El fútbol europeo tal y como lo conocemos, plagado de astros universales y dispendios galácticos, se muere. Irónicamente, lo hace como si de una verdadera estrella se tratase: cuando mayor es su fulgor. La supernova en la que se ha convertido no tardará en estallar. Tal vez no hoy, quizás no mañana, pero su camino actual no tiene más salida que la inmolación. Simplemente, las cuentas no salen. Se nos llena la boca al hablar del famoso modelo inglés, pero aún y con lo bien que se reparte el pastel televisivo, sólo hay que echar un vistazo a los niveles de deuda (y al cariño que la afición suele tener por los propietarios, ¿verdad Mr. Glazer?) para darse cuenta de que no es oro todo lo que reluce. En España las televisiones ofrecen unas cifras que desvirtúan la competencia y que, como luego observan en sus cuentas de resultados, están muy por encima de las que el mercado puede generar y absorber. Los clubes malgastan ese dinero mucho antes de que les llegue, y la mala gestión que impera en la inmensa mayoría de ellos (para regocijo de comisionistas y representantes varios) hace que las deudas crezcan sin cesar. Las arcas públicas colaboran en lo que pueden, ya sea recalificando terrenos o aplazando pagos eternamente, pero el sentido común y la experiencia en otros sectores nos dicen que hasta un estornudo podría romper toda esta frágil cadena. Y los síntomas del resfriado son cada vez más evidentes: que pregunten en Mallorca. O en Gijón, Las Palmas, Málaga, Coruña, en la parte bética de Sevilla o en toda Valencia. Eso sin salir del llamado fútbol profesional, porque en las categorías inferiores la situación es sencillamente dramática: clubes que desaparecen y se vuelven a fundar para no hacer frente a las deudas contraídas; jugadores y empleados que no cobran y que muchas veces tampoco pueden reclamar sus salarios porque están pactados en dinero negro o porque denunciar significa ir en contra de toda una ciudad; y, en general, directivos insolventes e irresponsables que llegan, ven, cogen el dinero y se van sin rendir cuentas a nadie.
De momento, las soluciones brillan por su ausencia. ¿Tope salarial, ligas cerradas, control financiero estricto? Son opciones que se plantean, pero sin demasiada convicción. La UEFA apunta pero selecciona bien dónde dispara, no vaya a ser que caiga un premio gordo que acabe llevándose por delante todo el tinglado. Los grandes amagan con medidas que no tomarán porque quienes dirigen sus designios son los propios creadores del problema, en su día maestros y alumnos aventajados del sistema pero que ahora buscan desesperadamente un comprador para sus devaluadas acciones. Media élite europea está en venta, la otra media se vendería sin rechistar, y si alguno no lo hace es porque todavía no puede vender algo que no es suyo. De los multimillonarios anónimos que últimamente aparecen como salvadores casi mesiánicos, mejor no hablamos, son pan para hoy y hambre y muchas deudas para bouncy castle for sale mañana. Si todo sigue en pie es porque, después de todo, el fútbol sigue generando un enorme interés entre los espectadores que justifica casi cualquier tropelía. Mientras tanto, al otro lado del Atlántico, el intento de implantar una gestión eficiente y organizada en el fútbol (con tope salarial, liga cerrada y estricto control financiero) se topa con el problema opuesto: su deporte no interesa. El soccer no termina de enganchar al gran público al norte del Río Grande, y la MLS se encuentra en una encrucijada.
Que la liga estadounidense está en un punto de indefinición, a medio camino entre convertirse en una liga fuerte y ser un engendro sin demasiado sentido, se ve en casos como el de Danny Cepero. El pasado 12 de agosto Cepero se sentaba por primera y última vez en el banquillo de Philadelphia Union, la última franquicia en incorporarse a la MLS, a comienzos de esta misma temporada 2010. Portero de profesión, Cepero pertenece a los Harrisburg City Islanders, un modesto equipo de Pensilvania que deambula por mitad de tabla en la USL-2, la tercera categoría del fútbol estadounidense. Tiene 24 años y la cabeza más fuera del soccer que dentro, pero ahí está, en el banquillo de un equipo de la MLS, contratado casi por ETT, siendo noticia por segunda vez en apenas un mes cuando ya pensaba que sus días de estrellato mediático habían quedado atrás. Su historia es curiosa y tiene mucho que ver con el desarrollo de la propia Liga desde sus inicios hasta el día de hoy.
Pensé en dividir en dos esta entrada, pero no supe por dónde cortar, así que aviso: el relato es largo, por momentos puede que denso, tedioso y enrevesado, y está salpicado de conceptos y decisiones económico-empresariales aplicadas a la industria del deporte, todo ello pasado por el tamiz capitalista de las barras y las estrellas. Si tenéis algo mejor que hacer en la próxima media hora, no sigáis adelante. Si os animáis, preparaos para conocer un poco mejor la realidad de esta atípica competición futbolística.
