Creo que cuando decidí que algún día escribiría algo aquí, de manera inconsciente ya sabía que en algún momento este post estaría presente. Y creo que alguno de los que se pasan por la taberna también supondría que algún día caería. Es curioso, ya que pese a que como digo, sabía que en algún momento escribiría esta historia, en la vida hubiera apostado que habría sido de este modo. Si hace seis meses me dicen que hubiera escrito esta historia inspirado por un compañero de trabajo, que me la comenzó a contar en un vuelo Toronto – Londres hace escasos días, me hubiera costado creérmelo mucho. Pero lo que más me hubiera costado creer es que de toda esta historia, aunque sea de forma microscópica y prácticamente irrelevante, iba a formar yo también parte (permitidme el cumplido). La historia que os voy a contar es una historia de excelencia. Excelencia por encima de todo. En efecto, la historia que os voy a contar es… la historia de Rolls Royce.
Cuando se habla de Rolls Royce, a la mayoría de la gente la imagen que le viene a la cabeza es la imagen del lujo, de la excelencia. Muchos llegan más allá incluso, al decir que Rolls Royce no es más que una marca de coches para gente muy acaudalada, poco relevante para la gente de a píe. Craso error, me temo. Si has montado más de tres veces en avión en tu vida, estoy prácticamente seguro de que alguno de los aviones estaba propulsado por motores Rolls Royce. Y si no es así, seguro que algo que tienes en casa ha sido transportado por un motor Rolls Royce, bien sea en avión o en barco. También es posible que la electricidad que llega a tu casa se genere en una central eléctrica que opera con una turbina de vapor de Rolls Royce… Así pues, parece que la marca de coches pijos para multimillonarios igual es más relevante de lo que parece a nivel mundial.
Para entender como Rolls Royce ha llegado a ser una marca de coches distinguidos y reconocidos por su calidad y magnificencia, hemos de dirigirnos a sus orígenes. A principios del siglo XX, el automóvil estaba reservado a los muy ricos. Gente como Charles Rolls, un aristócrata al que le había picado el gusanillo de la brincolin velocidad y que ganó una gran reputación como piloto de carreras, llegando a tener una tienda de coches en Londres. Sin embargo, no estaba satisfecho con los automóviles que vendía, la mayoría extranjeros, por lo que intentó desarrollar un automóvil británico de calidad para competir y comercializarlo. Con ésta idea, llegó a sus oídos un coche de similares características que estaba fabricando un tal Henry Royce…
A diferencia de Rolls,insuflaveis Royce no provenía de una familia rica. Se había tenido que labrar un porvenir para salir de la pobreza, siendo un ingeniero autodidacta que había adquirido una gran reputación construyendo generadores eléctricos que se caracterizaban por ser extremadamente fiables y duraderos. Su empresa se había diversificado y fabricaba también lámparas, motores eléctricos e incluso timbres de puertas, manteniendo la fiabilidad y durabilidad como elementos característicos de todos sus productos. Royce también estaba irritado por la baja calidad de los coches de la época, por lo que decidió construir uno propio que sería mejor. De esta forma comenzó en un proyecto que le llevó varios meses y que tan solo tenía una norma: conformarse tan solo con lo mejor. El 1 de Abril de 1904 ya estaba listo para ser probado su automóvil. Se trataba de un prototipo tan bien diseñado y silencioso que a muchos les pareció perfecto.
Henry Edmunds, un amigo mutuo de Rolls y Royce, animó a Rolls a que lo probara. Una vez lo probó, quedó fascinado. No era el coche más glamuroso, pero sí el más silencioso y manejable. Tardó poco en convencerse de que no le importaría que el coche llevara su nombre, de forma que Rolls firmó un contrato de exclusividad con Royce por el que este comercializaría todos los coches que Royce fabricara de forma exclusiva, y Royce fabricaría tantos coches como Rolls pudiese vender. De esta forma, aparecieron los automóviles Rolls Royce.
