Los aficionados españoles al atletismo y la natación formamos, creo yo, un grupo (reducido) por lo común bastante escéptico y resignado respecto a la tan publicitada como extendida opinión de la Edad de Oro que vive nuestro deporte. No, no es que no nos la creamos, faltaría más, si nos aventuramos a dudar tan sólo de ella, nos abruman con nombres y triunfos de todos conocidos. Por lo que nos limitamos a exponer una cierta queja: “ay, si en los deportes básicos -atletismo, natación, gimnasia- fuera igual” o insinuamos los problemas que aquejan a nuestro deporte, esa especie de hidrocefalia que hace que sea un ente con cabeza gigantesca (fútbol, Nadal, Alonso, moteros…) y un cuerpo atrofiado, con unas extremidades inferiores muy pequeñas (el dinero y la planificación, ya sabeis).
“¡Estamos que nos salimos!” afirman nuestros especialistas de los diarios deportivos, pero es en esos llamados deportes básicos donde la descompensación es más evidente, y la gloria, al parecer, nunca acaba de llegar (por no hablar de los deportes de invierno). Cierto, el atletismo proporciona casi en partes iguales, una curiosa mezcla de alegrías y desilusiones, pero con la natación no hay incertidumbre, nunca falla, siempre decepciona. Llegado el momento de las grandes competiciones -JJOO y Mundial-, nuestros nadadores parten con ilusiones renovadas (“Me encantaría ser la Reina de Shangai, suena bien” afirmó exultante Mireia Belmonte antes de partir hacia China), pero inevitablemente, casi diría fatídicamente, regresan a casa con la misma sensación de fracaso o, peor, de oportunidad perdida, que tras las competiciones anteriores. Casi exactamente igual que nosotros, los sufridos aficionados, que nos apostamos delante del televisor esperando el milagro, ser testigos, por una vez, de alguna sorprendente inflexión gonfiabili en un destino marcado en piedra hace mucho tiempo, pero la realidad es tozuda y acabamos con la misma sensación de chasco de todos los campeonatos. Yo he llegado a dudar a veces de nuestra desgracia, incluso he alimentado para consolarme la ridícula teoría de que los españoles pesamos más que el resto achacándolo a variopintos motivos (no sé, la testosterona, nuestra cabezonería…) y por eso el agua no es nuestro medio natural, pero regresa otro campeonato y mis dudas desaparecen: “esta vez sí”, pero nada.
Si analizamos cómo transcurren las jornadas competitivas veremos que, invariablemente, todo es siempre igual: llegamos muy bien, cargados de ilusión, y con un espacio modesto en las maletas para las medallas (somos generosos), participamos en las primeras eliminatorias y, con alguna excepción (“hay que entenderlo, es su primer Mundial”) lo hacemos de escándalo, buenas marcas, incluso algún récord, pero, llegan las semifinales, incluso alguna final y, sorprendentemente, las buenas marcas desaparecen, no pasamos de un 7º u 8º puesto y nos vamos fuera. Incluso salir por las prvilegiadas calles 4 y 5 no nos asegura nada, antes al contrario, al revés de los demás nadadores ¿Y qué dicen de esto nuestros nadadores y nadadoras? pues, otra vez, lo mismo de siempre, lo que es muy coherente si lo pensamos bien. Desde el resignado “Me pudo la presión” (¿?) o el absurdo “Es que aquí hay mucho nivel” (¿y qué pensaba?) al misterioso “No sé que me ha pasado” y el conformista “A pesar de todo, estoy contento con la experiencia”. Balance final, siempre repetido, en el furgón de cola del pelotón flotante.