La Major League Soccer se fundó en 1993 como parte de las condiciones pactadas entre la FIFA y la Federación Estadounidense para la concesión del Mundial de 1994 al país norteamericano. Contaban con una ventaja que no tenemos ahora en Europa, y que era el empezar desde cero, algo que facilita bastante la toma de ciertas decisiones peliagudas y que permite dejar claro desde el primer momento cuáles van a ser las reglas del juego deportivo y empresarial. En Estados Unidos no había ninguna liga de soccer más allá de la universitaria, y el recuerdo del fallido precedente de la NASL, la mítica liga que acabó desapareciendo en 1984 tras 15 años dando tumbos, sirvió para que los nuevos dirigentes supieran qué era lo que había que evitar: principalmente, un crecimiento desproporcionado y un escaso control económico sobre sus franquicias. Así, en sus primeros años de vida la nueva competición se jugó en los despachos, eligiendo bien a los inversores y estableciendo unas condiciones financieras sólidas y prudentes que no comprometieran la viabilidad futura de la Liga. Nombres como los de Lamar Hunt o Phil Anschutz, experimentados propietarios de equipos en las Grandes Ligas de baloncesto, hockey o fútbol americano, se unieron al proyecto, y el balón comenzó a rodar en 1996 con diez franquicias (y dos más a la espera) estratégicamente repartidas por el territorio estadounidense. Se buscaron sedes con cierta tradición futbolística, como Nueva York, Kansas, Dallas y Los Ángeles, que ya habían tenido equipos ganadores en la antigua NASL; ciudades con un mercado potencial suficientemente atractivo como para invertir en él, como Boston, Miami y Chicago (aunque las dos últimas esperarían hasta 1998 para empezar a competir); y alguna otra localización cercana a las anteriores que equilibrara el reparto en dos Conferencias (Columbus, Tampa y Denver) o pudiera derivar en el nacimiento de una fuerte rivalidad geográfica (San Jose y Washington D.C.). Sin embargo, los comienzos no fueron fáciles, y en 1998 la MLS tuvo que echar mano de un eficiente gestor procedente de la NFL para que aportara nuevas ideas. Don Garber se convirtió en Comisionado y bajo su mandato, que todavía continúa, la MLS ha ido creciendo poco a poco, siguiendo un camino completamente distinto (y que por eso me resulta tan interesante) al modelo imperante en el Viejo Continente.
Se podaron las ramas menos rentables, localizadas en Florida (la fundadora Tampa y la primera expansión, Miami, desaparecieron tras la temporada 2001) y no hubo prisa por volver a crecer; de hecho, la siguiente franquicia en ser admitida fue Real Salt Lake, en 2004. Se potenció la construcción de estadios propios para facilitar la identificación del público con los equipos, proporcionar ingresos extras a las franquicias y aumentar el atractivo de un deporte que muchas veces quedaba eclipsado por el barullo de líneas marcadas sobre el campo. Se apostó decididamente por la cantera local, aunque contando siempre con el reclamo de estrellas extranjeras, principalmente latinoamericanas (como Jorge Campos, Valderrama o el diablo Etcheverry). Se volvió a la reglamentación FIFA tras un absurdo intento por “americanizar” las normas del soccer que no sólo no había conseguido atraer la atención del público neófito sino que amenazaba con ahuyentar a los seguidores tradicionales (y enfadar más de lo aconsejable a la FIFA), y pasito a pasito la Liga siguió creciendo. Con el nuevo milenio comenzaron a aparecer jugadores deportiva y mediáticamente interesantes, algunos de los cuales emigraron a ligas europeas más fuertes, y nuevos inversores se sumaron al proyecto. El crecimiento de la Liga era bueno, y la seriedad de su gestión la hizo acreedora en 2007 del premio a la Mejor Entidad Deportiva del país, por delante de sus “hermanos mayores” NFL, NBA, NHL o MLB. La mayoría de las franquicias todavía no eran rentables por sí solas, pero las férreas normativas salariales impuestas parecían funcionar. La evolución era positiva y en 2006 Garber predijo que, para 2010, la MLS al completo abandonaría por fin los números rojos.
Eran tiempos felices que animaron a dar pasos cada vez más grandes. Siguiendo las leyes capitalistas, las franquicias que ya obtenían beneficios de explotación presionaron para que se les permitiera crecer más y más, y Garber cedió, aunque teniendo muy presentes las causas que acabaron provocando el cierre de la NASL. Se anunció una importante oleada de expansiones con la incorporación anual de nuevas franquicias (que deberían superar profundos estudios de viabilidad), y se retocaron algunas normas salariales para permitir la llegada de mejores jugadores. Como sois muchos los aficionados a la NBA no me extenderé demasiado en explicar las peculiaridades de los contratos profesionales y los traspasos en las ligas estadounidenses, y simplemente diré que, a diferencia de la NBA y su “Luxury Tax”, hasta 2007 la MLS no contemplaba la posibilidad de que una franquicia pudiera sobrepasar el límite establecido para la masa salarial de las plantillas (salvo pequeñas excepciones provocadas por las ventas de jugadores a otros países, que son gestionadas por la propia Liga). El problema era que esa cantidad máxima, idéntica para todas las franquicias y pensada, además de para igualar la competición, para que no se cometieran locuras ni nadie se viera ahogado financieramente (el dinero sale de un fondo común garantizado por la propia MLS), era una cantidad bastante corta, de alrededor de dos millones de dólares, y al repartirla entre 23 futbolistas profesionales los sueldos eran poco atractivos para las grandes estrellas internacionales. Hasta que llegó Beckham y, como había hecho en España, prestó involuntariamente su nombre a otra norma.
QUIERO SER COMO BECKHAM
Los Angeles Galaxy era una de esas pocas franquicias rentables por sí mismas. Ubicado en una ciudad enorme y gestionado por verdaderos profesionales del ocio deportivo (Phil Anschutz es también accionista de los Lakers, dueño del Staples Center y del O2 Arena de Londres, entre otras muchas inversiones, y su empresa AEG es y ha sido propietaria de varias franquicias de la MLS), el equipo angelino era, y probablemente aun sigue siendo, la franquicia de mayor potencial económico de toda la Liga. Pero el negocio todavía podía ir mejor, y tanto Anschutz como Garber sabían que buena parte del crecimiento de la MLS pasaba por atraer a EE.UU. a los mejores futbolistas del mundo para que sirvieran de gancho ante aficionados y patrocinadores. David Beckham, si no el mejor, si era el más mediático, y además, tras una etapa no demasiado fructífera en Madrid, estaba a tiro. Las posibilidades de negocio parecían enormes para todos: jugador, equipo y liga. Sin embargo, las rígidas normas salariales impedían su fichaje, por lo que la MLS optó por crear la figura del Designated Player (DP), concepto que se puede traducir por el de “Jugador Franquicia”, que aunque no sea del todo correcto sí es más entendible por estos lares. Básicamente, se trataba de permitir a las franquicias la contratación de un jugador ofreciéndole todo el dinero que pudieran permitirse, con la ventaja de que sólo una parte de ese nuevo salario se cargaría contra el límite salarial de la plantilla. Poniendo números reales, los Galaxy le ofrecieron a Beckham unos 6,5 millones de dólares anuales en concepto de salario base (primas y derechos de imagen aparte), de los que sólo 415.000 dólares computarían a la hora de calcular la masa salarial del equipo y, por tanto, quedarían respaldados por la Liga. Una hábil manera de experimentar el efecto Beckham sin hipotecar a toda la organización.