Rolls promocionaba sus coches entre sus altas influencias, pero quedaba claro que pronto haría falta alguien con mayor experiencia en ventas y negociaciones para el buen devenir de la empresa. Éste fue Mr. Claude Johnson, quien a posteriori llegó a conocérsele como el guión que unía a Rolls Royce… y sabía cómo conseguir el éxito de la empresa. La mayoría de los ricachones a los que iba dirigido el coche necesitaban sitio para poder llevar consigo a sus doncellas y lacayos, de forma que Johnson les convenció para que construyeran un coche grande y robusto para el salón del automóvil de Londres de 1907… y este fue el Silver Ghost.
Enseguida el Silver Ghost se convirtió en el modelo más exitoso de Rolls Royce. Estaba pintado de plata para que destacase, y todas sus piezas metálicas estaban pulidas con gran esmero. Fue precisamente su color y su silencioso motor los que le granjearon ese nombre, “el Fantasma de Plata”. Para causar mayor impresión al público, Johnson inscribió el coche a una prueba de resistencia en Escocia en 1907. Tras un viaje de 3.200 km por los caminos de la época, el RAC (Real Automóvil Club) inspección el vehículo y apenas encontró señales de desgaste. Esto hizo que Johnson se arriesgara más y organizara una prueba de 24.000 km (el doble de distancia que el record del mundo de la época) y cuatro meses de duración, tras la cual, si bien algunas piezas estaban desgastadas, ninguna de ellas interfería en el correcto funcionamiento del automóvil. El importe de las reparaciones fue de 10 libras. Recordad que estamos hablando de 1907… ¡Brutal!
Obviamente, estos resultados asombraron tanto a la prensa como a la gente, de forma que los pedidos comenzaron a multiplicarse, haciendo que la pequeña fábrica de Royce en Manchester trabajara sin descanso. No se trataba de una producción en serie, de hecho tan solo se fabricaban cuatro chasis por semana. Royce no quería producir nada que no fuera lo más perfecto posible. También creía que para poder mantener dicho nivel de calidad, tendría que fabricar un único coche, en vez de fabricar varios de calidad mediocre. Pese a esta estrategia, la fábrica se quedó pequeña, por lo que en 1908 se tuvieron que trasladar a otra mayor en Derby.
Rolls Royce había eclipsado a Napier, su rival en la empresa de automóviles de lujo. Había llegado a lo más alto en el automóvil… pero quería llegar más alto. Charles Rolls quería volar. Se convirtió en un piloto consumado y fue el primero en cruzar el canal de la Mancha dos veces consecutivas en un vuelo sin paradas. Sin embargo, Henry Royce no compartía el entusiasmo de Rolls por los aviones, y al considerarlos demasiado peligrosos se negó a construir motores de aeronaves. Ignorando el temor de su socio, Rolls continuó realizando hazañas en el aire… hasta que ocurrió lo inevitable. En verano de 1910, mientras participaba en un concurso de aterrizajes, Rolls logró el dudoso honor de convertirse en el primer inglés en morir en accidente de aviación. Cuanto menos curioso, ¿no? Obviamente, la muerte de Rolls fue un gran golpe para la empresa y endureció la postura de Royce con respecto a los aviones.
Ese mismo año, la empresa le pidió a Johnson que luchara contra la proliferación de adornos poco decorosos en los capós de los coches de la marca. Éste contrató a un escultor, Charles Sykes, para que construyera una figura estándar para lucirse en los capós de todos los coches de la marca. De esta forma nació “El espíritu del Éxtasis”. Se dice que se inspiró en Eleonor Thornton, secretaria y supuesta amante de Lord Montagu. Tras haber servido de inspiración para la estatuilla, la vida de Eleonor tomó un drástico giro: un submarino alemán torpedeó el barco en el que viajaba con Lord Montagu, hundiendo el barco y muriendo ella. Quedaros con el detalle… pues posteriormente cerraremos un círculo.
