Tengo la convicción de que uno de los motivos principales del inmenso éxito del deporte en nuestros tiempos es que es una de las actividades más simples -en el buen sentido- que existen. En esencia, los deportes, porque hay muchos, se pueden agrupar por objetivos; en concreto, tres: 1) Llegar antes que nadie a algún sitio, sea por tus propios medios o ayudado por algún artilugio (remos, velas, motores…); 2) Meter una pelota de variado tamaño o similar -disco,huevo…- por algún orificio (ejem…): puede ser un simple agujero, dentro de una red, o sencillamente, pasarla a otro lado y 3) Darse de tortas con alguien. Este es el objetivo que por mi natural pacífico menos me agrada. La pelea puede ser a puñetazos, con espadas, a la japonesa, o a la grecorromana, a la canaria, la turca, de cualquier modo (libre), etc, etc.
La otra distinción importante en los deportes está basada en su número de participantes. Puede ser individual, o sea, como dice la expresión, una contra uno, o colectivo, más de uno frente a frente (de 2 hasta 15). Cuando es colectivo, hay que reconocer que la cosa se complica por sí sola, porque hay que distribuir a los participantes, organizarlos, tranquilizar sus egos, disponerlos en función de sus habilidades, fuerza, técnica, etc.
Establecidos los argumentos previos, paso a hablar de uno de los deportes más sencillos que existen, en mi opinión, vinculado a los subgéneros de pelota e individual (no hace falta mencionar los dobles, que es una subvariante): el tenis. Como ya sabéis, consiste unicamente en pasar una pelotita por encima de una red y ponerla dentro de una espacio previamente delimitado que le corresponde a tu rival. Se gana cuando el contrincante no llega a la pelota o la devuelve a la red. Simple ¿verdad?. Quizás su única complicación consiste en el saque, que hay que realizarlo metiendo la pelota en una pequeña area del campo rival, cosa lógica, si se piensa bien, porque si no los partidos carecerían de interés o habría que reducir, casi diría jibarizando, el campo de juego.
Pero, como sucede en casi todas las actividades humanas, tendemos a complicar lo sencillo, bien para estimularnos, bien para no aburrirnos, para hacerlo más difícil o, sencillamente, porque somos así. Por eso, en vez de cambiar las reglas, cosa muy dificil dada su extrema sencillez, se complica lo periférico, por utilizar un término muy actual. Y así, se puede jugar (cosa no habitual en otros deportes) sobre tierra, cemento, hierba, pista artificial…. Pero aún así resulta poco complicado por lo que se buscó embarullarlo más con el sistema de puntuación, para muchos inexplicable. Mi padre, por ejemplo, una de las personas menos interesadas en el deporte que he conocido, las escasas veces que veía tenis se desesperaba: “¿Porqué un punto vale 15 y el siguiente 30?” “¿”Por qué ahora 40 y no 45″? “¿”No iba de 15 en 15?” “¿Por qué un set son 6 juegos?” Daba igual que le dijéramos que se olvidara de la puntuación y que siguiera el partido (“¿Y cómo puede olvidar eso?”), ese sistema de anotación le tenía tan obsesionado que finalmente se hartaba y se iba mascullando: “No me extraña, estos anglosajones están como cabras”.
En los últimos años, la Federación Internacional o la Asociación de Jugadores (ATP), no recuerdo bien, viene estableciendo un ránking o clasificación que dirime y resuelve quién es el número 1, el mejor del mundo y con ello establece también la fórmula de los “cabezas de serie”, para evitar que los mejores se enfrenten pronto entre sí. Hay, como se sabe, 4 grandes torneos, que dan un montón de puntos, unos 10 medianos, que dan, aproximadamente, la mitad, y un sin fin de pequeños y liliputienses que otorgan la mitad, o incluso menos, de la mitad de puntos que los 4 “grandes”. Hasta ahí todo sencillo y bien. Pero resulta que, como decía antes, si los seres humanos complicamos lo sencillo, pues qué decir de lo susceptible per se de enredarse, y,efectivamente, la ATP lo ha hecho, llegando al, en mi opinión, absurdo método de castigar al que gana. Si yo, por ejemplo (es mucho suponer, lo sé) gano un año los 4 grandes, el ránking me premia con un montón de puntos pero la ATP me castiga por tamaña osadía victoriosa y me OBLIGA a ganar el año siguiente esos 4 torneos (tarea casi homérica), so pena de perder puntos.