A raíz del fichaje de Beckham, otras franquicias comenzaron a hacer sus cálculos para decidir si se animaban a contratar a su propio DP. En primer lugar tenían que ver si sus finanzas podían asumir un salario elevado que sólo quedaba respaldado por la MLS en la parte que computaba para el cálculo de la masa salarial (los 415.000 dólares). La respuesta fue que, al final, sólo los equipos con base en grandes ciudades, con un mercado capaz de generar east jump cantidades millonarias incluso en un deporte minoritario como el soccer, podían permitirse pujar por una auténtica estrella internacional. Las demás franquicias tendrían que optar por otros jugadores “menores”, que se conformaran con poco más de medio millón de dólares. Y luego quedaba por ver cómo podrían completar una plantilla competitiva, porque el límite salarial no se modificó sustancialmente y, si ya era difícil ofrecer buenas condiciones con poco más de 2 millones a repartir entre 23 fichas, descontando los famosos 415.000 dólares del DP daba para pagar bastante poco al resto. En ese primer año, sólo un puñado de equipos firmaron a un Jugador Franquicia, y ninguno fue de verdadero renombre: Chicago Fire se hizo con los servicios del mexicano Cuauhtémoc Blanco, los New York Red Bulls ficharon al colombiano Juan Pablo Ángel, y Dallas al brasileño Denilson (sí, el del Betis, que resultó un fiasco). Los Galaxy, aunque gozaron de alguna exención salarial que por ejemplo les permitió mantener a Landon Donovan en el equipo, tuvieron que desprenderse de buenos jugadores y apostar por otros más jóvenes y con menores exigencias económicas, y los resultados deportivos fueron desastrosos. La primera liga de la era Beckham fue a parar a manos de Houston Dynamo, una franquicia que se había trasladado en 2005 desde su San Jose de nacimiento hasta Texas en busca de facilidades para construir un estadio propio (que todavía no han podido levantar), que ya había ganado el título el año anterior y que, por supuesto, no tenía ningún DP en su compensada plantilla.
Al año siguiente (2008) algunos equipos más se decidieron a usar la plaza del Jugador Franquicia. Sin embargo, en su mayoría optaron por mejorar el contrato a algún futbolista que ya estuviera en la plantilla, por lo que la norma ideada en principio para atraer a nuevas estrellas se convirtió al final en una herramienta para retener a jugadores de nivel medio susceptibles de recibir ofertas más suculentas desde Europa o México. Porque ése es uno de los grandes problemas a los que se enfrenta la MLS. El desafío deportivo que ofrece en cuanto a títulos o reconocimiento internacional es nulo y los grandes europeos todavía no se atreven a pescar talentos en ella, por lo que para atraer jugadores sólo puede competir en términos monetarios. Pero, a pesar de la imagen de “liga rica” que se creó en todo el mundo (precisamente, a raíz de la llegada de Beckham), el sistema ideado para garantizar su supervivencia financiera hace que sus franquicias apenas puedan competir económicamente con las ofertas que llegan de Oriente Medio para los jugadores en busca de un retiro dorado. De hecho, tampoco tienen mucho margen de maniobra para retener a sus propios jugadores ante ofertas que llegan desde México o del Viejo Continente, y no necesariamente desde las ligas más potentes. Os sorprendería saber cuántos futbolistas estadounidenses pululan por equipos de media tabla de las ligas escandinavas, acumulando en unas pocas temporadas unas ganancias (y unas esperanzas de saltar a una liga más importante) que difícilmente obtendrían en toda una carrera en la MLS. Gracias a la transparencia imperante en las ligas de EE.UU. podemos conocer los sueldos de todos los jugadores de la MLS y hacernos una idea de su verdadero nivel económico.
http://www.mlsplayers.org/salary_info.html
Y la realidad es que sólo 8 jugadores superan el millón de dólares en sueldo base (Mista se queda a las puertas, con 968.000), alrededor de una veintena, en su mayoría Jugadores Franquicia, tienen contratos que podríamos calificar de medios (de entre 250.000 y 450.000 dólares), y el resto, unos 300 futbolistas, se mueven en cifras que, desde el punto de vista de la élite europea, calificaríamos como realmente bajas, con un límite mínimo de 40.000 dólares anuales. Y eso esta temporada, en la que, tras una dura negociación que estuvo a punto de desembocar en huelga, los jugadores obtuvieron ciertas mejoras (y las franquicias consiguieron ver satisfechas también algunas reivindicaciones que explicaremos más adelante). Cifras que seguramente son apropiadas para mantener la estructura económica de una Liga todavía en pañales, pero que hacen imposible a las franquicias competir con el despilfarro de billetes en el que se mueve este deporte en el resto del mundo desarrollado. Y así es difícil crecer, al menos mientras no estalle la burbuja.