Cuando el mundo se sumergió en la Primera Guerra Mundial, Royce se dio cuenta que el transporte motorizado sería un factor de extrema importancia. De esta forma, adaptó sus chasis a ambulancias, vehículos militares e incluso vehículos blindados. Los Silver Ghost podían alcanzar una velocidad de 80 km/h equipados con equipo de combate que duplicaba su carga civil ordinaria. T.E. Lawrence, conocido como Lawrence de Arabia, fue el conductor y admirador más famoso del vehículo blindado de Rolls Royce durante la Primera Guerra Mundial, atribuyendo su éxito a su flota de Rolls Royce, que recorrían miles de kilómetros sin sufrir averías técnicas, e incluso llegó a decir que “en el desierto, un Rolls vale más que un rubí”.
Con los Rolls Royce triunfando en el ejército de tierra, el gobierno le pidió a Royce que reconsiderase su postura respecto a los aviones. Cedió sólo después de que se le asegurasen de que le permitirían hacer todo lo posible para diseñar un motor que garantizase lo máximo posible que los pilotos volvieran a casa sanos y salvos. Así nacieron los motores Eagle, tan resistentes que podían seguir volando incluso después de que el fuego acabará con su sistema de ignición o de refrigeración.
Cuando la guerra finalizó, la empresa recuperó un chasis que había guardado y comenzó a desarrollar un nuevo coche. Se le conocía como “Baby Rolls”, e iba dirigido a los automovilistas que querían un coche más pequeño para conducir sin chófer. El motor estaba tan bien diseñado, que sus proporciones básicas fueron empleadas por la marca los 37 años siguientes, hasta 1959. Posterior a este coche, lanzó el Phantom en 1925, con el que quería seguir compitiendo en el mercado de los grandes automóviles. El nuevo modelo estaba basado en el chasis del Silver Ghost, pero estaba equipado con un motor diferente. Su principal novedad eran los amortiguadores hidráulicos.
Al mismo tiempo, Rolls Royce montó una fábrica en Estados Unidos, para que los clientes estadounidenses no tuvieran que pagar los elevados aranceles de importación y pudieran recibir sus pedidos más pronto. Estos vehículos eran muy populares entre las estrellas de cine como Charles Chaplin, así como entre la alta sociedad. Sin embargo, la fábrica tan solo vendía 300 unidades al año, cifra insuficiente para mantenerla abierta. De vuelta a casa, Royce se dio cuenta de que había que modernizar el Phantom, así que en 1929 se lanzó el Phantom II. Tenía un chasis y una caja de cambios nueva, que le permitía tener un capó más largo, lo que daba al coche un aire más majestuoso.
Royce seguía interesado en hacer crecer su empresa, y en 1931 salió a la venta la empresa de coches deportivos y de carreras de Walter Bentley. Royce superó la oferta de su rival, Napier, de forma que el legendario fabricante de coches de carreras y deportivos ahora pertenecía a Rolls Royce. Así pues, hacia 1933 había convertido una empresa que había sido iniciada con sus ahorros de 70 libras en una empresa de categoría mundial. Sin embargo, los años de jornadas de trabajo maratonianas y su implacable búsqueda la calidad lo habían envejecido. Murió de un ataque al corazón a los 70 años.
Su legado fue su compromiso de fabricar solo lo mejor. Cuenta la leyenda por aquí de que cuando los ingenieros y diseñadores rechazaban algo, simplemente decían “Eso no le valdría a Henry Royce”. Dicha búsqueda de la excelencia, loable al menos por mi parte, pasó factura a la división automovilística, ya que prácticamente todo el negocio de la empresa se dedicaba a los motores de aviación. En las décadas 20 y 30, Rolls Royce había fabricado algunos de los motores de aviación más potentes. El “Supermarine” poseía varios records de velocidad en aire. De la misma forma, el “Miss England” poseía récords de velocidad en mar; y el Bluebird en tierra. Al final de los años 30, los motores Rolls Royce poseían el record de velocidad en tierra, mar y aire.
