.
Saludos a todos.
Gracias, Darkbeat23, por pasarte por aquí. Saludos.
[…] Krumins, otro "grande" flagrants.wordpress.com/2010/12/02/la-otra-joya-del-baltico/ por Slumdar hace 3 segundos […]
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