A estas alturas os preguntaréis que qué tiene que ver Beckham con el amigo Danny Cepero, si es que todavía os acordáis de él, y yo os diré que, en realidad, puede que nada. Sólo explico la paradójica situación con la que se ha encontrado de repente el fútbol estadounidense. Pero me estoy desviando, como casi siempre. Sigamos nuestro viaje por el tiempo. Comenzaba la temporada 2008. Por entonces, las franquicias debían cargar también con una plantilla “reserva” en la que mantenían a las jóvenes promesas procedentes de las escuelas de fútbol locales así como a aquellos jugadores que, tras pasar por la Universidad, no obtenían una buena posición en el Draft. Estos futbolistas cobraban un salario que, más que de futbolista, era de obrero, y por supuesto no tenían un contrato garantizado. En cualquier momento podían ser despedidos sin indemnización o traspasados con peores condiciones, y se entretenían jugando una liga de reservas y esperando una improbable oportunidad en la plantilla profesional. Danny Cepero era uno de ellos. Había brillado en la Universidad de Pensilvania, pero no lo suficiente como para ganarse un contrato profesional garantizado vía Draft. Sin embargo, este joven guardameta de raíces mexicanas había gustado a los técnicos de los New York Red Bulls y por eso en 2007 le ofrecieron una plaza en su equipo reserva a cambio de poco más de 12.000 dólares anuales. Luego, para favorecer su progresión, fue cedido a los Harrisburg City Islanders, y en esas estaba cuando, cerca del final de temporada, el entonces portero titular de los Red Bulls Jon Conway fue sancionado por “abuso de sustancias prohibidas” (bonita manera de encubrir un caso de dopaje que en el resto del mundo conllevaría 2 años de suspensión y que la MLS resolvió con 10 partidos de suspensión porque “se demostró” que, literalmente, Conway y su compañero Jeff Parke “habían cogido unas pastillas de un bote equivocado”). La franquicia repescó inmediatamente a Cepero, probablemente con la idea de dejarlo en el banquillo, pero el chico no estaba dispuesto a desaprovechar la ocasión y el “sueño americano” volvió a hacerse realidad.
Quedaban sólo dos partidos para terminar la fase regular y el equipo todavía tenía algunas opciones de meterse en los play-offs, aunque estas pasaban por vencer en casa a Columbus Crew, matemáticamente ya campeón de la liga regular. Por eso sorprendió bastante que el técnico colombiano Juan Carlos Osorio apostara por dar la titularidad al inexperto Cepero para ese decisivo encuentro. En el estadio de los Giants, antiguo feudo de los Red Bulls, la estampa de un enclenque Cepero vestido con una camiseta verde aparentemente demasiado grande para su cuerpo era la viva imagen de la inseguridad, y nadie hubiera apostado un dólar por su continuidad en la élite. Pero, a pesar de todo, el partido iba bien. Con los deberes hechos, Columbus había alineado un equipo lleno de suplentes y New York ganaba 2-1. En el minuto 83, Cepero se dispuso a sacar una falta cerca de su área. El balón voló y voló, botó sobre la dura superficie sintética y pasó por encima de todos, incluido el portero rival, hasta alojarse en el fondo de las mallas. Sin querer, Danny Cepero se convertía en el primer guardameta que conseguía marcar un gol en los 13 años de historia de la MLS. Un debut jamás soñado.
video
Obviamente, Cepero se convirtió en el hombre del momento y se mantuvo en la portería en el último partido de la liga regular. Había que puntuar en el difícil campo de Chicago Fire, que también se jugaba la clasificación para los play-offs, y las cosas no salieron precisamente bien. Los locales se impusieron por 5-2 y dejaron a los Red Bulls aparentemente fuera de la lucha por el título. Sin embargo, una rocambolesca combinación de resultados metió de rebote a la franquicia de Nueva York, tan de rebote que tendría que pelear por el título desde la Conferencia Oeste y no desde la Este, a la que lógicamente pertenece. ¿Por qué? Pues porque aquella temporada, con 14 equipos en la Liga, se clasificaban para los play-offs los dos primeros de cada Conferencia y los 4 con mayor puntuación de los no clasificados por puestos, independientemente de su conferencia. De esos cuatro equipos, tres fueron de la Conferencia Este, por lo que para cuadrar las eliminatorias se envió al último de ellos, New York, a luchar por el Campeonato al Oeste. En las semifinales de Conferencia, a ida y vuelta, los Red Bulls dieron la sorpresa y, tras empatar en casa, en el partido de vuelta apabullaron a Houston Dynamo, los vigentes campeones, con un histórico 0-3. En la final de la Conferencia Oeste, ya a un solo partido, el heterodoxo Cepero se alió con la suerte y los postes para contribuir a la victoria por la mínima de su equipo en casa de Real Salt Lake (con gol del ex-rayista Van den Bergh, uno de los extranjeros que mejor rendimiento ha dado en la MLS, para que os hagáis una idea del nivel futbolístico). El joven guardameta parecía talismán, se había convertido en uno de los portavoces de la plantilla gracias a su exquisita educación y era una de las grandes atracciones de la Final de la Liga, en la que esperaba Columbus Crew, el equipo ante el que había debutado unas pocas semanas atrás. Pero esta vez no habría lugar ni para la sorpresa ni para los goles imposibles, y los Red Bulls cayeron claramente derrotados por 3-1 sin que Cepero pudiera hacer nada por evitarlo. Ya había hecho más de lo que se esperaba de él, y parecía haberse ganado el puesto de cara a la siguiente temporada.