Cuando no estaban trabajando en records, los ingenieros trabajaban en el desarrollo de un nuevo modelo de coche, el Phantom III. Fue presentado en 1936 y presentaba como mayor avance tecnológico la suspensión delantera independiente, que le proporcionaba mayor estabilidad. Además, también disponía de cambio de marchas sincronizado y poseía un nuevo motor más potente, basado en la tecnología aeronáutica de la empresa. Los únicos coches que podían ofrecer con él eran los modelos de gama alta de Mercedes, Packard y Cadillac, que de hecho ofrecían más comodidades… pero no eran un Rolls Royce. El coche tenía pequeños fallos técnicos, pero no dio tiempo a corregirlos… pues estalló la Segunda Guerra Mundial.
En septiembre de 1939, Gran Bretaña y Alemania entraron en guerra. La empresa había desarrollado un nuevo motor de aviación, denominado “Merlin”, ya que de él se esperaba que fuera un escudo impenetrable para Inglaterra, similar al que el legendario mago había fabricado para el rey Arturo. Se puso a prueba en verano de 1940, cuando se inició el ataque de la Luftwaffe. Hitler confiaba en que esta acabaría con facilidad con su único impedimento para dominar el mundo: Gran Bretaña. Sus generales planeaban en primer lugar acabar con la fuerza aérea británica, la RAF; para a continuación apoderarse de las rutas marítimas y poder desembarcar las tropas a tierra. Así pues, la RAF se encontraba en primera línea de defensa, y encima se veía superada por los aviones y pilotos alemanes en una proporción de 1 a 10.
Sin embargo, la RAF contaba con una ventaja: sus cazas Spitfire y Harrier estaban equipados con potentes motores Merlin. Se construyeron dos fábricas para garantizar el suministro de motores en caso de que una fuera bombardeada. En los primeros cuatro días de combate, los aviones británicos derribaron 182 aviones alemanes. Cuando el enemigo atacó las poblaciones costeras, la RAF derribó otros 180 aviones alemanes. Hitler, decidido a no darse por vencido, incrementó sus ataques con bombardeos nocturnos. Pero la RAF aguantó el embate y los trabajadores de la Rolls Royce siguieron fabricando motores Merlin lo más rápido posible. Además, tal y como Royce había decretado, sus motores eran capaces de devolver a los pilotos a casa, incluso en las peores circunstancias. La batalla duró hasta octubre de 1940. Más de 1700 aviones alemanes fueron abatidos en su intento de arrasar con la flota británica. Los aviones con motores Merlin impidieron la invasión de Gran Bretaña… y hay quien cree que en cierta forma salvaron al mundo libre. Como el famoso mago, el Rolls Royce Merlin había protegido al reino. Guardaros este dato también, pues nos servirá para cerrar otro círculo.
Cuando terminó la guerra en 1945, Rolls Royce encaminó sus recursos hacia la aviación comercial, con el desarrollo de un turbomotor a propulsión, el Dart, que propulsaba a los famosos Vickers Viscount. En la postguerra, este y otros motores de propulsión se convirtieron en la base de la empresa, pasándose la fabricación de automóviles a la fábrica de Crewe, creada inicialmente para fabricar motores Merlin. Aunque el beneficio de esta división era escaso, el prestigio de los coches era un gran reclamo para la división aeronáutica. La gente se sentía más segura viajando en un avión con el logo de Rolls Royce.
Para mantener viva esta especie de mística, la empresa se esforzaba por dar importancia y enseñar los procesos manuales que seguían dando ese aura especial a la marca. Se organizaban rutas guiadas por la fábrica, donde se podía observar a los operarios de la madera eligiendo las láminas que tenían vetas que estaban alineadas entre sí. Luego estas vetas se pulían una y otra vez hasta que acababan reluciendo. La gente decía que la Rolls Royce hacía que la madera parecía plástico, mientras que en Detroit (cuna del automóvil americano) se esforzaban para que el plástico pareciera madera. Otro detalle que muestra la importancia de Rolls Royce por los detalles es el hecho de que para la tapicería tan solo se utilizaba la piel de reses que crecían en libertad, sin vallas, para evitar así que un enganchón del animal con la valla estropeara la pieza. El espíritu del éxtasis, la figurita que adorna el radiador de cada Rolls Royce, seguía tallándose a mano.