Y así se puede dar el caso de que yo (sigo con mi ejemplo) el año siguiente al triunfal gane dos de esos torneos y llegue a la final de los otros dos, pero pierda un saco de puntos, mientras que otro tenista que, pongamos, el año anterior sólo llegó hasta octavos de final y este haya llega, sin ganarlas, a dos finales, y haya sido semifinalista en las otras dos, ganaría muchísimos puntos. Yo perdería puntos y él los ganaría. No existe ninguna compensación o premio por repetir éxito, por tanto, habitual en otras disciplinas deportiva y no deportivas: “Por volver a ganar, te regalamos el doble de puntos”, “por haber llegado a la final no pierdes puntos si no la ganas” o algo similar.
Escribo esto sin saber aún el resultado en Wimbledon entre Nadal y Djokovic, pero puede darse un caso parecido. Nadal gana dos grandes y Djokovic se le acerca y le supera. A veces pienso, como mi padre, que hay cosas inexplicables en algo que debería ser mucho más simple, de la misma manera que esto que he escrito lo podía haber hecho en la mitad, al menos, de espacio. Ganas de complicarnos la vida.
Ups, no era mi intención.
Dentro de un rato intento explicarme, me reclaman ahora.
Me gustaría poder darte la razón (ya que como buen judeo cristiano también soy eurocentrico), pero el motivo es porque tienen más prestigio. No en vano el aficionado minimamente entendido sabe que Sampras y Federer son los que más Wimbledon tienen y Borg y Nadal los que más RG han ganado, pero poca gente sabe quien tiene mas Open de Australia o de EE. UU.
Rosschack, entiendo tu critica al sistema (aunque no la comparta del todo), pero echo en falta alternativas. Para mi lo fundamental es que al final del año el numero 1 es el mejor del año.
Mi primer párrafo es una respuesta a la pregunta/acusación formulada por el blogger boss, cuyo nombre cibernetico respeto tanto que no me atrevo a escribir
¿Más prestigio que Forest Hills o Flushing Meadows? Creo que hablas de tradición más que de prestigio. ¿Porqué no repasamos la lista de ganadores de uno y otro torneo?
¿Cuántos number one no han ganado Wimbledon en la era open?
¿Cuántos number one no han ganado el USA open en la era open?
¿Y Roland Garros? ¿Y el Abiero de Australia?
Supongo que lo de tradición - prestigio - reconocimiento va por barrios. Los europeos conocemos mejor Wimbledon y Roland Garros, su palmarés y su historia... pero seguramente un aficionado "nivel medio" estadounidense conocerá mejor el palmarés del Torneo de Miami o de Cincinnatti que el de Roland Garros... e idem con los Australianos y su Grand Slam.
Si hubiera que hacer diferenciación de alguno, yo (opinión personal) lo haría de Wimbledon. ¿Por qué? Pues porque es el que más se diferencia. Se basa en una superficie cuya temporada se limita a menos de un mes, tiene una tradición arraigada que no tienen otros (p.e. lo de la uniformidad: todos de blancos)... y si me apuras, pues porque Inglaterra es la cuna del tenis. Aunque dicho esto, sigo sin ver que haya que diferenciar a alguno de los cuatro...
nojavino, no creo que mi función sea proponer alternativas, pero a pesar de eso las he dado: si repites triunfo, un plus de x puntos, por ejemplo, así se premia la rpetici´´on que es tan difícil.
repetición, quería decir
Rosschak,
Antes de que suelte una parrafada innecesaria y seguramente aburrida... ¿qué es lo que te ha liado de mi comentario?, ¿tal vez lo de que no se pierden sino que se sustituyen?.
Los tres primeros párrafos exactamente. Creo que el error está en lo de mantener, si no los mantienes, los pierdes. De ahí que yo crea que sería más justo premiar al que repite y al que llega a una final dos veces consecutivas. De cualquier modo pienso, como Nojavino, que el sistema, sin estar, obviamente, de acuerdo con él no es totalmente injusto. Sólo habría que hacer algunos arreglillos en esa dirección, creo yo.