MEDIDAS DESESPERADAS
Un par de días antes de esa final, Don Garber convocó a los medios para su tradicional mensaje de evaluación de la temporada que estaba a punto de concluir, en el que el Comisionado desveló también algunas de las directrices que tomaría la MLS de cara a los años venideros. Entre ellas, destacaba una medida aprobada con motivo de la crisis económica que empezaba a golpear con crudeza al país y, por extensión, a la propia Liga. Con la idea de disminuir costes, las plantillas profesionales se reducían a entre 18 y 21 componentes, y la liga de reservas se suprimía. Las franquicias ya no tendrían que mantener por obligación a esos 15 jóvenes meritorios, y todas optaron por cargarse esa plantilla. Al fin y al cabo, una competición sin ningún interés para el espectador y en la que de vez en cuando las franquicias tenían que recurrir a miembros de su staff técnico, jugadores retirados o incluso algún futbolista aficionado para completar las convocatorias sólo generaba más gastos en sueldos y sobre todo en desplazamientos. A Cepero ya no le afectaba esa medida, claro, pues tras su apoteósica aparición New York le ofreció un contrato profesional garantizado, pero las cosas no salieron como él esperaba. Aunque comenzó 2009 como titular, pronto se vio que las extraordinarias circunstancias que rodearon su debut habían ocultado sus evidentes carencias, y el portero acabó perdiendo el puesto poco antes del ecuador de la temporada; una temporada (por otro lado) horrible para el equipo, que acabó en última posición de la fase regular.
Además de las deportivas, la franquicia neoyorquina y su propietaria austriaca tenían otras preocupaciones, como por ejemplo conseguir que la Liga modificara la reglamentación del DP para poder completar el traspaso de Thierry Henry, la vieja aspiración de los Red Bulls. New York ya tenía dos plazas de Jugador Franquicia (la que ocupaba Ángel y otra que había adquirido vía traspaso), pero adjudicar esta segunda a otro jugador provocaría un grave impacto en la masa salarial, pues supondría gastar 830.000 dólares del límite de 2,2 millones en sólo dos futbolistas, así que el puesto estaba vacante en espera de que Henry pudiera llegar en una situación más ventajosa. Con el apoyo del resto de franquicias económicamente poderosas (L.A. Galaxy, Chicago Fire, Toronto FC y Seattle Sounders), los Red Bulls “presionaron” a Garber para que facilitara las cosas, y el Comisionado acabó aceptando de buen grado en busca de un nuevo impulso para la Liga. Como había hecho anteriormente para permitir la llegada de Beckham, la MLS cambió sus normas y esta misma temporada 2010 permitió a sus equipos tener hasta 3 plazas para Jugadores Franquicia. Con la nueva regla, ahora esas plazas sólo restan 335.000 dólares cada una del límite salarial para toda la plantilla, que se elevó hasta los 2,5 millones, aunque para poder acceder a la tercera hay que pagar una suma de 250.000 dólares a la Liga que se reparte entre las franquicias que no tienen ningún DP (y que siguen siendo muchas). Pero tras las modificaciones, hoy un equipo con 3 Jugadores Franquicia todavía ve reducido en un 40% el dinero disponible para completar su plantilla y, como era de esperar, sólo New York, promotora de la decisión, ha agotado el cupo con las llegadas de Henry y Márquez. El resto de franquicias han seguido contratando jugadores de nivel medio y casi desahuciados en Europa, como Mista (Toronto) o Geovanni Deliberson (San Jose Earthquakes), además de aprovechar para mejorar ligeramente los contratos de algunos futbolistas ya pertenecientes a la Liga.
Y aquí surge un dilema. Los fichajes de estas “estrellas” en la última fase de sus carreras amenazan con volver a convertir a la Liga estadounidense en el cementerio de elefantes que acabó siendo la extinta NASL, mientras muchos buenos jugadores emigran a Europa persiguiendo contratos simplemente decentes y los jóvenes tienen cada vez menos oportunidades para hacerse un hueco en la Liga, especialmente desde que las plantillas reserva fueron suprimidas por cuestiones económicas. Quizás debido a la confianza en las Universidades como fuente de la que nutrirse de promesas, las categorías inferiores se ven como un coste innecesario y sólo unos pocos equipos se han decidido a tener secciones juveniles compitiendo en campeonatos locales, pero lo hacen más con un carácter benéfico o de imagen pública que con verdadera intención de crear una cantera propia. Al mismo tiempo, en la idea de que generarán mayores beneficios, se aumenta el gasto en salarios con los nuevos Jugadores Franquicia, lo cual no deja de ser una cierta contradicción con la supresión de los equipos reserva. Los equipos están destinando grandes sumas de dinero a contratar a jugadores de rendimiento dudoso y que, siendo optimistas, no estarán más de tres años en la liga, mientras se pierden jóvenes valores que podrían llegar a ser importantes futbolistas con muchos años por delante para rentabilizar esa inversión en la cantera. Sólo Seattle Sounders parece querer desmarcarse algo de la política de fichajes imperante en la MLS, adquiriendo algunos jóvenes sudamericanos con proyección como el colombiano Freddy Montero o el mundialista uruguayo Álvaro Fernández, además de veteranos europeos de cierto renombre como Freddie Ljungberg (recientemente traspasado a Chicago) o Blaise N’Kufo. La idea es buena y debería servir de ejemplo a otros equipos: intentar desarrollar en la Liga a jóvenes talentos, aunque sean extranjeros, que puedan rendir a un alto nivel y permitan obtener un buen pellizco en caso de traspaso. Es cierto que con su realidad económica es difícil atraer a las promesas que buscan dar el salto rápido a Europa, pero si se trabaja bien en esta línea y los clubes europeos se deciden a pescar en ella, la MLS podría labrarse una imagen de buen trampolín, una especie de liga holandesa en América. Así se elevaría el nivel futbolístico de la Liga y se obtendrían ingresos extra, pero como hemos visto la dirección de la MLS no acaba de apostar por esta fórmula, sino que prefiere seguir facilitando la llegada de estrellas “vendecamisetas” en el ocaso de sus carreras.