En el fondo (nunca mejor dicho) todo esto nos retrotrae dolorosamente a la época heroica de nuestro deporte, antes de Barcelona 92, cuando una medalla era un logro sobrehumano (llegamos a creer que las nuestras costaban al menos el doble y por eso valían robablemente más) y los españoles en materia deportiva éramos campeones mundiales de excusas: siempre nos perjudicaban los árbitros (porque nos odion o envidia), nuestros rivales jugaban, y les dejaban jugar, sucio, o eran los elementos que siempre nos perjudicaban (la distancia, la extraña alimentación de los extranjeros, el frío, calor o humedad que, como todo el mundo sabe, nos afectan más a nosotros…). Esta vieja costumbre exculpatoria continúa aún instalada en nuestro imaginario colectivo, no creais, pasa con cualquier competición en Francia, por ejemplo o si vamos a sitios remotos. Recuerdo cómo en Sidney 2000 la expedición española justificó el relativo fracaso (tan sólo 11 medallas, la mitad que en Barcelona) con argumentos tan variopintos como el jetlag o las temperaturas (comienzos de la primavera austral) que provocaron numerosos resfriados y congestiones (entre ellos Marta Dominguez), ya que nadie informó a nuestros olímpicos sobre las peculiaridades climáticas del Hemisferio Sur.
Pero, seamos positivos, de todo hay que extraer lecciones favorables. He llegado a la conclusión de que nuestra natación cumple en estos momentos de euforia deportiva hispana, una misión importantísima y poco valorada: recordarnos a los aficionados españoles de dónde venimos, cómo estábamos hasta bien poco, quiénes bouncy castle éramos en el concierto deportivo mundial. Al igual que el esclavo que, montado en el carro tras el cónsul, le recordaba en el momento de su entrada triunfal en Roma que “también era mortal”, nuestra natación nos avisa, una competición sí y otra también, de que esto que disfrutamos es también efímero, que todo lo que sube inevitablemente debe bajar, que en todas partes cuecen habas y que menos lobos, amigos. esta es su gran labor actual, y hay que decir que esto lo hace muy bien.
Y quien no esté de acuerdo con lo expuesto, siempre puede remitirse para sentirse optimista a aquel inefable directivo federativo de comienzos de los 70 (más o menos). Preguntado por su valoración de nuestros nadadores y nadadoras en los JJOO (México o Múnich, no recuerdo bien) nuestro brillante prócer deportivo respondió “Muy bien, ninguno de los nuestros se ha ahogado”. Hasta el día de hoy, que yo sepa, todos nuestros nadadores en Shanghai se mantienen a flote.
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27 Comments on "LA VIEJA HISTORIA DE SIEMPRE. UN CUENTO CHINO"
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Pues yo no voy a ser menos que nojavino y voy a dar mi teoría, en este caso económica. Como bien decís, en España siempre han salido talentos individuales por lo general, salvo el último boom de los deportes de equipo, basados casi siempre en la aparición de una mente privilegiada (Chema Rodríguez, JC Navarro, Xavi) sobre el que construir un equipo de buenos gregarios. Mi teoría se basa en que en todos estos deportes, al final te puedes acabar haciendo una estrella y ganar bastante pasta, por lo que el español de turno, lo ve rentable y no una… Read more »
El anónimo era yo.
Por cierto, a mí Valor de Ley me parece que, si bien no está a la altura de la filmografía de los Cohen (como sus cuatro o cinco últimas, por otro lado, incluyendo No es país para viejos), es entretenida y tiene a un Jeff Bridges inconmensurable. Además, el retomar de vez en cuando el western para mí siempre es un extra.
El comentario de Fierro me parece muy inteligente y acertado, como de costumbre.
Buen post, Rosschak. Yo creo que, al final, de la cantidad sale la calidad. Mientras el 80% de los niños jueguen al fútbol, nos irá muy bien en el fútbol. En el ciclismo vivimos de las rentas de los niños de Perico y de Indurain; las escuelas están vacías y en sub23 cuesta encontrar carreras con más de 50 inscritos. No hay que ser un lince para ver que nos esperan años duros en cuanto nuestras actuales figuras se retiren. Lo mismo ocurre con el atletismo, el rey de los deportes, que tiene además el hándicap de la escasez de… Read more »
A parte el tema que apuntas de nuestra tradicional falta de competitividad el día D a la hora H. Uno ve a los yankis en la piscina o en el estadio y sabe que ellos no van a perder, van a tener que ganarles. Ellos siempre hacen el máximo. Eso nos ha faltado siempre y no encuentro ninguna explicación que me convenza.