Esta meticulosa atención por el detalle hacía que se siguiera considerando a la empresa como el fabricante de los mejores coches del mundo. Los Silver Cloud y Silver Spirit tenían mucho caché, pero los modelos de lujo alemanes y japoneses empezaron a seducir a los compradores, tanto por prestaciones como sobre todo, por precio. Además, la división aeronáutica se había escindido y era una empresa independiente, de forma que la división automovilística ya no podía acudir a ella para obtener la financiación que necesitaba para permanecer competitiva. En 1980 se asoció con Vickers, pero en 1997 volvió a salir a la venta. Las opciones gonfiabili de poder adquirir una de las marcas más prestigiosas de la historia del automóvil abrieron una batalla entre sus pretendientes. La oferta inicial de BMW fue superada por una contraoferta, realizada por Volkswagen, de 470 millones de euros.
Sin embargo, mientras el mundo felicitaba al ganador, Volkswagen descubría que no había logrado el premio completo. El nombre de Rolls Royce, la doble R de su logo y la estatuilla del éxtasis estaban gobernados por la antigua división aeroespacial que se había escindido, y este sector se decantó por BMW. BMW les agradeció el favor, adquiriendo la marca registrada por 33 millones de euros. Fijaros en la ironía que tiene el hecho de que los alemanes hayan pagado entre otras cosas, por los derechos de una estatuilla cuya fuente de inspiración murió tras ser su barco abatido por un submarino alemán. Los círculos…
Una vez que Volkswagen vio que los derechos de la marca pasaban a BMW, Volkswagen hizo un acuerdo con BMW: se quedaban con la fábrica de Crewe y con Bentley, y se aseguraban cederles la empresa Rolls Royce de automóviles tres años después. Tampoco deja de ser irónico el hecho de que el origen de la empresa que había impedido que la Luftwaffe invadiera Gran Bretaña pasaba ahora a manos alemanas. Y concretamente a BMW, que durante la Segunda Guerra Mundial suministraba motores de avión… ¡exacto, para la Luftwaffe! Los círculos, again…
El primer Rolls Royce diseñado por BMW apareció en 2003 y se denominó Phantom. A muchos críticos no les convenció su diseño. La empresa tan solo fabricaría 1000 unidades anuales a un precio superior a los 250.000€, lo que le aseguraba a los dueños que no se cruzarían con otro Phantom fácilmente. En la actualidad, Rolls Royce es lo que era en su inicio: una marca de coches dirigidos a aquellos que buscan y pueden permitirse lo mejor. Es una marca mítica que ha hecho girar cabezas durante más de cien años… y parece que, pese a los cambios de dueño, va a seguir siendo así.
En definitiva, la historia de Rolls Royce es la historia de dos hombres que no se conformaban con lo que tenían y que siempre querían mejorar. Uno, Charles Rolls, representaba el lado ambicioso, el no conformarse con haber llegado a un punto y querer dar un paso más. El otro, Henry Royce, representaba la búsqueda de la perfección en todo lo que hacía. Entre ambos, crearon una empresa que impidió la invasión alemana de Gran Bretaña y que ha sido clave en el establecimiento del transporte aéreo, además de en el sector energético. Y, aunque sea como anécdota, nos ha dejado algunos de los coches más singulares, exclusivos y deseados de la historia. Comprenderéis ahora por qué, para un servidor, es todo un orgullo pertenecer a esta empresa y poder haber traído hasta aquí esta, en mi opinión, gran historia.
¡Espero que la hayáis disfrutado!
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13 Comments on "LA CALIDAD PERVIVE MUCHO DESPUÉS DE OLVIDADO EL PRECIO"
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Buenísimo eddie! Desde luego una forma inmejorable de inaugurar la nueva web que también me ha encantado, por otra parte.
Y una pregunta, de todos los fabricantes ingleses de coches…cuáles quedan en manos inglesas? Según tengo entendido, prácticamente ninguno y es una pena, porque como bien dices, los ingleses tenían un gusto por la calidad que en otras partes no se ha estilado tanto.