LO QUE LA VERDAD ESCONDE
Deportivamente, el ambicioso objetivo de Seattle Sounders es llegar al Mundialito de Clubes en 2014, y cuenta con unos inversores apasionados por el soccer y una afición entregada desde los lejanos tiempos de la NASL y que ya en su primer año en la Liga (2009) se destacó como la más numerosa de la MLS. Más de 35.000 espectadores acompañan al equipo en cada partido como local, convirtiendo al Qwest Field en la envidia del resto de franquicias. Pero, igual que con su política de fichajes, en términos de seguimiento los Sounders son casi un oasis en el desierto. Porque, como decíamos al principio, el principal problema de la MLS sigue siendo de público, que es en última instancia quien pone el dinero. Es una pescadilla que se muerde la cola: sin grandes jugadores es difícil captar la atención del espectador, sin espectadores que generen ingresos es imposible realizar ofertas atractivas a los jugadores contrastados, pero es que además sin ese dinero ni siquiera es fácil retener el poco talento que surge en el país, con lo que se dificulta aún más la tarea de atraer al público. Las medidas adoptadas para dar más publicidad a la MLS no parecen estar dando los resultados esperados. De Denilson a Beckham, pasando por Ljungberg, el Muñeco Gallardo o el Piojo López, la mayoría de Jugadores Franquicia presentados como auténticas figuras tienen un paso más bien discreto por la competición, y los pocos DP que sí han funcionado, como Guillermo Barros Schelotto (que se rebajó el sueldo y ya no tiene ese estatus de Jugador Franquicia) o el propio Juan Pablo Ángel, carecen del perfil mediático necesario para evitar que la gente se desencante y deje de creer en las supuestas estrellas que siguen llegando cada año. En ese sentido, la apatía y el bajo nivel mostrado por Beckham han causado un efecto desastroso para la Liga, pues se habían generado unas expectativas desmesuradas sobre su juego que obviamente jamás se han cumplido. Los neófitos pensaron que estaban ante un jugador excepcional, de los que hacen que merezca la pena pagar una entrada para verlo (eso lo entendieron rápido el resto de franquicias, que durante el primer año del inglés en la liga vendieron paquetes de entradas a precios desorbitados para los partidos contra los Galaxy), cuando en realidad no se trata más que de un buen jugador, un gran complemento pero nunca un elemento capaz de enganchar al público al soccer por sí mismo. Muchos se sintieron prácticamente estafados por el jugador (que tampoco hizo mucho por mejorar la situación al estar jugando continuamente con su regreso a Europa) y por la MLS, y la popularidad de ambos productos se vio mermada.
Los continuos traspasos de jugadores (el mercado está abierto durante casi toda la temporada, que va de marzo a octubre) y el sobrecargado calendario, pensado en principio para tener una mayor exposición ante los espectadores al programar partidos de miércoles a domingo casi todas las semanas, tampoco ayudan a fidelizar a la clientela. El sistema de play-offs sin descensos hace que muchos equipos lleguen al mes de agosto sin nada por lo que luchar, convirtiendo sus partidos en aburridos entrenamientos con público. Además, los partidos de liga se entremezclan con los amistosos inflatable obstacle course frente a equipos europeos y las múltiples competiciones internacionales en las que participa la MLS, haciendo difícil saber qué torneo se está jugando en cada momento. Por ejemplo, la semana pasada se jugaron el mismo día un San Jose-Philadelphia de liga y un Toronto-Real Salt Lake correspondiente a la Champions League de la CONCACAF, y no es algo aislado. El calendario, fijado desde febrero y prácticamente inamovible, puede llegar a ofrecer periodos de auténtica locura en los que un equipo como los Galaxy se ve obligado a disputar dos partidos de liga, una eliminatoria previa de la “ConcaChampions” a ida y vuelta y un amistoso contra el Real Madrid en apenas dos semanas, durante las que además varios de sus mejores jugadores acuden a Houston para disputar el All-Star (consistente este año en un partido entre las estrellas de la MLS y el Manchester United) y tienen que unirse a sus respectivas selecciones nacionales para los amistosos de agosto. La Liga ni siquiera suele parar al completo en las llamadas “fechas FIFA” reservadas para las selecciones (este año, y por primera vez, la MLS se detuvo durante el Mundial, aunque sólo durante la primera fase), y no es raro ver a internacionales estadounidenses jugar un sábado con la selección y estar el domingo en el banquillo de su equipo, por si fuera necesaria su aparición sobre el campo. Con tanto partido la escasa profundidad de las plantillas se hace notar, y los continuos malos resultados ante rivales extranjeros (sobre todo en duelos oficiales) hacen pensar al público que su liga es mediocre, impropia de un país como Estados Unidos, y que por tanto no merece mayor atención. Ningún equipo de la MLS ha ganado jamás un partido oficial en territorio mexicano (y ya van 20 duelos), y hace años que ninguna franquicia alcanza las rondas finales de “su” Champions League, pues son incapaces de eliminar tanto a los ricos equipos mexicanos como a los “gallitos” de Centroamérica. Analizándolo fríamente, simplemente ocurre que la MLS está tan igualada gracias a sus normas que ningún equipo es capaz ni de dominar más de dos años seguidos ni de reunir una plantilla que pueda competir con garantías ante rivales de países más pequeños pero en los que el fútbol es más importante (y que no tienen restricciones a la hora de contratar a todo el talento que surja en su nación o alrededores). Ahora bien, no debe de ser fácil hacerle entender a un espectador poco familiarizado con el soccer el por qué un equipo de su todopoderoso país tiene serias dificultades para superar una eliminatoria frente a, por ejemplo, el Isidro Metapán salvadoreño.