Pero bueno, de momento en estos Mundiales de natación tampoco se nos ha ahogado nadie 😉
Un interesante dato, loide, respecto a lo que dices de la competitividad y el ejemplo estadounidense, nos lo dan los JJOO. Dejando a unos cuantos deportistas (hablo de deportes individuales) como Nadal o Deferr, esa falta de competitividad sigue estando presente. El mejor ejemplo que recuerdo es este dato esclarecedor, creo yo: en los dos últimos JJOO (Atenas y Pekín) los españoles disputaron 10 encuentros por medalla de bronce en especialidades de lucha (por llamarlo de alguna manera): en judo (5) Taekwondo (3) lucha (1) y esgrima (1), con el resultado de 9 derrotas y una victoria (en esgrima). Esto… Read more »
Creo que lo de la competitividad es genético-cultural (cuanto es genético, cuanto es cultural, daría para otro debate). Lo hemos sufrido en fútbol durante demasiado tiempo (no era normal que España nunca pasara de cuartos en fútbol, no digo ganar el Mundial, pero unas semifinales deberían haber caído hace mucho tiempo). Y sigue pasando, porque en baloncesto seguimos perdiendo demasiados partidos en la ultima canasta (cuartos contra Serbia en el ultimo Mundial, final del europeo en Madrid), incluso cuando tenemos un equipo bueno. Estadisticamente, como bien dice Rosschack, somos la desviación de la norma. Antes pensaba que era la ansiedad… Read more »
nojavino, respecto al baloncesto, no estoy tan de acuerdo como con el resto (que sí). La generación del 99 es quizás la mejor de Europa en cerca de 20 años, quizás sólo comparable con la última yugoslava, la de Divac, Kucok, Radja, Paspalj… Cerca de una docena de jugadores, la española, de alto nivel. Es normal que se note el bajón, pero los jugadores actuales de menos de 25 años (o sea, futuro) son muchos y buenos: Rubio, Suárez, Sergio Rodríguez, Sergio Llull, Ibaka (habrá que incluirlo) Claver, Mirotic, Franch, Sastre, Ribas, Rabaseda, Marc Gasol…Creo que el futuro está asegurado.
Finalizó el Mundial de Natación, y como era previsible, sin medallas. Aunque el día de hoy no ha sido tan malo, Wildeboer quedó 4º en 50 espalda (su prueba debería ser los 100 que además sí son olímpicos) y Mireia Belmonte ¡al fin! ha participado en una final, ha quedado 4ª, pero para ella tiene que ser muy importante, por lo de quitar miedos y angustias. Hoy en El País hay un reportaje sobre su entrenador, un francés, muy revelador (y esperanzador, si Belmonte le hace caso). Aparte de esto, mediocre resultado final con 0 medallas y 5 finalistas (me… Read more »
Ah y se olvida lo más importante quizás. Los dos récords del mundo (en 200 estilos y 1.500 masculinos) son más significativos de lo que parece. Hay vida -y marcas- después de los “bañadores mágicos”. Y eso es mucho en esta especialidad.
Interesante pregunta, la que se hace Rosschak; pregunta que yo me llevo haciendo durante años. “POR QUÉ??” Cada día que pasa estoy más convencido que todo viene de la falta de mentalidad, pero mentalidad DE SACRIFICIO, no ganadora (que esa es inherente a casi todos los mortales). Eso, unido al “carácter español”: espíritu de vividor, poca capacidad para centrarse y concentrarse en algo a largo plazo para obtener un beneficio, la cultura del pelotazo ya mencionada (buscar una estratagema, generalmente de escasa limpieza, para poder obtener el mejor y más exagerado de los premios)… Cosa que además fomentamos entre nosotros… Read more »