Gracias por el artículo y enhorabuena a los colaboradores por la web.
por cierto a mi una vez me contaron una leyenda urbana pero en primera persona, un colega, me hablo de que un profesor suyo se encapricho de un rols se fue a inglaterra se lo pillo y volviendo a españa se le averio el cacharrito, llego al taller en francia creo, estos hicieron una llamada a las 2 horas o asi llegó un helicoptero con mecanicos y una pieza, arreglaron el coche y salieron por patas, el pavo pregunta que cuanto es y en el taller dicen que nada, extrañado monta en el coche, llega a españa, y acojonado por… Read more »
Pues estaba yo pensando en que auto me compraría cuando este se me rompa y sea rico de una jodida vez…y teniendo en cuenta que la Merkel no para de dar por culo emulando a los caracartones alemanes de antaño, … decidido pues…mi próximo coche será un…
…hasta ahí puedo leer*
*sobre to porque aun no tengo claro que vaya un día a ser rico 😉
…pero estoy en ello.
Me lo leí entero…
Aunque diga muy poco de mi, debe de ser el segundo ó el tercero que me lo leo entero.
Al parecer, hay un vasco, Miguel de la Via, creo que se llama, que tiene la colección de Rolls privada más grande del mundo.
La exhibe, junto a Ferraris, Lamborghinis, en su casa en el pais vasco. Bueno, su casa es un palacio.
Ser vasco es la ostia, pero ser vasco con Rolls, sin palabras.
Rolls Royce es una marca de legendaria. A ver si eddie nos confirma la anécdota que comenta erkil. Aunque en cierto modo, leyendas como esas son la prueba de lo que proyecta la marca en la gente.
Precisamente por eso tengo un regusto extraño el final del artículo. Ese capichoso círculo que al final se cuadra. El Pantom II es un coche de una legancia superior. Pero, esta revisión alemana la veo excesivamente cuadrada. Estos germanos son unos cabezas cuadradas.
Jaja muchas gracias por los halagos. Me gusta que os haya gustado, de verdad. Free, interesante pregunta. A ver, así de memoria (seguro que me dejo alguna)… – Rover dejó de existir hace unos años. – Mini es tan alemana como la Rolls de coches, pues pertenece a BMW. – Bentley sigue siendo del grupo Volkswagen. – Jaguar, tras su paso por la Ford, fue vendida al grupo indio Tata. – Aston Martin fue comprada por Prodrive, asi que sigue siendo inglesa aunque ha cambiado de manos. – TVR creo que es la única que se mantiene con los mismos… Read more »
La aerodinámica solo es elegante en los cómics de marvel. Y en los masculinos, porque en los femeninos ni eso.
Montar en un Rolls como en Phantom II es cuando menos legendario, aunque con la cabeza obstruyas la aerodinámica y te comas mosquitos.
El ghost me mola más que el primer modelo alemán. ¿El diseño es de otro?
http://www.rolls-roycemotorcars.com/#/ghost/photography/exterior/
Añadir que también se dice que tienen el árbol almacenado que se usó para la construcción de tu coche, por si tienes que reponer alguna veta.
Por lo demás, genial post Eddie y gracias a erkil por recordar la mítica leyenda urbana sobre estos coches.
Chulísima la historia, Eddie, como siempre. Y, desde mi ignoracia y guiado sólo por el gusto estético, decir que me gustaban mucho más los primeros coches (el Phantom II) que el último, el de alma BMW. Veo que coincido con Flagrant, será la única vez que coincidimos últimamente. 😉 Entiendo lo de la modernización y tal, igual es imposible hacer coches en el s.XXI con la elegancia de la primera mitad del XX, pero creo que se han dejado algo en el camino. Me pasa lo mismo con los Jaguar, donde esté un XJ12 de los 80 que se quiten… Read more »
Joder.
Compruebo con sorpresa que no se publicó el comentario que dejé en su día.
Bueno, repito más o menos lo que puse.
Me parece una historia fascinante. Sabía que los motores de la mayor parte de los aviones occidentales eran de Rolls-Royce pero desconocía lo de la RAF, y sobre todo la gestación del origen de la marca, por