Todo ello redunda en un escaso seguimiento de la competición doméstica. Los datos no mienten. Las audiencias del soccer caen en picado y algunas cadenas comienzan a abandonar a la MLS, que tiene que ofrecer sus partidos a emisoras locales y lanzarse a las retransmisiones por Internet para llegar a tener una difusión nacional (un momento, ¿esto no os suena de algo?). Muchos equipos no han visto nunca un lleno en sus estadios, que tampoco suelen ser precisamente grandes coliseos (la mayoría tienen capacidad para entre 10.000 y 25.000 espectadores). Sin embargo, todos esos números cambian cuando juega la Selección: las audiencias se disparan y los grandes estadios de fútbol americano se quedan pequeños para acoger a los espectadores. Eso es positivo, pero también debe preocupar a los gestores de la MLS y del resto de ligas del soccer estadounidense (actualmente 3, bajo el paraguas de la Federación aunque con estructura similar a la de la MLS). El aficionado ya conoce el deporte, pero el producto local parece que no le interesa demasiado, y si ese apoyo no mejora todas las demás medidas adoptadas podrían acabar poniendo en entredicho el futuro de la Liga tal y como está planteada. La situación es peliaguda y Garber, como hacen en Europa, huye hacia adelante, favoreciendo a las franquicias mejor posicionadas para que éstas tiren del carro (aun a riesgo de romper con la pretendida igualdad de la competición) con la esperanza de que, algún día, el sol brille en el mundo del soccer. Los planes de expansión siguen su curso, y de los 14 equipos que disputaron la MLS en 2008 se pasará a 20 en 2012 (o tal vez 2013, en función de la viabilidad de las propuestas existentes). La idea es que más equipos significan más oportunidades para los jugadores y mayores posibilidades de ingresos para las franquicias, al ampliarse el calendario. Abrir seis nuevas franquicias en un periodo de cuatro años, marcado además por la incertidumbre económica, es un gesto valiente, pero si el aficionado sigue sin responder todo puede irse al traste. Porque si el público no ve un crecimiento deportivo acorde al esperado para un país como Estados Unidos; si como es de suponer las autoridades locales no salen en auxilio de las franquicias (ahí está D.C. United, una de las más laureadas de la MLS y que lleva cuatro años largos peleándose con diversos organismos oficiales para obtener unos terrenos adecuados donde construir su propio estadio, y no es la única con ese problema); si la lucha por los títulos pasa a ser cosa exclusiva de los equipos más ricos; si, en definitiva, las inversiones comienzan a parecer irrecuperables, algunos propietarios no dudarán en cerrar, como ya hicieron en los 70. Es un momento crítico y ya hay voces que alertan sobre la posibilidad de que la MLS acabe cayendo en los mismos errores que sepultaron a la NASL.
http://sportsillustrated.cnn.com/2010/writers/tobias_lopez/08/15/mls/index.html
ÚLTIMA LLAMADA
Mientras tanto, se ven curiosidades como las de Danny Cepero. La llegada de un nuevo equipo técnico íntegramente europeo a comienzos de 2010, un intento por parte de la compañía Red Bull de dar alas a un equipo deportivamente hundido, hizo que en esta versión moderna del cuento de Cenicienta dieran las doce. Cepero fue cortado mientras la franquicia neoyorquina realizaba un stage de pretemporada en La Manga. Ningún otro equipo de la MLS quiso asumir su ficha, y el portero regresó a los Harrisburg City Islanders desencantado del soccer. Diplomado en Historia por la Universidad de Pensilvania, prefirió quedarse en casa para realizar estudios de postgrado y buscarse una salida profesional relacionada con su formación académica antes que probar fortuna cruzando el charco, la única posibilidad que ve para ganarse la vida en los terrenos de juego. En realidad, su caso no es muy diferente al de otros muchos jugadores de nivel medio, titulados universitarios que saben que su futuro será más próspero trabajando en su especialidad que dedicándose al soccer en su país. Pero antes de retirarse, el fútbol le tenía preparada a Cepero una pequeña revancha: en julio, en los octavos de final de la Copa estadounidense, los modestos Islanders hicieron la machada derrotando por 1-0 a los Red Bulls en un partido en el que Cepero brilló con luz propia, demostrando que, después de todo, tal vez podría haber tenido un hueco en la élite. Su historia fue recordada por el blog futbolístico del New York Times (http://goal.blogs.nytimes.com/2010/07/21/harrisburg-in-open-cup-a-footnote-in-the-summer-of-soccer/), y eso sirvió para que su nombre volviera a la mente de muchos seguidores que aún guardaban en un rincón de la memoria su espectacular irrupción en la liga.
Parecía su último momento de gloria, pero las peculiaridades de la MLS le colocaron otra vez ante los focos cuando unas semanas después Philadelphia Union se quedó sin portero suplente para un partido. El titular Chris Seitz se había quedado en el banquillo en el último encuentro por una enfermedad, pero su sustituto fue expulsado y la franquicia necesitaba un guardameta suplente para el siguiente duelo ante los vigentes campeones, Real Salt Lake. Como Philadelphia sólo tiene a esos dos porteros en plantilla y, al tratarse de una franquicia de nueva creación, todavía carece de divisiones inferiores, tenía que encontrar rápidamente un portero en algún otro sitio. Danny Cepero acabó sentándose ese día en el banquillo, y en parte eso provocó que estéis leyendo ahora este artículo. Esta vez no jugó ni un solo minuto, pero al verle en la lista de convocados muchos aficionados se preguntaron cómo había llegado hasta allí. En algunos medios se hablaba de una breve cesión desde los Islanders (al fin y al cabo son equipos del mismo Estado, y entre ambos hay algún acuerdo de colaboración), pero en otros destaparon la verdad.
Así salió a la luz la enésima singularidad de la MLS. Una de las consecuencias menos publicitadas de la supresión de los equipos reserva fue la creación por parte de la Liga de una “plantilla” de guardametas disponibles para cualquier franquicia que pudiera necesitar uno en algún momento puntual de la campaña. En ese “banco de porteros” ofertado por la propia MLS (algo impensable en cualquier otra parte del mundo) estaba Cepero, y, por cuestiones de proximidad geográfica, él fue el elegido.
