Después de una breve reflexión (tampoco en esto doy ya para más, sinceramente) decido tomar una absurda y heroica decisión: NO VERÉ EL PARTIDO. Me iré al cine, por ejemplo; una huida meditada, eso es.
Llega el día fatídico, ayer, a media tarde. Decido poner mi plan en ejecución. Mi mujer me mira extrañada: “Pero, ¿no vas a ver el partido?” “No me interesa -miento-, me voy al cine ¿se viene alguien?” Un silencio ominoso me responde; mejor, me digo, sólo ante el peligro, las hazañas se hacen en solitario que diría Baudelaire… o Mallory, no lo recuerdo bien (se lo preguntaré a Jorf).