Descubrir que la MLS ofrece porteros eventuales a sus franquicias como si de una agencia de colocación cualquiera se tratase ha hecho que numerosos seguidores que desconocían la existencia de esa posibilidad pongan el grito en el cielo, alarmados ante lo que consideran una tropelía deportiva impropia de una liga de primer nivel (o que aspire a serlo). Desde la MLS no comentan nada acerca de esta cuestión, se niegan a facilitar al público los nombres de los demás guardametas disponibles y se limitan a decir que estudiarán la posibilidad de recuperar la liga reserva con un nuevo enfoque, del que no dan detalles, lo que hace pensar que todavía no se pondrá en marcha en 2011. Aparentemente ajeno a todo esto, aunque imagino que tendrá alguna opinión, tras el partido con Philadelphia nuestro protagonista regresó a tiempo a Harrisburg para ver también desde el banquillo el último partido de su equipo en la USL-2. Acabada ya la liga en esa categoría, Danny Cepero medita sobre su futuro, que parece estar lejos de los campos… salvo que la MLS nos sorprenda otra vez. Todo es posible en América. Hasta que el soccer triunfe.
Leave a Reply
42 Comments on "FÚTBOL Y NEGOCIO: LA ENCRUCIJADA DE LA MLS"
You must be logged in to post a comment.
You must be logged in to post a comment.
Snedecor: macho, con tus posts logras que los demás “nos pensemos” el escribir más. I-M-P-R-E-S-I-O-N-A-N-T-E. Este no es un post tio, es un artículo por el que pagarían numerosas revistas y páginas web de deporte. T-R-E–M-E-N-D-O. Y sobre él, sólo lanzaré unas preguntas al aire: ¿existiría Florentino Pérez en una liga de este tipo, con restricciones salariales, “dinero en común”, teniendo que invertir EL su dinero propio como un verdadero “propietario” al estilo americano?. ¿Harían Ronaldo (el brasileño no CR7-CR9, o como sea) Ozil, el propio Beckam, Makelele….esos plantes de “o me largan allí o no juego más?. ¿Habría este… Read more »
Grande snedecord
http://flagrants.wordpress.com/2010/04/27/derechos-televisivos/
Os dejo el enlace a un post que publiqué aquí sobre derechos televisivos por si os interesa el tema. El análisis de Snedecor es mucho más profundo pues muestra que incluso los grandes clubs tienen enormes deudas, pero las cifras y comparativas que podemos ver en las graficas de ese post que os enlazo, y por enriquecer el debate que snedecor apunta en sus dos primeros párrafos, son sangrantes especialmente en la liga española. Es evidente que el modelo se asienta sobre una enorme burbuja especulativa.
Snedecor: Lo primero que quiero hacer es felicitarte por este extenso articulo que, en mi opinion, es el mejor de los que he leido hasta el momento en este blog. Es muy curiosa la historia de Cepero, cuyos recovecos no conocia, aunque como seguidor ocasional de la MLS si que conocia al guardameta. Muy interesante tambien el panorama que ofreces sobre las contradicciones de la MLS y su peliaguda situacion actual. En mi opinion, uno de los problemas a los que el futbol se enfrenta en este pais es que hay un escaso interes por lo que ocurra en la… Read more »
Snedecor, enhorabuena y gracias por el post. Uno de los mejores que he leidó en Internet en los últimos tiempos. Me parece interesantísimo el procedimiento USA, tratando de integrar una disciplina en su sistema, a sabiendas de que sólo a largo plazo podrían alcanzar el supuesto nivel competitivo, de seguimiento, mediático,… que en otros lugares. Los resultados no parecen ser los esperados y 17 años de competición son suficientes para haber logrado más de lo que la liga ha conseguido en relación con los medios, sobre todo, organizativos que parecen haber empleado. La MLS debiera estar más avanzada si el… Read more »
Grandísimo post Lección de periodismo e información que, por desgracia, muy pocos periodistas “de los que cobran” están capacitados para hacer, en mi humilde opinión Si la situación es tan peliaguda como comentas, creo que ni la cacareada vuelta de Pelé al Cosmos podrá hacer que esa liga salga adelante Como comenta antonusa, allí las tres “majors” tienen perfectamente marcados los tiempos para no solaparse en tiempo de jugarse algo y la MLS es simplemente una liga menos más (aunque los intentos para levantarla, como muy bien señalas, han sido de lo más variado) Shinchan, probablemente si existiría Floper, al… Read more »
Muchas gracias a todos, me alegro de que os guste porque yo he disfrutado mucho escribiéndolo. El caso de la MLS me encanta precisamente por ese conflicto que presenta entre dos mundos y dos formas completamente distintas de entender el negocio del deporte. Es aplicar el “modelo americano”, tremendamente exitoso a todos los niveles en baloncesto, beisbol o fútbol americano, a un deporte cuyo epicentro, a diferencia de los anteriores, no está en USA. Y ahí empieza el baile. Se ven cosas realmente curiosas: desde el Draft a la forma de confeccionar las plantillas de las nuevas franquicias o la… Read more »
Interesantísimo. Y pensar que casi dejo de leer cuando lo recomiendas ¡ tú mismo ! al inicio del artículo. Eso me intrigó más (pensé WTF?). Ingeniosa táctica para captar la atención. Gran post.
Por cosas como ésta y gente como snedecor pasé por el 13t y acabé acampando aquí.
Grande, grande.
El artículo es excelente, Snedecor, y sobre todo muy didáctico. Conocer las interioridades estructurales de una liga de reciente creación, con un modelo alejado del europeo (y sudamericano) donde se concentra el peso de la tradición futbolística, ha sido interesantísimo.
Sí parece que por diferentes causas, aquel modelo no acaba de arrancar a pesar de las buenas intenciones organizativas. Pero el de aquí, con forma de burbuja creciente, también parece tener cimientos de barro.
Gracias por iluminar. Y también a los añadidos de todos los demás.